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MUSEO ARQUEOLÓXICO E HISTÓRICO

VOL. 7

A CORUÑA

1991-1992


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BRIGANTIUM. BOLETIN DO MUSEO ARQUEOLOXICO E HISTORICO DE A CORUÑA

Dirección: Felipe-Senén López Secretaría: Begoña Bas López Volume: 7 Anos: 1991-1992 Correspondencia, orixinais e intercambios: Secretaría Boletín Brigantium Museo Arqueolóxico e Histórico Castelo de San Antón Apartado de correos 2.045 15080 A Coruña (Galicia) España Edición do Museo Arqueolóxico e Histórico. Excmo. Concello de A Coruña. Patrocinada por

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ISSN 0211-318X Imprime: "Gráficas do Castro/Moret" I.S.B.N.: 84-600-20037-1 Depósito Legal: C - 308 - 1980


INDICE

PAXINAS LA MEDORRA DE FANEGAS (SOBRADO DOS MONXES, CORUÑA) INFORME DE LA CAMPAÑA DE EXCAVACION DE 1983, por J. M. Caamaño Gesto e F. Criado Boado ..

7

EXCAVACION DA MAMOA 6 DE OS CAMPIÑOS (LEIRO, RIANXO). CAMPAÑA DE 1984, por R. Fábregas Valcarce e F. de la Fuente Andrés

91

DEL ANALlSIS DEL EMPLAZAMIENTO AL ESTUDIO DE LA DISTRIBUCION DE TUMULOS EN EL NW, por J. Vaquero Lastres ....

151

ASPECTOS ECONOMICOS y SOCIALES DE LA CON5TRUCCION DE MONUMENTOS MEGALlTICOS EN EL NOROESTE DE LA PENINSULA IBERICA, por J. M. Vázquez Varela

177

LOS INICIOS DE LA METALURGIA: PRIMEROS TESTIMONIOS DE LA PROVINCIA DE PONTEVEDRA, por B. Comendador Rey...

185

MACHADO PULIMENTADO DE OS CANEIROS (MOECHE), por E. Ramil González e V. Tomás Botella

205

O MEGALlTISMO NAS TERRAS DE VILALBA (LUGO)-ADDENDA, por X. A. Pamba Mosquera e M. a L. Rego Alvarez

213

BIBLlOGRAFIA SOBRE EL MEGALlTISMO EN LA PROVINCIA DE A CORUÑA, por M. a J. Arrojo Iglesias

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Brigantium. Bol. Museo Arqu. Hist. Coruña. 1991-1992. vol. 7, pp. 7-89

LA MEDORRA DE FANEGAS (SOBRADO DOS MONXES, CORUÑA) UN MONUMENTO MEGAlÍTICO REUTILIZADO EN ÉPOCA ROMANA

JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO FELIPE CRIADO BOADO Departamento de Historia-l. Facultad de Geograffa e Historia. Universidad de Santiago

RESUMEN. La Medorra de Fanegas se sitúa en las proximidades del campamento romano de Cidadela (Sobrado, Coruña). Forma parte de un numeroso grupo de túmulos funerarios del Megalitismo gallego emplazados sobre un vigorosa dorsal topográfica. Teniendo en cuenta la presencia de tégula romana sobre la superficie del túmulo y en su violación, así como la situación del monumento aliado de una de las vías romanas que conducían al Campamento y en un emplazamiento desde el que se dominaba éste, se plante6 la hip6tesis de que el túmulo hubiese sido reutilizado en época romana para construir una torre o puesto de observación. Con esta idea se realiz61a excavación durante el mes de septiembre de 1983. La excavación permiti6 documentar una construcción rectangular sobre el túmulo hecha en un momento contemporáneo a la utilizaci6n del campamento de Cidadela. Bajo ella se encontraba el monumento original. Este estaba formado por un túmulo de tierra rodeada de un anillo perimetral y con una coraza pétrea que cubría su parte superior. En el interior estaba encerrada una cámara megalítica de pequeñas dimensiones totalmente destruída por una violación anterior a la construcción romana. ABSTRACT. The barrow called Medorra de Fanegas is located near the roman camp of Cidadela (Sobrado, Coruña). It belongs to a group of nine barrows from the Megalithic Periodo According to the appearing of roma n tegula over the barrow and to its location on the skyline what overviews the Cidadela camp beside an old roman via, it was thought the posibility that the barrow had been reused during the roman period for building a lookout post related to the military campo The archaeological excavation showed the existance of a rectangular roman building over the original barrow. The megalithic monument itself was shaped by an earth barrow with a stone ring in its base and covered by a layoat of stones. The megalithic chamber was small and c10sed inside the barrow. It was completely destroyed by some violation before the construction of the roman building.

1.

INTRODUCCiÓN

1.

Situaci6n y emplazamiento (ver Figs. 1 y 2)

La Medorra de Fanegas se encuentra en la parroquia de Santa María de Cidadela, ayuntamiento de Sobrado (La Coruña), a 43° 04' 32" de Lat. N y 4° 20' 36" de Long. W. La adscripción a la parroquia y ayuntamiento anterior no deja de ser relativa, ya que la medorra (nombre con el cual se conocen en esta zona los túmulos megalíticos) de hecho actúa como límite de los municipios de Sobrado y Présaras. El túmulo se emplaza a 1,25 Km. en línea recta del campamento romano de Cidadela en dirección SE. Está situado a 520 m. de altitud sobre la línea divisoria de aguas del Monte da Corda, que se extiende en sentido E-W hacia el S del citado campamento. El hecho de que la medorra se encuentre emplazada a caballo de la línea de horizonte (ver Fig. 3), unido a sus grandes dimensiones, permite que el túmulo pueda ser avistado con nitidez desde casi 2 Km. de distancia. En 7


JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

este aspecto, por lo tanto, la medorra de Fanegas manifiesta las mismas características de emplazamiento y situación que la mayor parte de los túmulos megalíticos gallegos.

2.

Descubrimiento y catalogación

La proximidad de la medorra que nos ocupa a las ruinas del campamento romano de Cidadela, así como su buen tamaño y fácil visibilidad, permitieron que el túmulo fuese conocido desde hace muchos años, habiendo sido localizado y descrito en múltiples ocasiones. Más recientemente esta mámoa fue primero catalogada en un trabajo general sobre los túmulos megalíticos de los municipios de Sobrado y Curtis (CRIADO BOADO, 1980, 31, n. o 174/V-9), y después en las prospecciones del entorno del campamento romano de Cidadela (CAAMAI\IO GESTO, 1984,239)'

3.

Interés de la medorra de Fanegas

Desde las primeras visitas a este túmulo se pudo comprobar el gran interés que revestía el yacimiento, ya que, aún cuando su apariencia y morfología externa presentaba unos rasgos que en nada lo apartaban de cualquiera de los varios miles de medorras que existen en Galicia, ofrecía como característica peculiar y original el estar enteramente cubierto en superficie de restos de tégulas. Este detalle aportaba una nota disonante dentro de lo que estamos habituados a «reconocen> como restos megalíticos en nuestras prospecciones de campo en el país gallego. Las hipótesis iniciales que nos planteamos antes de acometer las labores de excavación eran, lógicamente, dos: a. o bien la medorra era un primitivo túmulo megalítico sobre el cual se construyó en época romana algún tipo de edificación. b. o bien la medorra en su actual estado correspondía única yenteramente a los restos de una construcción romana. Por otro lado, en las prospecciones previas se observaron dos hechos evidentes que ayudaban, de algún modo, a concretar el posible sentido de la aparición de restos romanos en la medorra de Fanegas: 1. o Tal y como ya se dijo más arriba, la medorra está situada sobre el pequeño sistema de topografía elevada que se extiende al SE del campamento romano, dominando, por lo tanto, a éste último y todo su entorno (Fig. 3). 2. o La vía romana de acceso al campamento que"venía desde el sur pasaba justamente al pie del túmulo, y ya desde aquí bajaba directamente hacia el campamento (ver Fig. 2). Ambas circunstancias parecían apuntar la posibilidad de que los restos roma-

8


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

nos que se observaban sobre la medorra hubiesen pertenecido a alguna construcción relacionada con el sistema defensivo del campamento romano, ya fuese una torre de vigilancia, una garita para un pequeño cuerpo de guardia, o cualquier otro elemento de este tipo. Así pues, parecía que se podía explicar satisfactoriamente la presencia de la medorra con sus restos romanos en virtud de la hipótesis enunciada anteriormente. V, en cambio, no se disponía de ningún dato que nos llevase a pensar que estábamos ante el caso de un túmulo megalítico reutilizado. De este modo la medorra de Fanegas ofrecía un gran interés para el estudio de la cultura megalítica y del mundo romano del solar gallego: en lo que se refería al mundo romano, con la excavación se trataba de averiguar qué construcción había existido sobre el yacimiento, qué función concreta había desempeñado, y cuál era su articulación específica dentro del conjunto campamental de Cidadela. en lo que respecta al mundo megalítico la excavación aportaría los datos pertinentes para descubrir aquello que no se podía deducir de la configuración actual del yacimiento: ¿era éste un túmulo megalítico reutilizado o no? La cuestión presenta cierto interés para el conocimiento del megalitismo gallego, ya que en el caso de que la medorra, pese a su configuración externa, no tuviese nada que ver con el fenómeno megalítico, tendríamos aquí una advertencia de gran importancia para tener en cuenta en los trabajos de prospección de campo de túmulos megalíticos, en los cuales todos tendemos a generalizar ya identificar como tales túmulos cualquier medorra o mámoa que exista en el terreno (no se olvide que en gallego ambos términos se aplican para designar todo tipo de elevación o pequeña altura de origen artificial, que, en la mayor parte de los casos, suelen corresponderse con túmulos prehistóricos) . Una y otra razón llevaron a los dos autores de este trabajo, cada uno de los cuales desarrolla su actividad en una de estas dos fases de la historia de Galicia, a establecer una colaboración para excavar y estudiar el yacimiento partiendo de un doble punto de vista.

4.

La excavación

Los trabajos de excavación fueron realizados durante el mes de septiembre de 1983 por un equipo del que formaban parte seis trabajadores contratados con cargo al fondo dellNEM y dos estudiantes de Prehistoria: Rafael Penedo y Clara Garrido Martínez, que colaboraron en la parte técnica de los trabajos (planimetría, dibujo topográfico, etc ... ). Las piezas fueron estudiadas en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Santiago. Los dibujos de las tégulas fueron realizados por Josefa Rey Castiñeira y el de la cerámica por María 9


JOSÉ MANUEL CAAMAf\lO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Jesús Tallón Nieto con la colaboración de José María Lomba Martínez. Toda la planimetría del yacimiento y de la excavación fue pasada a limpio, delineada y rotulada por Xulio Carballo Arcea. La fotografía de materiales fue realizada por Gonzalo Meijide. Anxo Rodríguez Paz ultimó varias figuras para su publicación.

11.

EL TÚMULO (ver Fig. 4)

La medorra de Fanegas es un túmulo de proporciones más bien grandes dentro de las dimensiones típicas de la mayor parte de las mámoas gallegas. El diámetro en cualquiera de sus ejes es de 28 metros, y su altura máxima de 2,5 metros. En el centro presenta un cráter de violación que tiene 6 metros de diámetro en el sentido del eje C-D, y 9 en el eje A-B. Desparramados por toda la superficie del túmulo se encuentran abundantes fragmentos de tégulas, aunque son más numerosos en la zona central y más alta de la medorra.

111.

METODOLOGíA DE EXCAVACiÓN (Fig. 5)

Dadas las ingentes proporciones de la medorra no se podía pensar en acometer la excavación por el sistema de cuadrantes. Así pues lo que hizo fue iniciar la excavación con una larga trinchera de 2 metros de ancho (Corte A), que tenía por objeto descubrir la estructura del túmulo. A efectos de coordenación y fichaje de las piezas se subdividió este corte en dos secciones: Corte A 1 y Corte A2, ya que llegó a alcanzar una longitud -de 21 m. A partir de los resultados obtenidos en la excavación de este Corte se planteó la apertura de nuevos sectores de excavación. Por una lado ceñimos nuestros trabajos a la zona de inicio del túmulo, para lo cual se abrieron los Cortes C y F. Por otro, para obtener más datos sobre la coraza que apareció al practicar el Corte A, se abrió el Corte B. El Corte D fue situado en un punto en el que la conservación de los restos romanos era particularmente buena, con lo que esperábamos completar los datos que hasta el momento habíamos recogido sobre los ñiveles romanos de la excavación. Este Corte, de 5 m. de largo y 3 de ancho, se dispuso de forma paralela al Corte A2, dejando entre ambos un testigo de 1 metro. Finalmente se abrió el Corte E en el centro del túmulo. Con él pretendíamos llegar a la cámara megalítica, o a sus restos. A efectos de lograr un mejor registro horizontal de todos los elementos interrelacionados entre sí que pudieran existir en esta zona, la excavación de este sector requirió abrir parte del testigo que previamente habíamos dejado entre los Cortes A2 y D, así como profundizar en la zona más oriental de este último Corte. La Estación Ofue situada en uno de los puntos más elevados del túmulo, en su zona central. A efectos de ulteriores trabajos o comprobaciones ha quedado señalada con una estaca de madera. Los 0° de toda la planimetría de la excavación fueron orientados hacia el brazo central de la cruz del denominado Cruceiro da Corda, que se encuentra en las proximidades de la medorra de Fanegas en di10


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

rección ENE. Referido a esta orientación, el norte manético se sitúa a 325° del EO de la medorra de Fanegas, el vértice geodésico de Freixido a 175° y el campanario de la iglesia parroquial de Cidadela a 278,5° (todas estas medidas están dadas en grados centesimales). El nivelO de la excavación fue establecido convencionalmente a 40 cm. sobre el E O, ya 199 cm. sobre la Estación 1, situada fuera del túmulo a 324° de orientación y 27 metros de distancia. En el cuadro que figura a continuación se detalla la situación respecto a la E O de las estaciones más importantes de los cortes excavados (ver Fig. 5):

IV.

Estación

Orientación (en ° centesimales)

A1 A3 b A4 B1 B2 B3 B4 C1 C2 C3 C4 01 02 03 04 E1 E2 E3 F1 F2 F3 F4

300° 385° 203° 281,30° 286,70° 271° 252,20° 258,75° 245,56° 245,65° 258,70° 164,20°

Distancia (en metros)

196,55° 200,05°

1,60 11,85 9,95 3,70 7,75 8,20 4,58 14,80 14,60 17,60 17,80 5,36 10,10 9,90 4,90

117° 163,80° 69,35° 47,80° 51,40° 66,40°

3,70 7,70 7,20 7,30 10,30 10,20

1n,90°

LA CONSTRUCCiÓN ROMANA

Aunque es frecuente la aparición en toda la extensión del túmulo de materiales romanos (restos de tégulas, de cerámica común y de clavos de hierro), la excavación permitió determinar con claridad que la concentración más importante y significativa de restos romanos acaece en el sector más elevado de la medorra. Según su distribución cartográfica la zona de ocupación romana más intensa se habría extendido dentro del perímetro de la curva de nivel de -140/ -160 cm., aproximadamente (Fig. 6). Fuera de este sector la aparición de materiales romanos se torna esporádica, y únicamente en la esquina C2 del Corte C se localizaron 11


JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

agrupados en una superficie de reducida extensión (apenas 1 m2 ) varios fragmentos de terra sigl1lata. En todo el sector central del monumento aparece una misma secuencia de niveles romanos que únicamente se interrumpe en aquellas zonas del túmuJo afectadas por las remociones y alteraciones efectuadas en la violación (ver Figs. 7,9, 13, 14, 16 Y 19). En los perfiles A3-A4 y A2-A5 del Corte A (Figs. 7 y 9 respectivamente), yen el perfil E2-D2 (Fig. 19) se observa la interrupción producida por la violación. Se han diferenciado de techo a base tres niveles diferentes, cada uno de una potencia aproximada de 20-25 cm. El n. o 1 (la numeración con la que se describen estos niveles, así como todos los sedimentos que constituyen el túmulo, se corresponden con la numeración con la que se identifica cada una de esas unidades en las figuras que acompañan a esta memoria) es el nivel de tierra superficial revuelta; en él aparecen gran cantidad de cerámica y fragmentos de tégula; su color es pardo negruzco. En nivel n. o 2 se caracteriza por presentar una gran cantidad de arena y restos de argamasa de construcción, que es lo que le confiere una coloración ocre-amarillenta; también son muy abundantes los hallazgos de cerámica y tégula romana. En el nivel n. o 3, en cambio, aparece mucha menos cantidad de cerámica y desaparecen totalmente las tégulas; su color es pardo-rojizo. En este nivel abundan las piedras pequeñas o cascotes. Por debajo de él se encuentra el n. o 4, totalmente estéril y constituído por un sedimento terroso de muy diferente tipo a los tres anteriores. Sobre él se asentaba el muro de la construcción romana. La secuencia descrita no posee ningún tipo de significación cronológica, ya que en cualquiera de las tres capas que la componen se han localizado fragmentos de los mismos tipos de recipientes cerámicos y de terra sigillata, lo cual apunta a un mismo y único horizonte cronológico para la ocupación romana de la medorra de Fanegas. Este detalle coincide con el hecho de que la excavación haya evidenciado la existencia de una única fase constructiva romana en la que no existieron superposiciones ni remodelaciones que condujeran a un replanteamiento de la obra ya efectuada. Teniendo en cuenta estos datos, así como la situación de los restos del muro romano localizado con referencia a los niveles de la ocupación romana (ver Figs. 7, 9 y 13) nosotros suponemos que el denominado nivel 3 es una capa de aterraplanamiento y cimen_tación para asentar el suelo de ocupación romano, de ahí que presente menos cantidad de materiales que los otros niveles y ninguna tégula. El nivel 2 pudiera haber sido o bien el pavimento utilizado, o bien el derrumbe de la obra romana; cualquiera de ambas opciones justifica la aparición en esta capa de restos de argamasa de construcción y su formación casi exclusiva a base de arena, así como la presencia de gran cantidad de tégula. Sin embargo tal vez debamos inclinarnos por la primera posibilidad, ya que el nivel 2 es una capa de muy escasa potencia, y de espesor y características muy regulares y uniformes, todo lo cual no se corresponde bien con los restos que dejaría el derrumbe de una obra que, sin ser descomunal, era de buen tamaño. La construcción romana de la medorra de Fanegas se limitaba a una edificación rectangular que ocupaba la parte central y más alta del túmulo y cuyo eje principal se orientaba en dirección WNW-ESE (Fig. 6). Los restos mejor conservados de la misma han sido localizados en el Corte D (Figs. 11 y 13), en el cual, 12


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

además de observarse parte de la cimentación del muro meridional de esta construcción, fueron hallados dos hoyos de postes de pequeñas dimensiones (Figs. 11 y 12), que indican que esta edificación debía disponer de un pequeño cobertizo o solana orientada hacia el sur. En el Corte A2 también se encontraron los restos de esta edificación. Aún cuando en este sector estaba completamente destruida, gracias a un sillar de esquina que se conservaba in situ, a la zona de concentración de las piedras del derrumbe, ya la aparición del muro en los perfiles E4-44 y A6-A5 del corte, se pudo reconstruir el trazado de aquél (ver Fig. 6). De esta forma se documentó que a la altura del perfil A4-A5 del Corte A2, el muro romano hacía esquina y giraba unos 90°. En el perfil A4-A5 del Corte A2 (Fig. 10) se pueden apreciar los negativos de las piedras de esquina del muro, extraídas para continuar descendiendo en la excavación. Además de en estos dos cortes, no aparecieron restos de la construcción romana en ningún otro punto de la excavación. La causa de ello debemos buscarla en las violaciones que sufrió el yacimiento y que desmantelaron totalmente el sector central del mismo, que fue donde se había situado la obra romana. Sin embargo creemos que existen datos suficientes para apoyar la reconstrucción que presentamos en la Fig. 6. Efectivamente, por un lado el hecho de que en el Corte B no haya aparecido ningún resto de muro romano, ni evidencia de haber éste existido, indica claramente que la pared occidental de la casa no llegaba hasta este sector; y por otro el hecho de que en el perfil E1-E2 no hayan aparecido restos de muros (a pesar de que en este sector se conservasen perfectamente los niveles romanos y no haya sido alterado por las remociones de los violadores del monumento), señala que la esquina nororiental de la construcción debía quedar comprendida originalmente dentro del Corte E. La casa así reconstruida tendría unas dimensiones aproximadas de 7/8 metros de lado mayor y 4/5 de lado menor. En su cara meridional llevaría una pequeña solana, como ya indicamos. Los muros conservados de esta edificación evidencian un fuerte paralelismo con las técnicas y soluciones constructivas de los edificios campa mentales: las caras exteriores de los muros de mampostería están hechas a base de bloques de piedras bastante irregulares y de buenas dimensiones; el material utilizado es el mismo que en el campamento, roca ultrabásica. En las esquinas, en cambio, aparecen sillares de granito cuadrangulares y bien trabajados, sin duda para conferir mayor resistencia y fortaleza a esta parte del edificio.

V.

LA CONSTRUCCiÓN MEGALíTICA

Además de los restos romanos que se acaban de describir, la excavación puso al descubierto un monumento megalítico integrado por todos los elementos característicos de las construcciones de este tipo. Se puede observar en la figura 5 una planta general de los restos localizados. Desgraciadamente, la amplitud e intensidad de las violaciones de las que fue objeto este túmulo ocasionaron la casi total destrucción de los restos de la cámara megalítica y la absoluta ausencia de las piezas que integrarían el ajuar depositado en la misma. Uno y otro hecho imposibilitan enmarcar el túmulo de Fanegas en un contexto cronológico y/o 13


JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO J

cultural específico dentro de la amplia fase que constituye el megalitismo del NW peninsular. Sin embargo la excavación nos ha desvelado soluciones y elementos arquitectónicos de tipo muy concreto y desconocido hasta la fecha en los monumentos megalíticos de la citada área geográfica y cultural.

1.

El túmulo

En el túmulo de Fanegas se han localizado tres elementos bien diferenciados pero que articulados entre sí constituyen el conjunto de la obra exterior que reviste la cámara megalítica. Estos elementos son: A. El anillo periférico. S. La coraza. C. El sedimento tumular propiamente dicho.

A.

El anillo periférico

En el límite exterior del túmulo y en su zona basal, apareció un anillo pétreo de 2,5/3 metros de ancho que, según los datos constatados en la excavación, rodea toda la mámoa. Este anillo se ha podido localizar en el primer tramo del Corte A (Figs. 7 y 8), en el Corte C (Fig. 15) yen el Corte F (Fig. 16). Se emplaza en parte sobre el sedimento de tierra que conforma el sector exterior de la masa tumular, yen parte directamente sobre el Horizonte C del suelo natural, que subyace a todo el monumento y que presenta una clara continuidad y semejanza con el Horizonte C del suelo situado en el entorno inmediato de la medorra. En el Corte A, el anillo que estamos describiendo está constituido de forma exclusiva por unos bloques de piedra de gran tamaño, que se emplazan exactamente en el punto de inicio del túmulo. En cambio, en los Cortes C y F, el anillo está formado fundamentalmente por un nivel de piedras de pequeñas dimensiones entre las que aparecen algunas losas de mayores proporciones para robustecer la obra. En ambos cortes se percibe una clara 'disposición oblícua y ligeramente inclinada de todas estas piedras. Podemos suponer, apoyándonos tanto en la morfología y disposición del anillo localizado en el túmulo de Fánegas, como en los numerosos paralelos que existen de este tipo de elemento en otros monumentos megalíticos gallegos excavados, que esta «corona exterior» tenía por principal finalidad práctico-constructiva, el servir de muro Iimitador de la masa tumular para impedir el derrumbamiento y dispersión de los sedimentos que la constituyen. Tal y como se ha podido ver, únicamente a partir de ella comienza el túmulo. Al mismo tiempo se debe dejar entreabierta la posibilidad de que el anillo que nos ocupa también tuviese una finalidad de tipo religioso o ritualística, tal y como ha sido señalado en repetidas ocasiones. En este sentido dicho anillo actuaría como elemento delimitador de un volumen sagrado y de gran resonancia religiosa que, de este modo, quedaría aislado (distanciado, por tanto) del mundo exterior, profano. Esta segunda función del anillo periférico no tiene por qué ser en absoluto independiente o autónoma de la primera; ambas (finalidad práctico-constructiva y finalidad religiosa-cultural) pueden de hecho ir unidas e interrelacionadas. 14


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

B.

La coraza

En el sector central del túmulo aparecieron los restos de una coraza de piedras de gran tamaño. En los dibujos parciales de cada corte abierto se representa con mayor detalle la configuración de esta coraza en cada sector. En las zonas en las que ésta se mantiene, su estado de conservación es muy bueno; sin embargo existe una zona muy amplia en la cual el revestimiento que describimos ha sido desmantelado por la labor de los violadores. Pese a ello podemos ofrecer la reconstrucción de la coraza en base a los datos localizados en la excavación y que aquí presentaremos. La particularidad más notable del revestimiento lítico exterior del túmulo de Fanegas lo constituye el hecho de que, a diferencia de todos los restantes ejemplos de corazas tumulares descubiertas hasta el momento en el megalitismo gallego, su expansión se limita al sector central de mayor altura de la mámoa (Figs. 7 y 8). Es decir, la coraza en vez de cubrir toda la superficie del túmulo, recubre únicamente una porción muy reducida y localizada de éste, que es aquella que rodea y circunscribe I.a cámara megalítica. Creemos que la coraza fue concebida y construída de este modo «ex origine», y que su actual configuración no es debida a ningún tipo de labor destructiva, ya que en su límite exterior aparece una hilada de piedras de mayor tamaño que las de su interior, perfectamente dispuestas para fajonar y consolidar el revestimiento pétreo. Las restantes piedras de la coraza, esto es, aquella que quedan comprendidas dentro de la mencionada hilada delimitadora, están colocadas en disposición imbricada, de tal forma que las capas exteriores ajustan sobre sus inmediatas interiores. Tal y como ya hemos dicho y se puede observar en los dibujos que se adjuntan, no se conserva ningún resto de la coraza en un considerable sector de la mámoa, debido a las violaciones realizadas en el monumento a lo largo de la historia. Sin embargo, es factible realizar una reconstrucción aproximada y de gran fiabilidad en base a tres hechos diferentes. En primer lugar hemos podido comprobar que a través de los restos conservados se constata un claro contorno circular. En segundo lugar se ha logrado localizar una pequeña porción de la coraza que no fue desmantelada por los violadores (Figs. 17 y 19). Este pequeño resto tiene tanta más importancia cuanto que podemos aseverar con cierta certidumbre que, en virtud del tipo, tamaño y disposición de las escasas piedras que lo componen, en origen perteneció a la hilada exterior que delimita el perímetro de la coraza. Por último, la excavación nos permitió descubrir que el revestimiento pétreo que estamos describiendo, se asentaba sobre una capa estrecha (20 a 30 cm.), homogénea y perfectamente diferenciada del restante sedimento que conforma la masa tumular; en tanto ésta es de un acusado color grisáceo, el nivel anterior presenta una coloración de matiz ocre rojizo. Este nivel se puede apreciar en todos los perfiles en los que se representa la coraza, en los cuales se identifica con el n. o 5. Sin embargo, lo que ahora nos interesa aquí es que la aparición de esta capa en perfiles en los cuales no se conserva la coraza, nos permite hacer una configuración exacta de la primitiva posición de aquélla. Así, por ejemplo, se 15


JOSÉ MANUEL CAAMAI\JO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

puede observar en los perfiles E1-E2 y E2-D2 (Figs. 18 y 19 respectivamente) una clara continuidad ininterrumpida del nivel 5 que, a falta de la coraza superior desmantelada por las violaciones, nos permite reconocer los puntos en los que aquélla se debía situar. (En el siguiente apartado de esta Memoria V.2, se analizará el tipo y la extensión de las violaciones a las que fue sometido el monumento, yentonces se comprenderá mejor a qué se debe la total desaparición de la coraza en este sector y la conservación, en cambio, del nivel 5). Hay, por último, un dato que sería importante conocer pero que no podemos concretar por causa, una vez más, de la violación. No se sabe si la coraza que hemos descrito ocupó originalmente toda la superficie central del túmulo, cubriendo incluso el sector correspondiente a la cámara, o si bien dicha coraza se ininterrumpía en su centro para reservar una pequeña extensión sin recubrimiento pétreo, a través de la cual afloraría la losa de cubierta de la construcción megalítica, o incluso, sus ortostatos. Teniendo en cuenta la altura de las dos losas de la cámara en la actualidad caídas y encontradas en la excavación, podemos suponer que éstas de hecho no sobresaldrían por encima del nivel de la coraza.

C.

El sedimento tumular

Los materiales térreos acumulados para constituir el túmulo son de tipo muy homogéneo, y se diferencian con nitidez de la tierra del suelo inmediato a la mámoa, así como de la que aparece en los niveles arqueológicos con material romano. Dado el gran volumen de tierra que se precisó para levantar el túmulo, era lógico pensar que su obtención hubiese supuesto un considerable problema constructivo, ya que los suelos actuales de la zona poseen muy escasa potencia, y todo hacía suponer que en época megalítica se hubiese manifestado la misma circunstancia. Sin embargo, a tan sólo unos 60 metros del túmulo hacia el norte, se encontró una depresión de medianas dimensiones que posee una tierra similar a la del túmulo, y que, por lo tanto, muy bien podría haber sido la primitiva cantera de la que se obtuvo la tierra para la construcción e;te la medorra. Se pudo comprobar en el curso de la excavación que la tierra que conforma la masa tumular se presentaba formando unidades apelmazadas y compactas, que se diferenciaban y dividían entre sí por la existencia de unas grietas irregulares que se desarrollaban mayormente cuando la tierra secaba. Cuando esto ocurría, se podían llegar a desprender pequeños bloques de tierra compactada, que eran plenamente independientes de otros bloques del mismo tipo. La aparición de este rasgo en toda la superficie excavada nos lleva a pensar en la posibilidad de que cada unidad de este tipo se correspondiera originalmente con un capacho o unidad de transporte y acumulación de la masa tumular (desgraciadamente no tuvimos ocasión durante el curso de la campaña de delimitar algunas de estas unidades para intentar reconstruir el volumen del «capacho» utilizado por los constructores del monumento para transportar y acumular la tierra). Uno de los niveles de violación localizados en el sector de la cámara (n. o 8, Figs. 7 y 9), viene definido por la aparición de una tierra que presenta las mismas características que el restante sedimento del túmulo, pero, a diferencia de éste, no se encuentran en dicha capa los agregados anteriormente indicados; lo que señala que este sector 16


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

del túmulo ha sido removido, deshaciéndose con ello la estructura originaria de acumulación del sedimento tumular. La aparición sobre la coraza descrita en el subapartado anterior, yen posición subyacente a los niveles con material romano, de una capa de tierra del mismo tipo que la presente en la restante masa tumular, plantea el problema de determinar si dicha coraza estuvo desde un principio enterrada, como estructura interior no visible de la masa tumular, o si bien originalmente se encontraría al descubierto, en el exterior. Sin embargo hay dos hechos que sostienen la segunda posibilidad. El primero de ellos es la circunstancia de que las caras y aristas superiores de las piedras que forman la citada coraza, presentan evidentes huellas de haber estado expuestas largo tiempo a la intemperie: sus aristas más agudas están redondeadas, abrasionadas y todas la caras exteriores de las piedras poseen una pátina muy clara. y el segundo lo constituye el hecho de que la tierra situada sobre la coraza se diferencia de la del nivel subyacente a ésta, en que en aquélla no se encuentra la estructura constitutiva del túmulo a base de pequeñas unidades de acumulación que anteriormente hemos descrito. 2.

El sector de la cámara

Al excavar el área central del túmulo, en la cual debería aparecer la cámara megalítica en el caso de que la «Medorra de Fanegas» hubiese poseído una construcción de este tipo, se documentó que la mayor parte de este sector había sido casi totalmente removido y alterado por sucesivas violaciones. Debido a ello apenas se conservaba ningún resto de la primitiva cámara funeraria, aunque los escasos datos evidenciados por la excavación demuestran que la «Medorra de Fanegas» fue un túmulo megalítico con cámara, que en época romana sirvió de plataforma para la construcción del pequeño edificio anteriormente descrito. Las pruebas suministradas por la excavación nos permiten mantener una certeza plena respecto a este punto, a pesar de que en el curso de aquélla no haya aparecido ninguna pieza perteneciente al ajuar megalítico que muy posiblemente debió haber sido depositado en el monumento. Creemos que esta última circunstancia es debida al saqueo y alteración de la mámoa llevados a cabo por las violaciones antes citadas.

A.

Restos conservados de la cámara megalítica (ver Fig. 17)

Estos se reducen a dos losas de la primitiva cámara megalítica desplazada de su posición original, ya unos pocos calzos de aquélla que aún se conservan in situ. Los calzos son unos bloques irregulares de material básico, semejantes a las piedras utilizadas para contruir la coraza tumular. Tienen unas dimensiones que oscilan entre los 18-20 cm. (los más pequeños) y los 30-40 cm. (los más grandes). Fueron colocados originalmente sobre la estrecha capa de tierra de 10 a 15 cm. de espesor, que constituye el horizonte conservado del paleosuelo. Todos los calzos localizados se centran en la mitad occidental del Corte E y en el Corte A, atestiguando de este modo que la cámara megalítica debió levantarse en este sector (Figs. 17),. Poseen una disposición aproximadamente semicircular, 17


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como corresponde a la estructura de cimentación de una construcción de planta sub-circular; sin embargo no es posible reconstruir el tipo arquitectónico de la antigua cámara megalítica basándose en la distribución de los calzos. Tampoco han aparecido improntas de los ortostatos de la cámara que pudieran servir para determinar la situación precisa o aproximada de aquéllos. Las únicas dos posibles improntas localizadas no son suficientes para cumplimentar este objetivo. Una de ellas se encuentra bajo la losa n. o 2, y la otra se corresponde con un agujero rectangular de 60 cm. de largo, 24 de ancho y 15 de profundidad que se encuentra entre dos calzos. Tal y como ya se indicó, únicamente se conservan dos ortostatos de la cámara que se encuentran desplazados de su posición original, siendo imposible determinar cuál sería ésta. La losa n. o 1 está caída de canto sobre el paleosuelo; tiene 178 cm. de largo, 85 de ancho y 14 de grosor. Su rasgo más original lo constituye el hecho de que está realizada con granito de grano grueso, material geológico que no existe en las proximidades de la zona en la que se sitúa el monumento, lo que determina que debió haber sido transportado hasta este punto a lo largo de una distancia de 2 o 3 Km. (Si bien es cierto que el transporte de esta losa se habría visto facilitado por sus pequeñas proporciones, debemos indicar que en un túmulo cercano al de Fanegas, -situado a 260 m. hacia el SW del mismose ha localizado una laja del mismo material que la que nos ocupa, pero de dimensiones muy superiores: 310 cm. de largo, 230 de ancho y 40 grosor). La losa n. o 2, en cambio, es de roca básica, material que constituye el sustrato geológico de la zona en la que se encuentra el túmulo de Fanegas. Este ortostato es de forma mucho más irregular que la del primero, y sus dimensiones son: 165 cm. de largo, 84 de ancho y 30 de grosor. Sin embargo, el descubrimiento más extraordinario de este área, y con mucho de toda la excavación, lo constituyó la aparición de un pozo excavado en la roca madre y situado en las proximidades de los calzos meridionales de la cámara, aunque en una posición exterior a ésta. Este «pozo» tiene planta y sección ovalada (Fig. 21). En la I;>oca su diámetro mayor es de 115 cm., yel menor de 106 cm. Sin embargo, a unos 50 cm. de profundidad, su diámetro se hace mayor, llegando a tener 124 cm. A partir de este punto sus paredes se empiezan a curvar hacia el interior y forman una base cóncava. Este agujero fúe cavado en la roca blanda, percibiéndose perfectamente las huellas del instrumento utilizado en las paredes del pozo. En el interior del mismo aparecieron 15 pequeñas piedras dispuestas sin ningún tipo de orden. Sin embargo, la aPé!rición de un fragmento de tégula romana debajo de esas piedras, nos hace suponer que los materiales que ocupaban su interior estaban revueltos. La principal problemática que plantea este elemento constructivo, y que no podemos resolver con los datos descubiertos en la excavación, se refiere a su origen y finalidad. En efecto, resulta imposible determinar si este pozo fue realizado por los hombres megalíticos, constructores del túmulo original, o si, al contrario, fue excavado por los romanos. En cualquiera de ambos casos se nos escapa el posible sentido o finalidad del mismo, ya que si fuese un elemento de la construcción megalítica no sabemos qué misión podría desempeñar situado fuera de la cámara, en un sector que le correspondería estar cubierto por el túmulo; y si hubiese sido realizado por los romanos, no se entiende qué articulación o rela-

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

ción tendría con la construcción anteriormente descrita realizada en esta época. No conocemos ningún paralelo que nos permita decantarnos en favor de una u otra alternativa.

B.

Las remociones posteriores

Existen dos datos que podrían sostener la segunda de las posibilidades que se acaban de citar, que indicarían que el «pozo» fue realizado en época romana formando parte del complejo constructivo que se edificó sobre el túmulo en este momento. Estos datos son: por un lado la aparición del fragmento de tégula en el interior de este pozo; y por otro el hecho de que todo el sedimento tumular en este sector, desde el nivel de la roca madre hasta el contacto con los niveles romanos, está totalmente revuelto, lo que puede indicar que los romanos removieron esta zona del túmulo hasta alcanzar la roca madre, en la cual excavarían este «pozo» para satisfacer alguna finalidad que no podemos concretar. Sin embargo es indudable que los dos hechos citados, de la misma forma que documentan la posibilidad que se acaba de señalar, también pudieron haber sido ocasionados por diferentes violaciones que habrían removido el monumento en una fecha posterior a la de la construcción romana. En cualquiera de ambos casos, resulta evidente que la remoción (o remociones) realizada en este punto fue la causante de la casi total desaparición de la coraza de revestimiento en este sector, de la cual sólo se conservan, a modo de pequeño testigo, unas pocas piedras en la zona meridional del Corte E (Fig. 17). Asimismo fueron estas remociones las causantes de que en todo el sector revuelto de la cámara aparezcan fragmentos de tégula romana, que sin embargo no se encontraron en aquellas zonas en las que el sedimento tumular conservaba su morfología original (descrita en el apartado V.1.C), por no haber sido alcanzado por la acción de los violadores. Las remociones realizadas por éstos han quedado perfectamente registradas en los dos perfiles laterales del Corte A, en los cuales se observan claramente hasta tres niveles distintos de violación (ver Figs. 7 y 9, donde se identifican con los n. o 1,8 Y 9), que llegan hasta la roca madre, desbaratando, incluso, el primitivo paleosuelo. Los sectores del sedimento tumular alcanzados por la violación se diferencian perfectamente de aquéllos no removidos porque en los primeros la tierra comp,acta del túmulo aparece suelta y revuelta, además de perder la característica estructura constitutiva que fue descrita en el apartado V.1.C.

VI.

MATERIALES

Hay que destacar el hecho de que no se han encontrado materiales coetáneos del túmulo megalítico; todo el expolio pertenece a época romana. Los materiales son pobres y consisten fundamentalmente en materiales cerámicos, algunos vidrios inclasificables y clavos de hierro.

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JOSÉ MANUEL CAAMAf\JO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

1.

Cerámica

A.

Descripción y catalogación

Se hallaron 352 fragmentos cerámicos que serán expuestos en este apartado en un solo conjunto, a fin de facilitar su estudio por tipos cerámicos. No hacemos una distinción estratigráfica, ya que consideramos que esta secuencia estratigráfica no conlleva ningún tipo de significación cronológica dada la alteración del yacimiento, como lo prueba el que en niveles distintos se encuentren materiales similares, que incluso en algunos casos encajan entre sí. Esto se debe fundamentalmente a las violaciones que han sufrido estos monumentos a lo largo de la historia, lo que lleva implícito el que la inmensa mayoría presente un cono de violación debido a las leyendas sobre ellos, que han despertado la codicia de los buscadores de tesoros. Pero además, pensamos que los materiales cerámicos apuntan a un mismo y único horizonte cronológico para la ocupación romana de la Medorra de Fanegas. No obstante, a modo orientativo, indicamos a continuación la procedencia exacta de los materiales encontrados: Fragmentos cerámicos hallados en:

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Corte A1 nivel 2: 1-69. A2 nivel 2: 70-151. Al muro testigo: 152-153. B nivel 2: 154-163. A2 fondo cráter violación: 164-167. A2 cráter violación: 168-178. A2 nivel 3: 179-206. E: 207-243. C nivel 2: 244-257. B nivel 2: 250-257. E: 258-259. A2 cono violación: 260-352.

Fragmento de borde saliente, curvado y algo engrosado, perteneciente a una olla hecha atorno. Pasta de color castaño, rugosa. Superficies alisadas con abundantes desgrasantes de cuarzo, y de color castaño (Fig. 22). Pequeño fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta de color ceniza. Superficies bruñidas de coloración castaña clara en la exterior y más grisácea en la interior. En su parte interna presenta huellas de torno muy marcadas. Fragmento del borde de una olla de pequeño o mediano tamaño, hecha a mano. Borde marcadamente saliente. Pasta ocre grisácea muy porosa. Superficies rugosas, de color ocre grisáceo la interior y ocre oscuro la exterior, que presenta concrecciones de hollín. Fragmento del fondo de una vasija hecha a torno. Base plana, aunque muy erosionada, lo que hace que parezca curva. Presenta un baquetón externo. Pasta ocre oscura, porosa, con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies bien alisadas de color ocre oscuro. Fragmento del borde saliente y cuello de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Pasta gris rugosa, con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies de textura granulosa, apenas alisadas y de color gris (Fig. 22).


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6.

Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Parta ocre clara, muy homogénea y bien decantada. Las superficies son ocre claras y están alisadas a torno. 7. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. La pasta y la superficie interior de color ceniciento y la exterior más negruzca, posiblemente debido a su utilización como cerámica de cocina. Presenta pequeños desgrasantes de mica y cuarzo. 8. Fragmentos del borde de una pequeña olla hecha a torno, que correspondería a una forma globular u ovoide con el borde ligeramente vuelto hacia afuera. La pasta es de tipo refractario con desgrasantes de cuarzo y mica, y su color es ocre claro, lo mismo que las superficies, que están algo erosionadas. 9. Fragmento perteneciente al cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta de color ceniza. Superficies bruñidas de coloración castaña clara la exterior, y más grisácea la interior. Posiblemente pertenece a la misma vasija que el número 2. 10. Fragmento del cuello de una vasija hecha a torno. Pasta grisácea. Superficies rugosas de color ocre claro con abundantes desgrasantes de mica. 11. Fragmento de borde y pared de forma Drangendorff 27. Pasta clara y barniz rojoocre. Borde con un pequeño baquetón y paredes muy delgadas (Fig. 22). 12. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta de color negro muy homogénea y bien decantada. Superficies bruñidas de color grisáceo. 13. Fragmento del borde saliente de una pequeña olla hecha a torno. Pasta depurada de color gris oscuro. Superficies del mismo color, bien alisadas (Fig. 22). 14. Fragmento de fondo de una olla hecha a torno. Base plana. Pasta gris oscura con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. Superficie interna gris oscura, alisada, y externa negra yespatulada. 15. Pequeño fragmento de un borde horizontal con ranura perteneciente, posiblemente, a un cuenco hecho a torno. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficies alisadas, del mismo color que la pasta. 16-17. Dos fragmentos del borde y pared de una olla de mediano tamaño, hecha a torno. Es de forma globular. Borde saliente horizontal con una acanaladura que delimita el labio, que es recto. En la parte externa lleva un baquetón que delimita el cuello de la panza. Diámetro: 17 cm. Pasta gris clara, muy porosa, con desgrasantes de cuarzo. Superficies de textura granulosa, de color gris claro (Fig. 22). 18. Fragmento del borde y pared de una fuente hecha a torno. Borde escalonado y paredes curvadas. Correspondería al modelo de fuentes y platos tipo Vegas 14 A (VEGAS, 1973, 45, Fig. 15). Pasta depurada de color ocre. Superficies alisadas con desgrasantes de cuarzo y mica, de color ocre claro. Diámetro: 23 cm. (Fig. 22). 19. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta castaña con menudos desgrasantes de mica. Las superficies son del mismo color que la pasta. 20. Fragmento del borde y pared de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Cuerpo globular, cuello curvado y borde corto y saliente. El labio es recto. Diámetro: 18 cm. Pasta pardo grisácea con desgrasantes de mica y cuarzo. Superficie interna de color pardo grisáceo y externa gris oscura. Están toscamente alisadas. 21. Fragmento de base plana y arranque del cuerpo de una vasija, posiblemente una taza, hecha a torno. Pasta gris, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta. La interna rugosa y la externa bien espatulada, casi bruñida; Diámetro: 6 cm. (Fig.22). 22. Fragmento del cuerpo de una vasija, posiblemente una escudilla, hecha a torno. Pasta negruzca muy homogénea y bien decantada. Las superficies son negruzcas y están alisadas a torno. 23. Fragmento de borde perteneciente a un plato de borde escalonado tipo Vegas 14 A (VEGAS 1973,45, Fig. 15). Pasta color pardo grisáceo con diminutos desgrasantes de mica. Superficies de color negro, bien alisadas. 24. Fragmento del borde de una cazuela hecha a torno. Se trata de una cazuela de bor-

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de reentrante. Pasta gris, bien depurada. Superficies alisadas de color negro. Diámetro: 23 cm. (Fig. 22). 25. Fragmento del cuerpo, cercano al fondo, de una vasija hecha atorno. Pasta dura y compacta, de color castaño con diminutos desgrasantes de mica. Las superficies del mismo color alisada en la parte exterior y con estrías de torno en la interior. 26. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta pardo grisácea de factura grosera con abundantes desgrasantes de cuarzo. La superficie interior es de color ocre y la exterior del mismo color que la pasta y está bastante rodada. 27. Fragmento de base de una olla hecha a torno. Base plana. Pasta ocre grisácea con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies rugosas con desgrasantes de cuarzo y mica, la interna del mismo color que la pasta y la externa ocre oscuro (Fig. 22). 28. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura bien decantada. La superficie exterior, del mismo color que la pasta, está alisada y presenta restos de hollín; la interior, de color pardo grisáceo, presenta los mismos restos. 29. Fragmento del borde de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Borde saliente con labio ligeramente en visera. Cuello muy curvado y corto. Diámetro: 17 cm. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficies alisadas de color ocre oscuro (Fig. 22). 30-31-32-33-34-35. Fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris con abundantes desgrasantes de nudos de mica. Superficies del mismo tono, aunque la cara interior está más alisada y tiene una coloración más clara. 36. Fragmento de fondo y arranque de pared de forma Dragendorff 37. Pasta color ladrillo. Barniz rojo ocre. Pie bajo que correspondería a un vaso de pequeño tamaño (Fig.23). 37. Fragmento perteneciente al fondo de una olla de base plana, hecha a torno. El arranque del cuerpo deja entrever que era de forma ovoide, mejor que globular. Diámetro: 11 cm. Pasta ocre grisácea, muy porosa. Superficies alisadas con diminutos desgrasantes de mica y de color ocre grisáceo (Fig. 22). 38. Fragmento del cuello y pared de una olla globular hecha a torno. Falta el labio del borde, pero lo conservado permite saber que se trata de un borde vuelto hacia afuera, llamado también borde saliente. Pasta rugosa de color gris oscuro. Superficies rugosas con desgrasantes de cuarzo y mica, del mismo color que la pasta. 39. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta de color grisáceo bien decantada y superficies rugosas del mismo color. 40. Fragmento de fondo de base plana con ligero engrosamiento externo, perteneciente a una olla hecha a torno. Diámetro: 11 cm. Pasta gris bien depurada. Superficies de color gris oscuro, alisada la interna y rugosa la externa. (Fig. 23). 41. Fragmento del borde de una olla hecha a mano. Borde saliente y cuello corto. Pasta rugosa de color gris oscuro, alternando con gris ocre (Fig. 23). 42-43. Dos fragmentos de una vasija hecha a torno. Pasta grosera de color ocre oscuro con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies del mismo tono, au'nque la exterior presenta concrecciones carbonosas y hollín. 44. Fragmento del fondo de una olla de base plana hecha a torno. El arranque del cuerpo deja entrever que era de forma globular. Diámetro: 7 cm. Pasta de color castaño, con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies del mismo color que la pasta con desgrasantes de cuarzo y mica (Fig. 23). 45. Fragmeñto de una vasija hecha a torno. Pasta de aspecto hojaldroso y de color castaño. Las superficies son de color castaño la interior, y negruzca la exterior. En ésta presenta una franja horizontal bien marcada de decoración bruñida. 46. Fragmento de una vasija hecha a torno. Pasta grosera de color ocre con abundantes desgrasantes de cuarzo y mica. Las superficies son rugosas y del mismo color que la pasta.

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Fragmento de una vasija hecha a torno. Pasta muy porosa de color pardo grisáceo con grandes desgrasantes de cuarzo. Las superficies de textura granulosa, apenas alisada, son del mismo color que la pasta. Fragmento de una vasija hecha a torno. Pasta muy porosa de color castaño con diminutos desgrasantes de mica. Las superficies alisadas, de color negro la exterior y castaño la interior. Fragmento de pared de forma indeterminada, aunque posiblemente sea una Dragendorff 37. Pasta clara. Barniz rojo-ocre muy saltado. Presenta una decoración de círculos concéntricos de línea contínua, limitada en su parte inferior por un doble baquetón. Sólo se conservan los dos círculos exteriores (Fig. 23). Fragmento del borde saliente, curvado y algo engrosado, del cuello y del cuerpo ovoide de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Pasta ocre claro, bien depurada. Superficies de color negro, bien alisadas y con concentraciones de hollín. Diámetro: 14 cm. (Fig. 23). Fragmento de borde de forma Dragendorff 37. Pasta ocre clara y barniz mate. Pared gruesa. Borde perpendicular y de grosor semejante al de la pared, que termina en un baquetón de perfil circular (Fig. 23). Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura bien decantada. Las superficies alisadas del mismo color. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta pardo grisácea, muy porosa y con grandes desgrasantes de cuarzo. Las superficies alisadas del mismo color. Fragmento de un asa hecha a torno, correspondiente a una vasija de forma indeterminista, aunque pensamos puede corresponder a una taza. Es de sección lisa al interior y con acanaladura al exterior. Pasta ocre clara, bien decantada. Superficies alisadas del mismo color que la pasta. Diminuto fragmento de pared sigillata hispánica de forma indeterminada, que está muy rodada. Pasta color ladrillo y barniz ligerísimo y de poco brillo. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris muy grosera y con diminutos desgrasantes de mica. Las superficies alisadas del mismo color que la pasta. Diminuto fragmento de pared de un vaso de sigillata hispánica de forma indeterminada. Pasta color ladrillo y barniz rojo ocre de poco brillo. Diminuto fragmento de pared de una vasija hecha a torno. Pasta ocre gris, bien depurada. Superficies ocre gris, bien alisadas. Fragmento de galbo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre y bien depurada. Las superficies alisadas, del mismo color que la pasta. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno de 1 mm. de grosor. Pasta bien depurada de color ocre. Las superficies espatuladas, del mismo color que la pasta. Fragmento del borde y cuello de una olla globular hecha a torno. Borde saliente y cuello curvado. Pasta marrón, bien depurada. Superficies de color gris oscuro, alisadas y con desgrasantes de mica y cuarzo (Fig. 23). Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta de color ocre y homogénea. Superficies del mismo color, porosa la exterior y con estrías de torno la interior. Fragmento de pared cercana al fondo de un posible cubilete de nervadura interna. Pasta homogénea y compacta, de color ocre. Superficies alisadas del mismo color. Fragmento del cuerpo de una gran vasija. Pasta gris oscura muy grosera y con desgrasantes de mica. Las superficies del mismo color, alisada la interior y estriada la exterior. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta castaño grisácea y bien decantada. La superficie exterior de color negruzco con concrecciones de hollín, y la interior de color castaño.

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Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura y muy porosa, con diminutos desgrasantes de mica. Las superficies alisadas, la exterior del mismo color que la pasta y la interior ocre. 67-68. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija- hecha a torno. Pasta gris oscura y muy porosa. Superficies alisadas, de color castaño grisáceo la interior y gris oscuro la exterior. 69. Fragmento de borde y cuello de una olla de mediano tamaño, hecha a torno. Es de forma ovoide y tiene un borde saliente y curvado con una nervadura delimitando el labio, que es redondeado. Cuello corto de perfil semicircular al exterior y doble arista, poco pronunciada, al interior. Diámetro: 14 cm. Pasta color negro, bien depurada. Superficies alisadas, de color negro. 70. Fragmento de borde, pared e inicio de la base de un plato hecho a torno. Corresponde a un plato de borde escalonado, tipo Vegas 14 (VEGAS, 1973, 45, Fig. 15). Base plana, en la parte externa del cuello presenta una inflexión. Diámetro: 23 cm. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficie interna gris oscura y externa de color negro con concrecciones de hollín. Están bien alisadas, casi bruñidas (Fig. 23). 71. Fragmento del borde de una gran orza, hecha a torno. Borde saliente y horizontal con el labio redondeado. El cuello presenta una arista en su parte interna. Diámetro: 31 cm. Pasta ocre, bien depurada. Superficies bien alisadas con diminutos desgrasantes de mica. La interna color ocre claro y la externa ocre. 72-73-75-76-77-87. Seis fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris muy porosa con diminutos desgrasantes de cuarzo. La superficie exterior de textura granulosa, apenas alisada, de color gris claro, y la interior, alisada, del mismo color. 74. Fragmento de la base y pared de una olla de mediano tamaño, hecha a torno. Cuerpo ovoide y base plana con un ligero abombamiento en su parte externa. Diámetro: 13 cm. Pasta gris, muy rugosa y con abundantes desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies alisadas, del mismo color que la pasta (Fig. 23). 78. Fragmento de la base de una vasija hecha a torno. Base plana. Pasta homogénea de color gris claro. Superficies del mismo color que la pasta, la interna con estrías de torno. Están muy rodadas. 79. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta grosera de color gris oscuro con abundantes desgrasantes de cuarzo. Las superficies alisadas de color ocre. 80. Diminuto fragmento de un borde, perteneciente a una vasija, posiblemente un cuenco, hecha a torno. Borde ligeramente curvado, casi vertical. Pasta ocre, bien depurada. Superficie interna ocre y externa gris oscura, bien alisada. 81. Pequeño fragmento de borde perteneciente a una olla hecha a torno. Borde saliente con el labio redondeado. Pasta porosa de color gris castaño. Superficies alisadas, de color gris castaño a negra la interna, y negra la externa. 82. Fragmento del borde de una olla de gran tamaño, hecha a torno. Borde saliente con el borde ligeramente en visera. Diámetro: 20 cm. Pasta gris con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies bien alisadas, del mismo color que la pasta (Fig. 23). 83. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea y compacta de color gris oscuro, con diminutos desgrasantes de mica. Las superficies alisadas, de color ocre la exterior y negra la interior. 84. Pequeño fragmento de la base de una vasija hecha a torno. Base plana. Pasta ocre claro, bie-n depurada. Superficie interna con estrías de torno, de color ocre claro; la externa del mismo color y bien alisada. 85. Fragmento del borde y cuello de una olla de gran tamaño, hecha a torno. Diámetro: 20 cm. Borde corto, curvado y marcadamente saliente, con el labio redondeado. El cuello casi recto. Pasta gris, bien depurada. Superficies grises con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica.

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Pequeño fragmento del borde de un vasija hecha a torno. Borde ligeramente engrosado y cuello vertical. Pasta porosa de color gris claro. Superficies granulosas de color gris claro. 88. Fragmento del borde y pared de un plato hecho a torno. Corresponde a un plato de borde bífico tipo Vegas 14 (VEGAS, 1973, 43, Fig. 15). Pasta gris castaña, bien depurada. Superficies alisadas, la interna de color gris y la externa negra. 89. Fragmento de pared correspondiente al fondo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre, homogénea y compacta, con diminutos desgrasantes de mica. Superficies alisadas, de color ocre la exterior, y la interior de coloración irregular, presentando grandes manchas negras. 90. Asa y parte de pared y borde de un cuenco hecho a torno. El asa está situada en la parte superior del cuerpo, engarzando con el borde que es vertical con el labio redondeado. Es de sección lisa al interior y con una ancha acanaladura al exterior. Por lo conservado de la pared del vaso, se puede suponer que se trata de un cuenco de perfil troncocónico, algo curvado. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies pardo grisáceas, bien alisadas (Fig. 24). 91. Fragmento del borde de una olla de mediano tamaño. Diámetro: 15 cm. Borde saliente con el labio engrosado, cuello corto y curvado. Pasta gris oscura, dura y compacta. Superficies alisadas de color negro con concrecciones de hollín (Fig. 24). 92. Fragmento del borde y pared de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Es de forma globular. Borde saliente horizontal con una acanaladura de delimitación del labio, que es recto. En la parte externa lleva un baquetón que sirve para delimitar el cuello de la panza. Diámetro: 17 cm. Pasta gris clara, muy porosa con desgrasantes de cuarzo. Superficies de texturas granulosa de color gris claro. Se trata con bastante seguridad de un fragmento correspondiente a la olla descrita con los n. o 16 y 17. 93. Fragmento del cuerpo de una vasija, hecha a torno. Presenta en su parte externa una decoración a base de un baquetón horizontal. Pasta ocre clara, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, rugosa y con desgrasantes de cuarzo y mica. 94-97-99-101. Cuatro fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura muy porosa con diminutos desgrasantes de mica y cuarzo. Las supercies del mismo color, de textura granulosa y apenas alisadas. 95. Fragmento de pared del fondo de una escudilla de imitación de barniz rojo pompeyano. Pasta ocre, muy homogénea y bien decantada. Las superficies, de engobe rojo la interior y negro la exterior. 96. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color gris. Superficies de color gris oscuro y con concrecciones de hollín la exterior, y gris clara y con estrías de torno la interior. 98. Fragmento del cuerpo de una pequeña olla. Pasta gris castaño muy porosa y con grandes desgrasantes de cuarzo. Superficies granulosas, de color gris oscuro la exterior y gris castaño la interior. 100. Fragmento del borde y pared de una olla de gran tamaño hecha a torno. Se trata de una olla de forma globular. Borde saliente horizontal con una acanaladura que delimita el labio, que es recto. En la parte superior externa de la panza, quedan restos de una acanaladura. Cuello recto y corto. Diámetro: 22 cm. Pasta bien depurada de color gris. Superficie externa gris oscura e interna gris. Ambas bien alisadas. 102, Fragmento del borde y pared de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Diámetro: 15 cm. Borde saliente y labio redondeado. Pasta gris ocre con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies alisadas, alternando el color gris ocre con el negro (Fig. 24). 103. Asa perteneciente posiblemente a una gran botella. Se trata de un asa que arrancaría bajo el borde para descansar sobre el cuerpo. De sección plana con tres estrías

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externas que la recorren longitudinalmente, dando lugar a cuatro molduras. Pasta amarilla pálida, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, bien alisadas y con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica (F¡g. 24). 104. Pequeño fragmento de un asa, perteneciente posiblemente a una taza. Sección casi rectangular. Pasta ocre clara con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies, del mismo color que la pasta erosionada. 105. Fragmento del borde de una fuente de imitación de barniz rojo pompeyano. Borde almendrado. Pasta ocre, bien depurada. Superficie externa con engobe rojo y la interna con alternancia de engobe rojo y coloración negra. 106. Fragmento del borde de una fuente de imitación de barniz rojoz pompeyano. Borde almendrado. Pasta ocre, bien depurada. Superficie externa con engobe rojo y la interna con alternancia de engobe rojo y coloración negra. 107-108-113-114. Fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color gris. Las superficies, del mismo color que la pasta, son muy porosas y tienen diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. 109. Fragmento de la base y arranque de la pared de una pequeña olla ovoide hecha a torno. Diámetro: 10 cm. Base plana. Pasta ocre gris con abundantes desgrasantes de cuarzo. Superficie externa negra con desgrasantes de cuarzo, e interna ocre gris con estrías de torno. 110. Fragmento de borde y pared de una olla de gran tamaño hecha a torno. Diámetro: 20 cm. Borde saliente y cuello corto. Pasta gris rugosa y con abundantes desgrasantes de cuazo y mica. Superficies grises de textura granulosa, apenas alisadas (Fig.25). 111. Fragmento del borde y cuerpo de una vasija hecha a torno. El borde es corto, recto y ligeramente inclinado hacia afuera. El cuello es recto. Pasta gris de textura porosa. Superficies grises con abundantes desgrasantes de cuarzo y mica. Diámetro: 21 cm. (Fig. 25). 112. Fragmento del cuello y cuerpo de una olla hecha a torno. Pasta porosa de color gris oscuro. Superficie interna ocre claro y externa gris oscura, de textura rugosa. 115. Pequeño fragmento de un asa. Es de sección plana con una acanaladura externa central que la recorre longitudinalmente. Pasta ocre, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, bien alisadas. 116. Fragmento del cuerpo de una olla ovoide hecha a torno. Pasta ocre oscura, bien depurada. Superficies de color ocre oscuro, bien alisadas. La interna presenta estrías de torno. 117. Pequeño fragmento de borde de sigillata hispánica de forma Drag. 36. Pasta ocre claro. Barniz ocre mate de poco brillo. 118. Pequeño fragmento de pared de sigillata de forma iFldeterminada. Pasta ocre claro. Barniz ocre rojizo, mal conservado. Presenta una acanaludara externa. 119. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien decantada, lo mismo que las superficies. Presenta estrías de torno en su parte interna. 120. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris con menudos desgrasantes de mica. Las superficies son de color gris claro y en su parte interna presenta estrías de torno. 121. Fragmento de asa perteneciente, posiblemente, a un cuenco o una taza. Es de sección ovalada con una ligera estría vertical externa. Da la impresión de que arrancaría del labio del recipiente. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies con alternancias de gris oscuro y negro, bien aisladas (Fig. 25). 122. Fragmento del cuerpo de una vasija hecho a torno. Pasta pardo rojiza, muy grosera y con abundante cuarzo. Las superficies, del mismo color, son de textura granulosa. 123. Fragmento de borde recto de una pequeña olla hecha a torno. Pasta ocre con menudos desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies del mismo color que la pasta.

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Pequeño fragmento del borde de una vasija hecha a torno. Borde saliente horizontal y labio curvo. Pasta rugosa de color gris. Superficies grises, con desgrasantes de cuarzo y mica. 125. Fragmento del borde y pared de un plato de borde escalonado, parecido al tipo Vegas 14 A (VEGAS, 1973, 45, Fig. 15). En la parte externa del cuello presentan una inflexión. Diámetro: 24 cm. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficie interna gris oscura y externa de color negro con concrecciones de hollín. Ambas están bien alisadas, casi bruñidas (Fig. 25). 126. Fragmento de galbo de una vasija hecha a torno. Pasta marrón, homogénea y bien depurada. Superficie interna marrón con estrías de torno y externa negra y bien alisada. 127. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta negra lo mismo que las superficies. Presenta diminutos desgrasantes de mica. 128. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre bien decantada. Superficie interna ocre y externa negra. Presenta decoración de pequeños círculos estampados, delimitados en su parte superior por una pequeña acanaladura. 129. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris clara muy homogénea y bien depurada. Superficies de color gris oscuro y bien espatuladas. 130. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta negra muy porosa. Superficie interna del mismo color que la pasta y externa de color marrón. Son de textura granulosa y apenas alisada. 131. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura muy grosera y con desgrasantes de cuarzo. Las superficies, del mismo color que la pasta, están bastante rodadas. 132. Fragmento de cuello de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura bien depurada. Las superficies, del mismo color que la pasta, tienen textura granulosa, presentando en la parte interna estrías de torno. 133. Fragmento de borde recto de una pequeña olla. Pasta ocre griseácea muy porosa con diminutos desgrasantes de cuarzo. Superficies alisadas de color negro. 134. Fragmento del borde de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Diámetro: 14 cm. Borde ligeramente vuelto. Cuello corto y delimitado por una arista al interior. Pasta gris oscura, homogénea. Superficies bien alisadas con alternancia del gris oscuro y el negro. 135. Pequeño fragmento del borde de una olla hecha a torno. Borde saliente con el labio delimitado en su parte interna por una estría. Pasta ocre gris con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies alisadas del mismo color que la pasta (Fig. 25). 136. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris muy porosa. Las superficies, también grises, son de textura granulosa y llevan diminutos desgrasantes de cuarzo. 137. Fragmento del borde y pared de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Diámetro: 16 cm. Borde saliente y cuello corto. El labio, redondeado, está delimitado por una estría externa. Es una olla globular. Pasta gris, bien depurada. Superficies grises, bien alisadas (Fig. 25). 138. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre oscura con diminutos desgrasantes de cuarzo. Superficies porosas, de igual color que la pasta. 139-140-141-142-143-144-145-146. Ocho fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Posiblemente se trata de una olla. Pasta gris muy prorosa. Las superficies, también grises, son de textura granulosa con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. 147. Parte del cuerpo de una vasija hecha a torno. En su parte externa presenta una moldura horizontal. Pasta gris, homogénea y compacta. Superficies de color gris, muy rugosas, con abundantes desgrasantes de cuarzo y mica.

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Fragmento de pared de forma indeterminada, posiblemente Dragendorf 37. Pasta clara y barniz rojo ocre. De la decoración sólo se conserva parte de dos motivos circulares. Uno de ellos (el más completo) permite apreciar la existencia de dos círculos concéntricos de línea contínua que encierran un punto en relieve en la parte central. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta pardo grisácea bien depurada. Las superficies, del mismo color que la pasta, están bien espatuladas. En la parte externa presenta una acanaladura y en la interna estrías de torno. Hay que destacar su poco grosor, que es de 2 mm. Pequeño fragmento del borde recto de una vasija, posiblemente un cuenco. Pasta ocre, bien depurada. Superficies ocre rojizo con engobe. Parece una imitación de sigillata. Galbo perteneciente a una vasija, casi con seguridad a una taza, hecha a torno. En su parte externa presenta el arranque de una pequeña asa, así como una decoración de retícula bruñida a base de rombos. Pasta negra de aspecto hojaldroso. Superficies ocre rojizo. La interna bien alisada y la externa bruñida (Fig. 25). Pequeño fragmento de pared de sigillata hispánica de forma indeterminada. Pasta amarilla ocre. Barniz ocre brillante, muy saltado. Posiblemente pertenezca al mismo recipiente que la n. o 153. Fragmento de fondo de forma Dragendorff 37. Pasta amarilla ocre. Barniz ocre brillante. Pie bajo con moldura en la parte inferior. Presenta en la parte inferior interna parte de un círculo, en el centro del cual iría una marca de alfarero que no se conserva por fractura. Se trataría de un ejemplar de pequeñas dimensiones (Fig. 25). Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, porosa, con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficie interior gris oscura y exterior ocre. Presenta textura granulosa, apenas alisada. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta porosa de color gris oscuro. Las superficiales, del mismo color que la pasta, están erosionadas. Galbo de una vasija hecha a torno. Pasta gris clara bien depurada. Las superficies, de color gris oscuro, están bien espatuladas. La parte interna presenta estrías de torno. Fragmento de asa y arranque de borde de un cuenco hecho a torno. Asa de sección plana con una acanaladura central vertical, que da lugar a dos molduras en su parte externa. El asa forma cuerpo con el labio del recipiente. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies bien alisadas, del mismo color que la pasta (Fig. 26). Borde de una olla de gran tamaño hecha a torno. Borde saliente y labio biselado al interior. Diámetro: 20 cm. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficies grises oscuras, bien alisadas y con diminutos desgrasantes de mica. Pequeño fragmento del borde de un plato bífido tipo Vegas 14 (VEGAS, 1973, 43, Fig. 15). Pasta ocre oscura, bien depurada. Superficie interna ocre y externa negra, ambas bien alisadas. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre de aspecto hojaldroso con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. La superficie interna de color ocre y la interna negra con concrecciones de hollín. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. La superficie exterior ocre y la interior ocre rojizo. La textura es granulosa. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre claro, bien decantada. Las superficies, ocres, poco alisadas. La parte interna presenta estrías de torno. Fragmento de pared del fondo de un plato, hecho a torno. Pasta ocre bien depurada. Superficies de color ocre, bien espatuladas. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre claro, bien depurada. Superficie interna ocre claro y la externa gris. Textura granulosa.


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Fragmento del borde de una olla de pequeño tamaño hecho a torno. Diámetro: 12 cm. Borde vuelto hacia afuera y cuello suavemente marcado. Pasta gris, homogéna. Superficie interna gris y externa de color negro, ambas con concrecciones de hollín. 167. Fragmento del borde y pared de una olla de mediano tamaño, hecha a torno. Diámetro: 15 cm. Borde saliente, labio recto y cuello corto. Al inicio de la panza presenta una pequeña acanaladura horizontal. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficies ocre gris, rugosas y la externa con concrecciones de hollín (Fig. 26). 168. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris, muy porosa, con abundantes desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies grises de textura granulosa. 169. Fragmento del cuello y pared de una olla hecha a torno. Pasta ocre de color gris, de textura granulosa, apenas alisada. 170. Fragmento del cuello y pared de una olla hecha a torno. Pasta gris oscuro, bien decantada. Superficies bien alisadas, con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica y del mismo color que la pasta. 171. Fragmento del fondo de una olla de base plana. Pasta gris oscuro con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies de color gris oscuro, bien alisadas (Fig. 26). 172-174-178. Tres fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris cataño y muy grosera. Superficie interna gris castaño y externa gris oscura. Son de textura granulosa, apenas alisada. 173. Pequeño fragmento del borde de una olla hecha a torno. Borde saliente y cuello suavemente marcado. Pasta gris, porosa. Superficies grises y alisadas (Fig. 26). 175. Fragmento del borde de una olla hecha a torno. Borde saliente y curvado. Cuello corto. Pasta homogénea de color ocre. Superficies de color gris oscuro, bien alisadas (Fig. 26). 176-177. Fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura con diminutos desgrasantes de cuarzo. Superficies gris oscuro de textura granulosa. 179. Fragmento del borde de una olla de borde recto y vuelto hacia afuera, con el labio redondeado. Pasta ocre, bien depurada. Superficie interna con alternancia de ocre y negro, externa de color ocre. Ambas, bien alisadas (Fig. 26). 180. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre, bien depurada. Superficies ocres bien alisadas. 181. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta marrón muy porosa. Superficie interna de color marrón y externa de color gris oscuro, bastante rodada. 182. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre bien decantada. Superficie interna ocre y externa gris oscuro, bien alisada. 183. Fragmento del borde saliente, casi horizontal y ligeramente engrosado, de una olla ovoide de gran tamaño hecha a torno. Diámetro: 22 cm. Pasta ocre, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, alisada y con desgrasantes de cuarzo y mica (Fig. 26). 184. Fragmento del borde y pared de una olla de mediano tamaño de borde vuelto hacia afuera. Diámetro: 15 cm. Pasta gris bien depurada. Superficies grises, alisada y con concrecciones de hollín (Fig. 26). 185. Fragmento cercano a la base de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura con desgrasantes de cuarzo. Superficies de color pardo, bien alisadas. 186. Galbo perteneciente a una vasija hecha a torno. En su parte externa presenta dos finas acanaladuras que enmarcan una moldura poco destacada. Pasta ocre, bien depurada. Superficies de color negro, bien alisadas. La externa casi bruñida. 187. Fragmento del fondo de base plana perteneciente a una vasija, posiblemente una olla, hecha a torno. Diámetro: 7 cm. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies de color gris oscuro, bien alisadas.

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Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, depurada. Superficie interna de color ocre y externa gris oscuro de textura granulosa. 189. Pequeño fragmento del cuello perteneciente a una olla hecha a torno. Pasta ocre oscuro, homogénea. Superficie interna ocre oscuro y externa negra, ambas bien alisadas. 190. Fragmento del fondo de base plana de una olla hecha a torno. Pasta gris castaño, muy porosa. Superficie interna gris castaño y externa gris oscuro, ambas de textura granulosa, apenas alisada (Fig. 26). 191. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscuro bien decantada. Superficies del mismo color que la pasta. En la parte externa presenta tres molduras paralelas. 192. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre oscuro, muy homogénea. Superficies gris oscuro de textura granulosa. La parte interna presenta estrías de torno. 193. Galbo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscuro bien decantada. Superficies ocre claro, bien alisadas. 194. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscuro, bien decantada. Superficies del mismo color que la pasta, bien alisadas. 195. Fragmento de un fondo de base plana perteneciente a una olla hecha a torno. Pasta gris oscuro, con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies de color gris oscuro, rugosas y con concrecciones de hollín. 196. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris claro, grosera y con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies del mismo color que la pasta, con textura granulosa. 197. Fragmento de un fondo de base plana perteneciente a una olla hecha a torno. Pasta gris oscuro, homogénea y compacta. Superficie interna de color gris oscuro, con estrías de torno. La externa presenta alternancias de color ocre y negro y está bien alisada. 198-202. Dos fragmentos de pared del fondo de un plato hecho a tono. Pasta ocre bien decantada. Superficie interior de color ocre y exterior gris oscuro, bien alisada. 199. Fragmento del cuello y pared de una vasija, posiblemente una olla, hecha a torno. Pasta gris ocre con abundantes desgrasantes de cuarzo y mica. Superficie externa de color negro e interna marrón, ambas de textura rugosa, poco alisadas. 200. Fragmento de borde y pared de una olla de median,o tamaño, hecha a torno. Es de forma globular y el borde es ligeramente saliente y recto. El labio está delimitado por una acanaladura en su parte interna. Diámetro: 15 cm. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficie interna ocre grisácea con estrías de torno, externa de color negro con concrecciones de hollín (Fig. 27). 201. Fragmento del fondo de una vasija de base plana, posiblemente una olla, hecha a torno. Diámetro: 6 cm. Pasta gris oscuro, homogéna. Superfies de color gris oscuro, la interna con estrías de torno y la externa bien alisada (Fig. 27). 203. Pequeño fragmento del borde saliente de una vasija hecha a torno. Labio redondeado. Pasta gris, bien depurada. Superficies de color gris oscuro, bien alisadas. 204. Fragmento del borde saliente y pared de una olla de mediano tamaño, hecha a torno. Diámetro: 15 cm. Pasta ocre grisácea, porosa. Superficie interna ocre grisácea con manchas negras, y externa de color negro, ambas bien alisadas (Fig. 27). 205. Fragmento del fondo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre grisácea con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficie interna ocre grisácea y externa gris oscura, ambas alisadas. 206. Diminuto fragmento del borde de una vasija hecha a torno. Pasta negra y porosa. Superficies del mismo color que la pasta y alisadas. 207. Tres fragmentos pertenecientes al cuerpo de una vasija hecha a torno. Presenta una decoración estampillada consistente en dobles arquerías entrelazadas, hechas a ba30


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se de diminutos puntos. Estas arquerías están delimitadas en su parte inferior por una línea horizontal de pequeños círculos estampillados, limitados a su vez por una acanaladura. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficie interna ocre grisácea y externa negra, la interna alisada y la externa bruñida (Fig. 27). 208. Fragmento del borde y pared de una olla de pequeño tamaño hecha a torno. Borde saliente y labio recto con una delgada ranura justo en su borde. Diámetro: 12 cm. Pasta gris oscura con desgrasantes de cuarzo. Superficies de color gris oscuro que presentan, tanto en su parte interna como externa, unas delgadas estrías paralelas. 209. Cuatro fragmentos del cuello y pared pertenecientes a una olla hecha a torno. Falta el borde y se aprecia un retoque intencionado para limar las aristas del cuello. Tiene una decoración estampillada a base de dobles arquerías que se entrelazan en su parte inferior, en donde existe un motivo circular de línea discontínua. Posiblemente a esta misma olla pertenezca el n. o 207. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficie interna ocre grisácea y externa negra, la interna alisada y la externa bruñida. La decoración recuerda motivos decorativos de la sigillata hispánica (Fig. 27). 210. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. En la parte externa presenta decoración a base de un baquetón. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta y bien alisadas (Fig. 27). 211-213. Dos fragmentos de pared de una vasija hecha a torno. Presenta restos de decoración a base de dobles arquerías, delimitadas en su parte superior por tres acanaladuras y tres baquetones. Posiblemente correspondan a la misma vasija que la n. o 207. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficie interna ocre grisácea y externa negra, la interna alisada y la externa bruñida (Fig. 27). 212-214. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies gris oscuro, bien espatuladas. 215. Fragmento del borde y cuello de una olla de mediano tamaño hecha a torno. Diámetro: 14 cm. El borde es corto y saliente. Pasta ocre, hojaldrosa. Superficie interna ocre y alisada, mientras que la externa es negra con concrecciones de hollín (Fig. 27). 216. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Presenta una decoración de retícula bruñida, delimitada en su parte superior por una acanaladura. Pasta ocre claro, bien depurada. Superficies grises oscuras, la interna alisada y la externa bruñida. 217. Fragmento del borde y pared de un plato de borde escalonado, tipo Vegas 14 A (VEGAS, 1973, 45, Fig. 15). Pasta ocre gris, bien depurada. Superficies negras, bien alisadas, casi espatuladas. Diámetro: 22 cm. (Fig. 28). 218-219. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris castaño bien depurada. Superficies castañas, espatuladas. 220. Fragmento de la base de una vasija hecha a torno. La base es de pie anular de sección redondeada y el fondo plano. Pasta ocre, homogénea. Superficies de color ocre oscuro, bien alisadas, casi espatuladas (Fig. 28). 221. Galbo de una vasija hElcha a torno. Pasta gris castaño, bien depurada. Superficies castañas y alisadas, que presentan algunas diminutas concrecciones de mica. En la superficie externa se aprecia una decoración estampada a base de pequeños círculos paralelos que forman una arquería, delimitada en su parte superior por una acanaladura. 222-223. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris castaño, bien depurada. Superficies espatuladas del mismo color que la pasta. El número 222, presenta en su parte externa una acanaladura horizontal. 224. Galbo perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura con diminutos desgrasantes de mica. Superficies de textura granulosa de color gris oscuro. 225. Fragmento del cuello y pared de una vasija hecha a torno, posiblemente una olla. Pasta ocre grisácea de aspecto hojaldroso. Superficies alisadas de color ocre grisáceo.

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226-227. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta pardo grisácea, homogénea y compacta. Superficie interna pardo grisácea y externa ocre, ambas bien espatuladas. 228. Fragmento de borde y pared de un plato de borde bífico, tipo Vegas 14 (VEGAS, 1973, 43, Fig. 15). Pasta ocre, bien depurada. Superficie interna negra y externa ocre, bien alisadas. Diámetro: 22 cm. (Fig. 28). 229. Fragmento de la base plana de una vasija hecha a tono. Pasta ocre oscura, muy porosa. Superficies de color castaño claro, bien alisadas. 230-232-235. Tres fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre, bien decantada. Superficies ocres, bastante rodadas. 231. Fragmento del cuello y cuerpo de una olla globular hecha a torno. Pasta negra, bien depurada. Superficies bien alisadas de colas castaño claro. 233. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre clara, muy porosa. Superficies del mismo color que la pasta, bastante rodadas. 234. Galbo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies alisadas de color ocre. 236. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre, bien decantada. Superficies, ocre la externa y ocre oscuro la interna. Están bien alisadas. 237. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, grosera, con desgrasantes de cuarzo. Superficie interna ocre oscura, erosionada. La externa gris oscura y bien alisada. 238. Fragmento de asa plana con un apoyo para el pulgar, perteneciente a una jarra. Pasta ocre, bien depurada. Superficies ocres, bien alisadas y con desgrasantes de cuarzo (Fig. 28). 239. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta marrón, muy porosa. Superficies del mismo color, con textura granulosa. 240-241. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta negra con diminutos desgrasantes de cuarzo. Superficie interna gris oscura, poco alisada, y externa de color negro y espatulada. 242. Fragmento de panza de forma Dragendorff 15/17. Correspondería al cuarto de círculo que se forma en el ángulo de unión de la pared y el fondo. Pasta ocre clara y barniz rojo-ocre. 243. Fragmento de fondo de forma Ritterling 8 de pared muy gruesa. Se trata de un vaso distinto al n. o 244, como se aprecia en la parte exterior del fondo. Pasta color ladrillo y barniz ligerísimo y de poco brillo (Fig. 28). 244. Fragmento de fondo de forma Ritterling 8. Pie muy bajo y arranque de la pared muy grueso, en contraste coh la pared del n. o 245, que es muy delgada. Pasta color ladrillo. Barniz de poco brillo y muy mal conservado (Fig. 28). 245. Fragmento de fondo de forma Ritterling 8. Pie muy bajo típico de los ejemplares tardíos. Pasta color ladrillo. Barniz ligerísimo de poco brillo (Fig. 28). 246. Fragmento de borde y pared de forma Dragendorff 36. Pasta ocre clara. Restos de barniz ocre. Presenta una pared curva y borde vuelto hacia afuera. Se trataría de un plato amplio y poco profundo. Tiene impronta de decoración de barbotina a base de una hoja (Fig. 28). 247-248-249. Tres fragmentos de pared de forma indeterminada. Pensamos que correspondería al vaso n. o 246. Pasta ocre clara. Restos de barniz ocre. 250-253. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre de aspectoa hojaldroso. Superficies ocres de textura rugosa. 251. Fragmento de base plana y pared perteneciente a una olla de cuerpo ovoide hecha a torno. Pasta gris castaño con diminutos desgrasantes de cuarzo. Superficies gris castaño con estrías de torno en ambas superficies. Diámetro de base: 8 cm. (Fig. 29).

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

252.

Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficie del mismo color, la interna alisada y la externa estriada. 254. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre rojizo, grosera, con desgrasantes de cuarzo. Superficies de color ocre claro, bastante rodadas. 255. Pequeño fragmento de fondo de base plana, con una pequeña moldura externa, perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris, bien depurada. Superficies grises, bien alisadas. 256. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, dura y compacta. Superficies gris oscuro, alisada la externa y con estrías de torno la interna. 257. Fragmento del cuello y panza de una jarra globular, hecha a torno. Pasta ocre claro, bien decantada. Supeficies del mismo color que la pasta, alisada la externa y con estrías de torno la interna. 258. Fragmento del cuerpo de una vasija, hecha a torno. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficies del mismo color, bien alisadas. 259. Fragmento del cuerpo de una vasija, hecha a torno. Pasta gris oscura, homogénea y bien depurada. Superficies ocres. La externa está alisada y la interna, con estrías de torno, presenta medianos desgrasantes de cuarzo. 260. Fragmento de fondo de base plana perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta ocre bien decantada. Superficies ocres grisáceas, bien alisadas, casi espatulosas. En su parte interna presenta una acanaladura que diferencia la base de la pared (Fig.29). 261-264. Dos fragmentos correspondientes al cuerpo de una vasija, hecha a torno. Pasta de color castaño, bien decantada. Superficies gris oscuro, bien alisadas. 262. Galbo perteneciente a una vasija de forma globular hecha a torno. Presenta decoración a base de dos acanaladura;; horizontales. PastA marrón, bien depurada. Superficies grises, con estrías de torno la interna y bien alisada la externa. 263. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color ocre. Superficies ocres, bien alisadas. 265. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea, de color ocre. Superficies alisadas, del mismo color que la pasta. 266. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris clara, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta y alisadas. 267. Galbo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies alisadas de color gris oscuro. 268. Fragmento de borde perteneciente a una vasija, posiblemente una olla, hecha a torno. Borde saliente y entrante hacia el interior con labio engrosado en visera. Diámetro: 23 cm. Pasta gris, homogénea y compacta. Superficies grises, bien alisadas, casi espatuladas. 269-270. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficies de color negro, bien alisadas. 271-272. Dos fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre oscuro, homogénea y compacta. Superficies espatuladas de color ocre oscuro. 273. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, con diminutos desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies porosas de color gris oscuro. 274. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre oscuro, bien decantada. Superficies ocre oscuro, la exterior alisada y la interior con estrías de torno. 275. Borde y pared de una olla de gran tamaño hecha a torno. Cuerpo globular, borde saliente y cuello corto. Diámetro: 19 cm. Pasta porosa de color gris oscuro. Superficies grises ocres, la interna con estrías de torno y la externa alisada (Fig. 29). 276. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien decantada. Superficies gris oscuro, la exterior alisada y la interior con estrías de torno.

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277.

Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre oscura, homogénea y compacta. Superficies del mismo color que la pasta, la externa espatulada. 278. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre clara, bien depurada. Superficie ocre claro con textura granulosa. 279. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta negra y porosa. Superficies del mismo color. Están alisadas y la externa presenta concrecciones de carbón y hollín. 280. Galbo de una vasija hecha a torno. Pasta negra, bien decantada. Superficies de color negro, la externa alisada con concrecciones de hollín y la interna con estrías de torno. 281. Fragmento de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura y porosa. Superficies de color gris oscuro, la externa estriada. 282. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta negra y grosera. Superficies alisadas del mismo color que la pasta. 283. Pequeño fragmento de borde saliente con labio redondeado, perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta ocre grisácea, bien depurada. Superficies ocre grisáceas, alisadas. 284. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta porosa de color ocre. Superficies de textura rugosa, de color ocre la interna y gris oscuro la externa. 285. Fragmento del cuerpo de una vasija a torno. Pasta gris oscura, muy porosa. Superficies de color gris oscuro, la interna con estrías de torno y la externa alisada. 286. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta castaño grisácea, bien depurada. Superficie del mismo color que la pasta, la externa espatulada. 287. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta negra, porosa, con diminutos desgrasantes de cuarzo. Superficies negras. La externa presenta concrecciones de hollín. 288. Fragmento de borde vuelto hacia afuera de una vasija hecha a torno. Pasta gris, homogénea y compacta. Superficies grises, bien alisadas (Fig. 29). 289. Fragmento de pared de sigillata hispánica de forma indeterminada y que presenta una acanaladura externa. Pasta ocre. Barniz rojo oscuro, muy saltado. 290. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, la externa espatulada. 291. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura, grosera, con desgrasantes de cuarzo. Superficies de color gris oscuro, la interna alisada y la externa de textura granulosa. 292. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color gris oscuro. Las superficies, del mismo colqr que la pasta, están alisadas y la exterior presenta concrecciones de hollín. 293. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta marrón, bien depurada. Superficies marrones, alisada la interna y espatulada la externa. 294. Fragmento de un fondo de base plana perteneciente a una vasija, posiblemente a una olla, hecha a torno. Pasta gris, bien depurada. Superficies de color ocre oscuro, con estrías de torno la interna y alisada la externa. Diámetro: 8 cm. (Fig. 29). 295. Fragmento de borde, pared y fondo de un plato hecha a torno. Se trata de un plato de borde engrosado tipo Vegas 3 (VEGAS, 1973,41, Fig. 14). Base plana y pared baja y ligeramente oblícua. Pasta ocre clara, bien depurada. Superficies ocre claro, alisadas, aunque están muy rodadas. Diámetro base: 25 cm. (Fig. 29). 296-300. Galbo y fragmento de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color gris. Superficies grises, alisada la externa y con grandes estrías de torno la interna. 297. Fragmento de un fondo de base plana de una vasija hecha a torno. Pasta marrón con desgrasantes de mica y cuarzo. Superficie interna castaño grisácea con estrías de torno y externa marrón bastante rodada (Fig. 29). 34


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

298.

Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre claro y porosa. Superficie del mismo color que la pasta y de textura rugosa. 299. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta porosa de color gris oscuro. Superficie gris oscuro, alisada la externa y con delgadas estrías de torno la interna. 301. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta marrón, bien depurada. Superficies marrones, alisada la externa y con estrías de torno la interna. 302. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris muy porosa. Superficie gris oscura, la interna rodada y la externa alisada. 303. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre oscuro, homogénea. Superficie del mismo color, la externa espatulada. 304. Fragmento de pared de sigillata hispánica de forma indeterminada. Pasta ocre. Barniz rojo oscuro, bien conservado. 305-309. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris clara, homogéna y bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, alisada la externa y con estrías de torno la interna. 306. Pequeño fragmento de borde engrosado y vuelto hacia afuera, perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris, bien depurada. Superficies marrones, bien alisadas, casi bruñidas. 307. Galbo perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris, homogénea y compacta. Superficies grises, la externa alisada y la interna con un baquetón. 308. Fragmento de fondo de base plana perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris oscura bien depurada. Superficies de color gris oscuro, alisada la externa y con estrías la interna. 310. Fragmento de fondo de forma Drangendorff 27. Pasta ocre clara. Barniz ocre mate. (Fig.27). 311-312. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color gris. Superficies grises, alisada la interna y estriada la externa. 313. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta rugosa de color gris, con desgrasantes de cuarzo. Superficies ocre gris, alisadas. 314. Fragmento de borde y cuello perteneciente a una olla de gran tamaño hecha a torno. Diámetro: 18 cm. Borde saliente casi horizontal, cuello corto y labio redondeado. Pasta gris con desgrasantes de cuarzo y mica. Superficies grises alisadas, la externa con estrías (Fig. 29). 315. Fragmento de borde y cuello perteneciente a una olla de gran tamaño hecha a torno. Diámetro: 29 cm. Borde saliénte, cuello corto y labio redondeado. Pasta gris ocre, homogénea. Superficies grises, alisadas y con concrecciones de hollín (Fig.30). 316. Fragmento de fondo de base plana perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta ocre gris, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, bien alisadas (Fig.29). 317. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre de aspecto hojaldroso. Superficie interna ocre y externa ocre oscuro, ambas alisdadas. 318. Asa de sección plano convexa perteneciente a una vasija. Pasta ocre gris, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, bien alisadas (Fig. 30). 319. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta castaño clara, bien depurada. Superficies alisadas, del mismo color que la pasta. 320-321. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre gris, porosa. Superficies erosionadas de color ocre gris. 322. Diminuto fragmento de borde de sigillata hispánica de forma indeterminada. Pasta ocre. Barniz rojo oscuro. 323. Pequeño fragmento de labio redondeado, correspondiente a un borde de una vasija

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

hecha a torno. Pasta ocre oscuro, homogénea y compacta. Superficies de color ocre oscuro, alisadas. 324. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris castaño, homogénea y compacta. Superficies de color gris castaño, la externa alisada y la interna con estrías de torno. 325. Pequeño fragmento de borde engrosado vuelto hacia afuera, perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta castaño grisácea, bien depurada. Superficies castaño grisáces y alisadas. 326. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta porosa de color ocre oscuro. Superficies ocres oscuras, la interna alisada y la externa estriada. 327. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta porosa ocre. Superficies alisadas, de color ocre la interna y ocre oscuro la externa. 328. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris, porosa. Superficies grises, la externa erosionada. 329. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre, bien decantada. Superficies alisadas y de color ocre. 330. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta porosa, pardo grisácea. Superficies pardo grisáceas, la exterior espatulada. 331. Fragmento del cuello perteneciente a una pequeña olla hecha a torno. Pasta ocre grisácea, depurada. Superficie interna ocre oscura y externa ocre gris de textura granulosa. 332. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre grisácea, depurada. Superficies alisadas del mismo color que la pasta. 333. Fragmento de pared perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta castaño grisácea, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta, alisadas y la externa con estrías. 334. Fragmento de fondo de base plana de una vasija hecha a torno. Pasta castaño grisácea, bien depurada. Superficies del mismo color que la pasta y alisadas, la interior con una moldura muy poco resaltada. Posiblemente corresponda a la misma vasija que el n. o 333. 335. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta grosera de color gris oscuro. Superficies de color gris oscuro, de textura granulosa, apenas alisada. 336. Fragmento del cuerpo de una vasija, hecha a torno. Pasta pardo grisácea y porosa. Superficies alisadas de color pardo grisáceo. 337. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta gris clara, muy porosa. Superficies de textura granulosa de color gris claro. 338-339-340. Tres fragmentos del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta grosera, de color gris oscuro. Superficies alisadas, del mismo color que la pasta. 341. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta ocre, bien depurada. Superficies ocres y alisadas; la exterior presenta una acanaladura. 342. Pequeño fragmento de borde engrosado y vuelto hacia afuera de una vasija hecha a torno. Pasta gris bien depurada. Superficies grises alisadas y con concrecciones de hollín. 343. Pequeño fragmento de borde engrosado perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris, rugosa. Superficies erosionadas de color gris. 345. Pequeño fragmento de borde perteneciente a una vasija hecha a torno. En su parte interna presenta una ranura que delimita el labio, que es redondo. Pasta gris porosa. Superficies grises, alisadas. 346. Pequeño fragmento de cuello perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta gris de textura porosa. Superficies grises, bien alisadas. Posiblemente pertenezca a la misma vasija que el n. o 343.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

347.

Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta homogénea de color gris. Superficies de color gris, bien alisadas. 348. Fragmento del cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta rugosa de color ocre. Superficies ocres, la exterior alisadas y la interior con estrías de torno. 349-350. Dos fragmentos pertenecientes al cuerpo de una vasija hecha a torno. Pasta depurada de color castaño grisáceo. Superficies alisadas, del mismo color que la pasta. 351. Fragmento de borde bífico y pared de un plato tipo Vegas 1 (VEGAS, 1973, 43, Fig. 15), hecho a torno. Pasta ocre clara, bien depurada. Superficie interna ocre grisácea y externa negra, ambas bien alisadas y la externa con concrecciones de hollín. Diámetro: 23 cm. (Fig. 30). 352. Pequeño fragmento de un fondo de base plana perteneciente a una vasija hecha a torno. Pasta negra y hojaldrosa. Superficies de color pardo grisáceo, bien alisadas.

B.

CONSIDERACIONES SOBRE LA CERÁMICA

a.

Cerámica común romana

Se trata de cerámicas hechas a torno, algunas de las cuales continúan la tradición de las cerámicas hechas a mano, tanto en sus características formales como en las técnicas. Presentan bastante homogeneidad en las pastas, caracterizadas muchas de ellas por el uso de desgrasantes de cuarzo y mica. La cocción es fundamentalmente reductora, aunque está presente también la oxidante. Los colores predominantes, tanto en pastas como en superficies, son los grises con sus distintas gamas y los ocres. Los acabados son predominantemente los alisados de distinta calidad, aunque hay algunos espatulados y bruñidos. Tipológicamente podemos distinguir: grandes ollas u orzas, cuencos, tazas, cazuelas, platos, fuentes y jarras. Es de destacar la ausencia de tapaderas, a pesar de la existencia de platos y fuentes con una tipología de bordes que las exigirían. En lo que respecta a la decoración, hay que constatar la existencia de pocos ejemplares decorados, así como la poca variedad de motivos decorativos que se concentran en cuatro modalidades: - Acanaladuras: Existen acanaladuras combinadas con baquetones que, generalmente, son profundas en comparación con otras que forman sencillas composiciones horizontales situadas debajo del cuello o en la panza. - Baquetones: Están realizados resaltando la pasta de la propia vasija. Se dan fundamentalmente en ollas de mediano y gran tamaño, aunque la mayoría de las veces son fragmentos de pared y por consiguiente no conocemos la tipología de la vasija. La decoración se sitúa generalmente en la panza yen especial en la unión del cuello y el cuerpo. Están colocados horizontalmente y en algunos casos son dos y excepcionalmente hasta cuatro. - Bruñido: Sólo se documentan dos piezas (n. o 151 y 216), la primera con una retícula bruñida a base de rombos y la segunda con un reticulado de líneas oblícuas verticales, delimitadas en su parte superior por una acanaladura. - Estampillado: Se documentan dos piezas (n. o 207 y 209) impresas con un punzón o estampilla. La decoración consiste en una serie de dobles arquerías en-

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trelazadas y delimitadas en su parte inferior por pequeños círculos o por motivos circulares de línea discontínua. Nos recuerda motivos decorativos de la sigillata hispánica. Es difícil determinar la procedencia y dispersión de esta cerámica común, aunque pensamos que se trata de una producción local, con la única excepción de la cerámica estampillada. Esta cerámica, tanto por su pasta, superficies, como por su decoración, tiene paralelos claros en otros yacimientos romanos como son Taboada (Silleda, Pontevedra) y Plaza de María Pita en La Coruña (,). Estamos casi con seguridad ante un producto que, por su calidad formal y estética, tiene una cierta dispersión comercial. Esto no es de extrañar, si tenemos en cuenta que en Galicia y Norte de Portugal se conocen productos de cerámica común romana con firmas de alfarero. Así, por ejemplo, el alfarero Quintus (CAAMAÑO GESTO, 1979,90), que firma varios recipientes cerámicos hallados en Lugo, está representado también en Astorga, como pudimos ver en materiales procedentes de la escombrera de la citada ciudad. El alfarero Rufianus (CAAMAÑO GESTO, 1979,91) firma productos encontrados en Castromao (Celanova, Orense) yen la villa romana de Porta dos Arcos (Rodeiro, Pontevedra). Está clara, por lo tanto, la existencia de una distribución y comercialización en un ámbito geográfico y cultural relativamente amplio de productos de cerámica común romana. Tipológicamente podemos distinguir:

- Orzas Sólo clasificamos como tal el fragmento n. o 71 de 31 cm. de diámetro de boca, yel n. o 315 de 29 cm. de diámetro de boca. Se trata de orzas de borde saliente y cuello corto, con el labio redondeado.

- Ollas Es la forma más representada. Abundan las ollas de borde saliente y también de borde vuelto hacia afuera. Todas tienen el fondo plano aunque algún ejemplar presenta un ligero engrosamiento externo. Los cuellos son generalmente cortos y marcadamente curvados, algunos ejemplares con engrosamiento interno y otros con aristas vivas en la parte interna del cuello. El cuerpo puede ser globular u ovoide aunque, dada la fragmentación del material, pocas veces se puede determinar este aspecto. Son de distintos tamaños: grande (diámetro de boca comprendido entre 1820 cm.), mediano (diámetro de boca entre 13-17 cm.), y pequeño (diámetro de boca entre 10-12 cm.). La mayoría tiene diámetros que oscilan entre los 14 y 20 cm. Sólo existen dos fragmentos pertenecientes a ollas de pequeño tamaño (n. o 166 y 208) y tres que sobrepasan los 20 cm. (n. o 100 y 183 con 22 cm. y n. o 263 con 23 cm.). Las pastas predominantes son las grises con sus distintas-gamas y las ocres; la mayoría homogéneas y compactas, pero también abundan los desgrasantes de cuarzo y mica. (1)

38

Cf. informe presentado por su excavador Juan Naveiro a la Dirección Xeral de Cultura e Patrimonio Histórico e Artístico de la Xunta de Galicia.


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

Las superficies predominantes son las de tonalidades grises y ocres, generalmente alisadas y en algunos casos con concrecciones de hollín en la externa y con marcas de torno en la interna. Los paralelos en yacimientos castreños romanizados y en yacimientos romanos del Noroeste se documentan en: Huerta (DOMERGUE y MARTIN, 1977,49, fig. 12, fig. 19), en la corona de Ouintanilla (DOMERGUE y SILLlERES, 1977, 130,135, figs. 40 y41), en el castro de Corporales (SANCHEZ PALENCIAy FERNANDEZ POSE, 1985, fig. 116a), en Lancia (JORDA, 1962, 29, fig. 111), en el castro de Facha (FERREIRA DE ALMEIDA y otros, 1981,37, fig. XXI), en el castro de Meirás (LUENGO, 1950, 108, fig. 30), en el campamento romano de Cidadela (CAAMAI'\JO GESTO, 1984,244), en Ouvigo (ROGRIGUEZ COLMENERO, 1985, figs. 1 y 20), en Santa María de Lucenza (RODRIGUEZ COLMENERO, 1976, figs. 18, 19 Y21), en Astorga (MAI'\JANES y GARCIA MERINO, 1985, figs. 8 y 9).

- Cuencos Están poco representados; solamente se documentan algunos bordes y fragmentos de asas y pared que, por su morfología, pueden corresponder a cuencos. Dentro de este apartado clasificamos los n. o 15, 80, 90, 121 y 157. Se trata de cuencos de borde horizontal con ranura, algunos ligeramente curvados, casi verticales, y otros verticales.

- Cazuelas, tazas y jarras Sólo apareció un fragmento de una cazuela de borde reentrante (n. o 24). Dos asas (n. o 54 y 104), una base plana (n. o 21) y un galbo (n. o 151) pertenecientes a tazas. Existen también dos asas, una (n. o 103) correspondiente a una botella o jarra de gran tamaño, que recuerda mucho por su morfología y composición a las asas de ánfora, y otra con un apoyo para el pulgar (n. o 238) que pertenecería a una jarra. Un ejemplar semejante se encontró en el castro de Vigo (HIDALGO CUI'\JARRO, 1983a, 23, fig. 15) yen Monte Mozinho (FERREIRA DE ALMEIDA, 1974, láms. 10 y 34).

- Fuentes y platos Este grupo es el más representado, después del de las ollas. Dentro del apartado de fuentes sólo tenemos un ejemplar de imitación de barniz rojo pompeyano (n. o 105), con el borde almendrado y que presenta varios paralelos en yacimientos castreños y romanos del Noroeste: En L~ncia (JORDA, 1962, 29), en Huerña (DOMERGUE y MARTIN, 1977, 54, fig. 13), en la Corona de Ouintanilla (DOMERGUE y SILLlERES, 1977, fig. 59), en Monte Mozinho (FERREIRA DE ALMEIDA, 1977, 16), en el castro de Facha (FERREIRA DE ALMEIDA y otros, 1981, 36, fig. XIX), en Cacabelos (MAI'\JANES, 1981, 155, fig. 5), en algunos castros asturianos (FERNANDEZ OCHOA, 1982, 159), en el campamento romano de Cidadela (CAAMAI'\JO GESTO, 1984, 244), en el castro de Corporales (SANCHEZ-PALENCIA y FERNANDEZ POSE, 1985, 193, figs. 89 y 225, fig. 106), en el castro de Santa Trega (DE LA PEI'\JA SANTOS, 1985-86, 168), en el castro de Vigo (HIDALGO CUI'\JARRO, 1983, 23, fig. V), en Santa Marta de 39


JOSÉ MANUEL CAAMAI\JO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Lucenza (RODRIGUEZ COLMENERO, 1976, figs. 7 y 13). Ejemplares similares también los pudimos ver entre los materiales de las excavaciones preliminares de la Plaza de Santo Domingo (Lugo) y los procedentes del castro de Viladonga. Se documentan también grandes platos o fuentes de cocina, entre los que podemos distinguir tres modalidades: Platos de borde bífido: Se trata de grandes platos que en el borde presentan una ranura que serviría para ajustar la tapadera. Se parecen al tipo Vegas 14, pero los que nosotros estudiamos tienen la ranura del borde muy pronunciada en comparación con éstos (VEGAS, 1973, 41, fig. 14). Además no todos presentan señales de haber sido utilizados como platos o fuentes de cocina, por lo que no nos extraña que algún ejemplar correspondiera a vajilla de mesa. Platos de borde engrosado: Se trata de platos o fuentes de gran tamaño utilizados para cocinar, que tienen la base plana, las paredes bajas y ligeramente oblícuas. Es similar al tipo Vegas 13 (VEGAS, 1973,41, fig. 14). Ejemplares similares se encontraron en el castro de Vigo (HIDALGO CUÑARRO, 1983a, 23, fig. 16). Platos de borde escalonado. Se documentan algunos ejemplares de borde escalonado, pertenecientes también a vajilla de cocina y que son derivación de los platos de borde bífido. El borde presenta su parte interior más baja que la exterior, de forma que se puede utilizar para asiento de una tapadera. Son similares a los platos tipo Vegas 14 A (VEGAS, 1973, 45, fig. 15) aunque, lo mismo que pasa con los demás, no existe, como es lógico, una total coincidencia en las pastas y superficies y tampoco en las cronologías.

b.

La Terra Sigillata

En la excavación se hallaron veintiún fragmentos de terra sigillata. No están representadas ni la itálica ni la gálica, todos los fragmentos corresponden a sigilIatas hispánicas (TSH). De los fragmentos encontrados hay que destacar la homogeneidad de las pastas y barnices, así como el mal estado de conservación debido a que muchos fragmentos están rodados, ya que se deslizaron desde el edificio romano situado en la cúspide de la medorra y aparecieron en el anillo periférico del túmulo megalítico. Predominan las pastas de color ladrillo y los ocres, mientras que los barnices comprenden distintas gamas de ocres. Formas lisas:

Son las mejor representadas, documentándose la Ritterling 8 con tres ejemplares, la Dragendorff 15/17 con un ejemplar, la Dragendorff 27 con dos ejemplares y la Drag~ndorff 36 con un ejemplar. La forma Ritterling 8 es una de las de mayor perduración, pudiendo llegar incluso al siglo IV (MEZQUIRIZ, 1961,52). La Dragendorff 15/17 que nosotros estudiamos tendría una pared muy abierta, por lo que se fecharía en el s. 1110 IV (MEZQUIRIZ, 1961,55). La forma Dragendorff 27 tiene una cronología muy amplia, que abarcaría desde mediados del siglo I a principios del IV (MEZQUIRIZ, 1961, 30). Hay que advertir que la perduración de estas formas hasta el siglo IV no es aceptada por Mayet (MAYET, 1984, 40


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

70, 71, 72), que piensa que no existen argumentos suficientes para defender esta cronología tan tardía. La forma Dragendorff 36 tendría su apogeo en el siglo 11 (MAYET, 1984,74). Formas decoradas:

Es muy escasa la sigillata decorada encontrada; sólo tenemos representada la Dragendorff 37. Se trata de varios fragmentos de esta forma que posiblemente pertenecían a un único ejemplar o a lo sumo dos. Son ejemplares de pie bajo y de pequeñas dimensiones. Esta forma se documenta hasta finales de 111 (MEZQUIRIZ, 1961, 110). Sólo aparecieron dos fragmentos decorados a base de círculos concéntricos de línea contínua que encierran en la parte central un punto de relieve. Este tema decorativo de círculos es muy frecuente en la sigillata hispánica, por lo que sería prolijo buscar paralelos, aunque pensamos que los punzones más parecidos son los de los alfares de Tricio (GARABITO, 1978, 544).

2.

Tégulas e ímbrices

Tégulas:

Se encontraron varias tégulas que nos muestran una tipología variada, sobre todo si nos fijamos en el borde de las piezas. Predominan las formas tardías caracterizadas por los rebordes bajos, que Chuffin (CHUFFIN, 1956, 81) incluye en el apartado de las tejas de transición (mediados del siglo 111). Acerca de las pastas de las tejas hay poco que decir ya que, dado el carácter local de estos productos, presentan entre sí variaciones apreciables. Las arcillas son depuradas, con escasez de desgrasantes y de tonos amarillentos u ocres. La gran diversidad y localismo de estos productos impide su comparación en repertorios amplios de otras zonas de Hispania (2). Entre las tégulas destaca el hallazgo de siete con marcas (Fig. 31). En ellas aparece patente el nombre de la unidad militar que ocupó este puesto de vigilancia. Consisten en sellos rectangulares con las esquinas redondeadas con la siguiente inscripción: CPC y COHIC. No existen nexos ni tampoco interpunciones. Se trata del nombre de una unidad militar como es la Cohor I Celtiberorum, documentada ya en el cercano campamento de Cidadela. Es de destacar que, lo mismo que sucede en éste, no existe una diferenciación estratigráfica entre los dos tipos de grafías referentes al nombre de la unidad militar. La lectura de las marcas es la siguiente: CP.; CPC; CP.; C.. ; C.. ; .OH!.; .OHIC. Imbrices:

Son escasos los fragmentos encontrados. La pasta es de tono amarillento con análogo desgrasante al de las tejas.

(2)

Cf. SEVILLANO, 1967; VENY, 1966; ARANEGUI, 1978; BELTRAN LLORIS y otros, 1980.

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

3.

Vidrios

Se encontraron solamente tres pequeños fragmentos, todos ellos de forma indeterminada:

1. A2. Niv. cono de violación. Pequeño fragmento de vidrio transparente de color verde claro de 4 mm. de espesor. Dadas sus proporciones no podemos determinar su forma, aunque presenta una pequeña arista, lo que hace que pensemos que correspondería a una botella de base cuadrada. 2. A2. Niv. 2. Pequeño fragmento de vidrio transparente de color blanco con numerosas irisaciones, de 3 mm. de espesor. Forma indeterminada. 3. Corte A. Niv. 2. Pequeño fragmento de vidrio opaco de 3 mm. de espesor. Forma indeterminada.

4.

Metales

Este yacimiento apenas sí dio materiales metálicos. Unicamente se encontraron alguna diminuta pieza amorfa de hierro y varios clavos del mismo metal, alterados por la herrumbre. Son de sección cuadrada o circular, lo mismo que sus cabezas (Fig. 30).

VII.

1.

CONCLU510N-RE5UMEN La medorra de Fanegas y su excavación

De acuerdo con los datos suministrados por la excavación y con las interpretaciones y reflexiones que a lo largo de la presente Memoria hemos realizado, podemos concluir que la Medorra de Fanegas es un primitivo túmulo megalftico reutilizado en época romana para construir sobre el una pequeña edificación que muy posiblemente, estuviera relacionada con la organización defensiva del Ca mpamento romano de Ciudadela. Los datos recogidos han sido recuperados en el curso de una campaña de excavación que ocupó a nueve personas durante LJn mes de trabajo y que se centró principalmente en la excavación de un gran sector en el centro del túmulo y de una trinchera dispuesta en sentido radial. Además de ello se excavaron dos pequeñas catas en la periferia de la mámoa con el objeto de documentar rasgos concretos de la morfología de la construcción megalítica. Esta excavación permiti6 recuperar abundantes restos de materiales romanos que, si bien se distribuían en los primeros niveles de toda la superficie excavada, eran con mucho más frecuentes en el sector central. En este sector se puso al descubierto la fundamentación de una pequeña construcción de época romana de planta cuadrangular. Esa construcción romana se asentaba sobre un nivel estéril que posiblemente fuese situado para fundamentar y allanar el terreno para esa obra, ya que la coraza megalítica que se encontraba bajo él presentaba señales inequívocas de haber estado a la intemperie.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

La cámara megalítica había sido totalmente desmantelada por la violación. Sólo se conservan dos losas caídas y algunos calzos dispuestos sobre el paleosuelo. No se encontró ningún material de época megalítica, circunstancia que es valorada en el siguiente apartado. Aunque no es posible asegurar este extremo de una forma rotunda, la violación podría haberse producido por primera vez en época romana, ya que la presencia de materiales romanos en zonas del túmulo a las que unos simples violadores malamente habrían llegado (nos referimos al enigmático «pozo» que apareció excavado en la base de la mámoa) así parece indicarlo.

2.

La Medorra de Fanegas: monumento megalítico

A pesar de no haberse descubierto restos de época megalítica, desde nuestro punto de vista está fuera de duda el hecho de que la Medorra de Fanegas fue primeramente un túmulo megalítico. Así lo confirman los restos descubiertos y discutidos en páginas anteriores, que no poseen sentido alguno dentro del marco de la construcción romana del túmulo y que, sin embargo, encajan bien dentro de elementos y rasgos constructivos documentados dentro del Megalitismo del Noroeste. Los elementos que conformaban el monumento megalítico de Fanegas fueron: el túmulo, constituido por la masa tumular, el anillo periférico y la coraza pétrea, y la cá ma ra megalítica. El anillo periférico es un elemento documentado muy a menudo en los monumentos megalíticos del NW. El aspecto más original del descubierto en la Medorra de Fanegas lo constituye el hecho de que, excavado en tres puntos distintos, manifestó poseer en todos ellos una configuración totalmente dispar. Esta circunstancia indicaría que no es posible generalizar datos sobre la estructura arquitectónica de un monumento megalítico a partir de excavaciones sectoriales. La coraza de revestimiento pétreo descubierta en la Medorra de Fanegas es de un tipo totalmente inédito dentro del Megalitismo del NW. Al igual que algunos otros ejemplos documentados, no cubre todo el túmulo, sino sólo parte del mismo. Pero la mayor novedad de esta coraza la constituye su configuración y estructura arquitectónica. Es una obra muy sólida, realizada con bloques de roca básica de buen tamaño que fueron colocados con gran esmero. La coraza sólo ocupaba el sector central y más elevado del túmulo. Poseía una especie de encintado formado por piedras de mayor tamaño que rodeaban el total de su amplitud y ceñían toda la coraza. El gran desgaste y pátina que presentan en su cara exterior los bloques pétreos que componen la coraza, y que contrastan con el nulo desgaste de la cara interior, nos hace proponer que, en el caso de la Medorra de Fanegas, la coraza estuvo originalmente al descubierto. Como es bien sabido, éste es un punto de frecuente disputa dentro del Megalitismo del NW (3). La cámara megalítica estaba totalmente desmantelada. Se encontraron dos losas caídas sobre el suelo, varios calzos de ésas y otras losas y la impronta

(3)

En un trabajo anterior tuvimos ocasión de documentar el mismo extremo en relación con la coraza del megalito de Arca da Barbanza: CRIADO BOADO, 1986, 93-95.

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JOSÉ MANUEL CAAMAi\lO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

de una de ellas. Las losas eran de pequeñas dimensiones, y debido a ello no habría sido necesaria una obra muy considerable para mantenerlas en pie. Esta obra habría aparecido en la excavación, y en vez de ella se documentó que las losas fueron dispuestas simplemente sobre el paleosuelo, sosteniéndolas con pequeños calzos. Debido a lo anterior, no es posible reconstruir la forma y tipología de la cámara megalítica. Sin embargo creemos que se puede proponer con relativa seguridad un elemento de gran importancia, cual fue que la cámara no sobresalió al exterior. Nos anima a sostener esta idea el hecho de que la altura de las losas conservadas, puestas de pie sobre el paleosuelo, no alcance el nivel de la coraza. Desde nuestro punto de vista, esto vendría a aportar un dato más a una línea interpretativa sobre la dinámica del Megalitismo del NW peninsular que hemos venido arguyendo en trabajos previos, y según la cual la monumentalidad megalítica se debería entender en función de una dialéctica entre elementos externos e internos del monumento que, dentro del sector concreto de la arquitectura, se establece entre el túmulo y la cámara (4). A partir del establecimiento de una pugna entre esos dos elementos (en realidad grupos de elementos) es posible diferenciar soluciones distintivas, algunas de las cuales privilegian el túmulo y otras las cámaras. En el primer caso tendríamos grandes estructuras tumulares que encierran y contienen en su interior las cámaras funerarias, que apenas adquieren desarrollo e importancia. Y en el segundo caso tendríamos cámaras de gran tamaño que sobresalen en el exterior del túmulo y que adquieren auge sobre ésta. Entre ambas posiciones se sitúan todo un abanico de situaciones intermedias. Cada una de las soluciones intermedias y diferentes acontecimientos de esta dinámica, de esta interrelación dialéctica exterior/interior, debe poseer una racionalidad y sentido propio que será ilustrado a través de estudios contextuares. Sin entrar en la descripción pormenorizada de argumentos que nos ocupan en otro lugar (5), podemos decir que la adopción de una de esas soluciones distintivas, así como el predominio de una de ellas sobre las demás, está en función de una dinámica económica y cultural dentro de las comunidades megalíticas, que se descubre con cierta claridad a través del análisis y descripción de la relación entre monumentos megalíticos y paisaje. No nos detendremos ahora en estas consideraciones, pero podemos citar que un elemento básico de esa dinámica viene const.ituido por el acentuamiento de las funciones y actividades rituales involucradas en el Megalitismo, que a su vez está relacionado con un cambio de énfasis en la consideración del muerto dentro de las sociedades megalíticas. Esta revigorización del ritualismo es lo que hace que las estructuras de acceso al monumento, los largos corredores, los atrios en los que se realizaban actividades culturales y la misma cámara en definitiva, cobren en algunas de esas soluciones mayor importancia que el túmulo. Esta última dinámica, por otra parte, no es privativa del Megalitismo del NW, ya que, con ciertas diferencias regionales, ha sido documentada en diferentes

(4)

(5)

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Ver las consideraciones sobre este tema en CRIADO BOADO, 1986,93; también CRIADO BOADO, F. y FABREGAS VALCARCE, R. - «The Megalithic Cultures of Northwestern Iberia», World Archaeological Congress, (Southampton, 1986). (En prensa). CRIADO BOADO, F. -La relación entre las culturas megalíticas del NW Peninsular y su marco natural, tesis doctoral mecanografiada, Santiago de Compostela, 1989.


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

provincias del Megalitismo Atlántico (Inglaterra, Irlanda, Islas Orkney, Suecia ... ) (6). En cierto sentido esta dinámica se traduce en desarrollo cronológico, de modo que las soluciones con predominio del túmulo son más primitivas que las que destacan la cámara megalítica. Sin embargo no creemos que este aspecto cronológico sea lo más sobresaliente de esa dinámica. Incluso nos parece que si la misma se reduce a los términos estrechos de una evolución cronológica o tipológica, se perderán todos los elementos positivos que pudiera ofrecer como modelo interpretativo del Megalitismo. Evidentemente, de acuerdo con desarrollos locales que habría que estudiar y valorar en cada caso, se podría encontrar que en una zona dada se prefiere adoptar un tipo único de solución durante todo el período megalítico, en tanto que en otra la secuencia temporal está invertida. En cualquier caso, de ser válido ese modelo general, la Medorra de Fanegas se situaría entre los ejemplos de soluciones que priman la arquitectura tumular. En ese sentido, la ausencia de ajuar no se debería únicamente al gran desarrollo de la violación, sino que podría ser un rasgo recurrente en este tipo de megalitos que, en consonancia con el menor énfasis que ponen en los elementos y funciones ritualísticas, apenas contendrían ajuares (7). De este modo, un paralelo claro de la Medorra de Fanegas, vendría aportado por las mámoas de A Mourela, en las cuales pequeñas cámaras de escaso desarrollo y que apenas contenían ajuar se encontraban encerradas en el interior de unas estructuras tumulares de considerables dimensiones (8). 3.

La Medorra de Fanegas: construcción romana

Se trata de una construcción rectangular que ocupaba la parte central y más alta del túmulo. Tendría unas dimensiones de 7/8 m. de lado mayor y 4/5 de lado menor. En la parte meridional externa se encontraron dos hoyos de postes, lo que hace pensar que esta construcción llevaría una pequeña solana. Los muros conservados de esta edificación son de mampostería a base de piedras irregulares y de buenas dimensiones, mientras que los esquinales son de sillares cuadrangulares, bien trabajados. El material utilizado es roca ultrabásica para los paramentos y granito para los esquinales. La función de esta construcción sería albergar a un cuerpo de guardia destinado a velar por la seguridad del campamento romano de Cidadela y a controlar el paso de la calzada que se dirigía al citado campamento y que pasaba justamente a los pies de la medorra. El lugar elegido para su asentamiento es estratégicamente el más adecuado, ya que le permite controlar la altiplanicie donde se asienta el campamento y a la vez vigilar las tierras existentes al otro lado de la Serra da Corda, que no son visibles desde el asentamiento militar.

(6)

Ver la discusión sobre esta evidencia en CRIADO BOADO, F. - Las culturas megal/ticas del NW Peninsular V

su marco natural... (7)

(8)

De nuevo llegamos a un aspecto que está conectado con la consideración de la figura del muerto que se realizaría en los diferentes momentos culturales del Megalitismo (téngase en cuenta que «momento» no tiene un sentido estrictamente cronológico), pero en el que no nos detendremos ahora. MACIÑEIRA y PARDO DE LAMA, 1929, 127 ss.

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO B9ADO

Este cuerpo de guardia estaría formado por soldados procedentes del campamento de Cidadela y pertenecientes a la Cohors I Celtiberorum. Nos basamos para hacer esta afirmación en el hallazgo en esta excavación de siete tégulas con marcas pertenecientes a esta unidad militar, como son: CPC y COH I C, lo que pone en evidencia la relación de este edificio con el cercano campamento de Cidadela (9). La Cohors I Celtiberorum (10), procedente del Norte de Africa (Mauritania), en donde se documenta su presencia a fines del siglo I d.C., se estableció en Cidadela a principios del siglo 11 d.C. y permanece en este lugar hasta finales del siglo IV en que se traslada a luliobriga (Reinosa, Santander). Tanto el aparejo constructivo como los materiales encontrados son iguales o muy similares a los hallados en el campamento de Cidadela, lo que nos lleva a fechar este puesto de guardia entre principios del siglo 11 d.C. y finales del siglo IV, que es la cronología que defendemos para la ocupación militar del campamento. Puestos de guardia o de observación relacionados con campamentos, conocemos en Hispania el ejemplo de Castrocalbón (11) y son muy abundantes en Germania y en especial en Britania, interpretados no sólo como puestos de observación y vigilancia, sino también como torres de señales (12). Esta interpretación también puede considerarse válida para el edificio que estudiamos. 4.

La Medorra de Fanegas: ni megalítica ni romana

Hemos visto hasta este punto la dimensión megalítica y la dimensión romana de la Medorra de Fanegas. Sin embargo, sin que ello signifique negar el interés que este monumento pueda presentar para el estudio de esas dos etapas culturales, podemos aseverar que el rasgo más relevante y original de la Medorra, el elemento que define y concreta mejor su interés e importancia, es el hecho de que un mismo monumento, que en principio era sólo un monumento megalítico, aúne esas dos dimensiones. O dicho de otro modo: el aspecto novedoso de la Medorra de Fanegas lo constituye la circunstancia de que sea un monumento megalítico reutilizado en época romana. Dedicaremos el presente apartado, último de este trabajo, a intentar valorar convenientemente este fenómeno. Creemos que el hecho de la reutilización permite revalorizar una serie de datos aislados citados a menudo por diferentes autores, según los cuales en algunas mámoas gallegas habrían aparecido cerámica y objetos de época romana y de otras épocas. Hasta el momento estas referencias eran citadas sólo de pasada sin concederles demasiado crédito o sin entrar a valorarlas e interpretarlas. Sin embargo, teniendo en cuenta nuestra presente aportación, se puede comprobar que ni ese tipo de noticias son incorrectas, ni esos hallazgos consecuencia de depósitos accidentales. Antes bien será necesario reconocer que durante la época romana hubo una utilización consciente de los túmulos megalíticos.

(9) (10)

(11) (12)

46

Para el estudio del campamento cfr. CAAMAÑO GESTO, 1984,325-354; CAAMAÑO GESTO, 1983.61-71; CAAMAÑO GESTO, 1984-85,71. Para el estudio de esta unidad militar cfr. SEECK, 1876,313; GARCIA y BELLIDO, 1959,33; GARCIA y BELLIDO, 1961,43; ROLDAN HERVAS, 1974Z, 222; SANTOS YANGUAS, 1979,240; TRANOY, 1981, 175; LE ROUX, 1982,241. LOEWINSOHN, 1965,43, fig. 9-12. Cfr. WEBSTER, 1969, 246; BREEZE, 1983, 46.


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

A su vez, a partir de esta circunstancia, se derivan unas observaciones de gran interés, ya no para el conocimiento puntual y concreto del Megalitismo o del período romano del noroeste peninsular, sino en general para el estudio historiográfico de la Arqueología de esta zona. Esto no quiere decir que vayamos a proponer que los romanos que, bajo las órdenes tal vez de un veterano decurión o centurión del ejército imperial, construyeron una «caseta» sobre la Medorra de Fanegas y posiblemente excavaron y violaron el monumento megalítico anterior (perforando incluso el «misterioso pozo» que se describió en su momento), fueran los primeros arqueólogos del solar gallego. Tamaña interpretación supondría no sólo un claro despropósito y falaz atrevimiento, sino, sobre todo, una concepción simplista y estrecha de la noción de estudio historiográfico. Desde nuestro punto de vista, esta última noción no debe ser entendida únicamente como sinónimo de una «Historia de la Arqueología» concebida en el sentido de una historia positiva, progresiva y autoalimentada que habría hecho crecer sin interrupción la disciplina arqueológica hasta llevarla, desde sus primeros balbuceos, a su mayoría de edad, posición en la que sin duda nos encontraríamos en la actualidad (,3). En cambio, en un sentido creemos que más enriquecedor, es posible intentar hacer una historia de los monumentos construídos por el pasado que ya no sería la reconstrucción del pasado que los construyó, sino la crónica de los avatares, sinsabores y circunstancias de su existencia posterior a aquel momento en el que, desaparecida la comunidad y cultura que les dió forma y sentido, esos monumentos pasaron a formar parte de un paisaje en el que, nuevos hombres y nuevas culturas, les concedieron nuevos significados y funciones. Sería ésta una historia curiosa y difusa, difícil de historiar y recomponer, una historia que se escabulle entre las grietas de una especialización profesional que hace de todos nosotros esmerados portavoces de períodos concretos y que nos cierra el acceso a esa historia sin períodos específicos en el que el objeto de trabajo ya no es el Megalitismo o la época romana, sino una mámoa elevada al rango de objeto del conocimiento. Sería una historia que, en vez o además de enserñamos algo sobre el período de partida, sobre la sociedad y momento que construyó el monumento que se considere, nos enseñaría bastante sobre otras sociedades y momentos, que habrían tomado ese elemento del paisaje en el que se ha convertido el resto cuya prístina significación, muerto su usuario, también se ha muerto, como un pretexto para hacer de él depositario y vehículo de nuevas significaciones. Sería una historia que recuperaría esos restos prehistóricos y el discurso que sobre ellos narran los paisanos gallegos para descubrir su racionalidad y valor, y que daría, reconocería, a esa reconstrucción del pasado que habla de mauros y fauciosos el mismo valor que nosotros, otros paisanos, pretendemos que tienen nuestras interpretaciones y estudios (a menudo apellidados «científicos») de esos mismos monumentos. Sería una historia que, en definitiva, haría del proceso actual de expoliación y destrucción sistemática del patrimonio cultural y natural, un documento que, en su terquedad criminal por condenar a la ausencia a esos elementos mudos del paisaje, conjura una presencia más sustan(13)

Esta postura establece un funcionamiento de la Historiografía de una disciplina como discurso fundador de la misma que, a partir de obras y aportaciones críticas de diferentes autores, ya no se puede seguir manteniendo. Véase por ejemplo: BERMEJO BARRERA, 1986, Introducción y cap. 1, o también FOUCAULT, 1979 Y FOUCAULT, 1980.

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cial y evidente, una presencia que en este caso habla de la cultura que destruye y sella así sobre el paisaje el testimonio de una racionalidad determinada que le lleva a propiciar y legitimar la destrucción; sería una historia que, por ejemplo, definiría a nuestra cultura ya no por lo que construye, sino sobre todo por lo que desestima, de un modo parecido a como se puede decir que, si el paisaje rural gallego era de una determinada forma y poseía una determinada configuración hace treinta años, los procesos actuales que están desmantelando esa configuración (industrialización, obras públicas, roturaciones, la misma concentración parcelaria) no son únicamente una agresión ecológica en algunos casos, sino son en todos ellos el testimonio de la construcción de un nuevo tipo de paisaje, el reflejo de un nuevo tipo de relación con el entorno, el espejo de nuevos procesos económicos-sociales y nuevos órdenes de valores culturales (14). Todo esto quiere decir que ese imaginario decurión que, como mero recurso expresivo, hemos convocado a declarar en estas líneas, no sería el lejano precursor de los arqueólogos actuales, sino la circunstancia que, al construir un monumento y destruir otro anterior, ilustra, documenta y nos permite entrever el asentamiento de una forma específica de entender el túmulo megalítico, el túmulo de Fanegas, dentro de un contexto que ya no es el que lo creó. En cierto sentido, poético sin duda, pero que nos parece válido, podemos decir que la cultura que lo levantó ya había desaparecido unos veinticinco siglos antes, los hombres que conjugaron sus esfuerzos para erguer su prominente mole ya estaban bien enterrados, pero la medorra de Fanegas seguía viva. De la misma forma que lo sigue en la actualidad cuando esa mámoa se ha hecho depositaria de una tradición mítica que refiere que la casa más rica de toda la comarca, el poder de una familia antigua, procede de un tesoro que sus antepasados encontraron en el túmulo de Fanegas. Reencontrarmos aquí los contornos de una historia que todos los arqueólogos y prospectores de campo gallegos conocen bien. Las mámoas no son sólo, como los castros, motivo de argumentos del folklore mítico. Son además, todavía en la actualidad, elementos importantes para ordenar el espacio, señas que, debido al prestigio antiguo que poseen, por ser tan permanentes como los elementos natura/es del paisaje, pero no ser al mismo tiempo un elemento natural como el resto del paisaje (el paisano sabe perfectamente que son artificiales y obra de hombres, cultura/es, por lo tanto), son un recurso ideal para establecer un orden social, tradicional y duradero sobre el espacio. Su utilización como límites y mojones territoriales es evidente en la actualidad. De igual modo está esto ampliamente documentado en época moderna y medieval (15). y si nos vamos al otro extremo del tiempo que nos ocupa, a una época más cercana de aquella que acababa de construir los monumentos megalíticos, encontramos, tal y como ha sido señalado en múltiples ocasiones, considerables testimonios de reutilizaciones de esos monumentos en las épocas campaniforme, Bronce Inicial yen adelante. En esos momentos los túmulos megalíticos debían poseer, además de un indudable prestigio como espacio monumental y sa-

(14) (15l

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Esta reflexión, y algunos de los datos en los que se apoya, se la debemos a Maruchi Tallón Nieto. Ver ejemplos referidos a la misma zona en la que se sitúa la «Medorra de Fanegas» en CRIADO BOADO y GRAJAL, 1981, 10 ss.


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

cral, connotaciones todavía funerarias, pues no en vano acogían dentro de su túmulos enterramientos secundarios (16). Cuando milo mil quinientos años después de ese episodio de reutilizaciones los romanos se establecieron sobre la Medorra de Fanegas, es difícil decir si ésta todavía poseería para ellos connotaciones sacrales y/o funerarias. Nada hay evidentemente que nos haga prescindir de la posibilidad de que ellos fueran conscientes de que aquel túmulo era una construcción artificial y antigua. Sabido que mil años antes y apenas mil años después otros hombres mantuvieron y utilizaron ese conocimiento, sería difícil suponer que en época romana no se poseyera esa conciencia. Ahora bien, supuesta esta posibilidad previa, es lícito y necesario preguntarse cómo unos romanos, acostumbrados a levantar monumentos y túmulos funerarios aliado de los caminos para enterrar a sus muertos, unos romanos que además ocupaban una zona del Imperio en la que el culto en torno a los caminos ya los Lares Viales era muy importante (17), vieron y entendieron otro túmulo como el de Fanegas también situado a la vera de un camino. Sin duda es posible que no mirasen hacia él con demasiado respeto o como algo especial, pues de lo contrario tal vez no hubiesen asentado sobre él una nueva construcción. Claro que esta argumentación tampoco es muy significativa, ya que el hecho de que en plena Edad Media o Moderna las mámoas fuesen utilizadas para establecer límites, función de primera importancia e imprescindible respeto dentro de la sociología rural, no evitó que excavasen sus tesoros o destruyesen sus cámaras y reutilizasen sus losas. En cualquier caso es ésa otra historia, que aflora por debajo de la Medorra de Fanegas, una historia que ya no es ni megalítica ni romana, que se reduce y resigna a ser la crónica de un túmulo particular. Los datos de excavación que hemos descrito en este trabajo aportan una primera fuente de evidencias que empiezan a ilustrar esa historia. La mera verificación documental de que esta historia existe, anima a proseguir su estudio utilizando y valorando datos aislados y episódicos sobre circunstancias y fenómenos de este mismo estilo. En este sentido creemos que las observaciones que hemos sintetizado en las últimas páginas suponen un inicio de planteamiento de la orientación teórica y metodológica precisa para adentrarse en ese terreno. Sería interesante realizar una reflexión y narración más detenida sobre este tema, pero indudablemente no procede hacerlo dentro del marco de una Memoria de Excavación.

Ver sobre el tema: CRIADO BOADO y VAZQUEZ VARELA, 1982, 56-58 Y 86-88. ACUf\JA CASTROVIEJO, 1971,353 ss.; también BERMEJO BARRERA, 1978,77 ss. y BERMEJO BARRERA, 1986a. Nota: la redacción de este texto fue preparada entre finales de 1983 y principios de 1985.

(16) (17)

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JOSE MANUEL CAAMAi\JO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

El campamento romano de Cidadela visto desde la «Medorra de Fanegas» (en primer término aparecen los sectores excavados de este monumento),

Vista aérea de la «Medorra de Fanegas». La flecha n. o 1 señala la vía romana y la n. o 2 el Camiño Real que pasa al lado de la medorra y desciende hacia Cidadela.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, CoruĂąa)

TĂşmulo de Fanegas desbrozado de vegetaciĂłn.

Niveles romanos en el corte D1-D2.

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Hoyos de poste y lienzo de la construcción romana, aparecidos en el corte D.

Corte F. Anillo periférico.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coru帽a)

Corte B. Detalle de la construcci贸n de la coraza tumular; se aprecia la hilada de piedras que la delimita.

Detalle del perfil El-E2 del Corte E.路 Se observa el nivel de tierra sobre el que se sit煤a la coraza tumular.

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JOSÉ MANUEL CAAMAfiJO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Detalle de los «bloques» de tierra apelmazada que conforman la masa tumular.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, CoruĂąa)

Vista general del sector de la cĂĄmara (tomada desde el perfil E2-E3).

Vista general del sector de la cĂĄmara (tomada desde el punto E4).

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Vista general del sector de la cámara (tomada desde el punto E1).

Detalle de la situación de los calzos de la cámara sobre el paleosuelo.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

Detalle de la losa n.o 1; obsérvese su situación caída de canto sobre el paleosuelo.

Vista general del «pozo» aparecido en el sector de la cámara.

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Fotografía del perfil B1-A6 en la que se observa el contraste entre los sectores no removidos del túmulo y los removidos por las violaciones.

58


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, CoruĂąa)

CerĂĄmica romana.

59


JOSร MANUEL CAAMAi\iO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

Cerรกmica romana.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

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JOSÉ MANUEL CAAMAi\JO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

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62

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Mapa de Galicia con la situación de la «Medorra de Fanegas».

50 km


La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruña)

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MEDORRA DE FANEGAS

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MEDORRA· DE SANDA

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Mapa de distribución de los restos arqueológicos de la zona en la que se sitúa la «Medorra de Fanegas»

63


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Figura 3.

ROMANO

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FANEGAS

Perfil topográfico en sentido NW-SE del punto en el que se emplaza la «Medorra de Fanegas». Obsérvese la relación de ésta con el Campamento Romano de Cidadela.

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«Medorra de Fanegas»: planta y perfiles del túmulo.

65


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Figura 5.

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Planta del túmulo en la que se indica la localización de los sectores excavados.


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Figura 6.

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Planta del túmulo en la que se indica la distribución de la construcción romana y de los materiales de esta época.

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70

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coru単a)

82

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Figura 14.

Corte B'. pIanta y perfiles.

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Figura 16.

Corte F.. pe rfil F2-F3 Y planta.

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Pozo excavado en la roca realizado en el Corte E: planta y secciones.

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JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

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Cerámica romana.

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Scm.

Cerรกmica romana y clavos romanos.

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La medorra de Fanegas (Sobrado dos Monxes, Coruf'la)

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o Figura 31.

5

10ern.

Tegulas romanas con marcas..


JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y FELIPE CRIADO BOADO

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89



Brigantium. Bol. Museo Arqu. Hist. Coruña. 1991-1992. vol. 7, pp. 91-149

EXCAVACiÓN DA MÁMOA 6 DE OS CAMPIÑOS (LEIRO, RIANXO) CAMPAÑA DE 1984

R. FÁBREGAS VALCARCE* F. DE LA FUENTE ANDRÉS **

* Departamento de Historia l. Facultade de Xeografía e Historia Universidade de Santiago ** Museo de Bellas Artes. Praza Pintor Sotomayor 15001 A Coruña

Resumo. A necrópole megalítica dos Campiños érguese nunha pequena chaira na aba Sur do monte Lioira, non lonxe da costa. Ao longo de tres meses levouse adiante unha excavación arqueolóxica na mámoa n. o 6, co gallo de facer un cuidadoso estudo da sua estructura arquitectónica. Anque a cámara e o corredor megalíticos estaban moi arruinados por mor das violacións, puidemos atopar un pasillo intratumular intacto, cortando a mámoa desde o remate do corredor ata a periferia do túmulo. Aquí atopamos materiais cerámicos e líticos, ademáis de carbóns sobre os que se obtivo unha data radiocarbónica que situaría o peche do monumento xa na segunda mitade do terceiro milenio.

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Abstract. Excavation the mound 6 Os Campiños (Leiro, Rianxo). 1984 digging season. The megalithic necropolis of Os Campiños is located on a flattened ridge near the western coast of La Corunna. Here an archaeological excavation was undertaken along three months, aiming to a complete analysis of the architectural structure of the mound n. o 6. Although the stone chamber itself was in a very ruined condition, an intact passage was found, cutting through the earthen mound. A charcoal sample yielded a radiocarbon date, suggesting that the closing down of the monument took place on the second half of the 3rd millenium b. c., which is in good agreement with the data provided by the artefacts (pottery and lithic tools) recovered.

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INTRODUCCiÓN

A necrópole megalítica de Os Campiñas era xa coñecida ó traveso dos traba1I0s efectuados nela por membros da sección de prehistoria do I.E.G. «Padre Sarmiento», a comezos da década dos anos setenta, investigacións que ainda permanecen inéditas. Novamente, no vran de 1977, aficionados pertenecentes ao

RECOf\lECEMENTOS Esta excavación foi posible gracias á subvención otorgada pola Subdirección Xeral do Patrimonio Artístico e Monumental da Xunta de Galicia e levouse a cabo mediante o convenio entre o Excmo. Concello de Rianxo e o INEM. Debemos agradecer asimesmo, a desinteresada axuda prestada polo Excmo. Concello de Rianxo, o Museo das Peregrinacións (Santiago de Compostela) e mailo Departamento de Historia I da Universidade de Santiago de Compostela. Hai que salientar a valiosa colaboración en diferentes aspectos da excavación ou da memoria das seguintes persoas: D.· Paloma Acuña Fernández, D. Xulio Carballo Arceo, D. Xosé Lomba Martínez, D.· Begoña Nieto Leirós, D. Ramón Fábregas Lorenzo, D. Fernán Alonso, D. Xosé María Bello Diéguez, D. Felipe Criado Boado, D. Ramón Sende e D. Héctor Vicente Mosquera. O equipo técnico da excavación estivo composto por D. Ramón Fábregas Valcarce e D. Félix de la Fuente Andrés como Co-<iirectores, D. Antón Costa Iglesias en calidade de dibuxante / topógrafo; D. X. A. Tubío Otero, canteiro; D. X. Beltrán Romay, D. X. García Gey, D. X. R. González Castaño, D. V. Laíño Castro, D. A. Martínez Torres, D. M. Rial Rubio e D. R. Sobradelo Mariño, peóns. A planimetría da memoria foi elaborada por Xosé Lomba Martínez, Xulio Carballo Arceo, Anxo Rodríguez Paz e Begoña Nieto Leirós; os dibuxos de materiais foro n feitos por Xosé Lomba, Antón Costa e Begoña Nieto. As fotografías son de Félix de la Fuente.

91


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Teleclube de Leiro, efectuaron exploracións na mámoa n. ° 6 da devandita necrópole; como froito desas actividades recolléronse algúns materiais arqueolóxicos (1). Con posterioridade, as obras de explanación levadas adiante polo I.C.O.N.A., co gallo da apertura dunha pista forestal, comportaron a innecesaria e cáseque total destrucción da mámoa n. ° 1. Diante deses feitos, víuse a necesidade de acometer unha excavación de urxencia neste xacemento, de cara a recupera-la meirande cantidade de información arqueolóxica asi como evita-lo seu paulatino deterioro. O Excmo. Concello de Rianxo acolleu favorablemente este proxecto que permitíu realizar a excavación arqueolóxica entre o 28 do Nadal de 1983 e o 28 de Marzal de 1984, no marco do Convenio suscrito entre o INEM e as Corporacións Locais. Este conxunto localízase no lugar de Os Campiños (2) (St. a María de Leiro, Rianxo, A Coruña), distante 2,5 Km. do Alto da Paradegua (P.K. 11.500 da estrada N-550), seguindo a pista forestal que desde ese punto conduce á aldea de Abuin. As suas coordenadas xeográficas son: 5°0,4'45"0 e 42°4O'23"N (3) (Fig. 1). Os Campiños é unha pequena chaira que se dispón lonxitudinalmente sobre a dorsal topográfica que cae desde o extremo S. do monte Lioira, comprendida entre as cotas 120 e 140 m. s.n.m. Unha serie de alturas dominan a devandita área: O Monte Chilete no Sudeste, o Corno de Leiro no NO e As Barras no O. Entre este último e os anteriores atópase unha vaguada coñecida como Val da Chamoura, onde nasce un regato chamado Río de Mouros. Toda a zona presenta unha mesta recuberta vexetal, composta maiormente por toxo, xesta e fieito, ós que hai que engadir unha repoboación a base de pinos i eucaliptos. Aquí se asenta unha necrópole integrada por seis mámoas mais ou menos aliñadas nunha distancia de 200 m. en dirección N-S, seguindo a cima da referida dorsal, pola que tamén discurre un camiño de carro. A mámoa n. ° 1 érguese no punto en que se xunta a pista co camiño de carro. O monumento áchase derrubado nas 3/4 partes. No corte se observa ainda a existencia dunha coraza superficial de pedras de mediano tamaño. Debía acadar denantes da destrucción uns 20 m. de diámetro por 1,5 m. de altura. A mámoa n. ° 2 sitúase a 20 m. da anterior e non presenta signos de violación. Atopábase totalmente invadida polo mato e as suas dimensións aproximadas son 10 m. de diámetro por 1 m. de altura. A mámoa n. ° 3 áchase a 15 m. da anterior. Trátase dun túmulo baixo, violado recentemente, que amosa na sua superficie a parte superior de tres ortostatos. Mide 15 m. de diámetro por 1,3 m. de altura. A mámoa n. ° 4 sitúase a 20 m. da anterior. É unha grande mámoa cun considerable buraco na parte central no que se atopan os restos da anta (probablemente de corredor), que estaría composta por oito grandes chantos de granito, algún deles recentemente fracturado. Ten 17,5 m. de diámetro e unha altura variable en función do declive do chan onde asenta, oscilando entre 1 m. e 2 m. (1) (2) (3)

92

Consulta-lo Apéndice 1. As veces chamado Campo Grande. M.T.N. 1:25.000, n.o 120/111, Ourolo; levantamento Fotogramétrico da Consellería de Ordenación do Territorio da Xunta de Galicia. 1:10.000, folla 120-42.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

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R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

A mámoa n. o 5 sitúase a 15 m. da anterior. E un túmulo moi baixo, cun buraco cuadrado na sua parte superior. Mide 10 m. de diámetro por 0,5 m. de altura. A mámoa n. o 6 sitúase a 100 m. en liña cas anteriores. E o monumento obxeto desta intervención arqueolóxica da que trataremos máis adiante. No entorno de Os Campiños existen varias necrópoles megalíticas máis: No alto da Paradegua, 6 mámoas. Na aba da Paradegua,.2 mámoas. No alto da Borbolla, 3 mámoas. No monte da Somoza, 3 mámoas. No monte de Mourellas, 3 mámoas.

11.

A EXCAVACiÓN

A mámoa n. o 6 érguese nun punto en que a chaira de Os Campiños experimenta unha inflexión, caendo acusadamente en dirección SE, cara a vaguada ali existente (Fig. 1; Lám. 1), circunstancia que explica a diferente altura que acada a mámoa sobre o terreo circundante, sendo maior no S. E. (1,85 m.) e menor no N.O. (1,60 m.) (Fig. 2). Este feito incide, como veremos mais adiante, nas diversas solucións constructivas adoptadas en cada sector do monumento. As dimensións axiais do túmulo, denantes da excavación, acadan os 25 x 23 m. Nunha primeira fase dos traballos, procedeuse á roza do mato así como a tala dos numerosos pinos que cubrían a área a excavar. Neste momento púdose comprobar que a mámoa adoitaba unha forma aproximadamente ovalada. A exploración de 1977 deixara como resultado un gran cráter de violación na parte central do túmulo, onde se podían apreciar restos da anta nos seus lados S., O. e E. (Fig. 2). A laxe da cabeceira (n. 08) ficaba tumbada no fondo, mentras que outro ortostato (n. o 12) asomaba na parede N. O terreo a excavar, un cadrado de 24 m. de lado, foi dividido en catro sectores determinados pola intersección no centro da anta dos eixos N-S e E-O. A partir déstes fíxose asimesmo o trazado de cuadrículas de 2 x 2 m. A recollida de datos durante a excavación foi efectuada mediante o habitual sistema de coordenadas cartesianas, complementadas cas correspondentes cotas de profundidade, tiradas a partir dun nivelO, previamente establecido (Fig. 3). Obxectivo da excavación foi o estudo integral do monumento. Para defini-Ia organización do túmulo excavouse en extensión nos sectores NE e SE, agás dos testigos correspondentes, e abríronse dous cortes en profundidade, un ó longo do eixo N.-S. e outro na mitade occidental do eixo E.-O. A cámara e as estructuras de acceso foron postas o descuberto mediante a excavación en profundidade das cuadrículas correspondentes. A dinámica dos traballos impuxo a necesidade de peneirar sistemáticamente as terras procedentes das sucesivas violacións, do interior da cámara e do corredor intratumular e áreas inmediatas. As adversas condicións climatolóxicas, propias da estación, causaron grandes dificultades no desenvolvemento da excavación, facendo preciso o emprego dunha cuberta plástica montada sobre armazón metálica.

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Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

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R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

111.

1.

AS ESTRUCTURAS CONSTRUCTIVAS O túmulo

Unha vez realizada a excavación, comprobouse que os diámetros reais da mámoa eran menores do que semellaba superficialmente (20,4 m. no eixo E-O e 20 m. no N-S). Esta diferencia cabe atribuila ó arrastre parcial da masa tumular, circunstancia particularmente nídia no sector S.E., onde existe unha maior pendente (Fig. 2). O perfil da mámoa adoitaba unha forma de tronco de cono, cun grande cráter de violación no seu centro, que chegaba ó chan da cámara e tiña un diámetro aproximado de 7 m. e unha fondura de 2,10 m. Acochaba unha construcción megalítica no seu centro, equidistante dos extremos (Fig. 3). A masa tumular está delimitada claramente por un anel perimetral de pedras, que amosa unha morfoloxía diferente segundo a zona onde se sitúe. Deste xeito presenta unha meirande complexidade na sua mitade oriental, estructurándose a base de pedras imbricadas no sentido contrario á inclinación do túmulo. Correspondendo ca zona de maior desnivel (cuadrículas L/K-5, 6 e 7) o anel aséntase nunha serie de grandes pedras (Lám. 11). A medida que se achega ó testigo central, vai esmorecendo ata convertirse nunha sinxela liña de pedras na mitade occidental (cuadrículas G/H-11 e 8-7) (Lám. 111). O seu límite exterior presenta un contorno regular, agás nos puntos en que foi alterado pola erosión (L-5/6) ou pola acción humana (J-9). En superficie o monumento posúe unha coraza discontinua, formada por pedras de mediano tamaño (20 x 30 cm. aprox.). A súa irregular distribución obedece, por unha banda, Ó diseño orixinal da construcción e, por outra, a alteracións producidas con posterioridade. E moi probable que nun principio, a coraza abranguera fundamentalmente unha coroa arredor da cámara ademáis dun amplo sector dos cuadrantes N-E e S-E. A sua ausencia primária na mitade occidental da mámoa compróbase a partir do corte estratigráfico ali practicado. Asimesmo parece que a zona de acceso á anta carecía de cuberta petrea superficial. A acción destructora do home exprésase de dLÍas formas, fundamentalmente: nas violacións que de antigo sofre o monumento e a través da recente repoboación forestal. A primeira circunstancia afectou non só á cámara e ás suas inmediacións, senón tamén a certas áreas do túmulo. Concretamente, no sector N. E., sinálase a existencia dunha zanxa disposta en sentido radial que arranca dun punto externo ó anel (J-9) e atravesando o túmulo chega á cámara. Coidamos que a sua finalidade foi a de facilita-la remoción i extracción dos ortostatos, como o demostra a ausencia dos correspondentes a ese sector, excepto un deles (n. o 12) tumbado no fondo da zanxa, aparentemente «esquecido» polos violadores (4). A repoboación, fundamentalmente a base de pinos, tivo unha forte incidencia nesta mámoa, sobre todo nas camadas superficiais e mesmo as veces en pro-

(4)

96

Este tipo de valas de violación ten sido observado asimesmo noutros monumentos galegos (Patiño, 1984,36 e fig. 11; Patiño, 1984,54 e fig. 6).


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Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

fundidade (Lám. IV). As alteracións producidas por esta causa sinálanse particularmente nas cuadrículas G-4, 5, 8 e 9, e nas H-4, 5, 6 e 9. Na coroa que se dispón arredor da cámara, nun radio aproximado de 4 m., a coraza consiste nunha camada de pedras, as veces de pequeno tamaño. Esta presenta un aspecto máis compacto e continuo nun amplo sector en forma de abano na mitade oriental do túmulo, característica especialmente nídia na área situada entre o acceso e o testigo E. Aquí existe unha clara continuidade entre a coraza e o anel periférico, circunstancia que non se produce no resto do monumento. Por último, hai que mencionar a especial composición de determinadas zonas da coraza, construídas a base de pedras miudas tomadas con barro (H-4, 1-3, 4 e J-3, 4) (Lám. V). A partir dos cortes estratigráficos efectuados, púidose comprobar que o xacemento constaba das seguintes camadas (Figs. 4 e 5):

1. Terra vexetal solta, procedente da remoción da cámara no curso da exploración de 1977. 2. Terra vexetal areosa, clara e solta, procedente dunha violación. 3. Terra humosa, que comprende no seu interior a coraza nos lugares en que ésta foi remexida. 4. Terra compacta e húmica que constitúe a superficie exterior da mámoa agás no cumio, onde aparecen as camadas 1 e 2. 5. Núcleo da masa tumular sensu stríctu, formado por duas subcapas: 5a. Terra compacta, cor castaña escura, con manchas mouras. 5b. Terra moi compacta, arxilosa, cor castaña clara, con bolsadas de xabre. Chega á rocha nai excepto nos lugares onde se documentan as camadas 6 e 7. 6. Xabre e pedra esmiuzada, que forma unha mancha arredor da cámara, especialmente nidia no lado Oeste, debilitándose no Norde, Leste e Sur (Lám. VI). 7. Terra compacta, cor castaña escura, que o mesmo ca camada anterior ten un maior grosor no lado Oeste da cámara. Esta derradeira capa" asenta directamente na rocha nai (Lám. VI). En vista desta secuencia estratigráfica podemos trazar unha evolución hipotética da estructura tumular. As sucesivas violacións teñen deixado a sua impronta nas capas superiores, formadas en boa medida a partir das terras extraídas do interior da cámara (1 e 2), estas remocións afectan mesmo á coraza en determinadas zonas (capa 3). Hai que salientar que a camada 4, superficie do túmulo na mitade inferior déste, forma un continuum co chan nos arredores do monumento, implicando que a sua formación debeu ser natural e coetánea. Esta circunstancia, xunto coa su ausencia debaixo das capas de remoción, lévanos a pensar que a devandita camada constituíuse con posterioridade á erección da mámoa. Pola contra a masa orixinal do túmulo estaría integrada pola capa 5, que sube nunha pendente regular desde o anel periférico ata o cráter de violación e sobre a que asenta directamente, nos lugares en que ésta existe, a coraza. As duas subcapas documentadas no corte N-S veñen definidas por razóns estructurais (compactación diferencial) e constructivas (aportes consecutivos de distintos tipos de terra) . 97


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Debaixo da capa 5 existen outras duas, en torno da cámara que plantexan unha problemática específica. Coidamos que o xabre (camada 6) pode proceder da preparación da rocha nai canda a construcción da anta (piso da mesma e zanxas de implantación dos chantos), Debaixo désta fica selada a capa 7 que ben puidera ser un remanente do chan contemporáneo da construcción megalítica, anque a evidencia ó respecto non é concluinte (5), En derradeiro lugar, como elementos estraños á estratigrafía, cumpre sinalar a existencia dalgunhas grandes raíces de árbores, mesmo xa desaparecidos, pero que deixaran a sua impronta na masa tumular. Un exemplo disto témolo no corte N-S (cuadrícula 5) onde unha destas raíces penetra 140 cm. por debaixo da capa 2, atinxindo ata a 5b. No mesmo corte áchase tamén o tobo dalgún animal, practicado aproveitando un pequeno burato entre dous chantos. Duas banquetas de terra moi compacta, presentes no extremo occidental do corte E-O, por fora do anel perimetral, evidencian ó noso entender un proceso de compactación causado polo emprego secular do camiño ali existente, hoxe desplazado algúns metros cara ó Oeste.

2.

A anta

Aproximadamente no centro do túmulo, érguese a construcción dolménica, que consta de cámara e corredor. Accédese a éste mediante un corte practicado na mámoa, no sentido SE (corredor intratumular) (Figs. 6, 7 e 8). A anta posúe unha planta oval, alongándose no eixo que discurre desde a entrada á cabeceira (Lám. VII), No momento de inicia-la excavación conservaba tan só catro ortostatos in situ, correspondentes á mitade Sur (n. o 3, 4, 5, e 6) (6), e tres máis tirados do seu emprazamento orixinal (n. o 7, 8 e 12), todos eles fracturados excepto o n. o 12; igualmente, carecía de calquer resto da cuberta. A materia prima empregada foi o granito de duas micas (biotita e moscovita), cun outo porcentaxe de feldespato na sua composición, do que existen afloramentos nas inmediacións dos Campiños e nas abas do Lioira. Após dos traballos efectuados púidose proceder a unha restitución hipotética da planta orixinal partindo das modificacións efectuadas no chan natural polos constructores'do monumento, asi como a reconstrucción da cámara, unha vez rematada a excavación (véxase o correspondente Apéndice), Efectivamente, comprobouse a existencia de seis buratos, con toda probabilidade realizados para facilita-la implantación dos chantos n. o 7 a 11 e mailo 13 (Fig. 3), O perfil daqueles é alongado, cunha meirande fondura no seu centro (ata 10 cm.), amosando unha forma especialmente cuidada e regular os buracos dos ortostatos n. o 9 e 10, cortados a plomo na rocha (Lám. VIII). O corredor consta de catro soportes e ainda conservaba a tapa, fragmentada e caída cara o interior. Como consecuencia do expolio efectuado na mitade Norte da cámara, a parede do corredor no mesmo lado (laxes n. o 15 e 16) vencérase asimesmo cara adentro, ficando apoiada sobre dos chantos n. o 1 e 2 (Lám. IX),

(5) (6)

98

Sobre esto ve-las consideracións feitas no capitulo de Conclusións. Numeraremos correlativamente os chantos do monumento nunha secuencia que se inicia co primeiro soporte do corredor no lado Sur e remata no seu homólogo do lado Norte.


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Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

Este conxunto constitúe unha sepultura de corredor corto, diferenciado en alzado pero non en planta como acredita a imbricación dos esteos, acentuándose progresivamente dende a cabeceira ata o inicio do corredor, sen que exista ningunha ruptura no seu trazado. A anta ten 3,40 m. de lonxitude por 2,20 de anchura; a altura da cámara viría determinada polo único ortostato conservado" intacto, o n. o 12, que atinxe os 2,40 m. de lonxitude, namentras o corredor ten unha altura máxima de 1,30 m. (Fig. 8). Ca gallo de reforza-la estabilidade da anta, os constructores recurriron a un contraforte que discurre polo exterior dos chantos, formado por laxes de mediano tamaño (entre 30 e 70 cm.), esta estructura conservábase mesmo nalgunhas zonas ande desapareceran os esteos (Lám. VII). Igualmente, na cara interna existe un sistema de calzos, trabados na base dos ortostatos entre éstes e a sua correspondente zanxa de implantación. Na zona de unión entre a cámara e o corredor púidose detectar unha depresión, excavada no xabre de base, dividida en duas partes por un resalte, a modo de soleira que discurre transversalmente entre os chantos 3-4 e as cuñas do n. o 14, cunha anchura de 28 cm. Presenta unha acanaladura estreita no seu centro, de sección en V, que mide 7 cm. de ancho por 6 cm. de fondura máxima (Lám. X). O piso da cámara presentaba unha serie de furados de diferente formato: Un primeiro grupo está formado por unha zona deprimida no extremo NO da anta, na cal practicáronse duas fochancas cuns diámetros de 20 e 28 cm. respectivamente e unha fondura máxima de 14 cm., separadas por un delgado tabique (Lám. VIII e Fig. 6). Un segundo grupo estaba formado por 21 buracos, agrupados particularmente na área central do chan da cámara, anque sen unha organización aparente. As suas dimensións variaban, oscilando arredor dos 3 cm. de diámetro e cunha profundidade entre 2 e 7 cm. (Lám. XI). O enchimento da cámara amasaba unha estratigrafía sinxela, composta por unha única camada (n. o 1) de terras removidas que chegaba ata o piso, agás na depresión contigua á soleira, que estaba colmatada por unha terra escura (camada e) (Fig. 9).

3.

O corredor intratumular

Definimos como tal unha estructura que segue a orientación da anta, facilitando o acceso á mesma a través da masa tumular (Fig. 6). A sua entrada sitúase no límite das cuadrículas 1/ J-4, marcada por un umbral a base de pedras aliñadas transversalmente; remata no corredor da anta, na cuadrícula H-6. Respecto do eixo da cámara (NO-SE), presenta unha lixeira declinación cara o S. Os lados do Corredor Intratumular amasan certas diferencias constructivas: o NE ten un trazado curvilíneo, namentras o do SO é recto. O primeiro ven determinado pala inflexión da coraza, ca que forma un continuum, ata o punto que este lado pódese considerar como un verdadeiro muro de contención da masa tumular que nesa área é particularmente potente. Esta hipótese refórzase polo feito de existiren elementos de trabazón das pedras ou mesmo algunhas grandes laxes, colocadas seguindo a inclinación da parede (Lám. XII). O lado SO ten unha organización máis feble, posiblemente en' relación ca ausencia de coraza e menor potencia da masa tumular na zona contigua. No tramo situado nas inmediacións do corredor acada unha meirande altura, articulándose mediante varias pedras fincadas verti101


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

calmente entre as que se dispoñen outras de menor tamaño. Perto da entrada a definición do Corredor Intratumular polo lado SO é prácticamente simbólica, soamente marcada por una liña de pedras superficiais. A conexi6n desta estructura có corredor da cámara é problemática por canto o desplome dos chantos n. o 15 e 16 (ver supra) provocou o derrumbe consecutivo dos estratos anexos. Con todo, no extremo NE ainda se conservaba unha fiada de pedras a nivel da base, mentras que no lado oposto detectouse unha abertura duns 40 cm. de lonxitude, valeira de pedras (7). O Corredor Intratumular presenta unha división en dous sectores, que denominaremos externo e interno, respectivamente, ben diferenciados en planta por unha fiada transversal de pedras, aproximadamente na mitade do desenrolo daquel. Esta liña sinala o punto de inflexión a partir do calo piso do Co.rredor, do que forma parte unha grande laxe deitada, cae seguindo un plano inclinado, ata chegar á soleira. O sector máis externo, cunha lonxitude de 2,9 m. acada unha anchura superior (arredor de 1,20 m.) c6 interno, respectivamente de 2,8 m. de lonxitude (entre 0,90 e 0,50 m. de ancho). A estratigrafía do Corredor Intratumular ten caracteres específicos polo cal ímola analizar de xeito independente (Figs. 9 e 10: Láms. XIII e XIV). Metodolóxicamente distinguirémo-Ias capas que corresponden o conxunto do túmulo (n. o 1-5) (s) das específicas desta estructura (sinaladas cas letras a-f). Estas últimas áchanse intactas e a sua secuencia é a seguinte:

a. Camada de terra arxilosa, con inclusi6ns de xabre e pedras desestructuradas, algunhas delas de certo tamaño (70 cm.), arqueol6xicamente erma. Debe corresponderse coa fase de abandono do sepulcro. b. Camada de terra marela, mixtura de arxila e xabre, arqueol6xicamente fértil. c. Entullo a base de pedras de mediano tamaño (30-40 cm.), arqueol6xicamente fértil. d. Camada de pedras miudas ou casca 110, tomadas con terra oscura, arqueol6xicamente erma. e. Camada de terra negra moi compacta, disposta sobor do chan natural, arqueol6xicamente erma. f. Camada de terra escura e compacta, arqueol6xicamente fértil. Coidamos que o Corredor Intratumular e contemporáneo da construcci6n da mámoa, debido á continuidade existente entre o murete de contenci6n do lado NE e a coraza, e máis polo feito de que a grande laxe que determina o piso no sector interior de aquél, introdúcese por baixo da mesma coraza. As camadas d-e forman un piso fortemente compactado na parte pr6xima á entrada da cámara, seguindo a mesma inclinaci6n da grande laxe e das pedras que a preceden. Por enriba at6panse as capas b-c, ás que podemos considerar como un verdadeiro tap6n destinado a sela-Io acceso á anta. A camada a, de características seme-

(7) (S)

102

No momento da consolidación foi preciso construir sendos muretes de mampostería, fácilmente diferenciabies, co gallo de impedi-Io escorregamento da masa tumular neses puntos. Estas últimas xa foron descritas máis arriba e o único que cumpre dicir aquf é que as n. o 1-4 superp6F1ense 6 corredor, mentras que a n. o 5b constitúe o basamento déste, polo menos no seu tramo máis externo.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

+A"""_ +

+50

+ 100

+

+

+150

+ 200

+

Figura 10.

Corredor intratumular. Corte estratigráfico transversal.

lIantes a 5a do túmulo, acada o nivel superior da coraza, terminando desta forma de agacha-la estructura de acceso. Por último, estimamos moi probable que as lousas deitadas no límite entre as capas a e 5b, sinalen o piso do sector externo, poisque sitúanse en liña có umbral e máis cas pedras que marcan a divisoria co sector interno do Corredor Intratumular. Xa por fora do que temos definido como Corredor Intratumular, pero probablemente en relación co acceso a él desde o exterior, detectouse unha zona en forma de trapecio entre o umbral do Corredor e o anel perimetral, composta de terra dura (f), que continúa o plano da coraza a base de pedras miúdas existente nesa área, por outra parte moi afectada polo arbolado.

IV. 1.

OS MATERIAIS Materiais líticos

Dentro da industria lítica habería que diferenciar dunha banda os machados, dos que asoelláronse ámbalasduas variedades definidas para o megalitismo galaico (FABREGAS, 1984, 7): tipo 1, cunha forma xeral rectangular,. sección transversal espesa e pouca anchura (Fig. 12, n. o 122); e tipo 11, con formas subtrian guiares ou trapezoidais, maior anchura e menor espesor (dous exemplares) (Fig. 11). Un destes últimos (rex. 36) amosa a peculiaridade de ter aparecido baixo as pedras da coraza, in situ, en posición vertical co gume cara arriba (Lám. XV). Esta particular disposición, ó noso entender intencional, tense documentado igualmente nun cincel atopado cando a excavación da mámoa 1 de Monte Campelos (Begonte, Lugo) (RODRIGUEZ CASAL, 1983, 7-29) e, fora da Península, en varios xacementos megalíticos franceses (CORDIER e BOCQUET, 1973, 1-17). En calquer caso hai que suliñar que ámbolosdous tipos de machados presentes nos 103


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Campiños posúen unha cronoloxía semellante xa que aparecen nas camadas b e

e do corredor intratumular, amoreadas de xeito máis ou menos coetáneo. Verbo da aixola de pequenas dimensións (Fig. 12, n. o 107) aparecida no exterior da mámoa, constitúe un exemplo máis dun tipo de artefactos de cronoloxía e funcionalidade non ben definidas no NW. A sua presencia constátase desde inicios do 111. o milenio como mínimo, dentro da camada basal de Carapito 1 (Beira Alta) (LEISNER e RIBEIRO, 1968, 21), e máis en Mina do Simao (Douro Litoral), monumento de cámara poligonal simple do que a construcción dátase a fins do IV. o milenio (JORGE, 1984, 12; JORGE e ALONSO, 1987,92-93). Varios túmulos megalíticos máis en Galicia e Norte de Portugal forneceron este tipo de obxetos: Cha de Parada 3 (Douro Litoral), anta n. o 4 de Cha das Arcas (Tras-os-Montes) ou A Cova da Moura (A Coruña) (FÁBREGAS, 1989). Unha construcción tumular como a de Roupar (Lugo), posiblemente sen cámara ortostática, contiña unha aixola de cativas dimensións xunto con cerámica campaniforme (CRIADO et al., 1981, 458). Mesmo en contextos máis serodios, dentro da Edade do Ferro aparecen estas pezas: castros da Forca (Pontevedra), Pendía ou Picu L1anza (Asturias) (CARBALLO, 1987, 120; BLAS e MAYA, 1974,8). En resumidas contas trátase dun obxecto cunha ampla ubicuidade temporal anque en xeral, agás no caso de Carapito 1, a sua presencia sexa bastante descontextualizada, dependendo a cronoloxía dunha hipotética asociación ben con determinados materiais ou ben con niveis datados polo Carbono 14 (caso por exemplo de Mina do Simao ou Os Campiños). O problema da funcionalidade dos machados pulimentados de pequenas di-

36

J7

• 104

2cfl'l.

Figura 11.

Machados n. o 36 e 37.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

122

11111 111 11

o

1

4 Cm

~

107

106

Figura 12.

Machados n. o 122 e 107, fragmento de pedra puída (n. o 106) e cilindro (n. o 108).

105


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

110

77-1

o

2cm

-~-

~

111

11-2

A

,\ I

I I I

" ~

,

II

\

\

I

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I

\

"

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\

I

I

112

"

~ 123

Figura 13.

106

Lámina n. o 110, microlito n. o 111, puntas n. o 112, 123 e 77-2. Lámina apuntada n. o 77-1.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

mensións ten sido abordado por diversos autores, as veces con criterios apriorísticos. Algúns investigadores coidan que tiñan un carácter votivo, pagando atención a algunhas características destes artefactos -tamaño cativo, bo acabado e materia prima non adoitada para a elaboración de útiles pulimentados de dimensións standard (GIOT, 1952, 395-398; SOUVILLE, 1974, 381-387). Pola contra Lhote defende o seu carácter práctico como utensilios plurifuncionais (LHOTE, 1952, 524-528), tese na que abundan Barrera et al., os cales pensan que este utilIaxe de pequenas dimensións podería ter sido empregado en tarefas de precisión (BARRERA et al., 1987, 132-133), O cilindro de pedra (Fig. 12, n. o 108), atopado fora do anel perimetral da mámoa, semella relacionarse desde o punto de vista formal co betilo atopado na mámoa 2 de Abelleira (Lugo) (BOUZA et al., 1973, 52), e cunha peza similar descuberta durante a realización de labores agrícolas nunha zona onde ó parecer existían mámoas, no lugar de Boudañeira (Oumbría, A Coruña) (9). Ambolosdous exemplares posúen unha silueta troncocónica, se ben o de Abelleira ten unhas dimensións menores cós da Boudañeira ou Campiños. A información contextual para estes obxectos e parca, xa que un deles é un achado casual namentras os outros, recollidos no curso de excavacións científicas, foron atopados probablemente fora da sua posición orixinaria nos respectivos monumentos. Oeste xeito, a hipótese que sostén o seu carácter votivo fundaméntase en vagas analoxías formais cos denominados betilos simples do Sur da Península (ALMAGRO, 1968, 15-33), e máis no feito de que estas pezas non amosan trazas aparentes de ter sido utilizadas nalgunha tarefa específica. Sen embargo cumpriría engadir ó dito anteriormente a evidencia recentemente obtida na excavación de sepulturas de corredor como A Mina de Parxubeira (A Coruña), Oombate (A Coruña) ou Cova da Moura (A Coruña) nas que foron atopadas algunhas pedras con decoración a base de incisións ou chanfraduras que lIesotorgan un carácter antropomórfico máis ou menos estilizado, en compaña de pedras con formas semellantes, as veces troncocónicas pero sen decoración ningunha (10). Cabería preguntarse se estes betilos lisos teñen unha función parella á daquéles con decoración -o cal explicaría a sua aparición conxunta-, ou se pola contra esa diferencia resposta a unha distinta concepción na parte dos que os depositaron na sepultura. As puntas de frecha, das que se recolleron un total de tres exemplares (Fig. 13) correspóndense formalmente ó tipo maioritario dentro do megalitismo do Noroeste peninsular: o de base triangular. A materia prima empregada é asimesmo a cotián: cuarzo en dous casos e sílex no terceiro (Fig. 13, n. o 112). Sen sairmos da mesma necrópole dos Campiños, documentamo-Ia aparición de tres puntas de frecha, feitas en cuarzo e tamén de base triangular, no monumento n. o 4. Adoitan aparecer noutros xacementos megalíticos do Noroeste, as veces en número considerable (máis de 70 na mámoa de Chafé-Minho (SILVA e MARQUES, 1986, 207-208). Este tipo de artefactos parece ter unha cronoloxía relativamente adiantada, (9) (10)

Na actualidade conservada no Museo Arqueol6xico de San Antón (A Coruña), sendo o seu director Don Felipe Senén L6pez G6mez quen amablemente nos informou da sua existencia. Queremos agradecer estas informaci6ns ainda impublicadas ós excavadores M. C. García Martínez (Cova da Moura). A. A. Rodríguez Casal (A Mina da Parxubeira) eJ. M. Bello Diéguez (Dombate).

107


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

L 24 1",1

4 Cm.

27

31

Figura 14.

108

119

Fragmento de coio (n.o 24), disco (n.o 27), coio (n.o 26) e moventes de muiño n.o 31 e 119.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

o

9cm

109

/

o

9cm

171

Figura 15.

Pezas durmintes de muiño n. o 109 e 171.

109


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

o

Figura 16.

110

Peza durminte de muiño n. o 175.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

o

9cm

2

o

9cm

Figura 17.

Pechas con coviñas n. o 2 e 176.

111


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

como parece deducirse da sua presencia, ou ausencia, en determinados monumentos. Por unha banda as puntas de frecha non aparecen naqueles raros casos en que se consigue definir un nivel intacto de datación anterga (caso de Carapito 1), e pola outra, estas pezas atópanse en monumentos con datacións ben dentro do 111. o milenio: cámara occidental de Praia das Mayas (Extremadura portuguesa) (11), sepulturas de corredor de Cha de Parada 1 (Douro Litoral) (,2) ou Las Arnillas (Burgos) (,3). O único exemplar (rex. 123) atopado in situ nos Campiños provén do nivel e do corredor intratumular e se admitimos a deposición máis ou menos simultánea das camadas que ocluíron aquél, a datación radiocarbónica obtida no nivel superior situaría dito artefacto arredor do 2.350 a.C. Os microlitos xeométricos, dos que aqui se recuperou un único exemplo (Fig. 13, n. o 111), ten sido considerados habitualmente como un elemento característico de momentos arcaicos dentro de megalitismo. Non se pode esquencer, sen embargo, que ademáis da sua presencia en niveis antigos de monumentos megalíticos, estes utensilios conviven aparentemente noutros dólmenes xuntamente con puntas de frecha e outros materiais ós que se asigna habitualmente unha cronoloxía máis adiantada. Ben é certo que na maioría dos casos estas asociacións deben ser consideradas cunha boa dose de relativismo, tendo en conta as remocións -orixinais ás veces, inducidas poias violacións outras- que habitualmente sofren este tipo de construccións. O trapecio de Os Campiños 6 apareceu no nivel b do corredor intratumular, afortunadamente inalterado, xunto cun fragmento de lámina de sílex (rex. 110) e, máis afastado, un machado do tipo 11. A posición deste obxectos é relevante por canto sitúaos estratigráficamente con posterioridade verbo dos da camada inferior (e) e por outra banda pódeselles asigna-la data obtida para os carbóns da camada b. Aceptados estes presupostos hai que concluir que: puntas de frecha e microlitos trapezoidais son coetáneos na mámoa 6 de Os Campiños, ou mesmo posteriores os segundos respecto das primeiras; asimesmo os microlitos trapezoidais están vixentes ainda nun momento avanzado do terceiro milenio (en cronoloxía radiocarbónica convencional) . Ainda dentro do capítulo da pedra tallada temo~ que facer mención do achádego de duas láminas de sílex (Fig. 13), unha delas fragmentada e sen retoque (rex. 110), namentras a outra (rex. 77-1), feita dun sílex de grao miúdo e boa calidade, está fortemente retocada, parecendo definir un bico que nos leva a considerala como un perforador de gran tamaño. Desgraciadamente carecemos de referencias estratigráficas precisas para esta última peza xa que foi atopada durante unhas exploracións levadas a cabo por aficionados na zona da cámara. As láminas retocadas de xeito integral son rarísimas no megalitismo do NW e ainda máis aquélas configuradas a xeito de perforador para o que coñecemos tan só un paralelo nunha peza, técnicamente máis tosca, achada nunha das camadas que se dispoñen sobre a necrópole de Tapado da Caldeira (JORGE, 1980, 36). O disco de xisto (Fig. 14, n. 027) asoellado no cadrante nororiental da mámoa (11) (12) (13)

112

Cunha datación radiocarbónica que a sitúa no 2310 ± 60 bc (H-204S/ 1467) pero da que a valoración arqueol6xica é impugnada por Ph. Kalb (1981, 59-60), V. Apéndice II neste mesmo traballo. Aquí se obtivo unha data para a camada de inhumacións conservada no sector leste da cámara, que deu un resultado de 2625 ± 40 bc. Foi nesta mesma zona onde se atopou unha punta de frecha de tipo foliáceo (Delibes, 1984,99-102).


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

1

Figura 18.

2

8 Cm.

Pedra con coviñas n.o 177.

ten un paralelo na Mámoa do Rei (Pontevedra) (PEI\IA e RODRíGUEZ, 1976,61), e fora do territorio galego nas sepulturas de corredor de Las Amillas (Burgos) (DELlBES et al., 1986, 21) e máis na Anta Grande de Entreaguas (Alentejo) (LEISNER, 1959, 106 e Fig. 23, 4-15). A función destes obxectos escápasenos por completo (fichas, tapadeiras? (14)). A mámoa de Os Campiños tense revelado particularmente rica en pedras con coviñas, das que se atoparon tres exemplares, ningún deles in situ, dos que dous presentan unha sola coviña (Fig. 17) namentras un terceiro ten un total de seis. Hai algúns paralelos no NW para estes materiais: unha mámoa de Outeiro dos Corvos (A Coruña) (5), no sepulcro de corredor n. o 2 de Monte Pirleo (Lugo)

(14) (15)

Esta última hip6tese foi suxerida por Leite de Vasconcellos para obxetos discoides feitos en granito da Orca dos Juncais e Orca do Tanque (Beira Alta) (cit. Leisner, 1958, 152). Inédito, atopado casualmente por un dos autores (F. de la Fuente).

113


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

(dous exemplares) (16) e na Anta das Carvalhas Alvas (Tras-os-Montes) (LEISNER, 1958, 148). En canto a pedra con múltiples coviñas (Fig. 18) hai un achádego moi semellante na mámoa 1 de Cha de Santinhos (Douro Litoral) (JORGE, 1985, 109). Polas informacións que poseemos todos eles tiñan unha localización superficial nos respectivos túmulos, agás no das Carvalhas Alvas que apareceu no medio da cámara megalítica. O que semella evidente é que se trata de obxectos feitos ex profeso e non simplemente fragmentos dunha laxe decorada, como amosan o labrado das duas pedras con cazoleta de Os Campiños. A sua posición orixinal e finalidade non son ben coñecidas pero dada a sua repetida presencia no exterior das mámoas -nas duas para as que temos localización en Os Campiños trátase dunha zona de derrube da coraza - é posible que formasen parte da coraza ou superficie externa das mesmas, anque o exemplar de As Carvalhas indica a aparición no interior do monumento. Este último foi atopado servindo de soporte para unha xerra de fondo convexo, tarefa á que podían ser destinadas asimesmo as outras pedras cunha sola coviña aínda que esta utilización debe ser descartada para as pedras con varias coviñas, pois éstas son demasiado pequenas. Unha utilización alternativa para estas últimas podería ser a de morteiros ou mesmo depósitos para ofrendas. Recolléronse na mámoa 6 de Os Campiños un total de cinco elementos de muiño manual: dous moventes (Fig. 14, n.o 31 e 119) e tres durmintes (Figs. 15 e 16). Todos eles encaixan dentro do tipo habitual de muiños de vaivén presente nunha chea de xacementos megalíticos do NW peninsular. Un dos durmintes (rex. 175) foi atopado perfectamente encaixado no valo que actuaba de reforzo no lado Norte do corredor intratumular (Lám. XII) e consérvase cáseque íntegro, presentando a particularidade de dispoñer nun dos lados menores dunha superficie aplanada, posiblemente empregada para ir separando o gran durante o proceso de molturación. Este diseño ten sido documentado en duas pezas asoelladas na mámoa 1 de Madorras (Tras-os-Montes) (,7). Dos outros durmintes, moi fragmentados, compre salientar ún (rex. 109), utilizado por ámbalasduas caras ata o virtual esgotamento da peza. Dentre os moventes reviste un pa'rticular interés o rexistrado co número 119, o cal tiña restos de ocre, implicando o seu 'emprego como machacador de mineral, que en pequenas porcións ainda subsiste entre .os poros da cara máis desgastada. Sen sairmos da provincia de A Coruña temos documentado un achádego do mesmo tipo na superficie da mámoa n. o 6 de A Reborica (A Coruña) (VAQUERO, s. d.). Esta evidencia non é sorprendente se temos en conta a aparición nalgúns monumentos megalíticos galegos de bolas ou fragmentos de corante bermello (hidróxido de ferro ou materiais de aspecto semellante). Os muiños presentan dous tipos de localización: ou ben na coraza (un fragmento de durminte) e perímetro da mámoa (un movente e un fragmento de durminte), ou ben no corredor intratumular (unmovente e un durminte). Agás no caso do movente atopado no fondo da camada e do corredor intratumular, os restos destes obxetos máis que ser parte do axuar funerario parecen ter tido o carácter de elementos constructivos, contemporáneos da erección do túmulo co(16) (17)

114

Inédito, información suministrada polo excavador do monumento, Sr. M. C. García Martínez. Información suministrada amablemente polo seu excavador, Dr. A.-A. H. B. Gonl;alves.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

mo amosa O durminte reutilizado no muro do corredor intratumular (Figs. 22 e Lám. XII). O recurso ós muiños xa rotos ou amortizados na edificación dos megalitos, sexa como parte das corazas, contrafortes ou mesmo nos pisos das cámaras, é moeda común no megalitismo do NW. Este feito apunta cara a existencia de asentamentos nas inmediacións dos que se tirarían eses restos de muiños, xa que doutro modo non parece existir xustificación para o transporte desde certa distancia daqueles artefactos, as veces bastante pesados, sen outra finalidade aparente que servir de material de construcción. A cronoloxía dos muiños de vaivén é moi ampla, aparecendo en dólmenes simples no remate do IV. o milenio, como Cha de Santinhos 1 (Douro Litoral) (JORGE, 1985, 110), Mina do Simao (Douro Litoral) (JORGE, 1984, 14-15) ou Chan da Cruz 1 (Pontevedra) (PATIÑO, 1984), persistindo ó través de toda a Prehistoria recente como amosa a sua presencia en poboados calcolíticos de Tras-os-Montes (JORGE, 1986, 767), chegando ó Bronce Pleno en Bou9a do Frade (Douro Litoral) (JORGE, 1988, 45-46).

2.

Materiais cerámicos

Dentro do conxunto do espolio de Os Campiños destaca, en primeiro lugar, a enorme fragmentación da cerámica. Así, os 145 anacos recollidos pódense agrupar, tan só, en seis obxetos diferentes dos que, ademáis, ningún está completo; Deste lote, catro pezas son claramente contextua lizabies co monumento funerario, debendo descartar as n. o 5 e 6 como alleas ó axuar megalítico, polas suas específicas características morfotécnicas e á sua localización en camadas de saqueo. O vaso n. o 1 (Figs. 19 e 20) é o único que se pode vencellar directamente ca cámara. Malia a dispersión dos seus cachos, a meirande parte dos mesmos apareceu na derradeira intervención, no 1977, efectuada exclusivamente no interior da cámara. O resto dos fragmentos, atopados por nos na excavación, proceden das terras que compuñan o cráter de violación e das capas revoltas e superficiais, sucesivamente botadas para fora desde a anta. O conxunto dos anacos permite a reconstrucción gráfica dun vaso de liña Convexa-Simple, pechado e de altura media, tipo 1.3. B (,8). O labio redondeado é o normal neste tipo de formas pechadas, ó igual que a ausencia de calquer mostra de decoración, ainda que amosa un cuidado trata mento das superficies externas mediante o emprego do engobe. Algo semellante podemos dicir sobre o vaso n. o 4 (Fig. 21) do que, pesia ÓS numerosos fragmentos atopados, contamos tan só cun cacho de bordo, tamén redondeado, permitíndonos a sua catalogación no grupo de formas ConvexasSimples, seguramente de perfil pechado, sen poder concretar a proporción de altura (tipo 1.3). A práctica desaparición do resto do recipiente cabe atribuila á sua deposición na rampa de acceso ó monumento (Figs. 22 e 23), zona que debeu estar aberta ó exterior como área de paso e que ademáis acusa nalgúns puntos os efectos da recente repoboación forestal. Deste xeito os vasos n. o 1 e 4 pertencen ó tipo de formas Convexas-SimplesPechadas,'grupo que é o máis numeroso dos definidos para o megalitismo galai-

(18)

No presente estudo imos seguir o modelo tipolóxico formulado por F. de la Fuente. El material cerámico, en Fábregas e Fuente (1988, 73-91).

115


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

1

I I J

.-/

I

VASO N! 1

-l_-3cm.

Figura 19.

Vaso n. o 1 fragmentado.

co (13,3% do total), representando ademáis o 61,5% do grupo de ConvexasSimples (FU ENTE, 1988, 133), datos concordantes co que ocorre no Norte de Portugal (JORGE, 1982, 785-798), asi como no resto da Península (19). Desde o punto de vista morfolóxico, estas formas son comúns en tódolos núcleos megalíticos peninsulares, difundíndose tamén en poboados desde o Neolítico ata o Bronce Inicial, polo que ante a falla doutro tipo de datos, resulta imposible calquer intento de análise máis detallada. De tódolos xeitos convén destacar a sintonía dos elementos fornecidos por estes dous vasos de Campiños co xa coñecido para este grupo de formas Convexas-Simples-Pechadas: superficies lisas, bordos redondeados, asociación con outras formas tamén convexas simples e presencia nun monumento de corredor ben definido. O n. o 2 (Fig. 21) é un vaso de perfil Convexo-Simple, aberto e baixo (tipo l. 1. C) co bordo redondeado e a unión co corpo curvada-aberta (tipo 1.5-2.6b), é dicir, o característico borde en baquetón. Morfolóxicamente, os tipos abertos e baixos son pouco frecuentes no NO, anque sí o son por contra nos núcleos me-

(19)

116

Sb por citar algúns casos, vexamo-Ios povoados calcolíticos da Meseta Norte (Lbpez Plaza, 1979, 73-fl»).


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

3cm.

Figura 20.

Vaso n. o 1 reconstruído.

galíticos do Tejo, Alentejo, Sur e Sureste peninsulares, onde son denominados ta9a baixa, cunca, escudela e, mesmo fonte ou prato (20). Doutra banda, o bordo en baquetón, definido recentemente como un elemento caracterizador de grupo para o Noroeste (FUENTE, 1988, 96), específico das formas convexas simples, aparece maioritariamente en sepulcros de corredor ben definido, na banda litoral, características todas concurrentes no caso dos Campiños. Neste vaso destaca ademáis a sua decoración, a base dun lixeiro resalte horizontal, que corre paralelo ó bordo no tercio superior do corpo, xunto co bó tratamento das superficies, a base de bruñido fino e brilante. Este tipo decorativo aparece agora por primeira vez no Noroeste, polo que é difícil precisar nada sobre as suas características, excepto que implica un outo nivel de perfección tecnolóxica, facendo desta pequena cunca un verdadeiro elemento de ritual, tendo en conta por outra banda, o seu emprazamento na parte posterior da lousa de cabeceira, a nivel de base (Figs. 22 e 23). (20)

(Leisner, 1943,501; Idem, 1951,98; Leisner e Veiga, 1969,90; Jorge, 1982, !:ll7-!:ll8). Aparecen definidas en parte como do grupo IV, ta9as semiesféricas, e en parte do grupo VIII, vasos de fondo esférico baixo, en Reguangos; en parte do grupo 111, ta98s, en Praia das Ma9Bs; no grupo de vasos tendencialmente troncoc6nicos no Norte da Portugal.

117


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

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o Figura 21.

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3 cm.

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Vasos n. o 2 e 4.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

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Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

Compañeiro déste é O vaso n. o 3, do que morfolóxicamente non podemos precisar máis que pertence, xenéricamente ó tipo 1, de perfil Convexo-Simple. En conxunto contamos pois con catro vasos do tipo 1, dos cales dous son da variante 1.3 (formas pechadas), e ún da 1.1.C (formas abertas e baixas). Nada desdice do xa coñecido para o megalitismo do NO, excepto a presencia da cunca, nada extraña por outra banda se temos en canta a parcialidade dos nosos coñecementos sobre esta época, a escasez de excavacións sistemáticas e, por ende, o baixo número absoluto de pezas identificables (arredor dunha centena), malia ós recentes traballos. Así, hai que considerar que é relativamente frecuente a aparición de novos tipos cada vez que se acomete unha excavación. De tódolos xeitos, os elementos presentes son ben significativos, como os bordos en baquetón ou as formas pechadas, que se repiten constantemente no momento de pleno apoxeu do megalitismo noroccidental, e mesmo xa no Calcolítico, ó que podería vencellarse máis específicamente o vaso n. o 2, dadas as suas características morfotécnicas. Pero neste caso, xunto cás presencias, coidamos que son tanto ou máis significativas as ausencias, e concretamente a da cerámica campaniforme, a pesares da extensión e intensidade dos traballos levados adiante no monumento e de terse documentado unha estructura arquitectónica e funcional intacta (corredor intratumular) da que a estratigrafía fala a prol da clausura definitiva do sepulcro denantes da chegada dos novos usos e costumes que implica o campaniforme.

V.

CONCLUSIÓNS

Respecto do emprazamento, a mámoa érguese nun lugar onde a chaira dos Campiños escomenza a caer nunha pendente cara o SE. Esto redunda nun considerable aforro no volumen qe terras aportadas para conforma-lo túmulo na sua mitade Noroeste, o mesmo que ocorre no Sudeste debido ó valeiro producido pola presencia do corredor intratumular. Algunhas características estructurais do monumento enténdese mellor á luz desa circunstancia: as diferentes cotas que a mámoa acada sobor do chan natural, a discontinuidade da coraza e o variable desenrolo e potencia do anel perimetral. Semella, pois, que o emprazamento puntual do túmulo é froito dunha elección intencionada na parte dos constructores. Na composición da morea tumular distinguíamos máis atrás duas subcapas fundamentais (5a e 5b) que amosan lixeiras diferencias de cor e textura. A camada inferior (5b) acusa nidiamente o proceso de compactación, propio das construccións tumulares. A sua deposición debeu ser sincrónica das labouras de preparación do chan natural, documentadas na zona da cámara, o cal explica a frecuente inclusión de bolsadas de xabre. Neste senso hai que salienta-Ia presencia arredor da cámara doutras duas camadas subxacentes ás anteriores (n. o 6 e 7). A n. o 6 está constituida exclusivamente por xabre, tirado sen dúbida do chan natural durante os traballos de preparación do monumento: piso da cámara e zanxas de implantación dos ortostatos. Debaixo désta áchase a camada 7, composta de terra escura, a cal ben podería ser un resto da terra vexetal existente no local con anterioridade ó monumento, ficando selada polo mesmo. A localización de 121


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

abundantes fragmentos cerámicos nesa camada, pertencentes a dous vasos (2 e 3), suxire que ésta podería corresponder cun nivel de ocupación sincrónico ou ben anterior á edificación do túmulo, anque a restrinxida localización deses vasos nunha área de 50 cm2, asi como a ausencia de calquer outro tipo de evidencias de asentamento no resto da periferia da cámara, parecen indicar que estamos diante dunha deposición intencional dos autores da construcción ou simplemente ante o rastro da sua actividade. A partir da secuencia estratigráfica definida no apartado 111.1 coidamos que a coraza e o anel periférico estarían á vista. A cuberta da cámara podería sobresair por riba do nivel da coraza, tendo en conta, dunha banda, as diferencias entre a cota superior da mámoa e a lonxitude do único chanto conservado intacto e, doutra, a pendente que se configura se extrapolamos a proxección das diferentes camadas que compoñen o túmulo. A anta tería cámara e corredor diferenciados en alzado mais non en pranta, asimilándose ó tipo 11 de sartegos de corredor de Leisner (LEISNER, 1938, 21-22) se ben non se pode especificar si existiu ou non unha serie de cubertas dispostas escalonadamente marcando a transición entre a cámara e o corredor (abgestufte Eindeckung). Precisamente nesa zona constatouse a existencia do que podería ser unha estructura de fecho, composta por algún tipo de porta encaixando na acanaladura da soleira documentada entre os chantos 3-4 e o 14. Solucións semellantes, a pesares de non ser moi adoitadas ténse sinalado en monumentos como Chan de Arquiña (SOBRINO, 1954-55, 27-36). Como unha evidencia das técnicas constructivas empregadas podemos citar as duas fochancas atopadas no sector NO do piso da cámara, as cales puderon ter servido como punto de apoio no momento da erección dos chantos. Verbo das coviñas atopadas nas inmediacións, a sua interpretación é máis problemática xa que nin as suas características nin a sua estructuración son significativas. O corredor intratumular é a construcción que permite acceder á anta dende o exterior do túmulo. En base ós dados estratigráficos e estructurais supoñemos que éste é coevo do resto do monumento. Nos últimos anos tense ido documentando a existencia de estructuras similares noutras antas do Noroeste, ben como simple prolongación dos corredores ortostáticos (Casota do Páramo -A Coruña, Abelleira 1 e 3 - Lugo) (CRIADO et al., 1986; BOUZA et al., 1973, 39-55) ou abríndose cara ó exterior a xeito de adro (Cha de Parada 1 e Madorras 1 no Norte de Portugal e Dombate -A Coruña) (JORGE e BETTENCOURT, 1988, 114; GONCALVES: informacións personais). Dende un punto de vista funcional poderíanse definir dous sectores, ademáis dun anexo exterior que ven dado pola rampa de acceso que vai do anel perimetral ata o umbral do corredor. O sector exterior distínguese do interior tanto pola anchura como pola sua pendente, de xeito que este último permite descender ata o nivel da cámara así como sela-Ia entrada após da sua utilización, mediante o emprego dun entullo de pedras. A aparición dalgúns artefactos nas camadas b e e do sector interno aponta á realización de certas prácticas rituais, ben en conexión co peche definitivo do sepulcro OU ben como feito cotián durante o seu período de utilización. Neste mesmo senso cabería menciona-la mancha de carbón localizada no límite inferior da camada b, correspondente a unha pequeña fogueira acesa cando o peche definitivo do corredor intratumular.

122


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

Pola sua parte a capa a, que cobre o conxunto e atinxe a superficie do túmulo, foi depositada dun xeito menos organizado e, significativamente, carece de restos materiais. A presencia de cerámicas na camada f así como de obxetos líticos e cerámicos nas inmediacións do anel perimetral podería indicar tamén a utilización ceremonial dunha zona que temos definido como de acceso. Respecto da distribución dos materiais asoellados poderíanse dividir en tres grupos fundamentais (Figs. 22 e 23): os procedentes das camadas revoltas (1, 2, 3 e, parcialmente, a 4), aqueles atopados in situ e, por último, unha serie de artefactos espallados na superficie do túmulo ou na sua periferia, as veces desprazados da sua ubicación orixinal, mais outras aportados durante o proceso de construcción ou utilización da mámoa. Lóxicamente, a explicación da presencia dos artefactos non pode ser idéntica xa que éstes agrúpanse en varios núcleos, que respostan ó que agora empezamos a albiscar como diferentes áreas de utilización do monumento. Por razóns obvias os materiais que van suministrar unha información máis completa son fundamentalmente os atopados in situ, que configuran duas áreas de concentración: unha tras da cabeceira da cámara e outra no corredor intratumular. Como xa indicáramos máis arriba, os dous vasos achados na primeira área nun estado fragmentario e incompleto (¿intencionalmente?) poden proceder dun momento anterior á construcción da mámoa, pero asimesmo existe a posibilidade de que se trate dunha deposición fundacional, levada a cabo no punto onde verosímilmente se encetou o levantamento da anta. Neste sentido, hai que salientar a aparición de abundantes restos cerámicos, asimesmo moi esnaquizados, nas camadas seladas polo túmulo de Mina do Simao (Amarante, Portugal) que, segundo as datacións radiocarbónicas obtidas, non presentan un significativo desfase cronolóxico respecto da utilización máis anterga do monumento (JORGE, 1984; JORGE e ALONSO, 1987, 92-93). No corredor intratumular atópase unha concentración de materiais cualitativamente maior, indicativa da importancia que éste espacio debeu ter. Se considerásemos tan só as cantidades absolutas (7 artefactos) cabería pensar que a sua aparición débese a causas puramente accidentais. Coidamos sen embargo que a sua presencia é froito dun depósito intencional, tanto pola selección de materiais (ponta de frecha, muiños, machados, microlito e lámina, pero ausencia total de cerámica) como polas circunstancias en que éstes aparecen. Por exemplo na camada c, formada fundamentalmente por pedras, o machado e a punta de frecha áchanse en pequenas bolsadas de terra entre as pedras do entullo e en boas condicións de conservación). Dentro do grupo de materiais cunha localización superficial hai que salientar unha zona de particular importancia, a xeito de trapecio do que a base menor sitúase no umbral do corredor intratumular, mentras a maior coincide co anel perimetra!. Aquí aparecen os restos, extraordinariamente fragmentados do vaso n. o 4 e, xa por fora do perímetro tumular, outros artefactos que poden ter rodado desde ese lugar. Estes achados dispóñense nun plano inclinado, definido anteriormente como rampa de acceso, e a sua presencia pode corresponderse con deposicións ceremoniais fe itas na área de entrada durante o período de uso do monumento. A mesma hipótese pódese postular para a aparición doutros artefactos (muiños e útiles de pedra pulida), inmediatamente ó Norde daquela zona.

123


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Outro problema ven plantexado poias pezas espalladas na superficie da mámoa ou nas suas inmediacións. Entre estas últimas cumpre suliñar as pedras con coviñas, asoelladas nas cuadrículas K-9 e L-10 (21), no medio do derrumbe da coraza, polo cal coidamos que a sua posición orixinaria sería a superficie do monumento. Por último, o machado presente en H-4 (rex. n. o 36) constitúe un caso pecullar, por canto é a única peza localizada in situ no túmulo, fora das estructuras arquitectónicas, pero chantada nas terras que sirven de base a coraza, por tanto depositada durante a sua construcción e, dadas as circunstancias en que se documentou (en posición case vertical, co gume cara arriba), coidamos que intencionalmente. Este exemplo mostra máis outra vez que o conxunto do monumento participa do mesmo carácter, ainda que o mobiliario e, por ende, a actividade ritual tenda a concentrarse na anta e estructuras anexas. As conclusións que se acaden verbo dos materiais recuperados no curso da excavación non deben ser evaluadas cun carácter absoluto, considerando que unha parte do axuar púidose perder irremediablemente por mor das numerosas violaci6ns que sufriu o monumento, en especial na zona da cámara. Feita esta reserva, o espolio asoellado non amosa unhas características arcaicas, máis ben a presencia de certos elementos como as puntas de frecha, o posible betilo e a pequena cunca, parecen apuntar cara un estadio avanzado dentro do megalitismo galego. Asemade, a ocorrencia de estructuras de acceso ben definidas pon Os Campiños 6 en relación con monumentos excavados nos últimos anos, dotados de adros elou corredores desenvolvidos. Todos eles continúan a ser utilizados dentro do calcolítico campaniforme. Non embargantes todo indica que no noso caso a clausura do sepulcro debeu producirse inmediatamente antes da chegada o NW da cerámica campaniforme, o cal ven avaliado pola ausencia désta e máis pola data obtida no nivel b do corredor intratumular. En resume, o túmulo n. o 6 de Os Campiños é un monumento funerario construído e utilizado no momento de pleno apoxeu do megalitismo galaico, quizabes correspondendo a unha fase asimilable ó Neolítico Final I Calcolítico Precampaniforme. A Coruña I Santiago de Compostela, Xuño de 1989

(21)

124

Unha terceira peza (rex. n. o 2) foi atopada durante os traballos de roza do mato, previos 6 inicio da excavaci6n.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

APÉNDICE 1. ESPOLIO Dividimos este apéndice en dous apartados: ún (Inventario) que comprende a relación completa de tódolos materiais atopados no monumento dos que temos coñecemento, coa información básica para a sua identificación (n. o de inventario, data do achado, obxeto, localización, coordenadas tridimensionais -con valores negativos en tódalas cotas de fondura- e observacións). O segundo apartado (Catálogo), describe en detalle aqueles materiais sometidos a estudio, individualizándoos mediante unha ficha específica.

1.

Inventario N. o N. o N. o N. o N.o N. o N. o N. o N.o N. o N. o N. o N.o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N.o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N. o N.o N. o N. o N. o N.o N. o N. o N. o

1. 10.1.84. Cerámica. Superficie cráter. 2. 10.1.84. Pedra con coviña. Superficie. 3-5. 12.1.84. Cerámica. Superficie (peneira). 6-8. 16.1.84. Cerámica. Superficie (peneira). 9-11. 17.1.84. Cerámica. Superficie (peneira). 12-13. 19.1.84. Cerámica. Superficie (peneira). 14-15. 24.1.84. Cerámica. Superficie (peneira). 16. 26.1.84. Cerámica. Superficie 1-5. 17-18. 27.1.84. Cerámica. Superficie (peneira). 19-22. 27.1.84. Cerámica. Superficie 1-5. 23. 27.1.84. Cerámica. 1-5. 15/105/37. 24. 27.1.84. Fragmento de coio. Sector NE., superficie. 25. 31.1.84. Seixo. Sector NE., superficie. 26. 2.2.84. Coio. G-9. Superficie (coraza). 27. 3.2.84. Disco xisto. J-9. 94/164/150. 28-29. 7.2.84. Cerámica. 1/J-9. Superficie. 30. 10.2.84. Cerámica. H-5. Superficie. 31. 10.2.84. Movente muiño. L-5. 908/130/175. 32. 10.2.84. Cerámica. H-5. 63/6/37. 33-34. 15.2.84. Cerámica. H-6. / /40. 35. 16.2.84. Lasca seixo. H-9. Superficie. 36. 16.2.84. Machado. H-4. 151/101/104. 37. 21.2.84. Machado. H-6. 32/10/107. 38-85. 22.2.84. Cerámica. Sector J-3/4, K-3/4. z: ± 178. 86-94. 22.2.84. Cerámica. G-6. Superficie cráter. 95-97. 23.2.84. Cerámica. G-6. Superficie cráter. 98. 23.2.84. Coio. G-6. Superficie cráter. 99-102. 24.2.84. Cerámica. K-3. z: ± 178. 103-104. 26.2.84. Cerámica.G-6. Superficie cráter. 105. 26.2.84. Coio. G-6. Superficie cráter. 106. 29.2.84. Pedra pulida. L-5. 155/150/190. 107. 29.2.84. Aixola. L-5. 50/155/199. 108. 29.2.84. Pedra pulida. L-4. 105/75/174. 109. 29.2.84. Frag. muiño. L-5. 98/200/215. 110. 1.3.84. Lámina sílex. 1-5. 130/176/116. 111. 1.3.84. Microlito. 1-5.178/192/116. 112. 1.3.84. Punta frecha. K-3. 30/195/191. 113. 1.3.84. Cerámica. G-6. 153/37/128. 114-115. 2.3.84. Cerámica. J-4. 140/87-136. 125


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

N. o N. o N. o N. o N. o

116-118. 2.3.84. Cerámica. J-4. 145/108/ ± 160-170. 119. 7.3.84. Movente muiño. H-6. 52/52/181. 120. 7.3.84. Cerámica. K-5. Superficie (coraza). 121. 7.3.84. Semente. H-6. Derrumbe. / / ± 185. 122. 8.3.84. Machado. H-5. 187/68/142. N.o 123. 8.3.84. Punta frecha. 1-5. 156-176-149. N. o 124-167. 16.3.84. Cerámica. Sector F-7. Arredor do punto 93/149/192. N.o 168. 20.3.84. Cerámica. F-6. 127/82/173. N. o 169. 21.3.84. Cerámica. F-7. 44/30/230. N. o 170. 21.3.84. Cerámica. F-7, dentro da cámara (peneira). z: ± 225. N. o 171. 22.3.84. Frag. muiño. K-6, coraza. 150/140/198. N. o 172-174. 23.3.84. Cerámica. Sector F-6/7, por fora da cámara (peneira). z: ± 230. N.O 175. 27.3.84. Muiño. 1-5.160-100-114. N. o 176. 27.3.84. Pedra con coviña. K-9. 120/120/198. N. o 177. Pedra con coviñas. L-10. 100/175. Atopada na superficie da coraza con posterioridade ó remate da excavación. Materiais do sondeo de 1977 As seguintes pezas foron atopadas por membros do Teleclube de Leiro nun sondeo efectuado na zona da cámara. 77-1. Lámina apuntada. 77-2. Punta de frecha. 77-3. Dez fragmentos de cerámica (pertencentes ó recipiente n. o 1), ademáis dun cacho de tella curva.

2.

Catálogo

Industria lítica Pedra pulida N. o 36. (Fig. 11) Machado, tipo 11. Lonxitude: 133 mm. Anchura: 54 mm. Espesor: 31 mm. Peso: 370 gr. Localización: H-4. Material: rocha metamórfica. Forma xeral: subtriangular. Caras: planas. Lados: planos e rectos. Aristas: converxentes e sinuosas. Zona activa: convexo-simétrica. Gume: convexo-simétrico. Talón: truncado. Sección transversal: rectangular. Técnica: bon pulimentado en toda a peza agás nalgunhas zonas das suas caras. N. o 37. (Fig. 11) Machado, tipo 11. Lonxitude: 124 mm. Anchura: 58 mm. Espesor: 36 mm. Peso: 396 gr. Localización: H-6. Material: rocha metamórfica. Forma xeral: trapezoidal. Caras: curvas e convexas. Lados: planos e curvos. Aristas: converxentes e curvilíneas. Zona activa: convexo-simétrica. Gume: convexo-simétrico (semicircular). Talón: recto. Sección transversal: oval. Técnica: bon pulimento nas caras; máis tosco nos lados. Observacións: conserva en perfecto estado o gume. N. o 122. (Fig. 12) Machado, tipo 1. Lonxitude: 103 mm. Anchura: 35 mm. Espesor: 32 mm. Peso: 195 gr. Localización: H-5. Material: xisto. Forma xeral: rectangular. Caras: curvas e convexas. Lados: planos e rectos. Aristas: paralelas. Zona activa: convexo-simétrica. Gume: rectilíneo. Talón: truncado. Sección transversal: cadrada. Técnica: bon pulimento.

126


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

N. o 107. (Fig. 12) Aixola, tipo lIa. Lonxitude: 35 mm. Anchura: 22 mm. Espesor: 8,5 mm. Peso 8 gr. Localización: L-5. Material: fibrolita. Forma xeral: triangular. Caras: planas. Lados: lineais. Aristas: converxentes e curvilíneas. Zona activa: asimétrica. Gume: convexo-simétrico. Talón: apuntado. Sección transversal: biconvexa. Técnica: pulimento moi coidadoso. Observacións: perfecta conservación do gume. N. o 106. (Fig. 12) Fragmento de pedra pulida. Dimensións: 55 x 25 x 24 mm. Localización: L-5. Material: rocha metamórfica. Descripción: ten forma triangular e pulimento nas tres caras, as cales presentan unha superficie irregular. Nunha das caras maiores obsérvanse varias estrías correndo en sentido lonxitudinal e outras menos nidias, dispostas transversalmente a aquelas. N. o 108. (Fig. 12) Cilindro de pedra. Lonxitude: 116 mm. Anchura: 52 mm. Espesor: 46 mm. Peso: 459 gr. Localización: LA. Material: cuarcita. Descripción: trátase dunha peza pulimentada de forma case cilíndrica, cunha faceta plana que presenta ó tacto un aspecto máis rugoso do que o resto da peza. Ambolosdous extremos do cilindro están someramente alisados namentras que se detecta unha faixa correndo lonxitudinalmente na parte convexa do cilindro a cal amosa un pulimentado moi cuidadoso (¿desgaste ou restos do pulimento orixinal?).

Pedra tallada N. o 110. (Fig. 13) Lámina. Lonxitude: 77 mm. Anchura: 29 mm. Espesor: 7 mm. Peso: 14 grs. Localización: 1-5. Material: sílex. Descripción: trátase do fragmento distal dunha lámina sen retoques, anque os gumes presentan lascados indicativos dunha posible utilización. N. o 111. (Fig. 13) Microlito xeométrico. Lonxitude: 23 mm. Anchura: 12 mm. Espesor: 2,5 mm. Localización: 1-5. Material: sílex. Descripción: trapecio simétrico (fáltalle un extremo). Retoque: abrupto, directo e contínuo. N. o 11"2. (Fig. 13) Punta de frecha. Lonxitude: (está rota) 35 mm. Anchura: 26 mm. Espesor: 6 mm. Peso: 4 gro Material: sílex. Localización: K-3. Tipo: triangular de base triangular de bordes cóncavos. Retoque: plano, bifacial, invasor e contínuo. N. o 123. (Fig. 13) Punta de frecha. Lonxitude: 38 mm. Anchura: 21 mm. Espesor: 5 mm. Peso: 3 gro Material: cuarzo. Localización: 1-5. Tipo: triangular, de base triangular de bordes rectos. Retoque: plano, bifacial, invasor e contínuo. Os lados da base están definidos por sendas fracturas. N. o 77-2. (Fig. 13) Punta de frecha. Lonxitude: 33 mm. Anchura: 19 mm. Espesor: 5,5 mm. Peso: 1,7 mm. Material: cuarzo. Tipo: triangular de base triangular de bordes rectos. Retoque: plano, bifacial, invasor e contínuo. N. o 77-1. (Fig. 13) Lámina apuntada. Lonxitude: 95 mm. Anchura: 16 mm. Espesor: 8 mm. Peso: 11,5 gro Material: sílex. Retoque: semiabrupto nos tercios proximal e medial, abrupto no distal, directo, profundo e contínuo. Descripción: trátase probablemente dun perforador sobre lámina. N. o 25. Resto de talla. Dimensións: 16 x 10 x 7 mm. Material: cristal de rocha. Localización: sector NE. Descripción: trátase probablemente dun fragmento de prisma de cuarzo, posúe algunhas pequenas extraccións. N. o 35. Lasca simple. Dimensións: 30 x 21 x 7 mm. Material: cuarzo leitoso. Non presenta retoques. Localización: H-9. 127


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Outros N. o 24. (Fig. 14) Fragmento de coio. Dimensións: 54 x 35 x 26 mm. Localización: sector NE. Material: cuarcita. Descripción: pequeno cacho dun coio roto recentemente. Presenta unha serie de facetas naturais sen que se aprecien trazas de utilización na parte conservada ¿pulidor? N. o 27. (Fig. 14) Disco. Diámetro maior: 42 mm. Diámetro menor: 37 mm. Espesor: 10 mm. Peso: 25 gr. Localización: J-9. Material: xisto micáceo. Descripción: o obxecto ten sido toscamente conformado por talla, aproveitando a natural exfoliación da rocha e, nalgunhas partes da periferia e das caras, pulimentado. N. o 26. (Fig. 14) Coio. Dimensións: 96 x 51 x 39 mm. Localización: G-9. Material: granito. Descripción: non presenta traza algunha de acción humana. N. o 31. (Fig. 14) Movente. Dimensións: 159 x 117 x 59 mm. Material: gneis granítico. Localización: L-5. Descripción: presenta unha cara desgastada por abrasión. Esta é diferencial, en función das fondas veas que sulcan a rocha nesta cara. Probablemente aproveitouse esta circunstancia para aumenta-la fricción co correspondente durminte. N. o 119. (Fig. 14) Movente. Dimensións: 185 x 95 x 50 mm. Material: granito. LocaIización: H-6. Descripción: a peza ofrece unha cara rillada por abrasión. Na sua parte central presenta unha leve cor bermella e algúns puntos desta mesma cor no fondo dos poros da mesma. Examinados estes últimos mediante unha lupa de 15x observouse que estaban compostos poia acumulación de po moi fino da devandita cor, probablemente evidencia dun labor de esmiuzamento de hematites levada a cabo con este útil. N. o 109. (Fig. 15) Durminte. Dimensións: 260 x 170 x 130 mm. Material: granito. Localización: L-5. Descripción: trátase do fragmento dun muiño empregado polas duas caras ata a sua virtual inutilización. Os bordos están conseguidos mediante talla. N. o 171. (Fig. 15) Durminte. Dimensións: 260 x 190 x 140 mm. Material: granito. Localización: K-6. Descripción: é probablemente do mesmo tipo e características có n. o 175, anque aquí trátase dun fragmento. O igual que naquel a zona anexa á bacía áchase alisada. N.O 175. (Fig. 16) Durminte. Dimensións: 640 x 380 x 130 mm. Material: granito. Localización: 1-5. Descripción: ten unha forma xenéricamente rectangular, cunha bacía central de forma ovalada e superficie con trazas de repicado. Dita bacía está Iixeiramente desprazada cara un dos lados menores que están sumariamente alisados. Tódala periferia do muiño presenta unha talla sinxela co gallo de conferirlle a forma desexada. N. o 2. (Fig. 17) Pedra con coviña. Dimensións: 250 x 170 x 00 mm. Material: granito. Localización: superficie. Descripción: presenta nunha das suas caras maiores unha coviña de forma oval irregular que mide 60 mm. de diámetro máximo por 53 mm. de diámetro mínimo, e unha fondura de 12 mm. Non se detectan trazas craras de calquera outra manipulación. N. o 176. (Fig. 17) Pedra con coviña. Dimensións: 265 x 230 x 100 mm. Material: granito. Localización: K-9. Descripción: a pedra posúe unha forma xenéricamente triangular, conseguida mediante a tosca labra de dous dos seus lados. Na sua cara superior (segundo se dispuña no túmulo), presenta unha coviña oval, cuns diámetros de 95 x 80 mm. e unha fondura de 17 mm. N. o 177. (Fig. 18) Pedra con coviñas. Dimensións: 260 x 250 x 90 mm. Material: granito. Localización: L-10. 128


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

Descripción: pedra de forma aproximadamente cuadrangular que presenta nunha das suas caras unha grande fractura. Na parte non afectada por ésta ten catro coviñas, tres en liña e a cuarta en ángulo recto (a maior mide 47 mm. de diámetro por 9 mm. de fondura e a menor 29 x 8 mm.). Os bordos da pedra están someramente tallados e nun deles existen outras duas coviñas en liña (35 x 7 e 39 x 6 mm. respectivamente). Todas elas están feitas por percusión e presentan un contorno oval. Cerámica A orde seguida na relación dos materiais cerámicos non corresponde á do Inventario, senón á descripción dos cinco recipientes definidos a partir dos restos atopados. N.O 1. (Fig. 19) Recipiente fragmentado en 26 anacos, incompleto. A sua reconstrucción púdose facer gráficamente (Fig. 20). A. Dimensións. 1> bordo: ± 165 mm. 1> corpo: ± 200 mm. Altura: =F 155 mm. Sección: 5-11 mm. B. Formas. Bordo: 1.5. Redondeado convexo. 2.1. Recto. Corpo: Liñas simples. Convexa. Base: convexa. Tipo: 1.3.B. Simple-convexo, pechado e medio. C. Factura. Técnica: manual. Desgrasante: cuarzo-mica, medio-fino. Pasta: homoxénea e compacta. Superficie: exterior engobe; interior, alisado tosco. Cocción: oxidante contínua irregular. Cor: ocre-parda. E. Conservación: regular, con desconchados de superficie e rodamento das fracturas. F. Observacións. Dos vinteseis fragmentos de que se compón, dez corresponden á derradeira intervención na cámara no ano 1977. Os dazaseis restantes foron atopados na excavación propiamente dita (n. o 1, 6-7, 12-13, 18-19,21-23,32-33,86, 103, 113 e 169). O único fragmento do bordo asoellado é o n. o 23. A totalidade dos fragmentos proceden, de zona remexida e sen valor estratigráfico, ainda que se pode supoñer a sua orixe no interior da cámara. N. o 2. (Fig. 21) Recipiente incompleto e fragmentado en dazasete anacos, reconstruible hipotéticamente. A. Dimensións. 1> bordo: ± 110 mm. Altura: ± 48 mm. Secoión: 5-7 mm. B. Formas. Bordo: 1-5. Redondeado convexo. 2.6. Curvado aberto. En baquetón, de orientación aberta. Corpo: liñas simples, convexa. Base: posiblemente convexa. Tipo: 1.1.C. Simple-convexo, aberto e baixo. C. Factura. Técnica: manual. Desgrasante: cuarzo-mica, fino. Pasta: homoxénea e compacta. Superficie: exterior bruñida; interior alisado. Cocción: reductora, discontinua irregular. Cor: parda escura. E. Conservación. Regular, moi fragmentado. F. Observacións. Este grupo de anacos apareceron nunha área restrinxida, no exterior da cámara (lado NO, cuadrícula F-7). Abrangue os fragmentos 124 a 141. Hai dous fragmentos do bordo (n. o 124 e 125) e outro que conserva un resalte horizontal na superficie (n. o 126). N. o 3. Recipiente incompleto e moi fragmentado, composto por dazaseis anacos de reconstrucción imposible. A. Dimensións. Sección: 8-10 mm. C. Factura. Técnica: manual. Desgrasante: cuarzo-mica, medio. Pasta: homoxénea e pouco compacta. Superficie: exterior alisado tosco; interior alisado fino. Cocción: irregular. Cor: exterior ocre; interior parda. E. Conservación. Moi fragmentado, de superficie desconchada e fracturas irregulares. F. Observacións. Anacos atopados xunto cos do recipiente n. o 2, na cuadrícula F-7. Abrangue os n.o 142-169 e 172-174. 129


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

N. o 4. (Fig. 21) Recipiente incompleto, fragmentado en 58 anacos, de moi difícil reconstrucción. A. Dimensións. Sección: 6-8 mm. B. Formas. Bordo: 1.5, redondeado convexo. Corpo: liñas simples, convexa. Tipo: posiblemente 1.3. simple-convexo pechado. C. Factura. Técnica: manual. Desgrasante: cuarzo-mica, fino. Pasta: homoxénea e pouco compacta. Superficie: exterior alisado fino; interior alisado tosco. Cocción: reductora, continua regular. Cor: parda escura. E. Conservación. Regular, moi fragmentado. F. Observacións. Estes 58 anacos teñen aparecido nunha área ben delimitada, correspondente ó plano inclinado que da acceso ó corredor intratumular desde o exterior, por enriba do túmulo, no seu ángulo SE. No Inventario correspóndenlle os n. o 38-85, 99102, 114-118 e 120. O n.o 115 é o único resto do bordo. N. o 5. Recipiente incompleto e fragmentado en 27 anacos.

A. Dimensións. Sección: 4-6 mm. B. Formas. Bordo: 1.5. labio redondeado. 2.6. unión curvada aberta. Corpo: liñas compostas. C. Factura. Técnica: torneado. Desgrasante: cuarzo-mica, fino. Pasta: moi homoxénea e moi compacta. Superficie: alisado fino, bruñido no exterior. Cocción: reductora regular. Cor: gris-parda. E. Conservación. Regular. F. Observacións. Recipiente moi fragmentado e espallado por tódalas capas de violación. Corresponde, seguramente, a un prato ou fonte, feito a torno. Os n. o do Inventario son: 3-5, 8-11, 16-17,20,28,30,34,87-94, 104, 168, 170 e 172-174.

APÉNDICE 11. SOBRE A DATACiÓN RADIOCARBÓNICA Ram6n Fábregas Valcarce . 1.

Descripción da mostra e resultado

O material sometido á analise radiocarbónica apareceu na parte inferior do nivel b (z: 135), dentro do corredor intratumular, formando parte dunha mancha de terra oscura con gran cantidad de miúdos fragmentos de carbón (Fig. 10), entre os cales púdose recoller un bloque que logo dunha limpeza sumaria da terra e raíces misturadas resultou unha mostra de madeira carbonizada de 12,5 grs. que foi enviada ó Instituto de Química Física «Rocasolano», onde tras procederse a unha ulterior tarefa de peneiración e limpeza por medio de ácido clorhídrico e hidróxido sódico amostra ficou reducida a tan só 1,8 grs., que o Dr. F. Alonso considerou insuficiente para proceder á analise radiocarbónica no seu laboratorio polo que, seguindo a sua suxerencia, foi remesada ó Centrum voor Isotopen Onderzoek (Groningen) onde con data 6 de Maio de 1987 o Dr. W. G. Mook fíxonos saber que a estimación da antigüedade da mostra era de 4.300 ± 60 bp (GrN-14328).

2.

Consideraci6ns arqueolóxicas

No momento de proceder ó estudo desta datación radiocarb6nica ha; que ter en conta que ésta é a única que se coñece para a mámoa 6 de Os Campiños, o cal fai que desde un principio as consideraci6ns feitas sobre ese resultado deban ter necesariamente un carácter provisorio ata que estean disponibles novas datas para este mesmo monumento ou outros semellantes no Noroeste.

130


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

Os carbóns sobre os que se levou adiante a análise radiocarbónica foron recollidos nunha das camadas que pecharon o corredor intratumular, e polo tanto existe a posibilidade de que esa materia orgánica viñera xunto coas terras que encheron o devandito corredor. Se isto fose asi, a mostra indicaría unha actividade anterior no tempo ó proceso de peche do monumento. Non embargantes, coidamos que razóns arqueolóxicas e a evidencia estratigráfica falan máis ben a prol dunha deposición dos carbóns simultánea ca oclusión do corredor intratumular. En primeiro lugar a mostra se recolleu nunha área de certas dimensións e cunha densidade bastante homoxénea de carbóns, o cal fai pouco probable que chegase nun capacho ou paletada de terra. Un problema de diferente cariz ven dado pola presencia de raiciñas no medio dos carbóns, as cales poderían ter aportado elementos orgánicos susceptibles de altera-la radioactividade orixinal da mostra, provocando un rexuvenecemento désta. Esta é unha hipótese que non podemos descartar sen máis, malia as sucesivas limpezas mecánicas ou químicas, pois carecemos de outras análises que nos permitan aquilatar a data que agora estamos a discutir. O resultado obtido en Campiños 6 é con todo coherente cas escasas datas que se coñecen para sepulturas de corredor no Noroeste peninsular: na mámoa 1 de Cha de Parada (N. de Portugal) (JORGE e BETTENCOURT, 1988, 113) fíxose unha análise sobre unha mostra extraída do solo antigo ubicado baixo o túmulo, datando post quem a construcción do monumento cara ós mediados do 111. o milenio (22). No sepulcro de corredor de As Pereiras (Pontevedra) obtívose unha data a partir de carbóns atopados entre as terras do túmulo que deu un resultado de 4850 ±210 bp (GaK-11821) (PEÑA, 1985-1986, 11), bastante problemático a tenor da procedencia estratigráfica da mostra analizada, que non descarta a sua precedencia no tempo verbo da construcción do túmulo, e por outra banda debido a que o laboratorio que suministrou esta única data para As Pereiras ten amosado resultados máis elevados do previsto (FÁBREGAS, 1988; GON<;:ALVES, 1984, 42; JORGE, 1985, 183). En calquer caso, a cronoloxía absoluta apuntada para o período terminal de Os Campiños non desentona das mencionadas máis arriba, que se corresponderían máis ben co inicio da actividade nos respectivos monumentos. Finalmente, hai que salienta-Io feito de que o campaniforme ou materiais indicativos dunha datación máis serodia están ausentes nos Campiños a pesares da intensidade da excavación levada adiante. A presencia de cerámica campaniforme en xacementos da veciña península da Barbélnza coma Os Pericos (CRIADO e VÁZQUEZ, 1981,39-48) ou Cova da Moura (FUENTE, 1988,232-233), falaría a prol do abandono da actividade funeraria en Os Campiños 6 na data suxerida polo Carbono 14, é dicir aproximadamente uns dous séculos denantes da expansión do campaniforme no territorio galego, que se produz cara ó remate do 111. o milenio (en datas convencionais).

3.

Calibración da data

Temos procedido a correxi-Ia data radiocarbónica convencional, segundo a curva de calibración de Pearson (23), manexando un intervalo de confianza correspondente a 2a (95,4 %). O resultado foi 3080 (2915) 2705, representando o valor entre paréntesis o punto. onde a curva de calibración foi cortada pola media da data convencional, namentras as outras cifras corresponden respectivamente ós márxenes máximo e mínimo resultantes da calibración da data convencional cun intervalo de confianza igual a 2a (24). En resume, habería que concluir tra-Ia aplicación da curva de Pearson que a data real do peche do monumento megalítico de Os Campiños 6 se tería producido con gran probabilidade dentro dos dous primeiros séculos do 111. o milenio. (22) (23) (24)

o resultado foi 4610 ±45 bp (ICEN-173) (Fábregas, 1988). Curva promediada ventenal (Pearson et al/H, 1986, 911-934). Quero agradecer ó Sr. Elías Berriochoa Esnaola, dos Servicios Estadísticos do Banco de Comercio, as suxerencias aportadas neste traballo. 131


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

APÉNDICE 111. CONSOLIDACiÓN F. de la Fuente Andrés. Dende o mesmo momento no que se plantexara a excavación de Os Campiñas 6, a consolidación figurou como un dos obxectivos básicos da intervención arqueolóxica. Estimamos ademáis que existían suficientes elementos como para aborda-la sua consolidación, tratando de garda-Io equilibrio co entorno. A excavación e o estudo foron revelando as estructuras arquitectónicas, as técnicas de construcción e o seu proceso de paulatino deterioro. A partir destes datos, a tarefa plantexouse nun triple sentido: A. B. C.

A anta As estructuras tumulares. Revalorización do conxunto.

Parte dos traballos de consolidación se efectuaron na última fase da propia excavación (os que afectaron á cámara e a parte do corredor intratumular), e o resto realizáronse en Setembro de 1984 (25). Este labor ven documentado na figura 24 que recolle pormenorizami mil

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: ¡·l i¡l~n f.l ~: ¡ :¡ ¡ !¡ :!¡~ ¡: ¡: Figura 24.

(25)

132

Planta da consolidación.

Proxecto dirixido polo que suscribe, con autorización da Subdirección Xeral do Patrimonio Artístico e Monumental da Xunta de Galicia, no 25 de Setembro de 1984. Contou ademáis ca colaboración do Excmo. Concello de Rianxo.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Riémxo)

damente os diferentes aspectos da intervención, asi como polas fotografías ás que se alude no texto.

A Anta A excavación tiña amosado a existencia dunha construcción megalítica no centro do túmulo, composta por cámara e corredor corto, diferenciados en alzado pero non en planta (v. cap. 111.2). Orixinariamente o conxunto constaba de 16 ortostatos, non conservándose das cubertas máis que a correspondente ó corredor, se ben fragmentada. A altura total debía acadar os 2,4 m., sen a cub~rta, se partimos das dimensións do chanto n. o 12, único conservado completo (Figs. 7 e 8). O longo do tempo, e como consecuencia das sucesivas intromisións humanas, a anta sofrira graves alteracións, estando afectados, en diferente grado, tódolos ortostatos. Somentes seis deles ficaban in situ (n. o 1-6), tres máis permanecían no interior da cámara pero tirados da sua posición orixinal (n.o 7, 8e 12), e todo o lateral Norde do corredor (n.o 15 e 16) caera vencido sobor do lado Sur (Lám. VII). Non embargantes foi posible documenta-la posición correcta dos chantos derrubados, así como a ubicación daqueles ausentes, gracias ás zanxas de implantación practicadas no xabre da base polos constructores, correspondentes ós n. o 7-11 e 13 (v. Fig. 3; Lám. VIII). Esta circunstancia permitiu a reconstrucción da anta, seguindo os criterios e os materiais orixinarios. Así, os ortostatos tumbados foron novamente ergueitos, e os ausentes sustituídos por outros novos, tirados aproveitando as diaclasas existentes nos rochedos graníticos das abas do veciño Lioira, seguramente as mesmas canteiras naturais empregadas polos constructores. Estes chantos, despois de escollidos e transportados, foron levemente retocados a pe de túmulo e a continuación colocados na zanxa de implantación, seguindo a imbricación do conxunto, asegurándoos mediante cuñas e un contraforte externo (Fig. 24-E; Lám. XVI). Finalmente, para diferencialos dos ortostatos orixinais, foron sinalizados cunha incisión no extremo superior da cara interna, de tres centímetros de diámetro por outros tres de fondura, recheada de seguido con pasta branca. A altura destes novos soportes é intermedia entre a do chanto n.o 12 e a do resto dos chantos orixinais (arredor de 1,2 m.), de forma que a restitución atinxe fundamentalmente a pranta do conxunto, manténdose intactos os elementos orixinais. As estructuras tumulares As necesidades de excavación obrigaran a efectuar os correspondentes cortes estratigráficos na masa tumular, da que foi preciso retirar algunha pedra da coraza. En consecuencia procedeuse a cubri-Ios cortes ata o seu nivel orixinal (Fig. 24-8). Na mitade Oeste do túmulo, non excavada, tamén se procedeu a regulariza-la superficie exterior, recompoñendo o seu volume anterior (Fig. 24-G). Para protexe-Ia terra dos arrastres meteorolóxicos sementouse herba, tipo Ray Gas inglés, pranta herbácea cunhas características ben adaptadas á edafoloxía e climatoloxía do lugar. Con este procedemento consíguese que a mámoa sobrancee nidiamente na paisaxe polo seu volumen Iimpo, sendo protexida por un elemento natural, sen necesidade de introducir elementos alleos (Lám. XVII). Na mitade oriental do túmulo, onde se efectuara unha excavación intensiva, tíñase comprobado a existencia de estructuras tumulares complexas: un corredor intratumular, un anel perimetral e unha coraza lítica. Propuxémonos conservalos ó descuberto, pero ca suficiente protección. O corredor intratumular conservábase básicamente intacto, agás un pequeno tramo derrubado no lado Norte, precisamente o que empataba co corredor da anta. Aquí foi preciso recolocar un murete de mampostería seca, perfectamente diferenciable do resto pola sua especial técnica constructiva (Fig. 24-E; Lám. XVIII). 133


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

o trazado do anel perimetral somentes se interrumpía na cuadrícula J-9, a consecuencia da zanxa de violación descrita máis arriba (v. cap. 111.1), polo cal foi moi sinxela a restitución do seu perfil, empregando as mesmas pedras existentes nas inmediacións (Fig. 24-0). A coraza superficial xa se tiña definido durante a excavación como unha estru'ctura discontínua, afectada ademáis polas violacións e a repoboación forestal. De cara á sua restitución o primeiro paso foi recoloca-Ias suas pedras nas zonas afectadas polos cortes estratigráficos, así como pola zanxa de violación no sextor NE (Fig. 24-8 e O). Outro problema radicaba nunha pequena zona do sector SE (I/J-3/4) na que a coraza se estructuraba a base de pequenas pedras tomadas con barro, que se atopaba en mal estado por mor da cuberta vexetal, facendo preciso restaurala co mesmo tipo de elementos (Fig. 24-C). Oerradeiramente, foi necesario efectuar un tratamento do perímetro exterior da cámara, que fora afectado pola excavación ata a rocha nai. O desnivel existente entre a cota culminante do túmulo e os chantos in situ pero fragmentados (n. o 4-6), aconsellou salva-lo gradiente con tres escalóns sucesivos, sinalizando con liñas de mirto, posibilitando a visión da anta. Revalorización do conxunto De cara a acadar unha rentabilidade didáctica dos resultados das excavacións, in situ, ó tempo que se garanta a conservación do xacemento, levamos a cabo unha serie de traballos que permitisen a visita e circulación arredor e sobor do túmulo. Reserváronse uns espacios para circulación, precisamente sobre os testigos da excavación e no perímetro da cámara, zonas de paso que van sinalizadas mediantes setos de mirto (Lám. XIX). Igualmente no lado Oeste da mámoa, o seu perímetro foi delimitado por outro seto de mirto. Toda esta laboura debía ser completada, evidentemente, co correspondente desemolo dun sistema informativo, tendente a potencia-lo carácter didáctico da visita ó xacemento, traballo que agora agardamos se poda acometer polos organismos competentes. Ademáis, esta intervención de consolidación está pensada cun criterio de continuidade, máxime cando se está a empregar materiais naturais como a terra, a herba ou o mirto, que esixen unha sinxela pero periódica actividade de mantenemento. Os criterios básicos, pois, teñen sido o respeto ós elementos orixinarios, a perfecta diferenciación dos de nova implantación, a procura da integración e nunca da reinvención e, en todo caso, a reversibilidade de toda a intervención (Lám. XX). Como fondo desta cuestión subxace o problema da conservación do Patrimonio Arqueolóxico, como parte integrante do máis amplo patrimonio cultural, problema tratado en varias convencións internacionais (26), así como reflexado xa na nosa recente lexislación (27). Pero, ademáis, como profesionais somos conscentes da especial indefensión dos xacementos arqueolóxicos, unha vez excavados; é xa un tópico que toda excavación comporta unha destrucción. Emporiso coidamos que éstes deben ser especialmente protexidos despois do proceso de excavación, tentando sempre que sexa posible a restitución dos elementos afectados a consecuencia daquel, así como das estructuras susceptibles de reintegración cos mesmos elementos orixinais atopados. Igualmente coidamos que o arqueólogo debe dar alternativas axeitadas a cada caso. Non cabe dúbida que este patrimonio que nos foi legado, non pode poñerse en perigo ca mera excusa da investigación: unha vez efectuada ésta, o xacemento pode recuperar o seu equilibrio natural, para que aterra

(26) (27)

134

Convenio Europeo para a protección do Patrimonio Arqueolóxico (Consello de Europa) Londres 1969. Ratificado por España en 1975. Este texto é desenrolo do Convenio Cultural Europeo de París, 1954; Convención sobor da protección do Patrimonio Mundial cultural e natural, UNESCO, 1972. Lei 16/85 do Patrimonio Histórico Espafíol, Tít. V., Do Patrimonio Arqueo/6xico.


Excavación da memoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

siga a conservar aquelo que agachou durante milenios. Non embargantes, son pouco frecuentes as intervencións deste tipo (28), e non existe unha metodoloxía desenrolada sobor desta cuestión (29).

APÉNDICE IV. RESÚMENES Surnrnary The megalithic cemetery of 05 Campiños is placed on a flattened surface that lies by the southern slope of mount Lioira (Rianxo, La Corunna) (Lám. 1). This necropolis is composed of six mounds, roughly aligned on a N-S direction, showing a different state of preservation. Befare the current archaeological works, excavations took place in a number of monuments that still remain unpublished. As a first measure before starting the diggings, 50 me trees and the thick bush covering the mound number six had to be cut. Afterwards, a squared grid was set, divided in smalIer squares 2 m. wide, which were to be the framework used in the design of the structures and the location of the finds as well. A definite aim of this excavation was the study of the monument as a whole. To that purpose, a extensive digging of the Eastern half of the mound was carried out, together with the opening of two trenches following the N-S and E-W axis, respectively, 50 that a thorough knowledge of the surface features and the stratigraphic composition of the megalith could be achieved (Fig. 3). Also, the chamber, passage -badly affected by earlier plunderings- and related structures were uncovered. The mound is composed of two main layers of earth (5a and 5b) (Figs. 4-5) with slight diferences in colour and compactness. The exterior is covered by a cuirass of stones that are denser and better arranged in the Eartern part than in the West where this is reduced to no more than a single stone-ring encircling the perimeter of the mound, probably because of the gentler gradient of the Western half. The chamber was raised approximately in the center of the tumulus and was in an extremely ruined condition, due to the successive violations (Lám. VII). In spite of that circumstance, there may be reconstructed as a passage grave, possibly composed of sixteen orthostats; whereas the main capstone has disappeared, that covering the passage is preserved, though broken (Fig. 6). The chamber's floar showed a number of cupmarks and, near the entrance, a sort of threshold, crossed by a groove (Lám. X). A remarkable feature has been discovered just outside the end of the passage, there consists in a kind of corridor (corredor in tratumular) , cut through the mound and marked on one side by a shabby stone wall, while the other is defined by the cuirass bending down steadily from its upper level (Figs. 9-10). The obvious function of this corridor islinking the conjunct chamber-passage with the outer reachs of the mound. In a certain mament, da-

(28)

Efectivamente, ata datas moi recentes non eran moi habituais as intervencións de consolidación de xacementos arqueol6xicos excavados, agás dos grandes conxuntos urbáns ou monumentais. Moito menos frecuente era, ainda, a publicación déstas. A modo de exemplo, recollemos algunha aplicada específicamente á consolidaci6n de xacementos megalíticos (as tres primeiras son anteriores á intervenci6n en Campiños 6, e o resto posteriores): Sobrino 1954-55; Apellániz e Fernández, 1978, 141-228; Cunha e Silva, 1982,32-33; Cruz, 1987, 82; Sanches et alíí, 1987, 100-101; Fabián, 1988,41-42. Igualmente o propio caso de Os Campiños ten sido obxeto dunha nota preliminar: Fuente Andrés, 1988,

361-368. (29)

A modo indicativo recollemos algunhas publicaci6ns que tratan temas epistemol6xicos ou metodol6xicos ainda que non referidos 6 caso concreto do megalitismo: Beltrán, 1981, 55-68; Martfn Bueno, 1985,61-68; Sanz e Cabrera. 1984. 445-454.

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R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

ted by the C 14 around the 2.300 b.c. This structure was filled up with stones and earth. Only pottery sherds and stone tools were recovered in the course of the diggings and these materials fit well within the general trends of Galician megalithism. Among the first, a small bowl is noteworthy because of its being found behind the chamber in a \tery fragmented condition, together with another vessel suggesting the possibility of being a fu ndational offering, bearing in mind besides that the bowl is by no means frequent in Galicia. The group of stone artifacts: ground axes, arrow-heads, querns and flint blades is the usual in Galician megaliths. Particularly remarkable is the stratigraphic evidence obtained for the coexistence of trapezoidal microliths and triangular arrow-heads in a time that, after a C-14 date, may fall in the last third of the 3rd milenium b.c. Some objects like three stones bearing one or more cup-marks and a possible beatyl, could be c1assified under the somehow dubious label of ritual or votive items. The monument n.o 6 of Os Campiños, despite its ruinous condition, seems to lie among a group of Galician passage graves with fairly developed structures of access which appear to have known their floruit well inside the 3rd millenium, some being in use by the moment the Sell Seaker starts to spread through out the NW of the Iberian Peninsula. Unfortunately, we have no information as to the time in which Campiños 6 was erected, but possibly should not be drawn back much further than the middle of the 3rd millenium b.c. If calibrated with the bidecadal curve of Pearson eta/. (1986), the available date for the corredor intratumu/ar's c10sing will go back to a period ranging from 3080 to 2705 S.C.

Resumen La necróplis megalítica de Os Campiños se localiza en una dorsal aplanada que yace en la vertiente meridional del Monte Lioira (Rianxo, A Coruña), no lejos de la desembocadura del río Ulla. Esta estación se compone de seis túmulos, alineados aproximadamente en dirección N-S, en desigual estado de conservación, algunos de los cuales ya habían sido excavados con anterioridad aunque estos trabajos permanecen inéditos. El túmulo seleccionado para su excavación, debido a sus características externas, fue el n. o 6, del cual se conocían además algunos materiales. La metodología de la excavación exigió la limpieza de la densa cubierta vegetal existente en una amplia superficie que abarca en su interior el conjunto del monumento. A continuación se delimitó un cuadro de 24 m. de lado, dividido en cuatro sectores determinados por la intersección de los ejes N-S y E-O. La zona a excavar fue dividida a partir de esos ejes en cuadrículas de 2 x 2 m. que asimismo fueron utilizadas para el dibujo de las estructuras y la localización de los hallazgos. Objetivo prioritario de la excavación fue el estudio integral del monumento, para lo cual se excavaron en extensión los sectores SE y NE, además se realizaron dos cortes en profundidad siguiendo los ejes N-S y E-O, con lo cual se obtuvo un conocimiento amplio de las estructuras superficiales e internas así como la composición estratigráfica (Fig. 3). El túmulo tiene una superficie aproximadamente circular con un diámetro de 20 m., alcanzando una altura sobre el terreno cicundante que oscila entre 1,6 y 1,8 m. La estratigrafía revela que éste se compone fundamentalmente de dos capas de tierra (5a y 5b), recubiertas por otras (1-4) de origen antrópico (violaciones) o natural. A su vez se superponen a dos niveles (6 y 7) que evidencian una actividad relacionada con el momento de construcción (Figs. 4-5). Todo el monumento aparece delimitado por un anillo lítico perimetral y recubierto por una coraza de piedras de mediano tamaño e irregular distribución, siendo muy probable que en un principio abarcase fundamentalmente una corona en torno a la cámara además de un amplio sector de los cuadrantes NE y SE, estando ausente en toda la mitad occidental. La construcción pétrea se alza en el centro del túmulo y consta de cámara y corredor. 136


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

Posee una planta oval, abierta hacia el SE y, en el momento de la excavación, se hallaba en un estado ruinoso, como consecuencia de sucesivas profanaciones, de forma que tan sólo conservaba in situ los ortostatos correspondientes a su mitad Sur. A pesar de ello y gracias al hallazgo de las huellas de implantación de los soportes desaparecidos o removidos, ha sido posible reconstruir la planta y la disposición general del monumento que consistiría en una sepultura de corredor corto, diferenciado sólo en alzado, compuesta por un total de 16 ortostatos (Fig. 6). En el piso del sepulcro se documentó la existencia de una serie de orificios de diferente tipología y carácter, así como una estructura excavada en el suelo natural, en la línea de unión de la cámara con el corredor, a modo de solera. Conviene destacar la aparición de una estructura de acceso que continúa la orientación del corredor hacia el SE, abierta a través de la masa tumular desde las inmediaciones del anillo perimetral hasta la propia sepultura, a la cual sirvió también de cierre. Está delimitada en el lado NO por un verdadero muro de contención proyectado como continuación de la coraza superficial, mientras que en el lado opuesto su estructura es más sencilla. Este corredor intratumular constituye una solución constructiva peculiar documentada ahora para el NW peninsular. Los materiales recuperados en el curso de la excavación se corresponde"; con lo habitual dentro del megalitismo galaico: cerámicas y diversos utensilios de piedra. En cuanto a las primeras, se han definido cuatro recipientes originales del sepulcro megalítico, que corresponden genéricamente al grupo de formas convexas simples, entre las que conviene destacar el vaso n. o 2, un cuenco de características morfológicas y decorativas relativamente escasas en el NW peninsular, lo que unido a su localización fragmentaria en la parte posterior de la cámara, contribuye a sugerir su carácter de elemento ritual, quizás fundacional. Entre los útiles de piedra encontramos hachas de piedra pulida, puntas de flecha, molinos manuales y láminas de sílex. Hay que destacar la evidencia estratigráfica obtenida para la coexistencia de microlitos trapezoidales y flechas triangulares en un momento que según el C-14 puede corresponderse con el último tercio del3er milenio a.C. Algunos objetos como las tres piedras con cazoletas y un posible betilo, podrían ser clasificados dentro del apartado de elementos votivos o rituales. El túmulo n. o 6 de Os Campiños, parece encajar dentro de un grupo de sepulturas de corredor con estructuras de ac-eeso bien desarrolladas, las cuales deben haberse desarrollado dentro del 111 milenio a.C., llegando algunas de ellas a estar en uso durante el Calcolítico campaniforme. Sin embargo, todo indica que en nuestro caso la clausura del sepulcro debió producirse inmediatamente antes de la llegada al NW de la cerámica campaniforme, lo cual viene avalado por la ausencia de esta especie cerámica además de la fecha radiocarbónica obtenida en el nivel b del corredor intratumular. En definitiva, podemos considerar Os Campiños 6 como un monumento funerario construido y utilizado en el momento de pleno apogeo del megalitismo galaico, en una fase del Neolítico Final/Calcolítico Precampaniforme.

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R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Lámina 1.

Dorsal dos Campiñas desde a Lioira.

Lámina 11.

Anel corte Este.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

Lámina 111.

Corte Oeste.

Lámina IV.

Acción destructiva do arbolado na coraza.

139


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Lámina V.

Lámina VI.

140

Coraza a base de pedra miúda. Sector SE.

Camadas inferiores tras da cámara (5b, 6, 7).


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

Lámina VII.

Lámina VIII.

Vista na vertical da cámara.

Lado N. da cámara: negativos dos chantos e fochancas centrais.

141


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Lámina IX.

Vista do corredor intratumular desde a cámara.

Lámina X.

142

Soleira no acceso á cámara.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

Lámina XI.

Lámina XII.

Coviñas no chan da cámara.

Muiño encastrado na parede N. do corredor intratumular.

143


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

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Lámina XIII.

Corte transversal do corredor intratumular.

Lámina XIV.

Secuencia estratigráfica escalonada no extremo O. do corredor intratumular.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiñas (Leiro, Rianxo)

Lámina XV.

Lámina XVI.

Machado (n. o 36) in situ.

Colocación dos novos chantos.

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R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

Lámina XVII.

Consolidación. Vista xeral do túmulo desde o Sur.

Lámina XVIII.

146

Consolidación. Acceso e anta.


Excavación da mámoa 6 de Os Campiños (Leiro, Rianxo)

Lámina XIX.

Lámina XX.

Consolidación. Zona de circulación.

A consolidación, un ano despois.

147


R. FÁBREGAS VALCARCE e F. DE LA FUENTE ANDRÉS

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DEL ANÁLISIS DEL EMPLAZAMIENTO AL ESTUDIO DE LA DISTRIBUCION DE TÚMULOS EN EL NW.

JACOBO VAQUERO LASTRES

Departamento de Historia 1 Universidad de Santiago

Resumen: Continuando una serie de trabajos exponemos una propuesta de interpretación del emplazamiento de los túmulos megalíticos en el NW. Será argumentada en torno al registro de 86 monumentos sobre una superficie aproximada de 91 Km cuadrados localizada en la dorsal meridiana gallega. El análisis conjunto de la totalidad del área nos permitira extraer de dicho emplazamiento conclusiones directas sobre la distribución general de los yacimientos. Abstract: After the publication of anothers articles about this, we explain a propoasl about an interpretation of the megalithic mound's location in the NW Iberia. We have worked on a surface of 91 Km2 with 86 monuments in the mountain of the central regions of Galicia. The location's global analysis will permit an interpretation about the general distribution of these tombs.

Sobre la evidencia arqueográfica que nos proporcionó la prospección intensiva en la zona montañosa del Cordal de Montouto (VAQUERO, 1991 a ), cadena que forma parte de la dorsal meridiana gallega, hemos revisado y definido entre otros trabajos una serie de elementos que condicionan el emplazamiento de los túmulos (VAQUERO, 1989, 1900a, 1990b ) acercándonos a ellos como alternativa a los habitualmente referidos en los estudios que se preocupaban o manifestaban de manera directa o indirecta por la disposición de los túmulos en su entorno (,). En el presente escrito vamos a efectuar un cambio de escala en el cual retomaremos el análisis de la validez de esos presupuestos 'clásicos' en una superficie mayor. Al mismo tiempo expondremos nuestra aportación para la totalidad de la unidad de trabajo pero desde dos enfoques distintos. Pretendemos primero una crítica negativa de los factores más tópicos (apartado 1) para después examinar una posiblidad atrevida aunque sugerente: comprobar hasta que punto el análisis de la vinculación entre túmulos no sólo permite comprender el emplazamiento de túmulos a una escala exhaustiva y de detalle, sino incluso a nivel comarcal y general (apartado 2).

1.

Revisión de posiciones habituales sobre el emplazamiento tumular

En esta escala amplia, esos 'procesamientos científicos del espacio', cuyo ejemplo más señero es el consabido mapa geológico, nos ofrecen abundancia de (1)

Las referencias al emplazamiento son una práctica común desde los primeros autores como ya hemos señalado en artículos precedentes. Una presentación de esos «factores de emplazamiento» podría agruparlos en edafológicos, geológicos y relativos al relieve; todos ellos siguen apareciendo de una u otra forma en las síntesis actuales (RODRíGUEZ 1990: 41-42; FÁBREGAS 8' DE LA FUENTE 1988: 4; BELLO DIÉGUEZ et 8/1. 1987).

151


JACOSO VAQUERO L.ASTRES

2000m.

SERRA DA LOBA

152

O

~

10

12

14

16

1&

2Okm.


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

85,86

43'

... 79

77

78

43"

o

1KM

43"

SKM

5ERRA DA LOBA - CaRbAL DE MONTOUTa 8"00'

7°S2'

153


JACOBO VAQUERO LASTRES

representaciones. Vamos a tratar de mostrar como su empleo en la proposición de factores de emplazamiento a través de la verificación de una serie de regularidades de disposición, en muchas ocasiones es totalmente inútil, pero siempre es irrentable.

1. 1.

Túmulos, piedras y ciencia. ¿ La evidencia de la geología?

El ejemplo más claro de esto último y sobre el que ya insistimos cruelmente en los artículos arriba citados es la utilización de la distinción y posterior aprovechamiento del sustrato geológico como elemento explicativo de la elección del punto de disposición del monumento. Resulta de dudosa validez el seguir manteniendo sumisamente en el caso gallego viejas propuestas referentes a la distribución (LEISNER, 1956; LÓPEZ CUEVILLAS, 1959) ya un emplazamiento transportado de realidades incluso a veces radicalmente distintas (L'HELGOUACH, 1965; MOHEN, 1973). Por mínima que sea, la revisión los resultados nos alejan de dichas explicaciones. La superposición en la representación geológica de la distribución de monumentos de nuestra zona, podría mostrar unas correspondencias inmediatas como las siguientes:

N.O TÚMULOS

SUSTRATO pizarras-esquistos

.

neis glandular

.

26 22

granito

.

8

metagrauvacas feldesp .. : granodiorita precoz

.. ..

5 2

Aunque introdujésemos los metros cuadrados de superficie ocupada por cada tipo de roca, la conclusión de esa observación directa sería evidente: ... la mayoría de los túmulos se disponen sobre sustrato de pizarras-esquistos o de gneis glandular. Eso parece obvio. Tras esto, planteada de otra manera distinta, o desarrollando una argumentación más o menos detallada (que las hay) y por un der-rotero u otro, lo inadmisible sería decir que esto tiene algo que ver con el emplazamiento y la distribución; salvo la obviedad de que todo túmulo se construye sobre la tierra y toda tierra tiene un sustrato geológico. i No hay mámoas flotando! Toda relación real debería referirse a otros contextos y ser ahí analizada:

Geología como configuradora del relieve En numerosas ocasiones la relación que el plano indica entre un sustrato y un cierto número de yacimientos debe ser referida al relieve específico determinado por dicho sustrato. De este modo, la alineación de los túmulos de A Loba con la banda de esquistos es del todo falaz, en tanto que ésta se da entre el conjunto tumular y la concentración de la cresta que motiva dicho sustrato (las cimas más altas coinciden 154


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

con éste). Aunque menos ilustrativa, la disposición de los túmulos de A Reborica con respecto a la alternancia de metagrauvacas (grano fino) y en neis (grano grueso) se basa en lo mismo. Podríamos seguir planteando esta traslación geología-relieve en multitud de conocidos ejemplos: es evidente que un depósito terciario como el de As Pontes de García Rodríguez (MANERA BASA etal., 1979; BACELAR, etal. s. f.) da lugar a una amplia superficie llana susceptible de la construcción de mámoas (MACIÑEIRA, 1941, 1943-44); igualmente el relieve granítico suele ofrecer extensas y suaves penillanuras en las que resulta más posible levantar túmulos que en los escarpes calizos. Pero si no construyeron tumbas en las bandas metaugrauvacas no significa que los constructores tengan alergia a la roca (sin olvidar que en otras áreas no tiene por que haber sucedido así), y si no se hicieron sobre el granito de dos micas no significa que les parezca peor material que el otro. No sólo en esta zona, sino en varios casos dentro de nuestra experiencia de prospección en el fenómeno tumular gallego, hemos recogido un ejemplo muy ilustrativo de la situación descrita. A raíz de una mera constatación del aprovechamiento en el paisaje pudimos reconocer como se daba una curiosa correspondencia entre las explotaciones mineras de las graveras cuaternarias (2) y la localización de yacimientos tumulares. El razonamiento que desarrollamos al exponer tamaña relación está en realidad dentro del mismo orden empírico que el criticado arriba, pero bajo él subyace la siguiente traslación: APROVECHAMIENTO> GEOLOGIA > RELIEVE Es la forma de elevación suavizada de la gravera (que evidentemente encontramos en otros sustratos) lo que debemos tener en cuenta a la hora del análisis. Buscando causas últimas, en efecto se podría decir que existen ciertos casos de disposición en graveras, pero esto nunca ayudaría a comprender el emplazamiento. En este sentido hemos de atender a la geología como configuradora de relieve y olvidarnos de ella, en lo que a este punto se refiere, para explicar procesos culturales. Una vez que centremos ahí el análisis veremos su verdadera importancia en dicho proceso. No siempre las cimas tienen túmulos.

Geología como almacén de material constructivo Esta es obra de las 'argumentaciones populares': la supuesta cercanía a canteras yafloraciones, necesidad de material próximo y posteriores cálculos demográficos fruto de esas convicciones. Para nuestra unidad de estudio (y mucho me temo que para el resto en el NW) existen una serie de anotaciones previas. Ese supuesto problema de transporte tan sólo afectaría (de afectar) a las grandes cOnstrucciones megalíticas. La gran generalidad son

(2) En la propia Reboric8 (donde se disponen M 13-14-15), en As Pontes en el Cerr8do de Se8r8 (otros cuatro monumentos), en el ayuntamiento de Fr8des, en el Monte do Cruceiro (sobre 8 monumentos destruidos por la explotación).

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Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

estructuras internas para las que el movimiento de sus lajas no supondría mayor esfuerzo. Además de ello no debemos olvidar la existencia de estructuras no ortostáticas que también son túmulos emplazados (3). Toda nuestra unidad de estudio esta llena de afloraciones y, salvo que pretendiesen un dolmen de jadeita, el arco de elección es amplio y utilizado. De todas formas, lo más importante, es que a pesar de que eso fuese así, si esa 'asfixia' de material motivase que los holgazanes megalíticos situasen sus tumbas a dos pasos de las supuestamente escasísimas canteras; entonces deberíamos explicar, por ejemplo, la disparidad de opciones que nos muestra Galiñeiro, el que M 12 se sitúe en una banda de pizarras con afloraciones inmediatas y se coja granito de la dorsal contigua y que M 24 con material en grandes afloraciones y a escasos metros disponga de una cantera excavada pegada al túmulo.

Geología como soporte científico En realidad, es esa consideración del emplazamiento como proceso comprensible en un determinado contexto cultural lo que evita desde incorrectas interpretaciones estadísticas (en los esquistos hay más túmulos por que está la concentración de Galiñeiro; la responsabilidad es del conjunto tumular de Galiñeiro, no de los esquistos) hasta falsas consideraciones sobre la observación. Intentando vincular los túmulos a los aspectos que ofrece la geología reducimos de forma radical el interés que puede tener el material constructivo en sí, ya que éste sí puede jugar un papel simb61ico importante. La diferente elección de materiales, el granito (ir a por él en M12 a la dorsal paralela), el papel del cua'rzo en el megalitismo (4), etc., si es algo que debemos entender y valorar. Y sin embargo el estudio de su procedencia no tiene que ver en un emplazamiento determinado, ni siquiera condicionado, sino con una potenciaci6n de la monumentalidad tanto dentro del proceso de construcción como de la capacidad de estimulación en cuanto a la utilización (cuarzo). Nos reafirmamos en nuestra concepción de una geología monumentalizadora en todos los aspectos como ayuda de interés para establecer las regularidades definidoras del fenómeno tumular (CRIADO 1989).

(3)

(4)

Cada vez son más frecuentes estructuras pétreas, incluso ortostáticas, que no pueden ser consideradas megalíticas, ya no sólo en Galicia (CRIADO & VAQUERO MTBS, VAQUERO LASTRES 1991b, MT91; HIDALGO et all., s. f., etc.), sino el N de Portugal y Asturias (ARIAS CABAL & PÉREZ SUAREZ 1990). Ya no nos referimos sólo a su importancia para la percepción del monumento, sino a una posible significación simbólica específica. Un ejemplo nos lo ofrece As Pontes y su empleo concreto (mediante fractura específica de una serie de pedazos) para la elaboración de las hogueras que rodeaban la estructura interna de uno de los túmulos (VAQUERO MT891. Otro puede ser la presencia de pequeños fragmentos de dicho material en la base de los ortostatos de una gran cámara megalítica como es Forno dos Mouros en la sierra del Bocelo, sin que se tratase en absoluto de soportes ni otro tipo de elemento estructural (CRIADO & VAQUERO 1991al.

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Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

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JACOSO VAQUERO LASTRES

1.2.

Túmulos y aprovechamientos. Sus representaciones científicas

Algo parecido a lo anterior ocurre si revisamos a una escala mayor las concepciones del aprovechamiento agrícola desde una perspectiva científica particular. Utilizando sus representaciones de forma análoga, observamos el fenómeno con mucha mayor claridad. Cuando éstas se hacen sobre un desarrollo mayor en las disciplinas en las que se encuadran, nos resultan tanto más inútiles como apoyos. Son dos las representaciones de las que normalmente disponemos:

Clases agrológicas Atiende a la aptitud de las tierras para el cultivo. Estaríamos ante la circunstancia que reflejábamos arriba y ello lo podemos comprobar al superponerle la distribución de los yacimientos. A pesar de darse un cierto predominio de disposición de túmulos sobre las clases 6 y 7 (de escasa potencialidad agrícola), aparece un número muy importante en la clase 3, alguna en la clase 4 y hasta cinco ejemplos en la clase 2 (buena tierra para el cultivo) (5). y es que una cosa es lo que debería ser cultivado a juicio de los técnicos y otra lo que se cultiva dentro de una sociedad rural tradicional. Nos interesa señalar y retener el hecho de como nuestra observación descriptiva con criterios etnográficos ha sido desmembrada en 7 clases analíticas, muy rentables en el ámbito en el que fueron concebidas, pero desesperanzadoras e inútiles para nosotros.

Cultivos y aprovechamientos Este hecho se constata con muchísima mayor claridad si trabajamos con el mapa resultante de la distinción entre los distintos sectores y sus distintos aprovechamientos agrícolas. En él podemos distinguir toda una serie de actividades actuales que se llevan a cabo sobre el paisaje campesino pero que son de reciente introducción: repoblación y abandono del monte con la consecuente diversidad de la vegetación, praderías para el ganado (relacionado con la potenciación de la actividad ganadera, sobre todo la vacuna de producción lechera), etc. La puntualización temporal de la información presentada (elaborada sobre fotografía aérea) la convierte, en primer lugar, en confusa en tanto que las apreciaciones no serían las mismas veinte años antes de su elaboración, incluso tan sólo cinco años antes; el monte se convierte en pastos y repoblación, estos pastos se confunden con los anteriores (ganadería de apoyo) y se repueblan áreas antes dedicadas al cultivo de rozas. En segundo lugar la especificidad de las características detalladas no se puede apartar del contexto de la elaboración. Ni siquiera a un agricultor habitante de la zona le interesa especialmente la distinción entre el pino negral e insigne. De todas formas, en tanto que la representación es todavía fácilmente sinteti-

(b)

160

El catálogo de yacimientos ofrece información codificada en este sentido para la disposición de cada uno de ellos (VAQUERO MT88).


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

zable para nosotros, el mapa resultará de utilidad si es reanalizado como veremos en el apartado 2. 1.3.

Túmulos y topografía. La configuración del relieve: l factor de emplazamiento 7

La presencia de las mámoas tanto gallegas como portuguesas en los plateaux - chairas y penichairas ha sido normalmente simplificada, como venimos diciendo, como uno de los factores de emplazamiento más fiables. El tema ha sido puntualizado por nosotros mismos con anterioridad, sin embargo es preciso profundizar en él cuando ha de ser revisado el papel del relieve en una región tan amplia donde la variedad no puede ser explicada con particularismos. Debemos empezar considerando un presumible condicionante estructural que afecta a una de las regularidades más facilmente extensibles a la evidencia del registro en el fenómeno del NW: la oposición pendiente-llano.

¿ El relieve como condicionante estructural? Los yacimientos tumulares registrados en nuestra región suelen exigir una superficie llana o ligeramente inclinada para su construcción, de lo contrario se desmoronarían (6). Esto, aunque tiene importancia, no deja de ser más que una verdad a medias por tres motivos: A pesar de todo hay túmulos que se localizan en áreas con ligera pendiente lo que motiva, debido a la falta de una estructura que los contenga (anillo peristalitico, corona o coraza), que se desmoronen. Un caso prototípico fue el excavado en la Serra do Bocelo (PA 28) (CRIADO & VAQUERO MT88). Existen túmulos megalíticos dispuestos en pendiéntes pronunciadas. Han sido mayormente documentados en las grandes montañas del N de la Península en donde las dorsales de estribación nada tienen que ver con éstas, mientras que en las penillanuras terminales aparecían disposiciones similares a las gallegas (7). Una revisión bibliográfica y nuevos hallazgos de campo han mostrado la existencia en nuestra región de cámaras rectangulares de un diseño semejante y con una disposición en pendiente fuerte que difiere de lo hasta ahora documentado (s). Por último, ambas circunstancias afectan a la catalogación de los monumentos. Por un lado la búsqueda sí aparece condicionada por esa localización habitual en llanos de forma que las fuertes pendien-

(6)

(7) (S)

A este respecto, la más extendida de las explicaciones para la aparición de corazas y anillos perista líticos es que serían algo así como contenedores de la masa tumular. Lástima que, por citar un ejemplo, en PA 6 en Cruz do Bocelo se potencie el lado de la coraza contrario a la pendiente. Buenos ejemplos son los disponibles en la Serra de La Cobertoria en Asturias. En dicha sierra y a una altura muy considerable se localizan monumentos con las dos dispares disposiciones. Significativa es la estructura que localizamos en Aprazadoiro dentro de los trabajos de la primera campaña de actuación en el dolmen de Dombate (Coruña) dirigida por J. M. Bello.

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tes suelen ser obviadas. Y por otro, en el caso de estos pequeños túmulos térreos en pendiente ligera, su deformación y diseño motivan su muy difícil reconocimiento. En conclusión, es muy posible que el registro, a pesar de ser representativo de lo más extendido y sobresaliente, pueda ser incompleto en este sentido (9).

¿ La fisiología como condicinonante del emplazamiento? La estructura aparece adecuada, o mejor dicho diversa, frente a la disposición, para la que se eligen también diversas características. Un cálculo porcentual nos mostraría un índice más alto de disposición en llanos. El error en este caso seía no diferenciar elementos fisiográficos. Nuestra unidad de estudio es un ejemplo representativo de la total variedad que se da en este sentido; aunque en las fichas de registro hayan sido incluso simplificadas estas características, los túmulos se localizan en toda una amplia gama de formas fisográficas sin que podamos determinar ningún tipo de condicionante en las mismas. En efecto, podríamos decir también que se observa un predominio de disposición de yacimientos, por ejemplo y para esta zona (primer argumento en contra), en las penillanuras terminales de la sierra (todo el cordal de A Loba, su continuación y el propio Galiñeiro). Sobre ello hay que añadir tres anotaciones: En primer lugar de utilizar este dato deberíamos proponer una interpretación al hecho de que en figuras semejantes dentro de la misma zona (por no hablar ya de un territorio más extenso (,0)), no se presente una distribución semejante (11). Tanto en un caso como en otro podemos argumentar la no culturización de una cima o una llanura concreta; ¡sería ridículo! Sigue, además, siendo válida la última anotación en el apartado referente a la geología: la consideración en sí de la distribución. Existen concentraciones de túmulos que agrandarían un posible porcentaje, pero el argumento sería de nuevo incorrecto. Esta concentración motiva el que digamos que los túmulos se vinculan a una determinada figura ya continuación esa figura pasa a explicar esa concentración. Además deberíamos entrar ajuzgar todas las variantes de lo que parece una sola y misma figura topográfica (como ya avanzamos en Galiñeiro): relación con la pendiente y líneas de inflexión de la misma, obstáculos naturales, puntos elevados, puntos deprimidos. Veríamos como nuestro juicio sobre la fisiografía debería ser modificado (9) (10)

(11)

162

En nuestra unidad de estudio se han revisado las pendientes y no ha sido localizado ningún yacimiento. De todas maneras estamos en superficies muy suavizadas en las que no abundan las fuertes caídas. En la Cha de Borneiro (Coruña) todos los túmulos se disponen en la llanura mientras que ni en los brazos de sierra, ni en la parte alta de la que separaba la llanura del mar había ninguna primera campaña de actuación en el dolmen de Dombate dirigida por J. M. Bello, a pesar de que todas esas figuras fisiográficas estaban cargadas de túmulos en A Loba. Por el contrario en la cubeta de As Pontes aparecen tanto en la llanura como en las cimas. En nuestra misma unidad esta el ejemplo del Vales con una localización de monumentos que nada tiene que ver con la zona estructuralmente semejante de A Loba.


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

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para intentar acercarnos a los factores que pudieron tener en cuenta los distintos constructores de túmulos. Sin embargo, como decíamos, el análisis del relieve nos permite el tratar el emplazamiento en la naturaleza. El error esta en organizarlo científicamente y luego presentar ese orden como si fuese la propia naturaleza o un ordenamiento divino de la misma. En nuestro trabajo hemos valorado mucho ese tratamiento subyacente y olvidado. De hecho en su revisión se ha centrado el planteamiento de una de las alternativas. El relieve y la fisografía deben ser estudiados en términos de visibilidad, medio del que podemos partir para definir las posibles vinculacíones que expliquen el emplazamiento. A continuación, y como consecuencia de ello, el estudio del tránsito integraba otro aspecto inscrito en la naturaleza, en el relieve, pero que se presenta como un rentable nexo interpretativo entre la naturaleza y la cultura. En consecuencia, en el apartado siguiente el estudio del relieve será en el marco del tránsito y la visibilidad (con relación a los aprovechamientas), tal Y como hicimos en Reborica y Galiñeiro pero a una escala mayor. Las categorías descriptivas del relieve se relacionarán con estos dos aspectos. Las que nos ofrece la geografía no están hechas pensando en la aproximación a sociedades de hace 5.000 años. 1.4.

La presencia de los caminos. Una precisión

Sobre este aspecto no vamos a incidir demasiado pues es el más obvio de todo este grupo. La totalidad de los yacimientos catalogados se disponen en relación a un camino sea éste del tipo que sea. Podemos encontrar yacimientos alIado de una carretera nacional (los más meridionales y la N-VI), de una provincial (M 67), de comarcales (M 80), de camiños reales (la cuerda deA Loba), de pistas (Galiñeiro), de corredoiras (M 19 y A Reborica) y caminos de cazadores (M 56). Si elaborásemos un mapa especificando estas categorías fácilmente reconocibles de nuevo nos aparecería una falsa diversidad. Por otro lado la 'maraña' de caminos de la zona es tal que sería difícil encontrar algo que no se diSponga en relación a alguno de ellos. Sin embargo la observación vuelve a tener importancia si se racionaliza. Al igual que constatábamos en Galiñeiro, hemos de remitir esa disposición a los lados de los caminos a la vinculación a las líneas de tránsito. Todo este tipo de procedimientos no nos permitirán jamás acceder a una interpretación coherente del emplazamiento. Tan sólo aportan observaciones referentes a su disposición, por lo demás no demasiado certeras y generalmente obvias. De todas maneras, y siendo benévolos con esos datos, el problema surge de la propia concepción del método. En tanto que datos y mapas se suelen presentar como datos científicos, se considera factible partir de ellos para realizar el análisis. Es decir, se realiza a través de observaciones que en realidad ya son resultados de tratamientos concretos de otras observaciones previas. Lo mejor que podríamos hacer para sacarles partido es invertir ese paso y precisamente esto es lo que intentaremos en el apartado siguiente. 164


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

2.

La 'representación' de una alternativa. Aproximación a la distribución general desde el emplazamiento

Vamos a compartimentar nuestra exposición tal y como fueron presentados los estudios señalados al comienzo del artículo, tratando, igual que entonces, de ofrecer una correspondiente opción a cada uno de los factores arriba revisados.

2.1 .

Túmulos y espacios campesinos

Hemos manifestado varias veces una clara preferencia por las consideraciones espaciales etnográficas, pues deberían representar la concepción determinada de un habitante. Estas llegan al espacio físico de una manera que a nosotros, tras una parcial observación derivada de planteamientos de problemas muy concretos, nos sería difícil. Un habitante se encuentra ante problemas semejantes, reconocibles como tales atemporalmente (movimiento, aprovechamientos) a pesar de que las soluciones difieran de manera significativa. En este sentido, y siguiendo proposiciones anteriores (VAQUERO, 1989: map. D), hemos intentado sintetizar una categorización del espacio en las sociedades campesinas actuales de forma que nos resultase operativa, sin embargo, a la hora de las denominaciones etnográficas hay que tener un cuidado semejante la de las denominaciones científicas. Si observamos los datos de las superposiciones de los mapas de cultivos y aprovechamientos con los de localización de los túmulos hallaremos un denominador común a la presencia de ellos. A pesar de las diferenciaciones establecidas en el mapa, el total de los monumentos se disponen en áreas no cultivadas intensivamente, bien se dediquen actualmente a distintos tipos de pino de repoblación, al matorral o simplemente sean improductivos desde el punto de vista agrícola. Aunque en las clases agrológicas esté más confuso (por lo que dijimos arriba) se comprueba también una mayor presencia en las tierras susceptibles de una menor productividad agrícola (12). Nos da igual el que estas tierras sean agrupadas como monte (denominación de los campesinos) siempre y cuando no se caiga en lo mismo que si le llamásemos plantación de pino negra!. Existe una relación referida a la disposición que no debe implicar que si ese monte deja de serlo y se convierte en prado, cultivo, casa o mina, los túmulos allí dipuestos pasen a ser excepciones de una disposición generalizada. Manteniendo la definición de sectores de aprovechamiento intensivo, de labradío si se quiere, reharemos un mapa general del aprovechamiento diferencial del terreno por parte de las sociedades campesinas actuales (pág. 163). En el incluiremos la dispersión de los núcleos de habitación intentando mantener una utilización tradicional en la cual las aldeas se disponían dentro de esas áreas inmediatas a todas las bastas extensiones de tierras menos pesadas dedicadas hace medio siglo al cultivo de rozas (CRIADO BOADO, 1988c, 1989b). Al igual que lo que registrabamos en el conjunto de A Reborica, el total de los túmulos se dispone en las tierras de aprovechamiento extensivo (sectores de aprovechamiento intensivo representados con punteado grueso). (12)

Es importante señalar como la excepción sigue siendo la misma: no existen yacimientos en lugares con arbolado autóctono; lugares que normalmente coinciden con pendientes acusadas.

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Sin embargo, en el plano nos volvemos a encontrar con un hecho que ya habíamos observado en el campo. A pesar de localizarse fuera del labradío, los yacimientos se disponen en los terrenos 'de monte' inmediatos a éste. Las consecuencias de su interpretación se desdoblan. Por un lado hemos de recurrir al emplazamiento. La orientación por su visibilidad, tanto zonal como específica, apoya una clara vinculación hacia estos terrenos, incluso en casos aparentemente marginales (13). Por otro lado, ya partir de lo anterior, entramos en lo que es la interpretación de la distribución de los grupos constructores de túmulos. Este no es el objetivo del trabajo y sin embargo propuestas desarrolladas en los últimos años lo relacionan con unas pautas de asentamiento, un paisaje megalítico en el que se ocupan principalmente las tierras altas y en donde se practica una economía mixta de cereal en invierno y ganadería y se cultiva con un sistema de roza y de barbecho largo (CRIADO BOADO, 1988c). Resultaría interesante en este contexto, el continuar el estudio de la visibilidad en el conjunto de las tierras, tanto de la visibilidad zonal, quizás más presente y asequible, como la específica vinculada a esos sectores de labradío como a otros monumentos. 2.2.

Vías de tránsíto para vívos y muertos

En el mismo sentido, si recogemos el concepto de líneas de tránsito, líneas generales de desplazamiento en la naturaleza dentro· de una escala humana, independizadas de una culturización determinada, de una artificialización específica, y definidas sobre un contacto inicial, una primera concepción del espacio; y el consecuente de clave de desplazamiento, umbrales fisiográficos que solucionan los obstáculos a ese desplazamiento; podemos intentar acercarnos a una predicción teórica del movimiento a través de la unidad de estudio. Haremos la descripción atendiendo al detalle de lo que podría ser ese primer contacto con el relieve; a partir de ahí veremos como no podemos desligar el establecimiento de esas vías de tránsito de la localización de sectores de aprovechamiento intensivo como lugares de habitación actuales. Comprobaremos como la presencia de estas dos figuras estará asociada a la presencia de túmulos en los que la orientación de su visibilidad tanto específica como zonal dependerá de la localización y características de dichas figuras. 2.2.1.

La cuerda de A Loba y su acceso septentrional

Si nos situamos en el extremo septentrional de la cuerda de A Loba hallaremos el primer dato significativo. La divisoria de aguas de dicha sierra finaliza en una zona deprimida, un estrechamiento entre ésta y otra cuerda de orientación (13)

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Lugares distantes de una figura de importancia en el tránsito pueden estar inequívocamente vinculados a ella a través, sobre todo de la visibilidad zonal e incluso específica.


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

E-W de bastante más altura, que actúa como collado, o paso transversal en esta zona de la dorsal meridiana (al igual que veíamos para Galiñeiro) (14). Entre el final de A Loba y la parte alta de la siguiente sierra existe una pequeña planicie a media altura entre ambas y formando parte de ese estrechamiento. Hay una diferencia importante con Galiñeiro y que se refiere al acceso a la parte occidental; mientras que en ese caso era muy claro y fácil, aquí la pendiente lo imposibilita; en realidad hacia lo que nos dirigimos es hacia una sucesión de pronunciadas pendientes en donde hoy abunda el bosque caducifolio de especies autóctonas. Además de esto no existe apenas poblamiento (uno o dos caseríos inmediatos y colgados en la falda de la montaña); los sectores de labradío son totalmente inexistentes, exceptuando los correspondientes a una granja dispuesta justamente en la inflexión del collado. Esa línea de desplazamiento lo que hace es acceder a Serra da Loba, ya que el descenso N de ésta se presenta como una dorsal de estribación a partir de la cual podemos continuar por toda la parte alta (cuerda) hasta la cruz de Galiñeiro donde ya se presentan diferentes opciones para ese desplazamiento. ¿Dónde están los túmulos en este primer tramo analizado? El desarrollo del trabajo hasta este punto nos permitiría preveer su localización puntual. En esa pequeña loma a media altura del estrechamiento (collado pues que permite el acceso a A Loba) hemos localizado un pequeño grupo de al menos cuatro monumentos (15). Inmediato al punto más bajo del collado (por donde pasa la actual carretera provincial de Betanzos a Villalba (16), localizamos a M 67, el más septentrional de los túmulos de la cuerda de A Loba. De nuevo podemos comprobar como la visibilidad del monumento se centra en el paso y en la pequeña parcela de labradío citada; además, la visibilidad zonal de la loma del pequeño grupo apoyada por la específica de uno de los túmulos (M 85) vincula a dicha loma con la parte inicial, ya ganando altura, de A Loba. Por otro lado el resto de las visibilidades específicas vinculan a los monumentos a diferentes áreas de labradío orientales (tal y como ocurría en Galiñeiro).

2.2.2.

La cuerda de A Loba y sus accesos laterales: las dorsales de estribación

A partir del comienzo de la sierra, y siguiendo rígidamente la divisoria longitudinal de aguas, localizamos una serie de ocho yacimientos, aunque es posible la existencia de alguno más, bien destruido, bien camuflado por las importantes alteraciones de las cimas (repoblación intensiva, cortafuegos, caminos, portentosas instalaciones de alambradas, etc.). Por lo que dijimos arriba, la sierra adquiere el carácter de una importante línea

(14) (15)

(16)

Al igual que se comprobó en el Bocelo (INFANTE et al/. 1990) yen Ga/iñeiro, aquí pudimos constatar casualmente como el lugar es paso habitual para el ganado equino y vacuno. La imprecisión se debe a que el área no estaba incluida en la unidad de estudio, ya que en la definición de ésta no contábamos con la importancia del tránsito. Fue una vez planteado su interés cuando nos acercamos a ojear el collado descubriendo cuatro monumentos y recogiendo información sobre un quinto quizás desaparecido. Otra vez es significativo el trazado de la carretera actual para entender el tránsito. La carretera continúa bordeando A Loba para descender sinuosa y lentamente por la ladera de la misma hasta el valle de Xestoso. Tal y como decíamos arriba, también ella, hasta cierto punto, aprovecha la cofiguración de la cuerda para el desplazamiento desechando introducirse en el encajado valle inmediato al paso.

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Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

de desplazamiento exclusivamente longitudinal (cuerda), potenciada por su aislamiento en altura debido al cual su cruce ha de ser realizado por el propio Galiñeiro (17). La disposición de esos túmulos parece corresponderse con ese carácter longitudinal de discurso a diferencia de la importancia de los pasos transversales en este respecto en otras sierras. Así parece mostrarlo la orientación de una visibilidad específica, que vincula la totalidad de los monumentos a esa vía. En absoluto lo hace en las tierras de valle que son imperceptibles debido a la altura y a la disposición de los túmulos en el centro de la penillanura terminal (no en su línea de.inflexión lateral). A este nivel de referencia con el labradío es la visibilidad zonal la que juega un papel evidente permitiendo la concepción de la sierra como tal vía de tránsito. Sin embargo, si hemos de anotar una segunda circunstancia. No parece suceder aquí lo que está siendo constatado en la sierra del Bocelo, en donde una aparente asociación a la 'cuerda' aparece rota por una vinculación clara a los pequeños collados que la cruzan y sirve de paso para los habitantes de los inmediatos vaHes interiores (CRIADO BOADO & VAQUERO LASTRES, 1991 a ). Sin embargo hallamos una asociación a la transversalidad aunque de orden distinto; algunos de los monumentos parecen vincularse, o al menos haber tenido en cuenta, a las cruces que forman el contacto de las dorsales de acceso (además de lo dicho para el propio Galiñeiro y M 32, M 62 es un buen ejemplo), sobre todo de la vertiente occidental al pie de las cuales son localizados igualmente monumentos (el ejemplo más claro es Guilfonso, M 80-81). La diferencia es importante: mientras que una localización, la del Bocelo, apoya la consideración del tramo de la sierra como obstáculo, la otra potencia su carácter de vía longitudinal en tanto que se vincula con el acceso a la misma.

2.2.3.

Las opciones de Galiñeiro (18) Y el caso de la Serra do Vales

y llegamos a Galiñeiro (19). Al haber sido estudiado en un trabajo precedente de forma aislada guizás obviamos uno de los recursos que nos ofrece y que es, precisamente, el abandono de la cuerda por la que transitábamos (Cordal de A Loba). Abanono a partir del cual es posible dirigirse tanto a los valles interiores orientales (labradíos de Galiñeiro, etc.) como a los occidentales del N (Xestoso) y del S (Cambás). Las visibilidades se vinculan más al sector oriental que hacia Xestoso, pero si observamos la vinculación de las visibilidades específicas, veremos como de nuevo hallamos el carácter antes señalado para la Serra de Bocelo. Tanto la visibilidad específica de M 32 como la de M 31 vincula a estos monumentos a un pequeno collado de N a S y por donde pasa la carretera comarcal actual. Una segunda opción es la continuación hacia el W por el brazo que continúa A Loba hasta la sierra que define el pico de Vales, que cierra el valle interior de

(17) (18) (19)

De todas estas cosas parece haberse dado cuenta con precisión la bandolera Juana 'la Loba' para quien la sierra supuso un campo de actuación ideal, un buen lugar donde asaltar discretamente a los ricos viajantes. No vamos a detallar de nuevo ni el caso de Galiñeiro ni el de A Reborica y nos remitimos a su revisión para encuadrarlos en este análisis. Sobre su posible papel en una escala que comprenda a la región gallega sería interesante el consultar el estudio sobre la posible definición de una provincia megalítica interior (CRIADO, FÁBREGAS & VAQUERO 1990).

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Cambás. La sierra en cuestión no ha sido prospectada debido a motivos semejantes a los expuestos para el N de A Loba (sólo conocemos el caso de Pena de Roldán). Pero sí podemos decir que las referencias de las que disponemos nos permiten relacionar los túmulos existentes a collados semejantes a este último y que solucionan el claro obstáculo de la Serra do Vales, de muy distinto carácter a la cuerda de A Loba. Existe una tercera opción especial y muy atractiva, que es la relacionada con el nacimiento de la corriente de agua conocida como Barranco da Loba. Durante la experiencia realizada en el conjunto de Cruz do Bocelo (Melide), de la braña inmediata y del movimiento del ganado semi-salvaje de la zona, observamos como el emplazamiento tumular aparecía vinculado a esa cubeta, más que como tal clave de desplazamiento, como área de apertura al movimiento con una serie de umbrales (en los cuales se localizaban túmulos). El lugar era de descanso y abrevadero para 200 cabezas de ganado que utilizaban esos distintos umbrales para abandonarlo hacia los pastos frescos de la noche. El hecho supone una aportación interpretativa a algo que ya nos hemos encontrado, el porto. Si trasladamos la circunstancia a la parte baja de la montaña no encontraríamos una braña (para caballos) sino un lavadero cultivado alrededor (para campesinos) o un merendero (para urbanitas). En efecto, normalmente las brañas (con el carácter de porto y collado asociado) aparecen jugando un papel en la orientación de muchos de los monumentos, semejante en la montaña al que portas y tierras de cultivo juegan en las partes más bajas (Reborica, su porto y los cultivos son ejemplo ilustrativo). ¿Qué casos hay en la montaña? Si recogemos esos monumentos introducidos en una zona montañosa y que no resaltan de la inmediatez de esas montañas (20) veremos que todos se vinculan a través de su visibilidad específica a una braña: M 57 de Torre de Montouto, M 17 y 18 de As Barreiras y, sobre todo, M 50, 51, 52, 53 y 54 de Galiñeiro, todos estos últimos vinculados a una gran braña de donde parten las aguas del arroyo citado anteriormente, yen la que beben y discurren manadas de caballos y vacas que entran a ella por las pequeñas depresiones donde se disponen M 54 y un poco más alejada y encima de ella M 56 (21) (dentro de los tipos que describíamos al hablar de los portas). Además de esto, uno de los monumentos del grupo M 50-53 se encuentra de nuevo inequívocamente vinculado al único porto del significativo BARRANCO, si bien se puede considerar a todos en relación evidente con la salida del arroyo (braña) y su vadeo. Al igual que ocurría en Cruz do Bocelo que el emplazamiento de los monumentos se relaciona con los abrigos naturales de excepcionales condiciones de resguardo y percepción y cuya visibilidad, de nuevo, se orienta hacia la braña inmediata (aunque estos abrigos nos han sido prospectados). Todo este desarrollo lo planteamos a nivel introductorio tal y como hicimos

(20)

(21)

170

Nos referimos a los ya citados ejemplos de túmulos que aunque se dispongan a distancia de las tierras de cultivo su percepción desde incluso kilómetros los incluye en un ámbito que supera a la cerrazón de la montaña (M 20 en Buño o más conocidos túmulos con los de Cheiban, Grou o Mourela en As Pontesl. Quizás refernciando todo el tránscurso desde Pena de Roldán por la dorsal de estribación a cuyo pie se localizan M 76, 74 y 75. Recordemos que existe un pequeño collado en la parte alta en la que paisanos decían que pudo haber más monumentos antes de que paleadoras del ICONA los destruyesen (ver apéndice 1l.


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

en el trabajo del Bocelo (INFANTE etall., 1990), pero, sin embargo, debemos tenerlo presente, pues el contexto en el que se estudia (áreas no cultivadas) puede permitir un acercamiento paralelo y complementario al que expresábamos en la distribución de las sociedades constructoras de A Reborica y sus habitaciones. En el fondo se podría entender como un intento de acceso a través de los elementos secuenciales de ordenamiento (vías de tránsito) a los elementos espaciales o puramente estáticos: tumbas y hábitats.

2.2.4.

El tránsito en el valle interior de Cambás

Todos los umbrales topográficos hasta ahora indicados, además de el propio Galiñeiro, suponen un acceso (o salida) del valle interior que se define con claridad por las paredes de Montouto, el brazo de unión entre A Loba y Vales las sierra de Vales y más al sur el encajonamiento cauce del Fray Bermuz y su transversal arroyo Portorrosa (ver Reborica). Por una parte, esa superficie deprimida que define el Barranco da Loba (nos referimos ahora al valle propiamente dicho) puede ser entendida como una continuación del collado de Galiñeiro con sus posteriores salidas septentrionales y occidentales. Con esta última orientación nos encontramos el grupo de yacimientos de Loma Zapateros, cuya catalogación y estudio es incompleta. El grupo parece vincularse a un acceso a la parte alta de Vales (¿ un paso transversal?) y los monumentos se disponen en una de las suaves dorsales de estribación con una localización semejante a la de A Reborica (vinculación visual de la zona al labradío oriental); de todas formas su posible interpretación debe esperar al desarrollo de un completo inventario y un estudio en detalle. Nos interesa más indicar como va a ser la propia dorsal de estribación de A Reborica la que suponga la entrada meridional al valle de Cambás. Como veíamos en el capítulo 5, desde el porto de cruce, la dorsal se convierte en el único pasillo de acceso al interior. Hacia el E las dorsales ascienden a las cimas de Buño y las dos del W (más allá la pendiente de Fray Bermuz) rematan en un cauce del Portorrosa encajonado e imposible de vadear a no ser tras la construcción de un puente o una obra similar. A pesar de ello en esas dorsales también se encuentran túmulos pero parece que su visibilidad específica los relaciona más con un desplazamiento longitudinal que llegue a conectar con el de A Reborica. M 2 y M 3 parecen relacionados al cruce del afluente del Portorrosa; M 1 al labradío de Pousadoiro y M 5 volcado en la llanura de A Reborica. A partir de A Reborica nos hallamos ante el gran estrechamiento de la dorsal meridiana gallega, aprovechada hasta hoy como tal paso transversal y en donde coinciden la vía del tren y la N VI Coruña-Madrid. Las densidades de túmulos son muy altas en esta llanura (CRIADO BOADO, FABREGAS & VAQUERO 1990), siendo muchos yacimientos víctimas de las obras de estas vías. De los catalogados, M. 82, 83 y 84 son ejemplos claros bien visibles para cualquier conductor. A modo de resumen gráfico podemos esquematizar nuestro acercamiento al tránsito de la siguiente manera: (mapa de la página 168).

171


JACOSO VAQUERO LASTRES

2.2.5.

Soluciones puntuales

Hemos dejado para el final ejemplos de túmulos alejados de las líneas que hemos definido hasta ahora. Muchas de ellas han sido citados como ejemplos significativos como es el caso del grupo de Guilfonso (M 80, 81 Y 66) en clara disposición en porto de acceso a dorsal; disposición en porto que se repite con claridad M 21 Y M 22, lo mismo que M 69, M 73 Y M 68 en el lado lugués. M 72 Y 12 están dispuestas en la dorsal de acceso a las cimas de Buño mientras M 17 Y 18 las podríamos considerar dispuestas en un paso transversal de la parte más alta de la sierra; también en las alturas podríamos vincular M 56 al paso de un pequeño arroyo de la montaña. De todas formas no debemos abusar y prestar atención a una evidencia que expondremos en los últimos párrafos y atendiendo a la cual deberán ser interpretados varios emplazamientos. Debemos terminar aludiendo a la presencia de un tema que puede resultar interesante. Hasta el momento siempre nos hemos referido a un tránsito direccional al que no imprimíamos ningún sentido concreto. Como citábamos anteriormente, un estudio de la orientación de la visibilidad puede llegar a indicarnos (si aislamos los tipos de túmulos con los que trabajar) ese sentido tanto en nuestra unidad de estudio como en otras (22). Una aproximación basada en la simpre experiencia de campo nos haría manifestar una orientación de S a N en el caso deA Reborica, la cual apoyaría su intepretación como ACCESO al valle interior de Cambás. Del mismo modo pensaríamos en una orientación transversal W ~ E de los cinco monumentos a occidente de este grupo. Por último, también parece que toda la alineación de A Loba se orienta de NE ~ SW presentando una concreción muy significativa (a través de visibilidades específicas) en Galiñeiro. La continuación de un análisis de este tipo en detalle ofrece verdadero interés para el estudio del movimiento de las sociedades constructoras de monumentos.

3.

Consideraciones consecuentes

Toda la exposición que hemos realizado en las líneas superiores sigue una línea reflexiva dependiente o engarzada en un conocimiento preciso de la evidencia arqueográfica. Hasta cierto punto ello ha convertido lo que deberían ser las conclusiones del trabajo en propuestas surgentes de dicho análisis racionalizador del emplazamiento. Por lo tanto nos parece más operativo dejar ese estudio lineal tal y como está a fin de que pueda ser así valorado, y puntualizar las proposiciones interpretativas que subyacen a unas posibles conclusiones sobre la cultura material analizada. Podemos sintetizarlas de la siguiente manera (23): a. Creemos que el emplazamiento de los túmulos gallegos está vinculado a las líneas de desplazamiento tal y como ellas han sido

(22) (23)

172

Esto nos parecía posible en As Pontes de García Rodríguez en sus agrupaciones del Cerrado de !/lade y Seara (GRUPO MACII'\IEIRA, 1990). Una formulación detallada es llevada a cabo en VAQUERO (1990 C ) y CRIADO & VAQUERO (1991b).


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

definidas. En consecuencia parecen tener especial significación lo que denominamos las claves de ese desplazamiento, es decir, las soluciones que ofrece la configuración fisiográfica a los obstáculos del tránsito. Al estudiar, a fin de cuentas, la culturalización de ese tránsito, no hacemos otra cosa que acceder a una concepción espacial a través de sus elementos dinámicos; acercamiento que difiere de los acostumbrados estudios espaciales en los que se parte de los elementos estáticos (como los poblados). b1. Sobre la observación de los monumentos en el espacio rural actual, comprobamos que su localización se da en áreas de aprovechamiento extensivo pero inmediatas al labradío, hacia el que normalmente se orienta la visibilidad. Lo habitual es pues una disposición en arco, en la cual, tras una primera franja de terrenos de aprovechamiento intensivo, aparecen otros no cultivados (con frecuencia dedicados a rozas antiguamente) en los que se disponen túmulos y por detrás de la cual, encontramos amplias extensiones de monte donde el porcentaje de estos yacimientos baja a pesar de sí existir alguno. Para entender estos últimos casos hemos de atender a la vinculación a las vías de tránsito en la montaña ya una evidencia del mismo tipo que la anterior pero trasladada al contexto nuevo. b2. Los túmulos de la parte alta de la sierra aislados del labradío campesino se vinculan a brañas o superficies deprimidas y húmedas dentro de esa sierra (hacia las cuales se orienta con frecuencia la visibilidad). Estos son lugares que suelen tener que ver con el desplazamiento en tanto que depresiones llanas, y nos vuelven a llevar a otras culturas pues surge una relación curiosa y bonita: la disposición de estos monumentos en áreas donde se pueden localizar abrigos rocosos de excepcionales características. Esta relación entre tumbas y abrigos lleva aparejada otra más familiar que es la consecuente entre los túmulos y las afloraciones (los abrigos son tales). Una interpretación puede ser esta coincidencia quizás debida en el caso de los abrigos al citado movimiento de ganado y posible abrevaje en los terrenos hoy de braña; pero la obra quizás se pueda rastrear en el siguiente ámbito de observación en el que en la actualidad estamos trabajando. Nos referimos a la posible existencia de una significación especial previa, por una parte de propios elementos de la naturaleza, desde áreas fisográficas (un amplio abanico que comprende desde puntas rocosas, altas penillanuras con afloraciones, y figuras que nos permitan conectar con la importancia de las áreas de tránsito) hasta puntuales como batolitos (quizás abrigos en otra época) o demás afloraciones significativas en el paisaje. c. En otro orden, la existencia de otros túmulos parece la responsa173


JACOBO VAQUERO LASTRES

ble de la construcción de monumentos en los lugares donde éstos aparecían. Parece que en un determinado momento el emplazamiento pasa de ser considerado en la totalidad del área de asentamiento (ordenación de la naturaleza en donde se habita), a tener en cuenta la definición de un área vinculada ya con el carácter funerario implícito tras la construcción de unas primeras tumbas; la aparición de la necrópolis (24). Para acabar, nos gustaría que no se perdiese una importante significación del trabajo: la apertura del estudio del movimiento de las sociedades que construyeron túmulos, con lo que ello supone para el conocimiento de las mismas. Dicha consideración de la movilidad se manifiesta al menos en los grupos que levantaron parte de los monumentos estudiados. Además de ello, nuestra propuesta evidencia la diversidad y complejidad de lo que se unifica como fenómeno megalítico; complejidad a la que a veces es más fácil acceder desde fuera (relación monumento-entorno) que desde el interior del túmulo y estructura. Hemos pretendido dotar de una lista de desarrollo a los estudios de ese nivel de tensión espacial que inscribe a la arquitectura en el espacio físico de asentamiento. En este sentido ahora se trata de 'aprovecharse' de la realidad que nos viene dada y que es la presencia de los propios túmulos. Es prioritaria entonces la consecución de prospecciones orientadas a estos análisis aprovechando la perspectivas que ahora se nos ofrece. Santiago, Julio 1990

(24)

174

Estas ideas pueden estar en la línea que trata BRADLEY (1987) al hablar de la invención de la tradición.


Del análisis del emplazamiento al estudio de túmulos en el NW

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JACOBO VAQUERO LASTRES

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ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES DE LA CONSTRUCCiÓN DE MONUMENTOS MEGAlÍTICOS EN EL NOROESTE DE LA PENíNSULA IBÉRICA

J. M. VÁZQUEZ VARELA Dpto. Historia-1. Universidad de Santiago de Compostela

Resumen. Se presenta un estudio de los aspectos económicos y sociales de la construcción de los monumentos megalíticos del Noroeste de España. Esta tarea sólo requirió un esfuerzo moderado por parte de grupos humanos reducidos. Se considera necesaria la existencia de verdaderos arquitectos y de escuelas locales de arquitectura que actuaron en un espacio de tiempo breve en áreas muy concretas. Abstract. Economic and social aspects of the construction of the megalithic monuments of the Northwest of Spain. The study of the economic and social aspects of the construction of the megalithic monuments in the Northwest of Spain is presented. It's coinsidered that the construction of these monuments required only a small effort from a limited group of people. The existen ce of architects and local schools of architecture is proposed.

Para entender una obra arquitectónica es necesario contextualizarla en sus dimensiones económicas y sociales, por ello trataremos de determinar el esfuerzo que supuso desde el punto de vista económico y desde el de la organización social la construcción de los monumentos megalíticos del Noroeste de la Península Ibérica. Un monumento consta de un túmulo y de una cámara que han sido construídos de diferente modo de acuerdo con sus peculiaridades a·rquitectónicas. Es posible reconstruir con cierta fidelidad el proceso técnico necesario para su edificación a partir de la detenida observación de los detalles de su anatomía y de los paralelos históricos y etnográficos. En ocasiones las investigaciones en el campo de la arqueología experimental resultan de valiosa utilidad para generar o comprobar hipótesis de trabajo que aclaren la naturaleza de las técnicas de construcción empleadas. Una vez conocidas las peculiaridades del túmulo, naturaleza forma y dimensiones, se puede calcular de un modo aproximado su volumen reduciéndolo al de una figura geométrica en la cual éste resulte fácil de determinar mediante la aplicación de una fórmula matemática. También es sencilla la determinación de la densidad del material que forma el túmulo pues para ello sólo se requiere una probeta y una balanza. Una vez calculada se multiplica por el volumen y se conoce con el grado de aproximación necesario el peso de la masa transportada. Su procedencia es también fácil de determinar si se explora con cierto detalle el entorno inmediato del túmulo, pues rara vez sus materiales provienen de gran distancia (BELLO et al., 1987). De acuerdo con la observación del trabajo de extracción y de acarreo de sedimentos en comunidades primitivas y de trabajos de arqueología experimental, se 177


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ha calculado que con un material sencillo de hueso, asta y madera se pueden extraer y transportar 0,3 metros cúbicos por hora por hombre, cifra que parece demasiado baja como testimonian cálculos más recientes de W. STARTIN y R. BRADLEY (1981) quienes la sitúan en 1.67 metros cúbicos por hombre y hora. Datos etnográficos de Galicia indican que un operario con utillaje moderno excava un metro cúbico por hora. Varios expertos en el tema calculan que con útiles no metálicos se podría alcanzar sin problemas un rendimiento aproximado de la mitad de esta cifra. La construcción de la cámara y del corredor suponen el manejo de grandes masas de piedra, lo cual implica mayores dificultades que el levantamiento del túmulo, pues éste, en el caso de que requiriese por ejemplo, mil horas de trabajo, podría hacerlo un hombre en mil horas o por el contrario, mil hombres en una hora, pero para transportar las piedras de la cantera al monumento y colocarlas en la posición correcta, hace falta el empleo simultáneo de un número mínimo de personas. El cálculo de éste es interesante, pues a partir de él se pueden hacer estimaciones sobre el tamaño de la población que interviene en la tarea. De nuevo los datos etnográficos, históricos y experimentales, permiten aproximaciones más o menos aceptables. El transporte puede hacerse por elevación, llevando un grupo de personas la pieza en el aire, pero sólo se puede aplicar a piedras de un tamaño relativamente reducido, por arrastre sobre una superficie más o menos lisa y con el empleo de rodillos. Al lado de los índices citados añadimos nuevos datos basados en trabajos de campo sobre la cantería tradicional de Galicia. El dato local tiene la ventaja sobre los paralelos lejanos de que se puede estudiar con mayor facilidad y detalle y de que las características físicas de la piedra y del entorno geológico y topográfico son los mismos que en la Prehistoria. A esto se puede añadir la posibilidad de que hayan llegado hasta nuestros días técnicas empleadas en la región desde edades remotas que han hallado albergue en el mundo de los canteros rurales que trabajaron y aún trabajan sin el empleo de máquinas. Esta serie de factores hace atractivo y necesario un estudio etn.oarqueológico sobre las técnicas tradicionales de transporte de grandes piedras. El problema que se plantea es el de la rápida desaparición de este mundo del cual quedan ya pocos datos. La solución es entrevistar a aquellos canteros de cierta edad que han empleado estas técnicas de un modo habitual. Para recoger los datos de campo hemos hecho encuestas orales y observación del trabajo con varios canteros de diferentes edades en los ayuntamientos de Dodro, Noia, Rianxo y Santiago en el suroeste de la provincia de A Coruña. También sobre réplicas a escala se han reconstruído los sistemas tradicionales de transporte de piedras de grandes dimensiones. Las noticias verbales, la observación y la réplica experimental son coincidentes en señalar que es posible mover grandes piedras con pocas personas y técnicas muy sencillas aplicando palancas. Con éstas, con cuñas y con rodillos se puede llegar a un rendimiento del orden de dos personas por tonelada, de una persona por tonelada e incluso se llegó a observar como un cantero de cuerpo menudo desplazó a treinta centímetros de distancia un ortostato de la cámara de un dólmen de ocho toneladas de peso. 178


Aspectos de la construcción de monumentos megalíticos

Los canteros cuando afirman que habiendo donde apoyar se puede mover cualquier cosa están enunciando, aunque sin saberlo como el personaje de Moliere que habla en prosa sin darse cuenta, uno de los principios de Arquímedes «Dadme un punto de apoyo fuera de la Tierra y la moveré». De acuerdo con esto la habilidad y la inteligencia son fundamentales para mover las grandes masas, mucho más que la fuerza ya que en teoría ésta por pequeña que sea si se aplica a un brazo de palanca lo suficientemente largo puede mover cualquier cosa. A partir de estos datos vamos a revisar los cálculos sobre la fuerza de trabajo necesaria para construir los monumentos megalíticos de Galicia. Los índices que se usarán serán el dos personas por tonelada y el de una persona por tonelada. En trabajos anteriores sobre el megalitismo de la provincia de La Coruña se han aplicado diferentes índices extraídos de la información etnográfica y de trabajos de arqueología experimental realizados por Heyerdal, Atkinson y Mohen (BELLO et al., 1987). Los índices obtenidos de estos trabajos son los siguientes: Transporte por elevación: 17,5 hombres/Tm. Arrastre sin rodillos: Entre 2 y 10 Tm. 16 hombres/Tm. Entre 10 y 25 Tm. 18 hombres/Tm. Más de 25 Tm. 22 hombres / Tm. Arrastre con rodillos: 6 hombres / Tm. Aplicando estos índices junto con los obtenidos en el trabajo de campo hecho en Galicia disponemos de los siguientes cálculos de la fuerza de trabajo para los monumentos más grandes de la provincia de La Coruña donde se encuentran ejemplares representativos del Megalitismo gallego. BARBANZA Casota do Paramo Cava da Maura Casarota do Fusiño Arca de Barbanza Axeitos

A. SIN RODILLOS

A. CON RODILLOS

INDICE 1

INDICE 2

74 120 89 113 129

28 45 34 43

49

9,2 15 10 14 15

4,6 7,5 5,5 7 7

110 261

41 87

14 30

7 15

231

77

26

13

XALLAS Arca da Piosa Casa dos Mauros BERGANTIÑOS Pedra da Arca

Fuerza de trabajo necesaria para la construcción de los grandes monumentos megalíticos del occidente de la provincia de La Coruña agrupados por comarcas y de acuerdo con el posible sistema de transporte de las losas más grandes de cada uno. En la primera columna agrupados por com~rcas va el nombre de los yacimientos, en la segunda el nú179


J. M. VÁZQUEZ VARELA

mero de personas necesarias para el arrastre sin rodillos, en la tercera con rodillos calculadas a partir de los datos etnográficos de poblaciones no europeas. En la cuarta se usa el índice de dos personas por tonelada empleando en Galicia yen la última el índice de una persona por tonelada igualmente sobre estimaciones efectuadas sobre las técnicas de los canteros del suroeste de la provincia de La Coruña.

Como muestra de las posibilidades de estos cálculos se aplican a dos monumentos megalíticos de los más grandes.

ARCA DE BARBANZA Monumento de cámara poligonal con corredor. La cámara tenía una gran piedra de cabecera y tres ortostatos a cada lado, además de la gran piedra de cubierta. El corredor presenta cuatro ortostatos y dos losas de cubierta. El volumen del túmulo que tiene piedra y sedimento rico en materia orgánica es de 292 metros cúbicos que según el índice de 0,3 metros cúbicos / hora, que puede manejar un hombre, nos da un total de 957 horas de trabajo (BELLO et al. 1987). Con el índice de 1,63 metros cúbicos de greda por hora obtenido por STARTIN y BRADLEY (1981) da un total de 175 horas. De acuerdo con las estimaciones de los trabajadores gallegos con un índice de 0,5 metros cúbicos por hora saldría 584 horas de trabajo. La piedra de cubierta de la cámara que es la mayor del conjunto pesaría 7 toneladas métricas. Si a ésta se le aplican los índices obtenidos de los estudios comparativos y experimentales, se obtienen los siguientes resultados: arrastre sin rodillos: arrastre con rodillos: índice de dos personas: índice 1 persona:

113 43 14 7

personas personas personas personas

Si se elige la cifra de 7 personas para mover 7 toneladas se puede calcular que hipotéticamente este colectivo emplearía 175/7 = 25 o bien 58417 = 84 horas por persona para hacer el túmulo lo cual computado en jornadas laborales análogas a las nuestras daría un equivalente a 3 y 10 días respectivamente. De modo que un grupo de 7 personas podría mover y poner en posición la losa más pesada y construír el túmulo en menos de una semana de trabajo. A esto hay que sumar el trabajo de extraer y transportar todas las losas, pero el resultado final no tiene por que ser muy distante del aquí calculado. Antes de reflexionar sobre las implicaciones económicas y sociales de estas especulaciones numéricas, conviene examinar otro ejemplo:

CASA DOS MOU ROS Monumento con cámara de grandes dimensiones con el corredor desarrollado. Volumen del túmulo, 262 metros cúbicos (BELLO et al., 1987), equivalente a 156 horas de trabajo según el índice de Startin y Bradley y 524 según el criterio local. 180


Aspectos de la construcción de monumentos megalíticos

Peso de la losa de cubierta, 14 toneladas métricas. arrastre simple: arrastre con rodillos: índice 2 h 1Tm. índice 1 h 1Tm.

261 87 30 15

personas personas personas personas

Si escogemos como más próxima a la realidad la cifra de 30 personas se puede decir que este colectivo fue capaz de desplazar y levantar la piedra de cubierta del monumento y que pudo hacer el túmulo en 156/30 = 5 horas 1 hombre o su equivalente en nuestra jornada laboral de ocho horas menos de un día. Si se emplea el índice de 1 persona ITm. sería equivalente a 156/15 = 10 horas, es decir menos de dos jornadas de trabajo de las nuestras. En síntesis se puede afirmar la posibilidad de que 15 personas en dos días de trabajo pudieron hacer el túmulo y resultaron suficientes para mover la carga más pesada. Estas cifras no parecen muy descabelladas pues incluso podrían ser menores si se tiene en cuenta la posición topográfica de alguno de los monumentos, en que la piedra de mayor tamaño puede haber llegado desde una zona más alta siguiendo la pendiente cuesta abajo, lo cual reduciría la necesidad de gente. También es de valorar el hecho de que parte del túmulo de Arca de Barbanza está recubriendo un afloramiento rocoso por lo que para darle su forma se necesitó menos materia prima de la calculada. Aceptándolas como hipótesis aproximadas se puede reflexionar sobre su significado social y económico. Quince y aún treinta personas son una población reducida y lo sigue siendo en el caso de que se considere que por cada adulto hay un niño incapaz de aportar fuerza. Estos exponentes demográficos entran perfectamente dentro de las dimensiones de una o dos aldeas de agricultores y ganaderos que practican la recolección de frutos. Incluso es posible afirmar que una familia extensa con sus parientes políticos movilizados por los lazos establecidos por alianzas matrimoniales, puede disponer de la fuerza de trabajo necesaria para mover las grandes piedras. En el aspecto económico las cosas parece sencillas: una colectividad como la descrita puede fácilmente destinar una semana de trabajo, en especial en las épocas del año como fines de otoño, invierno y parte de la primavera, cuando las labores agrícolas son mínimas y se limitan al cuidado del ganado. Por tanto, no parece necesario generar ningún tipo de excedente para la construcción de los monumentos megalíticos ni disponer de un poder de atracción o coerción sobre amplios grupos sociales para llevarlo a cabo. Una unidad extensa pudo haberlo hecho tanto por la fuerza de trabajo disponible como por su capacidad económica que no tenía en absoluto que verse mermada por la obra que se podía construir perfectamente en el «tiempo de ocio». El Megalitismo va asociado a la idea de amplios colectivos humanos sometidos a una autoridad que los moviliza para realizar faenas de gran importancia económica. Por el contrario la imagen que se desprende de los cálculos es la de que la construcción de las tumbas puede ser un asunto de familia realizado en cortos períodos de tiempo aprovechando los momentos muertos del ciclo de obtención de alimentos, agricultura, ganadería y recolección. Con este modelo resultan innecesarias las alianzas con grupos distantes y dis181


J. M. VÁZQUEZ VARELA

tintos y el sistema de ayudas comunitarias recíprocas según las cuales el grupo A ayuda al B a realizar una tumba y viceversa. Otra cuestión que se plantea desde el punto de vista de la sociedad es el de la existencia de especialistas en la construcción de las tumbas. Su estudio detallado revela tal conocimiento de la arquitectura, desde el proyecto inicial hasta los detalles técnicos pasando por la elección del emplazamiento, que exigen con toda claridad la presencia de especialistas con acreditada y dilatada práctica en la construcción de este tipo de monumentos. Hay otro argumento poderoso que habla en favor de la existencia de estos primeros verdaderos arquitectos y es el hecho de que en una serie de monumentos muy próximos entre sí en la región occidental de la provincia de A Coruña se aprecia una gran cantidad de semejanzas desde la planta y el alzado del monumento, sus dimensiones y emplazamientos que en algún caso se ven reforzadas por pinturas o grabados semejantes. Esta semejanza entre yacimientos próximos puede ser indicativa bien de un mismo maestro de obra o arquitecto o de una escuela o de una tradición regional que se desarrolló en un área muy concreta en un espacio de tiempo muy corto. Para profundizar más en esta hipótesis de la existencia de un maestro o de una escuela local con obras muy concretas en el espacio y en el tiempo habrá que disponer de mayores estudios de la arquitectura, especialmente de la del túmulo y de los ajuares para afinar en la cronología. A pesar de la escasez de las excavaciones el estudio comparativo de los materiales hallados en las tumbas confirma la idea de sincronismo de algunos de estos grandes monumentos del Occidente coruñés. Un dato particularmente expresivo en este sentido es la presencia del mismo tipo de esculturas dispuesto en los mismos lugares, el espacio entre la entrada del corredor y el anillo peristalítico en A Cava da Maura, Argalo, Noia, A Mina da Parxubeira en Eirón, Mazaricos y Dombate en Borneiro, Cabana (RODRíGUEZ, 1990). Las coincidencias entre la arquitectura, la escultura y los ajuares muestran una gran semejanza entre monumentos de la misma época próximos entre sí lo que apunta, clJando menos a la existencia de una escuela local de arquitectura y en su formulación extrema a la existencia de un maestro que dirigió varias obras en la misma comarca. Las nuevas excavaciones y el análisis de los materiales inéditos permitirían en todo caso afinar más en este campo pero queda clara ya la existencia de verdaderos arquitectos que trabajaban en áreas muy localizadas.

182


Aspectos de la construcción de monumentos megalíticos

BIBLIOGRAFíA

BELLO, J., CRIADO, F. Y VÁZQUEZ, J., 1987. La cultura megalítica de la provincia de La Coruña y sus relaciones con el marco natural: implicaciones socio-económicas. Exma. Diputación de La Coruña, pp. 163 RODRíGUEZ, A., 1990. O Mega/itismo. A primeira arquitectura monumental de Galicia. Universidade de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, pp. 204. STARTIN, W. y BRADLEY, R., 1981. Some notes on work organisation and society in prehistoric Wessex, en H. Gase y A. Whittle (eds.). Astronomy and Society in Britain during the Period 4.fX}{}-1.500 BC, pp. 289-96, Oxford: British Archaeological Reports, BAR 88.

183



Brigantium. Bo/. Museo Arqu. Hist. Coruña. 1991-1992. vol. 7, pp. 185-204

LOS INICIOS DE LA METALURGIA: PRIMEROS TESTIMONIOS DE LA PROVINCIA DE PONTEVEDRA

BEATRIZ COMENDADOR REY Avda. La Marina 132-6. o C. Vi/agarcia de Arousa 366{)() PONTEVEDRA

Resumen. Se realiza un estudio sobre un conjunto de piezas relacionadas con los inicios de la metalurgia, así como sus contextos de aparición y el potencial de recursos. Se propone la existencia de una producción metalúrgica propia que se inserta sobre tradiciones anteriores, neolíticas, con una demanda social limitada y minoritaria, conectada con el mundo funerario. Abstraet. The beginnings of meta//urgy: firsts testimonies in the Pontevedra province. An study of a set of pieces relatives to the beginnings of metallurgy, so well the appearance contexts and the raw matter potential, is carried out. It is proposed the existen ce of a own metallurgical production that's inserted over proceding traditions, neolithics with a Iimited and minoritary social demand, connected with the funerary world.

INTRODUCCION Para la realización de este trabajo, era necesario el planteamiento de varios objetivos. En primer lugar, la puesta en orden de toda una serie de piezas existentes, pertenecientes a la provincia de Pontevedra y supuestamente relativas a la primera producción metalúrgica, para elaborar un catálogo con todos los datos referentes a ellas. En segundo lugar, el estudio del contexto arqueológico, así como el potencial de recursos disponible (cobre y oro), para tratar de aproximarnos al modelo de producción de este momento (1). Es necesario aclarar, que aunque a efectos de catálogo el espacio físico se limitó al territorio de la provincia, a la hora de estudiar el conjunto, tuvimos en cuenta aquellos datos correspondientes al resto de Galicia, de los que teníamos referencia, sin olvidarnos de otras áreas colindantes como Asturias o el N. de Portugal. Por último puntualizar que no hemos considerado «los inicios de la metalurgia» como un término cargado de significación cultural, sino que rebela tan sólo un concepto tecnológico.

(1)

Este trabajo se presenta como un extracto de la memoria de licenciatura «Los inicios de /a metalurgia en /a provincia de Pontevedra» realizada por la autora bajo la dirección del Dr. J. M. Vázquez Varela profesor titular de la Fac. de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago. Aprovechamos la ocasión para agradecerle la colaboración prestada, así como al Museo de Pontevedra y su arqueólogo-conservador D. Antonio de la Peña.

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BEATRIZ COMENDADOR REY

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Hachas planas: 1. Mourente, Pontevedra; 2. Ferreiroa, A Golada; 3. Cristimil, Lalfn; 4. O Castal'lal, San Miguel de Ponte, Silleda; 5. San Xurxo de Sacos, Cotobade; 6. Marxión, Vilagarcía de Arousa; 7. Provincia de Pontevedra (sobre dibujo de Monteagudol; 8. Provincia de Pontevedra; 9. «Lérez», Pontevedra.

Respecto a los punzones, las piezas localizadas en el yacimiento de Guidoiro Areoso (Vilanova de Arousa), son las dos únicas de este tipo pertenecientes a este momento dentro del territorio gallego. Ambos son de sección cuadrangular, aunque algo irregular, y base apuntada. El contexto de aparición es problemático, aunque pueden ponerse en relación con restos de actividad antrópica (4).

(41

186

Sobre el contexto de Guidoiro, consultar los informes de los años 1990 y 1991. (Rey García, J. M.I.


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

Incluímos en el conjunto, de manera provisional, un cuchillo conservado en el Museo Municipal de Vigo. Tal pieza presenta cierta complejidad tecnológica y en general, su morfología es poco frecuente. Sin embargo no es descartable su pertenencia a este momento sólo por la rareza de su forma. De mayor importancia son los pequeños fragmentos de crisol procedentes de los yacimientos de Lavapés (San Andrés de Hío, Cangas) (Fig. 2,a) (PEÑA SANTOS, A. De la, 1984, 1985b , LÓPEZ, P. 1984a ) y Fixón (San Andrés de Hío, Cangas) (Fig. 2, b) (GARCíA-LASTRA, M., 1984, LÓPEZ, P. 1984b), primeras piezas de este tipo conocidas en Galicia para este momento inicial de la metalur-

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1. Conjunto de Monte das Cabras, Lalin; 2. Puntas de Gondomar y Arbo (a, b), Y Liméns, Cangas; 3. Cuchillo de Vigo; 4. Placa de la cista de Gandón; 5. Punzones de Guidoiro Areoso, Vilanova Arosa; 6. Fragmentos de crisol de Lavapés (a) y O Fixón (b), San Andrés de Hio, Cangas.

187


BEATRIZ COMENDADOR REY

El conjunto de las piezas

1.

El catálogo, dividido en dos partes, se compone de veintidós piezas de cobre, tres fragmentos de barro refractario con escorias de fundición adheridas, y seis joyas, sin contar el conjunto de Caldas de Reis. Para su ordenación se siguió una agrupación en conjuntos morfológicos. 1.1 .

Piezas de cobre

El grupo más numeroso es el de las hachas planas, con un total de nueve y un peso bruto algo superior a los 3,5 Kg. Morfológicamente, la mayoría son de perfil trapecial, casi rectangulares algunas, de lados rectos y talón truncado. Sólo la de Cristimil (Lalín) (Fig. 1, n.o 3) insinúa un filo algo saliente, y la de Lérez (Fig. 1, n. o 9), un filo curvo parcialmente desarrollado. Sólo la de Ponte (Silleda) (Fig. 1, n. o 4), y quizás la de San Xurxo de Sacos (Cotobade) (Fig. 1, n. o 5), presentan señales de haber sido utilizadas, mientras que el resto sólo presenta señales de deterioro posterior. Todas carecen de contexto arqueológico definido, y sólo la de Mourente (Pontevedra) (Fig. 1, n. o 1) procede supuestamente de un contexto funerario, por lo cual es necesario recurrir al resto de los hallazgos gallegos para intentar reconstruir su posible contexto cultural. El grupo de las puntas consta de seis piezas, con un peso bruto superior a los 92 g. Todas son de base simple apuntada y péndulo largo (2). Algunas presentan cierta asimetría por tener más afectado uno de sus filos, característica que también se observa en algunas piezas portuguesas. Los filos están gastados y mellados, lo cual hace suponer su utilización práctica. Tipológicamente se incluyen dentro del grupo denominado «Palmela», y dentro de este, en la clasificación hecha por DELlBES (1977), en el grupo A. Al contrario que las anteriores piezas, obtenidas necesariamente en molde, las puntas pueden ser obtenidas por batido a partir de un núcleo o pequeña barrita, estirada por martilleo, y configurada, así mismo, por recortes. Posteriormente el martilleo se aplicaría a la hoja y se limitaría a los bordes para conseguir el adelgazamiento de los filos. En algunos casos, como la de Liméns (Cangas) (GARCíA ALÉN, 1970, 39) y las de Monte das Cabras (Lalín) (GARCíA ALÉN, 1970,38-39) (3), el péndulo aparece aguzado también. Excepto el conjunto de Monte das Cabras, donde aparecen tres asociadas a un puñal de lengüeta en un supuesto túmulo sin cámara, el resto aparece descontextualizado. Además del puñal anteriormente citado, contamos con los dos pertenecientes a las cista de Atios (Porriño) (Fig. 3, a y b) (ÁLVAREZ BLÁZQUEZ et al. 1970), que conjuntamente alcanzan un peso bruto de 303 g. El primero presenta los filos perdidos, muy mellados y rotos, mientras que los otros dos no presentan muestra alguna de haber sido utilizados. Otro posible puñal procedería de la cista de Coitemil (Rodeiro, Pontevedra) (VÁZQUEZ.VARELA, 1985-6,91-95), aunque hoy en día se ignoran tanto sus referencias como su paradero. (2) (3)

188

Para la tipología de las piezas de cobre, seguimos la propuesta por Pérez Arrondo, C. L. y López de la Calle, C. en 1986. En la publicación de García Alén de 1970 los dibujos tiene la leyenda confundida, como hemos podido comprobar en publicaciones anteriores de los mismos materiales.


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

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1. Conjunto de Atios, Porriño. (Según dibujo de José Manuel Rodríguez Sobrado); 2. Conjunto de A Gafada.

gia, y que demuestran el laboreo del metal. Debido a su pequeño tamaño es difícil reconstruir su morfología primitiva. TYLECOTE (1987, 183) considera a los crisoles, en general, piezas muy determinadas por el problema del vertido y delllenado de moldes, así como por el nivel de tecnología cerámica. Ello hace suponer una morfología sencilla, con un labio para la mejor conducción del fundente, y una fabricación local.

1.2.

Joyas

Se agrupan básicamente en tres conjuntos: el de A Golada, el de Atios (Porriño), y el de Caldas de Reis (5). El primero, procedente posiblemente de un túmulo, está compuesto de una

(5)

Respecto al tesoro de Caldas, remitimos para su descripción al minucioso trabajo de Ruiz-Gálvez Priego (1978). Para la joyas en general, al de Hernando Gonzalo, A. (1983).

189


BEATRIZ COMENDADOR REY

gargantilla de tiras y de dos brazaletes de sección subcilíndrica y forma elíptica, que según referencias de LÓPEZ CUEVILLAS (1942, 58), aparecieron asociados a fragmentos de barro cocido (Fig. 3, n. o 2). El segundo procede de una cista no megalítica. Se compone de dos cilindros de oro de chapa ondulada con bordes remachados para adentro y cuatro orificios perforados de dentro afuera en los bordes, así como de una espiral de plata de sección romboidal y progresivo aumento de espesor (aunque en realidad aparecieron dos y una de ellas se volatilizó en el momento de su descubrimiento), junto a los dos puñales de lengüeta anteriormente descritos (Fig. 3, n. o 1). Por desconocer sus referencias, no incluimos las piezas localizadas en el interior de un túmulo, en O Marco do Camballón (Vila de Cruces).

1.3.

La aportación analítica

Desde un principio, pretendimos la inclusión de todos los datos resultantes de la investigación arqueometalúrgica relativos a las piezas. Debido a la inaccesibilidad de unos, ya la limitada validez de otros, esta aportación quedó, cuando menos, muy cercenada. Los análisis realizados, con distintos métodos y criterios, así como en distintos laboratorios, estaban básicamente encaminados a la obtención de los elementos componentes de las piezas. Así el estudio del conjunto de Atios mediante un análisis de tipo destructivo, la espectografía del hacha plana de Mourente incluida en los S.A.M. (JUNGHANS et al. 1968, n. o 7556), o el reciente estudio del punzón número uno del yacimiento de Guidoiro en el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, en el año 1989. También fue analizado el Tesoro de Caldas espectrográficamente (HARTMAN, 1982), así como los fragmentos de crisoles (6). Consideramos que, para el momento que se estudia, resulta más interesante la micrografía de la estructura de la pieza, que permite deducir, mediante su comparación con «diagramas de fases», si ésta fue fundida, batida en frío, con recocción, etc. En esta línea se encaminarán nuestros posteriores esfuerzos, a la espera de la publicación de la totalidad de los trabajos que han sido realizados.

2.

El recurso a la materia prima: potencial de explotación

La determinación del potencial minero-metalogénico del área de Pontevedra, así como de toda Galicia, es una cuestión esencial. Pero, no sólo es importante identificar la presencia de indicios de cobre, oro, u otros minerales, sino que además, hay que distinguir el potencial susceptible de explotación teniendo en cuenta la relación tecnología-recursos. Aunque este cálculo podría parecer sencillo y fácilmente definible a partir de la dispersión actual de Jos recursos mineros, no se puede dejar de tener en cuenta la posible existencia de pequeñas vetas de minerales que hayan venido siendo beneficiadas desde antaño, y que en la actualidad no existan ya. (61

190

Fueron analizados en el A.1. M. E. N. de Vigo, a cuyo director, D. Armando Priegue, ya su colaborador, D. Enrique Porto, deseamos espresar nuestro agradecimiento por las facilidades que se nos ofrecieron en esta institución.


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

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191


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2.1 .

Recursos de cobre

Sólo se pueden considerar tecnológicamente accesibles, los minerales de la «zona A» definida por COGHLAN (1951), es decir, el cobre en estado nativo, así como óxidos, carbonatos y sulfatos de cobre, de sencilla reducción. La metalogenia galaica del cobre, se estructura en torno a tres núcleos: el entorno de Moeche, macizo básico con mineralización de calcopirita (A Coruña); el macizo básico de Santiago de Compostela, con calcopirita y pirrotina; y los indicios en las corridas de calizas cámbricas orientales, así como en otros núcleos aislados del resto de Galicia. Las principales mineralizaciones se dan en la provincia de La Coruña, y están constituidas básicamente por calcopirita, mineral de la clase de los sulfuros, que aunque es una importante mena de cobre (hasta 34,5%), exige un complejo sistema de reducción que conlleva al menos ocho pasos, y, por tanto, queda lejos de las posibilidades de una tecnología rudimentaria. Respecto a los minerales beneficiables, sólo existen indicios y no metalotectos de naturaleza comprobada. Así, se ha localizado malaquita (carbonato de cobre) en: Montes de Picón y Santa Olalla de Arca (A Coruña), Valdeorras (Orense), Paciacova, Vilamorín, Neiprín, Supurna (Lugo) ... etc. Azurita aparece en Riotorto, O Cebreiro y Mondoñedo (Lugo), y, en general, como ya hemos dicho, en toda la zona de los montes de O Caurel, donde incluso hay indicios de cobre nativo, como refiere NESPEREIRA IGLESIAS (1982) en un curioso relato. Para la propia provincia de Pontevedra, los indicios son muy escasos. Aún así, se ha localizado en Basadre (Municipio de A Golada) en una zona de rocas básicas, donde es frecuente que aparezcan este tipo de minerales. También hay una bolsada de roca de este tipo en el inicio oriental de la península del Morrazo (7). En conclusión, el potencial industrialmente explotable no es abundante, y menos en la provincia de Pontevedra. Pero desde una perspectiva no industrial, bajo el punto de vista de una explotación a ínfima escala, existía mineral beneficiable, y es posible que existiese cobre nativo en las monteras y partes superficiales de los filones que hoy en día sólo ofrecen sulfuros de cobre. Incluso para la propia Pontevedra sería posible esta autosuficiencia.. (Como dato, el peso en bruto de las piezas comprendidas en este trabajo es de menos de cinco kilos). Para corroborar esta propuesta, sería interesante la completa definición del área según sus metalotectos. En lo relativo a la distribución de los recursos respecto a la dispersión de las piezas (Fig. 5), es difícil extraer conclusión alguna, debido, en primer lugar, a que la potencialidad de los recursos evaluada a partir de los actuales no es exacta, como ya hemos anotado, yen segundo lugar, la distribución de las piezas es en realidad artificiosa. Parece no existir una relación directa entre las principales áreas con recursos y las acumulaciones de piezas, pero es arriesgado extraer ideas con sólo este dato. En Asturias, donde BLAS CORTINA (1983,197-198) ha estudiado esta relación, la distribución de piezas respecto a los recursos tampoco coincide, a pesar de existir una riqueza cuprífera muy superior a la galaica.

(7)

192

Datos extraidos de: Mapa Minero-metalogénico de Galicia. E 1:400.000 IGME 1982; MONTEAGUDO, 1977; G.E.G. voces «Cobre», «Malaquita», «Azurita».


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

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Mapa 2.

Distribuci贸n de los yacimientos e indicios de cobre. Distribuci贸n de las piezas de cobre.

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BEATRIZ COMENDADOR REY

2.2.

Recursos auríferos

Galicia cuenta tanto con yacimientos de tipo primario (generalmente filones de cuarzo con mispiquel a los que va asociado oro), como con yacimientos secundarios, siendo más frecuentes los placeres residuales de los yacimientos primarios. Hay que tener en cuenta que el potencial de los yacimientos secundarios, actualmente, es menor, debido tanto a la explotación a la que han sido sometidos, como a la presencia de embalses y pantanos que reducen el aporte sedimentario (SÁNCHEZ PALENCIA, 1985). Estos placeres, contienen oro diseminado en forma de polvo, granitos u hojitas. El sistema de extracción sería similar al del bateo, todavía en práctica en municipios como Oueiroga. Para unir las partículas, es posible que se fundiera el oro en crisoles, puesto que la técnica de amalgamación con mercurio es mucho más reciente. De acuerdo con los trabajos de SÁNCHEZ PALENCIA (1983, 1985, 1989), la explotación prerromana del oro se limitó a los placeres auríferos móviles o no

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Mapa 3.

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Yacimientos auríferos. Distribución de piezas de oro.


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

consolidados practicada en cuencas bajas de los ríos, y, menos, en fosas sedimentarias del interior. Corrobora su propuesta, tanto la distribución de hallazgos de piezas de oro, desconectadas de las zonas con mayores yacimientos primarios y siempre por debajo de la cota de seiscientos metros, como las fuentes clásicas y la etimología así como la toponimia aurífera actual. Además, aduce la dificultad técnica que implica la explotación de un yacimiento primario, tanto por la dureza y cohesión del material, como por el proceso técnico exigido para la preparación posterior del oro. Basándose en estos datos, cree que el oro de los placeres aluviales podría ser suficiente para abastecer una producción orfebre ornamental (SÁNCHEZ PALENCIA y PÉREZ, 1989, 23). Así pues, los recursos de oro, incluso sólo los procedentes de placeres auríferos, fueron suficientes para abastecer las necesidades de la producción orfebre de estos primeros momentos.

3.

El contexto arqueológico de los primeros testimonios metalúrgicos en el noroeste

Hasta no hace mucho, el estudio de las piezas se limitaba a una comparación de sus características formales. Si bien es cierto que la tipología ha permitido una ordenación de las creaciones materiales, consideramos que es totalmente necesario el estudio de los contextos arqueológicos. En Galicia contamos con un grave problema: la escasez de piezas que cuentan con referencias metodológicamente rigurosas. La mayoría de los hallazgos son antiguos, y muchos de ellos se basan en datos «de oidas», o, sin más, se han extraviado, obligando a la realización de auténticas pesquisas de indagación en museos y colecciones particulares. Conscientes de las precauciones que tal situación implica, es como afrontamos la realización de este capítulo. De modo global, distinguiremos tres tipos de contextos: tumbas, habitats y depósitos.

3.1 .

Contextos funerarios

Ya L. CUEVILLAS (1955, 9) distinguía varios tipos sepulcrales ajuares metálicos, para Galicia y Portugal: cista megalítica, «mámoa» sencilla sin cámara, y túmulo de piedras que cubre una fosa abierta en el suelo. Para todos ellos encontraba precedentes en sepulturas que no contenían objetos de metal, lo cual reforzaba su hipótesis del continum megalitismo-metalurgia. Para evitar la problemática derivada del gran polimorfismo en cuanto a arquitecturas funerarias se plantea, distinguiremos entre túmulos con cámara y túmulos sin cámara, especificando las características si el caso lo requiere.

3.1.1.

Túmulos con cámara

Conocemos dos conteniendo hachas planas: Arca de Vilaseco (Vimianzo, A Coruña) y dólmen de Santiago de Samarugo (Lobán, Lugo). (MONTEAGUDO, 1977). En el dólmen de Capela dos Mauros (Vilalba, Lugo), se localizó un mol195


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de de hacha plana, pero se desconoce con certeza si procede de su interior o de «los alrededores». En la necrópolis de Parxubeira (San Fins de Eirón, A Coruña) se localizó una punta Palmela sobre la coraza del túmulo n. o 4, y fragmentos de otra en el interior de la cámara del túmulo n. o 2 (RODRíGUEZ CASAL, 1988,56). Para el resto de la Península se conocen ejemplos como los de los dólmenes de la Cobertoira (Asturias) (BLAS CORTINA, 1978, 78) o Villalón de Campos (Madrid) (DELlBES, 1985, 45).

3.1.2.

Túmulos sin cámara

Responde a una acumulación de tierra que no alberga cámara de ningún tipo en su interior, y cuyo diámetro puede oscilar entre 5 m. o más de 20 m. De este tipo se conocen varios, aunque se ignora si esta ausencia de estructura interna es debida a una acción intencionada por parte de sus constructores, o si es fruto de las sucesivas violaciones que han sufrido este tipo de monumentos. En su interior parece predominar la aparición de joyas (diademas, gargantillas de tiras, brazaletes ... ) y armas (puñales de lengüeta, palmelas .. .) en ocasiones asociadas. Dentro del área de Pontevedra, contamos con los casos de A Golada y Monte das Cabras, de difusas referencias. En Vilavella (As Pontes, A Coruña), aparecieron varios túmulos de pequeño tamaño, de los cuales, el más llamativo es el conocido como túmulo de Veiga dos Mouros, de no más de un metro de altura, aunque según LÓPEZ CUEVILLAS (1955,8) estaba rodeado de grandes túmulos formados por piedras donde no apareció nada. En su interior se descubrió un ajuar compuesto de cuatro puntas palmela, un puñal de lengüeta y una diadema de oro de tira rectangular. En otros de los túmulos de esta necrópolis, aparecieron puntas Palmela o fragmentos, asociados a cenizas, y en otro, la cabeza de un hacha plana. Otros túmulos con hallazgos semejantes son los de Monte dos Mouros (Oleiros, A Coruña) y Cícere (Santa Comba, A Coruña) (MONTEAGUDO, 1953). De este tipo, posiblemente, es la fosa bajo túmulo de Roupar (Siu) Andrés de Xermade, Lugo), uno de los pocos casos en que aparece asociada la cerámica campaniforme con metal. (Campaniforme internacional, con pequeños trozos de cobre y un brazal del mismo material, según CRIADO BOADO y VÁZQUEZ VARELA, 1982,34-35), .

3.1.3.

Cistas sin túmulo

En Galicia tenemos noticia de seis cistas de este tipo que contenían ajuares metálicos, dos de los cuales están en la provincia de Pontevedra: la cista de Gandón (Aldán, Cangas) (PEÑA SANTOS, 1985a ) y la de Atios (Porriño). Las otras cuatro son las de: Camota, Santa Comba y Tarayo, en A Coruña, y la de Chedeiro en A Pedrosa, Orense. (RUIZ-GÁLVEZ, 1984, 53, 63, 65, 96). Es posible que en As Antas (Rodeiro, Pontevedra), un pequeño puñalito formase parte del ajuar de una cista, pero en la actualidad se desconocen tanto sus referencias, como su paradero (VÁZQUEZ VARELA, 1985, 95). . En estas construcciones no aparece cerámica campaniforme, sino cerámica lisa y fundamentalmente de dos tipos: la denominada tipo Tarayo, consistente en vasos de pequeño tamaño de tipo subcilíndrico con cuello-borde recto o ligera196


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

mene oblicuo, originando con la suave apertura de la boca del recipiente e aspecto de florero. (Floreiros es la denominación que utiliza Monteagudo); y los vasos troncocónicos, como los que aparecieron en la cista de Chedeiro, junto a otros de tipo ovoide. Ambos tipos han sido estudiados por X. Suárez Otero, que los considera como una arqueología propia del Bronce Inicial, en un momento posterior al apogeo campaniforme (8). Es replanteable la cuestión de que sean un tipo de enterramiento posterior, pudiendo tratarse de una manifestación distinta y paralela, o al menos solapada, a la de los enterramientos con campaniforme. En toda esta cuestión entra también la problemática del inicio de la Edad del Bronce en el NW. En Gandón, un fragmento de metal apareció asociado a un brazal de arquero realizado en piedra arenisca, elemento éste típico del ajuar campaniforme en la Meseta Norte. 3.1.4.

Otros posibles contextos funerarios

Abrimos este punto en relación con el yacimiento de Guidoiro Areoso (Vilanova de Arousa), donde las estructuras a las que aparecen asociadas los punzones son de difícil interpretación. Posiblemente se hallan en relación con una función de tipo ritual-funeraria. En todo caso, se pone de manifiesto una vez más, el polimorfismo constructivo del megalítico (si este tipo de construcción puede denominarse megalítica) a partir de tercer milenio. Al mismo tiempo, estaríamos ante el primer caso de contacto entre un nivel con restos de actividad antrópica y un contexto funerario.

3.2.

Contextos habitacionales

En los contextos habitacionales gallegos no se han localizado piezas metálicas, pero si testimonios directos del desarrollo de una actividad metalúrgica. Ambos se localizan en la provincia de Pontevedra. El testimonio más antiguo es el proporcinado por los fragmentos de crisol o,molde del yacimiento de Lavapés (Hío, Cangas), donde se distinguen dos niveles de ocupación. El más antiguo, con cerámicas incisas y orificios de suspensión, y el reciente, con restos de estructuras y cerámicas metopadas incisas de tipo Penha, hachas de piedra pulimentada, puntas de flecha de silex y cuarzo, y los mencionados fragmentos, con una datación por C14 en torno al 1980 B.C. Por el tipo de materiales, puede ponerse en relación con otros yacimientos del Morrazo, como el de Mesa de Montes (Cangas). La cerámica inciso-metopada del tipo Penha se ha localizado además en el ya mencionado yacimiento de Guidoiro Areoso (Vilanova de Arousa), y en otros gallegos, como el de lila de Barxés (Orense) (Sierra y Calo Lourido, 1983, 38). En contextos funerarios se ha localizado en el túmulo n. o 7 de Lobeira (Orense) (L. CUEVILLAS, 1925), y, posiblemente sean de este tipo, los fragmentos localizados en Chan da Cruz (Vilaboa, Pontevedra) (PATIÑO GÓMEZ, 1984). Nos consta que en los últimos años han aparecido más yacimientos con este tipo de cerámica, pero desconocemos (8)

Agradecemos a J. Suárez Otero que nos permitiese la lectura de su memoria de licenciatura.

197


BEATRIZ COMENDADOR REY

sus referencias. Los yacimientos portugueses del área de Chaves, como Vinha da Soutilha, Castelo de Aguiar, y Pastoría, presentan también este material, que ha sido objeto de sucesivas integraciones cronológico culturales. Teniendo en cuenta la industria lítica y el metal, así como características estructurales de los yacimientos, Susana Oliveria (1986) propone para el N. de Portugal, que arrancan de un sustrato neolítico en un momento calcolítico precampaniforme, y perduran posiblemente durante el Bronce, solapándose con el campaniforme. Aunque desconocemos la posible similitud entre el modelo de los yacimientos del N. de Portugal, y el de los gallegos (zona de expansión del Miño y Alto Támega) (9), los poblados de esta zona parecen estar integrados por estructuras habitacionales elementales, yen ellos aparecen fragmentos de metal y crisoles que indican la práctica de la metalurgia. También empieza a ser estudiado este fenómeno para la zona del valle del Duero. El yacimiento zamorano de las Pozas, donde se encontraron también restos de crisoles, proporcionó tres dataciones entre 2475 y 2125 B.C. (DELlBES, 1985, 44). Un momento posterior se asociaría con la introducción del campaniforme. Aunque la mayoría de los hallazgos de esta cerámica se localizan en contextos funerarios, también aparece cerámica campaniforme en los habitats, como en Fixón, donde se constata el laboreo del metal por la aparición de un fragmento de crisol. Una cuestión necesitada de replanteamiento y clarificación es la de la supuesta disociación metalurgia-campaniforme, sobre la cual, en 1974, Harrison formula la hipótesis de la existencia de un horizonte post-campaniforme, caracterizado por ajuares compuestos de objetos de metal de tradición campaniforme, pero asociados con cerámicas lisas. Todo ello caracterizaría el inicio de la Edad del Bronce en el NW., entre el 1750 y 1500, denominándo a este horizonte Montelavar, paralelo al Horizonte de Ferradeira formulado por SCHUBART (1971) para el SW. Ya VÁZQUEZ VARELA y CRIADO BOADO (1982, 62) consideraron la disociación metal-campaniforme como algo eventual, proponiendo varios argumentos en contra. Todo ello puede plantear la pluralidad de manifestaciones funerarias, sin una necesaria dislocación temporal, tanto para el caso de los túmulos sin cámara, como para el de las cistas al que se hace extensivo. Otra cuestión problemática es la de la relación entre los habitats y los contextos funerarios. Existe una disociación que se manifiesta tanto en la localización topográfica, como en los materiales. Se ha sugerido, para el N. de Portugal, donde ocurre lo mismo, la posibilidad de una especialización de los ajuares fúnebres, por lo cual es posible una contemporaneidad entre ambos tipos de espacios (OLlVEIRA, S., 1986,823)' Caben algunas excepciones, como la cerámica campaniforme incluida en contextos funerarios, y también la inciso metopada de tipo

Penha.

3.3.

Depósitos

Según BRADLEY (1988, 250), el único hecho que es común a todos los depósitos, es que nunca fueron recuperados. (9)

198

No somos los primeros en apuntar que la semejanza estilística de los artefactos no implica necesariamente que estemos ante grupos con un estadio social semejante.


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

En el NW. son escasos los depósitos que formalmente contengan piezas asociables a las primeras producciones metálicas. Tres son los más importantes: Roufeiro (Nocelo da Pena, Orense) (RUIZ-GÁLVEZ 1984, 101), Caldas de Reis, y, dudoso, el de Leiro (Rianxo, La Coruña) (MEIJIDE CAMESELLE, 1988). Los tres presentan características distintas. Los depósitos han sido objeto de múltiples interpretaciones, pero dos son las fundamentales a la hora de estudiarlos (BRADLEY, 1988,250)' Por un lado, algunos parecen tener un carácter votivo, por otro, diversos depósitos parecen tener un carácter utilitario, en relación con el aprovisionamiento del metal, y por tanto, destinados a una posterior refundición. Estos últimos estarían vinculados, bien con la escasez de materia prima que obliga al reciclado (oportunidad, recordemos, que sólo ofrece el metal), bien con la pérdida del valor simbólico de las piezas. Creemos que un exponente de este tipo podría ser el Tesoro de Caldas, donde observamos una tesaurización de oro de extraordinaria importancia, pero algunas de sus piezas están fracturadas o dobladas, como si por algún motivo se hubiese desvalorizado su morfología o su significación social. De hecho, la forma de los «brazaletes», supone, a su vez, una forma cómoda de acumulación de oro. Respecto a las armas, MEIJIDE CAMESELLE (1988, 156) hace un análisis sobre la relación entre las que aparecen en el registro arqueológico y las que lo hacen representadas en petroglifos, apuntando la idea de que el diferente comportamiento estructural en el registro puede implicar distintas actitudes sociales ante cada categoría de objeto. Así las alabardas, muy frecuentes en los depósitos, quedan excluidas de los contextos funerarios, mientras que son muy representadas. Por el contrario, las hachas, frecuentes en el registro arqueológico, están prácticamente ausentes en las representaciones. 3.4.

Comentario global

La mayoría de las piezas gallegas son hallazgos descontextualizados. A partir de aquellas que poseen un contexto definido, podemos realizar una serie de observaciones, siempre bajo los parámetros siguientes: jugamos con datos provisionales puesto que sólo conocemos en profundidad el caso pontevedrés, moviéndonos con contextos a veces no definidos claramente, y teniendo en cuenta que unas áreas han recibido una mayor atención que otras en cuanto a investigación. Los túmulos sin cámara y las cistas no megalíticas albergan el mayor número de piezas en Galicia. En Pontevedra, con mayor incidencia en las cistas, mientras que sin ninguna en conjuntos megalíticos con cámara, que en el resto del territorio ofrecen un número importante de ellas. Respecto a los contextos habitacionales, hasta el momento, sólo en Pontevedra se han localizado y excavado yacimientos que proporcionan restos directamente relacionados con el laboreo del metal, para este primer momento. Las piezas consideradas como joyas, proceden mayoritariamente de túmulos sin cámara, yen menor proporción, de cistas. Dado su considerable volumen, es destacable además, el depósito de Caldas. Así pues, tanto las piezas de cobre, como las de oro o plata, proceden fundamentalmente de contextos funerarios. Respecto a la relación entre contextos y tipos morfológicos, las hachas pla199


BEATRIZ COMENDADOR REY

nas aparecen más frecuentemente en túmulos con cámara. Los puñales de lengüeta se asocian a las cistas, aunque en dos casos proceden de túmulos sin cámara. En Atios aparecieron junto a joyas de oro y plata. Otra cista, la de Chedeiro, contenía otra joya de plata. Las palmelas suelen encontrarse junto a puñales de lengüeta y joyas, así como aisladas. Las alabardas, si consideramos como tal las dos de Roufeiro y la de Leiro, se documentan sólo en depósitos, yen las representaciones rupestres. Es posible, pues, una relación entre los tipos morfológicos y los contextos, así como entre los tipos morfológicos y la tipología arquitectónica de los monumentos funerarios.

4.

El significado social del primer metal

Sobre la significación social del metal, entendiendo por ello el significado que a nivel social tienen las primeras piezas metálicas, algunos rasgos nos pueden dar pistas sobre ello. Por un lado, el hecho anteriormente puesto de relieve, de que las piezas aparezcan mayoritariamente relacionadas con contextos funerarios"o rituales. Por otro, la característica común a algunas de ellas de no presentar indicios de haber sido utilizadas. Otro aspecto importante es la representación 'rupestre de armas, como las que aparecen en ajuares o depósitos, aunque ya se ha puesto de manifiesto como esta manifestación parece ser selectiva en cuanto a los artefactos escogidos. Pero antes de comentar el valor de las piezas en si, debemos referirnos al valor intrínseco del metal. El oro, recurso más abundante en el NW. ya la vez, más llamativo, es posible que hubiese sido valorizado antes que el propio cobre. Además, su brillo y su resistencia a la corrosión, así corno su dureza y maleabilidad, podían conferirle un significado especial. También el cobre nativo sería reconocido y pudo ser utilizado, en un primer momento, como otro mineral cualquiera, por simple percusión. No sólo el cobre nativo, sino también los nódulos de malaquita o azurita, que por su peculiar aspecto (intenso color verde o azul), pudieron ser valorados como objetos exóticos. En algunos de los dólmenes de la Cobertoira (Asturias) se encontraron formando parte del ajuar, fragmentos de malaquita. BLAS CORTINA (1987, 78), sugiere para Asturias, la existencia de un momento pre-metalúrgico en el cual los minerales eran valorados por sus características físicas. Una vez presente la metalurgia, esta técnica, como innovación, estaría revestida de un valor especial. Así trata CHAPMAN (1984) este tema. Considera, entre otras, la teoría de Renfrew sobre la adopción de innovaci'bnes, en relación con el valor de prestigio de los objetos de metal como principal condición favorable para la adopción general de la metalurgia, mientras que las ventajas tecnológicas asumirían importancia más tarde. CHAPMAN considera que existe un de/ay time entre la aparición del metal y su generalización. El ratio depende en parte de la habilidad de la organización socio-económica para adaptarse al tiempo y coste de la innovación. Es decir, que los grupos humanos que adoptaron esta técnica contaron con una serie de características socio-económicas que facilitaron el proceso de asimilación. Otro punto importante es el de la amortización social de esta actividad. Si tenemos en cuenta que buena parte de la producción metalúrgica de este momen200


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

to se retira de la circulación, y se deposita en tumbas o depósitos, ello quiere decir que el valor de estas piezas ha de ser amortizado con la intensificación productiva de otros sectores, como supusiblemente el agrícola, aunque no es la única posibilidad. Respecto a la situación social de aquellos individuos conocedores de esta técnica, los datos con los que contamos son del todo insuficientes como para hacer suposiciones. En Almizaraque, el hallazgo de crisoles en lugares de habitación lleva a MARTíN MORALES (1987, 21) a suponer que la metalurgia no es distintiva de un grupo social dominante, sino tarea habitual en el marco de una economía de subsistencia. En Lavapés y Fixón, donde se asentarían grupos humanos posiblemente de modo temporal, es probable que esta actividad fuese desempeñada por artesanos a un tiempo parcial, que realizaban esta tarea incluso de modo episódico, para satisfacer necesidades puntuales y no funcionales. Si el molde de hacha plana de Capela dos Mauros (Villalba), procede de su interior, es decir, de su ajuar, quizás nos encontremos con un caso de valorización social de la metalurgia o de los útiles artesanales relacionados con ella, pero de momento este dato no es corroborable. La demanda social se presenta limitada. Este fenómeno se acentúa posiblemente en el segundo milenio, cuando algunos enterramientos se hacen individualmente, y los ricos ajuares, que contienen armas y/o joyas, acompañan a un sólo personaje. El valor del metal se traduce como exponente de una creciente complejidad social. Estos grupos practicaban un indudable culto a sus antepasados o a la muerte, que les llevaba a depositar en las tumbas muestras de su prestigio social en vida, por medio de piezas suntuosas como las armas de cobre o las joyas de oro y plata.

5.

Consideraciones finales

La introducción de la metalurgia, posiblemente en un momento precampaniforme y desde Portugal, no parece afectar sustancialmente a la estructura social sobre la que actúa, limitándose a difundir una serie de artefactos relacionados con el mundo funerario, e insertándose sobre tradiciones anteriores, neolíticas, como lo demuestra el continum megalitismo-metalurgia ya definido por L. CuevilIas en 1955. El conocimiento de esta técnica es asimilado por una estructura social de pequeños grupos que se instalan, sin preocupaciones de tipo defensivo, en yacimientos abiertos que ocupan de modo temporal, como parecen indicar sus construcciones de materiales perecederos. En Lavapés se documenta, además, la práctica de una agricultura de roza. El trabajo del metal parece definirse bajo los parámetros de una actividad de tipo artesanal, desde la obtención del material, hasta su procesado, encaminada a satisfacer las demandas no funcionales de los grupos que siguen trabajando y utilizando la industria lítica. Los enterramientos, como los túmulos sin cámara de pequeño tamaño o las cistas sin túmulo, parecen sugerir el desarrollo del individualismo dentro de los grupos sociales que los construyen, apoyando este rasgo al acompañamiento de armas o joyas, que sugieren una mayor complejidad social, que se denota también en los casos de tesaurización. Este fenómeno debe ser atribuido a la eclosión 201


BEATRIZ COMENDADOR REY

de toda una serie de procesos de intensificación económica, diversificación productiva, y quizás, un mayor desarrollo del intercambio, y no a la aparición de la metalurgia, que, aunque a largo plazo se constituye como un activador económico y social, en estos primeros momentos, es más un indicador de estos procesos, que su causa. Es posible que estas tendencias de intensificación de la complejidad social, culminen en la apari:ión de grupos sociales de estructura diferente a la de aquellos que acogieron la primera metalurgia, y, que este cambio, tenga su reflejo en el registro arqueológico. Pero, el establecimiento de una nueva «etapa» denominada «Bronce Inicial», no sólo es problemático desde un punto de vista tecnológico (la generalización de la metalurgia del bronce no se produce hasta lo que hoy en día se considera Bronce Medio), sino también desde un punto de vista formal. Es necesario pues, establecer qué cambios a nivel económico y social diferencian a este momento del precedente, y definir, si el proceso de individualización social que denota el mundo funerario puede ser aclaratorio a este respecto o no. En resumen, hemos visto como en los primeros momentos metalúrgicos del área en cuestión, las necesidades de metal son muy limitadas, tanto desde el punto de vista del contexto social al que van destinadas, posiblemente minoritario, como desde el punto de vista del contexto funcional, mayoritariamente ritual o funerario. De todo ello se deduce, que el conocimiento de esta nueva tecnología no es, en principio, significativo desde el punto de vista cultural, contrariamente a lo que en un primer momento se pensó. Por tanto, la presencia del metal o de una incipiente metalurgia, no puede desempeñar un papel esencial en la definición de Ca/colítico. En los contextos propios de la segunda mitad del tercer milenio, primera mitad del segundo, no sólo es escaso el metal en cuanto a cantidad, sino también en cuanto a diversidad morfológica. Sólo puede considerarse a la metalurgia como elemento de periodización junto a otros elementos, entre los cuales, es uno más dentro del marco de una serie de importantes transformaciones. Quedan muchas preguntas pendientes, que habrán de resolverse con el desarrollo de la investigación y la cooperación. Pero esperamos que esta reflexión y sus críticas consiguientes, ayuden a saber plantear las cuestiones realmente necesarias. Vilagarcia, 11 Septiembre de 1991

202


Los inicios de la metalurgia en la provincia de Pontevedra

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PA T.P.

RA

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MACHADO PULIMENTADO DE OS CANEIROS (MOECHE)

EMILIO RAMIL GONZÁLEZ* ViCTOR TOMÁS BOTELLA **

* el Río Xubia 219-221, 3. o Izqu. O Ferrol ** el Curtis, 6, 5. o E A Coruña

Resumen. Neste pequeno artigo quérese dar a coñecer un novo machado pulimentado, excepcional polas suas medidas, aparecido na finca de Os Caneiros, situada na parroquia de Labacentos (Moechel. Abstract. This little article is for people to know a new polished axe -exceptional in its measures- found in «Os Caneiros» (Labacengos, Moeche).

Esta peza lítica aparecéu nunha remoción de terras, efectuada con arado mecánico por Pepe Veiga (1), na finca Rego dos Caneiros da sua propiedade, que a fixo aflorar á superficie xunto a diversos anacos cerámicos. Presentóuse unha denuncia diante da Dirección Xeral do Patrimonio e, posteriormente un proxecto de intervención arqueolóxica de urxencia no túmulo megalítico, realizándose a excavación, que foi cofinanciada entre o Concello de Moeche e a Dirección Xeral do Patrimonio Histórico e Documental da Consellería de Cultura e Xuventude.

LOCALIZACiÓN

A finca Rego dos Caneiros atópase situada na vertente occidental do monte coñecido como o Ventueiro e máis concretamente, no cume da dorsal que a percorre con esta orientación; nuns 300 m. o seu SO. emprázase a pista de vóo do Clube Aeronáutico de Moeche (Fig. 1).

Coordenadas xeográficas

43°34'57" Lat N. 7°57'50" Lonx. O (Folla n. ° 7, cadrante IV do I.G.N. a e. 1:25.000).

(1)

O noso agradecemento a Pepe Veiga pola paralización dos traballos que estaba desenrolando e poia cesión do machado para o seu estudio.

205


EMILIO RAMIL GONZÁLEz e VíCTOR TOMÁS BOTELLA

CONTEXTO ARQUEOLÓXICO

o nome da finca non presenta un topónimo arqueolóxico propio, mais en relación coa ampla zoa coñecida como O Ventueiro, dentro da cal fica esta finca, hai referencias a folclore en relación a existencia de tesouros agachados. Neste mesmo rego, na chaira superior, moi estreita, do cume da dorsal, atópase o túmulo de Os Caneiros e uns 100 m. seguindo a pendente cara ó O. foi o lugar onde apareceu o machado. Próximas existen dúas mámoas, unha na finca «A Madoña», uns 1.000 m. ó NO. e outra a uns 500 m. ó SO., en zoas chairas a máis baixo nivel. Na mesma parroquia de Labacengos hai catalogados dous castros, o do seu mesmo nome e o de «As Cercas» no lugar de Vilachave. Moi perto do túmulo de Os Caneiros discorre un camiño real que desde a parroquia de Labacengos va; cara á de Abade, atravesando nesta o Alto do Tesouro; podería tratarse dun tramo do camiño Somozas-San Andrés de Teixido. DESCRIPCiÓN O machado ten forma xeral subrectangular tendente á fusiforme, con incurvación das caras paulatina na sua confluencia no fío, que é simétrico e ben equilibrado. A sección transversal é cadrada de lateráis moi rectos, que están sen puir, o contrario das facianas que presentan un puído e pulimento perfecto (SEMENOV, 1981) en toda a sua superficie, agás as zonas alteradas por golpes ou fracturas; o fío amosa melladuras posiblemente restos do uso. As suas medidas son: Lonxitude: Anchura: Espesura:

37,2 cms. 5,5"

6,0"

Relacionando estes índices (FÁBREGAS, 1984) teríamos: L/A AlE

6,76 0,91

O peso do machado é de 2.515 grs.

CONCLUSIÓNS Ó ser unha peza que en canto a suas dimensións e relación de medidas é pouco frecuente no mobiliario que polas suas características formáis debemos incluir no momento megalítico, non é doado sequera encadra-Ia nunha tipoloxía funcional. Neste senso temos que agradecerlle a Ramón Fábregas as suas valiosas indicacións. Se a primeira relación de índices (LI A) é máis propia dos cincéis, ao que tamén contribuiría o dito respecto a paulatina confluencia das facianas no fío, a segunda relación (AlE) introdúcenos claramente no tipo dos machados e máis en concreto nos do tipo I de Fábregas (FÁBREGAS, 1984). No que respecta a unha aproximación cronolóxica, o contexto onde apareceu, cerca dun túmulo megalítico, semella relacional o con él; sen embargo a dis206


Machado pulimentado de Os Caneiros (Moeche)

tancia, uns 100 m., e as características do terreo non fan pensar que teña naquél a sua orixe, polo menos como producto dos derradeiros traballos efectuados na finca. Polo tanto, a datación relativa observada para o túmulo non ten porqué aplicarse ó machado. O que sí é coincidente é a materia prima deste e a de outros dous machados exhumados na excavación, metaperidotita (2) en ambolos dous casos, diferenciándose un dos outros na técnica de pulido aplicada, xa que si no primeiro éste acada toda a superficie, nos provintes da excavación aquél é selectivo na parte activa das pezas, feito que tampouco marca diferencias cronolóxicas (SEMENOV, 1981). En resumo, podemos obter as seguintes conclusións: - Aínda que sexa clasificado como machado, as suas dimensións e particularidades poden facer sospeitar a existencia dun novo tipo funcional á agarda de novos achádegos. - A coincidencia de material con outros exemplos contextualizados e a existencia deste nun radio cercano, 1 ou 2 Km., nos está a falar dun producto de manufactura local. A metaperidotita aparece, entre outros puntos, na parroquia de Abade, sen que até o momento, agás anacos soltos, pudéranse localizar afloramentos ou canteiras. -As melladuras de uso que presenta o fío e as rachaduras da peza nos afirman no seu carácter de útil, rechazando a interpretación de peza votiva. - E, finalmente, polo contexto de aparición entre material cerámico tosco e pausiblemente sincrónico, poderíamos pensar nun xacemento non funerario, quizá un habitat ou poboado. Moeche, 26 de Novembro de 1991

(2)

O noso agradecemento á xeóloga Luz Martínez polo recoñecemento do material e a percura da sua orixe.

207


EMILIO RAMIL GONZÁLEZ e VíCTOR TOMÁS BOTELLA

Fotografía 1.

Vista de frente.

Fotografía 2.

Fotografía 3.

208

Detalle do fío.

Vista de perfil.


Machado pulimentado de Os Caneiros (Moeche)

o

...-N

500m.

%fo

,.. Túmulo OS CANE IROS • Mecloflas

() Pereiro

Figura 1.

Localización do lugar do achádego.

209


EMILIO RAMIL GONZÁLEZ e VíCTOR TOMÁS BOTELLA

I O

Figura 2.

210

5ems.

Frente, perfil e sección do machado de «Os Caneiros».


Machado pulimentado de Os Caneiros (Moeche)

BIBLIOGRAFíA

FÁBREGAS VALCARCE, R. Para una tipología de los útiles de piedra pulimentada de la cultura megalrtica de Galicia. Boletín do Museo Provincial de Lugo, 11, pp. 5-23. SEMENOV, S. A., 1981. Tecnología Prehistórica. Akal/Universitaria. Madrid, pp. 136-140.

211



Brigantium. Bol. Museo Arqu. Hist. Coruña. 1991-1992. vol. 7, pp. 213-223

o

MEGALlTISMO NAS TERRAS DE VILALBA (LUGO) - ADDENDA

XOSÉ A. paMBa MOSQUERA * M.· LUISA REGO ÁLVAREZ**

* l. F. P ((A Piringalla)). Lugo ** I.F.P. de Mondoñedo (Lugo)

Resume. Aportamos novos datos ó estudio publicado en Brigantium-6 sobre as medoñas na área de Vilalba, sobre a súa distribución no espacio e os restos atopados neles. Destacámo-Ia aparición de dúas chantas con gravados. Abstract. We bring here new data concerning the study published in Brigantium-6 about the tumuli in the district of Vilalba (Lugo), their distribution in space and the remains which were found in them. We particularly remark the discovery of two stone slab with rock ingravings.

No volume de Brigantium-6 publicamo-Io estudio «O Megalitismo nas terras de Vilalba (Lugo»>. Xa daquela apuntamos que novas investigacións haberían engrosa-lo «Corpus» das medoñas existentes nestas terras. E así foi. Dende entón foron aparecendo novos datos que confirman e puntualizan as conclusi6ns expostas no mencionado traballo. Tamén quixeramos facer constar que por causas al.leas á redacción de Brigantium e a nós mesmos, non se incluiu ent6n o MAPA N. 02, onde se localizan os conxuntos megalíticos mencionados no citado artigo, e que contén a numeraci6n que se corresponde con aquel apéndice final máis co que agora presentamos. Publícase agora tratando de enmenda-Io erro producido, e incluímo-Ios novos datos aportados dende aquela data. As novas medoñas aparecidas e outras que se viran transformadas poden verse no ANEXO final. Do seu conxunto aportámo-Ias seguintes reflexións: 1. As conclusi6ns do traballo anterior (REGO-POMBO, 1990) non se ven modificadas cos novos datos. Tan s6 mencionaremos unha matización referida 6 que se enunciaba no apartado 2, onde se menciona que «ningunha das medoñas estaba en terras de regadío ou que se puidesen aproveitar como tales» (páx. 28). A medoña n. o 19 de Lousada está a tan s6 10 ms. dun pequeno regato que recolIe as augas dos montes veciños. Na actualidade e en épocas de máxima pluviosidade as augas chegan ó pé do túmulo. 2. Continúan aparecendo medoñas en toda a zona. En total coñecemos na actualidade 220 túmulos entre os conservados e os desaparecidos, e isto para os 512 Km 2 da zona dá uns densidade de 1 túmulo por cada 2,33 Km 2 • 213


XOSÉ A. POMBO MOSQUERA e M.· LUISA REGO ÁLVAREZ

MAPA 1

20

40 QM5.

Mapa 1. ; Localizaci6n da zona.

214



o

megalitismo nas terras de Vilalba (Lugo)

3. Manexámo-Ia hipótese de que os restos materiais atopados nas medoñas ó longo do tempo é máis alto do que puidese parecer, pero a dispersión na que se deben atopa-Ias pezas fai que non sempre sexa doado acceder a elas. Neste trabal/o damos a coñecer un machado (Lámina 2, Fig. B-N-1) e unha aixola fragmentada (Fig. S-N-1) que se atoparon preto do conxunto do Carrizo, a uns 300 ms. o un da outra. Cómpre destacar que estas dúas pezas apareceron ó ara-la terra, sen que houbese ningún vestixio externo de que alí existise un túmulo ou calquera outro resto arqueolóxico identificable como tal. Da medoña n. o 2 de Mol/afariña proceden as seguintes pezas: Un machadiño de lousa (Lámina 1, Fig. M2-5), unha ficha do mesmo material (Fig. M2-6), e anacos cerámicos procedentes ó menos de tres olas diferentes que describimos de seguido: a) Trinta e un anacos dun espesor que oscila entre os 4,5 e os 6,5 mms. Trátase dunha ola de gran diámetro de panza (27 cms.), e con carena fortemente marcada segundo se puido reconstruír (Fig. 2M-1). Non hai indicios de decoración. Na pasta distinguimos tres capas: -A máis interna é de color negra, con desgrasantes de seixo e mica moi finos. - Sobre esta ánima dispuxéronse dúas capas, unha interna e outra externa, con moita menor cantidade de desgrasante, de pasta de color ocre-Iaranxa de 1/1,5 mms. de espesor cada unha. -Toda a ola foi recuberta por un engobe que l/e dá unha tonalidade siena natural tirando a vermel/o. Resulta parecida na forma á ola n. o 3 de Roupar (CRIADO-VÁZQUEZRAMIL, 1981) (CRIADO-VÁZQUEZ, 1982). b) Anaco de 4,5 mms. de espesor, de pasta homoxénea con desgrasantes de mica e xeixo pulverizados e de color ocre-Iaranxa. Ten decoración campaniforme de tipo Internacional con decoración igual á cazola n. o 2 de Roupar (Fig. M2-2). c) Dous anaquiños de 3/4,5 mms. de espesor, cunha pasta igual á anterior, pero no que parece apreciarse a existencia de engobe que l/e dá unha tonalidade practicamente igual ós anacos da ola «a». Ten unha decoración puntillada de tipo Internacional semel/ante ó vaso n. o 1 de Roupar (Fig. M2-3 e M2-4). , Resulta clara a adscripción dos anacos «b» e «c» ó tipo campaniforme poia súa decoración, pero non así polo tipo de pasta. A ola «a» carece de decoración. Semel/a estarmos diante dun obradoiro local que coñecía o campaniforme de tipo marítimo. A cerámica deste estilo é ben coñecida na zona estudiada, aínda que ata o presente aparecera máis ó norte. No trabal/o anterio (REGO-POMBO, 1990) mencionamos que se concentraba na zona de O Carrizo-Roupar-Lousada 4. Cómpre destaca-la aparición de dúas chantas decoradas en cadansúa medoña con motivos moi semellantes. Unha delas, a «Pedra dos Millós», saiu da «Modia do Rairo»-Porto de Bois (Vilapedre) (Foto 1). A outra apareceu na Medoña N. o 2 do conxunto de Mollafariña cando se achaiou o túmulo para mellora-Ia leira onde se emprazaba. Describímolas de seguido: a) Chanta da Modia do Rairo: - Trátase da única chanta que tiña unha medoña <mon moi alta» que se desfixo ó converteren en pasteiro as terras onde se emprazaba. 215


XOSÉ A. POMBO MOSQUERA e M.' LUISA REGO ÁLVAREZ

LÁMINA 1

M2-1

cms.

LlP M2-3

L.-_...L-_-'-_....J'

". ..... t!fJ "

M2-4

cms.

C) "~\

(

~

\

/

\..

M2-G

M2-5 L.-_.1...-_--L-_....1'

cms.

Lámina 1.

216

Pezas da medoña n. o 2 de Mollafariña.

I


o megalitismo nas terras de Vilalba

(Lugo)

LAMINA 2

B-N-1 cms.

S-N-' cms.

Lรกmina 2.

Machado do conxunto do Carrizo.

217


xosÉ A.

POMBO MOSQUERA e M. a LUISA REGO ÁLVAREZ

Foto 1.

A Chanta dos Millós. Modia do Rairo-Porto de Bois.

Puidemos observa-lo lugar de emprazamento do túmulo e resultou ser unha zona de labradío totalmente chairo próximo a lugares de poboamento actual. - Tamén comprobamos que do túmulo foron sacadas pedras de regular e pequeno tamaño de distintos tipos: xistos e seixos, pero non puidemos averiguar se formaban parte dunha coiraza, dun circo de pedras que rodease o túmulo ou tan só estaban estradas polo túmulo. - O tipo de pedra da chanta é xisto do país. As posibles canteiras sitúanse a uns 500 ms. - Ten como medidas máximas 100 x 100 x 26 cms. - Toda a chanta está decorada de «coviñas», parte delas circulares, e outras alongadas cos extremos redondeados, mesmo poden apreciarse dous «sucos» que parten das primeiras. - A fondura dos gravados oscila entre os 3,3/5,5 cms., e o diámetro dos circulares varía entre os 4/9 cms. b) Chanta da Medoña n. o 2 de Mollafariña. - Apareceu cando se desfixo o túmulo e quedou ó descuberto unha cámara poligonal con 10 chantas. Tan só se conservan no seu lugar seis delas, as outras foron fragmentadas e os seus anacos están estrados polo arredor (Foto 2). - Unha das que foi rota é a que presenta once «coviñas», dez delas hemiesféricas e outra de tipo alongado (Foto 3). Sitúanse no medio do ortostato e foron gravadas poia parte interna, mirando á cámara. - O fragmento conservado da chanta decorada ten por medidas máximas: 0,90 ms. de alto, 0,75 ms. de ancho e 0,08 ms. de grosor. - O resto da chanta aínda se pode localizar «in situ» formando parte da cá218


o megalitismo nas terras de Vilalba

Foto 2.

Foto 3.

(Lugol

Cámara de Mollafariña N. o 2.

Chanta decorada de Mollafariña-2.

219


xosÉ

A. POMBO MOSQUERA e M.· LUISA REGO ÁLVAREZ

mara. Está orientada ó sur, exactamente a 180 0 , xusto á entrada dun posible corredor. - A dimensión das «coviñas» oscila entre os 4 / 7 cms. de diámetro e os 10/13 mms. de fondo. - As «coviñas» foron realizadas por percusión cun obxecto puntiforme. - Por desgracia non podemos asocia-lo resto dos materiais que se describen máis arriba coa \::hanta nin mesmo co tipo de cámara, pois apareceron, como xa se indicou, revoltos coa terra do túmulo cando se destruiu este. A aparición de ortostatos decorados dentro dos túmulos megalíticos non é un caso illado dentro do conxunto do megalítico galego. Así, cinguíndonos tan só á zona por nós estudiada, existen tres túmulos cos ortostatos gravados en «Roza das Modias»-Muíño Pequeno-S. Xoán de Alba. Neste lugar RAMIL-VÁZQUEZVIDAL (1976) mencionan que no túmulo 8, destruído, hai algunhas pedras de xisto con cazoletas gravadas (páx. 88). A carón deste túmulo existen dous máis que teñen gravadas liñas onduladas paralelas entre si e no sentido da dimensión maior das chantas. E na chanta n. o 5 do túmulo A, gravado con seis liñas ondulantes, apareceron no ángulo superior dereito dúas pequenas cazoletas de 2-2,5 cms. de diámetro e 0,5 cms. de fondo. Os ortostatos de «Roza das Modias» tamén son de xisto. Por outra parte as cazoletas son un motivo representado de xeito abundante no Megalitismo da Península Ibérica. Así aparecen no dolmen de Amabia (Asturias) (DE BLAS, 1983), no Dolmen de longo corredor de Azotán (Toledo) (BUENO RAMíREZ, 1991) que ten as seguintes datas de C-14: 3.800 + 130; 3.100 + 90; e 2.640 + 90 a.C. Tamén podemos cita-lo exemplo da mámoa n. o 3 de Cha de Santinhos (Portugal), se ben neste caso os motivos foron pintados, tamén datada polo C-14 no 3.040 + 50 e no 2.980 a.C. (SOUSA, 1988). Unha visión de conxunto para Europa Occidental pode verse nos estudios de E. SHEE de 1973 e 1981. Vilalba, xullo de 1991

220


o

megalitismo nas terras de Vilalba (Lugo)

ANEXO CLAVES CONX. - Nome do conxunto. M.N.-Número da medoña do conxunto. alto.-Altura da medoña. diámetro. -Diámetro id. funi!. - Medidas do funil de violación no caso de que exista. A primeira corresponde ó diametro do mesmo, e a segunda ó fondo. In. -Case inapreciable. vex. acto - Vexetación actual sobre o túmulo: T: toxos. P: piñeiros. Si: silvas. S: Salgueiros. C: carballos. E: ericas. X: xestas. A: acivros. TL: é terra de labor. MR: é monte de

roza. d.!. - Distancia a campos de labor. d.a. - Distancia da auga permanente máis próxima. r. arqu.-Restos arqueolóxicos atopados. observ. - Observacións. C. R. - Está á beira dun camiño real. CH.-Situada na chada dun outeiro. Tódalas medidas que se citan están expresadas en metros. CONX. Castiñeiras

M.N.

alto

diám.

funil

1 2

1,40 1,60

19 22

3 x 0,4

3

1,30

24

Ver Ob.

4

1,20

20

0,90 1,40

9 22

d.!.

d.a.

~

~

100 100

P.C.

O

150

Non

T.E.

O

100

Non Non

T.E. T.E.P. TL.

O 50

100

Non

vex. ac. T.E.P. T.E.P.

5

Porto de Bois

1 2 3

4 Lousada

18 19

TL.

1,40 1,90

16 22

Non Ver Ob.

T.E.MR. T.E.MR.

O 100

O

r .arq.-observ.

Cortada ó E por unha pista. Moi destruída polos labores de cultivo. Fáltalle case a metade polo N. Desaparecida hai máis de 10 anos por labores agrícolas.

150

100'

100 10

Desaparecida hai anos para mellora-Ia leira. Apareceu unha única chanta decorada con «coviñas» (Foto 1). Co'ñecida como «Modia do Rairo». Desaparecida hai anos para mellora-Ias terras. C.R. C.R. Fc1i arrasada a metade do túmulo hai dous anos para mellorar unha leira. Hai restos dunha cámara poligonal, con 6 chantas de cuarcita. As canteiras están a 400 ms. Apareceu un anaco de cristal de rocha tirado na terra do túmulo. Este material haino polos arredores.

221


XOSÉ A. POMBO MOSQUERA e M. a LUISA REGO ÁLVAREZ

alto

diám.

funil

1,60

30

Ver Ob.

T.C.

1,60

30

Ver Ob.

T.C.S.

1,60

19

Ver Ob.

6

1,10

14

7 8 9 10

1,70 0,90 1,10 1,50

23

Legua Dereita

6

Mollafariña

2

CONX.

M.N.

Galanas

2

Dorrego

As Moas

Cordal de Arangón

222

vex. ae.

d.!.

d.a.

r.arq.-observ.

O

200

O

200

Moi destelta polo medio. Serve de marco entre dúas leiras. Unha gabia crúzaa pala metade. Moi desfeita. Da cámara deberon saír dúas enormes chantas de pedra de gran que se poden ver ó N. do túmulo. Posibles canteiras a 400 ms.

T.E.

50

150

Fáltalle a metade do túmulo. Ten ó descuberto unha cámara poligonal de 5 ortostatos. Posible corredor a 160°. As chantas son de pedra de gran. Canteiras a 500 ms.

Non

T.E.

150

150

12 16 24

Non Non Non Non

T.E.MR. T.E.MR. T.E.MR. T.E.MR.

150 150 100 50

150 150 100 50

Á beira deste conxunto afloran penedos de pedra de gran que ata hai pouco aínda se usaron como canteiras. CR. CR. CR. CR. CR.

1,70

24

Non

T.E.P.

150

300

eR.

1,90

18,4

2,5xO,5

T.E.MR.

300

500

Ó face-lo cultivo da roza o túmulo foi totalmente desfeito deixando ó descuberto unha cámara poligonal de 10 chantas de cuarcita. Non demos ca posible corredor, aínda que faltan as chantas da zona S. Non puidemos apreciar se tiña coiraza aínda que si sabemos que se sacaron gran cantidade de pedras do túmulo. Apareceron uns anacos de cerámica campaniforme, unha pequena aixola e unha ficha, os dous de xisto. Unha das chantas (orientada a 180°) presenta 10 cazoliñas gravadas (Foto 2).

2,20

24

3 x 0,5

T.E.

No máis alto da chada dun monte, é visible dende moi lonxe.


o megalitismo

nas terras de Vilalba (Lugo)

BIBLIOGRAFíA

BUENO RAMíREZ, P., 1991. Megalitos en la Meseta Sur: Los dólmenes de Aután e la Estrella (Toledo). Excavaciones Arqueológicas de España. Ministerio de Cultura. Madrid. CRIADO BOADO-VÁZQUEZ VARELA-RAMIL SONEIRA, 1981. «Nuevos hallazgos de Campaniforme en la provincia de Lugo». Cuadernos de Estudios Gallegos XXXII. Santiago de Compostela. CRIADO BOADO-VÁZQUEZ VARELA, 1982. La Prehistoria reciente de Asturias. Estudios de Arqueología Asturiana.Oviedo. SHEE, E., 1973. «L'art Mégalithique de l'Europe Occidental». l Jornadas de Metodología Aplicada de las Ciencias Históricas. Santiago de Compostela. SHEE, E., 1981. The megalithic art of Western Europe. Oxford. SOUSA, O., 1988. «As Pinturas rupestres da Mamoa 3 de Cha de Parada-Baiao». Arqueologia n. o 17. Porto.

223



Brigantium. Bo/. Museo Arqu. Hist. Coruña. 1991-1992. vol. 7, pp. 225-230

BIBLIOGRAFíA SOBRE EL MEGALlTISMO EN LA PROVINCIA DE A CORUÑA

MARiA JOSÉ ARROJO IGLESIAS

Museo Arqueo/óxico e Histórico de A Coruña Caste/o de San Antón 15001 A Coruña

Resumen: Recopilación bibliográfica sobre el fenómeno megalítico en la provincia de A Coruña. Se incluyen tanto trabajos monográficos como artículos de revistas especializadas publicados hasta el año 1991. Abstract. This is a bibliography compilation about megalithic phenomenon in A Coruña province. It includes as monographs as specialized articles published until 1991.

Con el presente artículo pretendemos hacer una incursión en la bibliografía, lo más exhaustiva posible, del megalitismo en la provincia de A Coruña y no un análisis bibliográfico sobre el megalitismo en general. Se trata por tanto, de una recopilación sobre un tema y un área concretos, que como tal sirva de base y orientación. Se recogen tanto estudios generales como otros más específicos sobre el tema, excepto aquellas obras que por su carácter excesivamente global o por ser de difusión no se incluyen en la presente recopilación. Hemos recurrido a autores cuyos trabajos se remontan a los comienzos de la investigación prehistórica de Galicia ya veces incluimos, como en el caso de Fr. Martín Sarmiento, a personajes que ya desde mediados del siglo XVIII hacen referencias a la existencia de mámoas en la provincia y cuya localización es acertada. A finales del siglo XIX será Manuel Murguía el primero en demostrar un verdadero interés sobre el megalitismo en Galicia. En el primer cuarto de siglo, con los trabajos de Saralegui y Medina y Obermaier, comenzará en realidad una nueva etapa investigadora que culminará en la década de los 30 con autores como F. Maciñeira, López Cuevillas y los arqueólogos alemanes Georj y Vera Leisner entre otros. Será con ellos cuando la prehistoria y la arqueología de Galicia avance en sus investigaciones de una forma científica. En cuanto al contenido, procuramos que tanto en los artículos de revistas especializadas como en los libros mencionados aparezca siempre alguna mención, por breve que sea, sobre aspectos de la cultura megalítica en A Coruña. El ámbito geográfico será el punto común a toda la bibliografía expuesta lo que nos obliga a omitir obras que, por su contenido e interés, son muy importantes para el estudio completo del megalitismo gallego pero que se escapan a nuestra localización concreta. Es necesario abordar también el problema que suponen los propios límites del megalitismo en Galicia: dónde empieza y dónde termina. Sobre esto, ninguna 225


MARiA JaSE ARROJO IGLESIAS

teoria es concluyente. A la hora de redactar este trabajo no nos hemos planteado unos límites cronológicos rígidos sino que tratamos de incluir todo lo relacionado con el ámbito cultural del fenómeno en la provincia. Por último, puntualizar que en la bibliografía aportada se incluyen sólo trabajos publicados hasta el año 1991 inclusive. No se mencionan los trabajos incluidos en este número de Brigantium. Finalmente quiero agradecer la colaboración de Begoña Bas y de José M. a Bello Diéguez, cuya ayuda fue inapreciable para la elaboración de este trabajo.

ABREVIATURAS UTILIZADAS B.R.A.G.: Boletín de la Real Academia Gallega. C.E.G.: Cuadernos de Estudios Gallegos. G.E.G.: Gran Enciclopedia Gallega.

ACUÑA CASTROVIEJO, F., ACUÑA FERNANDEZ, P., ARIAS VILAS, F., CALO LOURIDO, F., FARIÑA BUSTO, F., GARCIA MARTINEZ, M. C., LOPEZ GOMEZ, F. S., PEÑA SANTOS, A. de la, RAMIL SONEIRA, X., RIVAS FERNANDEZ, X. C., RODRIGUEZ CASAL, A. A., RODRIGUEZ GARCIA, V., ROMERO MASIA, A. M. a, SIERRA RODRIGUEZ, X. C. & X. M. VAZQUEZ VARELA, 1979. Prehistoria e Arqueoloxía de Galicia. Estado da cuestión. Instituto «Padre Sarmiento» de Estudos Galegos. Sección de Arqueoloxía e Prehistoria, pp. 23-38. AIRA RODRIGUEZ, M. J. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1985. Nuevos datos palinológicos sobre la agricultura prehistórica en Galicia. Trabalhos de Antropologia e Etnologia, vol. XXV, fase. 2-4, pp. 241-252. AIRA, M. J., CRIADO, F. & F. DIAZ-FIERROS, 1986. La construcci6n del paisaje: megalitismo y ecología en la Sierra del Barbanza. Dirección Xeral do Patrimonio Artístico e Monumental. Arqueoloxía e Investigación, 1, pp. 186. AGRAFOXO PEREZ, X., 1986. Prehistoria e Arqueoloxía da terra da Barbanza. Comisión de Cultura. Concello de Noia, pp. 307. ALVAREZ CARBALLlDO, E., 1907. Descripción y mapa prehistórico de la villa de Mellid y sus alrededores. B.R.A. G., n.o 12, pp. 274-280. BARROS SIVELO, R., 1875. Antigüedades de Galicia. Imprenta Puga, pp. 215. BELLO DIEGUEZ, J. M., 1987. Monumento megalítico dé Dombate (Cabana, A Coruña), Arqueoloxía/lnformes 1, Dirección Xeral do Patrimonio Histórico e Documental, pp. 24-30. BELLO DIEGUEZ, J. M., 1988. Monumento Megalítico de Dombate (Cabana, A Coruña), Arqueoloxía/lnformes 2, Dirección Xeral do Patrimonio Histórico e Documental, pp. 21-27. BELLO DIEGUEZ, J. M., CRIADO BOADO, F. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1982. Megalitismo y medio físico en el NO. de la Península Ibérica: estado de la cuestión y perspectivas. Zephirus, vol. XXXIV-XXXV, pp. 109-118. BELLO DIEGUEZ, J. M., CRIADO BOADO, F. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1982~. Sobre la cultura megalítica y los caminos antiguos en Galicia. El Museo de Pontevedra, vol. XXXVI, pp. 145-163. BELLO DIEGUEZ, J. M., CRIADO BOADO, F. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1982b . Aproximación a un modelo económico-social del Megalitismo del Noroeste Peninsular. Brigantium, vol. 3, pp. 33-39. BELLO DIEGUEZ, J. M., CRIADO BOA DO, F. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1984. Megalitismo y medio edafológico en el Noroeste Peninsular. Cuadernos do Laboratorio Xeol6xico de Laxe. IV Reunión do Grupo Español de Traballos do Quaternario. Ediciones do Castro, pp. 47-54. BELLO DIEGUEZ, J. M., CRIADO BOADO, F. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1984a. Megalitismo y medio geológico en el NW peninsular. Revista de Guimaráes. 111 Seminario de Arqueología do NW Peninsular, vol. XCIV, pp. 300-306. BELLO DIEGUEZ, J. M., CRIADO BOADO, F. & J. M. VAZQUEZ VARELA, 1984b . Medio físico y sociedades megalíticas. Aproximación a los problemas constructivos de los megalitos en el NW peninsular. Gallaecia, 7/8, pp. 31-57.

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