La superación

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La superación es un proceso de cambio a través del cual una persona trata de adquirir una serie de cualidades que aumentarán la calidad de su vida, es decir, conducirán a esa persona a una vida mejor. Esta vida mejor no debe entenderse como una vida con más comodidades materiales, aunque éstas también pueden aparecer como un subproducto del cambio personal. Lo que el individuo trata de hallar a través de la superación personal es, en cambio, un estado de satisfacción consigo mismo y con las circunstancias que lo rodean. Son muchos los factores que conspiran en contra de un estado de esta naturaleza. Es frecuente encontrar personas que viven oprimidas por sentimientos de angustia, temor o incluso ira contra sí mismas o contra los demás. La causa de esto son creencias erróneas acerca de lo que es la vida, por ejemplo, la creencia de que la manera de alcanzar la felicidad es tener más y consumir más. Durante el proceso de cambio la persona en busca de la superación trata de conseguir la liberación de esas creencias erróneas para así poder estar en condiciones de afrontar la vida con otro enfoque, bajo otra perspectiva. Esto se llama el proceso de liberación o de despertar. A esa persona que ha conseguido ese objetivo se la puede llamar una "persona evolucionada", dado que ha experimentado una evolución en su actitud frente a la vida. Llegar a convertirse en una persona evolucionada no es un proceso fácil. Implica dejar atrás muchas formas de comportamiento que se han ido adquiriendo como consecuencia de la vida en sociedad y que ya se han convertido en parte integrante de ti. De hecho, lo que se te está pidiendo es te conviertas en otra persona diferente de la que eras. Por eso a este proceso algunas veces se lo denomina "renacer". Ante la magnitud del esfuerzo que esto implica, es comprensible que algunos decidan seguir siendo como eran antes, a pesar de todos los inconvenientes que ello les ocasiona. Para otros es imposible seguir en las condiciones en que se encuentran y solamente les queda tratar de cambiar si es que la vida ha de tener algún significado para ellos.


Si tú eres de los que han decidido que no les queda otra opción que cambiar, estas páginas te pueden ayudar mostrándote algunas de las conductas que debes evitar y cuáles son las que debes preferir. La resolución de evolucionar o no, la debes asumir tú como una condición preliminar para que exista alguna posibilidad de cambio. La seguridad que proporciona lo conocido y la inseguridad que provoca lo desconocido, son algunos de los motivos por los cuales las personas se resisten al cambio. También es cierto que las cualidades de la persona evolucionada no son precisamente las que promociona la sociedad. Generalmente asumir una actitud evolucionada representa enfrentarse con la manera de pensar de la mayoría y esto no suele ser grato para nadie. En realidad, iniciar el camino de la superación personal implica tener la intención de adoptar formas de pensamiento que han sido características de las grandes personalidades de la humanidad. Estas grandes personalidades no lo fueron precisamente por haber seguido las instrucciones de algún libro sobre cómo conseguir amigos e influir en las personas. El camino de la superación personal no es para todo el mundo, sino solamente para aquellos que han decidido hacer el esfuerzo porque están convencidos de que no les queda otra alternativa. Quiénes pueden superarse Existen ciertas condiciones que deben cumplir las personas que quieren emprender el camino de la superación personal. En primer lugar, deben querer superarse. Esto puede parecer una perogrullada, pero hay un motivo para requerirlo. Hay algunas personas que dicen que les gustaría ser mejores, pero... no están seguras, tendrían que pensarlo un poco más todavía. Para estar en condiciones de superarse, la persona debe tener en primer lugar la intención de hacerlo. Con esto quiero decir que el proceso de cambio es algo que surge del interior de la persona y no puede ser impuesto desde el exterior. Si una autoridad cualquiera decidiera, en un país, forzar a sus conciudadanos a superarse, no lo lograría. Tal vez conseguiría obligarlos a adoptar una apariencia de superación, pero la superación solamente la conseguirían aquellos que de todas maneras lo hubieran hecho sin ser obligados.


Esto no quiere decir que no se pueda, durante la infancia, transmitir a los niños valores propios de la persona evolucionada. La infancia es un período de aprendizaje, y tanto pueden aprenderse cosas malas como cosas buenas. La enseñanza será provechosa en la medida en que sea transmitida a través del ejemplo y en que coincida con las tendencias congénitas del niño. La infancia es un período de aprendizaje de hábitos. El significado de esos hábitos, sin embargo, solamente será comprendido cuando la persona alcance la adultez. El niño aprende por imitación, el adulto por convicción. Para estar convencido de la importancia de aprender algo, se debe tener un poder de comprensión que solamente se alcanza en la edad adulta. Comprender la conveniencia del cambio es algo que se puede dar de una manera traumática o no. Existen personas a las que todo les sonríe en la vida, que no tienen preocupaciones ni pesares, y que, sin embargo, un día dan la sorpresa a los que las rodean de manifestarse dispuestas a abandonar todo lo que tienen y emprender una nueva vida. Cuando se produce un cambio como el descripto, la única manera de explicarlo es como el resultado de un proceso interno de maduración. Por el contrario, existen otros cambios que se producen a raíz del sufrimiento repetido o de un gran sufrimiento inesperado. Puede ocurrir que la persona llegue a la conclusión de que no tiene sentido seguir sufriendo y decida hacer un cambio en su vida. O bien un acontecimiento como la muerte de un familiar puede llevar a la persona a replantearse los supuestos que han estado rigiendo su vida. En resumen, estará en condiciones de superarse aquel o aquella que tenga la intención real de hacerlo y la comprensión que solamente otorga la madurez vital. Esta comprensión para algunos llega más temprano y para otros más tarde o nunca. La edad cronológica es generalmente un buen indicativo de la adultez, pero falla en algunos casos. Una persona puede ser mentalmente adulta a los dieciocho años y otra no llegar a serlo todavía a los cuarenta y cinco. Una vez que se ha tomado la resolución de emprender el cambio y se ha comprendido


qué es lo que hay que cambiar, queda todavía un largo camino por delante. Ese camino solamente podrán recorrerlo aquellos que además tengan la cualidad de la persistencia.


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