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Medicina tradicional

la mujer se hinche como si se tratase de un embarazo. Al paso del tiempo se presentan malestares, como pérdida de apetito e insomnio, incluso durante varios meses. Este mal es tratado a través del pagapu ofrecido a la tierra y al puquial.

Tradición oral

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La narrativa oral de los chopcca versa sobre los diversos niveles de existencia que componen su universo. Existe una gran riqueza de relatos, transmitidos de padres a hijos, que tratan de aparecidos, encantamientos, seres míticos, fábulas sobre una naturaleza con voluntad y deseos similares a los humanos y, sobre todo, mitos de origen, asociados a hechos heroicos del pasado (mencionados en el aparte correspondiente a la historia chopcca) que constituyen uno de los elementos principales y vigentes de su identidad. Esta tradición oral aún cumple una función significativa de carácter normativo y de control social dentro del grupo; por ejemplo, los relatos referentes a los qarqachas condenan el incesto no solo como una forma de control dentro de la familia nuclear sino también como un asunto de interés público. Las narraciones sobre los condenados y las almas previenen las acciones en perjuicio de los demás, como robos, asesinatos, infidelidad conyugal y violencia sexual. Idealmente se propone el trato recíproco entre los miembros de la sociedad humana y entre estos y el mundo no-humano de los espíritus existentes en la naturaleza. Los conflictos y fatalidades que se presentan en estas historias suelen ser explicadas como la consecuencia de haber roto tales reglas en uno o ambos niveles. Asimismo, la transgresión por razones de egoísmo –en las formas de codicia, avaricia o incluso pasión amorosa–, produce la ruptura del orden y la desgracia del infractor, que puede terminar bestializado, maldecido o muerto.

Estos relatos se narran en el quechua local, porque se considera que en castellano el relato pierde la riqueza del significado original y, principalmente, porque la censura operada sobre estas historias proviene del mundo hispanohablante del pensamiento institucionalizado: el credo religioso (católico y evangélico), el sistema educativo formal y la salud pública. De modo similar al caso de la medicina tradicional, la presencia de los grupos evangélicos ha puesto en tela de juicio el valor de este patrimonio. La adopción de esta fe significa, por tanto, un elemento de

autocensura sobre este aspecto tan importante para la identidad del grupo. Al parecer, miembros de la generación mayor no desean ser expuestos a la censura pública; por tanto la transmisión de estas narraciones a las siguientes generaciones se ha restringido relativamente, aduciendo que los personajes y situaciones descritas en los relatos no existen o que son “cosa del diablo”.62

De todas maneras, la censura está lejos de ser regular, y no puede decirse que sea generalizada, aunque ha dificultado mucho la recolección de relatos. La mayor parte de ellos ha sido registrada en momentos festivos, cuando los rituales motivan el florecimiento de los contenidos culturales que se transmiten de generación en generación para revitalizar la identificación del grupo con sus orígenes. La narración en quechua permite la conservación de la tradición oral, siempre que se mantengan vigentes los canales de transmisión no formalizados, puesto que estos contenidos no transitan los cauces oficiales, como la escuela.

Los relatos que presentamos a continuación fueron traducidos al castellano por la investigadora de campo Marleni Martínez Vivanco, quien también los recopiló.

Geografía viviente y otros seres sobrenaturales

Los contenidos de la narrativa oral remiten a una geografía viviente. Los chopcca mantienen la concepción del universo animado, dominado por la presencia de las deidades tutelares de las montañas, conocidas como apus (señores), y las deidades del cielo y, en un nivel más cercano a la sociedad humana, las diversas personificaciones del mundo natural y de los eventos geográficos y los espíritus que purgan condena por la ruptura de reglas sociales. Unos y otros muestran diversos grados de poder e influencia en la vida humana, y son habitualmente dañinos si no se trata con ellos de forma ritual. En estos relatos no solo se despliegan historias morales situadas en un tiempo indeterminado –siendo su temática, por tanto, actual–, sino que generalmente son hechos vividos por los narradores. Estos relatos son, por tanto, un hecho real para quienes los cuentan y oyen. En ese sentido, son testimonio del vigor de las concepciones locales, a pesar de la censura religiosa.

62 Hay que reconocer que esta explicación ha sido dada a la antropóloga de campo, quien representa en este caso al universo de donde vienen los discursos instituidos que generan la actitud de autocensura.

Apus

Los relatos se han organizado en función de su contenido. En el primer grupo se encuentran aquellos que refieren las configuraciones de los apus. Estos siguen la temática conocida en otras áreas andinas y delatan la influencia de fuentes europeas, adoptadas como parte de un mismo universo cultural. En historias como Qinanananan se confunden el credo cristiano y el culto a las montañas como parte de un mismo universo, sincretismo de ideas originado en el adoctrinamiento católico y que ha permitido la persistencia, transformada, del relato oral original.

Los apus son dioses poderosos y ricos que habitan en el interior de los cerros, a quienes se les ha de tributar con ofrendas compuestas de coca, cigarro, trago y cereal en los rituales de pago o pagapus, para invocar la protección del ganado ante el abigeato, los accidentes y las enfermedades. También se les pide buenos resultados en la producción agrícola y la protección ante accidentes o maldiciones en sus cercanías. Tienen el poder de enfermar o hacer morir a la gente, pero también pueden ayudarla, curar a los enfermos, premiar con su riqueza a las personas honestas y castigar al pecador, como muestran los siguientes relatos.

Bondad y castigo de los apus

Dicen que había un hombre con dos hijos, uno era muy pobre y el otro era rico. Los dos se dedicaban a quitarse los terrenos de su padre, el rico se apropiaba de las mejores tierras, de los mejores animales, era muy egoísta; el hijo pobre vivía en una choza pobremente, con pocas tierras. Un día el hermano pobre se fue a trabajar al cerro. Le agarra una lluvia torrencial y se hace de noche, ya no podía regresar, entonces se queda en una cueva cubriéndose con una manta vieja. Cuando despertó escuchó que dos cerros se estaban llamando y se preguntaban quién está allí. El otro cerro le respondía “está durmiendo un hombre pobre”. Los dos cerros se ponen a conversar y se preguntan “¿qué vas a darle tú, wamani?” y le responde “yo le daré oro” y el otro cerro dice “yo le daré dinero”. El hombre, al escuchar hablar a los cerros, se asusta y se pone a dormir. Al día siguiente, cuando despierta ve dos ollas. La primera olla contenía mazamorra de maíz y la otra chuño. Como estaba de hambre comió un poco, luego se acuerda de sus hijos y se va en busca de ellos. Cuando ya estaba cerca de su casa sintió su carga pesada y se sentó. Sus hijos y su esposa, al verlo, fueron

a ayudarlo, cuando llegaron a su casa vieron en las ollas oro y dinero y estaban felices. Después empezaron a construir una casa para cada uno de sus hijos, y compraron animales y tierras. Su hermano rico se preguntaba cómo había conseguido tanto dinero. Un día decide visitar a su hermano para preguntarle, el hermano pobre le cuenta todo lo que pasó. Al día siguiente, el hermano avaro se dirigió hacia la cueva y se quedó a dormir ahí. De igual manera, los dos cerros empiezan a preguntarse quién está en la cueva. El cerro dice: “Está un hombre rico. ¿Qué le darás tú?”. El otro cerro le responde: “Yo le daré cuernos”, y el otro le dice “yo también le daré cuernos”. El avaro, al escucharlos, se acostó nuevamente. Al despertar ve varios cuernos, los carga y va a su casa. En el camino empieza a picarle su cabeza, ya cerca de su casa los cuernos empiezan a pesarle. De pronto cuando su esposa sale de la casa, ve a un hombre con cuernos parecido a la cabra, le echa al perro y lo mata (Huamaní Pari, entrevista personal, 2007).

Qinanananan (Me duele la cabeza)

Dicen que habían dos hermanos; uno de ellos era más fiel con Dios, el otro hablaba con Satanás y tenía envidia del hermano menor. El hermano menor tuvo suerte un día que había viajado. Se había quedado dormido en una cueva del camino, preocupado por conseguir dinero para hacer sus compras. Cuando se despierta nota que su kipi pesaba; él sorprendido se preguntaba qué es lo que pesaba tanto, y cuando lo abre era oro. Regresa y le muestra a su hermano lo que Dios le había dado. El hermano mayor quedó envidioso de la suerte de su hermano menor y le dice que él también va ir a dormir a esa cueva. Esa misma tarde va y se queda dormido a propósito a la medianoche. En eso escucha una voz que preguntaba al otro cerro “¿Tú qué le vas a dar?”. “Yo le voy a dar cachos, ¿y tú qué le vas a dar?”. “Lana, yo le voy a dar”. Él pensaba que le iban a dar vacas, ovejas, entonces se levanta y se va pensando en los animales, en eso le empieza a picar la cabeza. Él decía ¿qué pasa?, ¿por qué me pica la cabeza?. En eso, se da cuenta que le estaba creciendo un cuerno y en su cuerpo le empezó a salir pelos. Él estaba asustado con lo que le estaba pasando a su cuerpo y a su cabeza. “¿Ahora qué voy a hacer? La gente se reirá de mí al verme transformado en un animal”. Se encuentra con su vecino y le dice que le corte con un hacha sus cuernos, él le obedece pero le rompe la cabeza. Entonces se va del pueblo avergonzado y un poco enfermo y se queda

a vivir en una cueva como un gentil y decía: “Qinanananan, qinanananan” (Montes Ataypoma, entrevista personal, 2007).

Un segundo grupo está integrado por cuentos sobre aparecidos. En este tipo de relatos se narra hechos extraordinarios con seres espirituales, malignos o cuya acción es negativa para sancionar la presencia humana en un lugar sagrado habitado por estos seres. El demonio, las almas y las qarqachas integran un primer grupo de seres malignos. En un segundo grupo están las illas y las sirenas, habitantes cuya influencia podría ser incluso beneficiosa si es propiciada ritualmente. Estos relatos cuentan cómo estas apariciones causan daño o ponen en apuros a las personas que tienen la mala fortuna o el poco tino de encontrarlos.

Demonios

El demonio es el espíritu malévolo que toma la forma de un animal o de una persona cercana –como un pariente directo– para acercarse a la víctima, con el fin de confundirlo y consumar su objetivo. Se dice que si una persona se encuentra con él, corre el riesgo de desaparecer o morir, porque queda encantado y obedece a su mandato de ir lugares lejanos, sin retorno.

El demonio se aparece por las noches; puede venir convertido en algún animal o persona que uno conoce, en tu enamorada, esposa o vecino, y te lleva. Es como un encanto que engaña. Sale en la llovizna y te puede llevar al río o a otro lugar en la mala hora, hasta te puede matar. Un día mis primos y yo volvíamos al pueblo después de haber participado en el kuchuscha. En eso sentimos algo, un presentimiento, estábamos con miedo, algo pasaba a nuestro cuerpo. Mi primo Teodoro temblaba. Ya en el sitio de Escorno vimos corriendo a un animal hacia nosotros. Empezamos a correr pidiendo auxilio y rezando mucho a Dios, los perros de los vecinos escucharon y comenzaron a ladrar y desapareció el bulto. Mi primo se va a su casa y cuando llegué a mi casa, no podía dormir esa noche. En la mañana siguiente cuando conté a mis padres lo sucedido, me dijeron que, como nosotros teníamos entre quince y dieciséis años, el maligno quería llevarnos (Sedano de la Cruz, entrevista personal, 2007).

Más o menos en el año 1986 yo era más joven. Volvía más o menos a las tres de la mañana, después del champatikray en el quinto día de un niño. Cansado me recosté en un lugar del