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Prólogo

Informe de Gestión

2020

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Mónica Macha, presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad.

Los espacios sociales tienen la capacidad de mostrar (y demostrar) nuestro comportamiento político. En esa arena donde intervenimos y nos movemos, hablamos de nosotrxs mismxs, de nuestra ética de las prioridades, de nuestras lógicas de construcción y de una forma de relacionarnos con el poder.

Desde los feminismos populares y masivos hemos avanzado en dos sentidos en relación a los espacios sociales. Ganamos terreno en espacios históricos (e históricamente negados para toxs lxs que no somos masculinidades hegemónicas CIS) donde nuestra aparición e irrupción transformó en cierta medida las estructuras patriarcales en las que estaban fundados. Sin ir más lejos, la composición de los espacios legislativos. Hijas de la ley de cupo y madres de la paridad, demostramos que el feminismo construye de otro modo. Colectivo, sin autoritarismos, sin crueldad, haciendo de la escucha nuestro método, de las redes solidarias (y sororas) la estrategia primaria y creando nuevas formas de organizar el poder. Siempre orientadas por un transfeminismo que busca la justicia social y la autonomía de los proyectos de vida.

Pero además, como toda fuerza transformadora, no nos hemos contentado con irrumpir en la arena pública, en ganar lugares en los espacios de poder donde estábamos impugnadxs o discutir los roles socialmente asignados. Como fuerza que nos excede y nos mueve (no es gratuita la idea de marea verde, nuestra lucha es un oleaje ancestral contra el patriarcado), hemos inaugurado nuevos espacios sociales e institucionales.

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Si algo aprendimos, es que necesitamos crear nuestras propias herramientas. Por supuesto que es preciso apropiarnos de los instrumentos que tienen poder en la sociedad y en la transformación social, pero sobre todo inventamos nuestras propias armas políticas. Llevamos la memoria positiva de las luchas de nuestrxs antecesorxs y somos parte de un linaje (somos eslabones de esa linaje) en busca de la igualdad y la libertad para todas las identidades y formas de habitar el mundo.

En este contexto, dimos un paso fundamental en el ámbito legislativo. Ya es histórico y ha inaugurado un espacio institucional para las luchas feministas: la Comisión de Mujeres y Diversidad –tengo el honor de presidirla en la Cámara de Diputadxs.

La Comisión es fruto de un proyecto de la compañera Mayra Mendoza que propuso modificar el nombre y la competencia de la vieja comisión de “Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia” que se denominan ahora: “Familias, Niñez y Juventudes” y “Mujeres y Diversidad”. Una victoria del movimiento feminista, en el desarrollo más masivo y potente de sus fuerzas, instalado de una vez y para siempre en la arena pública y haciéndose lugar en cada territorio de la vida social.

Ahora bien, ¿para qué? Claro, la pregunta no es mía. No es nuestra. La pregunta es de quiénes, hablados a veces sin saber por el machismo, cuestionan o ponen en duda los espacios que son nuestros. Acá cualquiera podría ensayar una larga cadena de argumentos, construir una red de justificaciones teóricas, prácticas, políticas, feministas. Acá mismo, en este preciso párrafo, podríamos hablar de que lo que no se ve no existe, que lo que no se nombra se olvida, que ai algo no tiene lugar para crecer o no se vive en cierta forma se convierte en problemas sociales, en forma de la violencia. Aun más, podríamos decir que estos espacios, como la Comisión, vienen a

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reparar deudas históricas y a reconocer (y garantizar) el derecho político de quiénes faltan en la política. Ahora, “las chicas tienen un lugar donde viven esas cosas que asombran”.

¿Pero saben qué? Me parece que justificar nuestra presencia es entrar en la lógica argumentativa del machismo. Les propongo invertir los términos. No hay democracia plena sin la participación de las mujeres, lesbianas, travestis y trans. No hay calidad política sin nosotrxs y sin espacios para nosotrxs. ¿De qué orden, de qué calidad y tenor, puede ser una vida política que bloquea la representación de todas las identidades que no son masculinidades CIS?

Durante 2020 trabajamos de forma colectiva, encontrando nuevas formas de producir materia legislativa, de producir encuentros diversos y federales, representativos de nuestra matria sublevada. Esa fuerza transformadora se materializó en tres grandes componentes: Aborto Legal, Cupo Laboral Travesti Trans, y Paridad de género en cada espacio social que habitamos.

2020 será recordado como el año que hicimos crujir al patriarcado y en el cual el deseo se convirtió en ley. Una victoria que abre un camino de transformación irreversible.

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