Archivos de las Jornadas de Relaciones Internacionales V

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del gobierno egipcio – aquel que permitió el acercamiento de las facciones intrapalestinas – marca un fuerte contraste con respecto a la inclinación pro-Fatah y antiHamas del Régimen de Mubarak” (Khouri, 2011). - Las relaciones con Irán: Las consecuencias de la primavera egipcia no se manifestaron solamente para con Palestina, sino que también repercutieron en la relación entre Egipto y la República Islámica de Irán. Cuestión que ocasionó un profundo resquemor tanto en Tel Aviv como en Riad, como se vera más adelante. Es preciso tener presente, que desde el año 1979 las vinculaciones Teherán- El Cairo fueron de gran tirantez. Las relaciones diplomáticas entre ambos Estados se rompieron tras el triunfo de la Revolución Islámica iraní y la firma de los acuerdos de paz, por separado, con Israel por parte del entonces Presidente egipcio Anwar El Sadat. Esta situación de tensión se intensificó cuando Egipto apoyó a Irak durante la primera Guerra del Golfo (1980-1988). No obstante, las vinculaciones entre ambos países no se limitaban a un denso entrelazamiento de cuestiones étnicas y políticas sino que también, la religión se presentó como un elemento de oposición contundente respondiendo al profundo clivaje que existe entre ambas ramas del Islam. En particular, en el país persa se instauraba un gobierno de corte islámico en su versión shiíta que pretendía promocionar a través de su política exterior la revolución islámica, frente a una región en su gran mayoría sunnita, cuestión que generó gran desconfianza en los países de la zona (Paredes Rodríguez, 2008: 203-204). Durante los años de Mubarak, las relaciones no mejoraron, por el contrario, la República Islámica era considerada como una fuerza desestabilizadora de Medio Oriente y una amenaza para la propia seguridad nacional de Egipto. La rivalidad existente entre los regímenes egipcio e iraní queda manifestada claramente en parte del testamento político del Ayatollah Jomeini, al referirse a los enemigos de Irán, entre los que destaca a Estados Unidos, el Sionismo Internacional, al Rey de Jordania Husain, el Rey de Marruecos Hasan y Hosni Mubarak (Paredes Rodríguez, 2008: 204205). En base a esta oposición Egipto, junto a Arabia Saudita, buscó contener el avance de la influencia shiíta en la zona. Sin embargo, ambos países parecen haber han modificado su postura hacia el otro desde el comienzo de las revueltas egipcias a principios de 2011.En este sentido, dos hechos significativos se registraron días después de la renuncia del rais: por un lado, la concesión de un permiso de paso por el Canal de Suez, que fue otorgado a dos


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