UN Periodico No. 129

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22 Sociedad Unimedios

Gladis Salas y su esposo dejaron de enviar a sus hijos al colegio, no por falta de dinero, sino porque consideran que el sistema educativo trunca el desarrollo integral de los niños. “Un día mi hija llegó aburrida de la escuela porque la profesora no le enseñó a multiplicar. Le dijo que eso lo vería el año siguiente. La niña quería aprender porque deseaba estar al nivel de su hermano”, relata la madre. La ingeniera agrega: “Le coartaron el deseo de aprender, por eso decidimos, en común acuerdo con los niños, enseñarles en casa. No creemos que la socialización se afecte, al contrario, mis niños ahora son más ágiles para hablar con todo tipo de personas”. Se dio cuenta, en los primeros meses, que la tarea no era trasladar el tablero al hogar. Al encontrarse con la red que reúne en Colombia a cerca de 50 familias que educan en casa, cambió la metodología y ahora se enfoca en el aprendizaje natural. “Es duro, sí, pero uno tiene que darles herramientas, llevarlos a bibliotecas, a museos, guiarlos para que vean buena televisión. Hay que aprovechar sus inclinaciones por el conocimiento. Viajamos por el país para que ellos aprendan y conozcan otras formas de vida”, relata Salas. El Homeschool (escuela en casa) es una tendencia que acogen miles de familias en el mundo. En Estados Unidos, la Oficina del Censo registró el crecimiento de 600 mil familias a inicios de los años 90, a casi millón y medio hoy en día, según se dijo en el Seminario Internacional La Educación en Ciencias Sociales, que realizó la Universidad Nacional. En Colombia, a pesar de que existe esta práctica, no hay registros oficiales. En el Ministerio de Educación se aseguró que el tema aún no ha sido abordado por la entidad.

En el mundo no es una alternativa nueva, pero está creciendo. En Colombia unas 50 familias educan a sus hijos en casa. Si bien expertos en educación tienen sus reservas frente al tema, coinciden en que esta opción es un legítimo derecho de los padres.

“No se trata de trasladar el tablero al hogar”, dicen los padres que evitan la escuela y educan a sus hijos en casa. En Colombia, cerca de 50 familias lo hacen y enfocan su metodología en el aprendizaje natural.

¡Educar sin escuela! Se abre la discusión

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13 de diciembre de 2009

Entretelones Paula Rothermel, investigadora de la Universidad de Durham (Inglaterra), señala que desde hace varios años sigue los pasos de familias que no envían a sus hijos al colegio, porque los educan en el hogar bajo la mirada reticente de las autoridades. “Hay familias que optaron por el homeschool desde el inicio; se dieron cuenta de que los niños de 0 a 5 años aprendieron por sí solos muchos temas sin ir a la escuela. Otras, decepcionadas con los programas oficiales, retiraron a sus hijos”, dice la experta. Rothermel anota que no se debe descalificar a estas familias porque su alternativa responde a un modelo de vida. “Hay padres que lo hacen bien y sus hijos saben afrontar la vida social con buenas competencias, incluso van a la universidad. Otras necesitan asesoría oficial o de familias que viven la misma situación”. El mayor interrogante que tiene la señora Salas es sobre la legalidad que hay en Colombia, “hemos buscado, infructuosamente, una guía”. En Inglaterra y Estados Unidos existe la supervisión permanente de las autoridades, mientras que en naciones como Alemania está completamente prohibido educar en casa.

Los padres que educan a sus hijos en casa no tienen una metodología común, pero sí una disciplina

de familia.

Mirada crítica Para Patrick Farenga, experto en educación en el hogar, es infundado el argumento de que los niños pierden capacidad de socializar. Manifiesta que ningún estudio lo ha comprobado. “En los 28 años abordando el tema he visto que estos niños tienen las mismas capacidades que los escolarizados”. Asegura que la sociedad moderna solo lleva 100 años enviando a los niños a la escuela, en un modelo que, según opina, corta las posibilidades de una socialización amplia, más allá de los pares de edad. “Se disminuyen destrezas del niño porque se someten a currículos que determinan la edad en la que deben entregarse ciertos conocimientos”. El líder del Grupo en Enseñanza de la Historia de la Universi-

dad Nacional de Colombia, Darío Campos, dice que lo anterior pone en evidencia la crisis de la educación tradicional en el mundo. “Hay docentes sin pedagogías atractivas y atrasados frente a los avances de la tecnología, así como colegios inadecuados para la enseñanza”. Campos dice que quienes optan por educar en casa, por lo general, son de clases pudientes, de alto nivel de formación, que creen poder suplir a la escuela. No descarta que los niños se formen adecuadamente, pero cree que hay riesgos. “La escuela se creó por un consenso social; en ella se deposita la fe pública para formar a nuestros hijos, pero como institución humana es imperfecta. Desde la mirada crítica del filósofo Michel Foucault se puede asimilar al colegio con una cárcel, un lugar de adiestramiento, donde impera el poder”, afirma Campos. Y agrega: “La familia tampoco es perfecta, allí se generan los primeros traumas, los derechos se violan más y hay mayor agresión, con el peligro de que todo se quede en casa. Esos riesgos son más fáciles de denunciar en la escuela”. Campos enfatiza en que no se trata de condenar una u otra alternativa; sostiene que así como los padres tienen derechos legítimos sobre la educación de sus hijos, el Estado tiene derecho sobre la formación de los ciudadanos. “La familia debe acercarse más a la escuela, no esperar que toda la labor la cumplan los profesores. Si ven que las cosas fallan en el aula, es misión de los padres ayudar a mejorar. Por ejemplo, hay colegios en donde los padres hacen parte

de los consejos académicos”. La inglesa Paula Rothermel indica que la escuela debe ser más flexible con los horarios, los currículos y las edades en que los niños realizan determinado curso. “En el Reino Unido se debe ser bachiller a los 17 años, pero ¿por qué el Estado impone esas pautas? El director del Grupo de Investigación en Evaluaciones del Departamento de Literatura, Fabio Jurado, sostiene: “Resulta polémico y atractivo el dilema de la educación sin escuela; puede percibirse como paradójico que en un país que ha tenido tantos problemas con el derecho a la escolaridad, como el nuestro, exista un movimiento que pregone esto”. Explica que como movimiento es reciente, pero como ideario de algunas familias con pensamiento crítico se ha insinuado desde 1970. “La cuestión es, ¿todos pueden tener el derecho a una educación sin escuela, o solo es posible para ciertas familias de estratos medios y altos? Aquí está lo más controvertible”. Campos y Jurado coinciden en que el riesgo de educar en casa es que los niños pueden estar más solos, y esto podría afectar la socialización al no estar expuestos a la diversidad de temperamentos que hay en la sociedad. “La ventaja es que los niños podrían manejar el tiempo con mayor autonomía”. Lo que tienen claro quienes educan en casa es que no existe una metodología común, pero sí que debe haber una disciplina de familia. “Me cuestiono, por ejemplo, el hecho de pensar que la universidad no es una necesidad; serán mis hijos los que decidan eso”, reflexiona Gladis Salas.

Fotos cortesía Luis Felipe Chica

Carlos Andrey Patiño Guzmán,


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