Los desafíos que enfrentan las instituciones de educación superior de cara a las demandas de la llamada sociedad del conocimiento y a los procesos de cambio social que ésta ha traído consigo, han puesto de relieve la necesidad de renovar la academia. Se han instalado así nuevos modelos de gestión enmarcados en el mejoramiento, la innovación y la acreditación de la calidad. Se ha dado énfasis a una investigación académica con valor agregado y enfocada en la constitución de redes estratégicas con actores del sector productivo. Y se ha puesto en vigencia un modelo de formación que, renunciando a la lógica académica tradicional, pone énfasis en la integración de la visión académica, la profesional y la vital (Barnett, 2001); y que coloca en el centro de los procesos formativos competencias de egreso o de empleabilidad, enmarcadas en un continuo de formación inicial/formación continua. Entre las transformaciones más importantes asociadas a estos desenvolvimientos están las que dicen relación con la actividad docente, que aún tiende a seguir presa de una lógica tradicional. Desde la perspectiva de los estudiantes, lo que se aprende no siempre parece estar relacionado con su desempeño laboral futuro y ante ello experimentan temor y frustración. Los empleadores, por su parte, señalan que los egresados carecen de las competencias básicas para el ejercicio profesional, de manera que la forma en que adquieren las competencias profesionales necesarias no es otra que el propio desempeño o práctica laboral (Fernández, 2009). 108
©Carlos Gatica
La docencia es una actividad académica relevante
Y es que la actividad docente, en efecto, está más centrada en la enseñanza que en el aprendizaje. La imagen de un profesor transmisor de conocimientos, erudito e histriónico, maestro en la clase frontal, llena las representaciones más felices. La representación alternativa, más corriente y menos feliz, muestra a un profesor que tras años de ejercicio sólo maneja un discurso básico e inalterable, reacio a la actualización y a las innovaciones. De allí que se propugne que una docencia de calidad debe satisfacer de manera adecuada las demandas de la sociedad y desarrollar de manera efectiva competencias en el educando. Hay muchas definiciones de competencia.