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POESÍA
GUILLERMINA MOTTA: “Canción”
MUCHO TIEMPO
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Mucho tiempo, mucho tiempo, mucho tiempo; te esperaré mucho tiempo, el tiempo que haga falta . . . Juan se ha marchado una clara mañana de invierno. El pueblo estaba en silencio, los árboles desnudos, las calles llenas de nieve. ‘‘Me voy, amor, no tengo trabajo; me voy, amor a ganar dinero; me voy a un país del norte, no llores, ya volveré.’’
Mucho tiempo, mucho tiempo, mucho tiempo... Isabel se ha encerrado en el frío rincón de la casa y ha comenzado a bordar para el casamiento lejano dos nombres en la seda blanca. ‘‘Adiós amor: cuando vuelvas yo estaré aquí; te querré como siempre, no sufras, no, por mí.’’ Mucho tiempo, mucho tiempo, mucho tiempo... Las flores han llegado, también el buen tiempo, después han venido las lluvias y otra vez caerá la nieve. Juan no está, la muchacha espera como tantas otras de los alrededores: en el pueblo no hay trabajo y los hombres se van marchando. Mucho tiempo, mucho tiempo, mucho tiempo... Pasan los años, poco a poco y la esperanza va muriendo; ninguno vuelve, Juan tampoco. Así Isabel va envejeciendo como tantas chicas sin amor, soñando con un pueblo con tanto trabajo que los hombres no tengan que irse al Norte.
Imagen modificada del juego The Last of Us
MI PUEBLO
Pueblo mío, vengo a verte y estar para siempre contigo; se me llena el alma de gozo cuando estoy con mis amigos.

Déjame, pueblo, que ría: quiero t us calles andar; no quiero que estés t riste por abandono y soledad.
Solo veo dos viejecitas sobre sus sillas sentadas: se me ent ristece el alma al ver sus caras cansadas.
Y recuerdo aquellos días que tuve en mi niñez... hoy te veo diferente porque busco la vejez.
Yo te quiero, pueblo mío: aquí vendré a estar, a darte mi compañía y algunas cosas más.
Q uiero fiestas en tus calles, y flores en tus balcones, y mujeres para bailar los mejores pasodobles.
Déjame, pueblo, que te mire: quiero t u plaza abrazar, quiero mirar a tu gente y oir sus campanas sonar...
El pasado 6 de Mayo, nos dejó nuestro compañero Antonio, que compartió con nosotros sus vivencias y deseos a través de sus poesías. Le rendimos homenaje con este poema a su Valle de Zalabí, donde reposa.
A María Del Mar

Eres noble, eres sencilla, transparente y adorable. Siempre regalas sonrisas a amigos y familiares. La bondad habita en tu alma. el sosiego en tu mirada, la calma en tu corazón y la paz en tu morada. Tu persona irradia luz; tu conducta es impecable; tu valía personal no entiende de vanidades. Fuiste una buena hija y compañera intachable; de proceder generoso, regalas paz a raudales. Desprendida y altruista en todos tus avatares. Las del cable te queremos por tu humanidad y coraje.
La humildad consiste en callar nuestros valores y permitir a los demás descubrirlos.
(Anónimo)
GLORIA FUERTES
El 28 de julio de 1917 nace Gloria Fuertes en Madrid, en la calle de la Espada, del castizo barrio de Lavapiés, en el seno de una familia humilde.
A los 15 años fallece su madre, y empieza a trabajar como contable en una fábrica y escribe sus primeros poemas.
De 1939 a 1953 trabaja como redactora de la Revista Infantil Maravillas, donde publicaba semanalmente cuentos, historietas y poesía para niños. Isla Ignorada, su primer poemario, lo publica en 1950. En los siguientes años alterna su obra con colaboraciones en varias revistas literarias y clases en EE.UU. y en España. En 1972 obtiene una Beca March para Literatura Infantil, que le permite dedicarse por entero a la literatura. En las décadas de los 70 y 80, colabora en diversos medios: radio, televisión, da conferencias... Su popularidad, sobre todo entre el público infantil, es enorme y recibe numerosos premios por su labor, entre ellos por su firme defensa de la paz en el mundo.
Fallece el día 27 de Noviembre de 1998, y en su lápida figura como “Poeta de Guardia”, y con el epitafio: “Ya creo que lo he dicho todo Y que ya todo lo amé”. G.F.

Poemas
AUTOBIOGRAFÍA
Gloria Fuertes nació en Madrid a los dos días de edad, pues fue muy laborioso el parto de mi madre que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada, alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro y a los catorce me pilló la guerra; A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores, -no digo nombres-; gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla, pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina, donde trabajo como si fuera tonta, -pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios, escribo en un periódico de niños, y quiero comprarme a plazos una flor natural como las que le dan a Pemán algunas veces.
CUANDO TE NOMBRAN
Cuando te nombran, me roban un poquito de tu nombre; parece mentira, que media docena de letras digan tanto.
Mi locura seria deshacer las murallas con tu nombre, iría pintando todas las paredes, no quedaría un pozo sin que yo asomara para decir tu nombre, ni montaña de piedra donde yo no gritara enseñándole al eco tus seis letras distintas.
Mi locura sería, enseñar a las aves a cantarlo, enseñar a los peces a beberlo, enseñar a los hombres que no hay nada, como volverme loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo, de las 22 letras restantes, de los números, de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre. Pedir pan con tu nombre.
- Siempre dice lo mismo- dirían a mi paso, y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca, a todas las preguntas responderé tu nombre - los jueces y los santos no van a entender nada.
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
EL NIÑO SOMALÍ ( dedicado a los mayores )
Hoy tengo la gripe, pero no me duele la espalda.
Hoy sólo me duele la mirada, de ese niño somalí.
Es un niño que no tiene nada. Niño sin juguetes, sin comida, sin agua.
Estuve allí, y le dije al niño somalí: - te traigo unos cuentos. y el niño me dijo con la mirada: - yo no estoy para cuentos ni para nada.
Hoy tampoco estoy para versos porque me duele la mirada de ese niño de Somalia.
Es un niño que sólo tiene moscas en los ojos y en los labios secos. (son de esas moscas que sólo pican a los muertos).
YA VES QUÉ TONTERÍA
Ya ves qué tontería, me gusta escribir tu nombre, llenar papeles con tu nombre, llenar el aire con tu nombre; decir a los niños tu nombre, escribir a mi padre muerto y contarle que te llamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes. Me creo que da buena suerte.
Voy por las calles tan contenta y no llevo encima más que tu nombre.
HEMOS DE PROCURAR NO MENTIR
Hemos de procurar no mentir mucho.
Sé que a veces mentimos para no hacer un muerto, para no hacer un hijo o evitar una guerra.
De pequeña mentía con mentiras de azúcar, decía a las amigas: “Tengo cuarto de baño” -mi casa era pobre con el retrete fuera-. “Mi padre es ingeniero” y era sólo fumista, pero yo le veía ingeniero ingenioso!
Me costó la costumbre de arrancar la mentira, me tejí un vestido de verdad que me cubre, a veces voy desnuda.
Desde entonces me quedo sin hablar muchos días.
AUTOBIO
Nací a muy temprana edad. Dejé de ser analfabeta a los tres años, virgen, a los dieciocho, mártir, a los cincuenta.
Aprendí a montar en bicicleta, cuando no me llegaban los pies a los pedales, a besar, cuando no me llegaban los pechos a la boca.
Muy pronto conseguí la madurez. En el colegio, la primera en Urbanidad, Historia Sagrada y Declamación.
Ni Álgebra ni la sor Maripili me iban. Me echaron.
Nací sin una peseta. Ahora, después de cincuenta años de trabajar, tengo dos.
AUNQUE NO NOS MURIÉRAMOS AL MORIRNOS
Aunque no nos muriéramos al morirnos, le va bien a ese trance la palabra: Muerte.
Muerte es que no nos miren los que amamos, muerte es quedarse solo, mudo y quieto y no poder gritar que sigues vivo.
EN LOS BOSQUES DE PENNSYLVANIA
Cuando un árbol gigante se suicida, harto de estar ya seco y no dar pájaros, sin esperar al hombre que le tale, sin esperar al viento, lanza su última música sin hojas —sinfónica explosión donde hubo nidos—, crujen todos sus huecos de madera, caen dos gotas de savia todavía cuando estalla su tallo por el aire, ruedan sus toneladas por el monte, lloran los lobos y los ciervos tiemblan, van a su encuentro las ardillas todas, presintiendo que es algo de belleza que muere.
AUTOEUTANASIA SENTIMENTAL
Me quité de en medio por no estorbar, por no gritar más versos quejumbrosos. Me pasé muchos días sin escribir, sin veros, sin comer más que llanto.
DESDE QUE NACÍ, EN LOS DIARIOS SIEMPRE VIENE UN PARTE DE GUERRA
No sé por qué... recuerdo, que hace años por la noche, yo rezaba un padrenuestro para no soñar cosas de miedo.
Después cuando la guerra, rezaba para que no sonara la sirena...
Después seguí rezando para que no nos detuvieran; luego, para que Equis me quisiera; para que mi análisis no diera leucemia, para que se acaben los líos de fronteras, para que este país... y vuelta y vuelta.
(Desde que nací en los diarios siempre viene un parte de guerra.)
Variando la retahíla, mezclando personales peticiones con otras peliagudas y extranjeras, (que si este amor que si la paz que si la pena) sigo y sigo pidiendo con la fe de una pieza.
Temo tener a Dios cansado de monserga.
‘‘...Un niño con un libro de poesía en las manos nunca tendrá de mayor un arma entre ellas…” Gloria Fuertes
SE SUICIDÓ LA ESTATUA DEL DICTADOR
Se suicidó la estatua del dictador. La estatua vivía en el centro del estanque. Una noche de viento la estatua se lanzó al agua. La estatua del dictador murió ahogada.
Sólo las gaviotas la echaron de menos.