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AMOR

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CARTA EDITORIAL

CARTA EDITORIAL

La presencia del amor en la vida es de vital importancia. A pesar de que su significado sea complicado de explicar, es necesario, pues una mente y un cuerpo con falta de cariño no encontrará paz. Para muchos, el amor se podría definir como el conjunto de emociones y sentimientos que producen cierto placer y alegría en la vida. Sin embargo, se puede llegar a un mejor consenso sabiendo de dónde proviene esta palabra.

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El origen de la palabra amor es sencillamente del latín amor, de idéntico significado. La diferencia está en la pronunciación del acento en el latín, que cambia hacia la primera letra, la “a”, ya que no existen palabras agudas en esa lengua. La raíz de amor es “amos” y esta “s” por rotacismo se convirtió en “r”.

Existe una falsa teoría de la etimología de la palabra amor. Se dice que es una palabra compuesta del latín, donde “a” significa “sin” y “mor” es una contracción de la palabra “mortem”, que significa “muerte”, entonces, Amor quiere decir “sin muerte”, por lo tanto: el amor es eternidad. Sin embargo, el prefijo de negación “a” es un prefijo griego, por lo que no tiene nada que ver con la negación de una palabra latina (mortem). El prefijo de negación en el latín es el monosílabo “in”.

Ahora, también es relacionado con el latín “amma”, que era la palabra que los niños usaban para referirse a su mamá, o Amare (originariamente “dar caricias de madre”). Por otro lado, la Real Academia Española lo define como “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Pero muchas refutan este significado porque reconocen que el amor propio es suficiente para ser feliz.

¿Qué es el amor propio y por qué es importante?

El amor propio lo podemos definir como la aceptación de los sentimientos que tenemos por nosotros mismos enfocado hacia nuestro físico, personalidad, carácter, actitudes y comportamientos. Es precisamente ese ingrediente en el que debemos fijarnos y darle total importancia. En otras palabras es amarse a uno mismo y nos mantiene estables psicológicamente.

Seis tipos de amor

La psicología advierte que no existe una sola forma de amar ni un solo tipo de amor. Y es que, el amor puede ser muy variado de acuerdo a los tipos de personalidades y las relaciones de parejas que existen. Además, pueden experimentarse varios tipos a lo largo de una misma relación de pareja o según la etapa de la vida en que se encuentra.

John Alan Lee, sociólogo e investigador, definió seis tipos de amor y los denominó usando palabras en griego en su obra “The Colours of Love” (Los colores del amor).

- Eros: es el amor romántico y pasional que tiene que ver con la intensidad de la atracción física.

- Ludus: se trata de ese amor que busca la aventura y la diversión, también ocurre que en el la atracción física juega un papel importante.

- Storge: cuando hacemos alusión a este amor, se trata de uno amistoso, leal, maduro y comprometido que se da en las las relaciones duraderas. Por eso aquí las relaciones sexuales pasan a un segundo plano.

- Manía: este amor es conocido como maniático porque surge de lo obsesivo y pasional, lo que suele darse en personas que tienen baja autoestima.

- Pragma: es un amor pragmático, realista y práctico que busca los intereses en común con la otra persona, los mismos gustos o la misma clase social.

• Ágape: se trata de un sentimiento completamente desinteresado que se basa en el bienestar del otro. Aquí no hay espacio para celos ni malos entendidos, es una combinación de amor romántico junto al amistoso y el leal.

Fuente: https://www.infobae.com/america/peru/2022/09/06/ descubre-el-significado-de-la-palabra-amor/

Un hombre y una mujer pueden, en efecto, llevar a cabo un acto sexual sin amor; "solo por sexo, sin quebraderos de cabeza", afirman algunos.

¿Cómo entender entonces a las parejas que son atendidas en una consulta de sexología; llegan regularmente al orgasmo, quedan insatisfechas con su intercambio sexual y evocan una falta de atención, de escucha, de ternura, de expresión de sentimientos, de complicidad, etc.?

El instinto animal empuja a los mamíferos a unirse durante los periodos conocidos como "celo", ligados al ciclo hormonal. Al no estar sujetos a este imperativo, los humanos buscan encuentros sexuales impulsados por dos fuerzas distintas: el instinto y la pulsión.

Nuestras hormonas dan lugar a una necesidad sexual instintiva en el individuo púber que nos empuja a realizar el acto reproductivo. Podemos satisfacer esta necesidad a través del orgasmo, al igual que la bebida satisface nuestra sed. El impulso nos abre a la alteridad, al deseo y al placer y no busca el apaciguamiento.

El ser humano nace "prematuro" sin más instinto que el de mamar. Entonces, entre otras adquisiciones, el niño desarrollará progresivamente en la relación con el adulto su aptitud para abrirse al otro y las semillas de una sexualidad que aún no tiene la maduración biológica para realizarse. Esta pulsión infantil tendrá que esperar hasta la pubertad para expresarse con la capacidad orgásmica que manifiesta el instinto de reproducción.

Así, en la sexualidad humana, el impulso adquirido precede al instinto innato.

Algunos de los que experimentan la sexualidad han notado cómo la liberación sexual, sean cuales sean las modalidades, deja a veces un sabor de insatisfacción. La necesidad sexual solo se apacigua aquí, pero la pulsión no ha encontrado una respuesta a la altura de su aspiración.

En el mejor de los casos, la pulsión espera la apertura al otro: el placer compartido, los sentimientos expresados, la pareja considerada en su totalidad.

Cualquier inmadurez emocional, fruto de los avatares de la historia pulsional, tenderá a penalizar esta apertura al otro, llevando a confundir el apaciguamiento de la necesidad sexual con el amor. Estas personas viven una sexualidad "de a pie" sin que lo sepan, llegando a veces a justificarla en nombre de su libertad.

La apertura a la sexualidad y al amor depende de la calidad de la génesis de nuestra pulsión sexual. Fruto de una historia personal, a veces dolorosa, se puede releer, trabajar sobre ella y abrirla a nuevos horizontes.

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