GUTSTEIN et al./ Cetáceos Fósiles de Chile
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Antártica (Fordyce 1977). Según Gaskin (1985), la aparición de estos nuevos registros y la consecuente diversificación de especies en la zona costera, pudo deberse a dos factores principales: a) nuevos nichos ecológicos y b) nuevo sistema de corrientes marinas que habilitaron una nueva oferta trófica, en especial para las poblaciones de ballenas y delfines. Por otro lado, el registro fósil de cetáceos en América del Sur e islas cercanas, según la última revisión (Cozzuol 1996) incluye a una familia de Archaeoceti (Basilosauridae) y 15 familias de Neoceti: Llanocetidae (islas antárticas), Cetotheriidae, Balaenidae, Balaenopteridae (Mysticeti), Physeteridae, Ziphiidae, Squalodelphidae, Squalodontidae, Eurhinodelphidae, Iniidae, Pontoporiidae, Kentriodontidae, Phocoenidae, Odobenocetopsidae, y Delphinidae (Odontoceti). Solamente diez familias de Neoceti están registradas en Chile (Anexo 1). Hasta la fecha no hay registro de arqueocetos en el país, grupo que, en el continente, está restringido a formaciones eocenas de Perú (Martínez-Cáceres 2011, Uhen et al. 2011). Adicionalmente, restos fragmentarios (mandíbula con dientes) de un arqueoceto fueron registrados en Isla Seymour (Fm. La Meseta, Antártica; Buono et al. 2011), como también una serie de dientes aislados de asignación incierta (Borsuk-Bialynicka 1988, Fostowicz-Frelik 2003, Jadwiszczak 2006). La diversidad encontrada en Perú y los registros de Antártica sugiere que la ausencia de registro fósil de arqueocetos en Chile es temporal, incrementando la importancia de realizar búsquedas sistemáticas enfocadas en sedimentos marinos paleógenos tales como la Fm. Loreto (Sierra Dorotea, Región de Magallanes) en donde fueron documentados restos fósiles de aves (Yury-Yanez et al. 2011, Sallaberry et al. este volumen). LOS CETÁCEOS FÓSILES DE CHILE Debido al amplio registro geológico marino del país (la mayor parte de lo que hoy es el territorio nacional, estuvo cubierto por océanos o mares someros epicontinentales), los Cetáceos, son parte importante del patrimonio paleontológico de Chile, estando registrados abundantemente en las cuencas sedimentarias marinas cenozoicas. Sin embargo, casi la totalidad de los especímenes de cetáceos fósiles chilenos están restringidos al Neógeno, período comprendido entre los 23 y los 1,8 M.a. antes del presente, lo que es equivalente a las épocas Mioceno y Plioceno, del más antiguo al más reciente. En 1887, R. Philippi documentó los primeros restos fósiles de cetáceos en Chile, que corresponden a un misticeto de Ancud, Región de Los Lagos (posiblemente Fm. Lacuí), Balaena simpsoni (nomen nudum), y a un odontoceto, Delphinus domeykoi (nomen nudum), de la localidad de La Cueva, probablemente Fm. la Cueva (Plioceno Tardío – Encinas et al. 2006). Posteriormente, Gigoux (1899) señaló una ballena fósil que afloraba durante la marea baja en la Playa del Cable (Caldera, Región de Atacama), sin embargo, esta no fue recolectada. Oliver-Schneider (1926, 1927 y 1935) hizo una serie de listados de las especies de cetáceos fósiles incluyendo las familias Balaenidae, Balaenopteridae, Cetotheriidae y Delphinidae. Sin embargo, la mayor parte de los registros de esa época no fueron recolectados y/o no se encuentran en museos o colecciones científicas, por lo que no es posible corroborarlos actualmente. El estudio de los cetáceos fósiles se dio apenas de manera tangencial durante los años subsiguientes. Ya en las últimas décadas, Tavera (1979) indicó la presencia de vértebras aisladas y de un esqueleto completo (en las dependencias del MNHN, pero sin número de colección) de Balaena? simpsoni provenientes del Neógeno de la localidad de Boca del Río Rapel (Formación Navidad). Donoso-Barros (1975) publicó una revisión sumaria de los cetáceos fósiles de Chile, Tamayo y Frassinetti (1980) registran los mamíferos fósiles y vivientes, y posteriormente, Frassinetti (1982) realizó una revisión de la literatura acerca de mamíferos fósiles del país, en que son citados y comentados los trabajados citados aquí, pero en esta ocasión no se verificó la identificación ni la existencia de los especímenes en las colecciones. Por último, durante 1983, Dathe descubrió de un esqueleto parcial en Bahía Herradura de Guayacán, situada en Coquimbo, y asigna “Megaptera” hubachi al espécimen. El material fue trasladado a Alemania y actualmente se encuentra en poder del Museum für Naturkunde de Berlín, por lo que no ha sido posible confirmar su asignación. En paralelo, existe una serie de registros informales en resúmenes de congresos que intentaron dar cuenta de la gran diversidad y abundancia de los restos de vertebrados en Caldera (Fm. Bahía Inglesa,