Breve charla con el lector Decimos que una persona parece culpable, avergonzada, asustada, contenta, furiosa, cómoda, confiada, frustrada y de muchas otras maneras demasiado numerosas para enumerar. Unos pocos músculos pegados a los huesos craneales forman el mecanismo de cada expresión, y el estudio de estos músculos y huesos no es difícil ni complicado. ¡Qué interesante es todo esto! Digamos desde el principio que el dibujo acertado de una cabeza no resulta de la “penetración espiritual” o de la lectura de la mente. Se debe a la correcta interpretación de la forma en sus proporciones, perspectiva e iluminación. Las demás cualidades del dibujo son consecuencia de la manera en que se interpreta la forma. Si el artista entiende esto, el alma o carácter quedan revelados. Como artistas sólo vemos, analizamos y ponemos manos a la obra. Ojos dibujados constructivamente parecen vivos debido al dominio técnico del artista y no a su habilidad para leer el alma del modelo.El elemento que más contribuye a la variedad de tipos es la diferencia que existe en las formas del cráneo. Hay cabezas redondas, cuadradas, con mandíbula ancha y prominente; cabezas alargadas, estrechas, con mandíbula retraída. Las hay con la bóveda y la frente altas; otras las tienen bajas. Algunas caras son cóncavas, otras convexas. La nariz o el mentón son prominentes o débiles. Los ojos son grandes o chicos, separados o juntos. Las orejas, de toda forma y tamaño. Hay caras flacas o gordas, huesudas o desprovistas de huesos. Hay bocas finas, gruesas, con labios delgados, llenos, salientes, e igual variedad de formas y tamaños de nariz. Multiplicando entre sí estos distintos factores se consiguen millones de caras diferentes. Desde luego, por la ley de promedios, cierta combinación de factores suele aparecer con mayor
¡Cuán afortunado es para la humanidad que cara hombre, mujer y niño tenga un rostro individual e identificable! Si todas las caras fueran idénticas, como los rótulos de una marca de tomates, viviríamos en un mundo muy confuso. Si reflexionamos, la vida es un continuo flujo de experiencias y contactos con la gente, gente distinta. Suponed momentáneamente que Jones, el vendedor de huevos, fuera copia exacta de Smith, el banquero; que la cara al otro lado de la mesa fuera la de Mrs. Murphy, Goldblatt o Trostky ⎯ que nunca pudierais tener seguridad alguna. Suponed que todos los rostros en las revistas, periódicos y en la televisión de redujeran a un solo tipo masculino o femenino, ¡cuán aburrida sería la vida! Aunque vuestra cara no os favorezca, aunque diste de ser hermosa, mucho es lo que os concedió la naturaleza, y podéis agradecerle vuestro rostro, bueno o malo, pero siempre vuestro. Estudiar la individualidad de los rostros siempre interesa, y especialmente a las persona dotada de algún talento para el dibujo. Al comprender las razones en que se basan las diferencias, nuestro estudio se vuelve absorbente. No sólo la naturaleza nos identifica a través de nuestros rostros sino que revela al mundo mucho acerca de nosotros. Nuestros pensamientos, emociones y actitudes, hasta la clase de vida que llevamos, se registran en nuestra cara. La movilidad de la carne, es decir, el poder de la expresión, le añade más que mera identidad. Debemos conceder una atención más que casual a la interminable procesión de caras que cruzan por nuestro pensamiento. Dejando de lado las fases psicológicas y emocionales de la expresión, podemos decir en simples palabras las razones básicas y técnicas de la sonrisa, del ceño y de todas las variaciones que denominamos expresiones faciales.
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