Monterrey: Origen y Destino

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Los grupos indígenas en Monterrey

erosión puede alterar y mezclar los artefactos, de ahí que resulte complicado relacionarlo con el interior de la cueva.63 A su vez, el arqueólogo Binford considera que un mismo grupo puede actuar distinto según la época del año; apunta que quienes habitan en cuevas, en invierno se colocan de manera paralela al fondo del abrigo rocoso para aprovechar el calor asimilado por la roca durante el día. Mientras que en verano, el lecho se colocaría de manera perpendicular al fondo rocoso y la cabeza alejada de éste, para así evitar la irradiación del calor.64 En lo que respecta al dormitorio, ya sea en las cuevas o a cielo abierto, usaban pieles tendidas en el suelo como lechos y fibras o heno como almohada,65 desde luego, lo anterior es complicado encontrarlo y constatarlo en la evidencia arqueológica, ya que se trata de materiales de rápida degradación. Sin embrago, sí es posible encontrar ciertos objetos arqueológicos en las cuevas y establecer su relación con la conducta de sus habitantes, quienes suelen tener al lado de los dormitorios vertederos con huesos que son los restos de alimentos consumidos, así como fragmentos de artefactos que limpiaban, reparaban o mantenían en buenas condiciones.66 Si se toma en cuenta la afirmación de De León; de que en cada vivienda habitaban de 8 a 10 personas en promedio, entonces la población, según el tamaño de los campamentos, oscilaría entre 100 y 500 individuos. De acuerdo a las fuentes escritas, estos grupos se congregaban generalmente en

conjuntos de 15 viviendas en disposición lineal o en media luna, fortaleciendo el acceso al campamento en caso de que hubiera conflictos bélicos. Entonces, podemos suponer con suficientes bases que esto respondía a ciertas normas y restricciones establecidas previamente, ya que sabemos que los pueblos cazadores siempre acampan bajo un orden.67 De ahí que se distribuían las chozas de acuerdo a los miembros que las iban a utilizar. Pero, volviendo de nueva cuenta con la descripción que hizo De León, algunos arqueólogos consideran que en el caso del noreste de México, este tipo de campamentos era una excepción, ya que casi siempre eran más pequeños.68 Pues, debido a que su economía se basada solamente en lo que les brindaba el medio ambiente, es por ello que en ciertas épocas del año o lugares específicos sería posible que se reunieran varias bandas formando un conglomerado mayor. Efectivamente, en condiciones normales, entre los cazadores, los campamentos suelen ser pequeños y transitorios.69 Se trata muchas veces de ocupaciones efímeras,70 pues como están manufacturadas con material perecedero, difícilmente dejan vestigios arqueológicos,71 en ocasiones sólo dejan ciertos pozos en el suelo y algunas piedras alrededor.72 Es por ello que la labor de investigación se dificulta, ya que, si al tamaño reducido de los campamentos sumamos que sólo contamos con huellas casi imperceptibles, resulta complicado determinar el lugar donde las chozas fueron levantadas. No obstante, existen otros elementos que pueden ayudar para identificar los campamentos. Uno de ellos lo estudia la arqueóloga González, quien trabaja la misma línea de investigación que el arqueólogo John Yallen. González señala que el número de fogatas podría ser indicador del número de grupos y su forma de organización, es decir, grupo primario o unidad familiar.73

Los recorridos diarios y el traslado del campamento Alonso de León afirmaba que en cada habitación indígena habitaban de 8 a 10 personas.

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A lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo, han existido grupos nómadas que son pescadores, pastores y hasta practican cierta agricultura.74 Cuando


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