11 S, 10 AÑOS

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MONOGRÁFICOS ESPECIALES

Mujer

HOY

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11 de septiembre de 2011

A 10 años del 11-S (reflexiones)


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en la zona zero

Las obras no se

detienen La vida tampoco. El ruido y el polvo son una constante en la Zona Cero, donde tras una década, empiezan a verse los cristales de los nuevos edificios

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En la tienda de la asociación que preserva la memoria y promueve el museo sobre los atentados del 11-S se vende una bandera con los nombres de las víctimas del World Trade Center. Algunos días, alguien ata una de ellas a la verja de la pequeña iglesia de Saint Paul, junto al viejo cementerio. Los turistas cruzan el cementerio, se asoman por las rendijas a las obras de la Zona Cero. Sacan fotos, miles de fotos. La bandera, al cabo de unos días, desaparece. Frente al patio de la iglesia se encuentra la Zona Cero. Durante la primera década tras el 11 de septiembre de 2011 ha sido un solar de hierros y escombros. En el centro está el enorme agujero que dejaron los edificios atravesado por las vías de los andamios, las grúas y los camiones. Es un enorme cráter de cenizas. Las obras no se detienen. Sólo por unos minutos, tras sonar un pitido agudo que advierte una de las explosiones para destruir los escombros, los obreros hacen una pausa. Se quedan paralizados en el sitio donde se encuentran. Al cabo de unos segundos suena una explosión seca y se reanuda el trabajo. Las obras continúan sin pausa: en los días húmedos y calurosos del verano, cuando los parques y sus fuentes son la única escapatoria de Nueva York; cuando el viento del Hudson es un huracán, cuando la nieve bloquea las aceras. Las obras duermen con los visitantes que ocupan los hoteles cercanos. El rumor de las grúas es constante. Desde el piso 23 de uno de los edificios cercanos, durante el invierno, a lo lejos se veían los pesados cascotes de hielo del Hudson. A finales de 2009 todavía se podía ver el tren que cruza bajo los edificios como una vena abierta en mitad del solar. El desarrollo de las obras era casi imperceptible. En el verano de 2010, en uno de los extremos del solar, apareció un viejo galeón. Todavía no se había acabado de desmontar la estructura del Deutsche Bank, que se prolongó casi toda la década. Sólo a principios de 2011 la vista de Nueva Jersey se empezó a nublar. Por primera vez, los nuevos edificios de la Zona Cero empezaban a levantarse varias alturas. Se plantaron los árboles del Memorial, se construyó el cubo del museo. En unos meses todo estaba cubierto. De nuevo, como ocurría una década atrás, ya no se veía nada desde el piso 23. Sólo los cristales de otros edificios. El Hudson volvía a ser un río imaginario. Ya no se ve el nuevo y flamante rascacielos de Goldman Sachs. La vida tampoco se detiene en el barrio. El pequeño restaurante japonés que vende comida para llevar está lleno a mediodía de trabajadores de Wall Street que compran una bandeja de sushi y se la comen por el camino. El popular Century 21 es un lugar de peregrinación para los turistas. Los puestos de comida callejera venden ‘kebab’ y café desde primera hora de la mañana. A principio de año, la banca volvió a repartir bonos. Cerró la librería ‘Borders’. Los alquileres han recuperado su antiguo —y prohibitivo— precio. El camino a Tribeca, en los días de sol, sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de Nueva York (una frase común en la ciudad para tantas cosas...). Los ‘deli’ de la zona están llenos de obreros que lucen orgullosos la bandera de Estados Unidos en el casco. Algunos llevan también camisetas con un rótulo: «No a la mezquita de la Zona Cero».


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Flores, mensajes y velas Carlos Martínez de la Serna Periodista

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ada año, el 11 de septiembre, los familiares acuden a la Zona Cero. Depositan flores, dejan mensajes, dibujos de los niños. En 2004 el New York Times recogió en su portada las imágenes de Gilbertson. El fotógrafo muestra el archivo completo en su estudio del West Village. Decenas de personas emocionadas, conmovidas, aturdidas por el recuerdo, año a año. En las estanterías tiene la Rolleiflex. Volverá a la Zona Cero en septiembre de 2011. «Nosotros iremos cada año a recordarlos», dice una mujer, sin interés por la polémica de la mezquita y las grandes celebraciones. Se celebraba, entonces, el noveno aniversario. El décimo está presente desde hace tiempo en la Zona Cero. Cuando se anunció la muerte de Osama Bin Laden y varias decenas de jóvenes acudieron a festejarlo, envueltos en banderas, con aire de ‘spring break’. Durante la larga polémica por el proyecto de construcción de una mezquita. Cuando se abrió finalmente la inscripción para las primeras visitas al memorial de Michael Arad (y se inscribieron de golpe 11.000 personas). «A ver si pasa todo esto y nos dejan tranquilos», decía un taxista el día de la visita de Obama con motivo de la muerte de Bin Laden. Rodeó el barrio a través de la FDR. Callejera para esquivar los atascos. El barrio se colapsó durante unas horas. Poco a poco el área de seguridad fue aumentando hasta que fue imposible moverse por las aceras. Las calles estaban vacías, salvo algún ciclista despistado que mereció la reprimenda de la policía. La gente se agolpó contra las vallas. El coche del presidente de EEUU atravesó en un suspiro las calles del distrito financiero. «Lo he visto, lo he visto», decía una joven emocionada. «Es el tercer coche, iba saludando». Miles de personas, muchas de las primeras filas abarrotadas de afroamericanos, esperaban a Obama. El barrio al cabo de unas horas recuperó la normalidad

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en la zona zero

Lugar de

encuentro

El americano-israelí Michael Arad ha diseñado el monumento a las víctimas de la nueva Zona Cero. Ganó el concurso entre 5.200 propuestas de 63 países

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nos días después del 11 de septiembre de 2001, Michael Arad se despertó de madrugada. Vivía entonces en el East Village, en el sureste de Manhattan. Salió a la calle y caminó sin dirección. Llegó a Washington Square Park. Aquellos días de septiembre la plaza era un lugar de encuentro de insomnes. Colocaban velas, los dibujos de los niños de las Torres Gemelas, «pasajes del Corán y de la Biblia, grafiti de ‘amor y paz’ en lo alto de la estatua ecuestre» (escribió Don de Lillo en Harper’s Magazine). Arad, de forma espontánea, se unió al grupo. Cuenta que por primera vez se sintió parte de Nueva York. Arad (nacido en 1969 en Londres, pero de nacionalidad americano-israelí) habla en la oficina de Handel Architects en Nueva York, el estudio de arquitectura donde trabaja. En su silla tiene el casco y el chaleco de las obras de la Zona Cero junto a varias pruebas de materiales con rótulos inscritos y una maqueta completa de la futura Zona Cero. «Uno de los primeros recuerdos que tengo de aquel día es que era una mañana preciosa». Comienza a contar su historia. El día del ataque a las Torres Gemelas vivía en Nueva York. Desde la azotea de su casa vio caer la primera torre con cierta sensación de irrealidad, sin entender lo que estaba ocurriendo. Su mujer trabajaba en Broad Street, cerca del World Trade Center. Fue a buscarla. Lograron encontrarse en una plaza y caminaron sin rumbo por Manhattan, cada vez más lejos, como hicieron miles de personas. Cuando cruzaban el Puente de Williamsburg, sobre el East River, vieron derrumbarse la segunda torre. Una noche, varios días después, caminó hasta Washington Square. Varias semanas más tarde comenzó a trabajar en un monumento a las víctimas. Barajó varias ideas. El primer proyecto que pensó se construía directamente sobre el agua del Hudson, pero le pareció irrealizable y lo descartó. Se decidió al final por otro proyecto: dos enormes piscinas, cada una sobre la huella de las torres destruidas en los ataques, con las paredes cubiertas por los nombres de las 2.742 víctimas que murieron en la Torres Gemelas, las 224 personas asesinadas en los aviones secuestrados y las seis víctimas del ataque al World Trade Center de 1993. El agua fluye sin pausa hacia el interior de las piscinas, por las paredes de los cubos. Los visitantes caminarán en penumbra por el interior. Por un instante, cuando salgan a la superficie, la repentina aparición de la luz los cegará. El monumento se llama ‘Reflejando la ausencia’. En 2003, Arad ganó el concurso entre 5.200 propuestas de 63 países. Tenía 34 años. Vivía en Nueva York desde 1999. Los visitantes podrán sentarse en los bancos a la sombra de los árboles y formar una comunidad espontánea, como la que encontró Arad en Washington Square Park en los días posteriores al 11 de septiembre de 2011. El arquitecto se refiere al memorial como un lugar de encuentro.


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Spielberg

reconstruye la Zona Cero El World Trade Center renace de sus cenizas. Diez años de duro trabajo, retrasos, problemas con las aseguradoras... Diez años para levantar un complejo marcado por la tragedia. Las cámaras de Steven Spielberg han estado allí y ‘Rising: reconstruyendo la Zona Cero’ es su testimonio.

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eslumbraron al mundo con su poderío y lo atemorizaron con su desaparición. Aquel 11 de septiembre las Torres Gemelas cayeron, pero su simbología no. Una década después, el World Trade Center se alza de nuevo y Spielberg se une a los homenajes dando testimonio de este proceso en el documental ‘Rising: reconstruyendo la Zona Cero’, que se emite como miniserie de seis capítulos en Discovery Channel. El One World Trade Center —en un principio Torre de la Libertad— es el centro de todas las miradas, y por ende, de la crónica del cineasta. 104 plantas con una estructura a prueba de explosiones y una altura de 1.776 pies (año de la Independencia de EEUU). Se convertirá en el segundo edificio más alto del mundo, por detrás de Burj Khalifa, pero ese momento no llegará hasta 2012, o al menos eso apuntan las previsiones. A sus pies, los rostros de la reconstrucción son el objetivo de las cámaras del cineasta y el eje conductor del relato. En esta ocasión, Spielberg deja a un lado las grandes superproducciones para acercarse a una herida que no cicatriza y que tiene una deuda pendiente con las víctimas. Operarios, voluntarios, amigos e incluso familiares de víctimas han participado en los trabajos de este nuevo símbolo americano, y se han convertido en los guías del director por este lugar sagrado.

No falta el arquitecto que vio «un nuevo amanecer» en Nueva York ni las familias que aún buscan consuelo. Junto a ellos, vecinos del bajo Manhattan y el mismísimo Santiago Calatrava, autor de una de las partes de este proyecto, hablan sobre la evolución de las obras, sus ritmos, retrasos... y el futuro del lugar. A través de estos protagonistas reales, Spielberg toma como punto de partida el ‘plan maestro’ de la reconstrucción, para después centrarse casi de inmediato en la Torre Uno. Futuro emblema de la nación, es el edifico más seguro jamás construido —sin mencionar su sostenibilidad y la aguja de 40 plantas de altura incalculable— y el que más dará qué hablar. Pero no será el único. Sus siguientes pasos se dirigen hacia los tres rascacielos que formarán la zona comercial del complejo. La Torre Dos, diseñada por Lord Norman Foster, presumirá de una azotea formada por cuatro diamantes, inclinados hacia el Memorial. La Torre Tres, que se convertirá en el tercer edificio más alto de Nueva York; y la Torre Cuatro, una de las más discretas. Parada obligatoria en el Museo Nacional del 11-S. Allí la tragedia cobra vida de nuevo, comisarios y constructores rememoran lo ocurrido acompañados de restos físicos. Y para finalizar: Memorial Plaza. Las fuentes más grandes del mundo y un bosque de 400 árboles rendirán homenaje a las víctimas. Para este viaje, Spielberg no ha estado estado acompañado de candidatos al Oscar, pero sí por personas que ya forman parte de la Historia de EEUU.


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la reconstrucci贸n


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Kill Bin

Casi diez años tuvo que esperar Estados Unidos para cobrar su venganza. Era domingo por la noche en Washington cuando el presidente Barack Obama anunciaba desde la Casa Blanca: «Se ha hecho justicia». E informaba de la captura de Bin Laden, muerto, en Pakistán

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María Hernández y Quique Lavilla

n estos días circula el número 12 de La misión en la que se mató al líder de Al Qaeda apenas duró unos 45 minutos; pero la operación para llegar hasta él se estuvo gestando durante ocho meses. Todo empezó con un nombre y unas matrículas. El tiempo, la paciencia y la meticulosidad de las investigaciones de los servicios de inteligencia de EEUU hicieron el resto. Fueron centrando el foco en la dirección adecuada, esperaron hasta que sus satélites espías tomaron detalladas fotos del complejo donde se escondía el terrorista más buscado del mundo y se decidieron a actuar una noche sin luna y sin informar del ataque a Pakistán (que siempre ha sido un controvertido aliado de Washington). Un disparo en la cabeza acabó con Bin Laden, aunque en el ataque murieron otras tres personas más, entre ellas, el hijo de Osama. Era el punto final de la ‘Operación Gerónimo’, que tuvo su germen en la prisión de Guantánamo. Los duros interrogatorios realizados a varios de los presos desvelaron el seudónimo de su hombre de confianza. Pero no sería hasta julio de 2010 cuando la CIA encontraría a una persona de sus características a bordo de un Suzuki blanco en Peshawar. Meses más tarde, el mensajero de Bin Laden les llevaría hasta su objetivo: Abottabad. Fue en esa aldea paquistaní donde se desarrolló la misión, que fue seguida en directo desde la Sala de Situaciones de la

Casa Blanca (inolvidable el gesto de Hillary Clinton llevándose la mano a la boca). Al frente, las mejores fuerzas con las que cuenta la primera potencia mundial: los SEAL (Sea, Air, Land; Mar, Aire y Tierra), un comando de la marina creado en 1962 y entrenado para actuar en operaciones clandestinas de máximo riesgo. Normalmente actúan en pequeños grupos, siempre pares, de entre dos y ocho elementos; pero para capturar al ideólogo de los atentados del 11 de septiembre participaron un total de 20 hombres. En cuestión de minutos terminaron con la vida de Bin Laden. Los militares estadounidenses cogieron su cuerpo y, de acuerdo con la versión oficial, lo lanzaron al mar con una doble finalidad: respetar la tradición musulmana, que aconseja enterrar a los difuntos en un corto plazo de tiempo; y evitar que la tumba del líder de Al Qaeda se convirtiera en un lugar de peregrinación del yihadismo internacional. La decisión de Washington de no mostrar ninguna imagen del cadáver del terrorista hace dudar a algunas voces de que Bin Laden haya realmente desaparecido, pero la postura del Pentágono es firme: no publicarán fotografías del cuerpo sin vida, aunque no descartan que puedan producirse filtraciones. Sólo unos pocos ‘elegidos’ pudieron ver, en directo, los últimos minutos de vida de Bin Laden. En la era de la tecnología, los mandamases de la Casa Blanca contemplaban el ataque como si de un Gran Hermano se tratara.

Y en el otro lado del mundo, un bloguero de Abottabad, Sohaib Atar; también lo narraba en su cuenta de Twitter sin saber muy bien de lo que hablaba. «Esta noche puedo anunciar al pueblo estadounidense y al mundo que EEUU ha dirigido una operación que ha causado la muerte de Osama bin Laden», decía Obama en su mensaje. Para entonces, miles de personas se habían agolpado frente a la Casa Blanca, en las plazas y avenidas de cada ciudad e incluso en la Zona Cero. La obsesión por ajusticiar al líder de Al Qaeda, al hombre que para Washington encarnaba el mal mejor que ninguna otra persona en el mundo, culminó el 1 de mayo de 2011 en EEUU (madrugada del 2 de mayo en España). Casi una década después de que George W. Bush iniciara una ‘guerra contra el terror’ como reacción a la psicosis desatada tras la caída de las Torres, Barack Hussein Obama servía al pueblo estadounidense la cabeza del enemigo público número uno en bandeja de plata. Deslumbraron al mundo con su poderío y lo atemorizaron con su desaparición. Aquel 11 de septiembre las Torres Gemelas cayeron, pero su simbología no. Una década después, el World Trade Center se alza de nuevo y Spielberg se une a los homenajes dando testimonio de este proceso en el documental ‘Rising: reconstruyendo la Zona Cero’, que se emite como miniserie de seis capítulos en Discovery Channel.


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La caída de Bin Laden

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11-S, 10 AÑOS DESPUÉS

El nuevo

WTC A día de hoy, está siendo construido en el sitio del antiguo World Trade Center un nuevo complejo que tendrá el mismo nombre. Este será uno de los proyectos arquitectónicos más avanzados del mundo. En 2013, el nuevo World Trade Center tendrá 5 torres, una de ellas ya está construida, el nuevo WTC 7, cuyos trabajos se iniciaron en 2002 una vez terminado el desescombro de la zona, y finalizaron en 2006 tras 4 años de obras. La llamada Freedom Tower, renombrada oficialmente como One World Trade Center en 2009, está siendo construida y va en el piso 54, y las otras torres que se construirán son la 200 Greenwich Street, la 175 Greenwich Street, y la 150 Greenwich Street(que ahora alcanza los 16 pisos) (WTC 2, WTC 3 y WTC 4 respectivamente). También se prevé que, en 2015, será construida una sexta torre, bautizada como “130 Liberty Street”. El edificio principal del complejo, la One World Trade Center, tendrá 541 metros de altura (124 metros más que las Torres Gemelas), y tendrá 108 plantas. Una década después de que Al Qaeda obligara a rebautizar el sur de Manhattan como “zona cero” tras los ataques del 11-S, las obras del nuevo World Trade Center siguen imparables y la llamada Torre de la Libertad se asoma a la silueta de Nueva York para ocupar el lugar que dejaron las Torres Gemelas. “Teníamos que llenar el agujero que nos dejaron en la silueta de la ciudad y el nuevo One World Trade Center ya se asoma en el horizonte”, afirmó el miércoles a Efe Kenneth Lewis, jefe del despacho de arquitectos Skidmore, Owings and Merrill que se encarga de las obras de la torre uno del nuevo Centro de Comercio Mundial. Entre ellos destacan su altura, de 541 metros, que equivalen a 1.776 pies, el año en que Estados Unidos se independizó formalmente del Imperio Británico, y también la azotea, situada a una altura de 417 metros, la misma que tenían las Torres Gemelas y que la convertirá en todo un icono de la ciudad de los rascacielos. Además, el imponente edificio de cristal, que se llamó inicialmente Torre de la Libertad, un nombre que algunos de los neoyorquinos se resisten a desechar, se convertirá una vez que alcance sus 104 plantas en el más alto de Nueva York y el segundo en todo el mundo. “Estoy muy orgulloso de formar parte de este proyecto, pero ahora lo único que me preocupa es terminarlo a tiempo y hacerlo bien”, respondió el arquitecto sobre sus sensaciones por el nuevo World Trade Center, que incluirá “los más altos estándares de seguridad” y cuyas obras espera que estén concluidas para “finales de 2013”. Lewis celebró también que los neoyorquinos bautizaran el edificio como Torre de la Libertad.

“No se me puede ocurrir un mejor nombre”, dijo, aunque reconoció que los arquitectos siempre se han referido al rascacielos como “torre uno”, que en estos momentos, a cuatro días del décimo aniversario del 11-S, supera ya las 80 plantas. El lugar exacto donde se alzaban las Torres Gemelas se convertirá ahora en un memorial en recuerdo a las casi tres mil víctimas del 11-S, cuyos nombres han sido impresos en bronce en las paredes de dos imponentes piscinas de agua que se inaugurarán hoy, coincidiendo con la conmemoración del décimo aniversario. Allí estará Brian Lyons, quien lleva diez años instalado en la “zona cero”, a donde llegó el mismo día de los atentados en busca de su hermano Michael, uno de los bomberos que falleció entre los escombros de las Torres Gemelas, y que ha participado en las tareas de reconstrucción de ese solar del sur de Manhattan. “Ver ahora este edificio es el mejor homenaje que puedo hacerle a Michael”, rememoró en declaraciones a Efe este obrero para quien el nuevo World Trade Center, donde llegó a trabajar “quince horas diarias, siete días a la semana, durante dos años”, es ahora todo un “orgullo” para los neoyorquinos. De los seis rascacielos que formarán el nuevo World Trade Center sólo uno está ya completado, la torre siete, el único que dependía exclusivamente de fondos privados y que se inauguró hace dos años, además de un nuevo intercambiador de transportes que lleva la firma del arquitecto español Santiago Calatrava. Mucho se habla estos días del décimo aniversario del 11-S, pero si hay un mensaje en que coinciden las autoridades de Nueva York y los promotores inmobiliarios es que la “zona cero” ya se ha convertido en el nuevo World Trade Center y viene a confirmar el despegue definitivo del sur de Manhattan. Larry Silverstein, el promotor detrás del World Trade Center, confió en que los nuevos rascacielos estarán “pronto” ocupados y dijo en un acto junto al alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que tras el “éxodo masivo” en el sur de Manhattan después del 11-S se propuso a sí mismo “pararlo” y empezar la “reconstrucción”. “Ahora que Osama Bin Laden ha muerto, el Bajo Manhattan está más vivo que nunca”, afirmó Bloomberg por su parte en un editorial aparecido el miércoles en el diario USA Today, en el que asegura que el mensaje principal que debe prevalecer diez años después del 11-S es que los terroristas “perdieron”. Tras los atentados muchos se preguntaron si el Downtown neoyorquino llegaría algún día a levantar cabeza y hoy, diez años más tarde, vuelve a cobrar vida con la llegada de grandes empresas que quieren instalarse, como la editorial Conde Nast e incluso el banco Goldman Sachs, que hace casi dos años trasladó su cuartel general a sólo unos pasos de la “zona cero”


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YA NO SERÁ ZONA CERO

La polémica estación de metro del nuevo complejo

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a estación de transporte público del nuevo World Trade Center de Nueva York llevará la firma del arquitecto español Santiago Calatrava, aunque el proyecto ha sufrido algunas modificaciones respecto a su diseño inicial de 2004, orientadas a reforzar la seguridad de la estructura frente a una posible explosión, lo que se traduce en una reducción de la superficie acristalada y un aumento del acero. Para Calatrava estos cambios no han supuesto una modificación seria de sus planes y el español asegura que el proyecto mantiene “el carácter etéreo del edificio” y su “transparencia”. La estación, que lleva ya un retraso considerable, pues debería haber comenzado a funcionar en 2009, conserva las dos estructuras de 45 metros de altura que coronan el complejo y que se abrirán para dejar el vestíbulo principal al aire libre. Sin embargo, su ángulo de apertura se ha reducido unos tres metros y se ha eliminado el cristal, y cualquier otro material, entre las aristas de acero que soportan esas estructuras móviles. También disminuye en el nuevo proyecto la distancia entre los nervios metálicos que las sustentan, para dejar menos superficie acristalada expuesta a una posible explosión y aprovechar la protección del acero. De hecho, se han añadido unas estructuras similares de acero, que no aparecían en el proyecto inicial, para proteger la zona comprendida entre la calle Church y el vestíbulo. El nuevo vestíbulo principal de la estación estará rodeado de un muro de casi un metro de alto y será de menores dimensiones que el proyecto inicial para aumentar así la distancia con las calles circundantes y formar un corredor de seguridad. Por lo que respecta al interior de la estación, el nuevo diseño reubica también los ascensores y las escaleras mecánicas, con el fin de mejorar la visibilidad entre el vestíbulo y los andenes. El centro de transportes enlazará por tren el sur de Manhattan con el vecino estado de Nueva Jersey y tendrá conexiones con catorce líneas de metro, con los servicios de un transbordador que cruza el río Hudson y quizás con un próximo enlace ferroviario directo con el aeropuerto internacional JFK.


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11-S, COMO HA CAMBIADO EL MUNDO Diez años después, Estados Unidos ha iniciado la retirada de Irak y de Afganistán, está revisando su presencia en Pakistán tras la muerte de Bin Laden y se ve obligado a adaptar su estrategia de seguridad y defensa a unos presupuestos limitados por una deuda de más de 14 billones de dólares y por un déficit de casi tres billones

UN NUEVO ORDEN MUNDIAL

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Felipe Sahagún

unque intentarán mantener bases estratégicas y unidades especiales por tiempo indefinido en los países ocupados en el último decenio, el grueso de las fuerzas estadounidenses estará fuera de Irak a finales de 2011 y de Afganistán a partir de 2015. La Administración Obama corrige así algunos de los excesos y errores de su antecesor, George Bush, tras los atentados, que deterioraron gravemente la imagen e influencia de EEUU en el mundo y reconduce su acción exterior para hacer frente a desafíos mucho más importantes que Al Qaeda, como la competencia global de China y de otras potencias emergentes, la difusión incontrolable del poder a causa de la revolución informativa, la multiplicación de actores (legales e ilegales) no estatales, la proliferación de estados frágiles y la crisis económica y financiera más grave desde 1929. La gira de 11 días de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en julio por cinco países de Europa y Asia demostró la pérdida de influencia de EEUU en conflictos como la intervención de la OTAN en Libia, la crisis griega, la nuclearización de Irán y Corea del Norte, las revueltas de Siria, la crisis de Cachemira, la situación en Birmania, la tensión creciente en el Mar del Sur de China y el conflicto palestino-israelí. Más que a un declive de poder relativo o a la falta de una estrategia clara de seguridad, como señalan muchos críticos conservadores, esa pérdida de influencia se debe a la globalización y a una revisión de prioridades. Prometiendo el cierre de Guantánamo y el fin de las torturas, ofreciendo diálogo a amigos y enemigos, retirando las fuerzas militares de Irak antes de enero de 2012 y empezando la retirada de Afganistán en julio de 2011, concentrando las operaciones en Afganistán en la persecución de Al Qaeda y eliminando a su líder principal, y sustituyendo el terrorismo por la crisis económica o la ciberseguridad como amenazas prioritarias para la seguridad nacional, Obama ha empezado a corregir el desastre heredado de Bush, pero está aún lejos de alcanzar sus objetivos.

Frente a la avalancha de voces que niegan o critican la ausencia de una doctrina de seguridad en la Administración Obama, el profesor Daniel Drezner reconoce en Foreign Affairs no una sino dos estrategias paralelas: la primera, de retraimiento, para impulsar el multilateralismo, reducir los compromisos en el exterior, restablecer el prestigio perdido y transferir responsabilidades a los socios globales. Esta estrategia está perfectamente articulada en los principales discursos del presidente y de sus asesores desde 2009, aunque su aplicación en las relaciones con Rusia, China o Europa haya producido hasta hoy pobres resultados. De la segunda, que Drezner denomina ‘counterpunching’ (contragolpe), sólo estamos viendo la punta del iceberg en operaciones muy llamativas como la que acabó con Bin Laden el 2 de mayo, sin el menor escrúpulo por violar la legalidad internacional y la soberanía nacional de un país como Pakistán.

Aunque muy pocos se atreven a reconocerlo abiertamente, la opinión general en la Administración Obama es que el precio pagado por la seguridad de EEUU tras los atentados ha sido excesivo y no se corresponde, en absoluto, con los resultados. Según el estudio del Grupo Eisenhower, del Instituto Watson, uno de los más completos realizados hasta la fecha, hasta mediados de junio de 2011 las tres guerras han costado al menos 225.000 vidas (en su mayoría civiles iraquíes, afganos y pakistaníes), más de 6.000 militares estadounidenses, 1.200 militares de países aliados, 172 cooperantes y unos 200 periodistas. A ellos hay que añadir cerca de 400.000 heridos, 5 millones y medio de refugiados y más de 2 millones de desplazados. Cotejando los cálculos del CRS (Congressional Research Service), el Informe Stiglitz y los presupuestos oficiales, el costo total de las guerras de Bush, incluida la del terrorismo,

se sitúa ya entre los 3’6 y los 4’4 billones de dólares. Aunque ha habido elecciones tanto en Irak como en Afganistán, ambos países están en el Índice de Democracia de Freedom House en posiciones parecidas a las que ocupaban antes de la intervención estadounidense: Irak en el puesto 111 y Afganistán en el 150. En cuanto a corrupción, Transparencia Internacional da a Irak un 1,5 (la nota máxima es 10), el peor de Oriente Medio, y a Afganistán un 1,4.el más viejo, donde se lee la vida. Tras dos años de investigación para el Washington Post, Dana Priest y William Arkin ofrecen otros datos relevantes en este décimo aniversario del 11-S (1): En una década el Gobierno estadounidense ha establecido o reconstituido 263 organizaciones para hacer frente a algún aspecto de la mal llamada guerra contra el terror.


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UN NUEVO ORDEN MUNDIAL

Los gastos en los servicios secretos en ese tiempo han aumentado un 250%, superando con creces los 75.000 millones de dólares anuales: más de lo que gasta el resto del mundo. EEUU ha construido 33 edificios o complejos de edificios sólo para burocracias viejas y nuevas de inteligencia, que ocupan más de 1 millón y medio de metros cuadrados: el equivalente de 22 Capitolios y 3 Pentágonos. Para albergar a sus 230.000 funcionarios, a unos 8 kilómetros al sureste de la Casablanca se está construyendo, con un presupuesto de 3.400 millones de dólares, el nuevo departamento de Seguridad Interior. El nuevo sistema de seguridad implantado produce unos 50.000 informes cada año, unos 136 cada día, lo que significa que la mayor parte, como ha sucedido siempre, no se leerán nunca. Muchos son banales y «podrían haberse escrito en una hora, consultando sólo Google», señala Fareed Zakaria en su resumen de la investigación del Post (2).

Cincuenta y un centros distintos, en 16 estados, vigilan el flujo de dinero que reciben las organizaciones terroristas y sale de ellas, pero la coordinación de la información entre ellos sigue dejando mucho que desear. Unas 30.000 personas trabajan ya sólo en EEUU en los servicios de escucha telefónica y de seguimiento del terrorismo en otros medios de comunicación y, a pesar de ello, nadie anticipó lo que preparaba el comandante Nidal Malik Hasan en el Centro Médico Walter Reed del Ejército. Nadie escuchó ni transmitió a los superiores adecuados los avisos del padre del yihadista nigeriano sobre el atentado que preparaba su hijo en EEUU. ¿El hecho de que Al Qaeda no haya logrado golpear de nuevo a EEUU como en el 11-S justifica semejante esfuerzo? A diferencia de movilizaciones anteriores para la guerra, siempre acompañadas de leyes de emergencia y, en ocasiones, abusos de poder, el problema en esta campaña es, como suce-

dió con la Guerra Fría, que nadie conoce su final. Peor aún, el fin de la Guerra Fría estaba claro que desaparecía con la desaparición de la URSS. Nadie sabe, sin embargo, en qué momento se podrá cantar victoria contra el terrorismo y abolir los poderes excepcionales aprobados en los últimos diez años. La detención o eliminación de la cúpula máxima de Al Qaeda, y la destrucción de su base operativa en Afganistán y Pakistán sin duda ayudarán, pero la amenaza terrorista no desaparecerá con la muerte de Osama Bin Laden. Frente a los viejos y nuevos desafíos, el 11-S, Al Qaeda y las respuestas a los atentados seguramente serán un breve pie de página en la gran Historia del siglo XXI. En los próximos años, Estados Unidos seguirá siendo el actor dominante, pero cada día tendrá más dificultades para controlar e imponer su agenda sin el apoyo de otros muchos Estados y actores no estatales.

(1) Los textos originales pueden consultarse en washingtonpost.com. (2) ‘What America has Lost. Newsweek. September 13, 2010, p. 8.


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, COMO HA CAMBIADO EL MUNDO

¿Adiós a la década trágica? Carlos Fresnenda

L

Periodista

a década trágica arranca una mañana límpida de septiembre, cuando dos aviones rasgan el cielo del Bajo Manhattan y fulminan tres mil vidas en la caída de las Torres Gemelas. La década trágica muere, o eso parece, con el ajusticiamiento de Bin Laden y con la exhibición de arrogancia a la americana —«USA, USA!»— a los pies de la Zona Cero en una noche calurosa de mayo. Pero la sombra submarina del líder de Al Qaeda sigue salpicando a la sociedad estadounidense en esta otra década sombría que empieza a hacer aguas. «¿Quién le explicará a la gente lo profundo que es el agujero que Bin Laden nos ayudó a cavar en la última década?», se pregunta Thomas Friedman en las páginas del New York Times. «¿Y quién le explicará a la gente lo duro y lo necesario que será salir de él?». Bin Laden apuntó con tino al corazón financiero del gigante americano. El nuevo World Trade Center, que supera ya los 70 pisos y emulará a las torres en el año 2013, aspira a proyectar la prepotencia de una época que sucumbió bajo los rescoldos del 11-S. La deuda norteamericana supera ya con creces el listón de los 14 billones de dólares, y una tercera parte es atribuible a las guerras contra el ‘terror’. La elección de Barack Obama fue acaso el único y fugaz contrapunto a esta oleada de pesimismo ante el futuro que define la sociedad norteamericana de su ‘segundo’ Pearl Harbor. No, no hay un nuevo «amanecer en América» como el que prometía Ronald Reagan en el horizonte. Superada la borrachera de Osama Bin Laden, consumada la venganza que se fue larvando durante una década sangrienta (más de seis mil soldados norteamericanos muertos y decenas de miles civiles en Afganistán e Irak ), tan sólo queda la resaca de la recesión que no cesa. Según una reciente encuesta de Time/Aspen, apenas el 6% de los estadounidenses considera que el país se ha recuperado totalmente del mazazo del 11-S. La sensación de invencibilidad, tan americana, ha dejado paso a la de vulnerabilidad total, acrecentada incluso por la muerte de Bin Laden: ocho de cada diez encuestados creen que habrá un ataque terrorista en la próxima década (con Washington o Nueva York de nuevo como objetivos). Al 71% no le cabe duda de que el país, con el paro por encima del 9%, está peor que hace una década. George W. Bush sigue siendo considerado como el principal responsable del ‘agujero’ fiscal y moral, o así lo cree el 23% de los americanos. Pero el 20% carga ya las tintas sobre Obama, incapaz de resucitar la economía y empeñado en multiplicar por cuatro el número de soldados en Afganistán. El 16% cree que la responsabilidad es de un Congreso totalmente anquilosado e inoperante, tanto da que tengan la mayoría republicanos o demócratas. Curiosamente, tan sólo el 6% culpa de la situación a Wall Street, cuyos

excesos (unidos al draconiano recorte de impuestos para los ricos de la era Bush) llevaron al país al abismo fiscal en el que se encuentra. «Estados Unidos se ha vuelto también un país más aislacionista», sostiene Mark J. Penn, director de la encuesta de Time/Aspen. «La elección de Obama trajo una renovada sensación de respeto hacia el papel de nuestro país en el mundo. Sin embargo, la gente no desea participar en la esfera global, y dos de cada tres opinan que el país está ‘demasiado implicado’ en asuntos internacionales». La misma proporción cree que el mayor enemigo está en casa, con el déficit, el estancamiento económico y la parálisis política como las tres grandes amenazas. El 52% reconoce que a los niños les espera un futuro «peor» y el 68% admite finalmente que el país está «en declive» En la nueva edición de ‘El Mundo Post-Americano’, el analista de la CNN y Time Fareed Zakaria advierte que el declive no es solamente económico, sino ante todo político. En su opinión, Washington necesita un severo reajuste de su estrategia global, que sufre aún el lastre de la era Bush. Zakaria incita a Obama a renunciar de una vez por todas al papel «dominante y hegemónico», a adoptar una postura más pragmática y honesta y admitir un hecho irrenunciable, por más que quieran negarlo la mayoría de sus compatriotas: el ascenso de ‘los otros’, de China a India, pasando por Brasil. Zakaria ha sido relativamente benigno con la postura de Obama hacia la ‘primavera árabe’, aunque considera que lo que está ocurriendo ahora es también y en gran parte fruto de la inacción de EEUU durante la última década en todos los frentes que no fueran sus dos guerras: la de «necesidad» (Afganistán) y la de «elección» (Irak). En 2002, meses después de los ataques, Naciones Unidas emitió un informe —Desarrollo Humano en el Mundo Árabe— largamente ignorado por los expertos norteamericanos. En él se advertía de que los tres grandes retos a los que se enfrentaba el mundo islámico eran la falta de libertad y respeto a los derechos humanos, el déficit de conocimiento en la educación y la discriminación de las mujeres. Tras el 11-S, sin embargo, todas la cuestiones sociales y políticas (incluido el proceso de paz en Oriente Medio) sucumbieron bajo el fragor de las bombas. La percepción de Estados Unidos en el mundo cayó al mínimo histórico de las últimas décadas, y los gestos simbólicos de Obama (del discurso de El Cairo al «fin» de las operaciones de combate en Irak) se estrellaron contra el muro de los acontecimientos, con la guerra de «necesidad» superando ya la duración del conflicto en Vietnam. La losa de Osama pesa al cabo de un década sobre Obama. El presidente gozó de su ‘primavera’ fugaz antes de los fuegos, los tornados y las inundaciones que han vuelto a dejar el maltrecho paisaje americano tal y como ha estado durante estos diez años vividos peligrosamente. Y los que nos quedan.


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LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, COMO HA CAMBIADO EL MUNDO

Un cráter especialmente

profundo

por Luis Rojas Marcos

Luis Rojas Marcos es profesor de psiquiatría de New York University y ex presidente ejecutivo del Sistema de Sanidad y Hospitales Públicos de Nueva York (1995-2002).

El psiquiatra analiza cómo desde el 11-S, el miedo a lo imprevisto vive en la conciencia del pueblo americano. Un temor indefinido, latente, incómodo

D

octor Marcos, Doctor Marcos, le llaman del Centro de Control de Emergencias para que se presente allí urgentemente. ¡Un avión acaba de estrellarse contra una de las Torres Gemelas!». Con esas palabras, susurradas discretamente en mi oído, y una expresión en la mirada que revelaba un grado de nerviosismo y preocupación inusual en Lynnette, esta veterana secretaria, siempre serena y juiciosa, anunciaba, sin saberlo, el capítulo más terrible e inimaginable de la vida de millones de personas, incluida la mía. Eran las nueve menos diez de la mañana del martes 11 de septiembre de 2001. Me encontraba en mi despacho, en el edificio del Sistema de Salud y Hospitales Públicos situado en el sur del barrio de Manhattan, a un kilómetro escaso del World Trade Center. Diez años después, si me acerco mentalmente al escenario sobrecogedor que viví en directo desde el puesto de mando que los bomberos habían instalado al pie de las Torres en llamas, todavía contemplo las imágenes horripilantes de hombres y mujeres agarrados por fuera a los marcos de las ventanas, tambaleándose indefensos. Veo cuerpos caer al abismo dando tumbos como peleles. Su trayecto agónico culmina con un fuerte golpe seco contra el pavimento o estampándose estrepitosamente en la claraboya del Hotel Marriott. Estas alucinantes escenas se mezclan con la visión reconfortante de cientos de voluntarios altruistas agolpados ante las puertas de los hospitales exigiendo aliviar el dolor de las víctimas y contradiciendo aquello de «el hombre es un lobo para el hombre».

El sentido de futuro está profundamente arraigado en los seres humanos. En cada momento pensamos sobre lo que vamos a hacer más tarde, el mes que viene o dentro de unos años. Por eso, planificar nuestro programa de vida es un ingrediente fundamental de nuestra confianza y armonía vital. El 11-S quebrantó para siempre este equilibrio e incorporó la incertidumbre y la vulnerabilidad a la definición de esta joven nación, siempre convencida de su inmunidad y orgullosa de su prepotencia. El 11-S caímos trágicamente en la cuenta de que bastaron cuatro aviones de pasajeros, raptados por 19 fanáticos suicidas armados con simples navajas, para acabar con casi tres mil vidas, robarle la dicha a cientos de miles de personas y amedrentar al mundo. Hoy, el miedo a lo imprevisto vive en la conciencia de este pueblo. Se trata de un temor indefinido, latente, incómodo. El desasosiego no se limita a lo que nos pueda ocurrir a nosotros y a nuestros seres queridos, sino que también abarca a desconocidos o incluso a la humanidad. Con el paso de los años, el paisaje de nuestras vidas se llena de cráteres, como la superficie de la Luna. Pero el cráter que socavó en los neoyorquinos el 11-S fue especialmente profundo. Pese a la enormidad del episodio maligno, mezcla de violencia humana y cataclismo, la mayoría lo hemos incorporado a nuestra autobiografía. Nos hemos liberado de la enorme carga opresiva que supone vivir atados al verdugo y a la identidad de víctima, lo que nos ha permitido concentrar las energías en abrir un nuevo

capítulo de nuestra vida. La mayoría también pensamos que nuestra lucha por superarlo nos ha ayudado a descubrir fuerzas en nosotros que desconocíamos. Es comprensible que el sentimiento de haber vencido la adversidad constituya una inyección de confianza. Muchos supervivientes dicen que sus relaciones con los demás han mejorado como consecuencia de haber descubierto el efecto reparador de la solidaridad. Y son numerosos los que declaran haber experimentado cambios favorables en sus prioridades y en el significado que le dan a la vida. Hoy valoran más cosas que hasta entonces consideraban banales. Estos cambios esperanzadores no neutralizan el sufrimiento que nos causó el 11-S, pero sí resaltan la impresionante aptitud humana, no sólo para afrontar calamidades sino, además, para sacarles partido. Con todo, no es prudente perder de vista que somos muchos los que no dudaríamos un minuto en canjear todos estos beneficios por ahorrarnos lo que sufrimos o por recobrar lo que perdimos. Estoy convencido de que el sentido de vulnerabilidad que nos inculcó el 11-S nos ha hecho más humanos, más normales y más solidarios. Claro está que mi perspectiva está profundamente moldeada por mi condición de inmigrante en Nueva York. A lo largo de 43 años he sido muy afortunado por contar con las ondas que emana esta ciudad universal abierta y generosa, en la que la esperanza del buen futuro siempre entierra al mal pasado.


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EL IMPACTO PSICOLÓGICO

Es una ciudad resistente, en continua evolución. De las cenizas de una Nueva York siempre nace la siguiente. Tiene la capacidad de reinventarse

La vida

sigue en

NYC L

a señora Mercedes, puertorriqueña de padre español, tiene 83 años. Mantiene abierto el mismo Deli en la Segunda Avenida desde hace cuatro décadas. Dos de sus bisnietos son soldados. Destinados en Irak y Afganistán. Otro bisnieto, hermano de los uniformados, tiene 19. Sueña con vestirse de camuflaje. «Es un chico estupendo. Muy educado. Quiere ir a la universidad. Su padre murió asesinado y su madre no tenía cómo pagarles la educación. En el ejército les dan becas. Además, quiere servir a su patria. Pero tengo miedo. Cada día pienso en todos los jóvenes que han muerto en esas dos guerras, porque estamos en guerra y nadie parece recordarlo. La culpa es del sinvergüenza aquel, Bush. Si hubiera hecho como Clinton, que bombardeó después del atentado con coche bomba en las Torres, hubiera sido suficiente, pero no, teníamos que invadirles». ¿Ha cambiado la ciudad a raíz de los atentados? «Yo creo que sí, un poco sí. Hoy todo es más triste, la gente no se ha quitado la pena». Mike Ryan, inversor, tenía dos hermanos, Bob y Jimmy, en los bomberos. Acudieron a la llamada. Enfermaron tras respirar durante meses el aire viciado de los escombros. El polvo venenoso, que desprendían las tripas de los edificios, colonizó sus alvéolos pulmonares. Uno falleció recientemente; el otro se ha jubilado. «Al menos le pagaron la pensión completa. Tardaron en reaccionar, pero las autoridades no se han portado mal. De todas formas es terrible la cantidad de gente, bomberos, policías, gente de los servicios médicos, militares, voluntarios, que participaron en las tareas de desescombro y han enfermado o muerto. Cánceres exóticos, bronquitis crónicas, enfisemas en gente joven y en buena forma». «La ciudad», prosigue, «cambió a raíz de los atentados. Pero es una ciudad resistente. Su característica más determinante es la continua evolución. De las cenizas de una Nueva York siempre nace la siguiente. Tiene la capacidad de reinventarse. Así ha sucedido. Por ejemplo el ‘downtown’, que sufrió al principio, ha renacido con un perfil distinto respecto al que tenía hace 10 años».


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

la cronología

11-S, ASÍ FUE 8 a.m. - El vuelo 11 American Airlines 11, un 9:59 a.m. - La torre sur del World Trade Center Boeing 767 con 92 personas a bordo, despega del Aeropuerto Internacional de Boston hacia el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles.

8:14 a.m. - El vuelo United Air Lines 175, un

Boeing 767 con 65 personas a bordo, despega del Aeropuerto Internacional de Boston hacia Los Angeles.

8:21 a.m. -

se derrumba.

10:03 a.m. -

El Vuelo 93 e United se estrella en un campo en Shanksville, Pensilvania, al sureste de Pittsburgh.

10:28 a.m. - La torre norte del World Trade Center se derrumba.

El vuelo American Airlines 77, un Boeing 757 con 64 personas a bordo, despega del Aeropuerto Internacional Washington Dulles con destino a Los Ángeles.

Las elecciones primarias de Nueva York, programadas para el 11 de septiembre, se posponen.

8:40 a.m. -

10:56 a.m. - El líder palestino Yasser Arafat

La Administración Federal de Aviación notifica a los Comandos Norteamericanos de Defensa Aeroespacial del Sector Noreste de Defensa Aérea sobre las sospechas de secuestro del vuelo 11 de American.

8:41 a.m. -

El vuelo 93 de United Air Lines, un Boeing 757 con 44 personas a bordo, despega del Aeropuerto Internacional de Newark hacia San Francisco.

8:43 a.m. - La FAA notifica al Sector Noreste

de Defensa Aérea del NORAD sobre las sospechas de secuestro del vuelo 175 de United.

8:46 a.m. - El vuelo 11 de American se estrella

contra la torre norte del World Trade Center.

9:03 a.m. - El vuelo 175 de United se estrella contra la torre sur del World Trade Center.

10:50 a.m. -

habla en Gaza: “En primer lugar, estoy ofreciendo mis condolencias, las condolencias del pueblo palestino, al presidente de Estados Unidos, el presidente Bush, a su gobierno, al pueblo estadounidense, por esta situación terrible. Estamos totalmente sorprendidos, totalmente sorprendidos. Es increíble “.

11 a.m. - El alcalde de Nueva York Rudolph W. Giuliani da órdenes para la evacuación del sur de Manhattan al sur de Canal Street.

11:04 a.m. -

Las oficinas de las Naciones Unidas son evacuadas por completo.

12:04 p.m.- El Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, destino de tres de los aviones secuestrados, está cerrado y evacuado.

9:08 a.m. - La FAA prohíbe todos los despegues 12:15 p.m. - El Aeropuerto Internacional de de los vuelos en todo el país que se dirijan hacia el espacio aéreo de Nueva York.

San Francisco, destino del vuelo 93 de United Airlines que se estrelló en Pennsylvania, está cerrado y evacuado.

9:17 a.m. -

12:30 p.m. - La FAA dice que 50 vuelos están

La FAA cierra todas las áreas de Nueva York Ciudad-aeropuertos.

9:21 a.m. -

Todos los puentes y túneles en Manhattan se mantienen cerrados.

9:24 a.m. - La FAA notifica al Sector Noreste

de Defensa Aérea del NORAD sobre las sospechas de secuestro del vuelo 77 de American.

en el espacio aéreo de EE.UU., pero no están reportando ningún problema.

1:04 p.m. -

Desde la base aérea Barksdale en Louisiana, Bush pone en alerta a las fuerzas militares de EE.UU. ante todo el mundo: “No se equivoquen: Los Estados Unidos van a perseguir y castigar a los responsables de estos actos cobardes”.

9:26 a.m. - La FAA prohíbe el despegue de las 1:37 p.m. - Bush deja Barksdale hacia la Base de aeronaves civiles.

la Fuerza Aérea de Offutt Air, cerca de Omaha, Nebraska.

9:31 a.m. - En Sarasota, Florida, el Presidente 2:51 p.m. - La Marina envía misiles destructivos Bush llama a los accidentes un “aparente ataque terrorista en nuestro país”.

9:37 a.m.- El Vuelo 77 de American se estrella contra el Pentágono.

9:45 a.m. - La FAA ordena a todos los aviones

aterrizar en el aeropuerto más cercano tan pronto como les sea posible. Hay más de 4.500 aviones en el aire en ese momento. Esta es la primera vez en la historia de EE.UU. que el tráfico aéreo en todo el país es suspendido.

9:48 a.m. - El Capitolio de los EE.UU. y el Ala

Oeste de la Casa Blanca son evacuados.

9:57 a.m. - El presidente Bush deja Florida.

a NY, Washington.

3:07 p.m. - Bush llega al Comando Estratégico de EE.UU. en la Base Aérea de Offutt, en Nebraska.

4:36 p.m. - Bush deja a la Base Aérea de Offutt en el Air Force One para regresar a Washington.

5:25 p.m. -

El edificio vació de 47 pisos numero siete del World Trade Center se derrumba.

7 p.m. - Bush llega a la Casa Blanca. 8:30 p.m. - Bush se dirige a la nación y se com-

promete a “encontrar a los responsables y llevarlos ante la justicia.”


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LOS ATENTADOS


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, ASI FUE

UN DIA DE El 12 de septiembre de 2001, el periodista Julio A. Parrado traspasó el perímetro de seguridad de la Zona Cero. Éste es el relato de lo que vio

B

Julio A. Parrado

ajo por Maiden Lane hasta las puertas del mismísimo infierno. A los lados quedan camiones de reparto perforados por ambos lados, patrullas policiales volcadas y coches apilados unos sobre otros. Antes de dar el paso final, me asomo al edificio del Nasdaq, reconvertido en un centro de atención de los equipos de rescate. Corpulentos bomberos se derrumban sobre la camilla víctimas de la asfixia. 300 de sus colegas yacen bajo los escombros. Al agente Luffing, de la policía de Nueva York, un irlandés de brazos de acero y cara de niño, ya no le preocupa el humo. Se fuma pausadamente un cigarrillo sobre la antigua recepción del Nasdaq, donde parpadea sin cesar una señal que repite «FIRE». Así, como si estuviera en la barra de un bar al final de una dura jornada, el policía inspira sosegadamente y exhala llenando sus ojos azules de lágrimas. Me apetecería abrazarlo, pero alguien me pasa un casco de emergencias. Junto a mi compañera, me incorporo a un grupo de fornidos hombres con aspecto de leñadores. Son 20 voluntarios que se atreverán a escarpar la montaña de acero y muerte. «Tomad mucha agua. Seguro que vamos a estar horas sin tomar un trago», les dice el capataz, mientras se enfundan chaquetas de protección, cascos y guantes. Me atrevo a seguirlos tras un coche de bomberos. Hasta la misma base del montón de escombros. Los voluntarios comienzan a escalar la montaña. Yo he llegado hasta aquí. Incapaz de dar el salto final hasta ese negro abismo.

Las tumbas de San Paul y de Trinity Church cobran de repente todo su sentido y su lúgubre lógica. Los dos viejos cementerios de Manhattan, en el centro del distrito financiero, eran dos rincones pintorescos y oscuros, encajonados bajo la sombra de las Torres Gemelas. Esta noche de espeso color gris, los dos camposantos de lápidas decimonónicas lucen hasta acogedores. Al otro lado de sus rejas, retorcidas por la onda expansiva, se extiende la inmensa mole de escombros y acero quebrado. Debajo de ellas yacen, sin nombre, 1.000, ¿2.000?.. ¿10.000? Nadie se atreve a poner un número todavía. Son las 10 de la noche y, casi sin quererlo, he superado todas las barreras poli-

ciales hasta alcanzar el epicentro del horror. Entre el caótico ir y venir de coches de bomberos y tractores pala, nadie echa cuenta de mí. Quizás porque luzco como un muerto andante. El espectáculo es tan impactante que camino dando tumbos, tratando de adivinar qué nombre se oculta tras las cenizas, qué negocio habría en esta esquina, qué dirección tomar, en suma. He logrado entrar en el perímetro de máxima seguridad atravesando un sucio y oscuro túnel debajo del Puente de Brooklyn. La policía ha desplegado antorchas artificiales para facilitar el tráfico de los vehículos de emergencia. De repente, la nube de cenizas, arena y amianto pulverizado


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LA CRÓNICA

SEPTIEMBRE me cae encima, a pocos metros de la plaza del Ayuntamiento. Las dos Torres Gemelas estaban recubiertas de este material aislante, prohibido actualmente por su alto contenido cancerígeno. La máscara es el mínimo requisito para que los pulmones y los ojos no acaben anegados de la peligrosa sustancia. Es imposible distinguir el color de los coches. Sobre un parabrisas alguien ha dibujado a mano un «¡Dios nos salve!». Pero el panorama se vuelve aterrador frente al Ayuntamiento. La alfombra de papeles se torna espesa. Manuales financieros, copias de emails, «Señor Williams, Oppenheimer Funds», se lee en un trozo que voló más de un kilómetro de distancia, desde el piso 38 de la Torre Sur hasta el pequeño parque municipal. La puntiaguda torre gótica del Woolworth Building se desdibuja entre el humo. El histórico rascacielos ha perdido su elegancia y sólo muestra sus contornos afilados y amenazantes. Junto a Park Place, el agua, los papeles y las cenizas han creado barrizales infranqueables de un color imposible. Por fin, a la derecha se muestra la Torre 7, el tercer bloque en caer. Albergaba oficinas de los servicios secretos federales, del FBI y el Centro de Emergencia del Ayuntamiento. Creo que su color era de un rojo pálido. Hoy es también indefinido. Al fondo, recortado por los focos de la policía, se percibe un trozo de la fachada de la Torre Sur. La explosión le ha dado una caprichosa forma de palas invertidas. Tengo que mirar dos veces hasta darme cuenta de que estoy frente al edificio de Moody’s, la poderosa agencia que califica el riesgo de las inversiones. De este edificio salen informes que marcan el destino de empresas y países. Y sin embargo, parece que hace siglos que nadie ha franqueado sus puertas. De hecho, en todo este paseo he tenido la sensación de haber atravesado el túnel del tiempo y de regresar a un Nueva York abandonado por el ser humano. Frente a la polvorienta estatua de George Washington, en las escalinatas del Federal Hall National Memorial, me siento como Charlton Heston en la última escena de El Planeta de los Simios. Pese al paisaje de catastrófico futurismo, este es desgraciadamente nuestro Nueva York de siempre. Las vidrieras de los negocios y los edificios colindantes a las Torres no existen. Por un escaparate roto asoman colecciones de postales con todas las estampas reconocibles de la Gran Manzana. Las de las Gemelas ocupan, por supuesto, un lugar prominente. La librería Borders —recuerdo que compré allí mi primer libro recién llegado a la ciudad— pasó a la Historia. El edificio que ocupa se pliega como un acordeón. Ese es otro de los muchos inmuebles afectados mortalmente que terminarán derribados tarde o temprano. Es difícil pensar que el distrito financiero pueda recuperar la normalidad en poco tiempo.


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, ASI FUÉ

La planificación M rafael quilez

iguel Ángel Cano advierte de que el caso no fue aislado. Hay miles de ideólogos del yihadismo en Europa. «Actúan como una secta y se aprovechan de la situación de desarraigo de muchos musulmanes. Se aproximan a grupos de jóvenes, se interesan por ellos, organizan reuniones, les ponen vídeos... Poco a poco se van aislando, hasta que acaban cambiando su forma de ver la vida. Cuando ya han asumido esa ideología extrema, terminan de radicalizarse en campos de entrenamiento de Pakistán o Afganistán, como ocurrió con los pilotos del 11-S». Todo el proceso se cumplió con ellos: el adoctrinamiento en Alemania funcionó y Mohammed Atta, Marwan al Shehhi y Ziad Jarrah —futuros pilotos en los atentados— quisieron ir a Chechenia para hacer la Yihad (guerra santa), pero sus reclutadores les convencieron de que serían más útiles en una acción suicida. Era finales de 1999 cuando los tres jóvenes de Hamburgo llegaron a los campos afganos. Los líderes de Al Qaeda, controlados por Bin Laden, sabían que no podían desperdiciar a aquellos universitarios que hablaban inglés y tenían facilidad para obtener visados. Les contaron el

atentado que llevaban años planeando y a, principios del verano de 2000, se mudaron a EEUU para empezar su instrucción de vuelo. Estaban dispuestos a morir por el Islam. Ranzi bin Asid también quiso sumarse a la acción, pero tuvo problemas con el visado y le sustituyó Hani Hanjour, el cuarto piloto, ajeno a Hamburgo. Estuvieron más de un año en EEUU. ¿Cómo aguantaron tanto tiempo sabiendo que iban a morir? ¿No flaquearon en ningún momento? «Intentaban pasar desapercibidos, no tenían contacto con mezquitas radicales, se afeitaron y cambiaron su vestuario para parecer lo más occidentalizados posible... Sólo se relacionaban entre ellos y ese ‘factor-grupo’ influyó en su fortaleza. La amistad y el compañerismo pesan mucho en situaciones tan extremas. La idea de ‘si ellos lo hacen, cómo no lo voy a hacer yo’, el deseo de no quedar como un cobarde... Es una mentalidad parecida a la del Ejército. Pesa incluso más que la ideología, que era un factor muy importante en Atta —el líder, el más fuerte mentalmente—, pero no tanto en el resto», explica Javier Jordán. Ziar Rayad fue el único que dudó. «En las cartas que envió a su novia en Alemania se ve que estuvo a punto de abandonar, pero Atta le convenció de que lo que iba a hacer era mucho más importante que cualquier otra

cosa que pudiese hacer en su vida», cuenta Cano. Curiosamente, su avión fue el único que no logró su objetivo, estrellándose en Pensilvania. Ziar Rayad era el miembro del grupo que había vivido una transformación más llamativa. Provenía de una acomodada familia libanesa y había tenido una educación liberal. Asiduo a las juergas y a la noche, en 1996 se fue a Alemania para estudiar y llevó una vida occidental. Pero Atta y Bin Asid se cruzaron en su camino. Al tiempo que los pilotos recibían clases de vuelo en Florida, los dirigentes de Al Qaeda, con Jalid Sheij Mohamed a la cabeza, seleccionaban en Arabia Saudí a los operativos que secuestrarían los aviones, lo que el Gobierno americano llamó el «músculo» de la operación. «Para los pilotos era fundamental la formación, la fortaleza mental, la firmeza y la fidelidad. Eran gente muy seleccionada, pero los secuestradores requerían un perfil menos especializado, por lo que su reclutamiento fue más simple. Eran jóvenes maleables, en la veintena, de diversos perfiles sociales —la mayoría no tenía estudios ni hablaba inglés— y les convencieron de que estaban en guerra con Occidente y debían actuar. Algunos ya habían estado en campos de entrenamiento en Afganistán, ellos sí habrían servido para luchar en Chechenia o cualquier otra misión», explica Javier Jordán. Una vez reclutados, les dieron cursos para secuestrar los aviones, que incluían el manejo de arma blanca —degollaban corderos para practicar— y les enviaron a EEUU sólo unos meses antes del 11-S —viajaron de dos en dos a partir de finales de abril de 2001—. Sabían que tenían que secuestrar aviones, pero no que iban a usarlos como proyectiles. Dos meses antes de los atentados, los 19 reclutas estaban ya en EEUU. La planificación fue perfecta


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LOS TERRORISTAS

19 SOLDADOS ¿Cómo unos jóvenes que parecían integrados en la sociedad europea llegaron a ejecutar el mayor atentado de la Historia? ¿Qué resorte saltó en sus cabezas para que la religión les condujese a inmolarse llevándose consigo más de 3.000 vidas? Diez años después de que los aviones se estrellasen sacudiendo el mundo, la forma de actuar de sus protagonistas sigue siendo un misterio fascinante para Occidente.

S

ólo el resumen ya impresiona: cuatro jóvenes universitarios de Hamburgo, de buena familia, cultos y con recursos, emprenden un proceso de radicalización que termina con ellos en un campo de entrenamiento afgano y tramitando un visado a EEUU para cometer la mayor masacre imaginada. Al mismo tiempo, 15 chicos de la Península Arábiga se dejan llevar para hacer la ‘guerra santa’ y acaban siendo reclutados para secuestrar aviones. Y sobre sus cabezas, dirigiéndolo todo, los hilos de los líderes de Al Qaeda, personas inteligentes y maquiavélicas, capaces de convencer a alguien de que se suicide y mate por ellos. Terrorífico. Para llegar a entender sus procesos mentales hay que distinguir entre los terroristas que se formaron en Europa y los que no habían salido del mundo árabe. Los primeros, personas de alto nivel, cultas e indispensables para la acción; carne de cañón, los segundos. Miguel Ángel Cano, experto en terrorismo islámico, ha estudiado a fondo la evolución de esos jóvenes que se radicalizaron en Hamburgo. Él mismo era universitario en Alemania cuando se prepararon los atentados. «Eran inmigrantes de primera generación en Europa que habían venido a estudiar. No llegaron ni mucho menos con la intención de atentar. Ni siquiera tenían antecendentes penales ni estaban en situación irregular. Se fueron radicalizando en Alemania». Su líder fue el egipcio Mohammed Atta, que llegó a Hamburgo en 1992 y estrelló un avión contra las Torres Gemelas casi 10 años después. Una década tuvo que transcurrir para que este alumno brillante, retraído y religioso se radicalizara así. Según los expertos, los problemas de integración estuvieron en la base de su radicalización. «Se sentían solos en la sociedad de acogida y buscaron el apoyo de los que consideraban sus iguales», afirma Cano. Así, los responsables del 11-S formaron el grupo Sociedad Islámica dentro de la Universidad Técnica de Hamburgo, en la que estudiaban, y se reunían para rezar y discutir la situación del mundo árabe. Fue allí donde tomó fuerza Ramzi bin al Shinbh, compañero de piso de Atta y fuente de propaganda yihadista para el resto —su familia estaba vinculada a Al Qaeda y él se convertiría en organizador de los atentados—. «Poco a poco, el grupo se aisló del resto de la sociedad alemana, cambiando incluso su aspecto físico. La mezquita de Al-Quds fue otra clave en su conversión. Allí conocieron a Mohammed Haydar Zammar, un sirio-alemán con pasado muyaidín que actuaba como reclutador de Al-Qaeda. Fue él quien se encargó de seleccionar al grupo que viajaría a los campos afganos», explica Miguel Ángel Cano. Estos reclutadores sí tenían en la cabeza la idea de atentar. Y obsesionaron a sus acólitos con ella, leyendo sus problemas sociales en términos religiosos: Occidente no les admite porque quiere exterminar el Islam. «Entienden la vida en categorías y en su cabeza, Occidente se reduce a cristianismo o cruzada. Se sienten víctimas de una conspiración contra los musulmanes», afirma Javier Jordán, experto de la Universidad de Granada. «La insatisfacción social, el sentimiento de injusticia y la vinculación de la realidad que viven sus países de origen con ataques de Occidente les lleva a ser blanco fácil para los reclutadores. Sólo en el grupo se sienten integrados»,


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, ASI FUE Vuelo

11 American Airlines

Boston - Los Ángeles. Estrellado contra la Torre Norte del WTC Mohamed Atta, líder del grupo

Waleed Al Shehri

Wail Al Shehri

Satam M. Al Suqami

Abdulaziz Al Omari

33 años. Nació en Kafr el Sheikh (Egipto). Piloto y líder del grupo. Creció en una familia rica. Desde 1992 estudió en la Universidad de Hamburgo. Estuvo en un campo en Afganistán en 1999. Recibió clases de vuelo en la Escuela de Aviación Huffman (Miami, Florida).

22 años. Nació en Asir (Arabia Saudí). Su padre era un líder del clan Shehri en Arabia Saudí. Un familiar en la oficina de pasaportes saudí que les ayudó a obtener los documentos para entrar en EEUU desde Paquistán y Afganistán. Llegó allí el 23 de abril de 2001.

28 años. Hermano de Waleed. Nació en Asir (Arabia Saudí). Trabajó como profesor de escuela primaria en su país. Visitó los campos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán desde 1990 a 2001. Entró en EEUU el 8 de junio de 2001.

25 años. Nació en Riyadh (Arabia Saudí). Se preparó en el centro de entrenamiento de Khalden, cerca de Kabul (Afganistán). Pisó suelo estadounidense por primera vez el 23 de abril de 2001.

22 años. Nació en Asir (Arabia Saudí). Graduado en la escuela superior islámica. Casado y padre de una hija. Ofició en ocasiones como imam en su mezquita local saudí. Era seguidor del radical Sulayman al Alwan.

Vuelo

175 United Airlines

Boston - Los Ángeles. Estrellado contra la Torre Sur del WTC Mohand Al Shehri

Marwan al-Shehhi

Fayez Rashid Ahmed Hassan

Ahmed Al Ghamdi

Mohand Al Shehri

22 años. Nació en Asir (Arabia Saudí). Visitó los campos afganos de entrenamiento de Al Qaeda entre 1990 y 2001. Pasó un tiempo en la provincia saudí de Qassim, corazón del wahabismo, y al volver rompió con su familia. Entró en EEUU el 28 de mayo de 2001.

23 años. Nació en Ras al Khaimah (Emiratos Árabes Unidos). Llegó a Europa en 1996. Muy unido a Mohamed Atta, era uno de los miembros de la célula de Hamburgo. Recibió clases vuelo en Florida, tras ser reclutado en los campos afganos.

24 años. Nació en Khor Fakkan (E.Á.U.). Se fue de casa diciendo a sus padres que iba a buscar trabajo en la International Islamic Relief Organization. Implicado en transferencias de dinero a Al Qaeda. Llegó a EEUU en junio de 2001.

22 años. Nació en Al Bahah (Arabia Saudí). Dejó la escuela para luchar en Chechenia y se cree que estuvo también en los campos afganos de Al Qaeda.

22 años. Nació en Asir (Arabia Saudí). Visitó los campos afganos de entrenamiento de Al Qaeda entre 1990 y 2001. Pasó un tiempo en la provincia saudí de Qassim, corazón del wahabismo, y al volver rompió con su familia. Entró en EEUU el 28 de mayo de 2001.

Vuelo

77 American Airlines

Dulles (Virginia) - Los Ángeles. Fue estrellado contra el Pentágono Hani Hanjour

Khalid Almihdhar

Majed Moqed

Nawaf Al Hazmi

Salem Al Hazmi

29 años. Nació en Taif (Arabia Saudí). Piloto. Tenía licencia de conducir expedida en Arizona, donde también recibió clases de vuelo. No integraba la célula de Hamburgo como el resto de pilotos. Había estado antes en EEUU y tenía licencia de vuelo desde años atrás.

26 años. Nació en La Meca (Arabia Saudí). Entró en EEUU en enero de 2000, pero salió para visitar a su familia en Yemen. La CIA ya sabía su conexión con Al Qaeda, pero no compartió la información y pudo volver (julio 2001). Desde agosto de 2001 le buscaba el FBI.

24 años. Nació en Annankhit (Arabia Saudí). Estuvo en los campos afganos entre 1990 y 2001. Dejó la universidad y se radicalizó en 1999. Llegó a EEUU el 2 de mayo de 2001 junto a Ahmed Alghamdi. Llevaba más de 10.000 dólares en efectivo cuando entró en el país.

25 años. Nació en La Meca (Arabia Saudí). Almidhar y Al Hazmi estuvieron casi ocho meses en San Diego preparando los atentados. Eran los dos terroristas con vínculos más evidentes con Al Qaeda, pero el FBI no comenzó a buscarlos hasta agosto de 2001.

20 años. Nació en La Meca (Arabia Saudí). Hermano pequeño de Nawaf Al Hazmi, quien pudo influir en él para que participase en los ataques. Adolescente conflictivo, solía beber alcohol y tenía antecedentes por pequeños robos en Arabia Saudí.


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LOS TERRORISTAS

Vuelo

93 United Airlines

Nueva Jersey - San Francisco. Se estrelló en Pensilvania Ziad Samir Jarrah, piloto

Saeed Al ghamdi

Ahmed Al-Haznawi

Ahmed Al-Nami

26 años. Nació en Al Marj (El Líbano). Familia de clase alta. Su radicalización se aceleró cuando en 1999 viajó a Afganistán con el resto de los de Hamburgo. Mantuvo contacto con su familia y por las cartas a su novia se supo que había tenido dudas.

21 años. Nació en Al Bahah (Arabia Saudí). Visitó los campos de Afganistán entre 1990 y 2001. Pasó un tiempo en la provincia saudí de Qassim, corazón del wahabismo. Dejó la universidad, rompió con su familia y se convirtió en un devoto del Islam.

20 años. Se cree que nació en Al Bahah (Arabia Saudí). Es el único de los saudíes que mantuvo contacto con su familia a mediados de 2001: llamó a su tía para preguntarle por su madre. Su padre era imam de una mezquita local. Llegó a EEUU el 8 de junio de 2001.

23 años. Nació en Asir (Arabia Saudí). Su padre trabajaba para el Ministerio de Asuntos Islámicos. Fue a la universidad. Estuvo en los campos de entrenamiento de al Qaeda en Afganistán. Llegó a EEUU a finales de mayo de 2001.

LOS AUTORES MATERIALES ¿Y cómo eran esos líderes que llevaron al abismo?

J

alid Sheij Mohamed, preso en Guantánamo y pendiente de juicio, fue el cerebro de los atentados. Tenía un perfil muy superior al de la media árabe: había estudiado ingeniería en EEUU, conocía bien la sociedad americana y trabajó después en Japón y Catar. «Era un terrorista ‘freelance’, que iba por libre. Muy inteligente, con mucha capacidad de coordinación y muy activo, con muchas ganas de actuar», explica Javier Jordán. Fue él quien tuvo la idea de los atentados y se la planteó a Al Qaeda en 1997 de una forma mucho más ambiciosa: secuestrando 10 aviones, estrellando nueve y dando una rueda prensa en el restante para, después, hacerlo explotar ante las cámaras de todo el mundo. A Al Qaeda, que entonces se dedicaba a financiar proyectos de diversos grupos, le pareció demasiado como para salir bien, pero Bin Laden le dijo más tarde que lo harían, con cuatro aviones. Fue entonces cuando Jalid Sheij Mohamed juró fidelidad a la organización, pero hasta 1999 no encontraron a los hombres perfectos para ejecutar su plan. Sheij Mohamed fue detenido en Pakistán en marzo de 2003 y él mismo se ha autoproclamado ideólogo del 11-S: «Soy el comandante de operaciones militares de Al Qaeda para todas las operaciones en países

extranjeros de todo el mundo», confesó entre los muros de Guantánamo. El principal organizador de los atentados fue el yemení Ramzi bin al Shinbh, detenido en Pakistán en 2002 y también preso en la base estadounidense. «Era del grupo de amigos de la célula de Hamburgo. Viajó con ellos a los campos de entrenamiento afganos e iba a ser uno de los suicidas, pero no consiguió el visado para entrar en EEUU», cuenta Jordán. Un contratiempo que no impidió que participase en la masacre: pasó a ser el enlace en Europa de la operación, se reunió con Bin Laden y Jalid Sheij Mohamed, y viajó por todo el mundo para prepararla. «Al final, desempeñó un papel mucho más importante», añade este experto en terrorismo islámico. Él fue quien, en julio de 2001, mantuvo en España —concretamente en Tarragona— la última reunión preparatoria de los ataques con Mohamed Atta, el jefe de los pilotos. Todos, ideólogos y ejecutores, hicieron su trabajo a la perfección. Tanto, que cuando un mes antes de los atentados llegó el mail que daba la orden de comenzar, nadie dudó. «El trimestre comienza en cuatro semanas. Hemos elegido la Facultad de Bellas Artes, Economía y Políticas», decía el mensaje en clave. Y los 19 jóvenes pusieron fin a su destino.

Los líderes

Jalid Sheij Mohamed, el cerebro

Nació en 1965 en Kuwait. Sobrino de Ramzi Yousef, cerebro de los atentados contra las Torres en 1993. Estudios universitarios en EEUU. Conoció a Bin Laden en Afganistán. Capturado en 2003 en Pakistán y transferido a EEUU; a la espera de juicio en Guantánamo.

Ramzi bin al Shinbh, coordinador Nació en 1972 en Ghayl Bawazir (Yemen). Compañero de piso de Mohamed Atta en Hamburgo, conoció a Bin Laden en Afganistán en 1999. Capturado en Pakistán en 2002 y extraditado a EEUU, permanece en Guantánamo a la espera de juicio definitivo.

Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda Arabia Saudí (1957) – Pakistán (2011). Líder de Al Qaeda. Graduado en Ingeniería, Gestión de Empresas y Teología islámica en la Universidad Abdul Aziz de Yeda. Su fortuna personal se estimaba en más de 300 millones de dólares (328 millones de euros).


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MiĂŠrcoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, ASĂ­ FUE Anna Allison David Lawrence Angell Lynn Edwards Angell Seima Aoyama Barbara Jean Arestegui Myra Joy Aronson Christine Barbuto Carolyn Beug Kelly Ann Booms Carol Marie Bouchard Robin Lynne Kaplan Neilie Anne Heffernan Jeffrey Dwayne Collman Jeffrey W. Coombs Tara Kathleen Creamer Thelma Cuccinello Patrick Currivan Brian Paul Dale David Dimeglio Donald Americo Ditullio Alberto Dominguez Paige Marie Farley Alexander Milan Filipov Carol Ann Flyzik Paul J. Friedman Karleton D.B. Fyfe Peter Alan Gay Linda M. George Edmund Glazer Lisa Reinhart Andrew Peter Charles Peter Paul Hashem Robert Jay Hayes Edward R. Hennessy, Jr. John A. Hofer Cora Hidalgo Holland John Nicholas Humber, Waleed Joseph Iskandar John Charles Jenkins Charles Edward Jones Barbara A. Keating David P. Kovalcin Judith Camilla Larocque Natalie Janis Lasden Daniel John Lee Daniel M. Lewin Sara Elizabeth Low Susan A. Mackay Karen Ann Martin Thomas F. McGuinness, Christopher D. Mello Jeffrey Peter Mladenik Carlos Alberto Montoya Antonio Jesus Montoya Laura Lee Morabito Mildred Naiman Laurie Ann Neira Renee Lucille Newell Kathleen Ann Nicosia Jacqueline June Norton Robert Grant Norton John Ogonowski Betty Ann Ong Jane M. Orth Thomas Pecorelli Berinthia B. Perkins Sonia M. Puopolo David E. Retik

Jean Destrehan Roger Philip Martin Richard Barry Ross Jessica Leigh Sachs Rahma Salie Heather Lee Smith Dianne Bullis Snyder Douglas Joel Stone Xavier Suarez Madeline Amy Sweeney Michael Theodoridis James Anthony Trentini Mary Barbara Trentini Pendyala Vamsikrishna Mary Alice Wahlstrom Kenneth Waldie John Joseph Wenckus Candace Lee Williams Christopher Zarba, Jr. Alona Abraham Garnet Edward Bailey Mark Lawrence Bavis

Kathryn L. LaBorie Robert G. Leblanc Maclovio Lopez, Jr. Marianne Macfarlane Alfred Gilles Marchand Louis Mariani Juliana McCourt Ruth McCourt Wolfgang P e t e r Menzel Shawn M. Nassaney M a r i e Pappalardo Patrick J. Quigley IV Frederick Rimmele III James Roux Jesus Sanchez

Patrick Dunn, Edward T. Earhart, Robert R. Elseth, Jamie L. Fallon, Amelia V. Fields Gerald P. Fisher Matthew M. Flocco, Sandra N. Foster Lawrence D. Getzfred, Cortez Ghee Brenda C. Gibson Ronald F. Golinski Diane HaleMcKinzy Carolyn B. Halmon Sheila M.S. Hein Ronald J. Hemenway, Wallace Cole Hogan, Jr., Jimmie I. Holley,

Michael A. Noeth , Ruben S. Ornedo Diana B. Padro Jonas M. Panik, Clifford L. Patterson, Jr., Darin H. Pontell, Jack D. Punches, Joseph J. Pycior, Jr., Deborah A. Ramsaur Rhonda Sue Rasmussen Marsha D. Ratchford, Martha M. Reszke Cecelia E. Richard Edward V. Rowenhorst Judy Rowlett Robert E. Russell, William R. Ruth, Charles E. Sabin, Sr. Marjorie C. Salamone David M. Scales, Robert A. Schlegel, Janice M. Scott

Yeneneh Betru Mary Jane Booth Bernard C. Brown, II Charles F. Burlingame Suzanne M. Calley William E. Caswell David M. Charlebois Sarah M. Clark Asia S. Cottom James D. Debeuneure Rodney Dickens Eddie A. Dillard Charles A. Droz Barbara G. Edwards Charles S. Falkenberg Dana Falkenberg Zoe Falkenberg J. Joseph Ferguson Darlene E. Flagg Wilson F. Flagg, Richard P. Gabriel, Ian J. Gray

John D. Yamnicky, Sr., Vicki Yancey Shuyin Yang Yuguag Zheng Christian Adams Lorraine G. Bay Todd Beamer Alan Beaven Mark K. Bingham Deora Frances Bodley Sandra W. Bradshaw Marion Britton Thomas E. Burnett Jr. William Cashman Georgine Rose Corrigan Patricia Cushing Jason Dahl Joseph Deluca Patrick Driscoll Edward Porter Felt Jane C. Folger Colleen Fraser

Graham Berkeley Touri Bolourchi Klaus Bothe Daniel Brandhorst David Gamboa John Brett Cahill Christoffer Carstanjen John J. Corcoran III Dorothy Alma de Araujo Ana Gloria Pocasangre Robert John Fangman Lisa Anne Frost Ronald Gamboa Lynn Goodchild Peter M. Goodrich Douglas Alan Gowell Francis Edward Grogan Carl Max Hammond, Jr. Christine Lee Hanson Peter Burton Hanson Susan Kim Hanson Gerald Francis Hardacre Eric Hartono James Edward Hayden Herbert Wilson Homer Michael Horrocks Robert Adrien Jalbert Amy N. Jarret Ralph Kershaw Heinrich Kimmig Amy R. King Brian Kinney

Victor J. Saracini Mary Kathleen Shearer Robert M. Shearer Jane Louise Simpkin Brian David Sweeney Michael C. Tarrou Alicia N. Titus Timothy Ray Ward William Michael Weems Craig S. Amundson, Melissa Rose Barnes, Max J. Beilke, Retired Kris Romeo Bishundat, Carrie R. Blagburn COL Canfield D. Boone, Donna M. Bowen Allen P. Boyle Christopher L. Burford, Daniel M. Caballero, Jose Calderon-Olmedo, Angelene C. Carter Sharon A. Carver John J. Chada, Rosa Maria Chapa Julian T. Cooper Eric A. Cranford, Ada M. Davis Gerald F. DeConto, Jerry D. Dickerson, Johnnie Doctor, Jr., Robert E. Dolan, Jr., William H. Donovan,

USA, Angela M. Houtz Brady Kay Howell Peggie M. Hurt Stephen N. Hyland, Jr., Robert J. Hymel, Lacey B. Ivory, Dennis M. Johnson, Judith L. Jones Brenda Kegler Michael S. Lamana, David W. Laychak Samantha Lightbourn Stephen V. Long, James T. Lynch, Jr. Terence M. Lynch Nehamon Lyons IV, Shelley A. Marshall Teresa M. Martin Ada L. Mason-Acker Dean E. Mattson, Timothy J. Maude, Robert J. Maxwell Molly L. McKenzie Patricia E. Mickley Ronald D. Milam, Gerard P. Moran, Jr. Odessa V. Morris Brian A. Moss, Teddington H. Moy Patrick J. Murphy, Khang Ngoc Nguyen

Michael L. Selves, Marian H. Serva Dan F. Shanower, Antionette M. Sherman Diane M. Simmons Cheryle D. Sincock Gregg H. Smallwood, Gary F. Smith, Patricia J. Statz Edna L. Stephens Larry L. Strickland, Kip P. Taylor, Sandra C. Taylor Karl W. Teepe, Tamara C. Thurman, Otis V. Tolbert, Willie Q. Troy, Ronald J. Vauk, Karen J. Wagner, Meta L. (Fuller) Waller Chin Sun Pak Wells, Maudlyn A. White, Sandra L. White Ernest M. Willcher David L. Williams, Dwayne Williams, Marvin Roger Woods, Kevin W. Yokum, Donald M. Young, Edmond G. Young, Jr. Lisa L. Young Paul W. Ambrose

Stanley R. Hall Michele Heidenberger Bryan C. Jack Steven D. Jacoby Ann C. Judge Chandler R. Keller Yvonne E. Kennedy Norma Cruz Khan Karen Ann Kincaid Dong Chul Lee Jennifer Lewis Kenneth E. Lewis Renee A. May Dora Marie Menchaca Christopher C. Newton Barbara K. Olson Ruben S. Ornedo Robert Penninger Robert R. Ploger III Zandra F. Ploger Lisa J. Raines Todd H. Reuben John P. Sammartino George W. Simmons Donald D. Simmons Mari-Rae Sopper Robert Speisman Norma Lang Steuerle Hilda E. Taylor Leonard E. Taylor Sandra D. Teague Leslie A. Whittington

Andrew Garcia Jeremy Glick Lauren Grandcolas Wanda A. Green Donald F. Greene Linda Gronlund Richard Guadagno Leroy Homer, Jr. Toshiya Kuge CeeCee Lyles Hilda Marcin Waleska Martinez Nicole Miller Louis J. Nacke, II Donald Arthur Peterson Jean Hoadley Peterson Mark Rothenberg Christine Snyder John Talignani Honor Elizabeth Wainio Deborah Jacobs Welsh Kristin Gould White Gordon M. Aamoth, Jr. Edelmiro Abad Maria Rose Abad Andrew Anthony Abate Vincent Abate Laurence Abel William F. Abrahamson Richard Anthony Aceto Jesus Acevedo Rescand Heinrich Ackermann


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lAS VíctiMAS

Paul Acquaviva Donald LaRoy Adams Patrick Adams Shannon Lewis Adams Stephen George Adams Ignatius Udo Adanga Christy A. Addamo Terence E. Adderley, Jr. Sophia Buruwad Addo Lee Allan Adler Daniel Thomas Afflitto Emmanuel Afuakwah Alok Agarwal Mukul Kumar Agarwala Joseph Agnello David Scott Agnes Brian G. Ahearn Jeremiah Joseph Ahern Joanne Marie Ahladiotis Shabbir Ahmed Terrance Andre Aiken Godwin Ajala

Yvette Anderson John Andreacchio Michael Andrews Jean Ann Andrucki Siew-Nya Ang Joseph Angelini, Jr. Joseph Angelini, Sr. Laura Angilletta Doreen J. Angrisani Lorraine Antigua Peter Paul Apollo Faustino Apostol, Jr. Frank Thomas Aquilino Patrick Michael Aranyos David Arce Michael Arczynski Louis Arena Adam P. Arias Michael Armstrong Jack Charles Aron Joshua Aron Richard Avery Aronow

Victor Daniel Barbosa Colleen Ann Barkow David Michael Barkway Matthew Barnes Sheila Patricia Barnes Evan J. Baron Renee Barrett-Arjune Nathaly Barrios La Cruz Arthur Thaddeus Barry Diane G. Barry Maurice Vincent Barry Scott D. Bart Carlton W. Bartels Guy Barzvi Inna B. Basina Alysia Basmajian Kenneth Basnicki Steven Bates Paul James Battaglia Walter David Bauer, Jr. Marlyn Capito Bautista Jasper Baxter

William Reed Bethke Timothy Betterly Edward Frank Beyea Paul Beyer Anil Bharvaney Bella J. Bhukhan Shimmy D. Biegeleisen Peter Alexander Bielfeld William G. Biggart Brian Bilcher Carl Vincent Bini Gary Eugene Bird Joshua David Birnbaum George John Bishop Jeffrey Donald Bittner Albert Balewa Blackman, Christopher lackwell Susan Leigh Blair Harry Blanding, Jr. Janice Lee Blaney Craig Michael Blass Rita Blau

Pamela Boyce Michael Boyle Alfred Braca Kevin Bracken David Brian Brady Alexander Braginsky Nicholas Brandemarti Michelle Renee Bratton Patrice Braut Lydia E. Bravo Ronald Breitweiser Edward A. Brennan III Francis Henry Brennan Michael E. Brennan Peter Brennan Thomas M. Brennan Daniel J. Brethel Gary Lee Bright Jonathan Briley Mark A. Brisman Paul Gary Bristow Mark Francis Broderick

Gertrude M. Alagero Andrew Alameno Margaret Ann Alario Gary M. Albero Jon Leslie Albert Peter Alderman Jacquelyn Aldridge David D. Alger Sarah Ali-Escarcega Ernest Alikakos Edward L. Allegretto Eric Allen Joseph Ryan Allen Richard Dennis Allen Richard Lanard Allen Christopher Allingham Janet M. Alonso Arturo Alva-Moreno Anthony Alvarado Antonio Javier Alvarez Victoria Alvarez-Brito Telmo E. Alvear Cesar Amoranto Alviar Tariq Amanullah Angelo Amaranto James M. Amato Joseph Amatuccio Christopher Amoroso Kazuhiro Anai Calixto Anaya, Jr. Joseph Anchundia Kermit Anderson

Japhet Jesse Aryee Patrick Asante Carl Asaro Michael Asciak Michael Edward Asher Janice Marie Ashley Thomas J. Ashton Manuel O. Asitimbay Gregg Arthur Atlas Gerald T. Atwood James Audiffred Louis Frank Aversano, Jr. Ezra Aviles Sandy Ayala Arlene T. Babakitis Eustace P. Bacchus John J. Badagliacca Jane Ellen Baeszler Robert J. Baierwalter Andrew J. Bailey Brett T. Bailey Tatyana Bakalinskaya Michael S. Baksh Sharon M. Balkcom Michael Andrew Bane Katherine Bantis Gerard Baptiste Walter Baran Gerard A. Barbara Paul Vincent Barbaro James William Barbella Ivan Kyrillos F. Barbosa

Michele Beale Paul Frederick Beatini Jane S. Beatty Lawrence Ira Beck Manette Marie Beckles Carl John Bedigian Michael Beekman Maria A. Behr Yelena Belilovsky Nina Patrice Bell Debbie Bellows Stephen Elliot Belson Paul M. Benedetti Denise Benedetto Maria Bengochea Bryan Craig Bennett Eric L. Bennett Oliver Duncan Bennett Margaret L. Benson Dominick J. Berardi James Patrick Berger Steven Howard Berger John P. Bergin Alvin Bergsohn Daniel Bergstein Michael J. Berkeley Donna M. Bernaerts David W. Bernard William Bernstein David M. Berray David S. Berry Joseph J. Berry

Richard Blood, Jr. Michael Boccardi John P. Bocchi Michael Bocchino Susan M. Bochino Bruce D. Boehm Mary Catherine Boffa Nicholas Bogdan Darren Bohan Lawrence Boisseau Vincent M. Boland, Jr. Alan Bondarenko Andre Bonheur, Jr. Colin Arthur Bonnett Frank Bonomo Yvonne Lucia Bonomo Genieve Bonsignore, 3 Seaon Booker Sherry Ann Bordeaux Krystine Bordenabe Martin Boryczewski Richard Edward Bosco John H. Boulton Francisco Bourdier Thomas Bowden, Jr. Kimberly S. Bowers Veronique Bowers Larry Bowman Shawn Bowman, Jr. Kevin L. Bowser Gary R. Box Gennady Boyarsky

Herman Broghammer Keith A. Broomfield Ethel Brown Janice Juloise Brown Lloyd Stanford Brown Patrick J. Brown Bettina Browne Mark Bruce Richard Bruehert Andrew Brunn Vincent Brunton Ronald Paul Bucca Brandon J. Buchanan Gregory Joseph Buck Dennis Buckley Nancy Clare Bueche Patrick Joseph Buhse John Edwards Bulaga, Jr. Stephen Bunin Matthew J. Burke Thomas Daniel Burke William Burke, Jr. Donald J. Burns Kathleen Anne Burns Keith James Burns John Patrick Burnside Irina Buslo Milton G. Bustillo Thomas M. Butler Patrick Byrne Timothy G. Byrne Jesus Neptali Cabezas

Lillian Caceres Brian Joseph Cachia Steven Cafiero, Jr. Richard M. Caggiano Cecile Marella Caguicla Michael John Cahill Scott Walter Cahill Thomas Joseph Cahill George Cain Salvatore B. Calabro Joseph Calandrillo Philip V. Calcagno Edward Calderon Kenneth Caldwell Dominick Enrico Calia Felix Calixte Frank Callahan Liam Callahan Luigi Calvi Roko Camaj Michael F. Cammarata David Otey Campbell Geoffrey Campbell Jill Marie Campbell Robert Arthur Campbell Sandra Campbell Sean Thomas Canavan John A. Candela Vincent Cangelosi Stephen J. Cangialosi Lisa Bella Cannava Brian Cannizzaro Michael Canty Louis Caporicci Jonathan Neff Cappello James Cappers Richard Caproni Jose Manuel Cardona Dennis M. Carey Steve Carey Edward Carlino Michael Scott Carlo David G. Carlone Rosemarie C. Carlson Mark Stephen Carney Joyce Ann Carpeneto Ivhan Carpio Bautista Jeremy M. Carrington Michael Carroll Peter Carroll James Joseph Carson, Jr. Marcia Cecil Carter James Marcel Cartier Vivian Casalduc John Francis Casazza Paul R. Cascio Margarito Casillas Thomas Casoria William Otto Caspar Alejandro Castano Arcelia Castillo Germaan Castillo Garcia Leonard M. Castrianno Jose Ramon Castro Richard G. Catarelli Christopher Sean Caton Robert John Caufield Mary Teresa Caulfield

Judson Cavalier Michael Joseph Cawley Jason David Cayne Juan Armando Ceballos Jason Michael Cefalu Thomas Joseph Celic Ana Mercedes Centeno Joni Cesta Jeffrey Marc Chairnoff Swarna Chalasani William Chalcoff Eli Chalouh Charles Lawrence Chan Mandy Chang Mark Charette Gregorio Chavez Delrose E. Cheatham Pedro Francisco Checo Douglas Cherry Stephen Patrick Cherry Vernon Paul Cherry Nester Julio Chevalier Swede Chevalier Alexander H. Chiang Dorothy J. Chiarchiaro Luis Alfonso Chimbo Robert Chin Wing Wai Ching Nicholas Paul Chiofalo John Chipura Peter A. Chirchirillo Catherine Chirls Kyung Hee Cho Abul K. Chowdhury MohammChowdhury Kirsten L. Christophe Pamela Chu Steven Chucknick Wai Chung Christopher Ciafardini Alex F. Ciccone Frances Ann Cilente Elaine Cillo Edna Cintron Nestor Cintron III Robert Dominick Cirri Juan Pablo Cisneros Benjamin Keefe Clark Eugene Clark Gregory Alan Clark Mannie Leroy Clark Thomas R. Clark Christopher Clarke Donna Marie Clarke Michael J. Clarke Rachel Emma Clarke Kevin Francis Cleary James D. Cleere Geoffrey W. Cloud Susan Marie Clyne Steven Coakley Jeffrey Alan Coale Patricia A. Cody Daniel Michael Coffey Jason M. Coffey Florence G. Cohen Kevin Sanford Cohen Anthony Coladonato


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, ASí FUE Mark Joseph Colaio Stephen Colaio Christopher Colasanti Kevin Nathaniel Colbert Michel P. Colbert Keith E. Coleman Scott Thomas Coleman Tarel Coleman Liam Joseph Colhoun Robert D. Colin Robert J. Coll Jean Collin John Michael Collins Michael L. Collins Thomas J. Collins Joseph Collison Patricia Malia Colodner Linda M. Colon Sol E. Colon Ronald Edward Comer Sandra Conaty Brace Jaime Concepcion Albert Conde Denease Conley Susan P. Conlon Margaret Mary Conner Cynthia Marie Connolly John E. Connolly, Jr. James Lee Connor Jonathan M. Connors Kevin Patrick Connors Kevin F. Conroy Jose Manuel ContrerasBrenda E. Conway Dennis Michael Cook Helen D. Cook John A. Cooper Joseph John Coppo, Jr. Gerard J. Coppola Joseph Albert Corbett Alejandro Cordero Robert Cordice Ruben D. Correa Danny A. Correa James J. Corrigan Carlos Cortes Kevin Cosgrove Dolores Marie Costa Digna Costanza Charles Costello, Jr. Michael S. Costello Conrod K. Cottoy Martin John Coughlan John Gerard Coughlin Timothy J. Coughlin James E. Cove Andre Cox Frederick John Cox James Raymond Coyle Michele Coyle-Eulau Anne Marie Cramer Christopher S. Cramer Denise Elizabeth Crant James Leslie Crawford, Jr. Robert James Crawford Joanne Mary Cregan Lucy Crifasi John A. Crisci

Daniel Hal Crisman Dennis Cross Kevin Raymond Crotty Thomas G. Crotty John Crowe

Monique E. De Jesus Nereida De Jesus Emerita De La Pena Azucena de la Torre David Paul De Rubbio

Michael D. Diehl John Difato Vincent Difazio Carl Anthony DiFranco Donald Difranco

Lisa Egan Martin J. Egan, Jr. Michael Egan Samantha Martin Egan Carole Eggert

Robert Fazio, Jr. Ronald Carl Fazio William Feehan Francis Jude Feely Garth Erin Feeney

Welles Remy Crowther Robert L. Cruikshank John Robert Cruz Grace Yu Cua Kenneth John Cubas Francisco Cruz Cubero Richard J. Cudina Neil James Cudmore Thomas Cullen lll Joyce Cummings Brian Thomas Cummins Michael Cunningham Robert Curatolo Laurence Damian Curia Paul Dario Curioli Beverly Curry Michael S. Curtin Gavin Cushny John D’Allara Vincent D’Amadeo Jack D’Ambrosi Mary D’Antonio Edward A. D’Atri Michael D. D’Auria Michael Jude D’Esposito Manuel John Da Mota Caleb Arron Dack Carlos S. DaCosta Joao Alberto DaFonseca Aguiar, Jr. Thomas A. Damaskinos Jeannine Damiani-Jones Patrick W. Danahy Nana Danso Vincent Danz Dwight Donald Darcy Elizabeth Ann Darling Annette Dataram Lawrence Davidson Michael Allen Davidson Scott Matthew Davidson Titus Davidson Niurka Davila Clinton Davis Wayne Terrial Davis Anthony Dawson Calvin Dawson Edward James Day Jayceryll de Chavez Jennifer De Jesus

Jemal Legesse De Santis Christian De Simone Melanie Louise De Vere William Thomas Dean Robert J. DeAngelis, Jr. Thomas DeAngelis Tara E. Debek Anna Marjia DeBin James V. Deblase Paul DeCola Simon Marash Dedvukaj Jason Defazio David A. DeFeo Manuel Del Valle, Jr. Donald Delapenha Vito Joseph DeLeo Danielle Anne Delie Joseph A. Della Pietra Andrea DellaBella Palmina DelliGatti Colleen Ann Deloughery Francis DeMartini Anthony Demas Martin N. DeMeo Francis Deming Carol K. Demitz Kevin Dennis Thomas F. Dennis Jean DePalma Jose Depena Robert John Deraney Michael DeRienzo Edward DeSimone III Andrew Desperito Cindy Ann Deuel Jerry DeVito Robert P. Devitt, Jr. Dennis Lawrence Devlin Gerard Dewan Sulemanali Dhanani Patricia Di Chiaro Debra Ann Di Martino Michael Diagostino Matthew Diaz Nancy Diaz Rafael Arturo Diaz Michael Diaz-Piedra III Judith Diaz-Sierra Joseph Dermot Dickey, Jr. Lawrence Dickinson

Stephen Patrick Dimino William John Dimmling Marisa DiNardo Christopher M. Dincuff Jeffrey Mark Dingle Anthony Dionisio George DiPasquale Joseph Dipilato Douglas DiStefano Ramzi A. Doany John Joseph Doherty Melissa C. Doi Brendan Dolan Neil Matthew Dollard James Joseph Domanico Benilda Pascua Domingo Carlos Dominguez Jerome Dominguez Kevin W. Donnelly Jacqueline Donovan Stephen Scott Dorf Thomas Dowd Kevin Dowdell Mary Yolanda Dowling Raymond Downey Frank Joseph Doyle Joseph Michael Doyle Stephen Patrick Driscoll Mirna A. Duarte Michelle Beale Duberry Luke A. Dudek Christopher Duffy Gerard Duffy Michael Joseph Duffy Thomas W. Duffy Antoinette Duger Sareve Dukat Christopher Dunne Richard Dunstan Patrick Thomas Dwyer Joseph Eacobacci John Bruce Eagleson Robert Douglas Eaton Dean Phillip Eberling Margaret Echtermann Paul Robert Eckna Constantine Economos Dennis Michael Edwards Michael Hardy Edwards Christine Egan

Lisa Caren Ehrlich John Ernst Eichler Eric Adam Eisenberg Daphne Ferlinda Elder Michael J. Elferis Mark Joseph Ellis Valerie Silver Ellis Albert William Elmarry Edgar Hendricks Emery Doris Suk-Yuen Eng Christopher Epps Ulf Ramm Ericson Erwin L. Erker William John Erwin Jose Espinal Fanny Espinoza Bridget Ann Esposito Francis Esposito Michael Esposito William Esposito Ruben Esquilin, Jr. Sadie Ette Barbara G. Etzold Eric Brian Evans Robert Evans Meredith June Ewart Catherine K. Fagan Patricia Mary Fagan Keith George Fairben Sandra Fajardo-Smith William F. Fallon William Fallon, Jr. Anthony J. Fallone, Jr. Dolores Brigitte Fanelli John Joseph Fanning Kathleen Anne Faragher Thomas Farino Nancy Carole Farley Elizabeth Ann Farmer Douglas Jon Farnum John G. Farrell John W. Farrell Terrence Patrick Farrell Joseph D. Farrelly Thomas Patrick Farrelly Syed Abdul Fatha Christopher Faughnan Wendy R. Faulkner Shannon Marie Fava Bernard D. Favuzza

Sean B. Fegan Lee S. Fehling Peter Adam Feidelberg Alan D. Feinberg Rosa Maria Feliciano Edward Fergus, Jr. George Ferguson Henry Fernandez Judy Hazel Fernandez Julio Fernandez Elisa Giselle Ferraina Anne Marie Ferreira Robert John Ferris David Francis Ferrugio Louis V. Fersini Michael David Ferugio Bradley James Fetchet Jennifer Louise Fialko Kristen Nicole Fiedel Samuel Fields Michael Finnegan Timothy J. Finnerty Michael Curtis Fiore Stephen S R Fiorelli, Sr. Paul M. Fiori John B. Fiorito John R. Fischer Andrew Fisher Bennett Lawson Fisher John Roger Fisher Thomas J. Fisher Lucy A. Fishman Ryan D. Fitzgerald Thomas Fitzpatrick Richard P. Fitzsimons Salvatore Fiumefreddo Christina Flannery Eileen Flecha Andre G. Fletcher Carl M. Flickinger John Joseph Florio Joseph Flounders David Fodor Michael N. Fodor Stephen Mark Fogel Thomas Foley David J. Fontana Chih Min Foo Godwin Forde Donald A. Foreman

Christopher Forsythe Claudia Alicia Foster Noel John Foster Ana Fosteris Robert Joseph Foti Jeffrey Fox Virginia Fox Pauline Francis Virgin Francis Gary Jay Frank Morton H. Frank Peter Christopher Frank Richard K. Fraser Kevin J. Frawley Clyde Frazier, Jr. Lillian Inez Frederick Andrew Fredricks Tamitha Freeman Brett Owen Freiman Peter L. Freund Arlene Eva Fried Alan Wayne Friedlander Andrew Keith Friedman Gregg J. Froehner Peter Christian Fry Clement A. Fumando Steven Elliot Furman Paul Furmato Fredric Neal Gabler Richard Gabrielle James Andrew Gadiel Pamela Lee Gaff Ervin Vincent Gailliard Deanna Lynn Galante Grace Catherine Galante Anthony Gallagher Daniel James Gallagher John Patrick Gallagher Lourdes Galletti Cono E. Gallo Vincenzo Gallucci Thomas E. Galvin Giovanna Gambale Thomas Gambino, Jr. Giann Franco Gamboa Peter Ganci Ladkat K. Ganesh Claude Michael Gann Osseni Garba Charles Garbarini Ceasar Garcia David Garcia Juan Garcia Marlyn Garcia Christopher S. Gardner Douglas Gardner Harvey J. Gardner III Jeffrey Brian Gardner Thomas Gardner William Arthur Gardner Francesco Garfi Rocco Nino Gargano James M. Gartenberg Matthew David Garvey Bruce Gary Boyd Alan Gatton Donald Gavagan, Jr. Terence D. Gazzani


MonogrĂĄficos Mujer Hoy

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lAS VĂ­ctiMAS

Gary Geidel Paul Hamilton Geier Julie M. Geis Peter G. Gelinas Steven Paul Geller Howard G. Gelling Peter Victor Genco, Jr. Steven Genovese Alayne Gentul Edward F. Geraghty Suzanne Geraty Ralph Gerhardt Robert Gerlich Denis P. Germain Marina Gertsberg Susan M. Getzendanner James G. Geyer Joseph M. Giaccone Vincent Giammona Debra Lynn Gibbon James Andrew Giberson Craig Neil Gibson Ronnie E. Gies Laura A. Giglio Andrew Clive Gilbert Timothy Paul Gilbert Paul Stuart Gilbey Paul John Gill Mark Y. Gilles Evan Gillette Ronald Gilligan Rodney C. Gillis Laura Gilly John F. Ginley Donna Marie Giordano Jeffrey John Giordano John Giordano Steven A. Giorgetti Martin Giovinazzo Kum-Kum Girolamo

Jeffrey Grant Goldflam Michelle Goldstein Monica Goldstein Steven Goldstein Andrew H. Golkin Dennis James Gomes Enrique Antonio Gomez Jose Bienvenido Gomez Manuel Gomez, Jr. Wilder Alfredo Gomez Jenine Nicole Gonzalez Mauricio Gonzalez Rosa Gonzalez Calvin J. Gooding Harry Goody Kiran Reddy Gopu Catherine C. Gorayeb Kerene Gordon Sebastian Gorki Kieran Joseph Gorman Thomas Gorman Michael Edward Gould Yuji Goya Jon Richard Grabowski Christopher Grady Edwin J. Graf III David Martin Graifman Gilbert Franco Granados Elvira Granitto Winston Arthur Grant Christopher S. Gray James Michael Gray Tara McCloud Gray Linda Grayling John M. Grazioso Timothy Grazioso Derrick Auther Green Wade B. Green Elaine Myra Greenberg Gayle R. Greene

David Joseph Grimner Kenneth Grouzalis Joseph Grzelak Matthew Grzymalski Robert Joseph Gschaar Liming Gu Jose Guadalupe Cindy Yan Zhu Guan Joel Guevara Gonzalez Geoffrey E. Guja Joseph Gullickson Babita Guman Douglas Brian Gurian Janet Ruth Gustafson Philip T. Guza Barbara Guzzardo Peter M. Gyulavary Gary Robert Haag Andrea Lyn Haberman Barbara Mary Habib Philip Haentzler Nezam A. Hafiz Karen Elizabeth Hagerty Steven Michael Hagis Mary Lou Hague David Halderman Maile Rachel Hale Richard B. Hall Vaswald George Hall Robert J. Halligan Vincent Gerard Halloran James Halvorson Mohammad Hamdani Felicia Hamilton Robert Hamilton Frederic K. Han Christopher J. Hanley Sean S. Hanley Valerie Joan Hanna Thomas Hannafin

Stewart Dennis Harris John Patrick Hart John Clinton Hartz Emeric Harvey Thomas Haskell, Jr. Timothy Haskell Joseph John Hasson III Leonard W. Hatton Terence S. Hatton Michael Haub Timothy Haviland Donald G. Havlish, Jr. Anthony Hawkins Nobuhiro Hayatsu Philip Hayes William Ward Haynes Scott Jordan Hazelcorn Michael K. Healey Roberta B. Heber Charles Xavier Heeran John F. Heffernan H. Joseph Heller, Jr. Joann L. Heltibridle Mark F. Hemschoot Ronnie Lee Henderson Brian Hennessey Michelle Henrique Joseph Henry William Henry John Henwood Robert Allan Hepburn Mary Herencia Lindsay C. Herkness III Harvey Robert Hermer Claribel Hernandez Eduardo Hernandez Nuberto Hernandez Raul Hernandez Gary Herold Jeffrey A. Hersch

James J. Hobin Robert Wayne Hobson DaJuan Hodges Ronald George Hoerner Patrick A. Hoey Marcia Hoffman Stephen G. Hoffman Frederick Hoffmann Michele L. Hoffmann Judith Hofmiller Thomas Hohlweck, Jr. Jonathan R. Hohmann John Holland Joseph F. Holland Elizabeth Holmes Thomas Holohan Bradley Hoorn James P. Hopper Montgomery Hord Michael Horn Matthew Horning Robert L. Horohoe, Jr. Aaron Horwitz Charles Houston Uhuru G. Houston George Howard Michael C. Howell Steven Leon Howell Jennifer L. Howley Milagros Hromada Marian R. Hrycak Stephen Huczko, Jr. Kris Robert Hughes Paul Rexford Hughes Robert Thomas Hughes Thomas Hughes Timothy Robert Hughes Susan Huie Lamar Hulse William Hunt

Anthony P. Infante, Jr. Louis S. Inghilterra, Jr. Christopher Ingrassia Paul Innella Stephanie Veronica Irby Douglas Irgang Kristin A. Irvine Ryan Todd Antione Isaac Erik Isbrandtsen Taizo Ishikawa Aram Iskenderian, Jr. John F. Iskyan Kazushige Ito Aleksandr Ivantsov Virginia May Jablonski Brooke Jackman Aaron Jeremy Jacobs Ariel Louis Jacobs Jason Kyle Jacobs Michael Grady Jacobs Steven A. Jacobson Ricknauth Jaggernauth Jake Denis Jagoda Yudh Vir Singh Jain Maria Jakubiak Ernest James Gricelda E. James Priscilla James Mark Steven Jardim Muhammadou Jawara Francois Jean-Pierre Maxima Jean-Pierre Paul Edward Jeffers Alva Cynthia Jeffries Joseph Jenkins, Jr. Alan Keith Jensen Prem N. Jerath Farah Jeudy Hweidar Jian Eliezer Jimenez, Jr.

Linda Jones Mary S. Jones Andrew Jordan Robert Thomas Jordan Albert Gunnia Joseph Guylene Joseph Ingeborg Joseph Karl Henry Joseph Stephen Joseph Jane Eileen Josiah Anthony Jovic Angel L. Juarbe, Jr. Karen Sue Juday Mychal F. Judge Paul William Jurgens Thomas Edward Jurgens Kacinga Kabeya Shashikiran Kadaba Gavkharoy Kamard Shari Kandell Howard Lee Kane Jennifer Lynn Kane Vincent D. Kane Joon Koo Kang Sheldon Robert Kanter Deborah H. Kaplan Alvin Kappelmann, Jr. Charles Karczewski William A. Karnes Douglas Gene Karpiloff Charles L. Kasper Andrew K. Kates John Katsimatides Robert Michael Kaulfers Don Jerome Kauth, Jr. Hideya Kawauchi Edward T. Keane Richard M. Keane Lisa Kearney-Griffin Karol Ann Keasler

Salvatore Gitto Cynthia Giugliano Mon Gjonbalaj Dianne Gladstone Keith Glascoe Thomas Irwin Glasser Harry Glenn Barry H. Glick Steven Glick John T. Gnazzo William Godshalk Michael Gogliormella Brian Fredric Goldberg

James Greenleaf, Jr. Eileen Greenstein Elizabeth Martin Gregg Denise Gregory Donald H. Gregory Florence Moran Gregory Pedro Grehan John Michael Griffin Tawanna Sherry Griffin Joan Donna Griffith Warren Grifka Ramon Grijalvo Joseph F. Grillo

Kevin James Hannaford Michael Hannan Dana R Hannon Vassilios G. Haramis James A. Haran Jeffrey Pike Hardy Timothy John Hargrave Daniel Edward Harlin Frances Haros Harvey Harrell Stephen G. Harrell Melissa Harrington Aisha Anne Harris

Thomas Hetzel Brian Hickey Ysidro Hidalgo Timothy Higgins Robert D. W. Higley II Todd Russell Hill Clara Victorine Hinds Neal O. Hinds Mark D. Hindy Katsuyuki Hirai Heather Malia Ho Tara Yvette Hobbs Thomas Hobbs

Kathleen Hunt-Casey Joseph Hunter Robert R. Hussa Abid Hussain Thomas Edward Hynes Walter G. Hynes Joseph Anthony Ianelli Zuhtu Ibis Jonathan Lee Ielpi Michael Iken Daniel Ilkanayev Frederick Ill, Jr. Abraham Ilowitz

Luis Jimenez, Jr. Fernando Jimenez Charles Gregory John Nicholas John LaShawna Johnson Scott Michael Johnson William R. Johnston Allison Jones Arthur Joseph Jones Brian Leander Jones Christopher D. Jones Donald T. Jones Donald W. Jones

Paul Hanlon Keating Leo Russell Keene III Joseph John Keller Peter R. Kellerman Joseph P. Kellett Frederick H. Kelley, Jr. James Joseph Kelly Joseph A. Kelly Maurice P. Kelly Richard John Kelly, Jr. Thomas Michael Kelly Thomas Richard Kelly Thomas W. Kelly


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11-S, ASĂ­ FUE Timothy Colin Kelly William Hill Kelly, Jr. Robert Clinton Kennedy Thomas J. Kennedy John R. Keohane Ronald T. Kerwin Howard L. Kestenbaum Douglas D. Ketcham Ruth Ellen Ketler Boris Khalif Sarah Khan Taimour Firaz Khan Rajesh Khandelwal Oliva Khemrat SeiLai Khoo Michael Kiefer Satoshi Kikuchihara Andrew Jay-Hoon Kim Lawrence D. Kim Mary Jo Kimelman Andrew M. King Lucille Teresa King Robert King, Jr. Lisa King-Johnson Takashi Kinoshita Chris Michael Kirby Howard Kirschbaum Glenn Davis Kirwin Helen Crossin Kittle Richard Joseph Klares Peter Anton Klein Alan David Kleinberg Karen Joyce Klitzman Ronald Philip Kloepfer Evgueni Kniazev Andrew Knox Thomas Patrick Knox Rebecca Lee Koborie Deborah A. Kobus Gary Edward Koecheler Frank J. Koestner Ryan Kohart Vanessa Kolpak Irina Kolpakova Suzanne Kondratenko Abdoulaye Kone Bon-Seok Koo Dorota Kopiczko Scott Kopytko Bojan Kostic Danielle Kousoulis John J. Kren William E. Krukowski Lyudmila Ksido Shekhar Kumar Kenneth Kumpel Frederick Kuo, Jr. Patricia Kuras Nauka Kushitani Thomas Kuveikis Victor Kwarkye Kui Fai Kwok Angela Reed Kyte Andrew La Corte Amarnauth Lachhman James Patrick Ladley Joseph A. LaFalce Jeanette Louise Lafond

David Laforge Michael Laforte Alan Charles LaFrance Juan Lafuente Neil Kwong-Wah Lai Vincent Anthony Laieta

Kathryn Blair Lee Linda C. Lee Lorraine Mary Lee Myoung Woo Lee Richard Y. Lee Stuart Soo-Jin Lee

Nickie L. Lindo Thomas V. Linehan, Jr. Robert Thomas Linnane Alan P. Linton, Jr. Diane Theresa Lipari Kenneth Lira

William Lum, Jr. Michael P. Lunden Christopher Lunder Anthony Luparello Gary Frederick Lutnick William Lutz

Debora I. Maldonado Myrna T. Maldonado Alfred Russell Maler Gregory James Malone Edward Francis Maloney Joseph Maloney

William David Lake Franco Lalama Chow Kwan Lam Stephen LaMantia Amy Hope Lamonsoff Nickola Lampley Robert Lane Brendan Mark Lang Rosanne P. Lang Vanessa Langer Mary Louise Langley Peter J. Langone Thomas Langone Michele Lanza Ruth Sheila Lapin Carol Ann LaPlante Ingeborg Lariby Robin Blair Larkey Christopher Larrabee Hamidou S. Larry Scott Larsen John Adam Larson Gary Edward Lasko Nicholas Craig Lassman Paul Laszczynski Jeffrey G. LaTouche Charles Laurencin Stephen James Lauria Maria LaVache Denis Francis Lavelle Jeannine Mary LaVerde Anna A. Laverty Steven Lawn Robert Lawrence Nathaniel Lawson Eugen Gabriel Lazar James Patrick Leahy Joseph Gerard Leavey Neil Joseph Leavy Leon Lebor Kenneth Charles Ledee Alan J. Lederman Elena F. Ledesma Alexis Leduc David S. Lee Gary H. Lee Hyun Joon Lee Juanita Lee

Yang Der Lee Stephen Paul Lefkowitz Adriana Legro Edward Joseph Lehman Eric Andrew Lehrfeld David Leistman David Lemagne Joseph Anthony Lenihan John Joseph Lennon, Jr. John Robinson Lenoir Jorge Luis Leon Matthew Leonard Michael Lepore Charles A. Lesperance Jeff Leveen John Dennis Levi Alisha Caren Levin Neil David Levin Robert Levine

Francisco Liriano Lorraine Lisi Paul Lisson Vincent M. Litto Ming-Hao Liu Nancy Liz Harold Lizcano Martin Lizzul George A. Llanes Elizabeth C. Logler Catherine Lisa Loguidice Jerome Robert Lohez Michael William Lomax Laura Maria Longing Salvatore Lopes Daniel Lopez George Lopez Luis Manuel Lopez Manuel L. Lopez

Linda Anne Luzzicone Alexander Lygin Farrell Peter Lynch James Francis Lynch Louise A. Lynch Michael Cameron Lynch Michael F. Lynch Michael Francis Lynch Richard D. Lynch, Jr. Robert Henry Lynch, Jr. Sean P. Lynch Sean Patrick Lynch Michael J. Lyons Monica Anne Lyons Patrick Lyons Robert Francis Mace Jan Maciejewski Catherine Fairfax Macrae Richard Blaine Madden

Gene Edward Maloy Christian Maltby Francisco Mancini Joseph Mangano Sara Elizabeth Manley Debra Mannetta Marion Manning Terence John Manning James Maounis Joseph Marchbanks, Jr. Peter Edward Mardikian Edward Mardovich Charles Margiotta Kenneth Joseph Marino Lester V. Marino Vita Marino Kevin Marlo Jose Marrero John Marshall

Nicholas George Massa Patricia Ann Massari Michael Massaroli Philip Mastrandrea, Jr. Rudolph Mastrocinque Joseph Mathai Charles Mathers William A. Mathesen Marcello Matricciano Margaret Elaine Mattic Robert D. Mattson Walter Matuza Charles A. Mauro, Jr. Charles J. Mauro Dorothy Mauro Nancy T. Mauro Tyrone May Keithroy Maynard Robert J. Mayo Kathy Nancy Mazza Edward Mazzella, Jr. Jennifer Lynn Mazzotta Kaaria Mbaya James Joseph McAlary Brian McAleese Patricia Ann McAneney Colin Robert McArthur John Kevin McAvoy Kenneth M. McBrayer Brendan McCabe Micheal McCabe Thomas McCann Justin McCarthy Kevin M. McCarthy Michael McCarthy Robert McCarthy Stanley McCaskill

Robert Michael Levine Shai Levinhar Adam Jay Lewis Margaret Susan Lewis Ye Wei Liang Orasri Liangthanasarn Daniel F. Libretti Ralph Licciardi Edward Lichtschein Steven Barry Lillianthal Carlos R. Lillo Craig Damian Lilore Arnold A. Lim Darya Lin Wei Rong Lin

Joseph Lostrangio Chet Dek Louie Stuart Seid Louis Joseph Lovero Jenny Seu Low Wong Michael W. Lowe Garry W. Lozier John Peter Lozowsky Charles Peter Lucania Edward Hobbs Luckett Mark Gavin Ludvigsen Lee Charles Ludwig Sean Thomas Lugano Daniel Lugo Marie Lukas

Simon Maddison Noell Maerz Jennieann Maffeo Joseph Maffeo Jay Robert Magazine Brian Magee Charles Wilson Magee Joseph V. Maggitti Ronald Magnuson Daniel L. Maher Thomas Mahon William J. Mahoney Joseph Daniel Maio Takashi Makimoto Abdu Ali Malahi

James Martello Michael A. Marti Peter C. Martin William J. Martin, Jr. Brian E. Martineau Betsy Martinez Edward Martinez Jose Angel Martinez, Jr. Robert Gabriel Martinez Victor Martinez Lizie D. Martinez Paul Richard Martini Joseph A. Mascali Bernard Mascarenhas Stephen Frank Masi

Katie Marie McCloskey Joan McConnell Charles Austin McCrann Tonyell F. McDay Matthew T. McDermott Joseph P. McDonald Brian Grady McDonnell Michael P. McDonnell John McDowell, Jr. Eamon J. McEneaney John Thomas McErlean, Daniel Francis McGinley Mark Ryan McGinly William E. McGinn Thomas MCGinnis


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lAS VíctiMAS

Michael McGinty Ann McGovern Scott Martin McGovern William McGovern Stacey McGowan Francis Noel McGuinn Patrick McGuire Thomas M. McHale Keith McHeffey Ann M. McHugh Denis J. McHugh III Dennis McHugh Michael E. McHugh Robert G. McIlvaine Donald James McIntyre Stephanie McKenna Barry J. McKeon Evelyn C. McKinnedy Darryl Leron McKinney George McLaughlin, Jr. Robert McLaughlin, Jr. Gavin McMahon Robert D. McMahon Edmund McNally Daniel W. McNeal Walter Arthur McNeil Jisley McNish Christine McNulty Sean Peter McNulty Robert McPadden Terence A. McShane Timothy McSweeney Martin E. McWilliams Rocco A. Medaglia Abigail Cales Medina Ana Iris Medina Deborah Louise Medwig

Westly Mercer Ralph Joseph Mercurio Alan Harvey Merdinger George L. Merino Yamel Merino George Merkouris Deborah Merrick Raymond Metz III Jill Ann Metzler David Robert Meyer Nurul H. Miah William Micciulli Martin Paul Michelstein Peter Teague Milano Gregory Milanowycz Lukasz Milewski Sharon Christina Millan Corey Peter Miller Craig James Miller Douglas Charles Miller Henry Alfred Miller, Jr. Joel Miller Michael Matthew Miller Philip D. Miller Robert Alan Miller Robert Miller, Jr. Benjamin Millman Charles Morris Mills Ronald Keith Milstein Robert Minara William George Minardi Diakite Minata Louis Joseph Minervino Thomas Mingione Wilbert Miraille Dominick N. Mircovich Rajesh Arjan Mirpuri

John Monahan Kristen Montanaro Craig Montano Michael Montesi Jeffrey Montgomery Peter Montoulieu Cheryl Ann Monyak Thomas Moody Sharon Moore Krishna Moorthy Abner Morales Carlos Manuel Morales Luis Morales Paula E. Morales John Moran John Chrisopher Moran Kathleen Moran Lindsay Morehouse George Morell Steven P. Morello Vincent S. Morello Yvette Nicole Moreno Dorothy Morgan Richard Morgan Nancy Morgenstern Sanae Mori Blanca Morocho Leonel Morocho Dennis Gerard Moroney Lynne Irene Morris Seth Allan Morris Stephen Philip Morris Christopher Morrison Jorge Morron Garcia Ferdinand V. Morrone William David Moskal Marco Motroni

Frank Munoz Theresa Munson Robert M. Murach Cesar Augusto Murillo Marc A. Murolo Brian Joseph Murphy Charles Murphy Christopher W. Murphy Edward Charles Murphy James F. Murphy Iv James Thomas Murphy Kevin James Murphy Patrick Sean Murphy Raymond E. Murphy Robert Eddie Murphy, Jr. John Joseph Murray John Joseph Murray, Jr. Susan D. Murray Valerie Victoria Murray Richard Todd Myhre Robert B. Nagel Takuya Nakamura Alexander Napier Frank Joseph Naples III John Napolitano Catherine Ann Nardella Mario Nardone, Jr. Manika K. Narula Mehmood Naseem Narender Nath Karen Susan Navarro Joseph Micheal Navas Francis Joseph Nazario Glenroy I. Neblett Rayman Marcus Neblett Jerome O. Nedd Laurence Nedell

Frank John Niestadt, Jr. Gloria Nieves Juan Nieves, Jr. Troy Edward Nilsen Paul Nimbley John B. Niven Katherine Marie Noack Curtis Terrance Noel Daniel R. Nolan Robert Noonan Daniela R. Notaro Brian Novotny Soichi Numata Brian Felix Nunez Jose Nunez Jeffrey Roger Nussbaum Dennis O’Berg James P. O’Brien, Jr. Michael P. O’Brien Scott J. O’Brien Timothy O’Brien Daniel O’Callaghan Dennis James O’Connor, Diana J. O’Connor Keith Kevin O’Connor Richard J. O’Connor Amy O’Doherty Marni Pont O’Doherty James Andrew O’Grady Thomas O’Hagan Patrick J. O’Keefe William O’Keefe Gerald O’leary Matthew O’Mahony Peter J. O’Neill, Jr. Sean Gordon O’Neill Kevin O’Rourke

Eric T. Olsen Jeffrey James Olsen Maureen Lyons Olson Steven John Olson Toshihiro Onda Seamus L. O’Neal John P. Oneill Frank Oni Michael C. Opperman Christopher Orgielewicz Margaret Orloske Virginia Anne Ormiston Ronald Orsini Peter Ortale Juan Ortega-Campos Alexander Ortiz David Ortiz Emilio Ortiz, Jr. Pablo Ortiz Paul Ortiz, Jr. Sonia Ortiz Masaru Ose Elsy C. Osorio James R. Ostrowski Jason Douglas Oswald Michael Otten Isidro D. Ottenwalder Michael Chung Ou Todd Joseph Ouida Jesus Ovalles Peter J. Owens, Jr. Adianes Oyola Angel M. Pabon Israel Pabon, Jr. Roland Pacheco Michael Packer Rene Padilla-Chavarria

Damian Meehan William J. Meehan Alok Mehta Raymond Meisenheimer Manuel Emilio Mejia Eskedar Melaku Antonio Melendez Mary Melendez Yelena Melnichenko Stuart Todd Meltzer Diarelia Jovanah Mena Charles Mendez Lizette Mendoza Shevonne Olicia Mentis Steven Mercado

Joseph Mistrulli Susan J. Miszkowicz Paul Thomas Mitchell Richard P. Miuccio Frank V. Moccia, Sr. Louis Joseph Modafferi Boyie Mohammed Dennis Mojica Manuel Mojica Kleber Molina Manuel De Jesus Molina Carl Molinaro Justin Molisani Brian Monaghan Franklin Monahan

Cynthia Motus-Wilson Iouri A. Mouchinski Jude Joseph Moussa Peter Moutos Damion O’Neil Mowatt Christopher Mozzillo Stephen Mulderry Richard Muldowney Jr Michael D. Mullan Dennis Mulligan Peter James Mulligan Michael Joseph Mullin James Donald Munhall Nancy Muniz Carlos Munoz

Luke G. Nee Pete Negron Ann N. Nelson David William Nelson James Nelson Michele Ann Nelson Peter Allen Nelson Oscar Francis Nesbitt Gerard Terence Nevins Christopher Newton Kapinga Ngalula Nancy Yuen Ngo Jody Nichilo Martin S. Niederer Alfonse Niedermeyer

Patrick J. O’Shea Robert William O’Shea Timothy F. O’Sullivan James A. Oakley Douglas E. Oelschlager Takashi Ogawa Albert Ogletree Philip Paul Ognibene Joseph J. Ogren Samuel Oitice Gerald Michael Olcott Christine Anne Olender Linda Mary Oliva Edward Kraft Oliver Leah E. Oliver

Deepa Pakkala Jeffrey Matthew Palazzo Thomas Palazzo Richard Palazzolo Orio J. Palmer Frank Anthony Palombo Alan N. Palumbo Christopher Panatier Dominique Pandolfo Paul J. Pansini John M. Paolillo Edward Joseph Papa Salvatore T. Papasso James Pappageorge Vinod Kumar Parakat

Vijayas Paramsothy Nitin Parandkar Hardai Parbhu James Wendell Parham Debra Marie Paris George Paris Gye Hyong Park Philip Lacey Parker Michael Alaine Parkes Robert E. Parks, Jr. Hashmukhrai C. Parmar Robert Parro Diane Marie Parsons Leobardo Lopez Pascual Michael Pascuma Jerrold Paskins Horace Passananti Suzanne H. Passaro Avnish Ramanbhai Patel Dipti Patel Manish Patel Steven Bennett Paterson James Matthew Patrick Manuel D. Patrocino Bernard E. Patterson Cira Marie Patti Robert E. Pattison James Robert Paul Patrice Paz Victor Paz-Gutierrez Stacey Lynn Peak Richard Allen Pearlman Durrell V. Pearsall Thomas Pedicini Todd Douglas Pelino Michel Adrian Pelletier Anthony G. Peluso Angel Ramon Pena Richard Al Penny Salvatore F. Pepe Carl Peralta Robert David Peraza Jon A. Perconti Alejo Perez Angel Perez, Jr. Angela Susan Perez Anthony Perez Ivan Perez Nancy E. Perez Joseph John Perroncino Edward J. Perrotta Emelda H. Perry Glenn C. Perry John William Perry Franklin Allan Pershep Danny Pesce Michael John Pescherine Davin Peterson William Russell Peterson Mark Petrocelli Philip Scott Petti Glen Kerrin Pettit Dominick Pezzulo Kaleen Elizabeth Pezzuti Kevin Pfeifer Tu-Anh Pham Kenneth Phelan Sneha Ann Philips


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11-S, ASĂ­ FUE Gerard Phillips Suzette Eugenia Piantieri Ludwig John Picarro Matthew M. Picerno Joseph Oswald Pick Christopher Pickford Dennis J. Pierce Bernard Pietronico Nicholas P. Pietrunti Theodoros Pigis Susan Elizabeth Pinto Joseph Piskadlo Christopher Pitman Joshua Piver

Leonard J. Ragaglia Eugene Raggio Laura Ragonese-Snik Michael Ragusa Peter Frank Raimondi Harry A. Raines Ehtesham Raja Valsa Raju Edward Rall Lukas Rambousek Maria Ramirez Harry Ramos Vishnoo Ramsaroop Lorenzo E. Ramzey

Kenneth Rice III Vernon Allan Richard Claude Daniel Richards Gregory David Richards Michael Richards Venesha Richards James C. Riches Alan Jay Richman John M. Rigo Theresa Risco Rose Mary Riso Moises N. Rivas Joseph Rivelli Carmen Alicia Rivera

Wendy Alice Rosario Mark Rosen Brooke Rosenbaum Linda Rosenbaum Sheryl Lynn Rosenbaum Lloyd Daniel Rosenberg Mark Louis Rosenberg Andrew Ira Rosenblum Joshua M. Rosenblum Joshua Alan Rosenthal Richard David Rosenthal Daniel Rosetti Norman S. Rossinow Nicholas P. Rossomando

Catherine Patricia Salter Frank Salvaterra Paul Richard Salvio Samuel Robert Salvo, Jr. Rena Sam-Dinnoo Carlos Samaniego James Kenneth Samuel Michael San Phillip Sylvia San Pio Hugo M. Sanay Erick Sanchez Jacquelyn Sanchez Eric M. Sand Stacey Leigh Sanders

Edward William Schunk Mark E. Schurmeier Clarin Shellie Schwartz John Burkhart Schwartz Mark Schwartz Adriane Victoria Scibetta Raphael Scorca Randolph Scott Sheila Scott Christopher Jay Scudder Arthur Warren Scullin Michael Seaman Margaret M. Seeliger Anthony Segarra

Kenneth Alan Simon Michael J. Simon Paul Joseph Simon Marianne Teresa Simone Barry Simowitz Jeff Lyal Simpson Khamladai Singh Kulwant Singh Roshan Ramesh Singh Thomas E. Sinton III Peter A. Siracuse Muriel Fay Siskopoulos Joseph Michael Sisolak John P. Skala

Joseph Plumitallo John Pocher William Pohlmann Laurence Polatsch Thomas H. Polhemus Steve Pollicino Susan M. Pollio Joshua Iousa Poptean Giovanna Porras Anthony Portillo James Edward Potorti Daphne Pouletsos Richard N. Poulos Stephen Emanual Poulos Brandon Jerome Powell Shawn Edward Powell Antonio Pratt Gregory M. Preziose Wanda Ivelisse Prince Vincent Princiotta Kevin Prior Everett Proctor III Carrie Beth Progen Sarah Prothero David Lee Pruim Richard Prunty John Foster Puckett Robert David Pugliese Edward F. Pullis Patricia Ann Puma Hemanth Kumar Puttur Edward R. Pykon Chris Quackenbush Lars Peter Qualben Lincoln Quappe Beth Ann Quigley Michael Quilty James Francis Quinn Ricardo J. Quinn Carlos Quishpe Carol Millicent Rabalais Christopher Racaniello

Alfred Todd Rancke Adam David Rand Jonathan C. Randall Srinivasa Ranganath Anne T. Ransom Faina Rapoport Robert A. Rasmussen Amenia Rasool Roger Mark Rasweiler David Alan Rathkey William Ralph Raub Gerard P. Rauzi Alexey Razuvaev Gregory Reda Michele Reed Judith Ann Reese Donald J. Regan Robert M. Regan Thomas Michael Regan Christian Regenhard Howard Reich Gregg Reidy James Brian Reilly Kevin O. Reilly Timothy E. Reilly Joseph Reina, Jr. Thomas Barnes Reinig Frank Bennett Reisman Joshua Scott Reiss Karen Renda John Armand Reo Richard Cyril Rescorla John Thomas Resta Luis Clodoaldo Revilla Eduvigis Reyes, Jr. Bruce Albert Reynolds John Frederick Rhodes Francis Riccardelli Rudolph N. Riccio Ann Marie Riccoboni David H. Rice Eileen Mary Rice

Isaias Rivera Juan William Rivera Linda Ivelisse Rivera David E. Rivers Joseph R. Riverso Paul V. Rizza John Frank Rizzo Stephen Louis Roach Joseph Roberto Leo Arthur Roberts Michael Roberts Michael Edward Roberts Donald Robertson, Jr. Catherina Robinson Jeffery Robinson Michell Jean Robotham Donald A. Robson Antonio A. Rocha Raymond James Rocha Laura Rockefeller John Rodak Antonio J. Rodrigues Anthony Rodriguez Carmen Rodriguez Gregory Rodriguez Marsha A. Rodriguez Mayra Valdes Rodriguez Richard Rodriguez David Rodriguez-Vargas Matthew Rogan Karlie Barbara Rogers Scott Williams Rohner Keith Roma Joseph M. Romagnolo Efrain Romero, Sr. Elvin Romero Juan Romero Orozco James A. Romito Sean Paul Rooney Eric Thomas Ropiteau Aida Rosario Angela Rosario

Michael Craig Rothberg Donna Rothenberg Nicholas Rowe Timothy Alan Roy, Sr. Paul G. Ruback Ronald J. Ruben Joanne Rubino David M. Ruddle Bart Joseph Ruggiere Susan A. Ruggiero Adam Keith Ruhalter Gilbert Ruiz Obdulio Ruiz Diaz Stephen P. Russell Steven Harris Russin Michael Russo, Sr. Wayne Alan Russo Edward Ryan John Joseph Ryan, Jr. Jonathan Stephan Ryan Matthew Lancelot Ryan Tatiana Ryjova Christina Sunga Ryook Thierry Saada Jason Elazar Sabbag Thomas E. Sabella Scott Saber Joseph Francis Sacerdote Neeraha Sadaranghgani Mohammad Ali Sadeque Francis John Sadocha Jude Safi Brock Joel Safronoff Edward Saiya John Patrick Salamone Hernando Salas Juan G. Salas Esmerlin Salcedo John Salvatore Salerno, Jr. Richard L. Salinardi, Jr. Wayne John Saloman Nolbert Salomon

Herman S. Sandler James Sands, Jr. Ayleen J. Santiago Kirsten Santiago Maria Theresa Santillan Susan Gayle Santo Christopher Santora John A. Santore Mario L. Santoro Rafael Humberto Santos Rufino Conrado Flores Santos Iii Jorge Santos Anaya Kalyan Sarkar Chapelle R. Sarker Paul F. Sarle Deepika Kumar Sattaluri Gregory Saucedo Susan M. Sauer Anthony Savas Vladimir Savinkin Jackie Sayegh John Michael Sbarbaro Robert L. Scandole, Jr. Michelle Scarpitta Dennis Scauso John Albert Schardt John G. Scharf Frederick Scheffold, Jr. Angela Scheinberg Scott Mitchell Schertzer Sean Schielke Steven Francis Schlag Jon Schlissel Karen Helene Schmidt Ian Schneider Thomas G. Schoales Frank G. Schott, Jr. Gerard Patrick Schrang Jeffrey H. Schreier John T. Schroeder Susan Lee Schuler

Carlos Segarra Jason Sekzer Matthew Sellitto Howard Selwyn Larry John Senko Arturo Angelo Sereno Frankie Serrano Alena Sesinova Adele Christine Sessa Sita Nermalla Sewnarine Karen Lynn Seymour Davis Sezna Thomas Joseph Sgroi Jayesh S. Shah Khalid M. Shahid Mohammed Shajahan Gary Shamay Earl Richard Shanahan Neil Shastri Kathryn Anne Shatzoff Barbara A. Shaw Jeffrey James Shaw Robert John Shay, Jr. Daniel James Shea Joseph Patrick Shea Linda Sheehan Hagay Shefi John Anthony Sherry Atsushi Shiratori Thomas Joseph Shubert Mark Shulman See Wong Shum Allan Shwartzstein Johanna Sigmund Dianne T. Signer Gregory Sikorsky Stephen Gerard Siller David Silver Craig A. Silverstein Nasima Hameed Simjee Bruce Edward Simmons Arthur Simon

Francis Joseph Skidmore, Toyena Skinner Paul A. Skrzypek Christopher Slattery Vincent Robert Slavin Robert F. Sliwak Paul K. Sloan Stanley S. Smagala, Jr. Wendy L. Small Catherine Smith Daniel Laurence Smith George Eric Smith James Gregory Smith Jeffrey R. Smith Joyce Patricia Smith Karl T. Smith Keisha Smith Kevin Joseph Smith Leon Smith, Jr. Moira Ann Smith Rosemary A. Smith Bonnie Smithwick Rochelle Monique Snell Leonard J. Snyder, Jr. Astrid Elizabeth Sohan Sushil S. Solanki Ruben Solares Naomi Leah Solomon Daniel W. Song Michael Charles Sorresse Fabian Soto Timothy Patrick Soulas Gregory Spagnoletti Donald F. Spampinato, Jr. Thomas Sparacio John Anthony Spataro Robert W. Spear, Jr. Maynard S. Spence, Jr. George Spencer III Robert Andrew Spencer Mary Rubina Sperando Tina Spicer


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Frank Spinelli William E. Spitz Joseph Spor, Jr. Klaus Sprockamp Saranya Srinuan Fitzroy St. Rose Michael F. Stabile Lawrence T. Stack Timothy M. Stackpole Richard Stadelberger Eric Stahlman Gregory Stajk Alexandru Liviu Stan Corina Stan

Mary Domenica Stanley Anthony Starita Jeffrey Stark Derek James Statkevicus Craig William Staub William V. Steckman Eric Thomas Steen William R. Steiner Alexander Steinman Andrew Stergiopoulos Andrew Stern Martha Stevens Michael James Stewart Richard H. Stewart, Jr. Sanford M. Stoller

Benjamin Suarez David Scott Suarez Ramon Suarez Yoichi Sugiyama William Sugra Daniel Suhr David Marc Sullins Christopher P. Sullivan Patrick Sullivan Thomas Sullivan Hilario Sumaya, Jr. James Joseph Suozzo Colleen Supinski Robert Sutcliffe Seline Sutter Claudia Suzette Sutton John Francis Swaine Kristine M. Swearson Brian Edward Sweeney Kenneth J. Swenson Thomas Swift Derek Ogilvie Sword Kevin Thomas Szocik Gina Sztejnberg Norbert P. Szurkowski Harry Taback Joann Tabeek Norma C. Taddei Michael Taddonio Keiichiro Takahashi Keiji Takahashi Phyllis Gail Talbot Robert Talhami Sean Patrick Tallon Paul Talty Maurita Tam Rachel Tamares Hector Tamayo Michael Tamuccio Kenichiro Tanaka Rhondelle Tankard

Anthony Tempesta Dorothy Pearl Temple Stanley Temple David Tengelin Brian John Terrenzi Lisa M. Terry Shell Tester Goumatie Thackurdeen Sumati Thakur Harshad Sham Thatte Thomas F. Theurkauf, Jr. Lesley Anne Thomas Brian Thompson Clive Thompson Glenn Thompson Nigel Bruce Thompson Perry A. Thompson Vanavah Thompson William H. Thompson Eric Raymond Thorpe Nichola Angela Thorpe Sal Edward Tieri, Jr. John p Tierney Mary Ellen Tiesi William R. Tieste Kenneth Francis Tietjen Stephen Edward Tighe Scott Charles Timmes Michael E. Tinley Jennifer M. Tino Robert Frank Tipaldi John James Tipping II David Tirado Hector Luis Tirado, Jr. Michelle Lee Titolo John J. Tobin Richard Todisco Vladimir Tomasevic Stephen Kevin Tompsett Thomas Tong Doris Torres

Francis Joseph Trombino Gregory James Trost William P. Tselepis Zhanetta Tsoy Michael Tucker Lance Richard Tumulty Ching Ping Tung Simon James Turner Donald Joseph Tuzio Robert T. Twomey Jennifer Tzemis John G. Ueltzhoeffer Tyler V. Ugolyn Michael A. Uliano Jonathan J. Uman Anil Shivhari Umarkar Allen V. Upton Diane Marie Urban John Damien Vaccacio Bradley Hodges Vadas Renuta Vaidea William Valcarcel Felix Antonio Vale Ivan Vale Benito Valentin Santos Valentin, Jr. Carlton Francis Valvo II Erica H. Van Acker Kenneth W. Van Auken Richard B. Van Hine Daniel M. Van Laere Edward Raymond Jon C. Vandevander Barrett Vanvelzer, 4 Edward Vanvelzer Paul Herman Vanvelzer Frederick Varacchi Gopalakris Varadhan David Vargas Scott C. Vasel Azael Ismael Vasquez

Robert Anthony Vicario Celeste Torres Victoria Joanna Vidal John T. Vigiano II Joseph Vincent Vigiano Frank J. Vignola, Jr. Joseph Barry Vilardo Sergio Villanueva Chantal Vincelli Melissa Vincent Francine Ann Virgilio Lawrence Virgilio Joseph Gerard Visciano Joshua S. Vitale Maria Percoco Vola Lynette D. Vosges Garo H. Voskerijian Alfred Vukosa Gregory Wachtler Gabriela Waisman Courtney Walcott Victor Wald Benjamin James Walker Glen Wall Mitchel Scott Wallace Peter Guyder Wallace Robert Francis Wallace Roy Michael Wallace Jeanmarie Wallendorf Matthew Blake Wallens John Wallice, Jr. Barbara P. Walsh James Henry Walsh Jeffrey P. Walz Ching Wang Weibin Wang Michael Warchola Stephen Gordon Ward James Arthur Waring Brian G. Warner Derrick Washington

Steven Weinberg Scott Jeffrey Weingard Steven Weinstein Simon Weiser David M. Weiss David Thomas Weiss Vincent Michael Wells Timothy Welty Christian Wemmers Ssu-Hui Wen Oleh D. Wengerchuk Peter M. West Whitfield West, Jr. Meredith Lynn Whalen Eugene Whelan Adam S. White Edward James White III James Patrick White John Sylvester White Kenneth White, Jr. Leonard White Malissa Y. White Wayne White Leanne Whiteside Mark P. Whitford Michael T. Wholey Mary Wieman Jeffrey David Wiener Wilham J. Wik Alison Marie Wildman Glenn E. Wilkenson John C. Willett Brian Patrick Williams Crossley Williams, Jr. David J. Williams Deborah Lynn Williams Kevin Michael Williams Louie Williams Louis Williams III John P. Williamson William Wilson

Jennifer Yen Wong Siu Cheung Wong Yin Ping Wong Yuk Ping Wong Brent James Woodall James John Woods Patrick J. Woods Richard Woodwell David Terence Wooley John Bentley Works Martin Michael Wortley Rodney James Wotton William Wren John Wayne Wright Neil Robin Wright Sandra Lee Wright Jupiter Yambem Suresh Yanamadala Matthew David Yarnell Myrna Yaskulka Shakila Yasmin Olabisi Layeni Yee William Yemele Edward P. York Kevin Patrick York Raymond R. York Suzanne Youmans Barrington Young Jacqueline Young Elkin Yuen Joseph C. Zaccoli Adel Agayby Zakhary Arkady Zaltsman Edwin J. Zambrana, Jr. Robert Alan Zampieri Mark Zangrilli Ira Zaslow Kenneth Albert Zelman Abraham Zelmanowitz Martin Zempoaltecatl Zhe Zeng

Lonny Jay Stone Jimmy Nevill Storey Timothy Stout Thomas Strada James J. Straine, Jr. Edward W. Straub George J. Strauch, Jr. Edward T. Strauss Steven R. Strauss Steven F. Strobert Walwyn W. Stuart, Jr.

Michael Tanner Dennis Taormina, Jr. Kenneth Tarantino Allan Tarasiewicz Ronald Tartaro Darryl Anthony Taylor Donnie Brooks Taylor Lorisa Ceylon Taylor Michael Morgan Taylor Paul A. Tegtmeier Yeshauant Tembe

Luis Eduardo Torres Amy Elizabeth Toyen Christopher Traina Daniel Patrick Trant Abdoul Karim Traore Glenn J. Travers Walter Philip Travers Felicia Y. Traylor-Bass Lisa L. Trerotola Karamo Trerra Michael Angel Trinidad

Arcangel Vazquez Santos Vazquez Peter Anthony Vega Sankara S. Velamuri Jorge Velazquez Lawrence G. Veling Anthony Mark Ventura David Vera Loretta Ann Vero Christopher Vialonga Matthew Gilbert Vianna

Charles Waters James Thomas Waters, Jr. Patrick J. Waters Kenneth Watson Michael Henry Waye Todd Weaver Walter Edward Weaver Nathaniel Webb Dinah Webster Joanne Flora Weil Michael T. Weinberg

David Harold Winton Glenn J. Winuk Thomas Francis Wise Alan L. Wisniewski Frank Wisniewski David Wiswall Sigrid Wiswe Michael Wittenstein Chris Wodenshek Martin P. Wohlforth Katherine Susan Wolf

Marc Scott Zeplin Jie Yao Justin Zhao Ivelin Ziminski Michael Joseph Zinzi Charles A. Zion Julie Lynne Zipper Salvatore Zisa Prokopios Paul Zois Joseph J. Zuccala Andrew S. Zucker Igor Zukelman


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11-S, LA CONSPIRACIÓN?

El edificio 7

E

maría de jesús hernandez

s el punto de referencia de esta teoría. El edificio 7 tenía 204 metros de altura y 47 pisos y contra él no chocó ningún avión ni sus incendios se vieron avivados por el queroseno. Pero acabó derrumbándose a una velocidad de vértigo. Las informaciones oficiales hablan de que fue ‘víctima’ de la caída de las Torres Gemelas y de las altas temperaturas alcanzadas en el interior, alegando a su vez fallos en el sistema de agua. Estos datos fueron omitidos en el informe final de la Comisión 9/11. Los defensores de estas corrientes vuelven a recurrir a su teoría del fuego —es la primera vez en la Historia que un edificio de acero se viene abajo por esta causa—. Tiran de fotografías que exponen en sus webs y muestran cómo las llamas sólo eran pequeños focos. Se preguntan cómo es posible que provocaran que el edificio se viniera abajo y ponen como ejemplo el Windsor. El edificio madrileño ardió durante más de 20 horas, pero su estructura siguió en pie. Para explicarlo hablan de posibles detonaciones. Los incendios en el edificio 7 comenzaron pasadas las 9.00 de la mañana, y las instantáneas que manejan y que muestran en documentales como ‘Confrontando la evidencia’ señalan pequeños focos. ¿Por qué el sistema anti-incendios no se puso en marcha?, se preguntan. Ocho horas más tarde, el edificio se vino abajo y se transformó en un montón de escombros donde era imposible distinguir el acero. El Gobierno de EEUU dijo que el fuego lo había fundido, pero varios bomberos partidarios de estas teorías aseguran que las llaman no destruyen el acero. Otra de las supuestas tramas que envuelve al edificio número 7 salpica a sus inquilinos. La CIA, el Departamento de Defensa y la oficina administradora de Emergencias ocupaban parte de sus instalaciones. Llegan a afirmar que muchas de las personas que trabajaban allí no se presentaron aquel día. Y no sólo eso, hasta se plantean que los aviones pudieron ser guiados desde esta torre, donde había demasiados archivos comprometidos —conspiraciones, fraudes industriales…—; Argumentan que esa es la razón para querer que se esfumara.

Las Bolsas maría de jesús hernandez

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De dónde vino el dinero empleado en los ataques del 11-S? El informe final no lo responde, así que los adeptos de la conspiración no dudan en utilizar la pregunta como un argumento más. Dólares que hacen inevitable hablar de la Bolsa. Afirman que, días antes de los siniestros, hubo movimientos extraños relacionados con compañías aéreas implicadas en los atentados o empresas que tenían sede en el WTC. En el supuesto de que hubiera personas que conocieran lo que iba a ocurrir, éstas podrían haber intentado sacar beneficio económico de ello. La Comisión calificó estas transacciones de no relevantes, pero estas personas detallan que las acciones de United Airlines (uno de sus aviones impactó contra la torre Sur y otro se precipitó en Pensilvania) cayeron un 42%, mientras que las de American Airlines (torre Norte y Pentágono) lo hicieron un 39%. Operaciones de venta que, en algunos casos, se llevaron a cabo con Morgan Stanley Dean Witter & Co., una empresa que ocupaba 22 pisos en el WTC. Las ganancias de estos movimientos ascenderían a cientos de millones. Pero si se habla de dinero y del WTC no puede faltar un nombre: el de Larry Silverstein. Se trata del magnate que alquiló las Torres Gemelas unos dos meses antes del atentado. Por el contrato adquirió una póliza de seguros de 3.500 millones de dólares. Pero éste sólo se cobraría en caso de un ataque terrorista —hay testimonios que dicen que sin ese seguro, no habría podido cerrar su renta—. Silverstein también ha sido objeto de los conspiradores, sobre todo después de una entrevista donde dijo: «Recuerdo haber recibido la llamada del jefe de bomberos diciendo que quizás no podrían detener el fuego. Y yo dije: ‘Ya perdimos demasiadas vidas, quizá lo más inteligente sería sacarlos (a los bomberos)’. Ellos tomaron la decisión de derribarlo [el edificio 7]». Muchos ponen la puntilla en la palabra ‘sacarlos’, como si estuviera dando permiso para el derrumbe de las Torres.


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las teorías

El Pentágono

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María Jesús Hernández

n esta línea hay dos corrientes: los que hablan de que fue un misil y no un avión lo que se estrelló contra el Pentágono, y los que simplemente piensan que no hay pruebas suficientes que avalen el choque del Boeing 757. Entre ellos, destaca la organización francesa Red Voltaire, donde el periodista Thyerry Meyssan levantó ampollas con su libro ‘La gran impostura’, dedicado a desmontar la versión oficial de lo acontecido allí y acusar a políticos, empresarios y militares de orquestar una operación. La clave está en las imágenes, las que han salido a la luz y las que no. Los críticos señalan que el agujero que muestran las fotografías es de un tamaño muy inferior al que provocaría un avión de este tipo, e insisten en que no se aprecia ningún resto de fuselaje, ni alas, ni asientos... Las escasas instantáneas y el único vídeo difundido por el Gobierno de EEUU no aclaran, más bien avivan, estas cuestiones. Rodeado como está de cámaras, no se explican por qué sólo muestran una grabación en la que no se distingue con claridad qué fue lo que impactó contra el Pentágono. Las informaciones que manejan aseguran que el resto de cintas fueron requisadas por el FBI, incluida la de una gasolinera cercana. La trayectoria del aeroplano también ha sido centro de sus indagaciones. ¿Por qué el ala oeste? En aquellos momentos esta zona estaba en obras y no había personal. Donald Rumsfeld, entonces secretario de Estado de Defensa, y todo su ‘séquito’ se movían por la zona este del edificio. Se detienen también en lo referente a la seguridad del Pentágono, centro neurálgico de los servicios de defensa e inteligencia de EEUU. Pasaron 40 minutos desde que el primer avión chocó hasta que el vuelo 77 llegó a su destino. ¿Por qué éste no fue interceptado por la fuerza aérea? ¿Por qué los radares no lo detectaron? ¿Qué ocurrió con las baterías antimisiles que rodean al Pentágono? Dudas que se dirigen hacia el NORAD. Esta organización controla la defensa aérea de EEUU y entre sus protocolos de seguridad se incluye hacer despegar cazas ante cualquier situación desconocida, incluso que un avión comercial se desvíe de su ruta. La base Andrews se encuentra apenas a 19 kilómetros del Pentágono. Pero los cazas no llegaron.

Las Torres

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maría de jesús hernandez

ás de 400 metros de altura y 110 pisos separaban lo más alto de las Torres Gemelas de la vida a ras de suelo. Su estructura de acero y su diseño (Minoru Yamasaki, 1966) estaban preparados para aguantar vientos huracanados (de hasta 225 km/h) e incluso el embiste de un avión. Concretamente el de un Boeing 707, según aseguró Lee Roberston, ingeniero del proyecto. Pero algo falló. Apenas dos horas después del primer choque, las torres caían como un castillo de naipes, con una cuenta atrás de sólo 10 segundos. La versión oficial apunta al gran impacto de los Boeing 767, sumado a la carga de combustible y a los incendios que provocaron. Todo quedó reducido a escombros y envuelto en una nube de humo y polvo. Esta versión no encaja en el puzle planteado por el Movimiento por la verdad 9/11, que recurre a ingenieros para desmontar el informe. Su rechazo se centra en el diseño de las torres: aseguran que la forma de malla y la estructura de acero deberían haber evitado el derrumbe. En el centro de cada edificio había 47 pilares, un soporte principal y estructuras que contra todo pronóstico también cayeron. Pero no sólo eso: no quedaron pruebas físicas. Ni ordenadores, ni chips, ni material de oficina, ni siquiera la masa de las construcciones... todo se redujo a polvo. Algo que ellos explican con probables cargas y detonaciones. Como principal argumento esgrimen la caída ‘limpia’ hacia el interior, típica de estos derrumbamientos. Tampoco ven en el combustible de las aeronaves ni en el fuego posterior razones suficientes para su desplome. Señalan al humo negro que salió de las torres. Algo que es indicador, según sus expertos, de escasez de oxígeno. Este tipo de fuego arde de forma discreta y las fotografías no muestran grandes llamaradas. Niegan así la importancia que la versión oficial les da, desmarcándose con un dato: se trata de la primera vez que edificios de acero se vienen abajo a causa de un incendio —lo mismo que ocurrió con la torre 7, la anexa—. Este cóctel de preguntas sin respuesta, unido a numerosos testigos que aseguraron haber escuchado explosiones antes del derrumbe, les conduce a señalar una posible demolición controlada de los edificios. Una maniobra que hubiera supuesto varias semanas de preparación. Entre los defensores de estas afirmaciones se encuentran voces como la de Morgan Reynolds, ex consejero económico de George W. Bush, quien manifestó que «es imposible negar el debate científico acerca del desplome de las torres» y que la historia del Gobierno era «falsa».


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Miércoles, 11 de septiembre de 2011

11-S, LA CONSPIRACIÓN?

¿Dónde estaban los cazas?

maría jesús hernández

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Incompetencia». Esta es la razón que se expone en el informe final la Comisión de investigación sobre por qué no despegaron los cazas. Alegan que los interceptores de EEUU volaron demasiado tarde y que todo fue una cuestión de incumplimiento de las obligaciones. Los simpatizantes de esta teoría razonan que un error así hubiera debido tener consecuencias, y cuentan que no hay informes de que nadie haya sido castigado por ello, ni que haya habido expedientes ni despidos. Por ello no se creen esta explicación y enumeran varios casos en los que los cazas volaron simplemente para comprobar una ruta desviada. Afirman que son cuestiones de rutina y que no es una excepción llamar a las fuerzas armadas ante una situación desconocida.

El vuelo 93

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Aunque para ellos, en lo que respecta a EEUU, resulta difícil de creer que los Boeing 767 llegaran a las Torres, lo más inexplicable, dicen, ocurrió en Washington. Tras los dos impactos en el World Trade Center, un avión voló hacia el Pentágono, giró de forma brusca y se dirigió hacia él. Aunque la base Andrews está a pocos kilómetros y alberga, además del Air Force One, dos escuadrones listos para intervenir de F-16 y F-18 y, sin embargo, no llegaron. En el noreste de EEUU hay numerosas bases aéreas, pero tampoco respondieron a la alerta Desde el bando de la conspiración abren un nuevo frente: los ejercicios de guerra. Algunos investigadores, como Michael Ruppert, aseguran que «los aviones no respondieron porque no sabían dónde ir». Aluden a las prácticas ese mismo 11 de septiembre (unas en Canadá y otras al norte de Alaska), algunas incluso que simulaban secuestros aéreos. En el informe oficial se menciona la operación ‘Guardián Vigilante’, en la que se enmarcaban éstas. Según su versión, la falta de cazas y la confusión entre lo que realmente ocurría y los simulacros hicieron el resto.

maria esqueda

Estoy en el avión, ha sido secuestrado». Tom Burnett llamaba a su mujer y alertaba sobre los hechos. El vuelo de Boston con destino a San Francisco había despegado, con 42 minutos de retraso, con cuatro terroristas a bordo. Era el United 93, el único de los aviones secuestrados ese día que no llegó a su objetivo: el Capitolio. La Comisión del 11-S plasma en sus páginas el intento de los pasajeros por tomar el control de la aeronave y el amargo final de este arranque por la supervivencia. Sin embargo, esta explicación tampoco convence a todos. Algunos apuntan a que este avión acabó en un campo de Shanksville, en Pennsylvania, porque fue derribado por los cazas de la Fuerza Aérea de EEUU. Que ésta fuera la primera versión oficial dio alas a los que apoyan esta teoría. Cuando el cuarto avión se estrelló, pasadas las 10 de la mañana, los otros tres ya habían logrado su objetivo y, en medio de la alerta, se informó de que había sido abatido. Esta versión viró después, dicen, para quitarse de encima la responsabilidad por la muerte de las personas que iban a bordo. Entre sus seguidores está David Ray Griffin, un profesor de Filosofía que ha publicado varios libros sobre el 11-S. Griffin recurre a varios testimonios que aseguran haber visto varios cazas persiguiendo al avión. También apuntan a varias explosiones anteriores al impacto contra el suelo. Aseguran, además, que los restos del avión quedaron demasiado lejos del siniestro. Otra corriente se desmarca poniendo en duda que allí se estrellara alguna nave. Para ello se basan en declaraciones de algunos periodistas presentes en la zona y en algunas entrevistas a bomberos que apuntaban en la misma dirección.


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las teorías

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a. n e a s

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Secuestradores, Bin Laden y el FBI carmen jiménez

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l informe final de la Comisión 9/11 comienza nombrando a los 19 secuestradores. Los mismos 19 que aparecen en la primera lista que sacó el Gobierno de Bush. Y según el llamado Movimiento por la Verdad, seis de ellos siguen vivos —descartan la explicación sobre la coincidencia de nombres y apellidos—. A su vez, insisten en rebatir la idea del fanatismo religioso poniendo como ejemplo a Mohamed Atta, a quien, aseguran, le gustaba el alcohol, el cerdo y los locales de ‘striptease’. Con respecto a Bin Laden van más allá. Cuentan que el que fue el terrorista más buscado estuvo el julio anterior en un hospital de Dubai. Allí habría sido atendido por un médico estadounidense y, entre sus visitas, se encontrarían un agente de la CIA y el jefe de la Inteligencia saudí. También señalan que la familia del terrorista fue sacada de EEUU días después del 11-S (cuando el espacio aéreo estaba cerrado) y que Bush tenía algunos negocios con ellos. Las investigaciones anteriores a los atentados tampoco pasaron desapercibidas para estos grupos, quienes indican que muchos indicios no sólo fueron ignorados, sino que se intentaron tapar. Zacarías Moussavi, relacionado después con la tragedia, fue interrogado en agosto de 2001 por el FBI en Minneapolis. Después, uno de los agentes puso en alerta a sus superiores: temía que Moussavi intentara secuestrar un avión comercial y lo estrellara contra el WTC. Su dedo acusador señala a tres altos cargos: Michael Maltbie, Marion Browman y David Frasca quienes, según ellos, tenían información sobre la masacre. Tiempo después, fueron ascendidos. Por otro lado, está el agente Robert Wright, quien publicó un libro titulado ‘Obstruction’. En él acusa directamente al FBI de estar más preocupado por detener a los terroristas después de los atentados, que de evitar que ocurrieran. Otra de las personas que apuntan en esta dirección es Sibel Edmonds. Trabajaba en la sección de traducción del FBI y asegura que existió una trama de corrupción y conspiración para ocultar datos previos al 11-S. Cuenta que sus superiores sellaron sus labios y que está sometida a una orden de silencio. En este punto, los defensores de las teorías de la conspiración suelen sacar a relucir ‘la doctrina Wolfowitz’ y la necesidad de un giro en la política de EEUU. El afán por aumentar el presupuesto en defensa y en proyectos militares preventivos. Sus defensores serían miembros de la derecha más conservadora, quienes supuestamente necesitarían un nuevo ‘Pearl Harbor’ para sus planes: atacar Irak.


1 Día 10 Años


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