MUSEO FRANKLIN RAWSON. Historia y colección.

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torretrato suyo de 1943(34)) y Enrique Muiño, este último más conocido como actor, pero siempre presente en los salones con paisajes bien resueltos. Por la misma senda transcurren los paisajes de Cupertino del Campo, del italiano radicado en Córdoba Antonio Pedone y de los mendocinos Arturo Anzalone y Fidel de Lucía.

Enrique Muiño, “Moras en el aguadero”, antes (Moras de otoño). - 1942.

Stephen Koek Koek, “Molinos” s/f.

Bibi Zogbé, “Cardos” - 1938.

Las adquisiciones intentaron, con amplitud de criterio, dar cuenta de las variables del género paisaje. Así, a las obras mencionadas se suman las serranías cordobesas de Fray Guillermo Butler, señal de un idealismo religioso donde la naturaleza es la manifestación de la creación divina. El riojano Estanislao Guzmán Loza y Manuel Coutaret –artistas que es necesario revisitar en la historia del arte argentino– también buscaron en las formas sintéticas y el equilibrio del color la armonía del hombre con la naturaleza. En la misma línea se ubica Guillermo Martínez Solimán, que trató asuntos de obreros y paisajes matéricos: “Devastación” es un paisaje invernal, testimonio de la lectura humanista del artista platense, con larga estadía en Europa desde los años veinte hasta 1934 (principalmente en Bélgica). Desde ya, no podían faltar las obras de Stephen Koek Koek, tan del gusto de la burguesía argentina, con sus paisajes de tradición europea septentrional. La sensibilidad moderna de flores y árboles de la libanesa Bibi Zogbé(35) y los jardines de espíritu simbolista de Miguel Burgoa Videla señalan recorridos distintos para pensar la pintura sanjuanina. La pintura costumbrista sobresale por la calidad del Alfredo Gramajo Gutiérrez procedente de la donación de Marcos Estrada. “El recuerdo” expresa ejemplarmente la voluntad del artista de que la modernidad establezca un puente con la religiosidad del pueblo. Así, antes que resolver el costumbrismo desde una imagen congelada del tipo autóctono, prefirió el realismo sostenido en la policromía del arte popular, recurso definitorio de su primitivismo como poética americanista. La obra de Alberto Güiraldes, hermano de Ricardo, tiene el interés de expresar el gusto por el tradicionalismo y el costumbrismo histórico en los años veinte(36), tan presente en la literatura y en los ensayos culturales. “Los gauchos de Urquiza” muestra su oficio de ilustrador anecdótico de temas rurales, con un ojo puesto en la obra de León Pallière(37). Similares referencias utilizaba el ilustrador Luis Macaya, catalán radicado en la Argentina desde 1911, colaborador de Caras y Caretas, Fray Mocho y tantas otras publicaciones. También realizaba pintura erudita, por la cual obtuvo el premio a extranjeros en el Salón Nacional de 1925. Macaya ilustró una conocida edición del Martín Fierro en 1932. También el genovés Mario Zavattaro se ocupó de la obra de Hernández para el almanaque de Alpargatas de 1937, luego de documentarse con las fotografías de Francisco Ayerza. Mayor popularidad conservan los almanaques de Florencio Molina Campos: facilitaron el programa de identificación de la “esencia” moral de la Nación en la proclamada sencillez del paisano y del pueblerino de entonces, distante de la vorágine cosmopolita urbana. Estas ilustraciones actúan desde una modernidad literaria, paralela a los escritores costumbristas Godofredo Daireaux, Benito Lynch y Roberto J. Payró. Molina Campos y Macaya, hombres capaces de moverse con imágenes similares entre la demanda popular y las salas de Witcomb, optaron por un lugar intermedio entre el arte erudito y la imagen de consumo. Los artistas mencionados, a pesar de su diversidad estética, se entendían como representantes de la “tradición” frente al “arte nuevo” asociado primero a Emilio Pettoruti y luego al Grupo de París, integrado por los artistas argentinos que concurrían a los talleres libres de André Lhote, Othon Friesz y Antoine Bourdelle bajo la impronta ecléctica de la denominada Escuela de París. En la colección se exhiben obras de Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Horacio Butler, 34 El año de ejecución coincide con la publicación del texto de José León Pagano, editado por Espasa-Calpe. El año 1943 se destaca por sus sólidos retratos –entre ellos el de Karin Beristayn– y por los paisajes de Bariloche, cambio en su preferencia habitual por las playas y los puertos. 35 Bibi Zogbé, Pintora de Flores (cat. exp.). Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, San Juan, 2012. 36

Fue reconocida su exposición de Amigos del Arte en 1928.

37 Otra obra de Güiraldes en la Colección es una tinta de escenas de costumbres rurales, de factura lineal, con los paisanos tomando mate, para la edición de 1929 de Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes.

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