LA MAGIA DE LA LECTURA 2022

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La magia de la lectura

A Antonio Leer, pensar, amar.


Pido la paz y la palabra.

Blas de Otero


Cómo puede morir una mujer o un hombre o un niño, que han sido tantas primaveras y tantas hojas, tantos libros y tantos pájaros y tantas mañanas y noches. Jorge Luis Borges, Los conjurados


Ángel lleno de alegría, ¿conoces la angustia, la vergüenza, los remordimientos, los sollozos, las molestias, y los vagos terrores de esas horribles noches que oprimen el corazón como un papel estrujado? Ángel lleno de alegría ¿conoces la angustia? Charles Baudelaire, Las flores del mal


La tristeza contamina el aire y aturde el alma. Isabel Allende, Paula


Un odio estéril y devastador, que no sólo apunta a quien lo ha merecido, sino que lo devora todo a su paso. Un odio ilógico, porque hace que paguen justos por pecadores y rebasa, o incluso olvida, las causas que lo han engendrado. Ángel Wagenstein, Lejos de Toledo


No tengo mucho tiempo, he de acarrear cadáveres de arriba abajo. No tengo mucho tiempo, he de respirar, comer, beber, dormir. No tengo mucho tiempo, he de moverme al compás del engranaje. No tengo mucho tiempo, estoy viviendo. No tengo mucho tiempo, me estoy muriendo. Roberto Bolaño, 2666


No lloraban, no hablaban, casi no respiraban. Era como habitar en el corazón de un estupor que hacía vanas todas las palabras. Jesús Ferrero, Trece rosas


Yo enseño: si quieres paz, prepárate a vivir en paz con todo el mundo. Mas si la guerra viene, porque no está en nuestra mano evitarla ¿qué será de nosotros _me diréis_ los preparados para la paz? Os contesto: si la guerra viene vosotros también tomaréis partido sin vacilar por los mejores, que nunca serán los que la hayan provocado, y al lado de ellos sabréis morir con una elegancia de que nunca serán capaces los hombres con vocación batallona. Antonio Machado, Juan de Mairena


Será débil todo lo que no encuentre sitio en tu corazón. Marcela Serrano, Antigua vida mía


Qué gente tan extraña la que se divierte con el dolor y el miedo de los demás. Luis García Montero, Mañana no será lo que Dios quiera


Si me muero, que sepan que he vivido luchando por la vida y por la paz. Blas de Otero, Que trata de España


Saber que en el mundo hay infamia, desdicha no nos releva de la obligación cotidiana de intentar que sea mejor. Esta certeza, tal vez antes que ninguna otra, nos toca transmitir a nuestros hijos.

Ángela Mastretta, El mundo iluminado


Y debemos ser respetuosos con las palabras, porque son la vasija que nos da la forma. Los tiempos crueles son siempre mentirosos y vieron preñados de palabras malas. El hacha del verdugo no cortaría y la hoguera de la intolerancia no quemaría si no estuvieran sustentadas por palabras falsas. Rosa Montero, Historia del rey transparente


Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes. Tristes. Tristes armas si no son las palabras. Tristes. Tristes. Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes. Tristes. Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias


Lo que impide que la gente conviva no es la diferencia sino la estupidez. Anna Gavalda, Juntos nada más


Es cierto que están los recuerdos, pero alguien los ha electrificado y conectado a nuestras pestañas, y en cuanto nos vienen a la cabeza, nos queman los ojos. Mathias Malzieu, La alargada sombra del amor


Y no lloraba, pero me daba cuenta de que mi voz estaba húmeda, como empapada de las lágrimas que últimamente se resistían a brotar de mis ojos, que tal vez caían hacia dentro, sobre el montoncito de piedras que iba tapando más y más cada día el corazón. Ana María Matute, Paraíso inhabitado


Y comprende (…) que su país está lejos. Que su país, en cierto modo, ya no existe. Ya no es más que fragmentos de recuerdos y sueños que sólo sobreviven en su cabeza de hombre viejo y cansado. Philippe Claudel, La nieta del señor Linh


Así es el mundo y así los hombres. Ved. Nuestra historia, ese mar, ese inmenso depósito de sufrimiento anónimo, ved cómo se recoge todo en él: injusticias calladamente devoradas, humillaciones, puños a escondidas crispados y llantos, conmovedores llantos inaudibles de los que nada esperan ya de nadie… Gil de Biedma, Las personas del verbo


Yo creo que las guerras las ganan las poblaciones que no se rinden. Que insisten en seguir manteniendo la cotidianidad frente al horror. Rosa Montero, Los tiempos del odio


Hay que negarse a que el futuro sea un lugar quimérico desde el que se puedan borrar los derechos humanos del presente, porque esta dinámica en realidad deja al presente sin futuro.

Luis García Montero, Las palabras rotas


Y ahora ¿qué será de ti? ¿Quién nos acogerá en esta hora del mundo? A los que gustan de pasear y leer, a los que hablan en voz baja, (…) los que se limitan a vivir, sin más ambición que gozar de cuanto no tiene valor. ¿A dónde iremos, quién nos acoge o qué será de nosotros en esta hora del mundo? Antonio Enrique, Reino maya


Contra el totalitarismo del odio no hay más que el totalitarismo del amor. Walt Whitman, Canto a mí mismo


Mirar para otro lado parece que cura, pero en realidad agranda nuestra frustración y nos empequeñece como seres humanos. Carlos del Amor, Confabulación


Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la Historia. Walt Whitman, Canto a mí mismo


Al fin voy a volver donde las cosas ya no están.

María Luisa Elío, Tiempo de llorar


Betty murió de tristeza. Algunos se ríen al oír esta frase, pero eso es porque no sabe nada de las cosas de la vida. La gente se muere de pena. Ocurre todos los días y seguirá sucediendo hasta el fin de los tiempos. Paul Auster, Un hombre en la oscuridad


Permanecieron así hasta que cayó la noche, y ya no les quedaban lágrimas, y guardaron silencio porque ya no había palabras. Nadie, dijo él, ha inventado todavía las palabras para un momento así. Lloyd Jones, El señor Pip


¿Alguien podrá algún día reconstruir las líneas tapadas por el lodo de una historia grotesca, a izquierda y a derecha de un inmenso vacío? ¿O ya no habrá esperanza de que algo recomience, de ver alzarse airosos árboles interiores con raíz y follaje y pájaros eternos? Ida Vitale, Tiempo sin claves


Y hay mucha gente que se calla, que mira hacia otro lado, y que se mete todos los días sobredosis de indiferencia, porque quizás ignora que la indiferencia mata. Pero también hay gente que escucha, traduce e interpreta todas las lenguas del dolor. Manuel Rivas, Zona a defender


En mi mano derecha llevo dos lágrimas que ningún viento puede secar: Se llaman España María Teresa León, Memoria de la melancolía


Debajo de las palmeras, junto al río, me senté llorando. De todo el ancho mundo no hubo nadie que se preguntase por qué lloraba. Y así seguí, desbordando la copa de los nenúfares con lágrimas frías como mis temores. John Keats, Libro IV Endymion


Sin embargo, teníamos sueños, fuerza y resistencia, y no hay disparo por la espalda capaz de acabar con todo eso. Elvira Sastre, Días sin ti



Dejadme la esperanza Miguel Hernández


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