Experiencia CROACIA

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Viaje por

Croacia


Plan de vuelos, clase Business: 13 de Enero 2016 15 de Enero 2016

Madrid 10:10 Paris (CDG) 15:25

Paris (CDG) 12:15 Zagreb 17:15

Zagreb 11:40

Dubrovnik 12:45

Montenegro 12:15

Roma 13:30

18 de Enero 2016 Roma 14:30

Madrid 17:05


13 Enero 2016 Vuelos en Business Madrid - Zagreb, vía Paris. Llegada a Zagreb y traslado en servicio privado a su Hotel Esplanade, donde pasarán las próximas 2 noches en una habitación Deluxe Suite, en alojamiento y desayuno.


13 Enero 2016 20:00, mesa reservada en el Restaurante Zinfandels, dentro de su hotel, restaurante considerado uno de los mejores de la ciudad.


14 Enero 2016 10:30, Tour en privado con guía de habla hispana, encuentro en la recepción de su hotel. Tour de 3 horas andando por la ciudad, su hotel se encuentra ubicado en el medio de la ciudad de Zagreb. Resto del día libre.


15 Enero 2016

10:00, Recogida en su hotel para el realzado en privado al aeropuerto para tomar el vuelo con destino Dubrovnik, en clase Business, vuelo a las 111:40. 12:45 llegada a Dubrovnik donde su conductor les estarรก esperando para llevarles al Restaurante Orsan para su almuerzo. Su chofer, les esperarรก mientras almuerzan y cuidarรก de sus pertenencias para cuando terminen llevarles a su Hotel Excelsior, Suite The Executive, en alojamiento y desayuno.


15 Enero 2016 15:00, Su guía privado de habla hispana les esperará en la recepción del hotel para un tour de 2 oras caminando por la Ciudad vieja de Dubrovnik una ciudad con mucha historia. El tour comienza a 300 metros de su hotel. Resto del día libre.


16 Enero 2016

DĂ­a libre.


17 Enero 2016 10:00 su chófer les esperará en la recepción de su hotel para llevarles a Montenegro (2,5 horas), visitarán Porto Montenegro, el puerto deportivo más grande desarrollado en Europa. Almuerzo por su cuenta (hay muchas opciones por la ciudad de Montenegro, su chófer les esperará para llevarles después del almuerzo su hotel) Hotel Aman Sveti Stefan, The Queen Marija Suite, Villa Milocer, con desayuno.


18 Enero 2016 10:00 su chófer les esperará en la recepción de su hotel para llevarles al aeropuerto Podgorica en Montenegro, y tomar el vuelo de regreso a Madrid, vía Roma. Llegada a Madrid. Fin de nuestros servicios.


CROACIA

NOTAS

En los últimos años, Croacia ha recibido un notable incremento de visitantes españoles. Y de turistas en general (en 2003 se superó ampliamente los siete millones). Casi todos eligen como destino la ciudad de Dubrovnik, en la costa dálmata, pero la oferta turística de Croacia va mucho más allá. La península de Istria, la Riviera de Opatija, la región de Zagreb, la ruta de los parques naturales, las islas...

ZAGREB La capital croata (780.000 habitantes) es una gran desconocida. Aunque no tiene la magnificencia de otras grandes ciudades del Este europeo, Zagreb es una urbe imponente, que guarda muchas sorpresas, desde el cementerio de Mirogoj hasta el barrio medieval de Kaptol, pasando por los parques y los palacios de la Herradura Verde o la alegre plaza de Ban Jelacic y sus alrededores. Pero, al margen de su interés cultural, Zagreb ofrece al turista el atractivo de una ciudad tranquila y limpia, muy segura y, en verano, intensamente viva. En la temporada estival, las calles peatonales y las plazas del centro están ocupadas por elegantes terrazas siempre llenas de animados croatas entregados al arte de la tertulia. Por si fuera poco, muy cerca de Zagreb se encuentran unos cuantos enclaves dignos de visitarse. A 77 kilómetros surge la ciudad barroca de Varazdin, llamada la Viena croata por sus palacios perfectamente conservados y por la larga tradición musical que la convierte en escenario de múltiples conciertos de repertorio clásico. Desde Varazdin se llega al castillo de Trakoscan, que parece sacado de un cuento, y al de Veliki Tabor, rodeado de un paisaje excepcional, una constante en esta región. Los trayectos en coche se hacen entre suaves colinas, bosques frondosos, prados cruzados por arroyos y cuidadas aldeas. Más cerca de Zagreb, a 25 kilómetros, está el precioso pueblecito de Samobor, cuyas edificaciones fueron levantadas en los siglos XVIII y XIX, y a 40 minutos de coche, el castillo de Jastrebarsko. Además, Zagreb está separada de la capital de Eslovenia, Liubliana, por sólo 130 kilómetros de autopista.

DUBROVNIK La costa dálmata es la zona preferida por los turistas españoles que visitan Croacia. Aunque Dubrovnik es (con toda justicia) el destino final de la mayoría de los viajeros, de camino hacia allí compensa hacer un alto para conocer otros lugares emblemáticos de la región. Zadar es uno de ellos. Su origen se remonta al siglo IV antes de Cristo, y las etapas de dominio romano, bizantino, veneciano, francés o austriaco fueron dejando su impronta en esta ciudad donde conviven los restos del foro, las ruinas de las murallas y un conjunto de iglesias y conventos en excelente estado de conservación. Siguiendo hacia el sur aparece Sibenik, con sus edificios góticos y renacentistas, el principal de los cuales es la catedral de Santiago, construida en el siglo XV. A continuación, Split (unos 190.000 habitantes), que nació a principios del siglo IV en torno al palacio construido por el emperador Diocleciano con gran lujo: se utilizaron maderas de Líbano, mármoles de Italia, piedra de las canteras de Brac y objetos decorativos llegados de todos los rincones del Imperio. El resultado de aquel derroche fue una soberbia construcción con una planta de 38.000 metros cuadrados rodeados de una muralla, que albergaba, entre otras dependencias, un campamento militar, un templo dedicado a Júpiter, las habitaciones del emperador y el mausoleo donde sería sepultado. Tras abandonar el poder, Diocleciano se instaló en el palacio, donde vivió hasta su muerte, en 313. Hoy pueden visitarse las ruinas de la construcción, donde destacan dos de las 12 esfinges de la época faraónica que la adornaban.


DUBROVNIK

NOTAS

(unos 50.000 habitantes). Las imágenes de la ciudad bombardeada durante la guerra serbo-croata pertenecen ya al recuerdo, pues las autoridades del país han trabajado duro para recuperar uno de sus principales enclaves históricos y la ciudad de veraneo más emblemática de la costa dálmata. Los que la han visitado no dudan en considerar a Dubrovnik como una de las pequeñas ciudades más bellas del mundo. Bañada por las aguas del Adriático, rodeada por una muralla que oculta callejas estrechas, plazas, escalinatas, iglesias y conventos de gran valor arquitectónico, Dubrovnik tiene a sus espaldas una historia de momentos fulgurantes. En la ciudad se respiran influencias venecianas y otomanas, pero también barrocas y renacentistas. La catedral, la iglesia de San Salvador, la sinagoga o el convento de San Francisco enriquecen el enclave, aunque uno de los lugares más hermosos es la plaza de la Luza (centro de la ciudad antigua), que tiene salida al puerto y vistas al Adriático. La visión del mar, de un azul intensísimo, desde la plaza donde se destacan la torre del reloj y el palacio Sponza, puede convertirse en el mejor recuerdo. En la temporada estival el ambiente es espléndido, sobre todo durante el festival de música y teatro al aire libre que se celebra entre el 10 de julio y finales de agosto. Quien piense visitar la ciudad en verano debe recordar que Dubrovnik es uno de los destinos favoritos de muchos europeos, así que conviene reservar el alojamiento con bastante antelación.

MONTENEGRO La primera impresión cuando uno pone el pie en este pequeño país de los Balcanes es de sorpresa; sorpresa por no haber visto antes la variedad de sus playas en los folletos de las agencias de turno; sorpresa por no haber sido bombardeados en programas de televisión con las imágenes de sus ciudades amuralladas, patrimonio de la humanidad; parques naturales, lagos glaciales, docenas de cañones entre los que se incluye el más largo y profundo de Europa, monasterios imposibles excavados en la roca, el único fiordo del Mediterráneo... La falta de información a menudo acompaña a los lugares fuera del circuito turístico que dicta la industria. Esto hace que, de vez en cuando, uno se encuentre en ese estado tan grato para el viajero como es el de descubrir un lugar por primera vez con la mirada fresca y los sentidos alerta, ser un explorador y un pequeño pionero en lugar de una sombrilla más en la playa de moda. No es que los locales no sepan de los secretos de Montenegro; al contrario, miles de serbios se acercan en masa en julio y agosto buscando el mar que no tienen y cambiando de paso la fisonomía de este pequeño país. Al viajero que se adelante o se atrase al furor estival, Montenegro le recompensará con ese regalo que es sentirse único en un país diferente. Con menos de 700.000 habitantes, Montenegro es tan pequeño que ni siquiera es un país por sí mismo, sino una república que, unida a Serbia, constituye la Federación de Serbia y Montenegro. Esta unión quizá no sea por mucho tiempo, ya que el próximo año está planeado un referéndum para decidir sobre la independencia de Montenegro y su futura adhesión a la Unión Europea. De momento, los montenegrinos ya han adoptado el euro como moneda (en Serbia se utiliza el dinar), y miran al futuro con el optimismo de un país que se sabe poseedor de una oferta turística espectacular, comparable a la de su vecino Croacia, con el que comparte sus costas y el mirador afortunado de uno de los mares más transparentes del planeta: el Adriático.


MONTENEGRO

NOTAS

En Montenegro nunca se plantea uno esa disquisición vacacional de playa o montaña. Aquí no hay elección: son las dos, y punto. Las carreteras de una playa a otra a lo largo de la costa suben y bajan, se retuercen abrazando la cintura de escarpadas montañas, en una de las cuales, Lovcen, con su frondosa vegetación de pinos negros, está el origen del nombre del país. Si al transitar por estas carreteras de montaña circula un viejo camión delante de usted, como parece ser siempre el caso, no se ofusque; las vistas compensan de sobra la lentitud del tráfico: la ciudad amurallada de Budva, las playas doradas de Petrovac y quizá la imagen emblemática de Montenegro, la minúscula península de Sveti Stefan. Este capricho natural sobre el que se construyó un pueblo de pescadores en el siglo XV fue transformado en 1960 en complejo hotelero de lujo. En las mismas casas de piedra que siglos atrás ocuparan familias y aparejos de pesca, Sofía Loren y Doris Day, entre otras estrellas, bebieron champaña. Y broncearon sus cuerpos en sus idílicas terrazas. Después de años de decadencia en los noventa, motivada por la situación política de la región, hoy un grupo hotelero está a punto de devolver su esplendor a este pueblo de calles de piedra unido a tierra sólo por una estrechísima playa por la que el mismo Tito se paseó en más de una ocasión. Y es que, si bien Montenegro salió prácticamente ileso de los zarpazos de la guerra reciente que destrozaron Yugoslavia, el conflicto sí hirió de muerte a la principal fuente de ingresos del país: el turismo. Hoy, esa industria, más de 10 años después, se recupera tanto en los servicios como en las instalaciones. La guerra aparece en la memoria lejana, sólo despertada por los extranjeros que, quizá por la influencia de los medios de comunicación, no parecemos capaces de disociar aún hoy los Balcanes de la palabra conflicto. Sin duda, una de las joyas de Montenegro es la ciudad de Kotor. Su nombre y sus fortificaciones bien podrían haber sido sacados de la última entrega de El señor de los anillos. Una muralla de más de 10 metros de ancho y 20 de alto protege las casas, iglesias y palacios de piedra. Como no podía ser de otro modo, la ciudad está situada entre el mar y la montaña. Paredes arriscadas fijan el límite del trazado urbano, pero no de la muralla, que, como si fuese la cresta de un animal prehistórico, continúa su recorrido vertical hasta alcanzar los 200 metros coronando la cima. Buenas piernas y tiempo de sobra son necesarios para llegar hasta allí. Tiempo no sólo para realizar el trekking, sino también para, una vez arriba, disfrutar con una de las vistas más espectaculares de Montenegro: la bahía de Kotor, el fiordo más septentrional de Europa. Nada mejor tras el descenso que repostar en uno de los cafés de la ciudad vieja con un buen plato de chevapi, carne sazonada a la parrilla, o una deliciosa riblja corba, sopa de pescado; un licor de espliego y un baklava, dulce pastel de hojaldre y frutos secos. De noche, Kotor se olvida de su pasado medieval y se desborda con bares, terrazas y clubes. Llama la atención que todas las sillas de las terrazas estén alineadas mirando al centro de la calle. Aquí no se viene a hablar, sino a ver y ser visto. Es hora de sentarse y disfrutar del espectáculo. Si además resuenan los últimos éxitos nacionales con el turbo-folk, mezcla de folclor serbio y tecno, habrá disfrutado, o padecido, una noche al más puro estilo kotor.


MONTENEGRO

NOTAS

A pocos kilómetros de Kotor se encuentra la silenciosa ciudad de Perast. La que en la distancia se vislumbra como otra pintoresca aldea de pescadores revela su pasado a través de iglesias, museos y palacios barrocos construidos cuando formaba parte de la república marinera de Venecia. En Perast se respira mar; un museo marítimo con antiguos mapas, timones, escafandras, y una ilustre academia naval en la que se forjó la reputación de los perastinos como aguerridos lobos de mar, dan fe de ello. Dos diminutas islas, una natural y la otra construida sobre restos de barcos naufragados, contemplan la ciudad. Sobre ellas, el monasterio de San Jorge y la iglesia de Nuestra Señora de la Roca, respectivamente, se levantan como una aparición en medio de la bahía. La popular Budva, con sus tiendas de moda, estilosos cafés y una oferta gastronómica que incluye desde un restaurante chino hasta una cantina mexicana, es lo mas parecido a un lugar de veraneo dentro de Montenegro. Pero para quien prefiera el perfume de los pinos y las botas de monte al aroma del mar y las sandalias, el parque nacional de Durmitor, con sus 27 cumbres por encima de los 2.200 metros, sus 18 lagos glaciales, sus cinco cañones y sus cientos de kilómetros de senderos salpicados por manantiales y cuevas, supone una alternativa perfecta. Caminando a la orilla del río Tara en medio de un silencio sobrecogedor y flanqueado por unas paredes de 1.300 metros de altura que forman el cañón más profundo y más largo de Europa, es difícil resistir la tentación de calcular su enormidad gritando a pleno pulmón. Resista las ganas y no rompa el silencio. Las colonias de nutrias que habitan en la orilla del río se lo agradecerán. Dedíquese mejor a contemplar los pinos que crecen en la pared del cañón en ángulos imposibles y deje que sean los saltos de agua que desde el monte se precipitan al río los que añadan los efectos de sonido.


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