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Fernando Keep Correa

RESUMEN

Para considerar cómo fue fundado Turbo se ha tenido en cuenta los hechos que dieron origen y su presencia en el Golfo de Urabá y Bajo Atrato. Interesó la circunstancia que propició la conversión de un caserío en un poblado oficialmente instituido con alcance internacional a pesar de su pequeñez. Para contextualizar el curso histórico que precedió el acontecimiento se hace un muy rápido recorrido en que se destaca un largo pasado respecto a la presencia del hombre en la región. Finalmente, se presentan algunas evidencias que ilustran las causas del dinamismo de Turbo en los años siguientes a su creación. Palabras Clave: Indígena, Colonización, Urabá, Atrato, Caucho

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SUMMARY

In order to consider how Turbo was founded, the facts that gave rise to it and its presence in the Gulf of Urabá and Bajo Atrato have been taken into account. The circumstances that led to the conversion of a hamlet into an officially established town with international scope despite its small size were of interest. In order to contextualize the historical course that preceded the event, a very quick tour is made, highlighting a long past with respect to the presence of man in the region. Finally, some evidence is presented to illustrate the causes of the dynamism of Turbo in the years following its creation. Key words: Indigenous, Colonization, Urabá, Atrato, Rubber.

FERNANDO KEEP CORREA

Historiador nato del Distrito de Turbo, salvaguarda de la historia de toda una región a través de la inmortalización de los sucesos y hechos históricos en sus textos.

Ha sido galardonado con el Pisingo de Oro, máxima condecoración que entrega el Distrito. También fue concejal de Turbo, dirigente deportivo, patrocinador y director técnico del primer equipo de fútbol infantil de Turbo que marcó la pauta hacia el profesionalismo de la juventud turbeña en este deporte. Fue docente en la

Escuela de Computación y Sistemas (ECOSISTEMAS)Cofundador y presidente del Centro de Historia de Turbo., adscrito a la Academia de Historia de Antioquia,

Autor de la Monografía de Turbo y de la Monografía de Urabá. Director de la

Revista Huellas Turbeñas. Email: fernando.keepcorrea@hotmail.com

Introducción

Turbo se encuentra ubicado en una amplia y calurosa planicie marítima y fluvial del Golfo de Urabá y de la desembocadura del Atrato. Su nombre esta asociado a la fuerza y la vitalidad de la naturaleza cuando en ella se presentan los fuertes chubascos con descargas eléctricas y vientos muy comunes en época de invierno y sus habitantes dicen que ha ocurrido una turbonada. Más distante es la relación de su nombre con la palabra inglesa Waffe que las gentes pronuncian mal al decir Wharf. Ella traduce embarcadero o pequeño muelle. Al unirse los dos sentidos, queda claro que ha sido un poblado inmediato al mar, sometido a las eventualidades del tiempo. Bien puede decirse desde muchos siglos antes de existir cuando se produjo los movimientos del poblamiento de Suramérica esta condición natural estuvo presente. Corrobora tan lejana referencia el hallazgo de puntas de proyectil de piedra en zonas como Bahía Gloria cerca de las bocas del río Atrato y que en ámbito del saber arqueológico exista la denominación “Complejo Cultural de Urabá”, relativa a una amplia área de dispersión que se extiende hasta el Golfo de San Miguel y Río Bayano en Panamá y hasta el Alto y Bajo Sinú.1 ¿Hace cuánto han habitado los Tules la costa Norte del Istmo de Panamá desde el Golfo de Urabá hasta donde hoy está situada la ciudad de Colón? La respuesta es tan incierta que admite la imaginación: “Una vieja leyenda los hace descender de los famosos Tules, la raza que pobló el desaparecido

1 Las evidencias son abundantes, únicamente en la margen oriental del Golfo se han encontrado grandes acumulaciones de conchas de molusco con cerámica modelada incisa, objetos líticos y restos óseos de fauna, además de entierros humanos y fogones en Necoclí y en el Estorbo (Turbo), entre otros.

continente de la Atlántida (Fernández Gómez: 1991).”

Imagen 1: Indigena Caribe

Cuando llegaron al Caribe los conquistadores españoles, bien se sabe que sus primeros tanteos de lo que era Suramérica, Golfo de Urabá fue un lugar prioritario. De ello dejó más de uno su crónica, por ejemplo el italiano Pedro Martín de Anglería, que sin haber visitado nunca las Indias Occidentales supo de ellas e hizo la siguiente descripción cómo estaba habitado el golfo:

(…) en la primera frente que se entra en el mar, en cuyo trecho dijimos que tomó tierra Hojeda, hacia el ángulo, a nueve millas, está el pueblo Caribana, llamado Fueteracá; a tres millas de él cae el pueblo de Urabá, del cual se cree que tomó nombre todo el golfo, porque en algún tiempo fue cabeza del reino; a seis millas de ese pueblo está Feti, y a nueve millas de Feti, Zerema; a doce millas de él, Sorache. Estos pueblos los encontraron los nuestros llenos de gente (…) (Anglería: Pedro Mártir de Angleria. Dec. III, Lib. X, cap. II)”.

Y Alonso de Ojeda se quedó con Nueva Andalucía entre el Cabo de la Vela y el Golfo de Urabá, y Diego de Nicuesa con Veragua o Castilla de Oro desde el Golfo de Urabá hacia el Occidente hasta el Cabo Gracias a Dios. Es decir el golfo visto como un punto de corte de dos jurisdicciones destinadas a ser usufructuadas. Poco después surge San Sebastián de Urabá, primer poblado construido por los españoles en tierra firme americana precedido por las cabalgadas costeras de saqueo y esclavización de indígenas para llevar a Santo Domingo. El acoso de los indios y sobre todo el pánico que tenían a las flechas envenenadas, mantenían a los colonos prisioneros en su propia fortaleza, allí tienen que refugiarse, donde heridos, como dice Las Casas: “Rabiando morían”. Y allí estuvo el bachiller Enciso y Vasco Núñez de Balboa que invadieron el pueblo “Darién” y fundando, según el primero, a Santa María de la Antigua del Darién, en el oeste del Golfo y su interior. Y poco después, otra fugaz fundación de denominación pintoresca: San Sebastián de Buenavista.

¡Y luego que aconteció? Que los conquistadores perdieron su interés por Urabá a cambio de preferir las conquistas del interior. Cuando en el año 1.569 Andrés de Valdivia fue nombrado primer Gobernador y Capitán General de Antioquia, supuestamente incluyó el Mar del Norte, pero no se llegaba a él por tierra sino por rio Magdalena. De esa región distante del golfo se tiene el dato según el cual una cédula real dio el título de Año 1.620 dio el título de Gobernador y Capitán General de la Provincia de Urabá “a don Francisco Maldonado. Se presiente que fue una determinación tendiente a resguardar el golfo de los piratas y filibusteros y se ignora que tanto se pudo hacer y desde dónde. Según fray Pedro Simón quedó determinado que Urabá no perteneciera a la provincia del Darién, ni a la gobernación de Cartagena, ni de Antioquia, como se pretendía de ambas

partes (Simón: tomo V)”. Igual es una incógnita sí esa provincia subsistió hasta 1786 cuando aparece un último gobernador, don Andrés de Ariza en 1786 a quien se le había encargado construir varios fuertes.

El gran problema que perduró fue no tenerse asegurada la navegación por el rio Atrato y el golfo en los siglos coloniales. En especial en el XVIII la situación parece más difícil: “(…) mientras no esté asegurado el Darién y resguardadas las Bocas del Atrato (…) tampoco lo estarán las provincias del Chocó de los insultos de los enemigos de la Corona; no dejarán de extraerse la mayor parte de los Oros que se produzcan en aquellas Provincias (Silvestre: 1968, 41).” Sí, el control gubernamental de Uraba del siglo XVIII fue un reto y Francisco Silvestre no encontró otro recurso que sugerir el siguiente para dominar estas fronteras donde estimaba que existían 1.500 “Yndios Gentiles” fraccionados en “parcialidades”: establecer poblados cercanos “con destacamentos a corta distancia” para la defensa y así “(…) irlos cercando y estrechando y aun escarmentando y acometiendolos sin atención ni miramiento algunos a cualquier leve daño que cometan como apóstatas de la religión y del Estado, como enemigos crueles y malos vecinos (…) (Silvestre: 73)”. En particular, durante el mandato del arzobispo-virrey caballero y Góngora. Dos acontecimientos datan de entonces; en 1783, según el Atlas de Uraba, “la Corte española había ordenado la reducción o extinción de los indios de Urabá (Loic Menanteau: 2007, 66)”.

El poblamiento de Turbo

Turbo nace no oficialmente como un caserio desde principios del siglo XIX debido a un proceso espontanea en el que unos cuantos pobladores habitaron las orillas de un caño que atraviesa hoy el casco urbano del municipio y que hasta hace varios años era el principal brazo del río Turbo cuando este

surtía sus aguas a la bahía Pisisí. Quienes allí llegaron venían del Cauca, del Chocó y de ámbitos caribeños bolivarenses y arrastraban tras de sí las dificultades que experimentaban en sus regiones de origen. Algunos no estaban tan distantes del nuevo lugar a ocupar tales como los últimos que por el mar desde Cartagena se comunicaban con Quibdo a través de un cruce comercial y otros que tenían por su actividad económica recorrer en botes a vela las costas del norte de Urabá cazando tortugas.2 A todos les interesó realizar sus expectativas: acceder a una tierra virgen proximidad al mar, provista de recursos; disponer de amplios espacios de selva para abrir si así lo requirieran; pescar y utilizar los caños, ríos y quebradas donde la naturaleza les brindaba amplias posibilidades; acceder a la tagua y el caucho negro y las maderas como riquezas valiosas; aislarse de los peligros representados por las guerras.3

Estos pobladores no indígenas eligieron por lugar el golfo en su constado oriental en su parte media, una zona al otro lado de él con el mar de por medio con la extensiva y numerosa presencia de los pueblos de la nación cuna. La zona estaba precedida por una especie de conquista debido al éxito del gobierno virreinal sobre parte de los grupos cunas después de duras choques bélicos.4 Esta circunstancia permitió la ocupación por parte de la

2 Así fue descrita su intervención: “Desde 1820 caribeños de la isla de Barú dedicados a la caza de tortuga que abundaban por los lados del Cerro del Aguila, venían en botes a vela y levantaban sus ranchos en las costas y luego de recoger el carey volvían a sus lugares de origen. Actividad que continuó por más de un siglo (INER: 1997, 14).” 3 En las inmediaciones estaba el Caño de Chucunate, hoy día un sector de la población inmediato a la quebrada que luego se llamó Las Delicias. Su nombre proviene de los indios Chucuna, una comunidad fiera según la memoria oral de Toribio Cuadrado. Agustín Quejada igualmente menciona que el ex alcalde Roque Viera llamó a los pobladores de este sector de Turbo Los indios Chucunate, comparándolos por su agresividad con una tribu antropófaga del Darién Panameño.

4 Al respecto escribió Luís Fernando González Escobar que la reducción de “la frontera cuna” le permitió a la española llegar a “gran parte del Atrato”, proyectarse al Darién 2y establecerse en Urabá. San José de Murrí, sostiene, que al consolidarse fue la base desde donde se intervino hacia el norte

población no indígena y también de otros si indígenas, los chocoes que habitaban el bajo Atrato.

Ubicarse allí en medio del golfo significó estar al tanto de su dinámica mercantil, en particular la oportunidad de sacar dividendos de ella así fuese modestamente. Por ejemplo, se podría aportar el trabajo de acerrar y disponer las maderas más apreciadas de la selva que los comerciantes ingleses o franceses necesitaban y con lo recibido adquirir sus mercancías. Se podría explorar en busca de la riqueza aurífera en los ríos, ¿acaso así no habías surgido sitios como Pavarandó, Beberá y Murrí en donde convivían blancos, mestizos mulatos zambos, esclavos e indígenas?

Imagen 2: Óleo de Chucunate, autor: Jorge Cortés Valenzuela (q.e.p.d.)

El nuevo caserío del golfo permaneció sin nombre hasta que lo adquirió en la década de 1840. Fue determinante en tener identidad su ubicación central en el golfo, un escenario de salida del Chocó hacia el mar y de entrada desde éste para el comercio y el contrabando. Aconteció que el gobierno

naciente de la republica neogranadina estaba sujeto a los ingresos derivados de gravar su comercio externo y en un espacio a sí requirió ubicar en el mejor sitio posible una dependencia fiscal que interviniese el tráfico ilegal y recaudase los derechos aduaneros. Las existentes previamente a él, en la época de la República de Colombia o llamada gran Colombia también, estaban ubicas en los puertos principales de la costa Caribe y ahora entendió la necesidad de ampliar su cobertura. Una nueva había surgido desde hace algunos años de una Aduana en Matuntugo, pero una de las bocas del Atrato pero no era el lugar adecuado. Las opciones fluctuaban entre Quibdo, un poco más abajo del curso medio en el rio y al frente de las desembocaduras en el golfo (Laurent: 2008, 160-165). La deliberación estaba afectada por el desconocimiento geográfico de la zona en el alto gobierno, los costos, los intereses comerciales, las consultas y las opiniones de prensa. Finalmente, un decreto ejecutivo dispuso el traslado y el caserío que se llamaría Turbo fue la nueva sede de la Capitanía y un Resguardo, dos dependencias que alteraron su fisonomía de un precario asentamiento de gentes sin importancia para el gobierno.

En el gobierno de Antioquia el cambio no fue bien recibido y de tras de él estaban los grandes comerciantes vinculados al comercio exterior. Quizás apreciaron la ubicación como muy distante de su radio de injerencia, tal vez les convenía que estuviese en el curso medio del Atrato. De todas maneras en su propio territorio no estaría sino en la provincia del Cauca, antes de que admitiera de ella que de él, se desprendiera la espacialidad asignada a la nueva provincia del Chocó. Indica el desagrado la protesta, el oficio que el Concejo Municipal de Santa Fe de Antioquia dirigió al Presidente de la República donde “sostenía que no debía de ninguna manera perju-

dicar el derecho histórico del Departamento a la Costa de Urabá (Gómez J.A.: 1952, 738)”. Su argumento al hablar de “el derecho histórico”, debió ser referido a que por Urabá había comenzado la conquista de su territorio en el siglo XVI. Al dado de este argumento y soterradamente estuvo la intensión de quienes practicaban el comercio ilegal del oro y las importaciones, los cuales se presiente eran bastantes en el gremio mercantil.

Otro aspecto digno señalarse por ser un cambio cualitativo del caserío “turbeño”, consistió en que en el año 1.839, se asignaron trescientos pesos anuales para el sostenimiento de un doctrinero. El significado que se puede atribuir a este acontecimiento consiste en ser un aliciente para que la Iglesia estuviese en él. El valor de la suma de dinero debió ser alto, suficiente para que algún sacerdote estuviera dispuesto a permanecer en un lugar tan apartado y precario. Se nombró un padre de apellido Ochoa y “se duda si realmente viajó (Sayago Guerrero, F.: 1988)”. Así no lo hubiera hecho, ya estaba establecido el criterio según el cual la presencia estatal debía estar al lado de la asistencia religiosa. El complemento de fuerzas sería bien necesario, así se presintió, en el campo organizativo y regulador de una naciente comunidad fronteriza y apartada.

Y luego no tardó la fundación oficial, producida el 28 de agosto de 1840. La ordenó un decreto del presidente José Ignacio de Márquez, quien como estímulo y de acuerdo a una política aplicada a veces cuando se autorizó la creación de un lugar, Turbo recibió ocho mil fanegadas de tierras baldías. La medida, se suponía, fuese un medio para fomentar la colonización, obtener ingresos y desarrollarse entregando predios a colonos.

Nótese la particularidad de Turbo: el suyo tuvo un origen previsto en parte por los habitantes del lugar y sobre todo por la necesidad gubernamental de tener en el golfo un poblado formalizado previsto para regular en lo posible el tráfico comercial y su ilegal. Existe un personaje que se menciona en el decreto gubernamental como el vocero de un grupo solicitante, pero es desconocido y de nombre singular: don Baltasar de Casanova. Como no se sabe más de él el campo de la especulación queda abierto: ¿Sería un funcionario de aduanas?, ¿un comerciante? ¿Un vecino del caserío? ¿Qué intereses pudo tener? El apellido Casanova es propio de un criollo neogranadino.

Seis años después Turbo se convirtió en un Distrito Parroquial. Es decir la sede un cura párroco que administró espiritualmente una feligresía de un amplio espacio en el cual se formarían con el tiempo otros pequeños lugares. La aprobación conjunta entre la Iglesia y el gobierno siguió la tradición de dos poderes unidos en el que el último tenía voz y autoridad para crear parroquias e incidir en el sostenimiento de su eclesiástico. La Iglesia intervino representada por la Diócesis chocoana de Quibdó, quien incluyó la parroquia en la jurisdicción de Murrí. La presencia del religioso implicó la tarea colectiva de construir el templo, es decir movilizar a los habitantes a este esfuerzo.

Los límites de la jurisdicción turbeña fueron acordados en el decreto de creación de la parroquia por el entonces presidente neogranadino Tomás Cipriano de Mosquera. Éste dispuso que fuesen “los mismos del partido de Turbo, con excepción de las islas Mulatas que pertenecen a otra sección política de la República”. El artículo tercero de su decreto agregó:

“El gobernador del Chocó dictará sus providencias para la completa organización del nuevo distrito, conforme a las leyes de administración parroquial, y demás que sean aplicables”. Por último, el artículo cuarto dispuso que el decreto se le comunicara a la Diócesis para que organizara la nueva Parroquia y definiera su alcance espacial igual al político.

Turbo se expande

Hubo motivos suficientes para ello. En el aspecto comercial lo corrobora este referente de apariencia insólita: Los Estados Unidos consideró que necesitaba en Turbo tener un consulado y en el año 1852 nombró a Antón Michler. El personaje llegó a instalarse en un poblado tan pequeño que tendría, según escribió, alrededor de 230 habitantes. A pesar de su pequeñez y precariedad no se sintió inconforme y sí más bien complacido por su ambiente natural; anotó en sus papeles: “El tiempo era delicioso y encantador en extremo, los días casi siempre claros y cómodamente tibios; las noches siempre frescas y refrescantes”5 El cónsul no era el único foránea, existía también un inglés comprador de caucho Michler, 2016)”.

Vale la pena resaltar el contexto de la presencia de los dos extranjeros. Allí estaban por representar a países foráneos dispuestos a incidir con su presencia en la dinámica del golfo de Urabá, debido a su importancia geoeconómica y política. Eran años en que internacional y nacional se consideró urgente la construcción de un canal interoceánico que uniera los océanos Pacífico y Atlántico para facilitar un comercio internacional creciente. Por ello el pequeño Turbo atrajo las miradas y comenzó a adquirir importancia como un lugar propicio para suministrar materias primas naturales selváticas destinadas a industrial en las economías avan-

zadas del siglo XIX.

Una faceta más: Ocurrió un auge de la exploración de Urabá como un territorio factible para para la construcción del canal. Con este propósito en el año1876 dos geógrafos franceses recorrieron la región Fueron Luciano Napoleón Bonaparte Wyse y Armando Reclus quienes muy seguramente estuvieron en Turbo. Es de destacar que Wyse representó a Francia en la negociación con el gobierno de los Estados Unidos de Colombia y se firmó un acuerdo con el Presidente Salgar para que se hiciese el canal.

Imagen 3: La aldea de Turbo en 1870, ilustración anónima.

Caucho, Tagua y bullerengue

Unas décadas después de ser fundado, Turbo atrajo la migración durante el auge de la extracción del caucho y la tagua. El rasgo característico de la situación que la llegada de una determinada cantidad de población,

en su mayoría migrantes del sur de Bolívar, hoy día los departamentos de Córdova y Sucre, consistió en no ser una población que se retirara al pasar los ciclos económicos. Al convertirse en residentes estables expandieron la ocupación de la tierra, en particular, colonizaron el río León y sus afluentes: Juradó, Guapá, Bujíos, Chigorodó, Vijagual, Churidó, Apartadó, Riogrande y Micuro. La avanzada colonizadora dio lugar a la fundación de los más importantes campamentos de caucheros y tagüeros.

Imagen 4: Caucheros y tagüeros

Los bolivarenses se convirtieron en la mayor cantidad de habitantes de esta zona y su presencia precedió a otras dos migraciones, la chocoana y la antioqueña. Culturalmente implantaron tradiciones y costumbres, tal como “El Bullerengue”, primer aire musical no solo de Turbo sino de toda Urabá. También implantaron la conmemoración del once de noviembre de 1809, fecha en que fue declarada la Independencia de la Provincia de Cartagena del dominio español.

Conclusión

La explicación sobre el surgimiento de Turbo ha indicado su singularidad respecto al común de los poblados antioqueños. Nace en una región con largos antecedentes en su trajinar histórico. Lo admite un gobierno que hacía poco estaba establecido, al romperse la estructura creada por la constitución de Cúcuta en 1821. Procedió a convertir un caserío en una población formal y la apoyó para tener una mayor presencia en el Golfo de Urabá. Igualmente, experimentó un impulso notable años después debido a sus riquezas forestales y bióticas.

En este transcurso aún no estaba articulado a Antioquia pero sí al Chocó, de donde procedieron nuevos habitantes que establecidos se compenetraron a la población residente con igual fluidez a cómo ocurría con las genes oriundas de las sabanas bolivarenses. Esta simbiosis cultural y social marcó diferencias con la expansión que sucedía al interior de la región antioqueña. Se tendría que esperar la construcción de la carretera al mar, para que se produjera una nueva migración: con el arribo a Urabá, de las gentes antioqueñas. En otras palabras, la siguiente estrofa de un poema de mi autoría sintetiza lo dicho.

Urabá en su historia ha pertenecido, a Cartagena, Antioquia, Cauca y El Chocó, también fue provincia independiente y últimamente a Antioquia se trasladó

BIBLIOGRAFIA

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