LABARCA / Meso y Megafauna Terrestre Extinta del Pleistoceno de Chile
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se reconocerían ocho subespecies vivas (Nowak y Paradiso 1999), aun cuando la evidencia genética sugiere la presencia de cuatro poblaciones espacialmente diferenciadas (Eizirik et al. 2001). En el registro fósil ha sido descrita la subespecie P. o. mesembrina restringida a Patagonia austral (Cabrera 1934). Roth (1899) publicó por primera vez restos fósiles de un félido extinto proveniente de Cueva del Milodón como Iemish listai. Smith Woodward (1900) y Nordenskjöld (1996[1900]) indicaron afinidades con el jaguar, determinándolos como Felis cf. onca y Felis onca, respectivamente. Erróneamente Mercerat (1899), un año antes, había sugerido denominar este taxón como Smilodon neogaeus. Cabrera creó con estos materiales una subespecie extinta de jaguar, Panthera onca mesembrina (Cabrera 1934), ya que el nombre listai había sido utilizado para designar al milodontino austral. En esta subespecie se incluyeron posteriores hallazgos de este félido realizados en Patagonia chilena (Latorre 1998, Martin 2008, 2013, Nami y Menegaz 1991). En Chile central, Casamiquela (Núñez et al. 1983) determinó un metatarso procedente del sitio de Quereo como Puma concolor, indicando que se trata de una especie de gran talla. Labarca y López (2006), postulan que podría tratarse de una subespecie fósil de Panthera onca, debido a que las medidas de esta pieza caen dentro del rango del jaguar. De manera indirecta, esta impresión ha sido confirmada por López (2005, 2007) quien describió huellas de grandes carnívoros en algunos huesos de fauna extinta de sitios cercanos a Quereo. La asignación taxonómica de esta forma quedará a la espera de nuevos materiales diagnósticos. Descripción, aspectos paleoecológicos y paleoambientales—P. onca es un felino robusto, de extremidades cortas y macizas, y cabeza comparativamente grande. Posee una gran variabilidad en la masa corporal, la que tiende a aumentar en función de la latitud, registrándose individuos de hasta 151 kg, con una media de 56-96 kg (Novell y Jackson 1996). Prevosti y Vizcaíno (2006), infieren para P. onca del Pleistoceno de la región pampeana una masa cercana a los 119 kg, mientras que para la subespecie patagónica Prevosti y Martin (2013) calculan una masa en torno a los 190 kg. Prevosti y Martin (2013) estiman que P. onca mesembrina podría predar sobre animales de hasta ca. 913 kg, aun cuando la masa de su presa típica rondaría los 404 kg. El RGA y los resultados isotópicos (δ13C y δ15N) obtenidos por Prevosti y Martin (2013) confirman una dieta hipercarnívora, con una tendencia hacia un mayor consumo de Hippidion y Vicugna (Lama gracilis sensu Prevosti y Martin 2013) por sobre otros herbívoros. A manera comparativa, estudios actuales de la dieta de este félido indican que se alimenta principalmente de animales de entre 3 y 63 kg, aunque esporádicamente puede atacar al ganado bovino (Hoogesteijn y Mondolfi 1993, en Prevosti y Vizcaíno 2006). Martin (2008) ha documentado huesos de H. saldiasi y Mylodontinae cf. Mylodon con mordeduras compatibles con P. onca mesembrina en diversos aleros y cuevas de surpatagonia Chilena. Algunos de estos han sido interpretados como cubiles (p.e. Lago Sofía 4), mientras que otros habrían sido utilizados como lugares de caza (p.e. Cueva del Milodón). Distribución estratigráfica y geográfica—En la actualidad, P. onca se registra desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina (Perovic y Herran 1998). Su distribución durante el Pleistoceno era aún mayor, abarcando hasta Patagonia austral (Latorre 1998). Berman (1994, en Pomi y Prevosti 2005) postula que los primeros registros de P. onca en América del Sur remiten al Ensenadense (Pleistoceno inferior), mientras que Arroyo-Cabrales (1992, en Pomi y Prevosti 2005) indica que la entrada de este félido es mucho más tardía (Pleistoceno superior). La subespecie P. onca mesembrina se documenta exclusivamente en el Lujanense de la región patagónica (Cabrera 1934). En Chile existen registros en Cueva del Milodón, Tres Arroyos 1, Cueva del Medio, Cueva Chica, Cueva Lago Sofía 4 y Cueva del Puma (Latorre 1998, Martin 2008, Martin et al. 2004, Martin et al. 2012, Nami y Menegaz 1991, Roth 1902), todos datados contextualmente hacia finales del Pleistoceno (Figura 2). Fechados taxón confirman esta apreciación (Cuadro 3).