MUSEO FRANKLIN RAWSON. Historia y colección.

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conmemorativa “La Beneficencia”(20), de 1847, puede ofrecer algunas pistas. Si bien en las colecciones argentinas no se conservan obras que desafíen y permitan calibrar la calidad artística de Torres, se vislumbra su oficio en el retrato colectivo “Composición”, titulado de esta forma tanto por considerarse un boceto como por carecer de datos sobre la familia retratada. La obra recuerda al gran retrato de la familia Zañartu de su maestro, realizado en 1844 (desde ya en escala menor desde el formato a la cantidad de figuras). Dos detalles dan encanto a la tela: el libro ilustrado del hombre y el ramillete de flores de la niña en traje de verano. Son escasos los retratos de familia en el arte argentino y éste de Torres forma un buen par junto con el de la familia de Cirilo Sarmiento de su condiscípulo Rawson. En la colección también se conservan retratos individuales de la mano de Torres: el de Carlos Barboza y los de dos miembros de la familia Bravo. Ataliva Lima, contemporáneo de Rawson y Torres, exploró como autodidacta los diversos géneros pictóricos. Un retrato de la colección señala el intento de emular el canon visual (cuerpo sedente, cortinado, fondo neutro) cuya dureza de factura se mitiga por el logro fisonomista. La segunda obra de la colección es el retrato de un niño que atrapa la mirada desde su simpática pose, representado en un sillón de tapizado rojo que domina el espacio sin construirlo, abierto a un paisaje rural. Es un óleo de pequeño formato que transmite una sensación de irrealidad, un tanto distanciado del modelo académico al que inevitablemente remite en última instancia. Lima puede ser clasificado –aunque estas etiquetas a menudo confunden más que facilitan la comprensión– de retratista regional (en otras escuelas, como la norteamericana, se denominaría a su obra retratos folk). En esta tradición regional debe incluirse a Magdalena Bilbao, presente en el acervo con cinco retratos, todos de las mismas medidas y similar composición, como si formaran una serie: en todos ellos se repite la flexión de los brazos, el cortinado, la posición de la cabeza, la paleta restringida. Estas reiteraciones señalan la conciencia de los recursos técnicos propios.

Ataliva Lima (atribuido), “Retrato de Casimira Lima de Herrera” - Circa 1873-1877.

El retrato de Basilio Nievas por Eugenia Belín Sarmiento, datado en 1929, aunque de fecha tan entrada en el siglo veinte pertenece formalmente a la pintura decimonónica. Conocida Eugenia Belín principalmente por los célebres retratos de su abuelo, su práctica estuvo regida principalmente por el entorno cultural de su familia, ya que fue alumna de su tía Procesa, al igual que Magdalena Bilbao. San Juan fue el territorio argentino con mayor presencia de artistas mujeres en el siglo XIX, gracias a la tarea educativa de Sarmiento promovida desde el Colegio Santa Rosa. Vale señalar, sin embargo, que aún persistía la consideración de la pintura practicada por mujeres como el nivel superior de las tareas femeniles, que debían conocerse para el decoro social y el sustento hogareño. Entre los retratos debe señalarse un conjunto de cinco óleos, probable galería familiar. Uno de ellos, de dama, de manera aislada ha sido atribuido a Prilidiano Pueyrredón, sin fundamento y sin ponerlo en relación con los restantes. No es posible arriesgar una atribución sin mayores estudios técnicos, pero es interesante tener en cuenta, en un estudio más profundo, el retrato de Clorinda Garmendia de Avellaneda de Francisco Romero, del Museo Sívori de Buenos Aires. Lamentablemente no hay cuerpo de obras sustantivo de este pintor italiano, dedicado a la enseñanza artística en Buenos Aires, que permita un cotejo formal de mayor amplitud. El escritor José Hernández falleció el 21 de octubre de 1886. Al año siguiente el pintor cordobés Genaro Pérez realizó su retrato basado, obviamente, en una fotografía; seguro fue un encargo conmemorativo. Artista y retratado compartieron el interés por la política de las provincias frente a Buenos Aires, ocupando cargos administrativos y legislativos. Dos naturalezas otorgan diversidad a una colección en la que domina el retrato. Una de ellas está firmada por Antonio Gazzano en 1886. Este artista fue uno de los primeros becados por el Gobierno para estudiar pintura en Florencia en 1863. Tres años después estaba de regreso exponiendo paisajes italianos. Es escasa su obra de paradero conocido (algunos motivos gauchescos, los paisajes rurales “El tambo de Quirno” y “La carreta”), por lo cual esta naturaleza muerta, aunque tardía, adquiere importancia para un mayor conocimiento de 20 Museo Histórico Nacional, Santiago de Chile. Fue exhibida en la Universidad de San Felipe en ocasión de un aniversario de la Sociedad de Beneficencia.

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Magdalena Bilbao, “Retrato de dama anciana” - 1893.


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