Berni, narrativas argentinas

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vida cotidiana”). Por otra parte, la obra neoyorquina actúa en estas oportunas relecturas formales que el artista explora para diferenciarse del hiperrealismo o del pop americano, mientras fagocita las sucesivas modas visuales de las que es contemporáneo. Es parte de la estrategia de ampliar o bien restringir el alcance del “nuevo realismo” (la “marca” Berni): puede ser un movimiento universal, una estética del Tercer Mundo, arte político o una variable del realismo mágico. Según los interlocutores. La mencionada exhibición en Bonino ha dejado en el olvido la retrospectiva en Caracas. A pesar de que esta última tiene el interés agregado del retorno a la escritura sobre la obra de artistas latinoamericanos, que había sido constante en el Berni de décadas anteriores. La anécdota de la visita al taller de Armando Reverón le permite escribir sobre lo habitual en los setenta: la deshumanización, el dominio del mercado del primer mundo, la sociedad de consumo.61 Además del contenido del texto, que en lo específico propone a Reverón como un artista conceptual, interesa el medio en que fue publicado: la revista Meridiano 66, editada por el Instituto ArgentinoVenezolano de Cultura. En el mismo número se encuentra el primer esbozo de la futura teoría de los dos demonios de Ernesto Sábato. Berni continuó sin hablar de política: sus temas son la sociedad de consumo y la libertad del artista, ejemplificada en Reverón. La libertad es un lugar común en el discurso plástico en los años de la dictadura militar. Una idea del papel del artista que, por su bagaje romántico, era aceptable para el público de clase media que aplaudía al Berni mediático. La palabra “libertad” es el titular de diversas entrevistas realizadas al artista en aquellos años de campos clandestinos de detención. Entre varios ejemplos, destaca la entrevista publicada en Pájaro de Fuego,62 revista que entre sus notas incluía los programas culturales de los funcionarios de la dictadura tan preocupados como Berni por la deshumanización y la pérdida de valores en la cultura contemporánea. Libertad es una palabra cara al artista. En el libro publicado en 1976 por José Viñals encontramos su definición: el pintor tiene la capacidad de crear en libertad, escapar a la autocensura y esperar el tiempo adecuado para exponer.63 Así, la libertad, en tiempos de represión, se torna no en una demanda política sino en una defensa de la autonomía del artista, aunque no del arte. En 1978, en el concurrido vernissage de la muestra El ámbito de Juanito Laguna antes de Juanito Laguna (1954-1960) en la galería Imagen se presentaban los paisajes urbanos de miseria pintados entre 1954 y 1960.64 La entrevista publicada en Correo de Arte luego de la descripción de la inauguración permite a Berni retomar los mismos puntos que había desarrollado en la conferencia del Encuentro Iberoamericano de Críticos y Artistas Plásticos, realizado en junio de 1978 en Caracas, difundida ampliamente en Buenos Aires, entre otros por Artemúltiple, que ilustra la nota con fotografías del artista restaurando los murales de las Galerías Pacífico, lugar de su público encuentro con el almirante Massera.65 Las revistas de superficie relacionadas con el comunismo, como Contexto, también cubrieron las tareas del artista en los murales y el papel de los funcionarios en la conservación de los mismos.66 La publicitada conferencia de 1978 es la matriz de todos los discursos posteriores de Berni, redundantes en sus conceptos sobre los medios de comunicación, la imposición de las modas en el arte, la

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