El poder de los introvertidos

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trabajo no sabes expresarte, te infravalorarán. Muchos profesionales nacidos en el extranjero tienen esta sensación: son trabajadores a los que colman de elogios y que, sin embargo, nunca llegarán a dirigir nada. La clase asiente con un gesto de comprensión. —Sin embargo, existe una manera de que seas tú mismo —prosigue Ni— y comunicar mucho más de ti a través de tu voz. Muchos asiáticos emplean al hablar un conjunto muy reducido de músculos; así que lo primero que vamos a hacer es respirar. Dicho esto, pide a Raj que se tumbe boca arriba y pronuncie las cinco vocales en el siguiente orden: —A… E… U… O… I… —se alza la voz de Raj desde el suelo del aula—. A… E… U… O… I…; A… E… U… O… I… Cuando el profesor considera que puede volver a ponerse en pie, le pregunta, animándolo con unas palmadas: —Ahora, cuéntame qué planes interesantes tienes para después de la clase. —Esta noche voy a ir a cenar a casa de un amigo, y mañana, a hacer senderismo con otro. —Su voz es más sonora que antes, y la clase aplaude encantada. El mismo Ni constituye un modelo ejemplar de lo que puede lograrse con empeño. Después de la clase, voy a verlo al despacho y me habla de lo tímido que era cuando llegó a Estados Unidos, y de cómo se fue obligando a ponerse en situaciones —desde campamentos de verano hasta escuelas de empresariales— en las que poder practicar con un comportamiento extrovertido hasta que logró que le saliese de un modo más natural. Estos días está ejerciendo, con no poco éxito, de consultor para clientes como Yahoo!, Visa o Microsoft, a quienes está enseñando las mismas dotes que él mismo logró adquirir hace años por su cuenta. Sin embargo, cuando empezamos a hablar de la idea asiática de «poder blando» —lo que él llama «liderazgo en forma de agua más que de fuego»— comienzo a ver un lado suyo mucho menos impresionado por los estilos de comunicación occidentales. «En las culturas de Asia —señala— suele haber un modo sutil de obtener lo que deseas, y aunque no siempre sea enérgico, sí que puede ser resuelto y muy hábil. Es mucho lo que puede conseguirse así. Si el poder enérgico te intimida, el blando te convence». Cuando le pido ejemplos de este último, le brillan los ojos al hablarme de clientes cuya fortaleza radica en sus ideas y su corazón. Muchos de ellos se encargan de la organización de grupos de empleados —conformados por mujeres, personas de origen étnico diverso…— que han logrado ganar gentes para su causa por convicción más que por dinamismo. También se refiere a asociaciones como la de Madres Contra el Alcohol al Volante, capaces de cambiar vidas a fuerza no de carisma, sino de cariño. Aunque las dotes de comunicación que poseen les bastan, su verdadera fuerza procede del contenido. «A la larga —asevera—, si la idea es buena, la gente cambia. Si la causa es justa y le pones corazón, es casi una ley universal que atraerás a muchas personas www.lectulandia.com - Página 175


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