ABY WARBURG
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acia el fin ya de este esbozo, quisiera mostrar la pertinencia del empleo de las categorías presentadas, el Denkraum y la Pathosformel, para proponer las vías de explicaciones y representaciones (de cuya insuficiencia somos muy conscientes) en el tremendo problema de la inteligibilidad histórica de los traumas del devenir humano, las masacres antiguas y modernas hasta comienzos del siglo XIX y los genocidios, a partir de la expansión imperialista europea comenzada en 1840, perpetrados luego durante todo el atribulado siglo XX35. La ruptura de las cadenas discernibles de causas y efectos en las relaciones humanas que llevan consigo masacres y genocidios podrían entenderse muy bien a la manera de las crisis de la presencia que sirvieron a De Martino para describir, no solo las catástrofes sociales provocadas por la modernización en el Mezzogiorno, sino los fenómenos de apocalipsis culturales mayores36 como los que estaríamos transitando desde el genocidio de los herero en el África Sudoccidental a comienzos del siglo XX. Difícil decir o comparar las devastaciones a las que dieron lugar el crimen perpetrado contra los armenios en 1915, el exterminio de los judíos en Europa entre 1938 y 1945, el atroz suicidio colectivo de la nación camboyana, las desapariciones de miles de personas durante las tiranías militares en la América del Sur, el genocidio de los tutsis en Ruanda, las matanzas en curso en el Darfur. No obstante, el concepto de la crisis de la presencia colectiva ayuda a comprender semejantes colapsos de un mundo cultural y de un proyecto civilizatorio compartidos, una implosión de tamaña magnitud que nunca bastaron para su conjuro el reforzamiento de los umbrales mágicos ni un regreso imposible, absurdo, a un estado natural de la humanidad. En el final de la memoria sobre los hopi, Warburg había vislumbrado este asunto con una penetración digna de un vate o de un poeta:
“El moderno Prometeo y el moderno Ícaro, Franklin y los hermanos Wright, quienes inventaron el aeroplano dirigible, son precisamente esos destructores ominosos del sentido de la distancia, que amenzan con retrotraer el planeta hacia el caos [...] El telegrama y el teléfono destruyen el cosmos. El pensamiento mítico y simbólico progresa hasta
1 Warburg, Aby, Images from the Region of the Pueblo Indians of North America. Michael P. Steinberg, trad. y ed. Ithaca y Londres, Cornell University Press, 1995, p. 16. Citaremos en adelante: Warburg. Steinberg (1995). 2 Gombrich, E.H., Aby Warburg. An Intellectual Biography, Oxford, Phaidon, 1986, pp. 66 y 82-85. Citaremos en adelante: Gombrich (1970-1986). 3 Warburg. Steinberg (1995), pp. 2, 4, 15-17. 4 Ibídem, pp. 38-54. 5 Warburg, Aby, Schlangenritual. Ein Reisebericht. Ulrich Raulff, editor. Berlín, Wagenbach, 1988. 6 Warburg. Steinberg (1995). Agreguemos a esta lista la bella versión francesa Warburg, Aby, Le Rituel du Serpent. Récit d’un voyage en pays pueblo. París, Macula, 2003. 7 Gombrich (1970. 1986), pp. 216-227. 8 Michaud, Philippe- Alain, Aby Warburg et l’image en mouvement. París, Macula, 1998, pp. 247-280. 9 Warburg, Aby, Atlas Mnemosyne. Editado por Martin Warnke, Claudia Brink y Fernando Checa. Madrid, Akal, 2010, pp. 3-6. En adelante, citaremos Atlas (2010). 10 Gombrich (1970. 1986), pp. 239-282. 11 Un abordaje afín al que aquí postulamos en Imbert, Claude, “Warburg, de Kant à Boas”, en L’Homme. Revue française d’anthropologie (París, EHESS), nº 165, enero. marzo de 2003, pp. 12-40. 12 Nuestra referencia a los regímenes diferentes y contrapuestos de la política, uno vinculado con la ratio de la lógica y el otro con la potencia de la magia, no se infiere de ningún texto de Aby sino de la confrontación de los paneles 7 y 44 sobre la majestad imperial y el panel 32 en el que se presenta la fuerza cómica de la fórmula de una majestad invertida. Atlas (2010), pp. 2627, 80-81 y 54-55. 13 Rilke, Rainer Maria, Schlußstück, 1906.
14 Gombrich (1970. 1986), pp. 186-215. 15 De Martino, Ernesto, Magia e civiltà. Milán, Garzanti, 1962, pp. 283-287. 16 De Martino, Ernesto, Sud e Magia. Milán, Feltrinelli, 1960. 17 Warburg (2005), pp. 73-121. 18 Warburg (2005), p. 407. 19 Checa, Fernando, “La idea de imagen artística en Aby Warburg: el Atlas Mnemosyne (1924. 1929)”, en Atlas (2010), pp. 135-154, especialmente pp. 145-148. 20 Paneles 5 y 6, 41 a y b en la última versión de Mnemosyne. Atlas (2010), pp. 22-25, 74-77. 21 Paneles 7 y 44. Atlas (2010), pp. 26-27, 80-81. 22 Paneles 4, 28 a 30, 40. Atlas (2010), pp. 20-21, 48-51, 70-71. 23 Saxl, Fritz, La vida de las imágenes. Estudios iconográficos sobre arte occidental. Madrid, Alianza, 1989. Wind, Edgar, Los misterios paganos del Renacimiento. Barcelona, Barral, 1972; La elocuencia de los símbolos. Estudios sobre arte humanista. Madrid, Alianza, 1993. 24 Homero, Odisea, V, vv. 346-355. 25 San Agustín, La Ciudad de Dios, V, 1. 7. 26 Ibídem, VIII, 9-12. 27 Settis, Salvatore, “Pathos ed Ethos, morfologia e funzione”, en Moderna. Semestrale di teoria e critica della letteratura, VI, 2. 2004 (Pisa. Roma, Istituti Editoriali e Poligrafici Internazionali), pp. 29-30. 28 Port, Ulrich, “Catarsi del dolore. Le Pathosformeln di Aby Warburg e i loro antecedenti concettuali nella retorica, nella poetica e nella teoria della tragedia”, en Moderna. Semestrale di teoria e critica della letteratura, VI, 2. 2004 (Pisa. Roma, Istituti Editoriali e Poligrafici Internazionali), pp. 39-67. 29 Careri, Giovanni, “Aby Warburg. Rituel, Pathosformel
Cualquier proyecto viable de futuro habrá de erguirse sobre la comprensión del trauma que disolvió los sentidos del pasado formar lazos espirituales entre la humanidad y el mundo circundante, convirtiendo a la distancia en el espacio requerido para la devoción y la reflexión: la distancia anulada por la conexión eléctrica instantánea37”.. Tan solo el crimen masivo y planificado ha sido la respuesta a la desesperación asociada a los añicos de la vida histórica, que De Martino englobó en su to-
pos del apocalipsis cultural. Ninguna Pathosformel, la del sufriente, la del infierno u otras que haya provisto la tradición europea, sirvió para representar lo ocurrido en el corazón de las catástrofes contemporáneas de la presencia. Si queremos construir un mundo nuevo donde nuestras vidas y las de nuestro semejantes merezcan la pena de ser vividas, debemos satisfacer la necesidad de representar el trauma irrepresentable pues, aunque suene paradójico y hasta escandaloso, cualquier proyecto viable del futuro habrá de erguirse sobre la comprensión del trauma que disolvió los sentidos del pasado. Algo de ello reveló Gershom Scholem cuando trazó la historia del magen-David y de su transformación en el símbolo del Estado de Israel: el signo de la humillación se convirtió en el emblema de un judaísmo resucitado y renacido en el concierto de las naciones38. Una última acotación. La teoría warburguiana de la cultura es ambivalente en varios aspectos: en su carácter básico de sistema de explicación histórica o antropológica, en sus raíces iluministas a la par que críticas del progreso entendido como despliegue benéfico e inevitable, en su valoración de la magia, considerada ora superstición y oscuridad, ora tabla última de la salvación de la distancia y, por consiguiente, de la historia humana. Creo probable que esas contradicciones hayan desvelado la potencia de su funcionalidad para iniciar nuestro viaje aguas arriba y revertir el estado actual de descivilización en el que nos encontramos39. De allí el éxito de la obra de Warburg en el presente. Somos los protagonistas de una enésima vuelta a la vida de alcance universal. Ojalá no fracasemos. x José Emilio Burucúa es profesor titular de Problemas de Historia Cultural en la Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires. Editorial Periférica acaba de publicar Enciclopedia B-S.
et forme intermédiaire”, en L’Homme.Revue française d’anthropologie (París, EHESS), nº 165, enero-marzo de 2003, pp. 41-76. 30 Gombrich (1970. 1986), pp. 184-185, 254-59 y 308. 31 Agamben, Giorgio, La potencia del pensamiento. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2007, pp. 157-187. 32 Didi-Huberman, Georges, L’image survivante. Histoire de l’art et temps des fantômes selon Aby Warburg. París, Les Éditions de Minuit, 2002, especialmente pp. 391413, 452-471 y 506-514. 33 Severi, Carlo, “Warburg anthropologue ou le déchiffrement d’une utopie. De la biologie des images à l’anthropologie de la mémoire”, en L’Homme. Revue française d’anthropologie (París, EHESS), nº 165, eneromarzo de 2003, pp. 77-122. Severi, Carlo, El sendero y la voz. Una antropología de la memoria. Buenos Aires, sb, 2010, pp. 47-114. 34 Burucúa, José Emilio, Historia y ambivalencia. Ensayos sobre arte. Buenos Aires, Biblos, 2006, pp. 195-212. 35 Kwiatkowski, Nicolás et al., “Masacres antiguas y masacres modernas. Discursos, imágenes, representaciones”, en María Inés Mudrovcic (ed.), Problemas de representación de pasados recientes en conflicto, Buenos Aires, Prometeo, 2009, pp. 61-85. 36 De Martino, Ernesto, La fine del mondo. Contributo all’analisi delle apocalissi culturali. Clara Gallini, ed. Turín, Einaudi, 2002, passim, especialmente pp. 465600. 37 Warburg. Steinberg (1995), p. 54. 38 Scholem, Gershom, “The Star of David: History of a Symbol”, en The Messianic Idea in Judaism, and Other Essays on Jewish Spirituality. Nueva York, Schocken, 1971, pp. 257-81. 39 Elias, Norbert, Los alemanes. México, Instituto Mora, 1999, pp. 361-464.
CARTA. PRIMAVERA-VERANO 2011
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