Ocaso de una utopia

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Para los trotskistas y otros marxistas que no han hecho suyo el modelo comunista en todo lo que este representa, no verán en esta crisis más que la crisis de un modelo y les será más difícil entender que lo que está en crisis es toda una visión del mundo y una ideología. Les será difícil entender que la crisis del comunismo es la crisis general del marxismo, del que ellos también han sido parte. Muchos comunistas tal vez hagan una estación de paso, o de refugio permanente, en las tiendas del trotskismo; aunque ya su acción política no vaya a tener trascendencia histórica. Debe recordarse tal vez, que el trotskismo no nace como una corriente ajena al comunismo de nuestro siglo. Trotsky se incorporó como dirigente al Partido Bolchevique en 1917, afirmando su adhesión a las premisas políticas esenciales y a la formulación organizativa elaboradas por Lenín. Si pensamos que en la raíz de la edificación del totalitarismo comunista estaban una visión teórica y un marco intelectual (inspirados en Marx) y las formulaciones políticas y organizativas de Lenín, debemos concluir que Trotsky (y su pensamiento) no logró escapar de la lógica totalitaria, puesto que siempre aceptó como válidas esas condiciones. Tal vez, si hubiera tenido la oportunidad de asumir el mando del poder soviético, como Stalin, no hubiera materializado esta lógica hasta sus consecuencias; esto nunca lo podremos saber (aunque por experiencias como la de Kronstaad, podamos pensar precisamente lo contrario) Fuera de la Unión Soviética, los trotskistas, después, nunca se hicieron del poder, ni llegaron a tener el peso histórico que nos permitiría una evidencia "empírica" sobre su conducta política en esas condiciones. Que esto haya sido así, y no haya tenido la fuerza social para ascender al plano histórico, puede que se deba a la misma realidad del mundo comunista, como también a una actitud propagandista y terriblemente sectaria de intervenir en la vida social y política, coherente plenamente con el marxismo. Se podría argumentar, además, que cuando Trotsky tuvo la fuerza en la URSS, no la usó en la afirmación de un camino diferente al que se imprimía. Pero, lo central en todo caso es que Trotsky nunca dejó de ser marxista revolucionario, apuntalando la confrontación y la violencia sociales, la guerra revolucionaria, la "dictadura del proletariado", aplastando a quien hubiese que aplastar en la lucha por su utopía, afirmando la construcción de un Estado poderoso y controlador (supuestamente para imprimir la "racionalidad" y la "planificación"), y apuntalando la secta leninista como forma de organización política. No es este el lugar para que realicemos un análisis más detallado de la experiencia de Trotsky y del movimiento trotskista; aquí sólo nos interesa señalar que para los desertores del comunismo el trotskismo es, tal vez, la parada más cercana en donde refugiarse; lo único que deben hacer en esta opción es "desprenderse" del estalinismo, no deben abjurar ni del marxismo ni del leninismo (por lo menos, en sus términos).

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