Beautiful Oblivion

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—Estoy bastante segura de que eso se llama permisividad. ¿Por qué se corregiría, Cami? Te tiene para pagar su fianza después de un viaje de culpabilidad de dos minutos. —Es un chico estúpido, Ray. Tiene permitido equivocarse —le dije, pasando por encima de Gruber para llegar al Curacao azul. —Es tu hermano menor. No debería ser un idiota más grande que tú. —Todo no siempre es de la forma en que se supone que es. —¡Blue Moon! —¡Blind Pig! —¿Tienes Zombie Dust de barril? Negué con la cabeza. —Sólo en octubre. —¿Qué tipo de bar es este? ¡Esa es una de las diez mejores cervezas que se han hecho! ¡Deben tenerla todo el año! Hice rodar los ojos. El jueves por la noche era la noche de cervezas más económicas, y siempre permanecía lleno. La pista de baile se encontraba repleta, y el bar tenía tres filas con gente pidiendo cerveza y se duplicaba en el sitio principal que Hank, cariñosamente, llamaba el Mercado de la Carne, y no era hasta las once que la fiebre comenzaba. —¡A la equina oeste! —gritó Hank. —¡Lo tengo! —dijo Kody, abriéndose paso entre la multitud para llegar a una muchedumbre que se retorcía. Los clientes eran siempre más violentos durante dos o tres días después de una pelea. Vieron a Travis Maddox golpear a un tipo sin piedad, y entonces, todos se alejaban de la lucha pensando que eran igualmente invencibles. Raegan sonrió, haciendo una pausa por unos segundos para observar a Kody trabajar. —Maldita sea, es sexy. —Trabaja, perra —dije, agitando rápidamente una Nueva Orleans Fizz hasta que me ardieron los brazos. Raegan gimió, alineando cinco vasos de chupito, sacó la pila de servilletas del estante inferior, y luego le dio la vuelta a la botella de licor. Llenó los vasos de chupitos, y luego pasó una delgada línea sobre una sección limpia de la barra. Acercó un encendedor y el fuego entró en erupción.

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