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Econo AGOSTO DE 2015

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EDICIÓN NÚMERO 6

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Dirección General Aram Aharonian y Carlos Alberto Villalba

ECONOMÍA POPULAR se hace camino al andar

ENTREVISTA A CHINO NAVARRO

LA DEUDA COMO INSTRUMENTO

EL CAMINO DEL DESARROLLO

El titular del bloque bonaerense de Di-

Una definición sobre el papel del Estado

Una visión del espacio de pensamiento

putados del FpV y referente del Movi-

como garante de los intereses nacionales

económico que considera que la próxima

miento Evita propone la creación de un

y sectoriales, que defina la necesidad de

etapa del país será a partir del consen-

vínculo institucional entre el Estado y

usar esa herramienta financiera, de qué

so entre las principales fuerzas políticas,

los trabajadores del sector informal.

forma, por qué razón y con qué objetivo.

económicas y sociales del país.

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ENTREVISTA

fernando “chino” navarro. diputado

EconoSur

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l presidente del bloque de Diputados bonaerense del Frente para la Victoria, Fernando “Chino” Navarro, dialogó con el Suplemento EconoSur sobre la problemática de la Economía Popular, acerca de los desafíos que ésta tiene por delante y de su importancia para el desarrollo del país. “Tenemos que dejar de ver a los actores de la Economía Popular como individuos que se deben asistir con políticas sociales”, declaró el referente del Movimiento Evita. –¿Cómo definiría a la Economía Popular? Puede pensarse como todo lo que queda por fuera de la economía de mercado, la “tradicional”. A partir de esta simplificación, se puede incluir dentro de este grupo a todos los sectores que han sido capaces de generarse trabajo y de encontrar una forma de subsistencia en un mundo en el que coexisten un sinfín de realidades ligadas fuertemente a la informalidad. Un rasgo característico de la Economía Popular es la inexistencia de la relación empleado-patrón. Los trabajadores son sus propios jefes, pero al mismo tiempo esta cualidad de jefe no los convierte en patrones; ¡siguen siendo principalmente trabajadores! En otras palabras, su realidad de clase no se pierde debido a la forma de organización productiva alternativa que desarrolla. –¿Qué sectores componen la Economía Popular? Podemos incorporar a muchos sectores que producen a baja escala, como aquellos actores que generaron su propio trabajo, por ejemplo cartoneros, vendedores ambulantes o jardineros, además de la Agricultura Familiar, ese campesinado multicolor, esos actores que pueden darles un camino real a las economías regionales, con una valorización que pase por el trabajo, por ofrecer productos no industrializados, que también incluye al trabajo artesanal; un espacio en el que sea posible pensar en otros valores y no sólo en toneladas por hectárea. –Además de inversión y organización, ¿qué otros aspectos se deben tener en cuenta para desarrollar este sector de la economía? Si hablamos de inversiones, de organización, de darle derechos a cada una de las expresiones que componen el sector, hay que definir cómo se logra la creación de un vínculo institucional entre el Estado y los trabajadores del sector. Un aspecto determinante es dejar de considerar a los actores de la Economía Popular como individuos a los que se debe asistir a partir de políticas sociales. Hay que considerarlos trabajadores que requieren de una mayor organización de su trabajo y que necesitan que se los incluya en las políticas económicas definidas por los distintos gobiernos. El Estado

REFLEXIONES SOBRE LA ECONOMÍA POPULAR

La tecnología es imprescindible y sería un error desplazarla de los procesos de producción, pero no debe transformarse en sustituto de la mano de obra.

está obligado a pensar en políticas integrales que les brinden los instrumentos necesarios para protegerse de los grandes actores de la economía. –¿Es posible pensar una economía donde el empleo sea la prioridad frente a la eficiencia productiva o a la acumulación de riqueza? El papa Francisco se refirió al culto al dinero que ha ido impregnando a toda la sociedad. El mundo se rinde a los pies del Dios Dinero; individuos, corporaciones, bancos, países, todos bajo el dominio del dinero por el dinero mismo. Ante un escenario mundial de crecimiento exponencial de la población, significativa concentración de la producción, globalización y transnacionalización de las decisiones de inversión, y de generación de rentas sobre el capital invertido, es muy probable que grandes mayorías de sectores trabajadores en el mundo queden excluidos de los procesos productivos más dinámicos. Creemos que la Economía Popular puede ayudar a generar nuevos paradigmas. Un desarrollo más humanizante, con el foco puesto en el trabajo con derechos, con una remuneración digna, y que sea parte de un proyecto de vida más amplio. No pensamos esta economía como una forma de acumular riqueza en manos de unos pocos, o sólo para que los más aptos se lleven la mejor parte. Tampoco creemos en una economía sin pujas, sin competencia, o donde se dé una perfecta armonía; creemos en esos ideales, pero estamos convencidos de que ese estadio de conciencia colectiva es muy difícil de alcanzar. Lo esperanzador, dentro de este escenario complicado y desalentador, es que las personas ya no toleran vivir mal. La definición de una nueva estructura política, económica y cultural debería transformarse en algo inevitable. –¿Qué rol debe tener la tecnología dentro de la Economía Popular? La tecnología es imprescindible, sería un error tratar de desplazarla de los procesos de producción, pero no debe transformarse en un sustituto de mano de obra. Hay que recuperar el papel que tuvo en sus comienzos, aumentar la producción y generar nuevas oportunidades. Si se logra esto, puede ser un instrumento eficaz para lograr ambos objetivos de manera simultánea. Por otro lado, no toda la producción debe tecnificarse necesariamente; también es muy importante revalorizar las tareas manuales, esas tareas donde lo artesanal le da un valor agregado a lo producido n


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EL ESTADO SERÁ UN ACTOR PRINCIPAL l margen de las urgencias de los tiempos elecA torales que corren en la Argentina del 2015 y de su función al frente del bloque parlamentario del

FpV en la Legislatura bonaerense, Chino Navarro se detiene a reflexionar sobre los temas que considera centrales para avanzar sobre las cosas que faltan en el país, sobre todo, las vinculadas a los sectores más empobrecidos y marginados de la producción. Como al conjunto de las organizaciones populares que recibieron el 27 de julio pasado a Daniel Scioli en la fábrica IMPA y de la dirigencia del Movimiento Evita, la Economía Popular está al tope de la agenda inmediata. A su juicio, la Economía Popular debería tener como objetivo alcanzar una mayor producción y de mejor calidad; sin embargo, hay muchas dificultades para lograrlo por la falta de coordinación entre los distintos trabajadores de un mismo sector, así como también la carencia de logística de la propia cadena de valor. Navarro considera que si se logra la institucionalización de los procesos, y se desarrollan políticas estatales que permitan a estos actores generar un mayor volumen de producción, las posibilidades de éxito serán reales. Se encarga de marcar que, desde la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), y desde otras experiencias con la misma orientación y compromiso, se está tratando de darle un marco organizativo. –En general, hay un prejuicio que lleva a mirar todo lo vinculado a lo popular como algo de “menor calidad”. ¿Qué se debería hacer para revertir esta mirada? Es importante trabajar para alcanzar un piso mínimo de calidad. Es necesario lograr homogeneidad entre productos del mismo tipo, lo que permitirá obtener un cierto estándar productivo que podría ayudar a posicionar lo que se produce en los sectores populares. –¿El desarrollo de la Economía Popular es algo que

contribuiría a la armonía de la vida del país? Contribuir al desarrollo de estos actores económicos constituye un aporte importante para generar una economía más sana e inclusiva. Necesitamos equilibrar el desarrollo de las pequeñas unidades agrícolas para que puedan contener a nuestros compatriotas en el campo. Debemos evitar que su única opción sea venir a trabajar a las grandes urbes y verse obligados a vivir en barrios precarios como consecuencia de los que especulan con el valor de la tierra. Si a través de la agricultura familiar se logra abastecer a las economías regionales, además se estaría aportando a una solución directa al problema de la inflación y profundizar el concepto de justicia social.

–¿Es posible que esto suceda sin un papel activo del Estado? Es importante resaltar que el Estado es un actor crucial dentro de la economía. En general, por acción u omisión, juega un rol determinante en las economías de los países y se vuelve indispensable para que la Economía Popular pueda organizarse y contar con recursos como los financieros o logísticos. En este sentido, es fundamental plantear la institucionalización de la Economía Popular a través de la creación de un Ministerio de Economía Popular. Quienes hablamos de Economía Popular y vemos al Estado como gran articulador y regulador, pensamos que se debe poner especial énfasis en el desarrollo sustentable de esta economía n

Ciencia y técnica al servicio de todos

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l ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao, consideró que el sistema científico argentino podría contribuir con un impacto fuerte y positivo sobre la economía popular. El funcionario reconoció que no siempre se ha asociado a la ciencia y la tecnología con los proyectos sociales, sin embargo, se enorgullece de que en la actualidad existen ejemplos concretos de articulación. En tal sentido, se refirió a la inauguración de una planta para el hilado de fibra de guanaco en Malargüe (Mendoza). El proyecto fue presentado por la cooperativa Payún Matrú, que trabaja en el arreo de guanacos para esquila sin procesar la fibra. Con un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, en colaboración con el Conicet, el INTI y la municipalidad local, lograron poner en marcha la planta en la que se obtiene un producto de alta calidad, con un valor de mercado de US$ 700 el kilo, cien veces más que la lana de oveja. En la localidad catamarqueña de Londres, se puso en valor a la que se conoce como la “última ciudadela inca”, El Shincal, un recurso de enorme atractivo turístico pero que sólo era conocido por los arqueó-

logos. Junto al Ministerio de Turismo se mejoró la infraestructura y se montó un museo, con lo que se espera el incremento del turismo en la localidad, con el beneficio consecuente para los pobladores. Barañao presentó ante Miradas al Sur a estos dos ejemplos de poblaciones con escasas o nulas alternativas productivas y que “jamás habían recibido nada del sistema científico”. Para el ministro, de todos modos, “queda mucho por hacer en lo que tiene que ver con las economías regionales y la posibilidad de diferenciar sus productos para poder entrar en condiciones ventajosas a los mercados”. “El Estado –agregó– tiene que dar un paso más allá y gerenciar los proyectos. Lo que se hizo junto a la cooperativa Payún Matrú fue posible porque había investigadores del Conicet que trabajaron con la comunidad, la orientaron para presentar las solicitudes de fondos y hubo, por parte de los trabajadores del Ministerio, una voluntad muy grande para estructurar estas propuestas”. Por último, consideró que éste es el formato a replicar en las distintas regiones del país “y a partir de ahí ir superando la brecha de oportunidades que todavía existe” n


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UN REGISTRO PARA EL SECTOR

Martín Navarro *

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a definición de políticas concretas relacionadas con la Economía Popular exige contar con información precisa sobre quiénes son sus actores. Los instrumentos que podrían proveer mucho de esos datos son los registros de los distintos sectores económicos. Por este motivo, una de las primeras herramientas a construir es un Registro Único de la Economía Popular, que pueda contener e incorporar toda esa diversidad de experiencias y a las personas que las protagonizan. El primer paso hacia esa recopilación de alcance nacional es la elaboración de una encuesta amplia, que permita al Estado definir quiénes son parte de ese sector de la economía. Ese registro debe atender a la mayor cantidad de componentes posibles, aunque esté dirigido a determinados sectores; de ese modo, podrá manejarse con la flexibilidad necesaria que permita la contención del conjunto y evitar marginaciones. Otro aspecto importante es la coordinación del instrumento por parte del Estado nacional, que cuenta con capacidad para llegar a cada rincón del país, además de poseer facultades para darle un marco de legitimidad, no sólo al Registro sino a todos sus trabajadores registrados. El Registro Único de la Economía Popular deberá cruzarse con otras bases de datos, pertenecientes a los entes con los que la autoridad de aplicación

del accionar de la Economía Popular concrete acuerdos y convenios, cruzando datos con organismos como Anses, el Registro Nacional de las Personas o el Indec. Que un Registro se cruce con otras informaciones y se retroalimente hace que las bases de datos que genera sean más dinámicas, más sólidas y extendidas. Los datos permitirán realizar estudios cualitativos y cuantitativos sobre el sector, que faciliten la lectura de la estructura y los indicadores socioeconómicos de la Economía Popular. Además de generar referencias para el diseño de las políticas económicas, esta herramienta también servirá de referencia para todos aquellos que estén dentro del Registro puedan acceder a la mayor cantidad de programas y beneficios que impulse el Estado. Además, aportará a la visibilización de un sector excluido de las estadísticas a lo largo de décadas. ¿Para quiénes?

La heterogeneidad de la Economía Popular exige un diseño complejo para su propio registro y para la implementación del dispositivo que permita lograrlo en todo su arco sectorial y con el despliegue territorial pertinente. El sector cuenta con miles de experiencias individuales y asociativas; por lo tanto, las encuestas y los equipos que las apliquen deberán estar preparados para esa realidad compleja. La lista de oficios a registrar parte de un piso que, sin duda, irá creciendo

a medida que la institucionalización de las políticas dirigidas hacia ellos se desplieguen, se visibilicen e instalen. Entre esos oficios se pueden contar a partir de un rápido ejercicio alfabético: afiladores, agricultores familiares, albañiles, artesanos, bloqueros, camioneros, carniceros, carpinteros, cartoneros, chapistas, cocineras, cortadores de pasto, cuidadores, dibujantes, electricistas, enfermeras, fleteros, gasistas, gomeros, herreros, kiosqueros, ladrilleros, limpiavidrios, manicuras, mecánicos, modistas, motoqueros, panaderos, pescadores artesanales, pintores, planchadoras, plomeros, profesores particulares de gimnasia, música, danza, idioma, secundaria, matemáticas u otras materias, remiseros, técnicos electromecánicos, de PC, audio o tevé, tejedores, trabajadoras del hogar, trabajadoras sexuales, trapitos, verduleros… y muchos más. El Registro también reconocerá a aquellas experiencias asociativas, comunitarias, cooperativas, mercados populares, empresas recuperadas, organizaciones y sociedades de hecho, insertas en el sector. Lo que ya existe

En la actualidad existen distintos registros de importancia para este proceso de empadronamiento. La Secretaría de Agricultura Familiar tiene dos que van en este sentido: el Registro Nacional de Agricultores Familiares (Renaf), que agrupa a todas las familias del sector, y el Registro Nacional de Organizaciones de la Agricultura

Familiar (ReNOAF), en el que se inscriben el conjunto de organizaciones que trabajan en el tema. Ambas herramientas incluyen desde pequeñas experiencias de pescadores artesanales hasta pueblos originarios. Por su parte, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) agrupa a cooperativas y mutuales, dos actores centrales de la Economía Popular; cuenta con el registro más importante de cooperativas, además de desarrollar programas de capacitación, microcréditos y de ayuda financiera para el sector. Otro registro de vital importancia para la Economía Popular lo constituye la base de datos que construyó la Mutual de Senderos, la obra social de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que ya cuenta con cerca de 12 mil afiliados de todo el país. Todas estas experiencias jugaron papeles muy importantes para la legitimación del sector. El Registro Único de la Economía Popular no arrancará de cero, al menos estas tres experiencias, a las que seguramente se incluirán otras, ya recorrieron con éxito parte del camino y son una fuente de información que permite conocer mejor al sector y aplicar políticas con mayor precisión. El Registro Único deberá diseñarse apuntando a constituir uno de los instrumentos centrales de las políticas de la Economía Popular n * Coordinador de la Mesa de Economía del Movimiento Evita.


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La Deuda Financiera como instrumento Ariel Geandet*

“Mi madre empezó a comprar de fiado. A mi padre eso nunca le había gustado. El crédito –decía siempre– es el primer paso hacia las deudas, es el principio de la vuelta a la esclavitud.”

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Malcolm X

l de Argentina es uno de los casos más claros a escala mundial de las consecuencias del exceso de endeudamiento público y privado. También ha sabido tener gobiernos que utilizaron el instrumento de la deuda para sostener políticas económicas inconsistentes, por ejemplo el “deme dos” de los 70 y la convertibilidad en los 90. Durante esos períodos, sus gobernantes fueron los alumnos ejemplares de la apertura financiera y, posteriormente, del Consenso de Washington, con sus recomendaciones de apertura comercial, desregulación del mercado doméstico, las privatizaciones y la extranjerización. Lo que no se logró durante la dictadura, “Menem lo hizo” en democracia. Sin embargo, sería injusto atribuirle todo el peso del proceso de deuda argentino a los últimos 50 años. No hay que olvidarse del pacto Roca-Runciman, de 1933, y al Julito, hijo del etnocida patagónico diciendo con orgullo como vicepresidente de la Nación que “se podría decir que la Argentina ya es una parte integral de la economía del Imperio Británico”; por suerte, también tuvimos un Lisandro de la Torre, quien demostró que no todo estaba dicho. Con lo cual, las “relaciones carnales” tampoco deberían sorprender. Por otra parte, hay que consignar que la deuda no sólo es un préstamo de dinero; conceptualmente y de forma amplia, se puede considerar deuda a cualquier compromiso futuro sobre los intereses nacionales de la patria, sean sociales, políticos o económicos. Muchas incursiones militares durante el siglo XIX fueron financiadas con la entrega de tierras y otros derechos, que consolidaron una oligarquía con poder económico, político y simbólico. En este sentido, habiendo dejado claro que la deuda financiera no es la única deuda que nos deba preocupar, hay que reconocer que la deuda externa fue el determinante principal para los países latinoamericanos en los últimos 50 años y que también constituyó un argumento en favor de la entrega de los intereses nacionales. Basta con recordar, en el caso argentino, el intento por legislar la flexibilización laboral durante el gobierno de la Alianza como parte de las negociaciones con el FMI.

Desendeudamiento

La política de desendeudamiento y las renegociaciones de deuda en 2005 y 2010 corrigieron estructuralmente nuestra dependencia de cuasi escla-

to intra Estado. Es decir, no es incorrecto que el BCRA o la ANSES financien al gobierno central, se pueden discutir los límites y las formas, que de hecho están normados por ley en nuestro país, pero no se debe sustituir ese tipo de deuda por deuda externa, con la intención de liberar recursos en moneda local. La nueva deuda en dólares –ya sea con argentinos o con inversores del exterior–, puede utilizarse, por ejemplo, para potenciar la producción de las economías regionales y de la agricultura familiar, capitalizando dichos sectores y cuidando la creación de nuevos puestos de trabajo. Es necesario recomponer los incentivos para que las pymes innoven dentro de nuestro mercado doméstico y que se animen a sustituir importaciones ya que, junto con la Economía Popular, son las que crearán miles y miles de puestos de trabajo. Las grandes empresas deberán pensar en compensar sus desbalances comerciales y fabricar no sólo para vender dentro de nuestro país, sino que comiencen a exportar. Es la única manera de pensar en un proceso que ingrese capitales, tanto por inversión extranjera directa y por deuda que sea sostenible en el tiempo. Si no se logra integrar las pymes a los sectores productivos para sustituir importaciones, o que las grandes empresas comiencen a exportar, los recursos que ingresen hoy sólo incrementarán la dependencia, ya que se comprometerían recursos futuros en concepto de utilidades y dividendos o de importaciones de bienes intermedios atados a las mayores ventas producidas por un mayor crecimiento económico. Saber para qué

vitud. Por esto mismo es que se debe proteger lo logrado, reconociendo al mismo tiempo las oportunidades que brinda el obtener recursos necesarios para profundizar nuestro desarrollo. El mismo debe ser inclusivo, además de tener que utilizarse para consolidar políticas hacia los sectores populares y no para el impulso de nuevos planes sociales. El país debe pasar a una nueva etapa, que implique políticas económicas que reconozcan a los sectores de la economía popular como parte de las cadenas de producción, con capacida-

des de agregar valor a la economía y de acompañar el crecimiento de otros sectores de forma armónica. Como principio básico esto implica no tomar nueva deuda para pagar gastos corrientes, como podrían ser los subsidios a la clase media, las grandes empresas o los programas dirigidos a los sectores populares. El desafío de la próxima administración será compensar los flujos domésticos (subsidios, salarios, rentabilidad empresarial, impuestos, gasto e inversión pública) sin cambiar la estructura de financiamien-

Crecimiento con trabajo sigue siendo el objetivo primordial. Sin embargo, la nueva generación de políticas económicas debe ser más amplia que lo que se discute en los centros de debate de la producción tradicional. La Economía Popular necesita financiar su salto cualitativo, al mismo tiempo que protege su capacidad de generar trabajo y arraigo territorial, evitando que se la transforme en un nuevo polo hipertecnificado, cuyo único objetivo sea incrementar exponencialmente su producción. Por eso es imprescindible un Estado presente, única herramienta que puede funcionar como intermediario y garante de los intereses nacionales y sectoriales, en el marco de tensiones entre los locales y los extranjeros, tanto en el tema deuda como en la discusión de la matriz productiva, que sabemos que van a presentarse. Las decisiones que se adopten deben ubicarse siempre del lado del pueblo, porque no se debe endeudar, en su sentido amplio, a las futuras generaciones con decisiones incorrectas. Entender que la deuda financiera es sólo un instrumento permite discutir el fondo de la cuestión y, si llegase el momento de tomar deuda financiera, primero habrá que pensar ¿cómo?, ¿para qué? y ¿por qué? Lograr las respuestas correctas para tomar las medidas adecuadas n * Director ejecutivo del Centro de Investigaciones Socio-económicas de Buenos Aires (CISBA)


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Ezequiel Barbenza

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a llamada primera Revolución Industrial del siglo XVIII redujo el trabajo manual a una explotación de masas sin derechos sociales, en función de la naciente mecanización de la producción. En ese momento comienzan a desarrollarse conceptos como los de propiedad privada y asalariado, que hoy resultan tan familiares. La burguesía se afianza como propietaria de los medios de producción (maquinaria industrial, grandes extensiones de tierra), y el trabajador como poseedor de su fuerza de trabajo. Ante esta nueva conformación del poder económico, los primeros economistas clásicos desarrollaron el concepto de mercado de trabajo: las necesidades de los dueños de la producción y la competencia entre trabajadores determinarían a partir de entonces la cantidad, la remuneración y las condiciones laborales de la mano de obra ocupada. Los Estados comienzaron a responder a estas necesidades aboliendo leyes y programas de asistencia y trabajo para los más necesitados. Estas y otras modificaciones provocaron la expulsión de campesinos de sus tierras y generaron gran cantidad de mano de obra para servir a estos dueños del capital. El desarrollo tecnológico de la maquinaria productiva y la consecuente aparición de la gran industria reorganiza a la producción. La explotación del asalariado es reemplazada por un sistema –fordista– en el que las condiciones laborales (límites horarios en la jornada de trabajo, salarios y ambiente laboral dignos) se constituyen en pilares fundamentales para aumentar los niveles de producción de las empresas. La aparición de tiempo ocioso y las funciones del Estado cubriendo las necesidades sociales se erigen como aliados perfectos para la otra pata de este sistema: el consumo. Hasta mediados de los años 70, entonces, se organiza un sistema donde gran parte de la población (los asalariados) vende su fuerza de trabajo a un precio que le permite acceder a muchos bienes, los que se producen en masa y se venden a un precio alcanzable. A principios de esa década, los medios de producción ya estaban concentrados. La mayor internacionalización del comercio de bienes y el desarrollo de instrumentos financieros comienzan a reorganizar la generación y acumulación de la riqueza. El nuevo objetivo de los dueños de la producción y la riqueza pasa a ser la generación de renta financiera. Es decir, simplemente, generar dinero a partir del propio dinero. Una vez más, la organización empresarial se transforma, los Estados nacionales y organismos internacionales colaboran creando, derogando o reformando leyes y normativas. El símbolo de estas nuevas regulaciones es el llamado Consenso de Washington de los años 90. El nuevo mercado de trabajo

Este nuevo sistema pone en marcha la fase actual del capitalismo. Los dueños de los medios de producción buscan reproducir su riqueza a través del sistema financiero. La tecnología, funcional a esos objetivos, hace que hoy se necesite menos mano de obra para producir más

NUESTRA ECONOMÍA Cuando a una integrante de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), le preguntaron qué era eso, contestó con tanta sencillez como acierto. “Es nuestra economía”, sentenció con precisión de diccionario, pero con síntesis de siglos de historia, exclusión y supervivencia.

La función del Estado Nestatal acorde a esas necesidades. Por ejemplo, la Revolución In-

ada de lo aquí expuesto hubiese sido posible sin una organización

dustrial provocó la ruptura de la sociedad feudal y de su distribución sociodemográfica. Para que ese proceso pudiera ser llevado a cabo, se necesitó de la creación de nuevas formas de relaciones sociales y de la creación del Estado-Nación, articulador del nuevo orden socioproductivo, superando la organización feudal. El papel de los Estado-Nación como articuladores fue reemplazado rápidamente por la teoría clásica de las libertades individuales, fomentada por la nueva clase burguesa, dueña de los medios de producción. Es el principio de la dominación de las teorías del laissez-faire, el dejar hacer, con el que buscaban limitar la intervención del Estado en la economía, y que hoy por hoy domina el pensamiento y el accionar de gran parte de quienes toman las decisiones en el mundo n

bienes. El objetivo de producción pasa entonces por generar relativamente menos productos, pero a un precio mayor. La mayor competencia entre trabajadores por menos puestos de trabajo creados reduce el salario que los dueños de la producción están dispuestos a pagar. De ese modo se destruyen muchos de los derechos sociales obtenidos en la etapa anterior del capitalismo. Este proceso lleva a un nivel de endeudamiento continuo, para adquirir nuevos bienes y para producir. La apropiación de la renta se concentra en dos segmentos: los procesos industriales de alta tecnología y el sistema financiero. El trabajador, dentro de este sistema, ofrece su renta a unos pocos. La concentración de la producción, la presencia mundial de los grandes grupos de producción y comercialización hace que la mayoría de la mano de obra ocupada sea empleada por estos grupos. A la hora de


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Evolución de la población l aumento de la natalidad y la E reducción en la tasa de mortalidad, seguido por un incipiente

proceso de urbanización, provocó un salto demográfico sin precedentes desde aquel siglo XVIII. En los últimos 200 años, la población mundial se multiplicó por siete, pasando de 1000 millones a 7000 millones de habitantes. Las dificultades causadas por ese salto podrían haberse solucionado buscando una alternativa al tipo de organización individualista que procuraba el capitalismo; sin embargo, sólo provocó mayor concentración de los medios de producción y de la tierra, con el fin de poder dar un

consumir, lo más probable es que consuma lo producido o comercializado por estos grandes grupos. Y si están bancarizados, no son muchas las opciones. Si se tiene en cuenta que menos de cien mil personas (0,0014% de la población mundial) concentran una riqueza equivalente al 26% de la riqueza anual global, y que los veinte bancos más grandes del mundo agrupan más del 60% de toda la riqueza personal y son accionistas de corporaciones vinculadas a casi el 40% de la producción mundial, es fácil darse cuenta para quién trabajamos, a quién le compramos los productos y, en definitiva, quién se lleva nuestra riqueza. Los muros actuales del capitalismo

En los últimos 40 años, los saltos tecnológicos en la producción de bienes y de servicios condujeron a una concentración cada vez mayor. En un comienzo, como una decisión geopolítica de las potencias hegemónicas; con la transnacionalización de esos procesos a escala mundial, en la actualidad ni los Estados pueden enfrentarse a una lógica de maximización de la renta financiera por sobre cualquier otro eje ordenador. Las sociedades se han financiarizado en lo productivo, en sus patrones de consumo y hasta en el plano cultural. La Economía Popular no se refiere a nuevos hombres más solidarios, a estructuras ideales o a relaciones impracticables. La Economía Popular son las

La tecnología La innovación tecnológica más importante del Estado de Bienestar fue la masificación de la producción, buscando que cada obrero también se convirtiese en un potencial consumidor. Hoy por hoy, sólo segmenta fuertemente los ingresos de quienes logran ser incluidos dentro de estas lógicas de consumo de aquellos que quedan afuera y perciben ingresos de subsistencia, tanto desde el sector productivo como desde la generación de la renta financiera.

salto de productividad para hacer frente a las nuevas necesidades que el propio sistema era responsable de generar en primer instancia. El crecimiento demográfico constituye una de las principales razones de la exclusión. Los patrones actuales de consumo, generados por el propio capitalismo, necesitan un gran consumo de energía: petróleo y gas para combustible, energía para aire acondicionado y calefacción, agua, litio y otros minerales para la tecnología… Si todos los países tuvieran el nivel de consumo promedio de los Estados Unidos, no alcanzarían los recursos naturales de cinco planetas Tierra para sostenerlo n

mujeres y los hombres que día a día sufren la exclusión que aquí se intenta conceptualizar. Aquellos que quedan del otro lado de los muros del capitalismo, el que levantan los dueños de los medios de producción que cada vez necesitan menos mano de obra y aplastan cualquier intento de generación de nueva producción. El muro que levanta el sector financiero, al impedir el acceso a créditos productivos o herramientas de financiamiento a los más desfavorecidos. El muro tecnológico, que sólo se desarrolla según las necesidades de los más grandes. El muro de distintos sectores del Estado, que invisibilizan al excluido, proponen el voto de leyes municipales que ilegalizan su trabajo, utilizan los recursos de todos para seguir favoreciendo a unos pocos dueños. Y nuestro muro; aquel que levantamos día a día detrás de nuestro propio individualismo, respondiendo a las aspiraciones de consumo y a un modo de vida fabricado por el propio capitalismo. Detrás de esos muros están las mujeres y los hombres que intentan sobrevivir, crear nuevas actividades productivas o proteger formas milenarias de producción y trabajo. Son quienes intentan generar el mango de manera individualy que comienzan a agruparse en nuevas formas de organización, producción y comercialización. Detrás de esos muros está naciendo la Economía popular. Nuestra economía n

INFORMALIDAD LABORAL EN AMÉRICA LATINA María Eva Bellini Periodista

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ara entender los procesos de producción, las estrategias de organización e inserción laboral en la estructura productiva y en las formas de representación sindical de los trabajadores es esencial analizar las transformaciones en las formas de empleo y autoempleo generadas por parte del Estado, instituciones o gubernamentales, organizaciones sociales o gremiales. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el concepto de trabajo constituye una categoría más amplia que la de empleo, dado que el primero comprende al “conjunto de actividades humanas, remuneradas o no, que producen bienes o servicios en una economía, o que satisfacen las necesidades de una comunidad o proveen los medios de sustento necesarios para los individuos”; mientras que con la noción de empleo se hace referencia al “trabajo efectuado a cambio de pago (salario, sueldo, comisiones, propinas, pagos a destajo o pagos en especie) sin importar la relación de dependencia (si es empleo dependiente-asalariado, o independiente-autoempleo)”. Es decir que, para que se lo considere desocupado, alguien debe carecer de trabajo, buscarlo activamente y estar disponible y dispuesto a trabajar de inmediato. Para el organismo de Naciones Unidas, empleo informal se refiere a situaciones que se dan tanto en empresas del sector formal de trabajo (incluye trabajadores familiares y asalariados), en empresas del sector informal (incluye trabajadores por cuenta propia, empleadores, asalariados y miembros de cooperativas) y al trabajo en hogares (incluye a trabajadores por cuenta propia y asalariados). Por lo tanto, un trabajador, en relación de dependencia o no, que desarrolle sus actividades a cambio de un pago, tanto en la economía formal o informal, y que no puede acceder a la jubilación, cobertura de salud ni a un pago que corresponda mínimamente con lo determinado en los Convenios Colectivos de Trabajo por rama de actividad y/o por el Consejo del Salario, será interpretado como trabajador con un empleo informal. Las estadísticas de los últimos años en América latina indican que mientras la tasa de empleo se ha mantenido, la tasa de desempleo continúa con esa tendencia, pero disminuye su ritmo de decrecimiento, y la tasa de empleo informal tiene una brusca caída hasta el año 2011, cuando comienza a estabilizarse, con un decrecimiento del 11% en 2013 respecto a los valores del año 2008 para la región. Entre los países que tienen menor tasa de empleo informal figura Uru-

guay, con una reducción del 14% para el año 2013 respecto a 2009; en segundo lugar se encuentra Brasil, con una reducción del 12%; luego Argentina, con una reducción de sólo del 5%, siendo uno de los países con menores indicadores de reducción. Siguen en orden de crecimiento Ecuador que, con un 19%, es el país con mejor índice de reducción; México, Colombia, Perú y Paraguay (con una tasa actual de empleo informal del 70%). El promedio para los años 2009-2013 de la tasa de empleo informal en la economía informal para la región fue de 30%. Si se relaciona el nivel educativo alcanzado con la tasa de empleo informal, los trabajadores que sólo cuentan con el nivel primario, la tasa de empleo informal para la región promedia el 65%, siendo 20 puntos porcentuales superior al promedio general, y unos 30 puntos a los índices de trabajadores del sector de la economía informal. Entre los trabajadores con nivel medio, el índice de empleo informal oscila alrededor de los niveles generales, mientras que para quienes cuentan con estudios superiores la tasa desciende al 27%. Para cada uno de estos tres escalones, los casos más severos se observan en Perú y Paraguay. Por último, si se pone el foco sobre los jóvenes, en los trabajadores entre 15 y 24 años se observa que la tasa de empleo informal es superior al promedio general. Sin embargo, al diferenciarpor sector económico (informal o formal) en el cual desarrolla su actividad se visualizan las mismas tendencias. La informalidad laboral en Latinoamérica ha presentado signos de mejoramiento; sin embargo, aún queda mucho por realizar, en particular entre los trabajadores jóvenes y los adultos que no pudieron realizar o completar sus estudios secundarios. Si bien es una problemática que caracteriza al sector informal de la economía, también aparece en el formal y constituye una prioridad en la búsqueda de mejora de las condiciones laborales n


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hacia un desarrollo nacional SERGIO WOYECHESZEN Y MERCEDES LA GIOIOSA *

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rgentina está cerrando un período de profundas transformaciones en materia productiva y social, que la colocan en una posición inmejorable de cara al desarrollo nacional. Este salto requiere profundizar muchas de las acciones que se han venido llevando a cabo durante estos últimos años y conducir a otras nuevas, tendientes a conformar un sendero que combine el sostenimiento de una demanda efectiva pujante –clave para inducir inversión y mejoras de productividad– con un fuerte cambio estructural. Esto último supone la definición de un escenario estratégico hacia delante, donde el Estado juega un rol tan preponderante como indelegable, explicitando objetivos (valor agregado en origen, integración nacional, innovación, exportaciones y empleo) y definiendo metas cuantificables de cambio hacia dentro de distintas cadenas sectoriales para poder viabilizarlos. Este ha sido el camino que se trazó desde un inicio la Fundación Desarrollo Argentino, en cabeza de Pepe Scioli, quien nos pidió ir definiendo cuáles serían los lineamientos económicos y productivos de cara al desarrollo, los cuales se han ido materializando a través de una construcción colectiva que involucró a catorce cadenas de valor y treinta y seis sectores de actividad, a lo largo de todo el país. Construcción que sigue hoy identificando cómo traducir los objetivos a una programación anual, operativa, que asegure la ejecución de lo planificado. El punto de partida en cada caso es el de las oportunidades que cada cadena y rubro tiene a nivel global, la dinámica que han venido mostrando en los últimos años así como los principales desafíos hacia delante, fijando prioridades de política en torno de una competitividad que sólo entendemos en sentido integral. Esto es, atendiendo tanto las necesidades de infraestructura (vial, ferroviaria, portuaria, energética, entre otras), la capacitación de mano de obra, y el apoyo institucional a la creación y desarrollo de empresas como a los dos motores claves de todo proceso de desarrollo: innovación en cada cadena de valor, en cada eslabón, y la recuperación de miles de pequeñas y medianas empresas proveedoras de partes y piezas, central para el ahorro de divisas y la generación de empleo. De esto se trata

De conducir una política industrial orientada a la creación no sólo de nuevos sectores, empresas proveedoras en áreas claves, sino también regular el

Econo

poder de los distintos eslabones hacia dentro de cada cadena y fortalecer su inserción en cadenas globales y regionales de valor. Esto contiene varias aristas. Por un lado, el diseño y la implementación de de regímenes de promoción (condicionados a objetivos específicos de integración nacional, exportaciones y empleo) para eslabones débiles, rezagados o directamente ausentes. En el caso de sectores de por si competitivos, básicamente insumos difundidos o asociados al procesamiento de recursos naturales o la industria automotriz, la clave pasa por apoyar el desarrollo de proveedores y la sustitución de importaciones. Esto supone además del diseño de instrumentos que diferencien según eslabón, una mayor coordinación de herramientas de asistencia integral, tanto financieras, fiscales, compre nacional y estatal, incorporación de ciencia y tecnología como el fortalecimiento de distintos centros de servicios a pequeñas y medianas firmas. Como motor del cambio, de cara a un mayor escalamiento productivo, se propone profundizar la política de desarrollo tecnológico, que promueva no sólo la inversión en I&D, sino que lo haga hacia dentro de un elenco de empresas cada vez más numeroso, clave para consolidar un sistema nacional de innovación que sirva al fomento de la modernización tecnológica en producto y procesos, la incorporación del

diseño y la calidad como ejes de competitividad y la generación plena de capacidades locales a partir de distintos procesos de aprendizajes. Esto es particularmente cierto para el desarrollo de sectores con mayor complejidad tecnológica, el motor central del cambio estructural. Rubros como el de bienes de capital, software y servicios especializados, electrónica, medicamentos y biotecnología, sustancias químicas, donde el Estado jugó y juega un papel central. Hoy se cuenta con empresas estatales como punta de lanza tecnológica e industrial de la talla de Invap, Arsat, o mismo Y-TEC (YPF), así como los notorios avances registrados en áreas de defensa como Fabricaciones Militares. Las oportunidades que éstas presentan, incluso en términos de integración nacional, son enormes a partir de la creación potencial de miles de pymes proveedoras a lo largo de todo el país. Para ello, otra de las claves a considerar, es la protección del mercado interno y la internacionalización de empresas, a partir de una política comercial que tienda a fortalecer la producción nacional y regional, con mayor complementariedad productiva para dar escala (técnica y política) a la sustitución de importaciones de bienes de media y alta tecnología, frente a otros polos y empresas de escala global. Párrafo aparte merecen las conside-

raciones de cómo financiar el proceso, para lo cual la banca de desarrollo pasa a ocupar un lugar de preponderancia, en tanto concepto que engloba desde la creación de nuevos instrumentos para captar ahorro, nuevas formas de evaluar proyectos de más largo aliento y complejidad, acceso masivo a créditos subsidiados y de largo plazo, profundizar la banca de comercio exterior, el desarrollo de esquemas de fideicomiso (claves para infraestructura) hasta la necesidad de lograr un mayor compromiso para la relación de depósitos a préstamos, provincial y local, y dar respuesta a las necesidades de financiamiento de las organizaciones pequeñas de la economía popular, que en más de un 80% no son hoy sujetos de crédito. En definitiva, de lo que se trata de es de poner en valor los enormes avances registrados durante los últimos años, como base inmejorable sobre la cual cimentar el desarrollo, el gran desafío nacional. Ello supone la planificación del proceso y la definición de metas y actores para cada objetivo, ejes en los que la Fundación DAR ha dado pasos de particular importancia, de cara a las necesidades de nuestro desarrollo, productivo, inclusivo y federal. O en palabras de Daniel Scioli, de cara a la Gran Argentina n * Coordinadores en el área de Desarrollo Económico de la Fundación DAR

Dirección General: Aram Aharonian y Carlos Alberto Villalba l Impresión Rotativos Patagónicos. Araóz de Lamadrid 1920. CABA l Distribución: Capital Federal y Gran Buenos Aires New Site. Baigorria 103, CABA · Distribución en el Interior DGP S.A. Alvarado 2018, CABA l ISSN 1853-0443 l RNPI en trámite ECONO SUR es una publicación de ULTRAKEM S.A. Domicilio legal Ingeniero Huergo 953 Piso 7º B (CP 1107), Ciudad de Buenos Aires


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