MUSEO FRANKLIN RAWSON. Historia y colección.

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en el Salón Nacional de 1912– y reiterada en la tela central del tríptico Buenos Aires, presentado al salón de 1926. Ésta última presenta los mismos edificios en el fondo que en la pintura de San Juan. Justo Lynch logró climas atmosféricos en escenas portuarias mediante el uso de tonos azulados y grises. Es interesante contrastar su obra tanto con la pintura metafísica de Onofrio Pacenza, cuyo clima irreal transforma el barrio en paisaje universal, como con los contrastes lumínicos de “Tormenta en el Riachuelo” de Rodolfo Perona, artista dedicado plenamente a la docencia. Lynch mantuvo la fidelidad al paisaje, pero tras la lente particular de sus decisiones estilísticas. La excelencia del conjunto se afirma con las siguientes obras: la primera es una guache de Guillermo Facio Hebequer, miembro de los Artistas del Pueblo que podía capturar la realidad como manifiesto político pero también como síntesis del dinamismo de la vida moderna; la segunda es un característico Benito Quinquela Martín de los años cuarenta, aunque de formato pequeño: un astillero con la fuerte proa de un buque en reparación dominando la escena. Además, se encuentran “Calentadores de chapa en el astillero” de 1932, con el fuego de la fundición refulgiendo sobre las espaldas esforzadas de los trabajadores en un clima infernal (un incendio como escena secundaria en el fondo de la tela) y “Día de fiesta”, un pastel de 1935. Así, las iconografías del trabajo y del ocio de Quinquela Martín aclaran que las representaciones del barrio de la Boca deben ser comprendidas como paisaje social.

José Antonio Merediz, “Capilla en ruinas” Circa 1945.

A Eugenio Daneri se lo incluye dentro de la escuela de La Boca, con esa diversidad de estilos personales que la define más como un postulado de cercanía a la vida popular que como programa estético. Daneri, fuera de la retórica visual de su tiempo, representa los escenarios bajos como paisajes solitarios donde los límites de lo natural y lo fabricado por el hombre se diluyen en la pobreza. “El zanjón” es compositivamente similar a “En las afueras” y “Viejo muelle”, ambas de los años cuarenta, marcadas por su triunfo en el Salón Nacional con “El puente”(32). Representar las barriadas era habitual en su obra, pero con el ingreso de los sectores populares a la política es posible pensar la nueva dimensión de sus escenarios con las figuras ausentes, cuya inminente presencia, sin embargo, pareciera estar anunciada por la densa materialidad. El paisaje de un barrio de Córdoba de Ernesto Farina, de 1947, permite observar desde otra clave esa constante presencia de la naturaleza mediterránea en el arte argentino. Al igual que Daneri, Farina tensa esa naturaleza con las marcas de lo social; a veces logra hacer visible aquello de la realidad que está presente pero no es observado. La escuela de La Boca tiene en Miguel Ángel Victorica a su representante más aristocrático. En la colección se cuenta con la cabeza “Antonio” y dos retratos de estructura similar: el del poeta Bartolomé Botto, de 1931, y el del historiador y coleccionista Marcos Estrada, donante del museo, de 1947. En 1931 Botto aún no había publicado sus libros más relevantes, Motivos boquenses (1933) y Mascarones de proa (1937). Su retrato, con el puente transbordador de la Vuelta de Rocha de fondo, fue adquirido en 1942. El de Estrada tiene como paisaje de fondo la Plaza de Mayo, con la vista de la Pirámide de Mayo y la cúpula de la Catedral, emblemas de patriotismo y religión. De los argentinos seguidores de Hermen Anglada Camarasa, que formaron escuela en Pollensa, se encuentran los luminosos paisajes de renovación postimpresionista de Tito Cittadini y Gregorio López Naguil. El primero es la imagen de la iglesia del pueblo catalán de Porqueres; el segundo, un caserío rural(33). La pintura de plein air con vaporosas damas en jardines del arquitecto noruego Alejandro Christophersen está presente con una acuarela que presenta el motivo iconográfico de la lectura de una carta; la mujer que se inclina sobre su amiga recuerda a la de “La finlandesa” del Museo Nacional de Bellas Artes. Obras tardías de Luis Aquino e Italo Botti señalan la perduración de los paisajes regionales, que encontramos también en Atilio Malinverno, José Antonio Merediz, Jorge Beristayn (la colección conserva un logrado au32 Eugenio Daneri 1881-1970. La mirada desde la sombra (cat. exp.). Imago; Fundación Osde, Buenos Aires, 2008. 33 De López Naguil se conserva además “Paisaje de Ongamira”, de 1940, pintura de mayor formato realizada en Córdoba cuando el autor era ya un destacado escenógrafo.

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Jorge Beristayn “Autoretrato” - 1943.


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