#75
En el nº10 de la revista Littérature dirigida por Louis Aragon, André Breton y Philippe Soupault se publicaron las respuestas a una carta dirigida a más de 100 escritores célebres del momento. Una carta donde se planteaba la pregunta de “¿por qué escribe usted?” [1] a figuras próximas al círculo surrealista, académicos franceses, o personajes relevantes de la «escena» del momento. Entre diciembre de 1919 y febrero de 1920 llegaron setenta y cinco respuestas a la dirección de la revista que fueron publicadas y ordenadas en orden inverso -y polémico- a las “preferencias” de los editores. Entre las respuestas se encontraban: “¡para escribir mejor!”, Max Jacob; “para ser rico y estimado”, Paul Morand; “realmente no lo sé, y espero no saberlo jamás”, Francis Picabia; “porque”, Blaise Cendrars; o “por debilidad”, Paul Valéry. Una compilación de respuestas dispares producto de la red de colaboración activada a partir de la cuestión puesta en circulación. Networking -establecer redes y conexiones- es una actividad que ya desde su definición plantea no pocas incertidumbres por su asociación con un
carácter restrictivo ligado a la práctica del arte contemporáneo; una actividad que parece hacer uso de una comunidad de intereses, percibida como una forma de organización no-oficial, oculta, que estructura la circulación de información y valores, de aprobación o rechazo, en ciertas esferas del campo. Un mecanismo que regularía los modos de colaboración entre los distintos agentes y profesionales del ámbito, estableciendo intercambios a los que, en muchas de las ocasiones, no se encuentra otra explicación, con excepción de la de los lugares comunes que transitan y comparten los distintos actores implicados en la “trama”. En un escrito titulado “The tail that wags the dog”[2] el artista británico Merlin Carpenter reflexionaba de forma extensa y crítica acerca de este fenómeno poniendo como ejemplo una experiencia que puede ser calificada casi como de “autobiográfica”, en la que concluía afirmando que el modo de funcionamiento del mundo del arte parece conducir hacia un territorio cada vez más reducido -exclusivoen el que todos se conocen, cuyas actividades se entrecruzan con las de los otros, y donde ya no es posible una opinión o acción al margen, o que no esté de alguna forma controlada por esa red de relaciones que opera en el ámbito de la práctica artística contemporánea. Una red donde además se confunden e intercambian los roles asignados a la crítica del arte, el mercado, el comisariado o la práctica artística, imposibilitando en ocasiones una visión crítica. Un texto que presenta una práctica inscrita en un territorio acotado y homogéneo, que se caracteriza por lo endogámico de sus procesos, y que es producto de una red de trabajo y una colectividad cada vez más despolitizada. Un paisaje no demasiado optimista desde el que, sin embargo, Carpenter iniciaba una interesante reflexión que apuntaba hacia otros modos de hacer posibles, y que también están operando con distintos grados de visibilidad -y capacidad para generar respuestas-.