El poder de los introvertidos

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sujetos retraídos que no poseen la sensibilidad de los hiperreactivos, y un porcentaje discreto de estos últimos adoptan una conducta extrovertida al crecer. Aun así, los descubrimientos que ha ido haciendo Kagan a lo largo de varias décadas suponen un avance espectacular a la hora de entender estos estilos de personalidad, y también a la de hacer juicios de valor al respecto. A los extrovertidos se les supone en ocasiones una conducta altruista, en tanto que menospreciamos a los introvertidos por considerarlos misántropos. Sin embargo, las reacciones de los niños que participaron en las investigaciones de Kagan no tenían nada que ver con las personas: aquellos recién nacidos chillaban —o no— ante la visión de un bastoncillo de algodón o agitaban piernas y brazos —o permanecían inmóviles— cuando estallaba un globo. Los hiperreactivos no iban camino de abominar la especie humana, sino simplemente más sensibles que los otros respecto de su entorno. De hecho, todo apunta a que la susceptibilidad de sus sistemas nerviosos no está ligada solamente a la percepción de estímulos que provocan miedo, sino a la percepción en general. Los niños hiperreactivos prestan a personas y cosas lo que cierto psicólogo ha llamado «atención alarmada[7]». Efectúan un número mayor de movimientos oculares que otros a fin de comparar las opciones que se les presentan antes de tomar una determinación[8]. Se diría que interiorizan de un modo más profundo —consciente o inconscientemente— la información que reciben del mundo. En otra serie de estudios tempranos, Kagan puso a un grupo de alumnos de primer curso de educación primaria a participar en un juego de agudeza visual. Presentó a cada uno de ellos la imagen de un oso de peluche sentado en una silla junto con otras seis similares, de las cuales solo una coincidía con ella por entero. Los hiperreactivos pasaron más tiempo que el resto considerando todas las opciones posibles, y eligieron la correcta en más ocasiones. Cuando el investigador les propuso jugar con las palabras, pudo comprobar que también hacían una lectura más precisa que los niños impulsivos. Los críos hiperreactivos también tienden a mostrarse más profundos a la hora de pensar sobre lo que perciben y de sentirlo, así como a añadir matices adicionales a cuanto experimentan a diario[9]. Esto puede expresarse de modos muy diversos: si el sujeto en cuestión tiene inclinaciones sociales, puede ser que dedique mucho tiempo a meditar las observaciones que hace de otros —por qué no ha querido Jason compartir hoy sus juguetes; por qué se ha enfadado tanto Mary con Nicholas cuando la ha empujado sin querer…—, y si posee un interés particular —resolver acertijos, dibujar, hacer castillos de arena…—, se concentrará en él con una intensidad inusual. En caso de que una criatura en edad de aprender a andar rompa de forma inadvertida el juguete de otra, experimentará en muchos casos, al decir de las investigaciones al respecto, una combinación más intensa de culpa y pesar que una hiporreactiva[10]. Huelga decir que todos los niños perciben su entorno y experimentan emociones; pero da la impresión de que los hiperreactivos vean y sientan más. Tal como refiere el periodista científico Winifred Gallagher, si preguntamos a uno de ellos cómo debería www.lectulandia.com - Página 95


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