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ROBOT WARS, guerra de fierros e inteligencia

REPORTAJE

ROBOT WARS

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Adriana Luna Sillerico Estudiante

GUERRA DE FIERROS E INTELIGENCIA

Titanes de metal se enfrentan con ferocidad, sacan sus armas en forma de sierras o taladros para despedazarse y lograr el objetivo: la destrucción del otro. Esta es la esencia de las peleas de robots, eventos organizados por jóvenes de la ciudad de La Paz y El Alto

Al fondo comienza a escucharse el sonido intenso de la música de los parlantes, aquella con la guitarra chillando, la batería descontrolada, y los gritos rasgados, semejante a los ritmos desenfrenados de Metallica. El coliseo de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) es testigo de las batallas de cerebros y de metal. Mientras la competencia de carritos a control va terminando en su circuito de cartón con obstáculos de ladrillos, se escucha por el megáfono Warbots (guerra de robots) y los casi 200 competidores y espectadores se mueven hacia el ring. Todo se prepara para la batalla, el ring se transforma, parece que el círculo redondo de alambre no es suficiente para los titanes que se enfrentarán, varios muchachos corren y traen pupitres para ampliar el espacio.

La gente aprovecha cualquier rincón para ver la batalla final. El escenario es distinto a aquellos de BattleBots, evento internacional de Estados Unidos protegido por paredes de cristal y equipo de seguridad, que actualmente ya es reconocido como un fenómeno de masas, según un artículo de

La mayoría de los competidores son estudiantes de la UPEA, donde comienzan a germinar talentos en robótica

Hoja Router. Acá todos viven la batalla lo más cerca posible, pegados a las paredes delgadas de alambres… Por un momento hay un silencio y empiezan a aparecer los luchadores.

Rolly Mamani, más conocido como Roy, creador de T-rex, un titán metálico brillante, con bordes verdes fluorescentes, una pequeña sierra y luces parpadeando en su centro, saca su control y da las órdenes. T-rex entra al ring, y espera a su competidor. Del otro lado aparece su enemigo, una figura imponente oscura, con detalles rojos en las ruedas y un fino taladro en su parte delantera. Se presenta dando varias vueltas y despierta los gritos en el público, entra al ring. Ambos titanes se sitúan para destruirse,

mientras todos los espectadores estiran sus brazos con los celulares para filmar la batalla. En los parlantes suena 3, 2, 1… y los luchadores se mueven rápidamente hasta que se estrellan. En uno de los choques golpean las rejas del ring y la gente salta hacia atrás. Sacan sus armas, la sierra y el fino taladro y empiezan a golpearse, algunos pedazos de metal saltan por el aire, mientras sus creadores corren de un lado a otro viendo la mejor estrategia para destruir al rival.

Las batallas siguen… Cuando uno de los voluminosos robots es destruido comienza otra lucha en Gamebots, un evento organizado por la UPEA el 2017 con nueve categorías en competencias de robots, como cuenta Gonzalo Quiroga, coordinador del Instituto de Investigaciones de la Carrera de Electrónica. “Lo novedoso este año es la competencia de drones, donde se medirá la destreza que tiene el que manipula el dron”, explica Quiroga.

Entre las otras categorías de competencia están las que miden la habilidad en la construcción del software; como los carritos inalámbricos, o la de diseño libre, donde se evalúa el elemento creativo e innovador del ro- bot. Otras competencias son Resuelve laberintos y Seguidores de línea donde, según Quiroga, “se hace una pista de color blanco y el robot tiene que cruzar una línea con curvas de color negro; el que lo haga más rápido y en menor tiempo resulta el ganador”.

Las siguientes categorías combinan la habilidad del competidor al desarrollar software, hardware y creatividad en la estructura. “Warbots, esto ya es diseño, son robots de cuatro o tres ruedas controlados por personas. El objetivo de estos es destruirse unos contra otros, pueden cortarse, lanzar fuego, chocarse, el objetivo es anularse”, relata Quiroga. Son los titanes que se ganan la atención en los eventos, estructuras metálicas de alrededor de un metro y que con solo verlas es fácil imaginar su gran peso. Los otros son los sumos y los mini sumos, corpulentos robots autónomos que imitan el deporte japonés, y por último está la categoría de los mini warbots, pequeños equipos de robots que se enfrentan en una guerra.

Douglas Condori, Rolly Mamani y Rodrigo Flores con el pasar de los años se han convertido en reconocidos competidores en estas categorías. Muestra de ello es, por ejemplo, que en Gamebots, Rodrigo derrotaba en la categoría de seguidores de línea en 10 segundos a sus contrincantes y que T-rex, el robot de pelea de Rolly, se enfrentaba a diferentes robots hasta seguir luchando sin su sierra y estrellándose solo con intensidad.

La principal dificultad de las batallas de robots está en el alto costo que demanda construir un guerrero de metal

¿Pero cómo conocen los tres el universo de las batallas de robots? En el caso de Roy, su pasión por la ciencia surgió desde niño, cuando comenzó a construir prototipos con materiales reciclables. “Yo construyo desde niño, no construía con tecnología electrónica pero si construía con todo lo que había (…) siempre me gustaba crear”.

Premios “pobres”

Si bien muchos elementos han mejorado en las competencias, uno de ellos no, y es el de los premios. Douglas, Roy y Rodrigo gastan entre Bs 1000 y Bs 2.000 en construir sus robots, pero los premios que reciben generalmente no superan los Bs 200, más la entrega de un certificado. Y en los planes de las universidades no se contempla entregar becas a los ganadores de las competencias, a menos que sean proyectos de investigación, como explica Blanca Salinas, miembro de Arduino Open Source. “No da becas (…) si hacemos futuros eventos podemos consolidar o preguntar a institutos de investigaciones, (ya) que ellos se encargan de brindar becas para los estudiantes investigadores”.

Su iniciativa por crear, hoy se plasma en los 150 robots que ha construido y un proyecto en robótica para apoyar a personas con discapacidad motora; un exoesqueleto.

Rodrigo Flores conoció este universo después, cuando tímidamente luego de participar en un evento en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) surgió su pasión por los seguidores de línea. “Hay muchas categorías de robots seguidores de línea pero generalmente la que me gusta a mi es la de persecución (...) Ahí es que me he obsesionado, porque generalmente el programa que he hecho ha sido todo un reto”.

Douglas Condori, empezó en las batallas hace unos años, su categoría favorita hoy son los Warbots. “Últimamente ya voy a los Warbots bueno son más costosos, más pesados y son más mortales en sí”.

En los eventos las batallas generan euforia, algunos robots terminan destrozados, todo es un presente, no todos se preguntan qué es lo que hay detrás de esas imponentes estructuras de metal. Su historia es una construcción de logros que han sobrepasado dificultades. Para Rodrigo, la armonía en un robot está compuesta por tres pasos, si uno no se cumple la dificultad es que el robot simplemente no sirve. “Hardware, software y la parte mecánica, las tres partes tienen que estar netamente en armonía porque si una de ellas falla por más que tu hardware sea perfecto y tu software sea perfecto o tu parte mecánica sea perfecta, el robot no sirve”.

Roy cree que la dificultad se plasma en la parte económica. ”Para hacer este tipo de cosas es muy fundamental el dinero, porque las piezas son caras y hay que comprar y a veces el rato de procesar te pasan accidentes, quemas algún circuito y tienes que volver a comprar hasta lograr el objetivo”.

Las dificultades parecen ser infinitas, pero todas son superadas con la pasión de los competidores. Muestra de ello son los nuevos titanes de metal que se presentan en los eventos, uno de ellos Gamebots. Pero este no es el único lugar donde los luchadores combaten.

Hoy los testigos de estas batallas son grandes espacios, como el Coliseo Cerrado Julio Borelli Viterito o el Coliseo de la UMSA, donde se arman diferentes circuitos. Hace años, según cuenta Rodrigo Flores, las competencias se realizaban en cuartos de cinco por cinco metros. “Todos hemos entrado bien taqueados y generalmente para los robots sumos, que tienen un sensor de distancia y hay que hacer un pequeño espacio para que entre los dos no más se detecten, lamentablemente no había eso, el espacio era más corto, detectaba los pies”.

Los competidores están dispuestos a enfrentar y vencer todas las adversidades, ya que su afán por construir y crear más está lejos de agotarse. Ellos ya piensan en un futuro con nuevos titanes de metal en el ring, provocando el delirio de la gente, que es fiel en su admiración, presencia y apoyo. Porque en el fondo se trata de no solo de una guerra de robots, sino de corazones y cerebros.

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