Dos Pueblos a los que Amar, un Mundo por el que Luchar

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Dos Pueblos a los que amar, un Mundo por el que luchar

y se siente acorralado. Su padre, campesino como él, trabajó antes de morir en la Hacienda Fundación, propiedad de Trujillo, y conoció los rigores de la pobreza campesina, el hambre y la desolación. Solía contarle las visitas del dictador a la hacienda, en ciertas noches oscuras y con tormentas, de las viandas abundantes y las bebidas que corrían de boca en boca. Refería que a media noche, eI dictador ordenaba la presencia de todas las doncellas de la hacienda, y luego de medir la belleza, el color, la elegancia y la soltura, escogía para él y sus amigos,las mejores muchachas del pueblo. De Iejos, ojos humillados acribíIlaban al funesto personaje, que era protegido por centenares de esbirros con pístolón al cinto. Ramón Luna sabía todo esto, le dolía y le indignaba, pero estaba agobiado. Caminó desolado por las calles reverberantes, mientras las palmeras de San Cristóbal danzaban ondulantes al víento. La armería de la ciudad daba empleos y en este negocio, propiedad de Trujííllo, se ffabricaba la ametralladora San Cristóbal cuya aguja era una T de Trujillo; también se fabricaba el revólver Enriquillo,en homenaje a un hijo del mandamás. Ramón no tuvo otra salida más que ingresar al C.E.F.A. (Centro de enseñanza de las fuerzas armadas) y en la infantería, conoció todas las guarniciones, todos los abusos, asesinatos y corruptelas. La isla se hizo pequeña desde Santo Domingo hasta Montecristo, en la frontera con Haití. En abril de 1965 estalla la revolución dominicana, el país es invadido por los marines estadounidenses y el pueblo dominicano se levantó en armas para resistir al invasor, el país se hizo fusil y trinchera y el coronel Francisco Camaño Deño, conduce con pulso firme la lucha de su pueblo contra el imperio. Ramón Luna Cornelio se hace revolucionario en esos días de fuego, abandona el ejército y se hace comando, su conciencia lo lleva hasta el Partido Comunista Dominicano y rápidamente, recorre el tiempo afilado de la clandestinidad, de la organización y la lucha. Atrás quedó el ejército de la dictadura y Ramón trabaja para construir un ejército distinto, el del pueblo, con su propia cabeza y sus propias armas. El Salvador estalla en guerra civil y el pueblo dominicano extiende su solidaridad. En los últimos meses del año 82, Ramón asiste a un acto de solidaridad con El Salvador en Santo Domingo, se exhibe un documental sobre la guerra y, esa misma noche, Ramón, que era seguridad de Narciso Isa Conde, Secretario General del PCD, en esa época, le dijo: "Secre, no quiero que me diga que no, quiero ir a pelear a El Salvador". En abril del año 83, la guerra cruzaba las horas y las tormentas inundaban

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