SIGLO XIX: DE LA MEDICINA POPULAR AL PRIMER MÉDICO MAJORERO
17. Empeines. Para curarlos se emplean tomate verde, aceite de papel, cataplasmas de flor de azufre y manteca de cerdo libre de sal, así como saliva extraída en ayunas. (Fernández R. 1991, p. 41). 18. Ronquera. Las personas aquejadas de ronquera recurren bien a huevos y polvos de azufre, bien a vino y azufre y, también, a agua tibia y esperma, designando este último término a una materia grasa que se obtiene del cráneo del cachalote, empleada para fabricar velas y medicamentos (Fernández R. 1991, p. 42). 19. Dolor de muelas. El dolor de muelas se alivia con aceite de almendras, leche de mujer que ha parido, leche de duraznos y tripas de cucarachas (Fernández R. 1991, p. 42). 20. Falta de vista de noche. En este tipo de casos se pasan por los ojos entrañas asadas de gato negro o entrañas de pescado, que después se comen (Fernández R. 1991, p. 42). 21. Dañados. Con este término se designa en Canarias a los enfermos de lepra. Esta dolencia, para la que también se emplea en esta época el término “elefancía”, se trata con sangre de tortuga caliente y sangre de quelme17 (Fernández R. 1991, p. 42). 22. Pomo. El procedimiento para tratar el mal de pomo es el siguiente: el enfermo se acuesta boca arriba con el vientre descubierto. El curandero le coloca dos dedos sobre el ombligo y observa la posición del pomo: si está en su sitio es que el paciente padece otra dolencia, y si el pomo no está donde le corresponde, se pone encima de su ombligo un vaso de agua tibia. La cantidad de espuma que forma el agua indica la gravedad del caso, y para curarlo se realizan sobamientos y se rezan oraciones; acto seguido, se aplica una masa elaborada con incienso, aguardiente y pez griega o colofonia, esta última resina conocida en Fuerteventura como pedriega (Fernández R. 1991, p. 42). 23. Mal de ojo. En este caso, Fernández Castañeyra (1991) se refiere al maleficio que se hace a otra persona, especialmente a niños, con la mirada. El remedio consiste en un “santiguado”, que se realiza de la siguiente manera: se acuesta al niño boca arriba con el vientre descubierto y la curandera reza las siguientes oraciones mientras va deshaciendo unas hierbas verdes y las va tirando al suelo. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espiritu Santo: te corto la opilación [obstrucción]; que no haga mal ni a ti, ni a mi [sic], ni a ningún fiel cristiano. Te llamo con las palabras de Dios Padre que vengas a tu puesto como Jesucristo vino al Huerto.
Después, la curandera reza el Credo y recita: “Ven a tu puesto como Jesucristo vino al altar con las palabras de Dios Padre y de Dios Hijo”. Reza nuevamente el Credo y el niño queda santiguado. Otra forma de santiguar consiste en rezar un Credo haciendo cruces para, a continuación, pronunciar las siguientes palabras: Si lo tienes en la cabeza, te lo quite San Juan; San Vicente, de la frente; Santa Lucía, de los ojos; Santa Beatriz, de la nariz; Santa Polonia, de la boca; Santa Bárbara, de la barba; San Blas, de la garganta; San Gregorio, del corazón; San Amaro, de las piernas y de los brazos Santa María, de la barriga y de todo tu cuerpo … Amén.
¿Dónde vas, mal? A botarte al fondo del mar, donde ni a mi [sic], ni a criatura ninguna hagas mal.
Esta oración se repite tres veces mientras se deshace y se tira al suelo un ramo de hierbas verdes y se hacen cruces (Fernández R. 1991, pp. 42-43).
17 Francisco Navarro Artiles, editor del manuscrito de Ramón Fernández Castañeyra (1991), cree que el término «sangre de quelme» es erróneo, pues su utilización para tratar la lepra no se registra en la tradición oral viva. Asimismo, añade que lo más probable es que el remedio que en realidad se empleara en estos casos fuera aceite de quelme, conocido por sus propiedades reconstituyentes (p. 128).
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