EL CORAZÓN DEL PAPA LUNA

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Nadie debe encontrar la Lágrima, ni siquiera tus amigos, todavía no estamos preparados... ¡Entrégame el Cáliz y la composición! —le ordenó. —Padre, te ruego que no le hagas daño; sólo están buscando la verdad de la tragedia del gran maestro El Ghoulb, únicamente buscan conocer qué ocurrió en la catedral. Recuerda que Lahcen también era un Artifici Dei protector de la Lágrima. —Sí, pero cometió el error de mostrar el código de las esferas en su arquitectura. Por eso recibió el castigo. —¿Por qué tantas muertes inocentes? —interrumpió nervioso Iéhoshua mientras se acercaba, paso a paso, con movimientos lentos, sin mostrar intenciones agresivas, para recoger a su hijo y ofrecerle consuelo. —¡No he matado a nadie! ¡De todas formas, ningún muerto ha sido inocente! —replicó con fuerza Juan Albiol— El rabino Samuel ben Sahula tras escuchar la melodía la copió para venderla al mejor postor, el imán Abdeltif Quamar quiso robar la Lágrima con la intención de recuperar el dominio del Islam sobre cristianos y judíos, además pactó la guerra con Oddón Colonna a cambio de que le fuera cedido el poder sobre Peñíscola. El arcipreste Miguel Molsós, deseó inclinar la fuerza hacia el Rey, para que éste aumentara su poder personal y para ello no dudó en ordenar la matanza de los hijos del Islam en la explanada de la mezquita. Y al rabino Zacarías ha Levi, le creció la piedra de la locura cuando deseó utilizar la fuerza de la Creación para consolidar su propia ambición. Todos ellos eran culpables, únicamente les guiaba que su verdad prevaleciera sobre las otras. Por eso financiaron el organistrum, para destruir el símbolo de entendimiento de las tres religiones. Creyeron que la fuerza de su poder residía en la división y el enfrentamiento. Tuvieron miedo de que la obra demostrara al mundo que eran tres hermanos con el mismo Padre. —¿Y qué guía tus crueles asesinatos? —le preguntó con cierta rabia Santiago. —¡Os repito que no he matado! —sentenció—. ¡Yo no he asesinado a nadie! Pero quien lo haya hecho tiene toda mi bendición, puesto que no han sido asesinatos, han sido actos de justicia —añadió con un tono de voz que deseaba mostrar una piedad mesiánica—. Soy un instrumento en las manos del Creador para proteger el Santo Cáliz de la ambición de emperadores, reyes y papas, pues éstos sólo ven en él un arma de guerra, la fuerza para mantener el poder. Por eso durante siglos lo han buscado con la misma fiebre que veo reflejada en tus ojos —remarcó mirando a la cara de Santiago—. Y nuestra misión —girando el rostro hacia Nicolás—: es protegerlo. Por eso hijo, debes entregarme la partitura musical y el Grial, sólo así conseguiremos proteger la Lágrima de Júpiter y el corazón que descansa dentro de ella.

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