El Cultural / El Mundo 09 02 2018

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GUILLERMO DEL TORO JUNTO A SALLY HAWKINS Y OCTAVIA SPENCER EN EL RODAJE DE

LA FORMA DEL AGUA

Cuento de hadas para adultos, fábula cinéfaga metafílmica pero firmemente anclada en el ideario ético y político de su autor, La forma del agua aúna el barroquismo formal de Guillermo del Toro, su esteticismo desbocado, pariente próximo de Jeunet & Caro y Terry Gilliam, con la vocación alegórica y lírica de un genuino poeta moral de nuestro tiempo. Amparándose en el mundo de los mitos particulares y los arquetipos universales –incluyendo a los viejos monstruos de la Universal–, Del Toro articula su reversión de la Bella y la Bestia y su revisión de La mujer y el monstruo, es decir, The Creature of the Black Lagoon de Jack Arnold, como una suerte de canto a la unión y conspiración de los descastados de la tierra, a la resistencia y la revuelta armada, si es necesaria, contra el autoritarismo, el odio y la sociedad del castigar y vigilar. Conocedor del imaginario colectivo y sus secretos a voces, los protagonistas de La forma del agua son como los niños de E. T. o del It original, como los personajes de una vieja película Disney... Sólo que bajo ese “como” se amparan una limpiadora muda que se entrega alegremente a la masturbación matinal, su gorda compañera afroamericana, un viejo artista gay desfasado, un espía doble traicionado por todos y una misteriosa criatura anfibia del Amazonas. Modernos héroes de los desclasados, invisibles, humillados y ofendidos, a quienes persigue un siniestro agente Strickland –genial Michael Shannon– pa-

radigma de la paranoia, el totalitarismo, el servilismo y la brutalidad del Estado: o sea, de la autodenominada “normalidad”. Este inteligente equilibrio entre fábula y crítica social, entre fantasía y realidad, ha conquistado a crítica y público allí dónde se ha visto, tanto en el Festival de Venecia como en los Globos de Oro, convirtiéndose en una de las favoritas a los Óscar de este año, con trece nominaciones que incluyen las de Mejor Película y Director. EXCESO VISUAL Y PARÁBOLA

Entre el homenaje al viejo Hollywood, las luces y sombras de Will Eisner, el noir, el exceso visual y la parábola política sin pudor, La forma del agua es romanticismo irónico hipermoderno, pero romanticismo al fin y al cabo. Porque Guillermo del Toro es un romántico que, en definitiva, querría cambiar un poco el mundo, aunque sólo sea cambiando el final de las películas. Arrancamos esta conversación en el Festival de Sitges, la continuamos durante su visita al Canal 0 de Movistar+ y la completamos en varias sesiones telefónicas. Este mexicano universal nos desveló en cada cita la naturaleza profundamente política y ética de su filme y la realidad que se esconde tras él. Pregunta.– ¿Por qué esta historia de amor entre una limpiadora y un monstruo anfibio? Respuesta.– Cuando de pequeñito descubrí a la Criatura de la Laguna Negra flotando en el agua sobre Julie Adams me identifiqué de in9 - 2 - 2 0 1 8

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