Reaprovechamiento de capiteles califales en monumento cristiano: la Iglesia de San Juan del Hospital

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Guadernos de Madinat al -Zahr谩'

Vol. 4

C贸rdoba, 1999


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ECI SONUECIVIIf


O Junta de Andalucía. Consjería de Cultu¡a (O

l-os autores.

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdob¿ Sot Ángela de ia Crtz, 1.2 - TeLéfono 957 283 JO6 ISSN:1139-9996 Depósito Legal: CO. 6041 1999


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UN NUEVO CASO DE REAPROVECHAMIENTO DE CAPITELES CALIFALES EN UN MONUMENTO CRISTIANO: LA IGLESIA DE SAN JUAN DEL HOSPITAL (VALENCIA) PATRICE CRESSIER, Ca¿ de VelázqaezlCNRS-U MR t618 JOSEP VICENT LERMA, SerLicio Arqrcológico hlnnicipal de Valencia In ¡ner¡nriant Dr¿. il[. Gi/-t\Ia¡care// nagislra opÍirna

stas brcvcs notas sobrc .los capireles islámicos

La iglesia (fig. 1), construida con caliza local

r.rorouachaclos en un monumenro r risriano de Valencia marcan, por nuestra parte, la continuidad de una triple serie de trabajos con temáticas complementarias: por un lado el inventario de capiteIes islámicos inéditos de Valencia (1), por otro nlrestras investigac.iones sob¡e el reaprovechamiento sistemático de piezas califales en la arquitectura

de las canteras de Rocafort-Godella y cuyas dimensiones globales son de 36 m. por 10 m. aproximadamente, consta de una nave única, cubierta por Lrna bóveda apuntada con plementaria, originalmente de ladrillo, sobre faiones (5)

Tl -D

posterior (2) y por írltimo nuestros intentos

de

profi-rndizar en algunos aspectos específicos de la escultura de capiteles durante el califato omeya de Córdoba (3).

DOS CAPITELES ISLAMICOS EN

LA IGLESIA GóTICA DE SANJUAN DEL HOSPITAL Los dos capiteles objeto de este estudio se encuentran reaprovechados en la iglesia de San Jr-ran del Hospital en Valencia. Este edificio pasa por ser la segunda iglesia construida en la recién conquistada ciudad -después de la catedral-, a raíz de una donación por parte de Jaume I a la orden del Hospital, de unos terrenos cercanos a la antiglra puerta cle la Xerea (Bab al-iarila). Se trataba de fundar un priorato de dicha orden, que asociaría iglesia, hospital y convento. Este complejo arquitectónico y fr-rncional se levantó en su mayor parte entre 1238 y 1261, aunque el conjunto del convento no se acabó antes de I316

é).

que descansan sob¡e ménsr-rlas. Está provista de un ábside pentagonal, dotado de contrafuertes exteriores, con bóveda de nervios de crucería y ladriIlo, iluminada por ventanas ojivales -la central con columnillas adosadas que rematan en capireles de temática vegetal bajo impostas decoradas con roleos de palmetas y círculos enttelazados respectivamente-. Este ábside se debió levantar a mediados del siglo XIII; más tarde, en el siglo XIV, se instalaron dos capiilas entre los contrafuertes. En la nave, las capillas laterales se abren pot ojivas cistercienses. Un arco triunfal conecta la nave con cl presbirerio. Los dos capiteles califales están reaprovechados en la zona transicional de la nave al ábside. Cada uno asciende, a una altura cercana a los siete metros, la superposición de tres fustes de acarreo (2,19 m. x 0.2) m. aproximadamente) apilados sobre sendos collarines o discos moldurados; el de más arriba es de color rojizo oscuro, mientras que Ios otros dos son de mármol blanco de Macael (láms. 1 y 2); esta misma solución la encontramos también representada en las absidiolas de Ia púcticamente coetánea iglesia parroquial del Salvador

r11


de Burriana (6), de acuerdo con el modelo inaugurado por el cimborrio y el claustro de la Seo de Lérida. Además de l-raber estado enmascarados por el revestimiento barroco del siglo XVII -obra del navarro Juan Pérez Castiel, eiiminada en la restauración de 1968-, quizá esta localización de difícil acceso explica que estos capiteles no hayan sido identificados hasta hace poco; en todo caso dificultó mucho las observaciones para el presente trabajo. A continuación ofreceremos una primera descripción de les dos ¡iezas.

El capitel compuesto (lám. 3) Su altura es de 39l,i0 cm., slr diámetro inferio¡ en torno a 20 cm., y el ancho al ábaco se pr-rede evaluar a Lrnos

38 cm. Ofrece dos coronas de un acanto no francamente espinoso aunque llega a generar un cierto efecto de encal'e alrededor del cálato. En cada hoja, grupos de cuatro foliolos bastante estandardizados se distribuyen a 1o largo de la nervadura axial subrayada por urla tret:'zz- simple. No hay

solución de continuidad entre la parte super.ior del cálato y el equino que no sobresale del conjunto, o casi. Aquella zona está ornada por un ataurique de sencillo desarrollo y que incl,rye entrelazos circulares con grlipos de cuatro frutos discoidales y pedúnculo. Las volutas, que no se juntan con la corona de follaje superior y cuyas caras laterales llevan una decoración bastante esquemática (una cinta de incisiones radiales rodeando una florecita) han debido sufrir alguna restauración. El ábaco está profundamente ahondado en un lado y otro de la cartela. En conjunto, la factura está cuidada alrnque el relieve parece falto de vigor, quizá por el uso de un mate¡ial pétreo poco apropiado -aunque no se puede excluir tampoco la intervención de restauraciones o limpiezas drásticas, en parricular en la cara inferior de las puntas de las hojas Las proporciones casi cúbicas del bloque en el que se esculpió, la morfología del capitel en general, y sr,rs características estilísticas coinciden en atribuirle a la épc:ca califal. Veremos, después de

presentar la segunda pieza, en puede precisar esta cronología.

r74

c1ué

medida

se

El capitel corintio (lán;'. 4) Es ligeramente más achatado qr-re el capitel compuesto que acabamos de contemplar; su altura es de unos 38 cm.. su diámetro en la base de unos 24 cm., y el ancho al ábaco deducido de estas dos medidas sería pues, de unos 38/39 cm. Las hojas de las dos coronas de acanto son muy parecidas a ias del capitel anterior, sucediéndose a lo largo de cada nervadura axial grr-rpos de cuatro foliolos dispuestos en abanico. Estas nervadr-rras, sin embargo, no están subrayadas por Lrna trenza sino por una línea de perforaciones triengulares dispuestas puntas arriba. En la base de la corona inferior ei movimiento general de los foliolos de las hojas vecinas les lleva a esbozar un motivo circular. La forma adoptada por las volutas exteriores, casi idénticas a las del compuesro anteriormente

descrito, no impiden en esta segunda pieza el desarrollo de ve¡daderos car-rlículos con sus características hélices interiores y los cálices de hojas de los que están surgiendo -aquí muy pegados al cuerpo del capitel . Esta doble, aLrnque desigual, herencia (del compuesto y del corintio) convierte a este capitel en un corintio un tanto atípico. La reminiscencia clasicista adoprada para los caulículos está apoyada por la elección del motivo vegetal acorazonado de la cartela, sobre el que volveremos más adelante.

DOS CAPITELES PLENAMENTE

CALIFALES

Ni la morfología, ni el repertorio vegetal

ele-

gido dejan la más mínima duda: se trata de

dos

capiteles de la época califal clásica. Volutas discoidales y proporciones casi cúbicas asegurarían por sí solas qr.re han sido esculpidos entre el siglo X y

XI (7), mientras que el acanto -clryo

carácter

vegetal está todavía muy marcado- Iimita esta posibilidad cronológica al siglo X. EI tratamiento de las nervaduras, subrayadas por trenzas o líneas de perforaciones triangulares, implica qlre no son anteriores al califa 'Abd al-Rahmán III (8); de hecho, los paralelos con los capiteles del Salón Rico de Madlnat al.-Zahrá' -fechados en 9t6-t1son, a este respecto, evidentes (!), incluso sabiendo que piezas anteriores adoptan el mismo tratamiento (10). El origen oriental de éste ha sido


puesto en evidencia repetidamente, allnque dos vías de influencia hayan sido igualmente posibles: bien directa, bien a tr¿rvés de la tradición visigoda.

Los ras¡¡os clasicistas en cambio remiten a un periodo de tiempo mucho más amplio que abarca desde el reinado del emir 'Abd al-Rahman II (por ejemplo con los capiteles trasladados aI tnihráb de la mezquita de ¿rl-Hakam II) (11) hasta el de este califa, y que incluye por slrpuesto el largo reino de 'Abd al-Rahm¿n III (con Ios capiteles de pilastras del Salón Rico, esculpidos en su nombre en 9i4tt) (12). Considerados independientemente unos de otros, estos raslJos no aportan precisión cronológica: la flor de ábaco corresponde obviamente a una evolución del modelo emiral antes aludido hasta llegar a una soh-rción próxima a la adoptada en uno de los capiteles de pilastra del Salón Rico (13), sin por ello alcanzar un gran desarrolio de la piña central como puede ocurrir más tarde (14);

los cálices de los caulículos, en cambio son más sencillos qlre los de estos mismos capiteles en el Salón Rico (11), pero slr estrlrctura reticulada es más compleja que Ia de ciertos elementos de la /n,rqs/./r,r de al-Hakam II en la mezquita mayor de Córdoba (16). Este clasicismo ha sido considerado, en 1o que r oñt irrnc .r le producción emiral. como releren. ir

explícita al anterior gran imperio mediterráneo el romano- y esta elección política comparada con la similar voluntad manifest¿rda por ejemplo por los Carolingios (17). El fenómeno se mantiene en época califal, sin por eso amplifica¡se. De

hecho, bajo al-Hakam II sólo los capiteles de pilastras de la nave axial de la mezquita mayor de Córdoba pertenecen al tipo co¡intio (18), así como unas piezas aisladas de Madrnat al-Zahrá' . De manera general, Ios lazos estilísticos con la

decoración arquitectónica de Madrnat al-Zahra' son numerosos; además de los subrayados ya, se pueden ver los fiutos circulares del equino, presentes en las caras laterales de algunas voiutas de capiteles del Salón Rico y en tableros parietales del mismo edificio (19), o bien la ornamentación de la cartela del mismo capitel compuesto, que recllerda a la de los equinos de unos compuestos del Salón Rico (20). No obstante, la factura está, aquí, menos elaborada y en algunos elementos se opta por una sencillez que roza la facilidad (por

ejemplo en el tratamiento de la cara frontal de las volutas, clue renuncia casi a sr-r carácter vegetal). En estas condiciones, sería muy difícil admitir que estos capiteles de San Juan pr-Ledan ser anteriores a los del Salón Rico de Madlnat al-Zahrá' y debemos considera¡les más bien formando parte de Ia inmensa producción derivada de esta fase cumbre de la escultura c¿rlif¿rl. La permanencia de rasgos de la Antigüedad clásica impide, por otr¿r parte, fecharles demasiado tarde. Proponemos enronces una fecha incluida entre c)i4-5i (elaboración de los capiteles de pilastras del Salón Rico) y 97 6 (finales del reinado de al-Hakam II).

LUGAR DE PRODUCCIÓN. LUGAR DEI]TILTZACIÓN

A propósito de estos dos capiteles

califales reutilizados en Lrn monumento cristiano, dos preguntas se imponen de inmediato: ¿dónde han sido esculpidos? y ¿por c1ué han sido reaprovechados en este monumento concreto/ A la primera pregunta no se puede dar, en el estado actual de la investigación, respuesta definitiva en Lrn sentido u otro. Sin embargo, se puede observar, por el peculiar estilo de los dos capiteles, que ambos proceden de un mismo taller y que éste ni es uno de los de MadTnat a|-Zahrí . ni tampoco corresponde a lo que se sabe de los de Có¡doba (sr-rponiendo que éstos eran distintos de los de la ciudad califal) (21). Se puede admitir entonces, por 1o menos como hipótesis de trabajo, que tenemos aquí una producción propiamente valenciana, más original en todo caso que la que creímos deducir -con mucha cautela- de uno de los fragmentos del Palacio Real de Yalencia(22). En cuanto a la segr,rnda pregunta, nos parece qr-re las condiciones de reaprovechamiento de estos

capiteles son muy similares a las de capiteies y basas califales en este último monumento, reaprovechamiento que ya tuvimos oportlrnidad de estudiar Q3). Nos parece indudable qr-re tal recurso a piezas de acarreo responde, en estos momentos todavía próximos a la concluista cristiana. a una voluntad explícita (24). En efecto, no era, de ninguna manera, arquitectónicame nte hablando, necesario utilizar capiteles en esta parte del edificio, ni -en caso de hacerlo- hacía falta recurrir ¿ piezas de este tipo cr-rya calidad estética pasaría, dada su localización, perfectamente inadvertida. 13t


Esta voluntad explícita tiene además dos componentes: la primera es el posible deseo por parte de los nuevos poderes -ranto el real como el de las órdenes religiosas combatientes- de marcar una cierta continuidad respecro al anterior Estado, la segur-rda y sin duda preponderante es la de ostentar el despojo y Ia reutilización a fines propios de elementos llamativamenre atribuibies a los vencidos. En otro sentido, revela un cierto mudejarismo arquitectónico que, hasta ahora, no había sido

sr-rficientemente valorado. al menos en el á¡ea valenciana. Globalmente, estos fenómenos se repiten durante los siglos

XIII y XIV en varios

pun-

tos de la Península más o menos recién conquistada e interesan siempre a zonas claves del monlrmento concernido: Salas de Ped¡o el Cruel en el Alcázar de Sevilla (1364), torre señorial de El Car-

pio (Córdoba, c.1325), Capilla Real de Ia Caredral de Córdoba (ss. XIII-XIV), etc. Más tarde y salvo en el caso excepcional de la Colegiata de Torrijos (Toledo), para Ia qr-re intervienen facrores culrurales complementarios (25), Ios reaprovechamientos de piezas califales se dan en monumentos de inre-

rés menor, sin ningún senrido más que el mero práctico.

Quedaría por explicar porqué, en los

casos

más significativos a los que aludimos se han elegido casi siempre para esre propósito capiteles cali-

fales

y no obras cronológicamente más

cercanas:

¿mayor número de piezas disponibles? ¿atribución más clara al ámbito cultural islámico? ¿presencia sistemática en monumentos islámicos locales como consecuencia de anteriores acarreos (26)? Extremo que parece confirmado por el hallazgo en 1992 cle una nueva voluta de capitel con claros paralelos entre los de la época de 'Abd al-Rahman II, en contextos arqueológicos de Ia Plaza de Ia Almoina, atribuibles aI alcázar valenciano (27).

res locales. Por írltimo, muestra ei carácter gene-

ral del fenómeno de reaprovechamiento sistemático de piezas islámicas, y más concreramenre califaies, en monumentos cristianos de cierta importancia política.

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En suma, estas breves observaciones, a pesaf de la modestia de las obras aquí estudiadas no sólo

nos parecen arro)ar una iuz bastante nueva sobre la arquitectura valenciana, islámica y crisriana, sino que ayuda también a enfocar Ia investigación sobre las condiciones de elaboración de la escultu-

ra monumental califal a escala de todo al-Andalus, pareciendo confirmarse la existencia de talle136

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r)1


NOTAS

1.

Cressier, Le¡ma, 1989; Ba¡celó, Cressier, Lerma, 1991a 199

1

14.

y

b.

2. Cressier, Cantero Sosa, 1995. 3. Cressier, 1995. 4. cirici, Gumí cardona, I 977. 5. Cubierta casi íntegramente reconstruida en 1968. 6. Gil i Cabrer¿, 1987. 7. Para una visión resumida de la evolución del capitel islámico en Ia Península Ibénca y Marruecos, ver Cressier, Marinetto Sánchez, 1993; sobre las proporciones de los capiteles califales: Domínguez Perela, 19U3. 8. Cressier, M¿rrinerto Sánchez, 1993; Marinetto S¿ínchez en prerrsa. !. Por ejemplo Gómez Moreno, 1951, fig. lf i, p. f33. Para más detalles: Cressier, 1995. I 0. Es ei caso de un capitel de Lola (Granada) fechado en 95 1952:Tones Balbás, 1973, ftg.415,p.610. 11. Tanto por la presencia de caulículos como por el tipo de flores de ábaco: Cressier, 1985 y Ia bibliografía recogida en es¡e arrículo. 12. VerporejemploGómezMoreno, 19i1,fig. ll0,p.79; y Cressier, 7995 , foto 79. 13. Gómez Moreno, 1951, figs. 109 y 110, p. 79; Cressrer, 1995, fotos 16-19.

I 138

Por ejemplo Pavón Maldonado, 1981, tabla II-9, n." 75, Madlnar al-Zahr á' , sin localizar. Ver nota 1l Definidos por B. Pavón Maldonado (1981, tabla IV, fig. pie za de

15 16. 1

7.

18. 19.

puntas lanceoladas". 12) como "de Cressier, 1991 . Ewert, \Wisshak, 1981,láms. 22-27

.

6 (n." 175-10); sobre los tableros parietales: Ewert, 1987, por e;emplo Sobre los capireles: Cressier. 19!)5. foto

fig.37, p.38.

20. 21.

Cressier, 199i, foto 5 tM2l Los capiteles de Córdoba conservados en coiecciones privadas han sido objeto de un inventario, todar'ía inédito, por

22.

parte de M. Cantero Sosa. Barceló, Cressier, Lerma, 1991a y 1991b.

23 Ver nota anterior. 24. T¡1 como pensamos haberlo demostrado Ctessier,CanteroSosa,

25.

en orra ocasión:

l99).

Pavón Maldonado, 1966; ver también a cste propósito Cressie¡, Cantero Sosa, 1995.

26.Sabcmosqueerafrecuenteenlaarquitecturaolicial hade: Cressier, Cantero Sosa, I 995

27. NoticiafacilitadaporJ.

Pascual.

.

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Fig. 1: Planta de la igleila de SanJuan del Hospital (Valencia) 1 localizaciĂ­n de los capitelu califaks reaprorechadas (X: compuesto; Y: corintio).

r79


L¿ht¿.

140

l:

Lrtc¿tljzdciín de/ cttp)te/ cailtpl/etta t/e ípaca califa/ reaprotechctlo en la )glesin de San.Jtnn del Ha.rpita/ (Vrtlenúa).


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T,án¿.

142

3: Caltitr:/ nnryttesto de í¡oca califal reapratet'hado en /a ig/e.;ia

de

SanJtan de/ Ho.rpita/ (Valencia).


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