PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO ARGENTINO - Tomo II, Parte 1 (1880-1920)

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construcción de un nuevo templo, eligiéndose el proyecto de los arquitectos Merry & Raines e inaugurándose la obra en 1896. Originalmente dominaba el frente una torre de 35 m. de alto, la que fue demolida a raíz del ensanche de la calle Belgrano. El interior posee una nave de 16 m. de largo y 13 de ancho, flanqueada por dos laterales angostas que sólo actúan como circulaciones; al final, el presbiterio y un transepto. La techumbre de madera y los vitrales del claristorio definen la calidez del ambiente.

La vivienda La “casa-chorizo” fue el tipo arquitectónico y la organización espacial que reflejaba el modo de vida familiar que predominó en las ciudades argentinas en la segunda mitad del siglo XIX, expresada en el paisaje urbano con una fachada más o menos enriquecida con órdenes clásicos y rejas andaluzas. Mario J. Buschiazzo (1902-1970) la describió así: “Un zaguán de entrada flanqueado por la sala formaban el frente; luego, un primer patio al que daban habitaciones en un costado, con o sin galería; cerrando el patio quedaba el comedor. Luego, un segundo patio al que se llegaba por un segundo pasaje, colocado a veces en eje con el zaguán de entrada y otras en eje acodado para evitar las vistas directas hacia el segundo patio. Finalmente, a continuación de las habitaciones principales, la cocina y el baño, éste lo más alejado del aljibe, que solía estar en el primer patio…La fachada estaba compuesta por aberturas rectangulares rematadas por un arco de medio punto (…), pilastras generalmente corintias soportando el entablamento y el conjunto coronado por (…) balaustres importados de terracota italiana (…)”. La persistencia del patio evidencia la resistencia al cambio en la vivienda como un proceso paralelo a la resistencia a aceptar las transformaciones sociales por parte de la familia. Este conservadorismo fue más intenso en el interior del país, al resultar menos afectado por las corrientes culturales originadas en la inmigración. La intimidad de la casa virreinal de raíz mediterráneo-islámico-andaluza se había expresado en el hermetismo de sus muros ciegos, apenas perforados por ventanas enrejadas y por la abertura de la portada. Ahora, la casa presentará una fachada extrovertida que evidencia el status de la familia: se verán grandes aberturas ritmadas por los órdenes clásicos de las columnas o pilastras, contrastadas mediante vivos colores. Lo ejemplifica muy bien la Casa Padilla de la ciudad de Tucumán (ver Tomo I), único ejemplar hoy sobreviviente del tipo frente a la plaza principal; se trata de una casa de cuatro patios inscripta en un terreno de 9x60 m. Pero por esos años el uso de estructuras metálicas facilitó la construcción de “casas de altos”, un nuevo tipo exitoso a patios que disponía los locales de la vivienda en una segunda planta mientras se utilizaba la baja para negocios. La tecnología también hizo posible cubrir el primer patio o el hall de la planta alta con claraboyas, transformándolo en un estar dotado de plantas y muebles rústicos. Un buen ejemplo del tipo es la Casa Videla Cabral (c. 1903), en la ciudad de Santa Fe: la planta baja se ocupa por el único espacio comercial, en el que destacan esbeltas columnas de hierro fundido, mientras una escalera de mármol de Carrara permite acceder a la planta alta, en la que las habitaciones se organizan en torno a dos halls iluminados por ventanas con vitraux. Por otra parte, la gran población inmigrada provocó una inédita demanda de espacios habitables y la magnitud del problema emerge a partir de las cifras censales: en la Argentina había cerca de 1.000.000 de extranjeros en 1895, y el doble en 1914. La respuesta a la urgencia del alojamiento de inmigrantes de escasos o nulos recursos fueron los conventillos y las casas de vecindad. Las tradiciones española e hispanoamericana habían experimentado diversos tipos de vivienda colectiva para las familias de las clases trabajadoras, como los “corrales” sevillanos y las casas de renta de fines del XVIII, tanto en Buenos Aires como en otras ciudades de la región. Pero el fenómeno nuevo que causó la magnitud del problema de la vivienda popular fue la inmigración: las familias de este origen, una vez superada la etapa del Hotel de Inmigrantes, se alojaban en conventillos. Los primeros fueron simplemente viejas casas desocupadas por sus antiguos propietarios; allí los recién llegados se encontraron con los migrantes rurales de origen criollo, y comenzó a plasmarse la integración. El censo de 1887 nos informa que en el centro de Buenos Aires el 72% de los que habitaban en conventillos eran extranjeros. La segunda etapa fue la del conventillo diseñado y construido para renta, aprovechando la experiencia del modelo espontáneo anterior; en 1880, cerca de 300 de los 2.000 conventillos de Buenos Aires habían sido diseñados y construidos con esa finalidad. En ambos casos, las familias ocupaban una habitación de 15 m2, y en el fondo de los patios se disponían los servicios comunes. Según el historiador Scobie, los censos de 1887 y 1904 nos permiten saber que en los conventillos vivía entre un cuarto y un tercio de la población del centro de Buenos Aires. Una evolución positiva del conventillo fueron las casas de vecindad, más parecidas a los “corrales” sevillanos: un conjunto de viviendas mínimas que se agrupaban a lo largo de un callejón que penetraba hasta el centro de la manzana. Los abusos cometidos por los propietarios hicieron imprescindible la legislación: en Buenos Aires se promulga la primera ordenanza sobre conventillos en 1891, y en Tucumán, en 1897, sobre casas de vecindad. La preocupación oficial sobre el tema motivó que el municipio porteño le encargara en 1882 al arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, por entonces director de Obras Públicas, el proyecto del primer conjunto de casas para obreros, concretándose en 1889 unas pocas –de un proyecto que preveía 58– en la manzana de Las Heras, Larrea, Melo y Pueyrredón. Buschiazzo intervino también en el proyecto del Pasaje Juárez Celman (1887), un conjunto de casas de vecindad en el barrio de Barracas.

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1. Catedral de Mar del Plata, Buenos Aires. 2. Nave principal de la Catedral de Paraná, Entre Ríos. 3. Basílica de Nuestra Señora de Luján. 4/5. Interiores de la Catedral de La Plata. 6."Casa-chorizo"italianizante,BuenosAires. 7. Casa italianizante en Barrio Sur (1887), Buenos Aires (demolida). 8/9. Conventillos en Buenos Aires; uno de ellos, en el barrio de La Boca (9). (Fotos: 1/7/9: AGN // 2/5/8: CEDODAL // 3: Sergio López Martínez // 4: Marcelo Romeo // 6: Fermín Labaqui).

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