249. Cartera, 1946-1948
250. Dofan, 1966-1967
222
permanecido algún tiempo en Carolina del Sur, epicentro de la indus-
su fina cintura y que no entorpecen sus movimientos. Para sus faldas
tria del algodón de la época, la odisea concluirá en Santiago, donde la
holgadas de lana afelpada, prefiere los colores uniformes o las grandes
pareja iniciará la construcción de la casa de sus sueños.
pinceladas de color (228), llevadas con simples sweaters o blusas lejos
Raquel es de un temperamento no convencional y aunque
de toda sofisticación. Sin embargo, no deja de apreciar estampados o
autodidacta, siente gran aprecio por lo bello. Las visitas de museos
detalles extravagantes (229; 227), hasta humorísticos: vestido de allo-
y el descubrimiento de la cultura de las ciudades donde permanece
ver con rodajas de limón (253), botones con cabeza de caballo en un
durante aquel viaje de iniciación, refuerzan esta pasión, que más tarde
vestido estampado de
transmitirá a su hijo Jorge, llevándolo a la ópera, al ballet y luego ha-
carruajes (264). En referencia al amor que siente por los animales,
ciéndole descubrir el París y Londres de los años 60.
muchos de sus pañuelos presentan motivos de las razas caninas más
variadas. También le gustan los efectos, como esos vestidos que a
Además, Raquel se interesa por la pintura, lo que la lleva incluso
a tomar clases particulares. La biblioteca de la casa se enriquece durante
primera vista parecen ensanchados, pero cuya abertura lateral revela
aquel período con numerosas publicaciones y catálogos dedicados al
por debajo una falda recta (253; 261).
arte, principalmente al impresionismo que admira en especial.
cambian según la intensidad de la luz.
La arquitectura de la casa de Vitacura, muy moderna para la
Su color predilecto: el verde, como sus fascinantes ojos que
época, colmada de luz y con una organización perfectamente racio-
nal, la cálida decoración interior confiada a Mario Matta, donde se
guardarropa no es el de una seguidora víctima de la moda. Las
mezclan antigüedades y mobiliario contemporáneo, el cuidado puesto
marcas de los grandes costureros parisinos están casi ausentes,
en cada detalle desde la elección de la grifería y de los papeles mu-
pues apenas encontramos un conjunto Louis Féraud de los años
rales, hasta los objetos traídos de sus viajes, todo refleja el carácter
60 (320), y la observación de algunas marcas de sus tenidas
peculiar de la propietaria, el mismo que se destaca en su vestuario.
muestran que era alguien poco preocupada por el prestigio de
Su vestimenta de los años 1950-60, que conservó cuidado-
las prendas que adquiría. Raquel se deja guiar por su intuición,
samente en un lugar especialmente acondicionado de la casa, como
su buen gusto y sus antojos. Las numerosas tenidas compradas
tantos gratos recuerdos, constituyen el corazón del Museo, el punto
durante su luna de miel en Europa revelan su curiosidad y su
de partida de la colección, y también el ejemplo y la motivación de su
capacidad innata para distinguir la calidad, lo insólito, pero sin
hijo Jorge, por el arte del vestir.
efectos superficiales (263).
Compuesto aproximadamente de 500 prendas y de diversos
Aunque perfectamente a la moda de su época, este
251. Cartera, 1960-1963
Su elegancia desenvuelta se aprecia también a través de sus
accesorios (guantes, zapatos, bolsos, sombreros, joyas…), este guar-
numerosos accesorios: sus entretenidos bolsos de rafia (254) o de
darropa es el de una mujer, aficionada a las telas hermosas, los de-
falsas pieles de cebra (252), sus bisuterías multicolores de vidrio (268),
talles de corte y la sutileza de las combinaciones cromáticas. Amante
de semillas (272); es la visión de una mujer libre y moderna, sensible a
de la comodidad, de gusto simple, sin ostentación ni lujo llamativo, las
las formas y colores, abierta de mente y reacia a cualquier esnobismo.
preferencias de Raquel son los vestidos y las faldas que marcan bien
Sin duda, un personaje muy atípico en su medio social.
252. Cartera, circa 1958
223