A Víctor Abel, gran razón de mi tiempo
Fábula para niños atemporales
Me gustaría creer que el tiempo es sólo un sueño, un escuálido desperdicio y que es posible cantarle a los relojes una nana que logre dormirlos por un rato. Francisca Aguirre
En el principio fue el tiempo. Inconmensurable, estático, constante, permanente. El tiempo se extendía desde un extremo a otro de un sí mismo infinito, preocupado tan sólo de ser tiempo. Las cosas sucedían –en él, inalterable–, los adverbios de tiempo carecían de materialidad gráfica, de expresión física, no eran, no existían. Todo era tiempo y nada más que tiempo en estado puro; pero todo orden encierra un principio de caos, y el tiempo tomó conciencia del tiempo y quiso ser comprendido, amado, se inventó dioses para darse forma,
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