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Una historia de resiliencia Cóndores en Caldas

Desde el extremo sur del continente hasta la Sierra Nevada de Santa Marta no hay un ave más representativa que el Cóndor de los Andes. Imponente y majestuoso, sobre todo durante el vuelo, ha inspirado a las comunidades que han habitado la Cordillera de los Andes desde tiempos ancestrales hasta los actuales. Verlo remontar los aires buscando corrientes cálidas es una de las imágenes que quedan grabadas en la memoria de quien tiene la fortuna de apreciarlo en sus entornos naturales.

En Colombia solo quedan poblaciones originales al norte de la Cordillera Oriental y algunas poblaciones nativas en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Se puede observar en otras regiones del país, incluído Caldas, gracias a esfuerzos de repoblación de la especie. Los cóndores de Caldas están ubicados básicamente en los alrededores del PNN de los Nevados y las montañas del área rural de Villamaría.

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Estos cóndores fueron traídos a la zona entre 1997 y 1998, como parte de una iniciativa de repoblación con individuos criados en sus etapas tempra- nas en San Diego, California, a partir de huevos de cóndores chilenos o en el zoológico de Cali como es el caso de Calima. Fueron liberados 14 individuos - 10 machos y 4 hembras - gradualmente dentro del PNN de los Nevados. De este grupo algunos individuos se desplazaron a zonas cercanas fuera del parque como es el caso de Calima y Pipintá, que se establecieron en una meseta, Cargaperros, delimitada por los cañones de los ríos Molinos y Río Claro en la vereda Papayal en Villamaría. Pedro Pablo Castillo es un campesino que ha sido testigo de la historia de estos cóndores gracias a la ubicación privilegiada de su finca, Buenos Aires, desde donde se ve fácilmente la entrada al nido de los cóndores en una endidura en las rocas de una de las paredes de la meseta.

Pedro lleva un registro personal de 3 crías que han nacido en la meseta, de las cuales 2 se desarrollaron y recorren actualmente las montañas del PNN de los Nevados y una tercera cría que cayó del nido, se rompió un ala y posteriormente murió. Esto sucedió hace 10 años aproximadamente y desde entonces no se han vuelto a reproducir.

Testigos de excepción

En el 2017 Jaime Botero, apasionado de la naturaleza y las aves, adquirió los terrenos de la meseta y creó el ecolodge El Nido del Cóndor. Desde entonces ha combinado el caracter turístico con la investigación científica, la divulgación y protección de los cóndores y las otras especies que habitan allí. Convivir día a día con estas majestuosas aves le ha permitido conocer sus hábitos y comportamientos y crear un vínculo que lo motiva a trabajar por su subsistencia. Con alguna frecuencia Jaime invita a niños y jóvenes de las veredas cercanas a conocer el cóndor, logrando que algunos de estos pequeños sean pajareros expertos en potencia. Ya es legendario su grito de “¡Cóndor!” cada vez que Calima, la hembra, y Pipintá, el macho, alzan vuelo. En distintos momentos ha invitado y patrocinado a biólogos a realizar investigaciones científicas y estudios que ayuden a entenderlos y a su conservación. “Son aves fascinantes que provocan asombro en cada vuelo, sensación que es la misma desde la primera hasta la más reciente vez que se ven”, comenta Jaime. Muchas anecdotas tiene de estos años de observar los cóndores, como los encuentros en el aire y disputas con águilas como la Spizaetus Isidori o con otras rapaces como Cara Caras. También nos cuenta como los campesinos de zonas cercanas y propietarios de fincas se han venido comprometiendo poco a poco con la protección de estos individuos. Resultado de este proceso es la denominación de la Ruta del Cóndor al trayecto que incluye varias de las veredas que están entre el casco urbano de Villamaría llegando hasta el PNN de los Nevados.

Cristian Valencia es un guía de aviturismo y trabajó durante algo mas de 3 años en el Nido del Cóndor, compartiendo muchas jornadas con Calima y Pipintá. “En mi experiencia observando estos titanes, aves majestuosas e impredecibles, veo que dependen mucho del clima y la oferta de alimento. Su principal alimento son las placentas de las vacas, terneros y reses muertas. Se desplazan casi siempre hacia las partes altas del parque cerca a las fincas La Pica y La Cueva donde coexiste otra pareja de cóndores y donde a veces se quedan a dormir. Pedro Pablo Castillo y su familia siempre han protegido ese nido y el Nido del Cóndor es el proyecto, creería yo, con más éxito hacia la divulgación del conocimiento del cóndor”.

De acuerdo con el conocimiento que tiene Cristian, nos comenta que en el 2022 se realizó el último censo de cóndores en la zona, registrándose solo 7 individuos, las 2 parejas citadas en este artículo y 3 machos solitarios: uno en Salento, otro en la Laguna del Otún y Potosí y otro por la zona de Brisas. De estos en Caldas serían 4 o 5. Cristian ve como los mayores riesgos para estos cóndores las redes eléctricas, los ataques de perros que ocurren cuando descienden a comer, las drogas que se le aplican al ganado y que al consumir los cadáveres de estas reses las ingieren causándoles en muchos casos muerte por intoxicación.

Textos: Luis Fernando Venegas - SCO

Entrada al nido de los cóndores

Foto: Luis Fernando Venegas

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