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Zephyra

E

l género recibe este nombre por Zephyrus o Zephyros, uno de los Anemoi o dioses griegos del viento y también considerado el mensajero de la primavera. Zephyros le dio a una de sus hermanas, la diosa Chloris, el dominio de las flores. Inicialmente Linneo da a otro genéro popular el nombre Anemone por la palabra griega para el viento, debido al movimiento constante de sus flores. Como regla general, a una planta que lleva el nombre de un personaje mitológico se le da el sexo de esa persona. Pero en la lengua española “céfiro” también es una expresión poética de una brisa suave y apacible. Así, para diferenciarlas de este último, se habla de las Zephyra. Femeninas. Esta planta fue encontrada por primera vez por el coleccionista británico Thomas King, en Carrizal Bajo. Más adelante le proporcionaron a Philippi estas colecciones efectuadas localmente, incluyendo 36 que éste describió como nuevas. La pequeña familia Tecophilaeaceae, a la cual pertenece Zephyra, contiene nueve géneros con un total de 25 especies que habitan en África y las Américas. Chile tiene nueve especies de tres géneros bastante reconocidos: Conanthera, Tecophilaea y Zephyra. Estos generos contienen algunas de las plantas bulbosas más hermosas y escasas de nuestro país, como la Tecophilaea cyanocrocus, el casi extinto y legendario crocus azul chileno. La Zephyra elegans, que también se encuentra solamente en Chile, es algo menos escasa y agrega un toque de color azul, hermoso y poco frecuente, a nuestra flora. Zephyra elegans

Su nombre botánico significa elegante y su nombre popular más conocido y apropiado es celestina. La Zephyra elegans crece a lo largo del litoral Pacífico del desierto entre las provincias de Iquique y La Serena. En años lluviosos forma grandes manchas de suave color azul que se mecen con las brisas marinas. Aunque se la suele ver creciendo en arenales y planicies costeras, es también posible encontrarla en laderas pedregosas y áridas de cerros. Sus bulbos son capaces de sobrevivir por muchos años sin una gota de agua, como es el caso de las alturas de Iquique y en los cerros altos de Taltal. Estos despiertan en forma espectacular el los años en que se produce el fenómeno de El Niño. Se ha intentado cultivarla por algunos años pero existen muy pocos registros de floración exitosa. Lamentablemente, al igual que muchas de las plantas más deseables de Chile, ha resultado ser indomesticable e inviable como cultivo.

El potencial comercial de Z. elegans como flor cortada fue reconocido por horticultores japoneses, que publicaron artículos entre 1996 y 2001 sobre métodos experimentales para cultivar las plantas a partir de semillas. Sin embargo, nada más parece haber sucedido desde entonces. En 2012 también se publicó un sistema que investigó la propagación masiva en Chile y desarrolló una técnica que reducía a la mitad el tiempo de cuatro años o más que tomaba alcanzar la floración a partir de semillas. No sabemos qué beneficios obtendría el país de la explotación comercial de sus plantas nativas y de sus genotipos. Ya existe el antecedente de la explotación de las alstroemerias y otras plantas chilenas por empresas europeas y norteamericanas, sin reportar beneficios para Chile.

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