Revista Patria Nº 2

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PATRIA | COYUNTURA INTERNACIONAL

rojo es la situación en el Lejano Oriente, refiriéndome en este caso a las reclamaciones territoriales entre China y sus vecinos. Al parecer, Rusia está convencida de que Occidente no puede influir seriamente en sus actividades y que todas las declaraciones políticas y amenazas hechas no serán más que una palabrería. Putin considera al bloque del Oeste incapaz de defender seriamente su influencia en Ucrania (y, más importante, no cree que los EE.UU. o la UE realmente puedan apoyarse sobre Ucrania por la inestabilidad de ese país). Claramente, la ONU no iba a estar a favor de la violación de la integridad territorial, y la votación en el Consejo de Seguridad (CS) el 15 de marzo fue una muestra clara de que el mundo no cree en las similitudes entre Crimea y Kosovo. 13 de los 15 miembros del CS votaron por la resolución propuesta por los EE.UU. y solamente China se abstuvo, lo que obligó a Rusia a vetar la resolución. Sin embargo, muchos estarían viendo con interés los intentos rusos de retar a Washington. Cabe notar en ese aspecto la postura contradictoria de Argentina: mientras su representante en el CS había votado a favor de la propuesta estadounidense, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, después del referéndum en Crimea, puso en duda los estándares occidentales sobre los plebiscitos (“Si el que hace el plebiscito es Crimea está mal, pero si son los kelpers está bien. No resiste el menor análisis”)7. Es un hecho que muchos países están cansados de la falta de alternativas en los asuntos internacionales, lo que también hace pensar en las pocas probabilidades de éxito en el aislamiento absoluto de Rusia. No obstante, el juego político ruso es bastante riesgoso. El Oeste no quiere realmente aplicar las sanciones económicas, pero mantiene las posibilidades de hacerlo. Y, tomando en cuenta la integración fuerte de Rusia en la economía global, tales sanciones tendrían impacto en la economía rusa, disminuyendo sus ingresos monetarios por las ventas de materias primas, etc. Occidente puede realizar varias medidas demostrativas, tales como la cancelación de las visas y de los convenios de cooperación en algunos proyectos militares, económicos y culturales. Con todo, la OTAN no intervendrá con su fuerza militar para proteger a Ucrania, aunque seguirá con su política de fortalecimiento de las bases alrededor de Rusia (Mullen et al., 2014). O sea que en vez de la amenaza de una guerra, el mundo está en vísperas de una “paz fría”. Ucrania puede abandonar la Comunidad de Estados Independientes que había demostrado su ineficiencia para resolver los conflictos territoriales, lo que significaría, de hecho, el cierre de ese proyecto post-soviético. Sin embargo y al parecer, Putin no se preocupará mucho con estos

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7 “Cristina comparó el plebiscito en Crimea con el de Malvinas”, 2014


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