Cosmovisión Mesoamericana

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Vii - Fray Francisco Ximénez, Del Popol Vuh al Quiché-Centrismo

con que abrían la víctima se conocía como la mano de Tojil. Ese dios podía tomar en sus fiestas la imagen de una enorme navaja sacrificadora, de lo que tenemos varias ilustraciones.100 En su época, Las Casas había buscado huellas del cristianismo en la religión mesoamericana y anotó algunos ejemplos en su Apologética Historia Sumaria. Fueron respectivamente copiados por Román en su República de los Indios, y luego por Ximénez en su Historia de la Provincia. De vez en cuando, Ximénez los enriquece con observaciones suyas, como es el caso de la Trinidad, cuyo misterio, según Las Casas, ya conocían los mayas de Yucatán. Ximénez agregó: estos nombres de las tres divinas personas es en lengua yucateca; que en éstas como se ha dicho en sus Historias, el Padre se llama huracán nimacaculha, el Hijo chipicaculha, el Espíritu Santo raxacaculha.101 Ximénez encontró su propia Trinidad en el Popol Vuh [Popol Wuj], en los títulos asociados con el dios creador Huracán [Juraqan],102 que estaba asociado con el trueno y el relámpago. En el texto quiché [k’iche’] lo llaman también Caculhá [K’aqolja] (Rayo), Chipi-Caculhá [Chipi-k’aqolja] (Rayo menor) y Raxa-Caculhá [Raxa-k’aqolja] (Rayo repentino).103 Nima-k’aqolja (Rayo Mayor) es una invención de Ximénez y no aparece en el Popol Vuh [Popol Wuj]. Pero había un problema que Ximénez debía aclarar. Si los pueblos mesoamericanos tenían conocimiento de la Biblia, ¿por qué su religión resultó tan corrupta? Su explicación es que Satanás también pasó al otro lado del mar para realizar su trabajo: Y lo que yo he llegado a pensar en este caso es [...] que previniendo el demonio que había de llegar a estas partes la predicación del santo evangelio, les misturó entre todos aquellos misterios de las mentiras y marañas que allí estan revueltas con los nombres de aquellas personas que allí introduce de hunahpu y xbalanque.104 Hemos visto cómo para Ximénez la semejanza entre el Popol Vuh [Popol Wuj] y la Biblia se originó en la descendencia bíblica del pueblo quiché [k’iche’]. Hoy en día hay todavía gente que opina que, por parecerse tanto el Popol Vuh [Popol Wuj] con la

Biblia, debe haber sido escrito por un religioso español. Partidarios de tal opinión deben remitirse al estudio de la antropología de religiones. La creación del cielo y del mundo, la existencia de seres primordiales de otras eras, cataclismos al fin de estas eras, el axis mundi en forma de un árbol cósmico, inmaculadas concepciones, migraciones desde lugares míticos y lejanos, dioses personificando la siembra cotidiana que tiene que morir para que crezca el cultivo, todos son temas universales que vuelven a aparecer en cada religión. Aunque es interesante contemplar por qué la humanidad recurre a los mismos conceptos para organizar su cosmovisión, es peligroso y aventurado utilizarlo como argumento de que había contactos tempranos entre pueblos o, en nuestro caso, que el Popol Vuh [Popol Wuj] fue confeccionado por un español. Ximénez no lo pudo saber en su época, el investigador moderno tiene mejores conocimientos. No implica, por supuesto, que los autores indígenas que construyeron los primeros textos alfabéticos, y que habían recibido clases de los dominicos y franciscanos, no hubieran podido acentuar las correspondencias entre la cosmovisión mesoamericana y cristiana. K’iche’, idioma del Paraíso Según Ximénez, los quichés [k’iche’s] eran descendientes de las tribus de Israel, es decir, de Adán y Abraham. Dentro del mismo contexto hay que colocar su convicción de que la lengua quiché [k’iche’] era la que Adán hablaba en el paraíso. Ximénez tuvo tanta admiración por el quiché [k’iche’], que en sus trabajos lingüísticos llegó hasta sus raíces más básicas, de vocales y consonantes: V–CV–CVC. En la Historia de la Provincia argumentó por qué el quiché [k’iche’] debía haber sido la lengua del paraíso: Esta lengua, según dicta la razón y casi nos lo persuade la fe, había de ser la más perfecta y propia, porque siendo para explicar los conceptos y las naturalezas de las cosas ya se deja entender que había de ser la más propia y natural para que Adán le pusiese el nombre a todas las cosas y animales como se los puso y según sus propiedades.105

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Van Akkeren, 2000a: 176-184; 2003a: 46-48. Ximénez, 1999-I: 116. Otro nombre de aquel dios era Uk’ux Kaj o Corazón del Cielo. Se deriva el término del verbo para “tirar”, k’aqonik. Leemos en el Diccionario Cakchiquel [kaqchikel] de Coto: rayo q[ue] cae del çielo: Cokola hay. Suelen decir: ru qhipil cokola hay tan t’eq,am pan vleu, que [significa] el hijo pequeñito del rrayo reloza en la tierra (Coto, 1983: 461). 104 Ximénez, 1999-I: 118. 105 Ximénez, 1999-I: 125.

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