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Las cuatro leyes de la digitalización MADISON

Las cuatro leyes de la digitalización

Por: Carlos De Prado, Regional Manager Latam de MADISON

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Primera ley. Todo aquello susceptible de ser digitalizado, será digitalizado

Para dar un contexto a esta ley, creo que merece la pena hacer un repaso por la evolución de varios sectores.

Kodak, a comienzos del 2000, no confió en la vigencia de esta regla. Por miedo a que el nuevo dispositivo digital destruyera su lucrativo negocio de cámaras de carrete, la compañía estadounidense no aprovechó la transición a digital. Fue con esa decisión que la empresa empezó a marcar su fase más funesta. Pasó de tener unos 64.000 empleados en 2003 a solo contar con 17.000 en 2011, y sus ingresos se redujeron a la mitad en ese mismo período.

Cuando aparecieron las cámaras fotográficas digitales, otro sector estaba mutando a idéntica velocidad. La industria de la música evolucionaba: estábamos acostumbrados a escuchar en el Walkman los temas en un orden determinado y con un tiempo muy limitado. De la noche a la mañana, tuvimos acceso a dispositivos en los que podíamos llevar cientos de canciones y oírlas en el orden y momento en que quisiéramos. Nos cambió la manera de consumir música.

Otro sector icónico en cuanto a la digitalización es el editorial. Hablando de épocas más actuales, por quinto año consecutivo ha experimentado un crecimiento por encima del 50% en las ventas de sus ebooks, mientras sigue la tendencia decreciente del mercado de libros físicos.

Segunda ley. Todo aquello susceptible de ser conectado, será conectado

Según fuentes de la ONU, en 2015 por primera vez había más dispositivos conectados que habitantes en la Tierra. A partir del próximo año se calcula que tendremos más de 50 billones de dispositivos conectados, casi 7 por persona. Esta tendencia, lejos de reducirse, va a crecer exponencialmente con el Internet de las cosas. Los hogares conectados donde podremos interactuar con nuestros electrodomésticos, asistentes virtuales, etc., son una realidad en muchas partes del planeta. Si bien es cierto que en Latinoamérica aún no se encuentran tan extendidos, en los siguientes años viviremos el boom.

En esta coyuntura, hay empresas que ya están tomando posición para liderar el hogar conectado. Por ejemplo, Telefónica en España adquirió 50% del negocio de alarmas de Prosegur. Está claro que en el futuro inmediato, el campo de batalla de las marcas será el hogar del consumidor.

Tercera ley. Todo aquello susceptible de ser analizado, será analizado.

Vivimos en una época en la que existe una clara tiranía del dato. Todo tiene que ser medido y si puede ser medido, tenemos capacidad de analizarlo. La profecía orwelliana se está cumpliendo. En este mundo, a diferencia del creado en 1984, no se necesitan cámaras, ni guardias. Es suficiente con aquellas redes sociales que llegaron a nuestra vida de manera inofensiva y gratuita, y que a día hoy todavía nos ayudan a reforzar la segunda ley de este compendio, “estar conectados”.

Estas redes, que según estudios pueden llegar a recopilar más de 3.000 datos sobre cada uno de nosotros, son solo el paso previo a las posibles acciones para la modificación de conductas. El Big Data, y sobre todo, el Smart Data, mediante algoritmos han conseguido predecir comportamientos e incluso moldearlos. El escándalo de Cambridge Analytica, al que se hace en parte responsable de los triunfos electorales tanto del Brexit como de Trump, abre un debate prolijo en el que la base de todo es el dato,

y a partir de su análisis se ha demostrado que tiene una temible capacidad para cambiar hábitos. Más allá de las redes sociales, tal como comentaba antes, el hogar conectado será una fuente inagotable para las marcas en lo que se refiere a conseguir exponencialmente más datos de nuestras preferencias.

Cuarta ley. Todo aquello susceptible de ser automatizado, será automatizado

Cuando se busca automatizar algo, se persigue como objetivo primordial simplificarlo y hacerlo más sencillo.

Uber ya tiene un auto que no necesita conductor. No hace falta que lleguemos a casa y nos pongamos a barrer, porque podemos programar un robot para que lo haga por su cuenta. Ahora cuando chateamos en alguna web, hay un porcentaje alto de probabilidades de que ese proceso dentro de la empresa se haya automatizado y estemos hablando con una máquina.

Bajo esta premisa, son muchos los dispositivos que se van automatizando. A ello ha ayudado bastante una ley que es transversal a todas las anteriormente mencionadas: la ley de Moore. En ella se habla de que se duplica el número de transistores microprocesadores cada año, debido sobre todo a que el coste de procesar, transmitir y almacenar la información decrece exponencialmente con el tiempo.

Por poner un par de ejemplos, en 1996 el coste de 1 GB de almacenamiento era de 56 dólares y en la actualidad ronda los 0,024 dólares. Además, la velocidad en la que estamos asumiendo todos los cambios tecnológicos y digitales es bestial. Para hacernos una idea: el teléfono como invento llegó a 50 millones de usuarios después de 39 años, Facebook tardó menos de 3 años y Google+ 88 días.

Para concluir, y basándonos en lo anteriormente expuesto, podemos pronosticar que pronto se dará otro gran salto, quizá parecido al que ocurrió con la fotografia o la música.

Muchos de los expertos apuntan a que los dispositivos que actualmente utilizamos se podrían unir e integrar de alguna manera a nosotros mismos. Esto abre un debate ético profundo acerca de hasta dónde podremos dejar que avance la tecnología teniendo en cuenta que es posible limitar la humanidad de las personas. Veremos.

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Carlos de Prado Regional Manager LATAM MADISON