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M u s e o d e l Ár b o l

Año 7 No. 62 Marzo-Abril 2017

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Publicación independiente sobre arte, cultura y sostenibilidad en Costa Rica, circula en Internet a través de la plataforma Issu.com. Por la calidad de diseño y concepto, posee desde su creación en 2010 el Sello de Respaldo de la Asociación Latinoamericana de Diseño. 2

LFQ. Árbol en cerrito en Orosi. 2017


M u s e o d e l Ár b o l Año7 No. 62 Marzo-Abril 2017

Maurizio Bianchi. Árbol y la cultura.

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Museo del Árbol brota como un espacio de reflexión crítica y sensibilidad acerca del árbol en la naturaleza y en nuestras vidas. No es un museo físico, sino virtual, se accede a su espacio virtual donde podemos movernos por sus páginas-salas.

LFQ. Jacaranda en Barrio Escalante, San José. 2017.

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Museo del Árbol edición No. 60 ISSN 2251-3349

Grupo Editor Luis Fernando Quirós Rodolfo Uder Ilse Uder Nelson Moya Colaboradores en esta edición Jenny Arroyo Boris Muñoz Luis Fernando Gómez Maurizio Bianchi Mauricio De Souza y Sáenz Oscar de la Cruz Ana Beatriz Sánchez Dinorah Carballo Ricardo Ávila Stephannie Williams Verónica Vázquez Savareikas Miriam Gómez Nelson Moya Otelo Quirval Abril 2017

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Contenidos

Editorial Pag. 8 Jenny Arroyo. Escultura Encontrada Pág. 12 Boris Muñoz. Paisaje Observado Pág. 18 Luis Fernando Gómez. Sensación Áurea Pág. 30 Maurizio Bianchi. Somos el planeta Pág. 42 Galería del Árbol Pág. 48 Especial: Mariano de Souza y Sáenz. Árbol de El Tejo Pág. 70 Oscar de la Cruz. Árbol-Abrigo Pág. 76 Ana Beatriz Sánchez. Caricias del bosque Pág. 82 Nelson Moya. Aferrarse a la vida Pág. 90

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Maurizio Bianchi. Plazoleta de La Soledad, San José. 2017.

Edición No. 62 El árbol es un activo componente de la cultura de la humanidad, por sus aspectos simbólicos, como modelo de una pintura o escultura, y desde los materiales mismos que se derivan de él, como es la madera. El “Árbol de la vida”, el “Árbol del dorado”, entre otras percepciones atañen a las visiones de una sociedad que respetó y cuidó sus orígenes, aunque también tiene muchos detractores insensibles que ven en él solo una fuente de producir dólares, y lo explotan inadecuadamente poniendo en vilo al planeta. Días atrás leía una noticia en redes sociales que denuncia como nuestro vecino del Norte Nicaragua está destruyendo sus bosques para comercializar la madera indiscriminadamente, me pregunto ¿cómo protegerán sus cuencas hidrográficas o tantos lagos y lagunas que le brindan la imagen de un país de grandes riquezas ecológicas.

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Dunia Campos. Paisaje de potreros en la zona Norte de Cartago.

Museo del Árbol surgió como un rizoma entre las redes e internet, para concientizar sobre la belleza de estas criaturas de la naturaleza, y con ello entablar una contemplación que va más allá del árbol mismo, para alabar al Creador. Es un emprendimiento que se ha sostenido por siete años, tiempo durante el cual, y en tanto museo virtual, también realizamos muestras de arte, como en 2016 en Galería Nacional que titulamos “Árbol, Tierra, Raíces”, como parte del evento “Día de la Tierra”. También exhibimos en la guía de museos y galerías del FIA 2015, Centro Cultural de México, en la Galería ARTIS de la Universidad Metropolitana de México DF, en la Galería del Centro de Cultura del TEC, entre otros espacios y aprovechando la buena voluntad de los artistas invitados para producir una obra inspirada en el árbol. Para el presente año la Asesoría de Museos del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), y el Comité Costarricense del Consejo Internacional de Museos (ICOM Costa Rica), nos invitaron a participar en la EXPO MUSEOS 2017: Feria de Museos Costarricenses, el 18 y 19 de mayo de 2017, en la Casa del Cuño, San José, Costa Rica. 9


En la condición de “museo virtual” estaremos presente con una presentación de fotografías de las cubiertas de la revista on line, y sus páginas, así como de algunas de las muestras de arte realizadas en las cuales el árbol es el orincipal eje de abordaje, además de un taller de creatividad que titulamos “Construir el Árbol” utilizando materiales de reciclaje. La invitación nos compromete a continuar la labor de publicar la revista, mantener un pensamiento que motive la contemplación de esta figura dentro de la naturaleza, apreciando las múltiples bondades para el continuum de la vida, inspiración que se observa en muy diversas maneras y ejemplos de creatividad.

Dunia Campos. Paisaje de potreros en la zona Norte de Cartago.

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Dunia Campos. Paisaje de potreros en la zona Norte de Cartago.

En esta edición No. 62 se publican las fotografías enviadas por nuestros colaboradores, y en la sección “Galería del Árbol” imágenes llegadas por diversos medios, como las redes sociales y el correo electrónico, de manera que el espacio se convierte en interacción de nuestros seguidores, sobre todo en estos meses del verano cuando las miradas se posan sobre las floraciones de las especies nativas que tanto engalanan

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Jenny Arroyo: Escultura encontrada

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Jenny Arroyo. Se aprecia una escultura encontrada, tronco de un viejo árbol.

La cercana colaboradora de Museo del Árbol Jenny Arroyo, andando por las inmediaciones de “El Tambor” de Alajuela, capturó entre los hermosos árboles de poró gigante o extranjero -Erythrina poeppigiana-, floreados, una lindísima escultura encontrada que algún día fue árbol, y terminado su ciclo normal de vida pasó a ser tronco seco que se mantiene aún en pié, como un signo de resistencia de la naturaleza pero también para dejar ver tantas bellezas de la creación: las texturas, las maderas pulidas por los abrasivos del polvo y el viento, la lluvia, el sol, todo se suma para darle una patina y erguido en un paisaje silencioso de viejos cafetales y potreros, y que Jenny vuelve a fotografiar para embellecer nuestras páginas.

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Jenny Arroyo. Los porรณs gigantes en flor.

Jenny Arroyo. Los porรณs gigantes en flor.

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Jenny Arroyo. Los porรณs gigantes en flor.

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Jenny Arroyo. Los porรณs gigantes en flor.

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Jenny Arroyo. Los porรณs gigantes en flor.

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Boris Muñoz: Paisaje Observado En su estudio ubicado en las colinas del Parruás, Paraíso, provincia de Cartago, Boris Muñoz se sume en un verdadero laboratorio de lo observado, creando a partir de la práctica fotográfica variaciones a veces (im)perceptibles del paisaje, pero que en su bitácora de investigador visual significan mucho: Observa la luz, las mutaciones frecuentes de luminosidad que se aprecian en árboles, colinas, cerros, montañas, en esas copas espumosas de los árboles y en las texturas de sus cortezas, musgos y líquenes, así como en las mismas brumas cuyas motas de nubosidad albergan tersuras que también reciben luz, la expanden, comprimen o transparentan. A veces esos rayos del sol de la tarde ya casi noche, bañan sus sujetos de una finísima capa de oro, o se encienden cual llamaradas en clave de celaje. El valle de Ujarrás, Orosi, Cachí, son sitios que Boris captura en la mira desde su estudio y con su cámara, se muestran de una u otra manera en un paisaje muy bien articulado, estudiado para descubrir e imprimir a nuestras miradas lo que a simple ojo no vemos, pues nos hace falta ese dominio suyo de captar los juegos de luz y sombra, los matices de la penumbra y la ausencia de la noche devela a esas fotografías por su sensible detalle, y experticia de conocedor y poeta de la imagen.

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Boris Muñoz. Después de la lluvia. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Nocturno. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Celaje. Fotografía Digital, 2017.

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Boris MuĂąoz. Con el Sol del amanecer. FotografĂ­a Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Rayo de luz furtivo. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Extrañamiento. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Cuando llega la mañana. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Después del aguacero. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Vuelo supremo. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Chaparrón en el valle. Fotografía Digital, 2017.

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Boris Muñoz. Escape de luz. Fotografía Digital, 2017.

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Luis Fernando Gรณmez: Sensaciรณn ร urea

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Luis Fernando Gómez. Sensación áurea.

El artista Luis Fernando Gómez, en esta oportunidad viaja a la zona Playa Naranjo, provincia de Puntarenas, y en su pensamiento persigue “un algo” que su sensibilidad le anuncia que está por suceder. No llevó su cámara fotográfica en tanto hoy en día si queremos captar “ese algo”, es suficiente la cámara del celular, y de pronto fue consciente de estar sumido en una atmósfera única, cuando el sol comienza a caer y esconderse detrás de las montañas de la península de Nicoya, y todo se esparce de un áureo esplendor: árboles, las aguas del golfo, las calles, sus autos y construcciones, amen de las personas que en ese instante vivencian el efecto de la luz y el claroscuro de las sombras. Son un binomio que sin uno no existe el otro, sin el efecto de la sombra vana sería la brillantez de la luz, pues es por ese contraste que la percibimos, y Luis, consciente de ese fenómeno, paso a paso recorre el lugar captando y descubriendo estas imágenes que ahora nos comparte para nuestro propio deleite.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Luis Fernando Gรณmez. Sensaciรณn รกurea.

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Maurizio Bianchi: Somos el planeta

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Luis Fernando Gómez. Sensación áurea.

En muy diversos momentos, así como en muchas páginas de anteriores ediciones, las fotografías de Maurizio Bianchi nos recuerdan que fotografiar árboles es contemplar su belleza, y ese gesto “cuántico” se convierte en un vivificador estímulo para toda la naturaleza. Si todas las personas fuéramos conscientes del significativo acto de contemplar la inmanencia de estas criaturas que nos regalan aire renovado, sombra ante el tórrido sol, lluvia en tanto el oxígeno liberado de los procesos internos del árbol forman las nubes, y por ello se observan nubes anunciando la lluvia cerca de las montañas; si ponemos más nuestras miradas en el bosque, embelleceríamos aún más el paisaje de los campos, poblaciones rurales y la misma ciudad. Gracias a los fotógrafos, pues en cada captura fotográfica de una criatura verde con ramajes y raíces, acrecientan esta cultura en la cual árbol y seres vivos somos uno, somos el planeta.

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Maurizio Bianchi. “Jacaranda”.

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Maurizio Bianchi. Un guanacaste frondoso.

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Maurizio Bianchi. Un รกrbol de guanacaste.

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Maurizio Bianchi. Un corteza amarilla.

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Galería del Árbol Esta sección “Galería del Árbol” está abierta a las fotografías de árboles que nos llegan por redes u otros medios electrónicos. Se aprecia la investigación y experimentación, pero también la imagen evocadora de una visita, precisamente al sitio donde encontramos el árbol que detuvo nuestro paso, y quisimos captar, como también el que anduvo merodeando en nuestros pensamientos y que tuvimos que regresar para hacerle la toma, pues de otra manera no se olvida. Expresa Irvin González -uno de nuestros colaboradores-, respecto a esta práctica creativa de crear imágenes con árboles, lo cual implica las dos fotos que nos comparte, que “hay una intención de crear una frase que tenga “sentido”, pero tal vez no una racional. La idea es que sus títulos reflejen eso, el proceso de las piezas y pues, que quede abierto...

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Irvin González. “Sentido abierto” Fotografía digital. 2017.

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Irvin González. “Bandera 360” Fotografía digital. 2017.

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Verónica Vázquez Savareicas. “Gemelos”, 2017.

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Verónica Vázquez Savareicas. “Ramajes en flor”, 2017.

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Verónica Vázquez Savareicas. “Roble sabana”, 2017.

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Maurizio Bianchi. El árbol ”poro poro” iniciando su floración.

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Dinorah Carballo. “Siguiendo las pistas a un árbol de guanacaste 1”, 2017.

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Dinorah Carballo. “Siguiendo las pistas a un árbol de guanacaste 2”, 2017.

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Dinorah Carballo. “Siguiendo las pistas a un árbol de guanacaste 3”, 2017.

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Dinorah Carballo. “Siguiendo las pistas a un árbol de guanacaste 4”, 2017.

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Stephannie Williams. “Árbol del atardecer costero”, 2017.

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Ricardo Ávila B. “Caña Fístula”, 2017.

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Ricardo Ávila B. “Secuencia Salto de la Novia”, 2017.

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Ricardo Ávila B. “Los visitantes del árbol”, 2017.

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Noelia Quirรณs Bonilla. Paso entre ramajes, en Playa Avellanas, Guanacaste., 2017.

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Otelo Quirval. Ă rboles de Corteza Amarilla en CachĂ­.

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Otelo Quirval. Corteza Amarilla en Orosi.

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Miriam GĂłmez, En los cerros de ParaĂ­so, Guanacaste. 2017.

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Miriam GĂłmez, En los cerros de ParaĂ­so, Guanacaste. 2017.

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Miriam GĂłmez, En los cerros de ParaĂ­so, Guanacaste. 2017.

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Miriam GĂłmez, En los cerros de ParaĂ­so, Guanacaste. 2017.

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Mariano de Souza: El Tejo Cultura del Árbol Para la presente edición No. 62 publicamos la colaboración que recibimos del artista español Mariano De Souza y Sáenz, formado en la Academia Internacional de Arte Moderno de Roma, y el Instituto Superior de Cultura; además es miembro de la Academia Internacional de Caminería Hispánica. Razón por la cual incluimos algunas ilustraciones suyas de los peregrinos del “Camino de Santiago”, así como un dibujo del árbol de Tejo, tema de esta propuesta editorial suya.

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El Tejo (Árbol Milenario) Por Mariano De Souza y Sáenz El árbol conocido como “tejo” (Taxus baccata) y “texo” en Galicia, puede alcanzar una altura de veinte metros, y su copa es piramidal, con abundantes ramas. Tiene hojas perennes de diez a 30 milímetros. Es una especia dioica, con pies masculinos y femeninos. Su fruto es de arilo carnoso, y son árboles muy longevos pudiendo superar los 1500 años de vida. Los astures y cantabros lo veneraban y en algunas ceremonias lo usaban para “suicidarse” ritualmente durante la noche de San Juan, era usual que los mozos depositaran ramas de Tejo en ventanas y puertas de sus pretendidas, mientras ellas les tiraban bayas de este mismo árbol. En Galicia, Cantabria y Asturias lo vinculaban a la trascendencia de la muerte, ya que dicen que una rama de este árbol los guiará el día de los santos, en su retorno al “país de las sombras”. Su longevidad hace pensar en la trascendencia al más allá. Historia y leyenda En Irlanda, en los pueblos celtas, para casarse con una doncella (y lo hacen aún ahora), condición indispensable era llevar una ramita, una flor, una bayas carmesí del árbol de tejo. En Inglaterra, un decir popular afirma del tejo: Las vidas de tres zarzos, la vida de un perro. La vida de tres perros, la vida de un caballo. La vida de tres caballos, la vida de un hombre. La vida de tres hombres, la vida de un águila. La vida de tres águilas, la vida de un tejo. La vida, la longitud de una era, siete eras desde la creación del día del juicio. (La longitud de una era es por término medio unos 729 años).

Mariano De Souza y Sáenz. “El árbol Tejo”. 2016.

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Mariano De Souza y Sáenz. “El peregrino”. Ilustración impresa, 2016.

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Mariano De Souza y Sáenz. “El peregrino”. Ilustración impresa, 2016.

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Mariano De Souza y Sáenz. “El peregrino”. Ilustración impresa, 2016.

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San Andrés de Teixido En gallego: “A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo”. (A San Andrés del Tejo va de muerto el que no fue de vivo). A nivel europeo este extraordinario lugar en Galicia es conocido por sus impresionantes acantilados (los más altos de Europa). Esta situado en la Sierra Da Capela, llamada “A Capelada” a 12 Kms de Cedeira (La Coruña). Es el lugar más septentrional de la península y de Europa, de ahí el hombre de “Cabo Do Mundo” (Cabo del Mundo), pero los gallegos celtas lo denominan: “La puerta del más allá del mundo celta”. Según la leyenda San Andrés llegó en barca a los acantilados de Teixido, y que su barca naufragó convertida en un peñasco y conocido como “A barca de San Andres” (La barca de San Andrés). Las fechas para ir a San Andrés de Teixido son: Viernes, sábado y domingo de Pentecostés. El producto típico del lugar son las figuritas de pan pintadas llamadas “Sanandreses”, que son cinco figuritas elaboradas artesanalmente, y el que las tenga consigo nunca estará desamparado. Estas figuritas son: La mano: Pide por el amor y las buenas compañías. El pez: Por el trabajo y el sustento. La barca: para los viajes, la casa y los negocios. El santo San Andrés: Para la salud física y mental. El pensamiento por los estudios y el buen sentido. Tirar un trocito de este pan (de figuritas) al agua, si este flota quiere decir que el deseo se va a cumplir, si se hunde habrá que intentar el año que viene. Por los alrededores de la sierra “Da Capela de San Andrés del Tejo”, existe una apreciada “herba namoreira”, o hierba de enamorar, si colocan un trocito en el bolsillo, a la persona que quieres, nuestros destinos acabarán por unirse irremediablemente. Mes de Julio del Año del Señor del 2018. En Madrid España (40 grados centígrados). Mariano De Souza y Sáenz. “Los peregrinos”. Ilustración impresa, 2016.

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Oscar de la Cruz: Ă rbol-Abrigo

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Para un artista fotógrafo captar imágenes como las que comparte don Oscar de la Cruz para esta edición No. 62: un ave quetzal encontrado en el Cerro de la Muerte, es un logro memorable, pero aún más captarlo entrando y saliendo de su nido hecho en la oquedad de un tronco de árbol, es aún más plausible. Pero no solo eso, captar esa imagen con la nitidez con que él la elabora a partir del conocimiento de su equipo fotográfico, sus lentes, manejo de la luz, es algo fabuloso; aún así hay algo más que sumar y que se percibe en la factura o construcción de la imagen, su sensibilidad de investigador quien anda la montaña, por los ríos, que conoce el territorio nacional para conducir su trabajo con profesionalidad. Además de bondadoso, en tanto no se deja para sí lo que sabe hacer, se desprende de ello para engalanar las páginas-salas de este museo virtual dedicado al árbol.

Oscar de la Cruz. Quetzal en el Cerro de la Muerte. 2017.

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Oscar de la Cruz. Quetzal en el Cerro de la Muerte. 2017.

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Oscar de la Cruz. Quetzal en el Cerro de la Muerte. 2017.

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Oscar de la Cruz. Quetzal en el Cerro de la Muerte. 2017.

Oscar de la Cruz. Quetzal en el Cerro de la Muerte. 2017.

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Oscar de la Cruz. Quetzal en el Cerro de la Muerte. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez: Caricias del bosque

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Quien ama al árbol y al bosque, virtud de quien es caminante, sabe penetrar al interno de una reserva, de un parque, jardín, montaña, cuenca del río, y percatarse de un habitat donde el árbol es central, en tanto aloja un universo de vida. La artista visual Ana Beatriz Sánchez, nos comparte precisamente ese entorno captado en el “Bosque Caricias”, ubicado en San Isidro de Heredia. Capta las raíces, raicillas, bulbos, tejidos de rizomas que brotan donde quiera, florecillas, ramajes, cortezas, todo lo que apreciamos en estas imágenes registradas en un recorrido donde el viento acaricia nuestra humanidad, ritual de acercamiento a una naturaleza profunda la cual observa, desde lejos, el gran Valle Central.

Ana Beatriz Sánchez. Bosque Caricias. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez. Bosque Caricias. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez. Bosque Caricias. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez. Bosque Caricias. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez. Bosque Caricias. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez. Bosque Caricias. 2017.

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Ana Beatriz Sรกnchez. Bosque Caricias. 2017.

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Nelson Moya: Aferrarse a la vida

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Todas las criaturas que habitamos la Madre Tierra nacemos y llevamos en nuestra conciencia y pensamiento el aferrarnos a la vida; hasta que el Ser Supremo decida que el ciclo terrenal ha sido cumplido..., para dar paso a la muerte: ese estado incógnito que siempre existirá en la mente humana. Eso implica, muchas veces, enfrentarnos a condiciones extremas para seguir sobreviviendo; eso queda palpado en estos cocoteros y árboles en el Parque Nacional Manzanillo, en el Caribe Sur de Costa Rica, los cuales a pesar de condiciones casi imposibles para la subsistencia, buscan la manera de mantenerse en pie; analogía que se puede llevar al plano de nuestro diario vivir y afirmar qué, mientras haya vida... habrá esperanza...

Nelson Moya. Árboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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Nelson Moya. Ă rboles en Manzanillo, Caribe Sur. 2017.

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LFQ. Un árbol guachipelín en Zapote.


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