MojarraMagazine

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que la tía quiere pasar bueno” Ustedes no se imaginan cuantas veces quería, como dicen popularmente, pegar el grito en el cielo, para decirle a mi tía “No me moleste que no quiero bailar, déjeme tranquilo!!!” Pero no, eso no era impedimento para que ella me obligara a hacer ese acto tan barbárico, porque lo acepto, en este momento soy un amante de “tirar paso” pero en esos momentos NO, en esos momentos era un simple niño que quería estar sentado, tomando su vasito de gaseosa, mientras pasaba el tiempo y aguantaba esa tortura de reunión familiar, porque para eso si que era malo, para asistir a las reuniones familia-

res, y bueno aún lo soy, créame que no hay cosa más jarta que asistir a esas vainas, que jartera tener que mamarse al primo que es de mejor familia, mostrando todos sus logros, los lugares a los que ha ido, mientras que uno sigue siendo el mismo perdedor de clase media, sin logro alguno y que lo más lejos que ha viajado es a la costa, y en ese viaje se mamó 24 horas de ida y 24 horas de vuelta en un bus compacto. Retomando el tema del baile, pues ya entrado en gastos y prácticamente obligado por la tía solterona, pues llegaba el momento de bailar (sacúdelo que tiene arena) como bien sabrán, pues uno con 10 años, siendo el 2003, donde sonaba Melody y su baile del gorila o Chocolate con su Mayonesa, que eran pasos simples y que hasta una persona arrítmica como yo, los podían hacer fácilmente, pero esto del merengue y la salsa era como bailar una canción del Dance Dance Revolution en modo difícil, era toda una odisea, uno no sabía

cómo moverse, ni para donde llevar los pies, y entonces terminaba pisando a la tía, y como en toda familia colombiana, uno termina bailando con la tía gorda, entonces más perdido quedaba uno y más pisones se llevaba la pobre mujer, pues bueno, seguía la música sonando y la tortura continuaba, porque empezaba la tía a decirle a uno, que como estaba de grande, de bonito y todas esas barrabasadas que le dicen las tías a uno en esa edad. Y si, gran parte de mi infancia, fue marcada por este tipo de eventos y de situaciones, y ahora que han pasado los años, que mi perspectiva sobre el baile ha cambiado y que ahora gozo moviéndome al son del merengue y la salsa, sigo con la firme idea de que por favor, usted padre de familia, adulto cualquiera, joven que está leyendo esta porquería de nota, evite que su hijo, hermanito, primo o algún miembro menor de su familia sea víctima de la tía gorda que lo saca a bailar en las fiestas.


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