La violencia del amor

Page 105

91

¡No los arranquen!

de tantas injusticias y violencias, a aquellos que han hecho llorar a tantos hogares, a aquellos que se mancharon de sangre con tantos asesinatos, a aquellos que tienen sus manos manchadas de torturas, a aquellos que han encallecido su conciencia, que no les duele ver bajo sus botas a un hombre humillado, sufriendo, tal vez ya para morir. A todos ellos les digo: No importan tus crímenes. Son feos, horribles; has atropellado lo más digno del hombre; pero Dios te llama y te perdona. Y aquí tal vez viene la repugnancia de aquellos que se sienten trabajadores de la primera hora: ¿Cómo voy a estar en el cielo con esos criminales? Hermanos, en el cielo no hay criminales. El más grande criminal que se arrepintió de sus pecados es hijo de Dios ya. 24

de

s e p t i e mb r e

de

1978

Las cadenas mismas de la cárcel le alegran, porque aquí—dice [San Pablo]— estoy dando a conocer a Cristo a todos los pretorianos13, como quien dice: “Aquí en el cuartel de la Guardia, encadenado, estoy dando a conocer a este Cristo, en quien creo, a aquel que quiere escucharlo”. Muchos pretorianos se convirtieron,

La violencia del amor


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.