14. Monedero, 1650-1700
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A esta ornamentación y a la riqueza exuberante de la
época. Las mangas apretadas hasta la sangradura se abren en una
indumentaria le sucede un decorado menos excesivo.
bocamanga en raqueta. Los zapatos con taco macizo, recubiertos
de seda policroma o realzados con un motivo bordado, terminan
El traje masculino comprende tres elementos: la casaca,
la chaqueta que cumplía la función del actual chaleco y el calzón.
en una punta ligeramente encorvada hacia arriba. (16; 17).
La chaqueta con faldones muy largos, con abertura y anudada
en la espalda, se cierra por delante con tres o cuatro botones,
robe à la française, cuyo modelo se mantuvo vigente hasta la
dejando florecer la exuberante chorrera de encajes de la camisa.
década de 1780. El vestido se compone de una casaquilla, cuya
abertura deja ver el peto o la hilera de lazos de cintas que se lleva
A partir de Luis XV, la casaca se convierte en un habit,
A partir de 1735 se impone el vestido a la francesa,
nombre que mantendrá hasta fines de siglo. Desde 1750 se
sobre un corpiño encañado con barbas (33), o también puede
había acortado, había perdido un poco de su holgura; mientras
comprender un cuerpo llamado a compères, formado por dos
que la chaqueta había reducido sus faldones y había perdido
paneles de tela idéntica abrochados y una falda haciendo juego.
definitivamente sus mangas, transformándose de esta manera
Del vestido volante, conserva los pliegues en la espalda, pero su
en chaleco. El conjunto, casaca, chaleco y calzón, forma lo que
cuerpo está ajustado en la parte frontal y en los costados, y los
se llama, a partir de ese momento, terno a la francesa, habit à la
guardainfantes que sostienen el vuelo de la falda son de forma
française. Durante el reinado de Luis XVI la casaca de terciopelo,
ovalada. A diferencia del atuendo masculino, el traje femenino
cincelado o de faya de seda lisa (27), se enriqueció con
está escasamente bordado; su ornamentación se limita a falbalás
abundantes decoraciones florales (28), mientras que el chaleco
en el borde de la casaquilla, de la sobrefalda y de la parte visible
se transformó, poco a poco, en una pieza autónoma, cuyo fondo
de la falda (21) y a la aplicación de encajes que adornan el escote
claro sirve de soporte al arte del bordador, quien interpreta los
y las bocamangas, lo que se conoce como engageantes.
temas inspirados de la actualidad artística (31).
vestido de gala, surgió una serie de variantes, entre ellas el vestido
El hombre elegante se viste con sumo cuidado, hace
A partir de este modelo, que imperará siempre como
alarde de su refinamiento mediante la preciosidad de los encajes
a la piamontesa, robe à la piémontaise, que se caracteriza por sus
que decoran sus chorreras y puños, así como la fineza de sus
pliegues hendidos y estrechos, que forman un puente desde los
medias de seda blanca; se adorna, se cubre de joyas, de botones
hombros hasta las caderas, para luego perderse en la falda (30).
extravagantes (35; 36), se maquilla y se permite tanta fantasía y
delicadeza como la mujer.
aporta un deseo de simplificación. El vestido a la inglesa (24),
que es la traducción de esa tendencia, se despoja de los pliegues
El cimiento del traje femenino es el guardainfante en
15. Naveta creada por Pierre Lefebvre, 1764
La anglomanía que invade las ideas y las costumbres,
forma de embudo, armazón de aros de juncos y tela engomada.
dorsales, del cuerpo reforzado completamente con barbas y de
Sobre él se lleva, a partir de 1715, un vestido llamado volante, de
los guardainfantes laterales; el dorso del cuerpo, encañado con
corpiño ajustado, cuya holgura es dada en la espalda por alforzas
barbas sólo en las costuras, termina en punta en el talle, mientras
o pliegues llamados à la Watteau, del nombre del pintor que
que la falda de cola corta, plisada finamente desde las caderas, es
plasmó perfectamente en sus cuadros la manera de vestir de la
sostenida por un simple guardainfante acolchado.
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