Revista EXACTAmente 60

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pixelblume/Flickr

neurociencia

Diamante mandarín (Taeniopygia guttata)

“Nosotros hacemos experimentos donde insertamos electrodos en esos músculos y medimos la presión de los sacos aéreos mientras el ave canta. Todo ese registro luego alimenta nuestro sistema matemático y si nuestro modelo es correcto –ante esos parámetros que uno mide– se genera canto. Eso fue el comienzo del laboratorio”, relata, y señala que este tema, al ser tan importante para la neurociencia, los llevó a incorporar la electrofisiología. Es decir, mientras el ave está cantando ¿qué está pasando en las distintas partes del cerebro? “Eso es una parte del trabajo que busca incorporar el aspecto neuronal con la parte fisiológica. La hipótesis de trabajo del laboratorio es que el comportamiento no es solamente neuronas que disparan, sino que debemos integrar un aparato periférico con el sistema nervioso central. Y de la interacción de ambos junto con el ambiente es que surge el comportamiento”, subraya como punto de partida filosofal de sus estudios.

Escuchando sueños Ya se han metido tan a fondo en esta cuestión, que ahora revelan haber podido escuchar el sueño de los pajaritos con resultados inesperados. Es que mientras estas aves duermen no pasa lo que se suponía que ocurriría. Y lo que

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sucede, según sus registros, cuestiona la teoría de consolidación de memoria actualmente imperante. “Cuando se mide la actividad muscular del ave mientras duerme, se encuentra que de tanto en tanto genera el patrón de actividades correspondiente al canto, como si de noche estuviera practicando dormido el canto, pero también hace otros gestos motores. Como nosotros tenemos estos modelos matemáticos que dada cierta actividad muscular permite saber cómo suena, podemos conectarlo y escuchar lo que está soñando”, revela. A simple vista, el pajarito presenta la respiración normal de alguien dormido, pero la actividad eléctrica de las neuronas baja hasta los músculos de la siringe como si cantara, pero por supuesto no lo hace de modo manifiesto porque al soñar está inhibida esa función. Pero, el equipo de Mindlin lo logró descifrar y se sorprendió con sus resultados. “Durante mucho tiempo se pensó que la actividad fundamental durante el sueño era consolidar un gesto motor: practicar de noche lo que se va a ejecutar durante el día. Lo que encontramos es que la cantidad de veces que se practica lo que se hará de día es solamente el 15% del tiempo, el otro 85% está haciendo variaciones

muy alocadas de la actividad motora. Nosotros estamos proponiendo la hipótesis de que en verdad lo que hace es adecuar su código de corrección de errores. Tiene consecuencias para la biología porque nosotros, al cuestionar aspectos del paradigma de la consolidación, nos inclinamos a ver que el ave lo que está haciendo es practicar un conjunto de escenarios motores que luego no va a ejecutar”, destaca Mindlin, uno de cuyos trabajos sobre el diamante mandarin, junto a su equipo de la UBA y de la Universidad de Chicago, fue seleccionado entre los diez mejores publicados en la revista Nature en 2013. “Con estas líneas de trabajo estamos muy entretenidos”, confiesa sonriendo.

Decirlo con voz sintética En el mismo laboratorio, Marcos Trevisan, también doctor en física, trabaja en algo similar pero distinto. “Nosotros vamos a la saga de las investigaciones de la línea de aves. Tratamos de importar esas ideas para aplicarlas en humanos”, relata. Él y su equipo, con solo tres detectores colocados en la boca y conectados a una computadora, lograron reproducir con voz sintética lo que Marina o José deseaban expresar. “La persona hace la mímica de lo que quiere decir y la computadora habla por ella”, resume, y enseguida agrega:


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