produjo enormes daños en su colección y, por otro, lo privó de aquel espacio que se suponía definitivo y del que se había colocado la piedra fundamental sólo un año antes. El museo, entonces, fue reubicado en una casa alquilada a la señora Tecla Pósleman de Pósleman, en Avenida Libertador San Martín entre Salta y Santiago del Estero. (un detalle curioso: la casa tenía sus muros interiores recubiertos con tela de arpillera). En 1955 el museo fue trasladado a un sector de la Escuela Superior Sarmiento, ubicada en Av. Libertador San Martín y Catamarca.
Escuela Superior Sarmiento.
En 1957 se creó la Dirección de Cultura Provincial y el Museo de Bellas Artes pasó a estar bajo su dependencia. La Comisión perdió protagonismo y finalmente sus miembros presentaron la renuncia indeclinable. Entre los años 1978 y 1980 el Museo fue ubicado en el sótano del Auditorio Juan Victoria y, posteriormente, fue trasladado al edificio de la Escuela Normal San Martín, donde funcionó poco tiempo antes de la inauguración del actual museo. En el viejo edificio de la escuela, aun con recursos limitados, su director, José Luis Victoria, junto con la Comisión Benefactora del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson, supieron llevar adelante valiosos emprendimientos en los que las exhibiciones, actos culturales y difusión constituyeron un eje gravitante en la cultura regional. Más allá de los avatares propios de esta larga historia de peregrinaje, la institución incorporó siempre obras y colecciones. Las más recientes son de 1997, con la donación del Dr. Armando Lagos, y en 1991 la del Dr. Marcos de Estrada. Cabe recordar las donaciones de particulares: la familia Sormani, la Sra. Cesárea Garramuño de Godoy, el Dr. Alberto del Carril, la Sra. María Romelia Bravo de Agresti, el Dr. Washington Varando, la Srta. Margarita Gallastegui, el Sr. Gastón E. Meyers, la Sra. Olga Tallone de Brizuela, la familia Herrera-Castro Nieva y el coronel Luis Jorge Fontana.
Av. Rawson y General Paz.
A lo largo de los años, la sede definitiva no dejó de ser un sueño que pudo materializarse recién el 13 de octubre del año 2011, con la apertura del nuevo edificio que cumple con los objetivos y requerimientos que permiten proyectar nuevos retos y líneas de acción. Fue el resultado de una política cultural decisiva para el enriquecimiento del imaginario colectivo de los sanjuaninos. La nueva sede reúne arquitectónicamente el pasado, desde la puesta a punto y rediseño de las instalaciones en las que funcionara el Casino Provincial; el presente y el futuro en la nueva construcción, que si bien respeta formalmente el estilo de la arquitectura original, vertebra las actividades a través de su atrio central. Éste, con la forma de un prisma transparente, integra el entorno, ya que permite la visión en todas las direcciones: a su patrimonio, a sus colecciones, a sus muestras temporales, talleres y actividades de diversa índole. La apertura de la sede definitiva implica un ambicioso objetivo: ofrecer a los ciudadanos una de las colecciones de arte argentino más importantes del país y un museo a la altura de los mejores del mundo, posicionando a San Juan como protagonista en el circuito del arte nacional e internacional.
Fachada actual del Museo.
Se comenzó a trabajar en un museo que pretendía superar la noción del lugar que conserva un patrimonio, intentando cubrir necesidades que mucho tienen que ver con la investigación de numerosos documentos, archivos y obras en reserva, pero también con las comunicaciones y relaciones con la comunidad, sin descuidar el fortalecimiento de lazos con numerosas instituciones, fundaciones, empresas e individuos que de alguna u otra manera contribuyen a la construcción del campo cultural que forma parte de la vida de todos. Una vez relevadas las obras que componían el patrimonio histórico del Museo, surgió el desafío de diseñar, proyectar y disponer su exhibición, para lo cual se convocó a especialistas en diversas áreas del campo del arte. De su trabajo surgió el guión de la muestra permanente, que establece un relato —que no se plantea como permanente— para la exhibición de la colección en torno a cinco núcleos conceptuales. Esto permite establecer relaciones diversas entre estos ejes, según el orden elegido o los intereses de los visitantes, que podrán construir sus propios relatos. 18