REVISTA LITERARIA ERGO #04 MARY SOTO

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[TÍTULO DEL DOCUMENTO]


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ERGO II MAYO-2021 REVISTA LITERARIA 01/2022

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Copyright © 2022 REVISTA LITERARIA ERGO Es una revista del MOVIMIENTO CULTURAL INTERNACIONAL ERGO Fue trabajada en recolección, edición, corrección tanto en Bilbao-España como en Lima-Perú. Los derechos de autor de esta revista pertenecen al Movimiento Cultural Internacional Ergo o a los autores incluidos en este número y el contenido no puede utilizarse sin permiso de los mencionados. Director general Manuel Quiroz Salazar Número bajo la dirección de: Márlet Ríos Cofundadores, editores y correctores: Jaime Gamarra Zapata Miguel Hernández Sandoval Imagen de la portada e interiores por cortesía de Mary Soto ISBN: Sello: Independently published Agradecimientos especiales a nuestros suscriptores: ➢ ➢ ➢ ➢ ➢ ➢

Alessia Darcourt Melly Claudia Melly Gonzales Daniel Darcourt Rizo Patrón MichyFood, de Gabriela Mendoza (@michyfood) Nikos Edgardo Delia Ramos

Vuestro apoyo siempre será importante para nosotros.

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PRESENTACIÓN En este número de Ergo hemos decidido homenajear a dos escritoras claves de la poesía peruana hecha a partir de la segunda mitad del siglo XX: Sarina Helfgott y Mary Soto. En un país de graves antagonismos sociales y de una estructura básica fuertemente moldeada por lacras sociales como el racismo, la discriminación sexual, el autoritarismo, el patriarcado, etc.; las mujeres escritoras han tenido muchos obstáculos para desarrollar su quehacer literario. Esta situación empieza a cambiar gradualmente, a partir de la década de 1980, con los cambios sociales y culturales que favorecen una mayor participación de la mujer en la vida política y cultural de nuestro país. No obstante, muchos problemas socioculturales de la estructura básica de nuestra sociedad se mantienen. La literatura no es un compartimento estanco y no escapa de esta problemática social (argollas, centralismo, etc.). Con mucha mayor razón debemos reconocer el valioso aporte de las dos escritoras homenajeadas a la cultura peruana. Y resaltamos su multiplicidad, a la vez que hacemos notar que son dos escritoras dedicadas el apasionante mundo del teatro. La Jaula, obra de teatro escrita por Sarina Helfgott, ganó el Premio de Teatro de 1961, otorgado por la Universidad Mayor de San Marcos. Otra de sus obras, La Señorita Canario, también fue reconocida por la crítica. Por su parte, Mary Soto es crítica de teatro e integrante del Movimiento de Teatro Independiente. Dirige la revista de teatro Textos, desde 1992. Felices coincidencias. Otra coincidencia notable se refleja en la poesía de ambas, pues rescataron del olvido y reivindicaron plenamente a sujetos marginales y perseguidos, víctimas de la violencia más irracional del ser humano ideologizado y fanatizado. Ellas retrataron la banalidad del mal, parafraseando a la gran pensadora judía Hannah Arendt. Dos libros son imprescindibles para abordar, desde la empatía y la solidaridad, la profunda desesperanza y fragilidad en la que se encuentran los seres marginales y las víctimas de una violencia indiscriminada: Libro de los muertos (1962) y Limpios de Tiempo (1998). Libro de los muertos, de Helfgott, es tan vigente por su sobrecogedora belleza y porque es un alegato patético de los que sufrieron el totalitarismo insano de los nazis y de sus aliados (sin los cuales no hubiera tenido cabida el proyecto nacionalsocialista). Limpios de tiempo, de Soto, reivindica la mirada no solo de los marginados por la violencia secular de nuestra sociedad, sino de los transgresores de las normas y los códigos sociales imperantes. En este número de Ergo incluimos tres poemas inéditos de Mary Soto, como adelanto exclusivo –para nuestros lectores– de su próximo libro, Spartacus corazón de fuego. 3


REVISTA LITERARIA ERGO Asimismo, dedicamos un espacio a la reciente poesía de nuevos autores peruanos, así como textos de poetas internacionales. No podía faltar la sección narrativa con voces consagradas como la del escritor de Sullana, Eduardo Borrero y la de Gregorio Maza narrador del Bajo Piura, entre otros. Como “valor agregado” incluimos una breve muestra de poemas gatunos, de diversos autores, entre ellos: Feliciano Mejía, Winston Orrillo, Michael Jiménez, Rocío Silva, Eduardo Chirinos, etc. Sabemos que serán la delicia de nuestros lectores cat lovers. Feliz y gatuna lectura.

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MARY SOTO

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BIOGRAFÍA Nació en Lima en 1959. Vivió hasta los doce años de edad en Canta, hermoso pueblo andino ubicado a tres horas de la capital. Desde los años 80 se desempeña como periodista y ejerce la crítica de arte en la especialidad de teatro en diversos medios de comunicación social, además de la docencia en literatura. Asimismo, ha dirigido suplementos culturales y secciones políticas en los diarios El Peruano, Gestión y Expreso; además dirigió la revista Cuadernos Laborales y otras publicaciones. Es crítica de teatro, presidenta colegiada de la Asociación de Crítica e Investigación Teatral e integrante del Movimiento de Teatro Independiente. Como crítica de teatro ha publicado en el diario oficial El Peruano, los diarios La República, Gestión y Expreso, así como las revistas Oiga y Caretas. Es conferencista y crítica de festivales nacionales e internacionales. Es directora fundadora de la revista de teatro peruano, Textos, fundada en 1992. Directora del sello editorial Canta Editores. Ha publicado los libros de poesía Limpios de Tiempo (1998), Ayataki de mi quebranto (2006) y Círculo de fuego (2017). Tiene los libros inéditos en poesía Los Cumpas y Spartacus corazón de fuego y en narrativa Relatos Pendencieros. Su poesía ha sido estudiada y antologada en diversos estudios literarios nacionales y extranjeros, entre ellos por el crítico literario francés Roland Forgues en su libro Plumas de Afrodita – Una mirada a la poeta peruana del siglo XX (2004), además forma parte de la antología Poemas de amor y rebeldía social – Poetas de mundo, antiguos y contemporáneos, del escritor Balmes Lozano Morillo (2006), Poesía Peruana de Mujeres del Siglo XX, de Ricardo González Vigil, y el estudio de poesía de mujeres de Diana Miloslavich Túpac. Ha participado y organizado numerosos eventos literarios, teatrales, académicos y culturales. Sus poemas, cuentos y ensayos han sido publicados en diversas publicaciones especializadas en creación literaria. Recibió el premio de Educación y Cultura a la trayectoria personal y cultural por su “notable aporte a la educación e investigación a través de la literatura y arte teatral”, con ocasión del 59 aniversario del distrito de San Martín de Porres. Ha integrado los grupos poéticos Kloaka y El Rincón Guapo. Desde su juventud es una consecuente militante de las luchas del pueblo en el Perú.

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ANTOLOGÍA DE POESÍA

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Cédula de identidad Ahora que destello en el cemento de estas noches mis obsesiones que en el serpentear de luces de colores he perdido el vuelo de los moscardones y las mariposas amarillas leo en la lluvia que te has ido que mi piel ya no es tersa ni mis ojos luminosos Se me perdió aquel imperceptible instante en que dejé de andar con mi corazón descalzo y ascendió nebulosa la razón a apoderarse de mis días Y no sé cuándo fue que inicié esta loca carrera tras la cédula de identidad en extraños aprendizajes de decencia.

El buen amor “¿Dónde carajo queda el buen amor?” ahora que recuerdo a los que se fueron ahora que pese a mi optimismo vigilante a las semillas que empuño con las manos. Ahora que me pregunto por la estrella pobre del futuro y que pienso en los que se fueron en sus brazos arrancados en sus uñas despedazadas en la picana en sus lenguas y sus flores en la lejanía de la 11


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oscura playa donde pretendieron encerrar tu lado izquierdo por treinta años me pregunto casi como un ruego oración de estas noches largas y solas café de todas las mañanas para seguir construyendo barricadas. Me pregunto “¿dónde carajo está el buen amor?” solo tus ojos chinos me responden acá dentro de tu rabia en las gotas de rocío dónde quedaron incólumes los cantos en tus puños compañera la última trinchera de los cumpas.

Yo me adhiero En esas calles silenciosas por las que va mi huella huyendo a veces pregunto por la risa chiquita de mis zapatos extendida en el sol del mediodía Cuando el neón hiere mis días y tú me hablas en el idioma de tus ciudades de una música pegajosa y somnolienta que se desliza salvaje por la brea opacas mi corazón despellejado Yo me adhiero al sol que revienta mi mirada al viento que insufla mis pulmones a la brisa del agua 12


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y al concierto sordo de los grillos Cuando me auscultas desde la altura de tus edificios yo reclamo el polvo de mi cara y mis pantalones más parchados Pero solo dibujo en un charco el amarillo de mi pueblo la tarde en que partí.

Para salir mañana Esta tarde resbalo como una corvina resplandeciente entre tus brazos el tiempo de la ausencia ha sido conjurado ya no lastima mi frente ni mis ojos húmedos y vespertinos se estrellan con las sábanas vacías Ahora que prendo luceros con mi lengua recupero las consignas y bebo de los albores de tus dedos reconozco tu cuerpo despacito abro las piernas así sencillamente sin vergüenzas ni rubores tú me conoces compañero asaltamos las calles 13


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gritando en los puños la rabia compartida Ahora en esta celda volamos juntos detrás del maíz y el trigo en sus paredes de cemento y fierro ¡Vivo el movimiento! construimos la escarcha las estalactitas el acero y el rocío de las masas que rugientes afuera nos esperan…

Taki onqoy El son de mi batalla Y después de tantas esperas y luego de tanto rojo y verde acumulando en ultramar ¿Qué nos queda?: llevar el agua a los manantiales para que ellos se agoten de sed en sí mismos buscando el silencio insondable del culpable Buscar el resquemor de la memoria de tantas lunas y heladas de tanto tiempo que se amontona y remonta la velocidad del olvido del aguacero que cae y perfila tu mirada Yo me pregunto: ¿Qué espero de este culto de hierro? ¿De esta babel de cemento Que se enhebra y crece como musgo acechando mi memoria de luz y tiempo? ¿Y después de la carrera del mayor odio del pequeño estupor de la sangre ensangrentada por la sangre de la tierra enterrada por la tierra? 14


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Solo queda devolver esta antigua mirada de sol y agua que levita solitaria en el tendido de asfalto y brea enceguecido / ensordecido desplegar tus alas kuntur parir en el grito de las warmis la sangre de los apus cantar contigo Taki Onqoy en este ojo del espanto

Nada hemos hecho Cogí a mi hijo señor y dije a ese viento que atravesó mi cara no me asustes taita que nada te estoy haciendo corrimos por la quebrada asustados de tanto ruido mi wawa lloraba en mi pecho no sé si de susto o de hambre Cogí señor a mi hijo y por la ladera me fui temblando lo que allí quedaba era de miedo y tenía la boca enmudecida lo que más me dolía era el estómago pero lo apreté fuerte y le dije al viento taita déjame pasar que yo nada te estoy haciendo Corrí lejos por el agua y por las piedras por las piedras y los matorrales espinas en mis pies sudor en mi frente mi wawita llorando todo el tiempo No sé si volveré algún día taita le dije al viento no sé si subiré otra vez por los eucaliptos ahora solo humo ahora solo muerte Cogí a mi hijo señor Y ahora esta arena se me mete por los ojos nada he hecho yo solo salir corriendo sin mirar para atrás porque daba miedo Taita viento tú lo sabes 15


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ahora mi pueblo no tiene nombre la chicha no fermenta y hasta el polvo ha perdido el camino de regreso sólo dos cruces quedan tiradas en la acequia Wawita palomita pedacito de mi corazón ese fue nuestro pueblo color de luz olor de agua ahora en esta arena negra que nada sabe de nosotros regaré con mi agüita salada los capullos que crecen de tus brazos Nada hemos hecho señor solo un techo pido para que mi hijo pueda cubrirse del sol para que la pesadilla hasta esta tierra negra no lo siga

Valquiria de fuego I Escaramuzas Piel mariposa alegría siwar qenti fuerza y tenacidad kuntur cotidianamente en este animal me reconozco valquiria de fuego etéreas alas razones de sinsabores antiguos heme acá entera explorando el fondo de mi abismo de pie en el pasillo de un corazón exhausto infausto su gesto tropel enloquecido 16


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de pájaros fosforescentes quebrantadas fronteras regadas en la pradera más dolorosa de la vida animal herido por la guadaña tramposa de la muerte II Derrota Un poco de mí se pierde arrastra hunde enloda sitiada por los orificios del alma deambulando por calles polvorientas figurillas de sombras y resplandores llevo ajustadas en mis manos arrugadas las palabras ensortijadas las preguntas una a una despacito desbrozan la tierra paso a paso profanando su humedad envileciéndola mancillándola III Desquite Acercarse beber aguas de la calma escapar al torbellino mirar fijamente al sol 17


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secar el sudor de mi frente levantar alhelíes con los labios caminar así lentamente sin mirar atrás seguir peleando y luchando como en todos los tiempos imbatible el camino lleno de abrojos en marcha sin rendirse RECUPERANDO LAS IRAS DEL COMBATE.

Acá las gracias El mar se arrastra transporta su historia milenaria en cada una de sus gotas gaviotas en vuelo rasante el sol besando la garganta de los días aquí es tan fácil entender la partitura de la creación el sol la arena la espuma de las olas lejos la grita el pan y el afán lejos todo este es un dios benévolo el hombre el guijarro que piensa disfruta y ya no se queja acá entre el mar y el horizonte Antofagasta antorcha afán que gasta esta piedra recodo en la ruta la arena que se mete por los ojos el sencillo sonido del agua su porfía con las piedras 18


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un ave que solloza su canto vespertino acá la brisa allá la calma allende los caminos acá las gracias por el nácar de la vida.

El mar El mar me mira tenazmente mientras que el amor solo es un huésped que a hurtadillas entra en el oscuro rincón de esta vieja casa Todo está dispuesto la marea las gaviotas el crepúsculo De nada valen ahora las señales de auxilio enviadas por el faro de alguna embarcación perdida Este mar se apodera furiosamente de la sequedad de mis arenas

Orificio mi corazón todos los días ¿Cuándo plegarás tus alas buitre de acero? Sofocante sigiloso fuego elevándose hurgando el afilado pico en lo más profundo del abismo de mis días 19


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Huyo por los pasillos él acecha sin descanso no hay tregua para el viento tardes de eucalipto no hay pausa para el río sonora frescura de sus aguas Puntualmente todas las noches llega desgarra mis ropas hollín invadiendo mis sábanas blancas afuera el aguacero cae fuerte en el corral de los animales ensangrentándolo todo en sus uñas lleva los retazos de mi piel madeja soy debajo de las mantas un pequeño ovillo atascado desmenuzándose disolviéndose asustado me encuentra esquivo la mirada corto las venas desdeño el sol incandescente de todas las mañanas prohíbo el mar que no conozco Sin pausa hiere mis pulmones una sola espada y caen las estalactitas remotas de mi infancia la casa de azúcar y brisa que de segundo a minuto con tanto afán construyo. 20


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No hay piedad por sus altas montañas cristalinas fragantes antarupas crecen en la entrada madreselvas grillos pequeños grumos de escarcha y sentimientos No hay piedad por el polvo diminuto que tiñe los peldaños pomposas las nubes en los balcones el dibujo de mis zapatos en el patio Tanto que cuesta tejer La trama del helado juego de adoquines disciplinada la palabra precisos los gestos buenos actores somos las víctimas cada instante cada fracción del espacio construyendo el personaje no ajado no ajeno al fino sendero ofrecido a los pies de quienes no los habita el frío fuertes los huesos valientes los poros águilas volando la mirada centellas bailan en la frente Y luego de tanta ficción 21


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agotada del levantado telón inútil tanta epopeya vuelve a reptar sin despertar sospechas en la oscuridad de los calmados con luna o con garúa con ruido de pianola o en el sencillo rugido de la calle abre sus fauces desalmado ya no hay mariposas amarillas ni pétalos adheridos a los libros sólo el hilo de sangre corriendo entre mis piernas aquella mugrosa tarde Orificio mi corazón todos los días despellejado se desangra Hemos cercado la ciudad la gente nos mira extrañada algunos se alejan asqueados y repelidos por nuestras ropas otros nos miran espantados desde lejos una mujer me evade la mirada cuando llegué a sus ojos presentí el mismo frío de luna que yo siento algunas noches debajo del puente allá en el río 22


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entre el chillido de las ratas pequeña prisa del agua corriendo sucia espesa sin detenerse con su carga de basura humana y animales muertos Mariposa citadina frágil acaricia la niebla entre el monóxido de carbono los pasos sedientos de los tristes sin trabajo periódico bajo el brazo asustados allí ella suavecita espléndida y débil con el pavor y la impavidez de la víctima tercamente se acerca al fuego luego del asalto feroz de la llamarada desafía en vuelo el antiguo dibujo de sus alas nunca más salvajemente perfecto

Camino hacia el averno Todo fue forzado por la soledad que se metía por los ojos y los codos. Impertérrita esta pena defendía una a una sus fronteras 23


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ya el alba sin sal y sin enaguas ya la noche sin alcohol y amor para la sangre. Una a una las compuertas forzadas y los castillos de cristal nuevamente cuidadosamente Sus altas torres góticas gotas de rocío trepando las columnas espejos y telarañas pendiendo alto en las paredes y el piso una escarcha finísima que crujía en cada paso. La niña corría enloquecida a veces trotaba sobre el lomo de un potro acaramelado y salvaje mojando con la punta de los dedos los días de Canta tardes de Waytara. Allí tejía la trama con el afán de las arañas demente se negaba a reflejar sus ojos en el agua. Allí construía y reparaba las paredes que con el aliento se rompían ella recogía y ordenaba uno a uno los añicos que volaban por los aires. Inútil la verdadera fotografía de tanta labor estéril inútiles las melodías del fracaso 24

construidos.


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el eco de sus diminutos zapatitos de charol todo lo opacaba. Más a veces en su terquedad invencible se sentaba a la vera de su sueño entonces… los demonios feroces aprovechaban su desconcierto danzando traían las hilachas antaño conjuradas. Ella reía necia y feliz observaba anonadada su vestido con encajes los moños y listones prístinos en su pelo sus pequeñas uñitas recortadas y cuando así suspendida en su demencia estaba aquel dolor llegaba despacito de un asalto sujetaba sus costillas la zarandeaba y sin piedad era arrojada a sus fauces su cuerpo volaba inerte y luego caía caía y caía con la espalda partida de un sablazo no podía erguirse sus pétalos y blondas sucios por el fango rodaban y rodaban las peinetas de cristal sus castillos de azúcar

por la calle

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al pavimento


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se esfumaban con la brisa en el paisaje citadino sólo ella quedaba caminando errante

nuevamente sin zapatos.

Sonqo rimakusk´ayki A él a quien espero día a día. Sonqo rimakusk´ayki déjame decirte corazón cantar tu ausencia en este antiguo pentagrama acá en Waytara ópalo mi pelo encabritado terquedad del aguacero borrasca que se llevó tu sombra melodía que hurgo piedra redonda que busco espera que alberga inútil e incesante que llamo Rimakusk´ayki tu voz se expande lenta en cada puerta que se cierra en mis narices abismo que me separa me hunde extiende y clava su guadaña en esa piedra allí 26


REVISTA LITERARIA ERGO la trampa del olvido muliza afincada en mi alma allí arpa y violín tu piel ánima embravecida tu recuerdo atravesado en mi garganta allende tú nísperos muñas y tunitas chicha de fiesta incandescente humedad y fuego castillos en el aire humedad y fuego el riachuelo esta mi herida de tu ausencia Kutimuy corazón aquí déjame decirte torcazas vuelan colgadas de tu simiente río invernal cargas tus vivos y tus muertos huyes tú de la celada desbrozas el camino con hoz sedienta de mi pueblo Canta que corres Canta que no regresas eco y voz que no retornas 27


REVISTA LITERARIA ERGO cantando barrancos y pedregales heme aquí piedrecita tenue que te espero aquí heme tukuy sonqo waimi kuyakuiki ahora que con todo mi corazón te quiero

Trazos ajenos Aunque el sol muera en esas rejas y yo desde esta ventana entregue el calor que tu infinita ternura me otorgara ensayo un lugar para fotografiar el peso del vacío para saciar instantes que caen como arena de mis dedos y atrapar medidas impalpables en medio de este tiempo que te lleva que nos separa y que me parte El trazo azul de la esperanza es la espera áspera pera del olvido áspero y rugoso el camino que nos separa que nos abisma en acantilados de preguntas en muros de huracanes que convierten en brisa el viento que rodó por el patio y levantó mi ira para que camine del lado de la tuya en telegrama me llega la nostalgia en pequeños tipos grafio tu nombre el estupor que te asaltaba en las mañanas lo erial de tu pelo la punta del alba en tu sonrisa la oquedad de tu espalda los trazos repentinos de tus manos el hueco que al huir dejo tu abrazo 28


REVISTA LITERARIA ERGO Ya no es más la arena que besa mis continentes y me acecha Ya no serás la sal que juega con la inconstancia de la espuma te quedaste en el naufragio de las olas a merced del silencio a saciar a los buitres y yo ensayando esta espera inventando un lugar para el café de todas las mañanas atrapo torpemente hilos que se tejen y destejen mil veces con la parsimonia del satisfecho Estás en la piedra al vacío del mar te quedaste atrapado en una roca sorda en la distancia de esta mudez que trepa por los muros y resbala por las rejas partido y herido te adhieres a la blonda de la nieve partida la soledad de la trampa ensancha la avenida los pasadizos crecen con cada minuto que te llamo las puertas se cierran sin abrazos sin respuestas es más largo el borde de tu cama encadenado a la frialdad de los cerrojos Mi ventrículo amenaza huir en el humo de las chimeneas en mis pulmones retumba este silencio mis dedos se parten con la primera gota de lluvia en la velocidad de los carros mi mirada se levanta la sonrisa se cuelga de carteles de colores mi furia escala por los postes las manos huyen por las azoteas y mi boca juega con el vacío de las calles la ciudad que prendo todas las noches en mis ojos para dibujar tu cuerpo está anegada Estás en la piedra al vacío del mar te quedaste atrapado en una roca sorda en la distancia de esta mudez que trepa por los muros y resbala por las rejas partido y herido te adhieres a la blonda de la nieve partida la soledad de la trampa ensancha la avenida los pasadizos crecen con cada minuto que te llamo las puertas se cierran sin abrazos sin respuestas es más largo el borde de tu cama encadenado a la frialdad de los cerrojos Mi ventrículo amenaza huir en el humo de las chimeneas en mis pulmones retumba este silencio mis dedos se parten con la primera gota de lluvia en la velocidad de los carros mi mirada se levanta la sonrisa se cuelga de carteles de colores mi furia escala por los postes las manos huyen por las azoteas y mi boca juega con el vacío de las calles la ciudad que prendo todas las noches en mis ojos para dibujar tu cuerpo está anegada 29


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Sin embargo, el sol que nos hiere las entrañas todas las mañanas inventan un lugar para encontrarnos tú cautivo / yo cautiva de la espera tú libre / yo libre del olvido

Apu José María Quieren arrebatarte el filo pulverizarte los dientes como a un diamante sol eclipsado que ya no recorre la hiedra de los muros opacidad imperceptible de la vida de los de abajo más no importa coloridos hemos venido a pintar las calles de esta ciudad de los señores a tender nuestros ponchos en su bien cortado césped hemos bajado de los cerros como huaicos inclementes cargados de vida nos percatamos el lugar que ocupa tu cuerpo se convierte en una ilusión en las numerosas y sucesivas muertes de la muerte viva vida/muerte sin exequias que furiosa cual Illapa cruza el campo viaja tu espíritu fugaz en el Uku Pacha jatum caminas con el allco en el viaje subterráneo de las tormentosas aguas del Yawar mayu tu corazón late en las efigies forjadas en el desierto todo susurra en tu vida repentina embelecos de sortilegios en la caída súbita de la mama Killa tu helado catafalco se estremece con el feroz latido de la bala quiero ser tu yanantin para surcar cual kuntur y siwar q´ente traviesos supay sobre estos tejados polvorientos escucha ahora por ti los apus entonan cánticos tristes por ti los guijarros murmuran mulizas por ti la Pachamama nos entiende recibe sonriente nuestros chayñas takirayku aynatapuri nosotros siempre hemos cantado así taita kallparapayuq con mucha potencia vibran los territorios del Hanan Pacha kusikuy José María aquí ya somos wayra aquí ya somos mayu aquí ya somos rumi por ti taita / nadie nos detiene. Hallalla José María 30


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Caminantes Una mujer le dice a su hija: “En este viaje tienes que sentir todo el rato el latido de tu hermano en la palma de tu mano”. Para los caminantes se cierran todas las fronteras como postigos vespertinos para ellos este réquiem de los que parten para sus pasos los últimos caminos de la patria pies en deseo ardiente de nuevos confines en el telar los hilos de un nuevo tramado aventuras de huidas y llegadas trenes y botes que parten a cualquier lugar y a ninguna parte vuelan las partículas de sus hogares en los vientos de la tarde identidad que se construye a cada instante son caracoles que llevan su casa a cuestas intacta su guarida interior donde no pueden romper las olas no son pasto para el dragón de la guerra ni esquirlas ni añicos de granadas detonadas con fiereza Río Bravo déjame pasar Lejos de mi patria acá en Nogales el desierto de Arizona espera mi sombra para tragarla de sed y muerte avanzamos incesantes por Cabeza Prieta sobre nosotros persistente el infortunio negándonos a ser pienso para zopilotes silvestres como la vida que profanamos y que aquí crece maligna serpiente que se levanta este cerco que separa nuestras manos estruja los corazones conozco las huellas de mi origen desde Tijuana las veo ofrenda de dolor y asombro sacrificio de sufrimiento y abandono corredor de la muerte entre México y el sueño americano Altar Sonora inicia nuestra marcha los zopilotes asechan sin tregua devoran el cuerpo de los que quedan en el camino piedras cactus espinas rocas y sol inclemente doblegan las espaldas muerte por los pies espera a los novatos ampollas abren rosas escorpiones y víboras de cascabel ¿Dónde esconderse en el desierto? La bestia avanza junto con brazos y piernas se lleva mis sueños furioso temblor de los vagones nosotros migrantes de Honduras Salvador Nicaragua huimos los desesperados huimos de una herencia de guerra y hambre 31


REVISTA LITERARIA ERGO nuestros sueños viajan con nosotros los viajantes sin valijas entonamos himnos milenarios sangran los pies tiñendo el desierto con las huellas indelebles de la huida A Europa voy En patera o saltando la valla sigo escuchando los tambores el mar mediterráneo nos responde los escucho desde la costa del Sahara Polacos, griegos, húngaros en huida nuestro mundo arde en llamas vida hecha de instantes y calamidades retumban los tambores sirios iraquíes sin jardines y sin tierra existencias devastadas por el horror tocamos las puertas solo pedimos instantes para curar heridas y luego partir al sol aire y cielo que conocemos con armas ramas y esperanzas reconstruiremos nuestras casas soñando volver a la patria destrozada vivos y muertos añoramos volver mujeres y niños en multitud poblamos los caminos tocamos estremecedoras y solitarias puertas campamentos huérfanos entre Grecia y Macedonia pianos que suenan a porfía en estos días lluviosos reescribimos el futuro jugándonos la vida por la frontera de Camboya y Tailandia huimos de los jeremíes rojos etíopes y eritreos expulsados por el hambre del Congo y Siria desplazados por la tragedia en asentamientos precarios somos carcomidos por el vandalismo y la miseria horizonte remoto la tranquilidad de Mali Algería Oruja Nigeria Los muertos de la valla sólo lo sabe un Dios que no nos escucha morimos ahogados en Ceuta Monte Gumgú nos llevamos la ilusión de cruzarla dibujada en los ojos impávidos Barcos que llegan a ningún puerto otrora de la cubierta descendían italianos franceses alemanes ingleses desesperados y arrojados por el horror de la guerra sombras y luces de la experiencia humana muros en Berlín Cisjordania México Marruecos Ceuta epicentros donde se zurcen los hilos que los sostienen desesperadas huellas resplandecientes antorchas encendidas para dar aliento 32


REVISTA LITERARIA ERGO pan caliente para armar adobes masa que edifica los nuevos hogares tiempos de fatigas y sangre nuevos miedos de un eclipse jaula que antaño quemó todas sus bellezas siempre en marcha los caminantes a la vera de la vida. Referencia: Según las estimaciones actuales, hay 272 millones de migrantes internacionales en el mundo. Esto equivale al 3.5% de la población mundial. Los motivos son trabajo, pobreza, guerras y hambre.

Silarius Más de cien mil destellos incendiaron el horizonte sigo mi vuelo mi paso fiero por los acantilados de la libertad desde el Vesubio bajamos a la campiña por Nola Norena Inferiore Turios y Metaponto cruzar los Alpes rumbo a la Galia indómita mas es pronto para partir sin el castigo a la tirana retrocedemos al sur la servidumbre no tendrá perdón en las orillas es más oscura la noche antes de la batalla amanece en ríos de sangre la derrota puedo ver a mis caros gladiadores crucificada su rebelión sus cuerpos cuelgan del cruce de dos maderos son seis mil uno cada treinta metros a lo largo de noventa y siete kilómetros camino a la gran Roma mi cuerpo no lo encontrarán mi caballo parte conmigo mi sangre y acero se fusionan con la tierra tu guardia pletoriana no conoce del gemido que clama la daga dentro del cuerpo de nuestras mujeres de los hombros desposeídos sobres los cuales se erige la gran ciudad y sus templos la recompensa es sencilla por ahogar el llanto de los niños unos cuantos pies de tierra ajena aquí en el río Silarius mi sombra se pierde en la bruma del tiempo resplandeciente la mañana que rompe las cadenas asombrado contemplo el campo luego de la gran batalla espada erguida retorno en los caídos descamisados y manos reventadas en el torno nuevamente tomo tu cintura libertad 33


REVISTA LITERARIA ERGO porque Spartacus soy corazón de fuego Referencia: Spartacus, Tracia, 113 a. C. Esclavo de origen Tracio que liberó la rebelión más importante contra la República romana en suelo itálico entre los años 73 y 71 a.C. conocida como la guerra de los esclavos. Primer luchador social de la humanidad.

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ENTREVISTA

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REVISTA LITERARIA ERGO “Las mujeres poetas hemos conquistado espacios con esfuerzo y mucho trabajo creativo, hemos construido redes, no obstante, seguimos siendo víctimas del sistema patriarcal también expresado en el mundo literario” Entrevista a Mary Soto 1. Hasta 1980, aproximadamente, hubo factores socioculturales (discriminación, invisibilización, etc.) que explican la falta de reconocimiento de las escritoras peruanas, con relación a los escritores. Teniendo en cuenta esta situación concreta, ¿cómo fueron sus inicios como poeta? Escribí poesía siempre, desde cuando era niña y vivía en Canta. Luego, al migrar a la capital continúe con la escritura, pero era una actividad solitaria e íntima. En esa época también inicié una intensa actividad política que priorizaba sobre los otros aspectos de mi vida. La poesía estaba postergada y nunca pensé en ser poeta. En la militancia tuve muchos compañeros, pese a la solidaridad también se vivenciaba la discriminación e invisibilización de las mujeres, sus opiniones y acciones. En 1982 tuve un alto, un periodo de distanciamiento de la militancia y en esa ocasión me reencontré con Roger Santiváñez que, junto a otros escritores, recientemente había fundado el Movimiento Kloaka; me invitó a integrarme y yo inmediatamente me sumé a la movida literaria. Desde entonces asumí la poesía con compromiso y entendí que ya no la iba a dejar ni postergar. En esa época había pocos espacios en los medios de comunicación: publicar era casi un sueño imposible. Lo que hacíamos era construir espacios alternativos. 2. Como se sabe, Blanca Varela recién en sus últimos años de vida alcanzó el reconocimiento. Una famosa antología de poesía peruana, editada por Peisa en 1973 y bajo el auspicio del gobierno militar, recoge textos de solo un puñado de escritoras (Blanca Varela, Lola Thorne, Cecilia Bustamante y María Emilia Cornejo). ¡Los escritores incluidos son 64! ¿Cuál es su opinión de que grandes poetas como Blanca Varela, Sarina Helfgott, Rosa del Carpio, Rosa Carbonel, entre otras, hayan sido invisibilizadas por los críticos oficiales durante años sin aparecer en antologías literarias y sin ser reconocidas? Es cierto que en la exclusión y la invisibilización en la literatura existe un fuerte componente de género, sin embargo, considero que también hay otros componentes como el social, económico y cultural. La llamada “crítica oficial”, los medios de comunicación, los espacios literarios y las grandes editoriales, así como las diversas instancias del Gobierno como el Mincul, excluyen a los escritores hombres y mujeres que no están dentro de una élite literaria o una “argolla” que no toma en cuenta la calidad de la propuesta literaria sino la 37


REVISTA LITERARIA ERGO pertenencia a sus grupitos. Esto ha ocurrido siempre, por ello no me sorprende la exclusión de voces tan valiosas de la antología de Peisa en 1973. No obstante, no quisiera quedarme en este hecho, que por cierto es significativo, sino en una mirada más amplia que tiene que ver con la colonialidad mental que persiste en la sociedad y que hasta ahora se ha dado tanto en gobiernos de derecha, reformistas y actualmente con vocación popular. Lo central de este poder sigue intacto y las prácticas actuales son las mismas que en década anteriores. Más aún si los creadores son críticos al sistema y sus producciones lo cuestionan. Las mujeres poetas hemos conquistado espacios con esfuerzo y mucho trabajo creativo, hemos construido redes, no obstante, seguimos siendo víctimas del sistema patriarcal también expresado en el mundo literario y más aún si en nuestra propuesta confluye una postura de enfrentamiento con los poderes hegemónicos. 3. En Limpios de tiempo (1998), retrata y reivindica a sujetos marginales y víctimas de una violencia muy explícita en la sociedad peruana, que se sigue dando en muchos sentidos. ¿Cómo surge este libro? Limpios de tiempo es mi primer libro de poesía publicado, reúne poemas escritos desde la época de Kloaka hasta los primeros años de la dictadura fujimorista. Tu pregunta retrata muy bien el contexto de esa época, violencia marginal y política eran las marcas de la sociedad peruana, por ello me interesé por seres marginales y víctimas del conflicto armado interno. Considero que ambos eran el producto de una realidad enloquecida e injusta. En el abordaje de esos sujetos también hay una presencia marcada de mujeres en ambas situaciones. Los poemas fueron asediando esas sensibilidades y mi propuesta era presentarlos en su condición humana esencial y reivindicar para ellos un lugar y una voz que pueda ser escuchada a través de mis textos. Lo publicó Arteidea Editores en 1998, a quienes agradezco haber confiado en mi poesía y haberme convencido de la importancia de publicar. Era una actividad que no me preocupaba mucho porque me sentía lejana de la disputa por espacios literarios, me interesaba vivir, vivir sin medida e intensamente. 4. ¿Cómo se integra al grupo Kloaka? ¿Estuvo cerca de otro grupo o movimiento poético por esos años? Como te estaba platicando, en 1982 hice un alto en mi militancia política. Retorné de una experiencia en el exterior y eran años muy convulsos y complejos en el país. Creo que todos los jóvenes nos hacíamos preguntas y queríamos hacer cosas, vivir con intensidad nuestros sueños. Luego de muchos años estaba sola, sin ninguna ligazón a un proyecto vital. Creo que fue un momento muy especial, quizás en otras circunstancias no me hubiera permitido vivir tan libremente, ya que desde los 13 años militaba con disciplina y compromiso. 38


REVISTA LITERARIA ERGO Me encuentro con el Movimiento Kloaka y acepto ser parte de esa comunidad de rebeldía creativa. Fue un tiempo muy bacán de convivir con creadores que vivían el amor, la libertad y la poesía con horizontalidad y que estaban contra todo poder y jerarquías. Ese fue el espíritu primigenio de Kloaka. La experiencia terminó para mí cuando retomé mis actividades de militante de izquierda y casi al mismo tiempo también cesaron las actividades del Movimiento Kloaka. Lo importante es que esa experiencia me dejó la certeza de seguir haciendo poesía públicamente y que el campo artístico y cultural también es un territorio de disputa de sentidos y de subjetividades. Desde entonces he realizado, además de mis otras actividades, una permanente trayectoria de resistencia cultural en la que se han desarrollado varios proyectos colectivos. El primero, luego de la etapa Kloaka, es que fundé el Comité Killka; en él participaron varios artistas y escritores, incluso se sumaron algunos poetas del Movimiento Kloaka. Realizamos varios eventos dialogando con el contexto y sacamos varias plaquetas cuya propuesta gráfica y contenido eran únicos en la época. 5. Su poesía tiene un tono de recusación y reivindica un discurso éticopolítico específico. Hay coincidencias con la poética de Rosa del Carpio y, en cierto sentido, con Carmen Ollé. ¿Qué escritoras peruanas o foráneas han sido referentes para usted o la han podido influenciar en algún periodo? Creo que todo influye en la poesía, lo que vemos, leemos, escuchamos y vivimos. Efectivamente, los poetas del Grupo Literario 1ro. de Mayo, entre ellos Rosa del Carpio son poetas que respeto y admiro. Igualmente, entre los escritores de compromiso social reconozco a Marcos Ana, Roque Dalton, Mario Benedetti y otros. De la poesía de Carmen Ollé y otras poetas feministas reivindico su libertad en los sentidos y la búsqueda de la libertad y autonomía del cuerpo de las mujeres. Creo que mi gran referente es la vida misma con toda su magnificencia. 6. En años recientes se le ha visto participando en El Rincón Guapo, junto con poetas de la talla de Feliciano Mejía, Fernando Cassamar, entre otros. ¿Cuál era el propósito de este grupo de poetas? A lo largo de casi 40 años desde Kloaka, he pertenecido a varios grupos literarios y artísticos que realizaban actividad de resistencia cultural. Fui invitada por Feliciano Mejía al Rincón Guapo y tanto con él como con Fernando Cassamar y otros poetas realizamos eventos literarios en los que la constante era la poesía social utilizando diversos lenguajes estéticos. También se alentaban publicaciones como Círculo de Fuego, en el que publiqué una selección de poemas de varios libros míos. Articular y generar redes con otros espacios culturales de jóvenes de Lima y otras regiones, sobre todo de zonas populares, eran propósitos del grupo.

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REVISTA LITERARIA ERGO 7. ¿Cómo ha podido conjugar su actividad de escritora con su labor de crítica de teatro e integrante del Movimiento de Teatro Independiente? Soy parte del Movimiento de Teatro Independiente y participo en el ciclo de las Muestras Regionales y Nacionales de Teatro desde los años 80. Mi labor de periodista cultural me llevó a vincularme con el mundo del teatro y en él desempeño el rol de investigadora y crítica teatral. El ensayo crítico y las investigaciones, así como los artículos también son dimensiones de la escritura. Algo que tengo muy claro es que en la actividad teatral no soy creadora, porque tengo claro que no es ético ser juez y parte. La creación es solo para la poesía y narración. 8. Intuyo que sus múltiples vocaciones e intereses (escritora, periodista, editora, gestora teatral, activista, etc.) no le han permitido publicar más libros. ¿Ha sido difícil conjugar y alternar su labor poética con su militancia política? He publicado el libro de poesía Limpios de Tiempo, en 1998, con Arteidea Editores; Ayataki de mi quebranto (1ra. edición, 2006) con Canta Editores, 2da. Edición 2020 con Gato Viejo Grupo Editorial y Círculo de Fuego con Gato Viejo Grupo Editorial y Canta Editores. Tengo los libros inéditos en poesía Los Cumpas y en narrativa Relatos Pendencieros. En teatro 8 números de Textos de Teatro Peruano. Mi poesía ha sido estudiada y antologada en diversos estudios literarios nacionales y extranjeros, entre ellos por el crítico literario francés Roland Forgues en su libro Plumas de Afrodita – Una mirada a la poeta peruana del siglo XX (2004), además forma parte de la antología Poemas de amor y rebeldía social – Poetas de mundo, antiguos y contemporáneos del escritor Balmes Lozano Morillo (2006); Poesía Peruana de Mujeres del Siglo XX, de Ricardo González Vigil, y el estudio de poesía de mujeres, de Diana Miloslavich Túpac. Es decir, sí he publicado pero tal vez no con la frecuencia que lo hacen otros escritores, pero tampoco era una opción prioritaria para mí. No ha sido difícil conjugar y alternar la labor artística con la militancia política, pues la primera también contribuye al cambio social que busco y toda mi labor en ese aspecto está orientada a ello. No soy de las escritoras que se preocupan únicamente de construir un espacio personal, sino colectivo; por ello, no son actividades antinómicas. 9. ¿Actualmente viene escribiendo un nuevo libro o tiene en mente un nuevo proyecto literario? Sí; estoy terminando de escribir Spartacus corazón de fuego, que es un libro de poesía dedicado a personajes y hechos de rebeldía social. Me gustaría publicar Los Cumpas, escrito ya hace un tiempo, pero ese librito tendrá que esperar nuevos 40


REVISTA LITERARIA ERGO aires en nuestro país. En narración quiero publicar en 2022 Relatos Pendencieros, también inédito hace algún tiempo. Tengo preparados algunos libros que recopilan mis críticas de teatro y artículos periodísticos, cuya publicación también está pendiente. Márlet Ríos Director de Ergo Entrevista hecha el 04/12/21

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COMENTARIOS DE SU OBRA

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Tres comentarios sobre la poética de Mary Soto I La poética de Mary Soto se distingue de la poesía de sus contemporáneas por su tono de recusación y el discurso ético-político implícito. Estas características la emparentan con la poesía de Rosa del Carpio, integrante del grupo Primero de Mayo. Hay además coincidencias con la poesía de Sarina Helfgott, de la misma generación de la autora de La conquista del trigo (1964). Limpios de tiempo (1998), de Soto, reivindica la mirada no solo de los marginados por la violencia secular de nuestra sociedad (física, simbólica), sino de los transgresores de las normas y los códigos sociales imperantes. Desde la empatía y la solidaridad, Helfgott y Soto trasuntan el inmenso drama de los marginados de la historia oficial. II La poética de Mary Soto mantiene un diálogo constante con el imaginario social y con la historia de las luchas concretas a favor de la reivindicación social y la libertad para las grandes mayorías de nuestra patria y de la humanidad. Está llena de esperanza y de loas a los sujetos históricos concretos (hombres, mujeres, combatientes, prostitutas, figuras históricas, etc.). Conserva la energía vibrante de las mismas luchas de reivindicación social. Como si fuera un condensador eléctrico o un termostato, guarda la fuerza del yo colectivo, del nosotros. En ese sentido, se trata de una poesía dialogante. Y este diálogo es hecho en forma horizontal. III La poesía de Mary Soto es un alegato; vibra y reivindica a los sujetos subalternos de nuestra historia. Asimismo, interpela a los poderosos, desde su condición de mujer poeta y militante política, identificada con el cambio social. Se trata de una poesía comprometida con los de abajo. Ella misma lo afirma en la entrevista aparecida en este número: “No ha sido difícil conjugar y alternar la labor artística con la militancia política, pues la primera también contribuye al cambio social que busco y toda mi labor en ese aspecto está orientada a ello. No soy de las escritoras que se preocupan únicamente de construir un espacio personal, sino colectivo…”. Celebramos esto. Márlet Ríos

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SARINA HELFGOTT

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(Homenaje póstumo)


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REVISTA LITERARIA ERGO La poesía escrita por mujeres en el Perú a lo largo del siglo XX no ha sido debidamente valorada por los críticos oficiales. Razones extraliterarias de índole sociológica, que se condicen con tendencias inmanentes a un orden simbólico estático y jerárquico, pueden explicar esta desvalorización (argollas, sectarismo, discriminación, etc.). De otra manera, no podemos entender cómo voces extraordinarias como Sarina Helfgott, Carmen Luz Bejarano, Yolanda Westphalen, Rosa Carbonel, entre otras, sigan siendo totalmente desconocidas para las últimas generaciones, mientras poetas “mediáticos” de la generación del 68 (v. gr. Pimentel, Cisneros, Hernández, etc.) han sido incorporados definitivamente en el canon literario y han sido elevados unilateralmente a la categoría de ídolos totémicos por muchos jóvenes y escritores de clase media. Valga este triste recordatorio para rendirle un homenaje póstumo a una extraordinaria escritora, nacida en Chiclayo en 1928 y fallecida a fines del año pasado (2020). Autora de dos libros clave de la poesía peruana del último tercio del siglo XX: Libro de los muertos (1962) y Ese vasto resplandor (1973). Fue además una dramaturga destacada: La Jaula (Premio de Teatro de 1965), Intermedio, Carta de Pierrot, La Señorita Canario, Antígona, etc. Aunque los críticos oficiales y los académicos peruanos le negaron un lugar en varias antologías de literatura peruana (salvo honrosas excepciones), Sarina Helfgott fue compiladora de un libro de poetas peruanas, que hoy en día constituye una auténtica rara avis: Poesía (1959).

Tus ojos Ya nunca podré olvidar tus ojos, tus ojos detrás de la alambrada. Ya nunca podré olvidar su resplandor, ese aullido horadando la afelpada oreja de la noche. Ojos lívidos, ojos de náufrago, faros macilentos en medio del banquete. Y mientras tú ahí estabas, testigo. Y mientras tú ahí estabas ardiendo los ojos puestos en el cielo de alambre, ellos, tus ojos, alguna vez fugáronse lejos en las doradas alas del duende, reclinábanse con suavidad sobre el color de las cosas: aprehendían cantos rodados, amapolas ancianas, coleópteros, edades y signos y juegos de la mañana. 49


REVISTA LITERARIA ERGO Abrían huertos y relojes graves, antes. Ya nunca podré olvidar tus ojos, tus ojos alimentados con la luz de las cloacas: ojos despojados, ojos flacos. (Ya nunca podré olvidar la mirada del cautivo, esa mirada como lengua de perro del cautivo). Pues ahí con tus podridos ojos, con tus ojos como olivos babosos mirabas, mirabas crecer el río inmóvil de la muerte, el charol de su bota sobre el rubio pie de la guardia; mirabas –porque con algo tenías que jugar– fúlgidos insectos estallando en el casco del verdugo. Y mientras tú ahí estabas, casi vivo, mamá enterraba mis piernas en la arena tibia, mamá ponía frutas y cuadernos, el mundo en el cuenco de mi mano. Y tú, con tus ojos, ¿qué tenías? Y tú, ¿qué tocabas? ¿Qué veías? ¡Horrores! Fornicaciones espesas, muerte más muerte, oraciones, hambres; salmos que ascendían pesados como el humo de la gran chimenea. Oh, el crimen con su olor a durazno indefinido; con su olor a quejido, con su olor a asfixia y hueso, con su olor a despertar de huérfano; con ese raro, puntual olor a “mañana te toca a ti”. Ya nunca podré olvidar tus ojos, tus ojos andrajosos, humillados tus ojos, ojos que ya no sirven para nada, que ya no sirven para coger el vuelo de las gaviotas. Tus ojos que ya no sirven 50


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para buscar rosados moluscos antes del almuerzo. Ya nunca podré olvidar, olvidar tus ojos de santo contando ladillas en el vientre de la niña oxidada, casi tu hermana, amarilla. Y la anciana, ¿recuerdas?, la avara, la que guardaba su mendrugo de ayer pegado a los calzones. Ismael, el ciego, que colgóse con la cuerda que encontraste para inventar un juego de tu edad mientras todos, todos fingían dormir con un solo, espantoso ojo. Y el perro del hortelano, con el que solías ir al montón de huesos y silencio para ver si se habían olvidado de quitarle su zapato al muerto, su tricota a la maestra húmeda. También él, el pobre, el perro, tu compañero de pulgas, también él, al crematorio… Perfecto un sábado sagrado. Ya nunca podré olvidar tus ojos, tus ojos que no tienen cuándo acabarse, que no tienen cuándo quedarse en paz, cerrados. De Libro de los muertos (1962)

Esta luz es un naufragio de alas y relojes abiertos, de rotos deseos a la deriva en territorios sonoros, vivos como ombligos y signos sorprendidos, como campanas y holocaustos. A veces, es el amor o el revés de una sombra.

De Ese vasto resplandor (1973)

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A duras penas tercamente camino en soledad entre sombras y vientos rapaces en La Colmena los mendigos me ofrecen sus huesudas flores astutamente sus cinco pétalos podridos (a duras penas es posible pensar en la esperanza) y continúo sonámbula hacia la cita y la claudicación ya no tengo sed soy la sed perdí ni nombre otra vez más huérfana de mí exiliada aborreciéndome mi boca es un grito para adentro y sin embargo no sé por qué sigo entregándome en oscuros lechos como un deslumbramiento (esto también es el amor).

De Ese vasto resplandor (1973)

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POESÍA PERUANA

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Lisbeth Huamán (Amarilis) (Choco-Yamango, Piura 1998). Es feminista, campesina, fundadora del círculo literario Libera Femina. Actualmente vive en Piura y es egresada de la Universidad Nacional de Piura.

Un cuerpo La casa enorme, insoportablemente equilibrada por sus partes y sus ejes, es casi perfecta, recogiendo cada sonrisa y observando la silueta de un cuerpo casi perfecto, pero imperfecto. Un cuerpo desnudo me sonríe, lo observo detalladamente, no lo reconozco, sonrío tímidamente, mi mente camina de un lado a otro recorriendo cada parte del cuerpo, lleva debajo del vientre un cofre, un cofre lleno de jazmines violeta. Estoy sumergida en un jazmín enorme, dulce, es un jazmín que mueve sus pétalos una y otra vez. Abro los ojos, el cuerpo me sonríe tímidamente, veo su cuerpo y mi cuerpo, postrado en un enorme jardín dentro de un cofre. Ahora somos dos cuerpos iguales 55


REVISTA LITERARIA ERGO con el mismo sexo convertidas en jazmines violeta llevando solo una prenda: una sonrisa.

El poema El poema empieza ahí, cuando nuestras almas distantes, se vuelven un solo ser. El poema empieza cuando ni tú ni yo podemos escribir. El poema empieza cuando estás descalza, lanzas una media, llevando un disfraz. El poema empieza cuando estás desnuda. Sin embargo, el poema está entre tus piernas, como un negocio donde unos ofertan, otros demandan. Pero funciona solo si llegan al punto de equilibrio. Ese mismo punto que se encuentra entre tus piernas. El poema empieza cuando lanzas tus prendas y la habitación escucha nuestro agitado poema.

La espera ha terminado Estoy en una parte extraña de la ciudad caminando en hojas secas, Vuelvo a casa, cierro la puerta, no espero a nadie. La espera ha terminado. Nadie conduce el taxi hacia la felicidad, con versos frígidos versos que no desnudan el alma. No te esfuerces lo suficiente, no lo hagas ahora, 56


REVISTA LITERARIA ERGO ya nadie sabe de ti. La espera ha terminado. Todo el mundo me ve, no puedo evitarlo. Al aire libre los niños huyen del parque, los he visto partir. La espera ha terminado, hace frio ahora, el presente me conduce a un bar pero ya no tomo cerveza y mucho menos vino. Ahora, solo voy a un pequeño bar por el dulce sabor de la cumbia que endulza mi alma, tarareo cada canción con un chifle en la mano.

Habitación amplia Habitación amplia, Vacía y fría. La ventana del dormitorio está en la penumbra y yo estoy aquí, como cada madrugada, como cada mañana, como cada noche, con el llanto desgarrador y desconsolado de los gatos techeros. Esta habitación no es mía es amplia, vacía y fría, hay espacio para dos y yo estoy sola, cerrando cortinas, abriendo las piernas consolándome dulce y fríamente. 57


REVISTA LITERARIA ERGO Me refugio después de todo, más allá de todo, más fuerte que todo, cada noche y cada día, cada minuto más allá de los 20 años y para siempre.

Grito desesperado Este largo grito que se mantuvo en marcha durante tantos acabados años. Acabados por el peso de las palabras que nunca puede decir. Han pasado tantos años y seguirán pasando, como el agua en el río, pero hasta ahora no logro despertar y olvidar mi pasado. Las madrugadas se han convertido en mi velorio. Nadie escuchó mis gritos, cuando aquel hombre con sus mil caretas me tocaba, perforando mi cuerpo, derramando mi sangre, acabando con mi vida... ¡ME VIOLÓ! Maldito seas, seas siempre maldito, solo tenía doce años. No quería ser una cifra más. Huelo a muerte, a sangre derramada, a cuerpo devorado por un demonio ¡Da asco esta falsa justicia! Todos hablaron de mí, cubrieron cada parte de mi cuerpo con sus alfileres de colores, de pena y lástima, pero nadie habló de ese malnacido violador Huelo a muerte, como tantas otras violaciones, esas que las encubren en cada esquina con la mediocridad y el cómplice silencio. Ahora, 58


REVISTA LITERARIA ERGO desde el largo camino de las almas en penas, voy cada vez más deprisa, con los ojos abiertos a cada esquina, desenmadejando recuerdos e ideas, una tras otra, inventando para sobrevivir otro día en esta sociedad.

Compañeras que definen la caída Los diagnósticos cubiertos de mentiras, Las palabras llenas de sílabas sin sentido, Las lágrimas que se ocultan en falsos anteojos. Las dulces miradas que acabaron en sobredosis de alcohol, El amor que terminó envuelto de clonazepam, El miedo disfrazado de soledad. Las calles llenas de policías que ocultan violadores. Nunca quise abrazar un cadáver, pero yo, ya era un cadáver viviente, un cadáver acabado por los golpes del dolor y el llanto de mis compañeras. Las vi llorar, las vi abrazar su dolor, las vi amándose en medio del oscuro vacío. Pero yo tuve miedo, Miedo de no volver a mi habitación dónde nunca sale el sol, A los diagnósticos, A hablar de palabras, A ver mis lágrimas con grietas, A navegar en innumerables litros de cerveza, A tomar clonazepam a las 3:33 am, A volver a ver a un policía, un policía que nunca me cuidó, un policía que me agredió. Ahora, junto al jardín de mi casa, no sé si vuelva a tener miedo. Hay un vacío, pero están mis compañeras que detienen la caída, 59


REVISTA LITERARIA ERGO Su fuerza, Su energía se convierte en una fogata junto a nuestra madre tierra. Ya no siento frío, ya no lloro. Mis compañeras me detienen la caída.

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Rodolfo Carlos Muñoz Lagos (Lima, 1988). Estudiante de la maestría en Escritura creativa en Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Escribe para vivir. Lee poesía todos los días. Usa mi nombre real en la web y le gustan los huertos.

Desde la ruina es bello el cielo Huelo la eterna cáscara La voz de los muertos quietos como piedras Frente al oleaje Ebriedad del karma Fiebre Flor que nos observa Y nos inventa La mañana La soledad es su venganza Nos hace fuertes Nos ilumina Es luz No existe la muerte

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REVISTA LITERARIA ERGO Es un canto -de bordea la ansiedad. Y sus reflejos. Recorro la ciudad En dos patas -de grillo La soledad crece Absuelta Y su cítrico rastro es Un fruto Desde la ruina El firmamento inapelable La constelación de la taruca Y el vuelo de los pájaros nocturnos Abrigan como el fuego Desde ahí surgirá el deseo y será bello Como una casa quemándose

De los escombros renacerá El enterrador Y hará divina la oscuridad de la carne Animal propenso desde los márgenes Busca una flor Que respira

Flor foránea A mitad de la noche Ignoro tu cuerpo Mi mano es la mano de todos los hombres La ciudad en cuarentena Pero ignoro tu cuerpo 62


REVISTA LITERARIA ERGO Ensombrecido El ahogo de los muertos no es más puro Que el canto que se eleva Húmedo

En tu nombre

¿Qué es-coger si no el olvido? Suspendido La exuberancia Detenida entre los párpados De lengua virgen En el signo mismo de la náusea No importa El espanto crece como hambre en la tibia sangre El asombro en la sombra El encierro Nocturno de sueño y de lascivia

El vacío de la ciudad No es tan grande como la tierra renacida Me rodeo de ti fiera verdadera Tu sangre se prolonga en los restos Ebrios Del azogue La deuda repetida del hombre Repta Es el viento verriondo de la muerte La falsa orquesta de su signo Mar entumecido por la fiebre 63


REVISTA LITERARIA ERGO Muéstranos tu dios Tu lengua impredecibleMente crepitante Flujo de carne Sobre carne (repetida tos) El vacío es no es tan grande Si te envicias

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Alessia Darcourt (Lima, 1993). Comenzó a escribir a mediados de este año como forma de terapia. «Un intento de darle sentido y, si no es mucho pedir, belleza, a su existir y a los demonios que venían conmigo», afirma. No obstante, dice que nunca esperó que la poesía se convertiría en lo que es para ella hoy. Vive para escribir y escribe para vivir.

Si supieras Si supieras cómo se siente caminar en la cuerda floja sucia y desnuda tantos soles tantas lunas ya no estarías aquí

Miedo El miedo no se ha ido no completamente no obstante, no logro descifrar si escribo para que se vaya o se quede. Habitación esta habitación es mi refugio mi confesionario mi celda mi cielo 65


REVISTA LITERARIA ERGO y mi infierno.

Tiempo No entiendo

por qué intento

Moverme a tu ritmo a su ritmo Si desde que tengo memoria por selectiva que sea Vengo bailando algo diferente.

Miembro fantasma Cortes y quemaduras del ayer Hoy me hacen retorcer de dolor Cual herida profunda en miembro fantasma.

Cambios Todo cambia, se transforma lo sé muy bien.

No obstante mi cabeza de piedra y corazón ardiente no saben si adecuarse o darse la media vuelta y morir en su ley.

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El feto swisida La necesidad de volar crece a niveles casi insoportables el suelo ya no es suficiente nada nunca lo fue Compadezco la existencia de los que me comprenden al igual que de los que no aunque envidio a estos últimos solo a veces Pase lo que pase hoy, mañana o ayer desde el día cero yo lo sabía no por nada me dicen el feto swisida.

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Manuel Ángelo Prado (Lima, 1987). Ha publicado los poemarios Estación (Lustraeditores, 2011) y Hemiparesia izquierda (Catavento, 2017). En el 2012 fue finalista del Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo. Textos periodísticos suyos han aparecido en los portales LaMula.pe, Frontera Pirata y las revistas Ansible, Buen Salvaje y la Guía de Arte de Lima.

Un Castillo de arena

se contornea al pie de una mujer preñada el aire rebusca sobre el sexo de la tierra verde pequeños puntos desarticulado acompañé su retirada indecisa soñaba dejar un rastro de lluvia y cosecha

Cae la vida. cae por unas tenazas hacia cementerios minúsculos tan sosegados como nosotros Poemas del libro Estación (Lustraeditores, 2011)

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¡A ver, Angelito! pensemos, por ejemplo, en un zapato escucha el cuero calmarse con la piel de calles añejas cavilemos el aire que discurre entre tus dedos mientras juegas a las cadencias escucha la huella crac crac deshojarse entonces… ponte serio para soñar la escasa inteligencia de los adultos déjala inmiscuirse en tu lengua como sopa de agua tibia luego traga su madurez vernacular Y declara: za-pa-to

No es nuestra misión ser el coro infinito de los parques la guarida fiel sonora y saboreada por los peatones lo nuestro es descender ahogarnos de cabeza con los brazos firmes dispuestos a tragar todas las palabras esperar la noche romper las curvaturas descascarar los obstáculos 69


REVISTA LITERARIA ERGO para liquidar la temperatura de nuestra amante lo nuestro es hundirnos abrirnos paso entre los golpes en punta roma coger los fonemas cruzarlos sobarlos hasta la defunción de una lengua babilónica

No hemos llegado por la voluntad del otro los artificios verbales no sirven

aquí no hay apóstoles he acosado en silencio las rajaduras de tu cuerpo tus pechos o algún temblor adolescente tus sombras han sido mías en las pausas sedientas del trajinar fotográfico avance y retroceso para atrapar el quiebre de calles incendiarias todavía perdura el grito de protesta la voluntad para vencer la burocracia del olvido ¡qué amor tan pornográfico! este delirio por no buscarse oculto en las luchas en la exigencia de un costal debidamente pesado Poemas del libro Hemiparesia Izquierda/ Anatomía de un cuerpo lanzado a la batalla (Catavento, 2017)

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¿Qué más pueden hacer

unos versos antiguos contorneados por el polvo hechos mierda con palabras equivocadas? envolver una cicatriz o quizás lamer un cadáver resucitado

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Cromwell Castillo Cabrejos (Motupe-Lambayeque, Perú 1981). Escritor y artista plástico. Es miembro fundador del Grupo Literario Signos y autor de Agua y Transfiguración o el sonido libros incluidos en Signos (Chiclayo, 2007), ¿Dónde acaso es camino? incluido en Demolición de los reinos (Lima, 2010), Estética de las revelaciones (Arequipa, 2011), y el plaquette Fuego (Arica, 2010). Forma parte de Cuervo Iluminado, Colección de Nueva Poesía Peruana (Lima, 2010); Rito verbal, Muestra de Poesía Peruana 2000-2010 (Lima, 2011); Me Usa, Brevísima Antología Arbitraria Perú - Uruguay (Perú, Venezuela, Chile, 2012) y Circo de pulgas, Antología de la minificción peruana (Lima, 2012). Trabajos suyos han sido publicados en revistas impresas y virtuales de Perú y el extranjero. Tiene inéditos los libros La cabeza del Minotauro y Estados de coma. Colabora ocasionalmente con el diario La Industria de Chiclayo.

Agua Estoy bajo el agua y los latidos de mi corazón producen círculos en la superficie. Milan Kundera

1 Esta vez su disposición adquiere la forma de mi lenguaje, es decir, su aspecto se hace universal desde mi boca. De todas sus posibles determinaciones, aquí, en lo habitable, sólo se espera su adaptabilidad; después de esto, quizá ella deba ser algo que no comprenda. Pero lo no comprendido se explica también a partir de mi desorden: Silenciosa ventaja suya 72


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la de enturbiar mi contenido. Todo forma y se deforma magníficamente a partir de su espacio, entonces, de mi voz a lo insondable, ella es un poema transmutando sus abismos.

4 Más allá –en mí–, correspondo al impulso súbito de parecer agua: Ella tiende a sublimarse, yo asisto a esa evasión. Cuando ocurre, mi canto en lo alto prolonga ceremonias pero no es escuchado: No hay nada más allá arriba, sólo ella hablándome, imperturbable acaso y apartada de nuestra vida circular entre todo lo inexacto. Por eso, allá en la cima, no contiene ninguna respuesta: Es la respuesta. Y desde esta sencilla superficie blanca, solemne se la puede escuchar.

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Fuego Al principio era el fuego ascendente que encendía con una chispa las atmósferas, chispa de ojos rojizos, chispa de triplicados ojos, brusca como una flor.

Dylan Thomas

1 Más allá del grito furtivo, un sonido agita entre los árboles el extravío de la lluvia o la peor sequía que abarcamos. Como hierba de todos los campos, la Poesía nace y crece una tortura matutina a contraluz: La sangre de los pájaros persistirá. La ciencia del dominio es fuente ciega, revolución prosaica que dibuja nubes funestas con su dedo en el aire. Un ruido establece su soberbia con los días perdidos, y por fin la noche larga cae inexorablemente como una rutina gris. Los ojos suceden al mismo hallazgo siempre. Cómo sujetar los párpados al sueño para adjudicarnos redención alguna entre la ceniza? Cuerpos caen en toda esta trama de desconcierto y de pronto, el sol, cada mañana nos lacera dos veces frente a estaciones que sólo vomitan cadáveres de todos los reinos. El hombre tiene el rostro poblado de solemnes amenazas por eso la vida lo sujeta al escombro. Entonces colisionan precipicios y me escondo de ti, oh, fuego interior que nos despojas de sensatez ante el delirio. El vacío es el mismo Poema perverso de las postrimerías. Entregados al fragor supremo, nada quedará. Ni el estanque ni la cloaca sortearán más su vértigo con alteración admisible en el mundo bajo. Ni la chispa secreta de las piedras. 74


REVISTA LITERARIA ERGO Ni el rumor del agua en los arroyos. Ni esta hoja quedará para agotar con indolencia nuestra dimensión insuficiente. Revertiendo el contenido volveríamos la agudeza al viejo oficio de decapitar profecías. Ah, las profecías y su estirpe cósmica… Como si al hombre no le bastara palpitar.

3 Llegar a la luz elemental. Llegar a la orilla donde arena húmeda sostiene nuestra incertidumbre. La ventaja de emigrar al fuego es no prescindir del ruido de sí mismo. En medio de nosotros, la fogata fragmenta la oscuridad inicial y entiniebla los rumores del agua colindante. Respuesta es superficie iluminada: No temamos al origen de un reino variable. La más reciente manifestación de tragedia ahora es gozo y mística de resistencia. El viaje al fuego es un conocimiento radical y llano. Aunque secreto y sonoro es el mensaje del agua las llamas han alcanzado elevación de cántico silvestre. Nuestra condena no es ligereza natural, es sonido voraz que la vida debe decir para siempre. Desde aquí hemos merecido los giros del propio ruido. En el día nuevo, todo mensaje es un desplome: La espaciosa agua no pudo llevarse nada. 75


REVISTA LITERARIA ERGO Hay brasa y ceniza en todo intento de fuego: Todo está intacto. Es que somos nada.

Tierra La mitad de mis amigos ha muerto. Te haré unos nuevos, dijo la tierra. Derek Walcott

2 [En mí hay otros que caminan hasta el final del día, y toda escena diferente que originan es conmutación insondable]. Frágil resonancia. Después de toda puerta hay una puerta contenida. Y esa sucesión nos atormenta, nos obsesiona, nos hermetiza. Tenaz lucha que no cabe en un espejo –cabe pero nada transporta semejanza–. [Espaciosa tierra donde no me veo, ésta, la desconocida. ¿Qué otro en mí se podría mirar tanto como yo no?]. Reflejo recurrente / signo estancado / imagen sublimada dentro de las preguntas. Encarno / integro fijación común y todo nos incluye. [Entonces ¿Qué soy, o quiénes?].

Aire Me cuesta bajar el poema del aire allí donde me hundo con el plumaje vertical de las palabras. José Barroeta

1 ¿Y si el aire falsea designios y nos va disgregando por dentro? Las palabras traducen su impulso de náufrago. Y no es evasión ni huída ni alarido interminable preguntar apariencias en terreno baldío. Yo que lo he visto conmoverse 76


REVISTA LITERARIA ERGO en su agitada modestia de pronto asomo a las ventanas mi desencanto y siento a bocanadas el otoño que trae entre sus hojas. Estamos fuera de lugar. Nuestra orientación posee perfil desconocido: Innegable rastro o elevación de astro girante: No en vano toda caída libre ostenta arrogancia de cosmos.

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Ricardo Santiago Musse Carrasco (Lima, Perú 1971). Poeta, cuentista, ensayista, comunicador social y principal articulista cultural del periódico Tribuna de Sullana. Colaborador de los medios de información mediáticos Nuevo Norte y El Río Hablador y la revista de Literatura Sietevientos que dirige el escritor Houdini Guerrero Torres. Fue finalista en la XII Bienal de Poesía “Premio Copé 2005”. Su trabajo titulado Epístola concebida decrépitamente sin ti, fue seleccionado en el “IV Premio Internacional de Poesía Amorosa 2007”, convocado por el Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca BalearesEspaña. Fue miembro de la Estirpe Generacional “Los Ángeles del Abismo”. Ha publicado Cinematografía de una adolescencia (2006), El espíritu giratorio del viento (2006), Eternidad (2008), Apostasías (2009), El viento de las heridas (2011), Homo (2012), entre otros.

VIII Aarón abandonado para siempre cobijó mi corazón dentro de sus muertas inocencias, apesadumbrado dejó que las tristezas lo cogieran /porque sí, porque a esta edad todo es tan penosamente absurdo, como restañar un espíritu afligido condenado a gemir /por toda la posteridad; inundada el alma por las aguas desbordadas de la tribulación: Aarón llorando –desconsoladamente- dentro de mi muerto corazón. Del poemario Lágrimas.

XVI Qué vale la pena escribir a estas alturas, quizás apelar a cualquier cosa como plagiarle (discúlpame José), para mi temática conveniencia, “desde el fondo sediento de tus heridas” este verso, 78


REVISTA LITERARIA ERGO o sólo evocar la trivialidad y la falta de medicamentos y escribir que mamá, muy llorosa, ponía un pedazo de /cebolla sobre mis heridas, o recordando las noches de infancia saturadas de /murciélagos, pero a qué más referirme: Tan sólo asumirme cansado y vulnerable y que no es recomendable escribir un poema deseando desesperadamente este punto final. Del poemario El viento de las heridas.

XVI Desearías que ese remolino gire por siempre dentro de ti, (quizás la fragilidad que nos habita vuele por los aires) porque para que algo ascienda debe imprimírsele giros que sólo el viento del desierto puede suscitar, entonces sientes que avanzas con la sola ayuda de ese remolino que emerge no sabes de dónde, y por primera vez la travesía no se te hace tan pesada, (al fango sólo le cabe unirse con los pies del caminante): Cómo desearías que lo que queda por caminar se haga con el espíritu giratorio del viento. Del poemario: El espíritu giratorio del viento.

IV Es esta piadosa fragilidad la que aún me mantiene caminando –simplemente- hacia la nada, en perpetua contemplación de ruinosos corazones, escuchando canciones que entristezcan la inocultable orfandad /en la mirada; pues no se puede ser el mismo después de estas inefables tribulaciones, escribiendo con esta pena inmensa en el alma, llorando solo –completamente solo-: Vulnerable/ silente/ moribundo/ esperando desesperadamente la inminente consolación de la muerte. Del poemario: Eternidad.

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IX Los domingos no sólo eran los festivales de fulbito con las trifulcas coronando como siempre el atardecer también la “huguito” alcanzaba el cielo en cada mate retumbando sus furibundos gritos en nuestros corazones entonces la orfandad de las olas nos amenazaba ensañándose con /los acantilados pero acaso ¿es una imperdonable deslealtad presumir por un momento que nuestro ser no está hecho de sustancia ribereña y espumosa? ¿qué te cuesta mar brava abandonarnos empolvados y percudidos? nuestras roncas gargantas no quieren dejar de gritar a toda hora /sus emociones ¿para qué queremos ahora tus violentas aguas si las cervezas que se vierten sobre el depósito de nuestras almas humedecen ahora nuestro jolgorio? además ya estamos en edad para tomar aceptando que la “pamela” recepciona muy bien la pelota y se maneja un cuerpazo y la “raúl” tiene unos pechos formidables y que la mariconada también divertía los domingos nuestras vidas y que todo esto tenía muy impregnado en nuestras ropas el polvo transitorio de nuestras fugaces alegrías. Del poemario: Cinematografía de una adolescencia.

I La orfandad de mis hijos y mi soledad /infinita, llenan el inmenso vacío de mi corazón, colman las vacuas palabras que no puedo dejar de pronunciar ahora que escribo estos versos; aunque, a veces, desearía estar malditamente solo, para no infundirles estas insulares tribulaciones, la mirada de ermitaño desfalleciente, y este apesadumbrado y solitario oficio de poeta… Del poemario: Lagrimas.

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POESÍA INTERNACIONAL

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Tania Anaid Ramos González (AZULA) Es poeta puertorriqueña y columnista internacional. Posee un doctorado en Filosofía y Letras de la Universidad de Puerto Rico del Recinto de Río Piedras. Ha sido profesora en distintas universidades de su país. Fue directora del Programa de Pruebas PIENSE en el College Board Puerto Rico y América Latina. Actualmente, es codirectora del Centro Lingüístico, Literario y Cultural del CaribeCLLCC. AZULA ha publicado poemas y prosa poética en periódicos de su país y en antologías internacionales. Sus trabajos literarios están en la prensa internacional de España, Colombia, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, México, Argentina, República Dominicana y Puerto Rico. Es autora de los poemarios AZULA (publicado en la red en el 2011); Invisibilidades (Editorial Areté boricua, 2020), Llueve (Ediciones Kuelap, 2021), Mundo repetido (inédito) y del libro de cuentos Piso 13 (inédito).

Azula se mece en las vocales desiertas de humedad y junto a las mieles y el pan devorado tributa ansiedades delebles. Azula se tiende en la noche comida de luces, se muerde la lengua, su lengua, escribe algún verso y vuelve a borrarse. Porque la desnudez aviesa al clerical sonido del deseo se esparce trémolo donde las líneas pierden su forma al encontrarse. Porque el silencio a veces es una ciudad de gnomos cuchicheando detrás de la oscuridad de las palabras. Azula se mece, se tiende, se pregunta y luego vuelve a borrarse 83


REVISTA LITERARIA ERGO entre las manos.

Dile que la noche me abre el pecho descosiendo riesgos y soledades; detrás de un candil oscuro, detrás de un antiguo verso. Dile que el amanecer me abre el pecho, como un resquicio sin límite, descorriendo la oquedad en ciernes del labio, la rabia y el miedo... Dile que la tarde me abre el pecho, como linfa anegándose, como bujía apagada de un país sin cuerpo. Dile que en los fanales de la noche se me abre el pecho, se me abre el pecho, entre orillas y tejidos, entre silencios y muertos. Dile, por favor, que el tiempo me abre el pecho.

A Simone de Beauvoir El tejido de tu álamo seduce este precipicio instalado en la memoria. Las palabras, como las sombras, son arrojadas dísticamente y desde el talud de la locura retornan, cual olvido, para sembrar en la boca de la nada su ingenua luz de tierra. Poemas del poemario Invisibilidades (Editorial Areté boricua, 2020)

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Llueve impetuosamente Llueve impetuosamente y la certeza de lo bueno se moja y el suelo de mi garganta y el prefijo que pronuncio atado a la locura de una tempestad... y me inunda la penumbra de un suspiro perdido y de una querencia consumida por la lluvia.

Las cosas Las cosas se quedan adheridas al tiempo y también adheridas al silencio, como intangibles soles grises y permanentes, como piedras mirándose en secreto. La misma sombra militante, los mismos huesos... y las calles y los rincones... siguen quietos sin el aliento de antes, sin aliento. Se avecina un duelo, un duelo de lluvia junto al amanecer más certero y la umbría escarcha se desliza por el doblez desecho del pecho. La ropa, las paredes, las puertas, el suelo la ciudad, los libros, las ventanas, el miedo... Las cosas siguen intactas, quietas, adheridas sin sospecharse elemento, ocupando todo mientras transitamos: espacio, dolor, caricias, misterio.

No quiero No quiero ser paraje de contemplación fugaz en donde posas la mirada y recreas los sentidos, ni tránsito sublime de un efímero manjar, que va quebrando el cuerpo y alimentando un capricho. Ni cántaro, ni ánfora, ni territorio feudal de un viejo espacio en el tiempo desamparado y baldío, ni delirio articulado de una palabra dormida que entre unos viejos estantes 85


REVISTA LITERARIA ERGO queda atrapada en un libro. No quiero y no, para qué… ser luna rota en silencio o reliquia visitada de un monasterio perdido; no quiero, no, para qué... oscura noche olvidada, por donde suele pasar el alma por las moradas; mejor torrente de lluvia que repique en el océano o rayo ardiente entre sombras que palpita en la madrugada, pues no soy presa del lobo que susurra en su coartada para asfixiar implacable con arrogancia feroz, ni mis oídos lugar do depositas la rabia, ni voy pidiendo, entre bocas, limosnas al corazón.

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Jon Ferreiro (Bilbao-España, 1991). A los quince años se le diagnostica una grave depresión, acompañada de agorafobia y fobia social por la cual pasa gran parte de su adolescencia recluido en casa entre novelas gráficas y mangas, que en esos años son su principal salvavidas y una forma de salir de su habitación. Años más tarde se marcha a vivir solo a Galicia, ahí empieza a leer otro tipo de lectura y descubre a los autores malditos desde Baudelaire hasta Bukowski y se convierten en una gran fuente de inspiración para sus primeros poemas; la escritura es un refugio a su soledad. Por esos años es diagnosticado con TLP un trastorno de la personalidad con el que debe luchar cada día algunos con más acierto que otros. La precisa morfología del humo es su primera obra, en la cual plasma gran parte de su sufrimiento al padecer dichas enfermedades mentales, sus traumas y miedos más profundos. La escritura, lectura y música han sido y son un refugio a su vida. Actualmente vive en Anguciana (La Rioja) donde continúa escribiendo y tiene diferentes proyectos que en un futuro espera también publicarlos.

Enfermo En jaque. (Se generó la luz contra el yugo de las tinieblas, toda existencia es una confrontación persistiendo condenada hasta que cesa el pulso) Inservibles mis ojos en este desequilibrio de fuerzas pero me empeño en buscarte reina entre los escasos restos que dejó la negra ofensiva para resurgir y contemplar tu belleza de nuevo 87


REVISTA LITERARIA ERGO vuelto lo amorfo, certidumbre y otorgar así, piedad a la oscuridad dotando la atmósfera de ese tiempo de oxígeno cuando nos riamos de la sentencia pronunciada por esa sibila que fingió ver en ruinas todos aquellos hospitales: Cristalización de lo opaco mostrando una x que te tachaba donde llegará mi tacto a tu piel, otra vez despojando de disfraz lo imposible, posponiendo con esa ansiada tregua el desenlace inevitable de esta guerra.

El cepo Buscar la reiteración en una tramposa reproducción, se desnuda lentamente el vacío, continua el curso hacia el total esplendor de lo que encumbra el arte que es la vida huyendo tratando de aferrarse en vano a espejos obsoletos e infieles: Rastro en clave de farsa donde puedo extrañarte porque tan solo logro recordar la canción de aquellos años amenazando con convertirse en mi prisión, pero de nada servirá caer en la tentación de ese anacronismo adornado por una discordancia blasfema: Es miserable mi papel haciéndote sumisa en la imaginación 88


REVISTA LITERARIA ERGO que de recuerdo disfrazo y no se llena contigo esta imagen robada: Placebo contra un hueco expandiéndose en mis entrañas que poco a poco me entrega a la muerte arrancándome sin prisa el alma, como quiero hacer contigo (sucio de ti, tu cuerpo) en este incierto pasaje en el que me aferro a ese tiempo donde inventé cierta calma.

Programado El vicio de la tendencia estableció las leyes de la inercia que me arrastra hacía tu dormitorio mientras... Catalogamos de hechizo ese magnetismo que carga con la culpa de este pésimo automatismo: Estoy obedeciendo como es costumbre ya, niñata consentida y voy camino de tu casa para ofrecerte el viejo espectro que me posee... Tan solo... Sigamos fingiendo que es tu encanto lo que me empuja porque ni yo mismo recuerdo la naturaleza primaria de esta fuerza, 89


REVISTA LITERARIA ERGO a la que hace tiempo, me abandoné.

Sed Obstaculización de la visión al cielo, nubes que a gotas se deshacen sobre el pavimento donde está posada sin amarres. Transparencias en su blusa blanca. Ceñido el impreciso todo (como la tela que aprieta su cuerpo) a una palabra que la alude y desconozco, deseo tomando forma ante mi prisma manteniéndose puro, intacto... Hasta acabar diluida en la dilatación del foco, paralizando mi cuerpo en este miserable estado.

La desgracia y sus símbolos No conseguirán tus ojos percibir diferencia cuando retuerzo aquí aquellas luces que, con pasmosa facilidad, recobran la forma que las inspiró obligándote a contemplar mis pesadillas y entonces, resultará creíble la idea de que nunca escapé.

El timo y los pájaros muertos Buscar el tiro de gracia, pagar con mi vida, explorando y explotando otros daños cuando no rendían más mis traumas. 90


REVISTA LITERARIA ERGO Solamente oirán apologías del misterio en esta debacle, si entre las estrictas normas aplicadas por la lógica queda tan solo un dictamen indicando que siempre fue inconcebible la paz que soñábamos. Herido de muerte, lidio con el desencanto cómo puedo en esta punición, soportando una fatiga sin propósitos mientras se acerca el final con una lentitud tortuosa (resultando excesivos los días que componen, y limitan, el futuro sin dejar apenas margen de maniobra para acobardarme y poner en práctica mis tretas de escapista). Jamás logramos considerar nada sagrado pero tus lágrimas eran la hemorragia que emanaban mis rasguños y en estos precisos instantes, resulta indiscutible esa teoría de que esta dolencia nos resultaría terminal. Queda pendiente otorgarme, sin misericordia, la culpa para tratar de hundir más nuestros cuerpos en este lodo (arrastrándote yo a ti cómo un macabro homenaje de nuestro imperfecto amor) porque jamás podrá regenerarse el enigma en esta fase de horrorosa claridad, pero… Sintiéndote demasiado lejos de lo que un día resultó nuestro desastroso cobijo quiero, egoístamente, imaginarte triste en algún lugar cuyas coordenadas desconozco, sufriendo todavía los estragos que me afligen para que si algún tipejo osa abrazarte tenga que mancharse con mi sangre.

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Steven Bonilla G. (Costa Rica, 2000) es un escritor que ha sido publicado en la antología digital Nueva Poesía Costarricense, y en varias revistas digitales internacionales, como Hiedra, Casa Bukowski, Lo Innombrable y Kametsa.

«Aquí» y se señaló el tórax Me quedé acostado y esperé a que el frío viniera por mí desde lo remoto. No sabía entonces que el frío tenía su hogar en mis pulmones.

Tras haber leído (muy poco) sobre Schopenhauer Pobre de aquel que espera en la orilla la llegada de una luz que dibuje en los seres la eterna sensación de haber hallado esa cosa que canta en fábulas: Contemplen al que espera [ingenuo] a ser feliz, por siempre, aquí.

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Sehnsucht El santo grial quizás no sea la hija de Jesús sino una vida sin dolor; tal vez por eso no le han encontrado.

Recovecos Petunia huérfana de piel, de amor, pútrida delante a las innúmeras estatuas ¿son ustedes? Nidos de ausencias tras sombra del llanto ¿eres tú? Hueco en la sien tras jalar el gatillo ¿soy yo?

Instante Este silencio abre las ventanas a la desolación. Él ve a lo lejos un tren corriendo hacia el alba. Se pregunta si se lleva consigo la inocencia, el amor filial, las palabras. Este silencio esboza la sonrisa de la muerte. Están vacías sus manos. su pecho se viste con musgos bajo el peso del jamás. Este silencio enfurece escorpiones en el cráneo.

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Eras en la isla oscura a María Macaya

El silencio ensordecedor del algo que se fue para siempre. El viento no será más leve ni el agua más húmeda. Suspirando [en el recoveco menos sabido] dirán: «Hace falta algo, pero ¿qué?»

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Isaura Duarte (Caracas, Venezuela). Escritora, actriz y artista visual, fotógrafa de sus propias formas y emociones, trabaja la performance y la video-poesía como un medio de expresión para sus escritos. Escribe desde su intimidad, mezcla el estilo narrativo con el poético, las imágenes la trasladan a un espacio onírico desde donde busca conectarse con la honestidad, la poesía y el arte en sí mismo. Para ella, escribir es un proceso de sanación y liberación, así como una constante búsqueda interna, una pregunta siempre abierta ante la vida la misma. Su poesía es una oda tanto al amor como al desamor, le escribe a la naturaleza y es habitada por ella. Sus letras han sido marcadas por la nostalgia y la palidez del olvido, tan punzantes y frontales como plácidas y taciturnas. Es miembro de la Asociación de Escritores Hispanos (AEHIS) y su revista Litterae. Isaura ha sido productora y presentadora de las Ferias del Libro de Caracas y gestora cultural en su país desde el año 2011. Fue Directora de Arte en la Fundación para la Cultura y las Artes (FUNDARTE), y la coordinadora del 1er Mercado de Las Artes Escénicas de Venezuela (2017). Sus poemas han sido publicados en las revistas: NJOY Magazine Spain (España), Texto Palabra (Argentina), Litterae revista (AEHIS), Revista Kametsa (Perú), Letras, escenarios y algo más (Venezuela). Actualmente, Isaura escribe su primer poemario, el cual, será publicado bajo el sello de la Firma Editorial J. Bernavil.

La sangre me riega He tenido fiebres indetenibles en el pecho. Peco por no asistirme, sí. Pueden acusarme y no me importará. Confieso: Me he teñido de días ciegos, 95


REVISTA LITERARIA ERGO y me digo, también ellos deben ser alabados en estos espacios míos donde la sangre me riega. Me pongo de rodillas y rezo junto a estas flores que ya pronto se irán, quizás más temprano pero al igual que yo, aunque las deje reposar románticamente entre las páginas de algún libro. Y entonces me detengo y pienso... ¡Aquí también hay belleza! Aunque esta sangre no sea la de parir, aunque sean raspaduras de piel y carne y alma y hueso. Quizás sí y quizás más de ojos y caminos flotantes... Y, aunque les parezca que hoy me les otorgue casi marchita, tengo la suavidad de las almas serenas.

Escamas muertas Extendida veo su alma en el mar rompiéndose en alientos, sujetándole los gritos al puño que la golpea siempre a ciegas. Cerillas bordean sus pies en un intento inútil de alumbrarse. Sus ojos galopan en el olvido Féretros diurnos se posan en su frente fragmentada de clavijas. Las almejas se alejan con sus valvas. No hay bocado ni delicia ya para su boca Ni para la mía. Se van ahogando respiro a respiro, los espantos de su cara muda, como un pesado fardo de penumbras entretejidas por alfileres hirientes. 96


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Cosida como tela inútil y desgastada... Ella: Calla Gime Palidece ¡Se caen sus ojos! Son escamas muertas. Pestañas trituradas que se despiden en el último beso del abismo en el que se le cierran las grises puertas de la vejez.

Fisuras Han dicho que hay algo que no callas, que desprendes desde las fisuras de tu aliento; dicen que hueles a nombres que no hallas, anclados a tu memoria fijamente Entre lirios y fantasmas.

En honor a las tumbas sin nombre «A las miradas color bosque, tierra, mar y noche…» Les hablaré, ya despojada de mi nombre y sin lenguas suficientes. Yo, les hablaré… Me pregunto: ¿Por qué se escandalizan ante actos de amor y belleza...? ¿Por qué aniquilan los trigales que espantarían un poco de hambre? ¡Cuántas deudas debemos saldar para ganarnos el agua del manantial! 97


REVISTA LITERARIA ERGO ¿Por qué se les antoja un territorio si le privan la vista del Mar a los niños bolivianos...? Díganme, ¿cómo les explicarán a qué sabe, a qué huele, de cuántas formas puede hundirlos y hacerlos flotar en sus juegos de infancia...? Díganme también: ¿A qué hora despiertan las bombas en sus puertas, cómo se ven sus paisajes cuando terminan de sonar las sirenas…? ¿Acaso en sus manos no caben las visiones de sus órdenes, señores? Yo, les juro con mis manos quemadas a rojo sangre, espina y carbón; mecida por hogueras y años de puestas de sol sobre pantanosos cielos empedrados de llanto... Les juro y juraré: Me clavo un puñal de hierro por no tener más lenguas, una voz que se cuele en sus gargantas para degollarme en ellas y hacer un discurso que les arranque un poco de ternura, sin que se me quiebren las fiebres o quebrándome toda junto a ellas... No me importa. Pero sé, de esa ternura de alma abierta, tan sólo y quizás, les quedarán unas gotas de arena para ocultarse demacradamente tiernos entre los sueños de sus hijas e hijos. Aunque les advierto: no les bastaría. Acaricio los rostros dejados sin nombre… Sus no-retornos del colegio, de los campos, de las tumbas que hoy caminarán compartidas de la mano... A La Tierra de ese mar despojado, herido y enterrado, yo le rezo. También a la nuestra, que es y será la misma. Y sé... En el quejido de los niños y los perros, a ustedes, les llegará el voto inefable del recuento.

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Náufragos Entre las piernas del mar frío duerme el agua sus huesos. Náufragos hablan, salpicados de amnésicos recuerdos. En mis ojos sangraba la vista de una orilla. La antemano del viento palpitando en la mutés de mis versos un adormecimiento del silencio Detrás del aire, los cielos se me hacen nidos acuosos de estrofas perdidas, oleadas de tintas negras –zigzagueantes– infiltran mis brazos extendidos. Llegan las voces vertiéndose en mis labios pálpito en mis cuerdas vocales, las pronuncio. Aquel cielo que me cubrió de tintas indelebles. Aquel que ante la visión de una orilla imaginaria, yo no veía... Aquel Ha desprendido mi cárcel Ha roto mi jaula Ha tomado mi desnudez doblándola entre mis piernas. Erguida, me vuelco ante la que allí quedó... náufraga sellada a la orilla de un verso.

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CUERPOS SaLINos Siendo agua al costado de una almeja, la arena tibia esculpia un claroscuro. Resplandor de la noche hundiéndose en tu cuerpo desnudo. El filtro de tu cara espejo en la planicie, guindilla azuleja al perfil de un horizonte. Amante de marineros y piratas Deseo febril de los hombres el respirarte sin ahogarse o ahogándose en el glaciar de un final prematuro entre tus manos. Ocultas el lomo acelerado de brisa, marca salada en boca turquesa soplando vestigios de húmedos reflejos. Fluir ondulante Cuerpo inquieto Movimientos evaporándose Violentos Reversos Suspendidos Al caparazón de la tarde de una tormenta. Relieves sanas de corduras, eclipsante tallo de mar vivo removiendo siempre un destino sin pesos ni cuerpos inertes, atajando gaviotas en fugaces gotas blandiendo la madrugada en una mano que nunca deja de mecerse. Túneles de algas sucumben a tu hechizo y caracolean tus voces submarinas refugios de los que has llamado en silencios y gemidos.

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Daiana Fler (Córdoba, Argentina 1991). Es estudiante en la Ffyh en la Universidad Nacional de Córdoba. Realizó talleres de poesía. Sus poemas fueron divulgados en Revista Kametsa (Perú) y Revisa El Ganzo Negro (Tucumán, Argentina). Publicó su primer poemario Cuando el tiempo me seduce (Editorial Copo de Nieve. Bs As, 2021). También participó en la antología Poesía del Estero (Stgo del Estero, 2021).

Un nombre He estado viviendo escondiendo mi quejido mi sonrisa congelada en algún río vagabundo, y mis labios se quebraros se partieron los versos los encantos He estado aquí, he muerto aquí, algún tiempo atrás entre abrazos efímeros creencias fervorosas y cuerpos desdichados Pero mi carne tiene llanto tiene amor espacio rasguños sexo Tiene nombre

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La vida sigue siendo La vida sigue siendo una riña del tiempo roba lo que cuidamos devuelve lo que esquivamos La vida sigue siendo un reto un trago barato puñado de moscas un nuevo diccionario

Temblor Que no se gaste esta saliva ni la memoria precoz olvidar es un castigo que daña Duermo en cualquier trapo no me alimento bien en mi garganta hay espinas temblor La muerte inquieta La vida absorbe mejor

Grité tantas veces frente a mi casa abandonada hundí la mirada al sol buscando algo que me cubra Encontré tus manos Y eso es todo

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Tu caos No quiero darte esta comodidad de acomodarte siempre quiero darte un suspiro verte crecer florecerte Oxidar tu cerradura tus rebatibles piezas tus dientes afilados que sueñes menos vivas tu caos

Que el amor nos salve Que el amor nos salve de la desdicha de vivir de soledades inexistentes Hasta la sombra sabe nadie está realmente solo sino consigo mismo

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Judit Hernández Toledano (Valladolid, España, 1999). Graduada en Español: Lengua y Literatura por la Universidad de Valladolid, actualmente estudia el Máster de Literatura Española e Hispanoamericana, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Salamanca. Su vocación por la escritura y las letras viene desde muy pronto, desde los 6 años. En 2017 abre su blog “Donde habite el olvido” en el que publica algunos de sus poemas.

Partida Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. Antonio Machado

A veces creo saberlo, creo saber cómo partirá mi nave. Quizá haya de introducirme entre los campos ya crecidos de la primavera y allí la brisa será suave. Entonces, a lo lejos, se acercará una niña muy blanca que vio nacer mi madre. Acaso sea la niña que soñaba con haber volado y haber vuelto cuando la muerte la llamase. Volver y no haber partido. Volver y encontrarse. Volver y no haberse ido. Sí, la nave ya partía, partía de donde no se marchó antes.

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Vesania Si quisieras conmigo trepar la grave ladera, arribar en los astros dormidos, la cuerda arrojar, arrancarnos con rabia los latidos. Si pudiera alejarme, ver desde fuera cómo he sufrido tan asfixiante ruido, conseguir refugiarme de las lagunas de nuestro olvido. A dónde iría mi ira si no fuese a finar de tu mano. Quién me ataría, fuese la letanía, para no despedazar mi ánimo. A dónde fueran mis versos si no fuese a romper en tus olas el son triste del cielo, a detener tus horas mientras morimos en nuestro féretro. Quise escapar sin suerte. Traté de ahuyentar a las Erinias y me ataron tan fuerte, me pedían perderte. Accedí y destrozaron tus alas. Infausta, quise huir. He caído en este aciago averno. ya no puedo salir, ya no quiero vivir. Ojalá que me hiele tu invierno.

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Soy Vengo del trigo y del campo duro, del dolor en el pecho al partir de la tierra. Del astro recortado, fenecido, entre secos océanos movidos por la brisa. Del frío en los huesos, encogido escondido escindido encendido entre las solitarias rocas. De los ojos rasgados en lágrimas, en luz mordaz de otoño, en la huella en el charco. Y en los pies lentos todas mis ilusiones. Vine de la tierra en mi pecho al partir del dolor.

Girasola ¿Cuántas veces culpamos al cielo? Solo nosotros tuvimos la culpa, solo nosotros la vimos apagarse. Tuvo prisa, desató las raíces, anidó en las ramas, secó la tierra, huyó despacio hacia ninguna parte. En ocasiones da la vuelta al mundo y regresa cada noche donde las golondrinas duermen. Girasola, 106


REVISTA LITERARIA ERGO las nubes siguen su rastro y el viento envidia su libertad. Girasola, los árboles han llorado ya sus hojas, las calles han olvidado ya su nombre. Girasola, nosotros ya no giramos, somos peores sin ella. Girasola, hoy ha vuelto.

Y a la mañanita aún más clara Tiempos de velada calma que cae entre las ilusiones y se enreda en los viejos miedos. De los ojos tan salpicados en lágrimas de esperanza al brillo de lo que será —o no será— mañana. Tiempos de sentir la paz que temblar hace el cuerpo y del tren las frías vías que permiten el traspaso de las emociones que no sirven rodando por las ruedas. Río, mar, fin, nada. Y a la mañanita aún más clara recordar insignificantes cosas. En esa lucidez del día no ha mucho descubrí que la vida corre, que su luz acompaña. Al tiempo, alas.

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Epifanías No estoy, pero puedo verte. No estoy, pero puede que exista. No estoy, pero me has conocido. No estoy y no lo recuerdas. Puedo verte. Puedo ver todas esas cuerdas que te rodean, que te hacen caer. ¡Tienes que creerme! Y cuando nos hayamos bebido todos los cristales y a las guitarras se les haya cortado la voz, quizá entonces alguien silbe nuestra melodía, quizá entonces otros soles te cieguen, quizá entonces no te vea y me duelan las heridas. Quizá entonces ya te hayas ido. Sí, tienes que creerme, porque un día yo me fui y tú te fuiste de repente.

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MUESTRA DE POEMAS GATUNOS

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Ilustración hecha por Hada Verde con base en poema de Márlet Ríos (https://www.facebook.com/HadaVerdePeru)

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Presentación Con esta breve muestra de poemas gatunos, queremos tributarles un homenaje a los escritores que tuvieron a los gatos como compañeros de ruta y de vida (Cortázar, Hemingway, Bukowski, Capote, Borges, Orrillo, Ginsberg, Arguedas, etc.). Además, nos declaramos admiradores de su displicencia y elegancia insoslayables. En Europa y en EE. UU., hoy en día, algunos sindicatos tienen en su estandarte un gato negro. En la Antigüedad, se los adoraba como divinidades. Bastet es la diosa con cara de gato. Algunos poetas peruanos son declarados cat lovers. Intuimos el porqué, citando al poeta y cineasta Jean Cocteau: “Si prefiero los gatos a los perros es porque no hay gatos policías”.

“De todas las criaturas de Dios, hay solo una que no puede ser esclava del látigo. Esa criatura es el gato. Si el hombre pudiese ser cruzado con el gato, esto mejoraría al hombre, pero empeoraría al gato”. Mark Twain “El atractivo de los niños reposa en gran parte en su narcisismo, en su actitud de bastarse a sí mismos, lo mismo que el de ciertos animales que parecen no ocuparse de nosotros en absoluto; por ejemplo, los gatos y las grandes fieras…”. Sigmund Freud "Devil cats, so black and sleek". Ric Ocasek

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Lo gatuno Me enriquece la música que el gato hace de noche; el delicado, fino maullido mientras recorre el cuarto en busca de amor, caminando despacio, maullando dulce, gato gris y grande. No en busca de sexo sino en busca de amor. Asustado por ruidos que yo no percibo. Sudando, perdido de amor mientras ronda el librero.

Michael McClure

Calle encantada Las luces se fueron paredes gritando de espanto un gato en la oscuridad siguiendo los ruidos de la noche Oscuridad absoluta ruidos en la calle paredes que tiemblan un felino que indaga Pasos acelerados gritos y sonidos de bala olor a miedo un gato que se espanta Momentos eternos ruidos que se alejan jadeos tenues eclipse que asoma Los ruidos se alejan gritos indescriptibles sensación de temor sonido de puertas Noche sin luz entre murmullos que nacen 112


REVISTA LITERARIA ERGO hombres y mujeres llantos que esparcen Una noche más en silencios ruidos sin nombres voces sin rostros Solo la noche.

José Carlos Botto

Gato nocturno destruye su leyenda No sé si me gustan los gatos. Tampoco si me gustan los perros. Jamás he tenido mascotas en casa (tampoco niños), pero un gato me visita siempre por las noches. Debes ser el gato de Baudelaire, le digo. Veo tus místicas pupilas, tus ojos de metal y ágata mirarme a través de la oscuridad”. Pero el gato no responde. Entonces eres Micifuz el extranjero o Marramaquiz el que araña las bibliotecas del Parnaso. Pero el gato estira su lomo sin decirme nada. ¿Has venido acaso de Cheshire y no entiendes español?, ¿acaso apareces y desapareces y muestras de noche tu sonrisa sin gato? Pero el gato, pardo como todos los gatos, ni siquiera sonríe. Pruebo entonces con el gato con botas, con el gato triste y azul que nunca se olvida, con el gato filósofo de Natsume Soseki “que aún no tiene nombre”. Pero el gato levanta su cola, da media vuelta y se marcha, indiferente, hacia la noche fría.

Eduardo Chirinos

(de Naturaleza muerta con moscas, 2016)

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Saltos Brinqué al viento por una ruta felina y embarré mis orillas con pesar ajeno. Devuelvo el dolor, Recupero el ritmo y me acomodo. Amo tanto mis días, Amo tanto mis vidas, que todo el estiércol del mar, ahora tiene sentido. Un beso al medio día, un abrazo constante, un suave temblor por las tardes, es hora de empezar.

Mary Eliana García Calderón (de Sobresaltos, 2012)

Gaty Como nunca antes lo ha hecho Mi gata se mea en el sofá El hedor penetra mis narices Es como de vísceras de pescado Entre mis piernas soba su cuerpo Maúlla, quizá no se siente bien Después de que la esterilizaron Me mira con sus ojos fosforescentes Mi mujer le llama: “Gaty, Gaty, Gaty” Le ofrece un poco de leche tibia Prueba un poco y la deja Y ya no juega ni ronronea Se acurruca cerca de mis pies 114


REVISTA LITERARIA ERGO Y me hace pensar que pronto va a morirse Como una hija de nadie Sintiéndome culpable de que no deje crías.

Miguel Hernández Sandoval (de Arenas y lloviznas)

Llenarte el corazón de gatos hoy quiero trepar por la luna llegar hasta tu casa arrastrarte de la sombra morder tu aliento lamer tus suspiros casarme con tu instante llenarte el corazón de gatos.

Los nombres de mis gatos quisiera darte mi piel mi voz mis años idos mis ganas del cielo mis instantes mis recuerdos la memoria de tus catorce mis pasos cansados todos los nombres de mis gatos mis huellas en la vida la sombra de tu recuerdo el llanto de mis palabras este poema para el olvido.

Cuatro gatos y mil sueños solo puedo ofrecerte mi cariño cuatro gatos y mil sueños millones de poemas y canciones mis espacios vacíos y aún los ocupados 115


REVISTA LITERARIA ERGO sonrisas y besos en cada amanecer a tu lado dos alegrías más para soñar siempre mis abrazos sinceros en cada verso este amor de misio sin profesión esta vida de poeta para que navegues en él.

Michael Jiménez

(de Como una hoja drogada por el viento, 2014)

El gato pantero Miau, miau maúlla Pantero Pantero mi gatito negro zape, zape felino güero zape, zape gatito fiero. Ron, ron, ronronea detalloso se pasea sabueso rey de las gatas amasa y amasa sus patas. Se lava y se lava la cara Y no hay mejor gozo Que verlo lustroso al ojiverde No te laves la cara no queremos visitas le dice Pancha la Abuela Agita y eriza su cola, la eriza, la eriza y la esponja me araña, me araña, me muerde me muerde y juega conmigo Llora que llora por un pescado corre y corre a los ratones zape, zape, gatito fiero duerme y duerme en el santo día. De noche se escapa el callejero a escribir poemas y bajar la luna a las gatitas melindrosas del barrio echándose una canita al aire aunque rompa los techos con sus gritos.

Libertad Orozco

(de Niña merluza y otros poemas, 2019) 116


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Un gato tuerto Un gato tuerto me mira con su único ojo sano Desde el alféizar, en lo alto de aquella ventana. Como si se tratara de un oráculo posmoderno y gatuno, Contemplo la escena Antes de partir rumbo al trabajo diario. Los días pasan como electrones furibundos. El tráfago de la vida actual, Con sus tarjetas de crédito y los salarios congelados, No da tiempo para pensar en Nada más. Todo parece reducirse A un ir y venir absurdo en medio de franquicias y megaplazas Y discursos vacíos de funcionarios engolados. El gato tuerto evita a los vecinos que pasan raudos a tomar el bus. En medio de la indiferencia y las rejas de paranoia, Su presencia interpela nuestra rabiosa ansiedad.

Márlet Ríos

(de La balada de Crates y otros poemas, 2010)

Baladas de jim morrison I TUMBA Gordos los gatos amodorrados entre los cipreses, las cornejas aspando el bisbiseo del aire y las gritonas bandadas de cuervos lerdos: los buches repletados de granos del cementerio... Aquí no hay paz: solo un río de dinero de mármol carcomido. Sobre la tumba 117


REVISTA LITERARIA ERGO de Jim las agujas hipodérmicas de los ateridos peregrinos que van a saludar a Jim en su sueño alucinado del campo mortuorio del Padre Lachaise. Aquí no puede haber paz. Solo un grito de silencio que parece un río de mármol carcomido.

Feliciano Mejía Hidalgo

Benita pensativa ¿En qué piensa, Benita, el sábado en la noche? Mira que mira y mira mis ojos que la miran. Y vuelve sus pupilas y atraviesa la estancia nocturna en La Calera. Dobla el cuello, se para, se atusa los bigotes. Saca filo a sus garras y leve parpadea detrás 118


REVISTA LITERARIA ERGO de algún espectro que solo ella exorcisa.

Lee juntito Lee juntito a mí la gata niña. Es decir me transcribe su acertijo: asperja sus luceros y enmudece.

Winston Orrillo

(De El libro de Benita, 2011)

Felino Un gato negro se posa al lado cual sombra estoica de mi hado transmuta al vacío escondido donde me pierdo a veces sin sentido. Acompaña mi sencilla estadía con su lomo indómito zigzagueante será ese instinto de rebeldía a la vera del camino incesante. Oh, felino de apariciones umbrías si he de morir moriré del misterio de nuestra crispada herejía con el silencio de tu vil cautiverio.

Michael Quevedo 119


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Lengua de gato Ayer tuve eso que llaman un brote psicótico es la violencia que sale contra mí misma ahora la controlo antes me cortaba me dolía me mataba pensar en la muerte propia dicen que alivia pensar en matar a otra alivia, sí que alivia [y aún no es delito] cojo la toalla como si fuera una binza y golpeo la pared, el sofá, como si fueran esa mujer la golpeó hasta matarla hasta que todo su rastro desaparezca del planeta en esos golpes no hay odio, hay desprecio concentro toda esa violencia y me desconozco lloro golpeo la pared mil veces con la mano hasta que duele quiero destruirla todo me duele la pared el universo el grito el dolor sale de la mano y se posa sobre todo y no lo puedo arrancar. El gato viene se asusta de la escena y yo lloro porque también estoy asustada de inmediato pienso en ser racional soy un ser racional pero es el gato que lame mi mano y mis heridas Entonces lo acaricio 120


REVISTA LITERARIA ERGO todo ha pasado es ya la madrugada hay que hacer control de daños pero es el gato que lame mi mano mis heridas mis daños su lengua de gato me hace sentir querida su pata de gato es mi cable a tierra todo brote germina que este se detenga y que una lengua de gato humedezca el rencor hasta convertirlo en perdón.

Rocío Silva Santisteban

IV Esta noche se presenta nos saluda a través de los ojos de los gatos extiende los brazos vuela hasta los postes camina lentamente como buscando al amor se pierde. Se excita al vernos nos toma de los brazos se despide hasta que se nos seque la garganta y se despinte otra vez el rubor.

Rodolfo Suito

(de Distancias, 2018)

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El gato Estoy esperando la vuelta del gato desconocido que cruzó el alféizar de mi ventana. El alféizar corre a lo largo de varias ventanas. No tiene otro camino. Volverá y esta vez mi imagen le será más cordial. Pasó arrogante como un bello inmortal. Los gatos ignoran la contingencia de los torpes, tropezar y caer. Miden tan bien sus pasos cuando cazan o fugan, y nunca nunca cara de extraviados. Así nos infunden en la mente su propio mito. Y los mininos de viejas no los contradicen porque gato es gato, dignísima fiera cuando la vieja duerme. Los gatos son peligrosos para la poesía, pronto acumulan adjetivos, mucho provocan, mucho seducen. Por eso no espero limpiamente la vuelta del gato, la mucha belleza me hace siempre perverso. Y digo: está caído en la vereda, inmóvil, dirigiendo hacia mi altísima ventana su última y fosforescente mirada.

José Watanabe

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NARRATIVA

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Gabriel Paz Romero (Puebla, México 2002). Estudiante de Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP.

Parte de la farándula Cioran entró al bar y pidió lo más fuerte del lugar. Cabizbajo, sostenía el vaso de alcohol sin siquiera darle un sorbo. Vio entrar a Camus y una alteración de su ánima lo envolvió. Camus, sin inmutarse, veía a las chicas, esperando la oportunidad para acercarse con una o dos de ellas. — ¡Camus! —vociferó Cioran— no creas que se me ha olvidado lo que me dijiste aquella vez. — ¿Qué cosa? -reponía Camus mientras fumaba un cigarro, con la mirada atenta sobre las mujeres que habían puesto ya su atención sobre él. — ¿Cómo que qué cosa? La vez que me dijiste que me pusiera a hacer cosas verdaderamente intelectuales, presumiendo, que yo no había entrado en el terreno de las ideas. —No se te olvide, Cioran, que cuando morí, fuiste tú quien se rebajó públicamente diciendo que yo era un escritor menor, de segundo rango. Que me fui cuando ya no tenía nada que decir y que vivía de mi ridícula y abusiva gloria. — ¿Y es que acaso no es así? Al menos yo tengo coraje de mirar el alma y describir los sentimientos. — ¿Coraje? Ni siquiera te has atrevido a darle el primer sorbo a tu bebida. Tienes tristeza, pero falta de vitalidad. Cuando te rebajaste diciendo que era un escritor menor, en ese instante para mí fuiste un hombre pequeño. Cioran lanzó el primer puñetazo a la cara de Camus. Este cayó en la barra del bar y, cuando se repuso, devolvió el golpe en forma de gancho. 125


REVISTA LITERARIA ERGO En otra mesa, se encontraba Borges hablando con un hombre y una mujer desconocidos. El hombre llevaba un fedora y la mujer una boina. — ¿Qué le pareció mi poesía, maestro? —dijo el hombre dirigiéndose a Borges; imponente, serio, deductivo, como si contuviera en él el infinito. —Puede mejorar, pues no es tan melodioso ni ambicioso como esperaba. Pero sigue haciéndolo, la mejor forma de mejorar es leyendo. —Son gratas sus palabras. Como le conté, espero mandarle un video a mi amada recitándole poesía, aunque no quiero que mi cara salga en la cámara, me daría vergüenza. Será de los hombros a la cintura. —Un artista a medias —contestó la mujer que lo acompañaba soltando carcajadas. —Hasta la criatura más pequeña puede sorprendernos, señorita —dijo Borges. —Pues a mí no me ha sorprendido en seis años —seguía carcajeándose. Entre las risas compartidas del bar, alertaron que la pelea entre Cioran y Camus había acabado. Más sorprendente aún, Cioran lloraba reposando su cabeza sobre el hombro de Camus, mientras este lo consolaba. —Lo que causa el alcohol —dijo el hombre. En otra mesa, un grupo de literatos españoles se reían despectivamente de los escritores latinoamericanos. Juan Rulfo y Augusto Monterroso discutían con ellos. —Gracias a nosotros sus culturas dejaron de ser salvajes, prácticamente fuimos sus salvadores. Ocupan incluso nuestra lengua y ni siquiera tiene el estilo que persiste en la nuestra. Miles de escritos que reivindican la valía de nuestros escritores, y les enseñamos a Aristóteles cuando llegamos a su tierra. — ¿Necesitan que sus escritores hayan escrito bastantes libros para ser reconocidos? Mientras yo escribo tres, otros escriben miles. — ¿Acaso no han leído mi cuento “El Eclipse”? El corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba de sangre, mientras uno de los indígenas recitaba las infinitas fechas en que se producirían eclipses que los astrónomos mayas habían previsto. Todo eso anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Temps á nouveau El mundo que ve no es la realidad. Detrás de la puerta siempre movida por el suave viento y la compañía del silencio se encuentra Francia. Una amiga francesa lo visita de vez en cuando para hablar de literatura, cine o filosofía. A los treinta segundos están riéndose, al minuto sus miradas se hablan, dos minutos más para poner la música favorita de ella, ¿cuánto más para que se enamoren? ¿Cuánto más para expresar a flote sus sentimientos? Rebobinó el reloj. Alzó la vista, quitando la visión de la cerveza que sostenía cabizbajo. Se encontraba él, su amigo, Wolf. ¡Qué alegría sentía al verlo de nuevo! Conmovido, escuchaba atentamente los escritos de Wolf. Siempre olía a tabaco. De vez en cuando decía que él fue el iniciador de la vida bohemia. ¡Nadie fumaba tabaco como él! El humo hacía estallar con su estela las palabras, y con el humo desaparecían. Se encontró pronto envuelto en humo y el reloj rebobinó. Después de ver en Estados Unidos a Wolf, regresó a México. Un fuerte estruendo lo 126


REVISTA LITERARIA ERGO alertó; era la puerta azotada por el violento viento que entraba por la ventana. Sacado del sueño, continuó su vida diaria; los escritos viejos apilados sobre la mesa, el teléfono siempre callado, la compañía digital y musical. Mientras se servía su plato sobre la mesa pensaba: “Ojalá hubiera ido a Francia, así podría haber vivido la conmoción de los artistas” “Ojalá tuviera un amigo que me enseñara sus escritos”. Al terminar su plato, subió de nuevo al cuarto. La puerta seguía azotándose.

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Enrique Navas Ampuero (Lima, 1975). Estudió Filosofía en la Facultad de Teología y la Universidad Villarreal de Lima, Computer Science en Long Beach City College de California y Marketing en Western Governors University de Utah, USA. Los cuentos son de su libro inédito Obsceno. Actualmente, se desempeña como auxiliar lingüístico para el Ministerio de Educación de España, en Cantabria, donde reside.

Manu stuprare Los momentos más dichosos de mi vida los pasé abofeteando al payaso, necio payaso enhiesto y erguido, que me miraba sarcástico con una lágrima brotando desde su único ojo. El payaso tenía una vitalidad demencial, recuerdo como si fuera ayer los momentos felices de la pubertad, cuando, con su cráneo calvo, sonreíamos al ver pasar a las muchachas, las bellas muchachas en flor. Él siempre pensaba en ellas, desde que era un payasito, cuando creció y alcanzó un tamaño bastante respetable, se dejó crecer una larga barba, rebelde y ensortijada, negra, con la textura áspera del alambre, que le daba un aspecto a la vez majestuoso y grotesco. A veces no sé quién está a cargo, si yo o él, muchas veces su vitalidad indomable se rebela y pugna por salir, quiere conocer el mundo, tiene especial predilección por las cavernas y los lugares cálidos y húmedos. Así es que juntos hemos llevado una vida aventurera, a salto de mata, héroes románticos, héroes malditos, hemos recorrido el mundo y penetrados secretos ignotos, en bóvedas ocultas. Aunque no todo ha sido color de rosa, payaso ciclotímico varía sus estados de ánimo, y, cuando le entra la melancolía, se transforma en un ser risible empequeñecido, arrugado, oculto en su orfandad. Y, en momentos en que teníamos alguna increíble empresa que afrontar, mi amigo incondicional me ha fallado, he intentado en vano despertarle de su letargo, y nada, en algunos momentos cruciales, una tragedia que gracias a Dios no ha pasado a menudo. Cuando estamos a solas y tenemos tiempo en nuestras manos, hablamos de cosas en común, de lo que nos une. Hablamos de las piernas fabulosas de la muchacha que vimos en el supermercado, o de esa película porno que nos encantó a los dos. A veces 128


REVISTA LITERARIA ERGO soñadores, pensamos en lo que pudimos haber hecho y no pasó, y él me lo recrimina, y yo no tengo otra cosa que hacer, que darle la razón. ¡Cómo quisiera que todo para mí fuera tan sencillo como lo es para el payaso! Después de todo, yo soy el cerebro del equipo, ¿quién lo diría? Y me imagino qué pensará cuando me mira con su cabezota sin sesos. Y a solas lo estrujo, lo froto, lo palmoteo, le froto la cabeza calva, y, cuando él lo decide, escupe al mundo su rabia y su vitalidad, su deseo de ser más que mi apéndice, como reivindicando su poder maravilloso, y lo importante que es en este dúo dinámico. Yo estoy pensando en ti, yo sé que tú lo sabes, y la idea no te agrada, pero también él está pensando en ti. Y la primera vez que te vimos, el salió de su apatía y su mutismo, irguiéndose orgulloso, listo para la función. —¡Es el circo! Con su cabezota torpe y graciosísima, él quería bailar, el baile sinuoso del lingam de los hindúes, alegre como un fauno. —Mi amor, quiero llevarte a conocer la Arcadia (…) ¡Es el circo! Suena una fanfarria y las trompetillas, saltan los equilibristas, el hombre musculoso y la mujer barbuda. Y él te quiere hacer reír, quería que vieras, todo lo que existe, como una broma absurda y feliz, quería que te revolcaras de jolgorio y carcajadas. Era un circo, y en mi vientre además había fuegos artificiales, acróbatas con su vértigo, y en mi corazón, fieras salvajes saltaban en medio de aros de fuego. Era la furia incontenible de Eros, el sentido de la vida, alegría y tristeza entremezcladas en un carnaval de emoción. El payaso me dijo que todo eso eran mariconadas (…). Él solo quería descubrir esa gruta ignota, quería conocerla profundamente. —Y yo también, amada mía, y quisiera tocar tus sueños secretos. Pero la realidad te estrella de cara contra las rocas de la rutina, y mi incapacidad nos hizo recluirnos. Nos hizo regresar a la tibieza de la gruta conocida, en la que mi fiel amigo ya no tenía nada que descubrir. Así pasamos muchos años más juntos, conversando de vez en cuando, contándonos nuestros sueños no realizados, él recriminándome mi falta de coraje, yo amansándole con mano caritativa, pensando hacia otro día que sería mejor, tal vez. Estuvimos muy cerca de ser felices, cuando un día estuvimos a punto de decidir que llevaría el control de nuestra sociedad, y estuve a punto de dejarle tomar las riendas para siempre. Porque para el payaso la melancolía solo es su debilidad física, apenas se repone, la fiesta vital empieza de nuevo, si hubiera seguido su consejo, si hubiera dejado orientarnos por su vitalidad, tal vez todo pudo haber sido distinto. ¡Ah! ¡Cuántas mujeres hermosas! ¡Cuánto vino! ¡Cuántas camas desconocidas! ¡Cuántos placeres exquisitos! ¡La furia de los miembros trenzados! ¡Pechos y nalgas ubérrimos! ¡Orgasmos que muerden la teta izquierda de Dios! ¡Rabia, sexo, rabia! ¡Si solo pudiéramos morir de esta manera! ¡Toda la filosofía y la literatura serían un polvo infinito, lanzado hacia el rostro del universo! —¡A ver, límpiate la cara concha de tu madre! ¡Ja, ja, ja! Mi yo feble y dubitativo tomó el control, y así hemos sido razonablemente (…). No sé si felices, pero al menos hemos llevado una vida calmada y predecible, llena de coloquios sordos en la penumbra de nuestra habitación. Los años pasaron y se hicieron sentir en nuestros cuerpos. Un día mi amigo cedió al absurdo de la vida, y se replegó en su propia miseria añosa para nunca más despertar. Los años han hecho mella en mí también, muy pronto tendré que hacer el gran viaje, pero no 129


REVISTA LITERARIA ERGO me iré solo, me llevaré el cuerpo lánguido de mi amigo entre las piernas.

Dos héroes cojonudos La Guerra con Chile, la infausta “Guerra del Pacífico” produjo, como toda guerra lo hace, la más negra de las catástrofes al Perú, su debacle económico, social y espiritual, pero, junto con eso, como la otra cara de la moneda, la guerra en su aspecto noble, si cabe la expresión, avivó espíritus heroicos que supieron darlo todo en el momento del sacrificio por la patria. A muchos de esos héroes los conocemos, sus hechos heroicos y sus vidas ejemplares nos son imbuidos desde pequeños en las escuelas, la sociedad los venera, bustos y estatuas los muestran idealizados o marmóreos o broncíneos, adornando plazas, parques y edificios públicos, hombres marciales cantan sus alabanzas en instituciones castrenses, días festivos conmemoran sus nacimientos, muertes o épicas batallas en las que participaron. Pero a algunos de ellos no los conocemos tanto, tan solo sabemos por referencia que una calle o un pueblo lleva su nombre, y a otros la historia los ha maquillado, para convertirlos en las ilustraciones solemnes de los libros de texto de historia. Tal es el caso de los dos fantásticos héroes de los que leeremos a continuación, recogiendo anécdotas aderezadas por cronistas, eruditos y la voz del pueblo llano, versiones en las que se entrelazan el mito, el auténtico dato histórico y el vulgar chascarrillo. Los huevos de acero del coronel Albarracín El coronel Gregorio Albarracín ya era un veterano, curtido en batallas, cuando la invasión chilena llega a nuestro país. Había participado en las guerras intestinas de comienzos de nuestra vida republicana. Hombre decidido y valiente, natural de Tacna, se había alistado a la defensa de la ciudad con un grupo de hombres leales, adictos a él, duchos en el combate. En la batalla del Alto de la Alianza se le veía ya por el flanco derecho, ya por el izquierdo, atacando con la fiereza de un centauro-titán. Al grito de ¡¡¡Albarracín!!!, los chilenos huían en pavor y desbande. Gregorio Albarracín era un hombre muy alto, extremadamente sólido y fornido, de barba negra, espesa e hirsuta que le llegaba hasta el pecho. Cuentan testigos presenciales que, en medio del fragor cruento de la batalla, Albarracín había perdido su lanza, con la que, en un arranque de brutal poder, había atravesado a dos chilenos al mismo tiempo, como si fuesen un anticucho o una brocheta a la chilena. Ante la impotencia de haber perdido su lanza y agotado sus municiones, y con el furor demencial de Ares en los ojos, Albarracín tomó con uno de sus brazos de acero a un soldado chileno que le asediaba, y lo hizo girar como un molinete por encima de su cabeza, para luego arrojarlo como una piedra contra un contingente enemigo que se disponía a darle caza. Pese a que la batalla fue perdida, nadie osó atacar a un Albarracín que se tuvo que batir en retirada contra su voluntad, bajo órdenes superiores, con la amargura de la derrota. Pero Albarracín no era un hombre que se pudiera doblegar, así que, juntando a sus hombres leales, organizó una montonera, un batallón temible que hostigaba al invasor 130


REVISTA LITERARIA ERGO en las serranías y los parajes desolados. Las fuerzas invasoras habían sufrido muchos estragos y bajas por el indomable Albarracín, así que se dispusieron a darle caza vivo o muerto, para lo cual no escatimaron ningún recurso o esfuerzo. Albarracín, empero, era escurridizo, golpeaba y desaparecía como un demonio de la noche. Quienes conocieron al coronel Albarracín, dicen que era un hombre afable y jocoso, de voz de hierro, gustaba de la camaradería de los hombres del campo, de las fiestas patronales, de los deliciosos picantes del sur del Perú, que comía opíparamente, y del pisco peruano, que bebía en un gran vaso, como si de agua se tratara. También eran proverbiales, así como sus hazañas guerreras o sus proezas en el tálamo, sus numerosos vástagos esparcidos en el sur del Perú. Cuentan que, hallándose fugitivo, se había refugiado en un rancho alejado en la bella campiña arequipeña, donde el guerrero reposaba en un gran camastro, acompañado de dos bellas jovencitas. En la rústica habitación, aún se percibía el vaho y los rezagos de una noche de lujuria, botellas de pisco vacías en el piso, y las dos jovencitas extenuadas y desnudas durmiendo sobre el inmenso pecho, velludo y musculoso del titán. Cuando de pronto, el reposo del guerrero y las ninfas fue interrumpido por el súbito tronar de una puerta tumbada de un empellón feroz. Cuatro temibles soldados chilenos, armados hasta los dientes, apuntaban hacia nuestro héroe con las bayonetas caladas. —¡Ríndase coronel Albarracín!, ¡perro “culiao”! El titán se alzó como un oso de la cordillera, completamente desnudo. Se dice que el hombre, ante una situación límite de desesperación, es capaz de acciones imposibles, y la defensa del coronel Albarracín tuvo más de sobrenatural, y a nosotros nos ha llegado el testimonio de las jovencitas de ese entonces, más tarde serias y respetables matronas, que contaron el suceso tal como lo vieron al cronista acucioso. El coronel Albarracín, en la ausencia de otras armas, se defendió de los cuatro atacantes con su miembro viril, los aporreó brutalmente, haciéndolos huir despavoridos y malheridos. La declaración nos ha llegado así, y textualmente reproduzco una oración de ella: —“El coronel Albarracín los chancó con su pichula (...)”. Muchos dudan de la veracidad del hecho, que se presta a muchas conjeturas. Hay quienes afirman que “pichula” o “verga” puede referirse también a un látigo o porra fabricada con el miembro viril de un toro o un burro, que, una vez seca y preparada, puede ser usada como un arma contundente. Aunque los comentarios sonrojados de una de las testigos presenciales, afirman que, en efecto, el coronel Albarracín poseía un miembro viril de dimensiones y fuerza espectaculares. Así, la testigo afirmó haber visto al coronel Albarracín, elevar del suelo una mesa de roble usando solo la fuerza de su miembro viril. Sea como haya sido, el coronel Albarracín queda en nuestras memorias, como el arquetipo de la virilidad, representando el lado bestial de la naturaleza masculina, semidiós de la guerra y la fertilidad, un dios que, en el frenesí de la ira, aplasta a su enemigo con la sola fuerza de su falo. Las nalgas de hierro de Mariano de los Santos Un valiente soldado argentino que había llegado con el Libertador General José de 131


REVISTA LITERARIA ERGO San Martín, decide establecerse en la majestuosa ciudad del Cusco, tras haber cumplido con su tarea por nuestra patria. En un bello valle de la capital del Tahuantinsuyo, conoce a una linda cusqueña y se casa con ella, al poco tiempo nace un hermoso niño al que llamaron Mariano. Mariano tenía el carácter marcial y disciplinado de su padre, todo un valiente, pero también tenía la profunda sensibilidad de su madre, así, entre sus padres que fueron su adoración y la mayor influencia de su vida, Mariano fue creciendo, convirtiéndose en un adolescente de belleza casi andrógina, su madre le hizo apreciar la belleza de las flores y los cultivos de los valles, y su padre le ensenaría a usar un sable como un verdadero guerrero espartano y a montar a caballo como un centauro. Durante su primera juventud, Mariano se debatió entre sus dos vocaciones, por un lado, su alma sensible y contemplativa sentía el llamado sereno de la iglesia, y, por el otro, su sangre le llamaba a seguir los pasos heroicos de su padre. Su padre estuvo muy alegre cuando su único hijo varón decide ingresar a la Guardia Civil del Perú. En la guardia civil, Mariano de los Santos fue un modelo de disciplina y tenacidad. Sus compañeros le estimaban, era un buen camarada, y, aunque bromeaban con él por su carácter disciplinado, poco amigo de las fiestas y las diversiones de su edad juvenil, pues no le conocían amante o aventurillas pecaminosas, le llamaban “El cura”, aunque siempre le tenían el mayor respeto. Cuando estalló la guerra con Chile, Mariano fue llamado al servicio activo y, en las primeras acciones, dio prueba de su valor. Mariano servía bajo las órdenes del coronel Bolognesi, aquel viejo veterano del ejército peruano, y estuvo con él presente en la gloriosa jornada de Tarapacá. Las fuerzas chilenas se habían posesionado de las alturas de Tarapacá, y el coronel Bolognesi comandaba el batallón que se lanzó al asalto de las alturas donde se parapetaba el enemigo. Fue una carrera endiablada, corriendo cuesta arriba entre el fuego mortífero de la artillería chilena que causaba estragos en el batallón. Mariano avanzaba resuelto, como un héroe incontenible. El asalto fue temible, los chilenos se defendían con ferocidad, por un momento las huestes peruanas dudaron de que el objetivo pudiera ser alcanzado, pero un hecho cambiaría la faz de los acontecimientos. Un joven guardia civil se lanzó solo contra un parapeto erizado de enemigos, sus compañeros estaban estupefactos y no podían creer tamaña temeridad. El jovencito saltó como un demonio entre los disparos y atravesó con su sable al abanderado principal del reducto chileno, capturando la enseña principal de las fuerzas chilenas, para luego mostrarla al viento y azuzar a sus compañeros al asalto final. Encima del parapeto, el guardia Mariano de los Santos era un semidiós de la guerra, era Aquiles azuzando a los aqueos al combate. Lo que siguió después, es historia conocida, el asalto peruano fue incontenible y los chilenos huyeron en desbande total. La jornada gloriosa de Tarapacá vio al joven guardia Mariano de los Santos ascendido al grado de alférez, aunque la victoria no trajo muchos frutos, ya que la historia nos cuenta que la posición de Tarapacá no pudo ser conservada y las fuerzas peruanas del sur al final tuvieron que jugarse su última carta de resistencia en Arica. Mariano de los Santos había seguido a su coronel hasta el final, y en Arica, sabedores que tenían una posición desesperada, los heroicos defensores decidieron permanecer ahí, “hasta quemar el último cartucho (...)”. 132


REVISTA LITERARIA ERGO En el morro, tras varios días de valerosa resistencia, se sabía que el asalto final se avecinaba, y que eran impotentes ante la superioridad numérica y poder de fuego del enemigo. Aquel 7 de junio Mariano de los Santos era el abanderado de su reducto, ese día vio a los chilenos estrellarse contra la resistencia de sus bravos defensores, para después abrumarlos con su superioridad. En el momento de la resistencia final, se peleaba con desesperación, agotadas las municiones, se peleaba cuerpo a cuerpo, a sable y bayoneta. Mariano se vio en un momento arrinconado contra un acantilado, sujetando con una mano la bandera y con la otra su sable tinto en sangre chilena, estaba completamente rodeado, lleno de heridas y fatigado. A su alrededor yacían los cadáveres de sus compañeros, estaba solo. El oficial chileno lo conminó a rendirse, Mariano lo negó rotundamente, prefería morir peleando. —Está bien, chico. Te vamos a perdonar la vida y dejarte ir, pero vas a tener que entregarnos la bandera, que ese va a ser nuestro trofeo de guerra. Mariano se negó nuevamente, su rostro bello parecía encendido por la pasión guerrera. Un sargento de rostro vulgar y abyecto se dirigió hacia el oficial y le dijo algo al oído, el oficial sonrió diabólicamente: —Mira, vamos a hacer una cosa, si no quieres entregar la bandera, no te vamos a matar y quitártela, que sería lo más fácil, ni capturarte, solo te vamos a violar. El sargento y la tropa soltó una risotada, el oficial se encogió de hombros, y se fue dejando la suerte del joven peruano a su discreción. Mariano se quedó pensativo. Su muerte no podía impedir la última humillación a la sagrada bandera, así que, si la humillación de su cuerpo iba a impedir aquella ignominia, estaba dispuesto a enfrentarla. —Lo haré, si dan su palabra de honor de soldados y juráis por vuestra patria que no tomaréis esta bandera. El sargento dejó escapar un gesto lujurioso de sus labios toscos, y murmuró meneando la cabeza: —Así sea. El sargento bestial y sus veinte soldados, ebrios de triunfo, profanaron las nalgas del joven héroe, que resistió heroicamente sin dejar escapar ni un grito, ni un quejido, los acantilados solo repetían el eco de las risotadas y los gemidos de los violadores. Y así se fueron dejando al héroe casi por muerto, a los pocos días fue rescatado, aún abrazado a su bandera, que no había abandonado, incluso, durante la peor de las torturas y las ignominias.

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Eduardo Borrero Vargas Narrador, poeta y amante de la literatura. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre sus publicaciones tiene Las últimas: Cuentos parabólicos-La mirada del terror, los tres toques de la muerte, Cosas que sucede…cuentos fantásticos y el poemario Caja de sueños. Cuenta con varios premios y reconocimiento del Gremio de escritores del Perú.

El cerro de los gallinazos Gumersindo el burrero, cada cierto tiempo, arriaba a sus animales enfermos y viejos al cerro de la muerte digna, así había nombrado a ese cerro en franca contradicción con los demás pobladores que lo habían bautizado con el nombre de El cerro de los Gallinazos. Esta vez le tocaba al burro ciego y a la burra negra que de vieja ya era tarda y renga. Los recordó cuando apenas eran pollinos corcoveando a sus anchas, con sus patas más largas que su cuerpo. Y él, Gumersindo, ante ese recuerdo, no podía dejarlos sufrir tirados en el fondo de los corrales, sin que nadie los asista. En el camino los reconfortaba y les hablaba con voz quebrantada: Ya es tiempo de que descansen, soy parco de habla por mi origen humilde, pero mis sentimientos suplen esa deficiencia, y los ayudaré a dejar este mundo aunque se me tizne el corazón. Es mi deber hacerlo; y lo haré, de la misma forma en que mis antepasados me enseñaron. Treinta y cinco años nos han servido, gracias a ustedes las tierras han florecido y nos han procurado nuestra alimentación. Salitral se llama el lugar en que vieron la luz por primera vez. Pronto llegaremos, no nos apresuremos. Sigamos el derrotero. Una vez ahí, procuraré que alcancen el paraíso; sin sufrimiento, donde rejuvenecerán pastando en el verdor de las mejores invernas. Para alcanzar el Cerro de los Gallinazos, Gumersindo tuvo que adentrarse por las gargantas interminables de las cerrerías y tendría que vadear con sus acompañantes una quebrada que en esos meses de estiaje traía poca agua, la cual bajaba de las partes altas de las montañas, donde les daría de beber por última vez en su vida. Los burros le seguían con alegría y rebuznaban de tanto en tanto, como si presagiaran que el sitio donde llegaran aliviaría sus penurias. Y Gumersindo seguía hablándoles, de los años vividos y de lo útiles que le habían sido. Les contó igualmente con palabras serenas que 134


REVISTA LITERARIA ERGO acompañamientos similares ya los había hecho con su bisabuelo, su abuelo y su padre: Han de saber que su linaje viene de más allá de la frontera, son parte del polvo levantisco sagrado que se agiganta en los amaneceres de este santuario. Lloré con lágrimas de desconsuelo los cadáveres de sus antepasados y también lo haré por ustedes. Algunos de mis compadres, que tengo en abundancia, afirman que no hay equivalencias entre la muerte de un animal y la de un cristiano; pero no tomo sus opiniones en consideración, porque ante la muerte todos somos iguales. Al rato, alcanzó a visualizar la silueta del cerro. No tuvo necesidad de apresurar a los burros, ellos, como si hubiesen sido inyectados con las últimas fuerzas que les restaban, se avivaron y rebuznaron con regocijo, como si llamaran a ese alguien que los conduciría del túnel de la oscuridad al túnel de la luz descollante y eterna. Gumersindo encrespó sus dedos al mango de la comba pesada, que tenía escondida en el fondo de una alforja, dio unos pasos indecisos para luego erguirse y encaminarse a lo que tenía que concluir. Los burros sumisos, aceptando su destino, lo esperaban con la cabeza gacha, esperando el mazazo preciso que los llevaría a la muerte. El pobre hombre se sentó sobre un pedregal, se soltó en llanto, cumpliendo con lo ofrecido; su rosario de lágrimas. Al atardecer, retomó el camino de vuelta. A la distancia, desmontó de su burro y vio con los ojos empañados por un sentimiento indescriptible de dolor, que sus queridos y fieles animales eran devorados por cientos de gallinazos, acompañados por sus polluelos amarillentos que sin descanso chillaban y abrían la boca para recibir su alimento regurgitado. Más tarde, con un alud de años encima, sentado en un rincón de su cabaña, Gumersindo, con la mitad del cuerpo adormecido por una parálisis intrusa, relató a un grupo cerrado de sus familiares: Esa fue la última vez que vi a mis burros morir dignamente, tal como se establece en el libro sagrado de las leyes naturales. El Cerro de los Gallinazos es nada más que una recordación lejana; los gallinazos han volado a quién sabe dónde, en busca de nuevos espacios para sobrevivir. Nuestros burros ya ni llegan a su adultez. Hoy, amparados por la oscuridad de la noche viene gente encapuchada manejando grandes camiones y se los lleva por manadas a camales clandestinos donde los sacrifican de mala manera y empaquetados los envían en dirección a la capital. Gumerasindo se quedó callado y su nieto Berna, que le había escuchado impaciente, aprovechó ese mismo instante para tranquilizarlo: Abuelo, tomemos esta situación con calma, la naturaleza tiene sus formas de tomar venganza. Han llegado rumores a mis oídos que desde hace un buen tiempo atrás los capitalinos ya no hablan sino rebuznan, y que las orejas les han comenzado a crecer espontáneamente. De parte nuestra hemos tomado precauciones: cuidamos a los pocos burros que nos quedan, reforzando los corrales con trancas a prueba de robos, para que esta gente de mal agüero no se los lleve tan fácil. No nos queda otra alternativa abuelo, defender lo nuestro, aunque nos cuesta la vida. No nos doblegaremos. Berna, con estas frases desprendidas de su alma, si bien con ellas, trató de compartir la carga pesada del abuelo, no quedó totalmente convencido de que lo dicho le serviría de sosiego. A tientas, abriéndose paso por la penumbra, se juntó a él y percibió una luz titilando en lo profundo de sus ya opacados ojos, anunciando que el final de su ciclo de vida estaba demasiado próximo y que pronto, quizás antes del atardecer del día siguiente, montado en alguno de sus burros, lo acompañaría al cerro de la muerte y que ahí en la cima oiría su último llamado a sus antepasados, quienes vendrían a guiarle en su tránsito de la oscuridad a la luz. 135


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Eustaquio engendro del diablo La madre niña, desesperada por lo que llevaba en su vientre, revolvía su mente tratando de borrar las imágenes horrorosas de esos minutos en los que de niña pasaría a ser una mujer adulta, por la violación de su despiadado padrastro. Vacilaba entre reprochar a su madre por su actitud pasiva, asumida ante estos hechos, o en huir lejos, lo más lejos posible de ese lugar cuya atmósfera demoníaca le profundizaba el daño sufrido en su virginal vientre. Ella, recordaba vivamente que la violación fue un domingo de un invierno lluvioso, presagiador de males, cuando ella al día siguiente cumpliría trece años. No lograba librar de su mente estos pasajes violentos, mientras pujaba asistida por la esposa de uno de los pescadores, en la solitaria casucha que otros pescadores compadecidos, al verla tan niña y embarazada, le habían levantado entre unos médanos y cunetas cercanos a la playa. Después, de unos alaridos que rasgaron la triste penumbra de la medianoche, dio a luz a un pequeño que, a ella, en su mente en shock por el esfuerzo del parto, se le ocurrió llamar Eustaquio Baldomero, engendro del diablo. A partir de entonces, en ese remedo de casucha, sobreviviría madurando la forma de cómo darle muerte a su vástago. Su mente era un amasijo de dudas y desesperaciones. Se alimentó con lo que la naturaleza apenas le ofrecía. Algunos pescadores que raras veces coincidían por esa zona, le dejaban algo de cangrejos, ostras y pescados frescos. El agua dulce no le hacía falta; cerca de ellos, había un pozo natural siempre lleno de este líquido esencial. Le extrañó que su madre, ni sus hermanos, se empeñaran en buscarla. Seguramente, pensó apenada, que ella era la culpable de esta vergüenza familiar. Ella, sin embargo, no dejó de pensar en dar muerte al ser que trajo al mundo. A medida que los días se sumaban, se agigantaron los odios. No cesó de maldecir sus desgracias y su mente se multiplicó en recuadros en los que configuraba, las venganzas más atroces, que una persona herida en su intimidad sería capaz de infligir a quienes la empujaron a huir con la cara en el suelo, para no verle su vientre abultado. Por ratos posaba su vista en el pequeño engendro del diablo y trataba de borrar lo que ella repetía sin cesar como una bestia autómata: Si naces vivo serás un muerto sin vida, y si naces muerto serás un vivo sin vida. Eustaquio Baldomero, vio la luz una noche sin luna. La comadrona, ante la inexperiencia de la parturienta, de un jalón certero lo desprendió de la madre, le palmeó las nalgas; pero el niño, ni esbozó una sonrisa ni lloró. La madre lo amamantó a regañadientes, criándolo con leche agria de rencores, hasta los doce años. A partir de entonces, abandonado a su suerte por la madre, se convertiría en un ermitaño. Solo recordaba que la madre, espontáneamente lo llamó Eustaquio Baldomero. Los pescadores, al ver que la madre lo había abandonado, dejaron de visitarlo. La poca ropa que tenía desapareció. Dejó de hablar y caminó desnudo, protegido con doble costra de suciedad. Se alimentó de malezas, cangrejos y uno que otro pez, varado en la playa. Aprendió el lenguaje de las gaviotas, de los pelícanos, del rumor del mar, de las olas balbuceantes, y de los monstruos marinos que exhibían sus lomos grises en la misma línea del horizonte. Transitó por los médanos y prontamente se le iría la imagen de la madre. Jamás vio un libro o una revista ilustrada. Su cerebro rudimentario se limitaría a captar lo mínimo necesario para sobrevivir. 136


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El infeliz Eustaquio Baldomero, vive en el mar balanceado por las olas, disfrazado de ballena jorobada. La madre, amante de uno de los traficantes de tierras más conocidos de la zona, ha ofrecido dos lotes de regular tamaño en el futuro Resort que se edificará en esa parte, calificada como el lugar más excelso donde se aglutina el sol y la plenitud del mar, a quiénes extingan a las ballenas jorobadas para conseguir que el engendro diabólico no tenga cobijo; también, la madre ya fuera de sí, se ha unido al equipo de los matadores que, no duermen ni comen, oteando atentamente la alta mar como muertos-vivos, enroscados en enormes redes. Han pasado los años, la madre, ya vieja y marcada por el fracaso, ha regresado con su marido al pueblo; y a conciencia propia, ha solicitado camisa de fuerza y alojamiento en el Hospicio para Alienados. Comentan los pescadores ocasionales que cruzan por ese lugar desolado, que al amanecer ven a un hombre cabalgando desnudo y desgreñado sobre el lomo de una ballena jorobada, comandando a otros Eustaquios Baldomeros. Se sospecha, que se han multiplicado por miles; y que en delante, no aceptarán persecuciones, ni que los desplacen ni que los califiquen como subhumanos.

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Gregorio Maza Ramos (Cura Mori–Piura, Perú 1974). Reconocido poeta y narrador. Egresado del Instituto Superior Pedagógico Piura en la especialidad Lengua y Literatura. Miembro de Honor del Club de Lectura Generación Z. Ganador de concursos de poesía. Antologado en los libros: Andando en cuentos, La cuarentena, La otra orilla y Valen un Perú. Cuentos sobre el bicentenario. Ha publicado: —Soy otro loco (1994) —Blanca esperanza (1995) —Latidos (1996) —Granada roja (2011) —El gran encanto (2013) —Pozo de los Ramos, historia de un

pueblo peregrino (2014) —Panalito de miel (2015) (Tema: tráfico humano) —Incendiaste mi corazón (2016) —Misterio de luciérnagas (2017) (Coautoría con poeta mexicana María Dolores Reyes Herrera) —El agüita es sagrada (2018) —Gatilleros (2019) (Tema: el sicariato) —Coronavírido (2020)

La promesa Te juro por mi alma que cumpliré mi promesa. Te lo juro, mi crucecita. Concédeme estas peticiones conforme le has concedido a muchos de tus fieles. Sé que eres milagrosa, por eso te imploro me otorgues estos milagros. Castígame sin demora alguna si falto a mi promesa. Con los ojos llorosos, Córdova se santiguó y, poniéndose de pie, abrazó la cruz, percibiendo un penetrante aroma. Volvió a repetir con mayor intensidad su promesa. Y después de contemplar los anillos de la cruz —de oro y plata—, se colocó el viejo sombrero sobre su cabello desteñido y se marchó poncho al hombro. Bajó con cierta lentitud por las curvas e inclinadas escaleras construidas a un costado del cerro Chalpón, por donde suben miles de personas durante el año a clamar por bendiciones y salud. Pasó el tiempo y llegó la temporada de cosecha. Muy temprano, Córdova se colocó sus llanques, su poncho color guinda, y partió hacia su chacra. Ni bien llegó, se arrodilló y rezó. Al escarbar en la raíz de la primera planta, su corazón se hinchó de alegría y 138


REVISTA LITERARIA ERGO exclamó sonriente: —¡Gracias, gracias mi crucecita por cumplir mi pedido! Con sus manos callosas y huesudas ofrendó al cielo dos hermosos frutos concebidos por la Madre Tierra. Agradeció nuevamente el milagro y reiteró su promesa. Retornó a su domicilio a todo trote. Su esposa, gorda y malgeniada, no daba crédito al tamaño de las papas que tenía en sus manos. Jamás habían cosechado algo semejante. Contrataron muchos peones para tan ardua tarea. Cuando culminó la faena, el lugar acondicionado para almacenar el producto estaba repleto, incluso la sala quedaba corta para tanta papa. Esta cosecha causó admiración en más de un vecino, nunca había ocurrido algo parecido. Córdova siempre cosechaba papas pequeñas y, en su mayoría, gusaneras. Evadía su mala suerte renegando y maltratando a su burro, golpeándolo con una nicula. Cansado de esta situación, viajó de su natal Rangrayo a Motupe para hacer una promesa a la Santísima Cruz de Chalpón. Había escuchado de su tío Roquelín, quien era acérrimo devoto, que la cruz era muy milagrosa. Pídele de corazón y verás, le había dicho, pero cumple la promesa que hagas; no te juegues con ella, sobrino, es milagrosa. Y, precisamente, le había hecho el milagro de tener una buena producción; además, su esposa, que no podía ponerse de pie por un mal reumático, ahora caminaba sin ningún dolor. Aunque ella no sabía lo de la promesa. Ocurrió entonces, y como nunca, que la papa alcanzó buen precio. Los comerciantes pagaban bien por el quintal de este tubérculo. Córdova decidió vender parte de la cosecha para pagar algunas deudas que lo agobiaban y comprar alimentos de primera necesidad para su hogar, pero antes separó a un costado varios sacos repletos. Su esposa, que lo había estado mirando por una rendija de la pared, se acercó y preguntó con extrañeza: —¿Por qué apartas esos sacos con las mejores papas? —¡Ah, esos sacos son para la Santísima Cruz de Chalpón! Es una promesa —contestó Córdova persignándose—, y mañana se cumple el plazo para transportarlos. —¿Qué cosa? ¡No seas sonso, hombre! ¡Véndelos! ¿No ves que la papa está a buen precio? —Claro que está a buen precio, pero hice una promesa y la cumpliré —replicó Córdova con cierta devoción. —Date cuenta, están pagando bien. ¡Cuánto dinero vamos a perder! ¡Quién te manda a hacer promesas, cholo dañao! Y dime, ¿qué promesa has hecho? —Prometí que, si cumplía con mis peticiones, le ofrendaría la mitad de la cosecha para su fiesta. —¿Estás enfermo o te zumba la calavera? Piensa, vas a regalar la mitad de la cosecha. ¡Cuánta platita vas a tirar a la nada! —Caramba, mujer, no seas ambiciosa. Una promesa es una promesa, y hay que cumplirla —contestó enfadado—. Además, hay que ser agradecidos con las bendiciones divinas que se nos otorga. Mira, ya no te duelen las rodillas, y caminas tranquila; es por obra de la crucecita. Le pedí que te quitara ese dolor que tanto te aquejaba. —Calla, Menandro —contestó, incrédula, la mujer—. Era un dolor que se me ha quitado con una frotación de orín. Y no me vengas con tonterías. Yo no creo en milagros. Entre una y otra palabra, comenzó la discusión que culminó por convencer a don Menandro Córdova, cuya ambición empezó a brotar en su interior con la propuesta que le hizo su mujer. Así era doña Hermelinda cuando de dinero se trataba, siempre hacía cambiar de opinión a su esposo. —Tienes razón, mujer. Venderé todo el producto. Un camión no caería nada mal 139


REVISTA LITERARIA ERGO para hacer negocios. Mañana mismo lo compraré. El próximo año cumpliré mi promesa con la crucecita, de seguro la cosecha será mucho mejor. Vamos a hacernos de plata, mujer. ¿Cómo no había pensado en eso? De sonso iba a regalar la papa. Córdova y sus peones llenaron en varios sacos el resto de papa, los pesaron y mandó a llamar inmediatamente a los compradores. —Hay que tomarnos una botellita de cañazo mientras esperamos —propuso Córdova sacando una moneda de su bolsillo. Pasaron las horas, y las copas también, pero los negociantes no llegaron. —No importa, ya vendrán mañana. Voy a tener dinero, mucho dinero. Cumpita, vaya a traerme otra botellita de cañazo —ordenó don Menandro. Su mujer miraba con preocupación el camino por donde debían llegar los compradores de papa. La tarde empezó a caer sobre los techos de teja. Los cerdos hundían el hocico en el lodo de la pequeña acequia que cruzaba el pueblo. Y una lluvia repentina mató toda esperanza de que llegasen los negociantes. Al rayar el alba, la esposa de Córdova fue la primera en levantarse, aunque con un dolor en las rodillas que fue incrementándose inexorablemente. Abrió la puerta que conducía a la sala y grande fue su sorpresa al notar que enormes gusanos entraban y salían de los sacos de papa. El dolor crecía, era como si le hundiesen alfileres. Sosteniéndose en un palo, se acercó como pudo al lugar donde estaba almacenado el resto del producto. Y fue peor: los cerdos y gusanos disfrutaban de los deliciosos tubérculos. Un angustioso llanto despertó a don Menandro Córdova, quien roncaba boca abajo. No había podido dormir, vomitando de borracho casi toda la noche.

La rana Dayana —Levántate, hija, se hace tarde para que vayas a estudiar. El sol apareció radiante, prodigando calor, brindando alegría al bosque de árboles de sonrisa primaveral. —No iré. No iré, mamá. Me cansé que todos se burlen de mí —contestó sollozante, acordándose de los malos momentos que lo hacían pasar sus compañeros en la escuela. —Miren, ahí viene Dayana, la niña que rebota como pelota —decía la urraca. Y todos reían hasta el cansancio. —¡Ja, ja, ja...! Cierto, ahí viene la saltona, ¡Ja, ja, ja...! —¡Rebota, rebota, rebota, como pelota!... Lero, lero —repetían en coro. —Hijita, tienes que ir a la escuela —rogó con ternura, mamá rana— ¿Qué te ocurre? Cuéntame. —Nada, mamá. Me duele la cabeza. —contestó ocultando las lágrimas que brotaban de sus ojitos. Se abrigó hasta la coronilla, renegando haber nacido en esa condición. Las horas transcurrieron consumiéndose en un llanto interminable. El sol se ocultó en un lienzo de tristeza y los árboles cerraron sus ojos sin su sonrisa primaveral. 14 0


REVISTA LITERARIA ERGO Al volver el astro rey, Dayana contempló desde la ventana de su casa a un pajarito que laboraba feliz. Era un chilalo que construía su ollero. La paciencia con que colocaba el barro con su pico, llamó su atención; cuando se le caía lo recogía y lo ubicaba en el contorno de la pared. Luego, volaba y retornaba con más barro. Poco a poco iba dando forma de horno a su edificación. —Si pudiera volar, llegaría sin contratiempos a la escuela y nadie se burlaría de mí — musitó atrapando un mosquito. Después de pensar un instante, saltó por la ventana y se acercó al algarrobo donde trabajaba el pájaro hornero. —Señor chilalo, buen día, —saludó con timidez— necesito su ayuda. Quiero volar como usted. —Me encantaría ayudarte, niña, —contestó con amabilidad— pero no puedo. —No sea malito, ayúdeme —suplicó la ranita, con ojitos llorosos. —¿Cuál es tu nombre? —Dayana. —Bien, Dayana. Y, ¿por qué piensas que puedo ayudarte? —Porque usted vuela. Tiene alas, y yo quiero tener alas. —Y, ¿crees que puedo darte alas? —¡Sí! —contestó con seguridad— Y me enseñará a volar. —¿Eso crees? —¡Siiiiï...! —reafirmó con entusiasmo. —Muy bien. Para lograr todo sueño, el primer paso es creer. El arquitecto volador sacudió sus alas y dejó escuchar su típico canto, mientras los pericos hacían de las suyas en un maizal. —Acércate —le dijo— vas a volar más alto de lo que imaginas. Al oír aquellas palabras, la ranita dejó caer una lágrima de alegría. Se imaginó volando y que todos admiraban las piruetas que hacía en el cielo. —Se acerca la temporada de lluvias. Tengo que culminar mi casa antes de fin de semana. Vas ayudarme con este trabajo. —Pe... pero, usted dijo que me enseñaría a volar. —No te preocupes. Confía en mí. Para volar necesitas alas. Y lo primero es hacer crecer esas alas en ti. El hornero lo llevó a un canal que horas antes estaba repleto de agua. Era un lugar especial para extraer aquella masa arcillosa y construir su vivienda. Le explicó con amabilidad el proceso a seguir. Con su pico sacó un poco de barro, luego dio unos pasos y lo dejó caer sobre unas hojas de algarrobo, caminó a otro lado, cogió un poco de arena y, en seguida, lo mezcló; después, amasó y amasó hundiendo sus patitas, hasta que infló el pecho y cantó: chilalalalalala... Finalmente, desplegó las alas transportando el material en su pico. 14 1


REVISTA LITERARIA ERGO Eso tienes que hacer, le había dicho, imagina que te están saliendo alas. Vas a saltar hasta ese tamarindo, y de allí hasta ese cerezo, luego hasta ese carrizal, y así le fue indicando los lugares hasta el punto de llegada. Elévate con ánimo. Imagina que tienes alas. Cuando estés frente al algarrobo, saltarás hasta entregarme el barro. Aunque la ranita no entendió de qué manera le saldrían alas, dio inicio a las indicaciones. En su intento de hacer la mezcla se enlodó toda la cara. No le salió el canto ni el vuelo que anhelaba. Lo que si le salía perfectamente eran los saltos que daba. Brincaba con tal destreza que parecía volar. En cada salto que efectuaba, sentía el abrazo suave del aire, un hálito indescriptible de libertad. —¿Por qué habrá elegido el algarrobo más grande? —se preguntaba— hay otros árboles más pequeños. Creo que me está mintiendo. Ya en el lugar de construcción, una voz lo alentó: Vamos, tú puedes... ¡Salta hasta esta rama! En su primer tanteo, llegó a la mitad. Saca las alas dentro de ti, y llegarás, lo animaba. En uno de los intentos, logró entregar el material. Luego, fue por más. Ese día, terminó con el cuerpo embadurnado de lodo. Apenas se le veían los ojos Con el paso de los días, el trabajo se le hizo fácil. Lo que más disfrutaba eran los saltos que realizaba. El chilalo culminó de construir su hogar antes de la fecha prevista. —Muy bien. Quiero agradecer tu excelente ayuda; tu trabajo ha sido muy significativo para lograr esta meta. —Quedó muy bonita su casa, y en gran altura. —Sí, muy hermosa. Lo lluvia no lo destruirá. —Pero no ha cumplido con darme alas. —contestó la ranita, en tono triste, acordándose de las chacotas a la que era sometida por sus compañeros. —De qué te preocupas. ¡Ya tienes alas! Y esas alas nacieron contigo. He visto que gozabas saltando. —¿De qué alas habla? Sólo he saltado... El chilalo manifestó que, esa energía que emanaba al ejecutar lo que más le agradaba, eran las alas internas de su fortaleza, y podía conseguir muchas cosas. No tienes por qué sentirte menos, dijo volando a la puerta de su ollero. Todos hemos nacido con una fortaleza, y tu fortaleza es saltar. Y no sólo eso: puedes nadar y hundirte en el agua. Con ello podrías ayudar a los demás. Eso te hace valiosa. Ve a la escuela y no te avergüences de ser como eres. Saca tus alas interiores y vuela, Dayana. Eres una ranita voladora. La ranita sintió que aquellas palabras recubrieron de energía su alma. Antes de retirarse, preguntó al chilalo por qué eligió el árbol más alto para construir su ollero. —Lo hacemos cuando se avecina un Fenómeno El Niño de gran magnitud — contestó— Es importante prevenir ante las lluvias torrenciales y las inundaciones. 14 2


REVISTA LITERARIA ERGO Cuando el año es bueno lo construimos en las ramas, lejos del tronco del algarrobo, y cuando es lluvioso, junto al tronco, como ahora— finalizó con su canto inconfundible. Al día siguiente, una mano veloz cogió la pelota que permanecía atascada en la rama de un cerezo. Los niños a su alrededor, llevaban una hora tratando de solucionar aquel impase. La urraca bulliciosa voló pregonando: De un salto bajó la pelota. ¡Viva, Dayana! —¡Viva! —corearon el pericote, una lagartija, una soña y un lorito. —¡Dayana es buena amiga! —dijeron los pericos— Ha vuelto a clases y nos ayudó sin tomar en cuenta nuestras ofensas. Tal era el júbilo que el pericote al dar un salto, resbaló, cayendo en el pozo que estaba cerca de la escuela. Todos entraron en desesperación. El pericote no sabía nadar. Dayana, parada en el filo del pozo, rememoró las palabras del chilalo. Y, sin perder tiempo, se arrojó a las profundas aguas, ante la mirada atónita de sus compañeros. A los pocos segundos salió con el pequeñín. La maestra, enterada de lo sucedido, felicitó a la ranita, resaltando su valor y aconsejó a los niños haciéndolos reflexionar sobre su actitud. No nos burlemos ni discriminemos. Nuestras diferencias es nuestra gran riqueza. Todos abrazaron a Dayana y se disculparon. Desde aquel día, el sol volvió con su mirada radiante, prodigando calor, brindando alegría al bosque de árboles de sonrisa primaveral. Esta vez florecieron por siempre en un clima de respeto y hermandad.

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Daysy Irene Arévalo Guillén (Andahuaylas, Perú 1997). Es narradora y gestora cultural. En el año 2019 tiene su primera publicación con el relato Rosa en el libro Sunquymanta, en el 2020 su primera novela corta Camaleónica en la ciudad del Cusco con el Colectivo Lee K’ana, tiene publicaciones de microrrelatos en el libro Antología de microrrelatos de Tábula escrita, en la revista Contemplaciones de Killa (vol.II). Es ganadora del concurso de microrrelatos La Nueva Peruanidad de la editorial arequipeña Aletheya y segundo lugar en el concurso de cuentos "Qanchi de oro" en Cusco. Organizó el Primer Encuentro Nacional de Escritores en Curahuasi (2021). Es partícipe de diferentes ferias de libro y eventos culturales. Acaba de publicar su primer libro de microrrelatos Ollas a presión.

Mi compañía Me seguía a todas partes en silencio, a veces ni me daba cuenta, pero cuando lo hacía, corría alocadamente para huir de ella. Fue así que, por mirarla, un auto nos atropelló. Meses después desperté. Extrañaba a mi única compañía, mi sombra ya no estaba.

Puñal Después de dar muchas vueltas en la cama, me di cuenta de que dormir con el cuchillo al lado, no es tan fácil.

Papá Al cerrar los ojos, sus dedos ásperos solían acariciar mi cabeza haciendo pequeños círculos, su voz contaba alguna historia inusual para hacerme olvidar el temor que me causaba la noche. Siempre a la misma hora, veinte antes de las nueve, el reloj me recuerda su abandono… 14 4


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Ciega Necesitaba que el cuervo le sacara los ojos para poder ver. Y así fue, pero no resistió la verdad. (Los microrrelatos pertenecen a su libro Ollas a presión)

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RESEÑA

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La Tierra embrujada de Francisco Vegas Seminario Por Armando Arteaga

(Poeta, narrador y periodista)

Tierra embrujada (1958) es una novela en la que su autor, Francisco Vegas Seminario (Piura 1899-Lima 1988), hace un elogio lírico a su tierra natal. Descriptivista ejemplar, Vegas siempre mantuvo en su escritura esa piuranidad de sol y médanos, realidad que también ha servido para otros narradores y poetas. Recuerda el escritor y periodista Jorge E. Moscol Urbina, a Piura, como un escenario propicio para la narrativa; legado cultural que viene desde la noche de la historia en el poblador piurano, en esa “oralidad” que le otorga características notables. Mantiene un “dejo” que lo caracteriza por tener un estilo fonético “cantado” muy particular dentro de los diversos grupos sociales de la costa norte del Perú. Moscol Urbina describe: “Piura, fue siempre una tierra caliente, ‘do nunca llovía’ llena de médanos…”. Esta apreciación siempre hay que tenerla en cuenta para comprender la esencia fundamental de la narrativa piurana. Si la historia se hace de retazos, de recuerdos y de memorias tradicionales y con documentos, en perspectiva social, fundamenta ese pasado glorioso para Piura, cuando llega el siglo XX. Empieza el mercantilismo: nativos, extranjeros y mestizos, fundan esa cultura piurana, unida al tributo de la tierra, bajo el sol piurano y los algarrobos que predominan sobre su extenso desierto. El contexto histórico es muy rico e importante en Piura, extiende una identidad cultural regional. El gamonalismo piurano marcó contundentemente la manera de escribir novelas como lo hizo Francisco Vegas Seminario, dando origen también al esplendor de una narrativa como la de Enrique López Albújar en la novela Matalaché. Narrativa que tributa de las “empresas coloniales” a partir de la consolidación que desarrolla el eje Piura-Loja-Cuenca, y divulga el éxito comercial de “Las tinas de jabón”. La novela piurana Tierra embrujada de Francisco Vegas Seminario aparece “tardíamente” en este contexto, contiene referencias al estado de la sociedad piurana de la época. Con el propósito de entender mejor el proceso narrativo piurano del momento que se publica Tierra embrujada, a referencia de la novelística piurana que se conocía, es una tendencia al realismo que aborda los temas agrarios urticantes, por los que llamaremos “novela social” a la tendencia estética y literaria por abordar temas del agro piurano. Es una novela de participación, de momentos líricos, subjetivos, seguidora fiel de los hechos reales que ocurren en los pueblos del Alto Piura. Incluso, como en el caso de Tierra embrujada, cuando el relato ocupa lo excepcional e 14 9


REVISTA LITERARIA ERGO individual de Juan Manuel Álvarez: el suceso está integrado al proceso social. La novela plantea problemas fundamentales que afectan las relaciones de los personajes entre ellos mismos. Tierra embrujada consigue describir un realismo acabado. Refleja los problemas de reivindicaciones de determinados estratos sociales del campesinado, del hacendado, de los seres marginados que se ocupan de acciones de bandolerismo y de la hechicería. Esta novela recoge todas las ocurrencias sociales, el modo de ser y de vivir de la gente de entonces, en el momento adecuado. El narrador le da un sentido polémico, real e insuficiente por instantes, pero tiene carácter de denuncia. Enfoca la realidad regional. La denominamos “realista” y “mágica” porque también tiene contrastes, va de la mano con las creencias populares. Su discurso narrativo tiene como intención mostrar cierta decadencia social, tiende a la denuncia, comprende y señala las condiciones desfavorables en las que se encuentran las personas humildes, la situación de privilegio de la que goza el protagonista principal, y exhibe las condiciones que van a desarrollar su propio fracaso personal. Tierra embrujada es un testimonio de ciertas situaciones piuranas, contiene narraciones concretas, con una intención general documentada. El autor conoce muy bien la idiosincrasia piurana. No es una novela costumbrista, en el estricto sentido de la palabra. Aunque resalta los elementos típicamente pintorescos, da un testimonio real del sentir piurano, da una visión de conjunto realista. Hace hincapié en el significado social de las cosas. Integra la narración ficticia con lo real. Tierra embrujada tiene espacios del localismo narrativo, de la contemplación sentimental de la naturaleza, describe un obsesivo individualismo, y concilia con la obsesión de soledad del personaje Juan Manuel. Tiene además visión exótica, la complementa con los paisajes del desierto y los arenales piuranos, pero al final triunfa la visión realista. Concluye elaborando bien la descripción exacta del terruño piurano.

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ÍNDICE PRESENTACIÓN ........................................................................................................... 3 MARY SOTO ................................................................................................................ 5 BIOGRAFÍA .................................................................................................................. 7 ANTOLOGÍA DE POESÍA .............................................................................................. 9 Cédula de identidad.............................................................................................. 11 El buen amor......................................................................................................... 11 Yo me adhiero....................................................................................................... 12 Para salir mañana ................................................................................................. 13 Taki onqoy ............................................................................................................ 14 Nada hemos hecho ............................................................................................... 15 Valquiria de fuego ................................................................................................ 16 Acá las gracias ....................................................................................................... 18 El mar .................................................................................................................... 19 Orificio mi corazón todos los días......................................................................... 19 Camino hacia el averno ........................................................................................ 23 Sonqo rimakusk´ayki............................................................................................. 26 Trazos ajenos ........................................................................................................ 28 Apu José María ..................................................................................................... 30 Caminantes ........................................................................................................... 31 Silarius................................................................................................................... 33 ENTREVISTA .............................................................................................................. 35 “Las mujeres poetas hemos conquistado espacios con esfuerzo y mucho trabajo creativo, hemos construido redes, no obstante, seguimos siendo víctimas del sistema patriarcal también expresado en el mundo literario” .... 37 COMENTARIOS DE SU OBRA ..................................................................................... 43 Tres comentarios sobre la poética de Mary Soto ............................................. 45 SARINA HELFGOTT (Homenaje póstumo)................................................................. 47 151


REVISTA LITERARIA ERGO Tus ojos................................................................................................................. 49 Esta luz es un naufragio de alas........................................................................ 51 A duras penas ................................................................................................... 52 POESÍA PERUANA ..................................................................................................... 53 Lisbeth Huamán (Amarilis) ................................................................................... 55 Un cuerpo ......................................................................................................... 55 El poema ........................................................................................................... 56 La espera ha terminado .................................................................................... 56 Habitación amplia............................................................................................. 57 Grito desesperado ............................................................................................ 58 Compañeras que definen la caída .................................................................... 59 Rodolfo Carlos Muñoz Lagos ................................................................................ 61 Desde la ruina es bello el cielo ......................................................................... 61 Es un canto ....................................................................................................... 62 De los escombros renacerá .............................................................................. 62 Flor foránea ...................................................................................................... 62 ¿Qué es-coger si no el olvido? .......................................................................... 63 El vacío de la ciudad ......................................................................................... 63 Alessia Darcourt ................................................................................................... 65 Si supieras ......................................................................................................... 65 Miedo ............................................................................................................... 65 Tiempo .............................................................................................................. 66 Miembro fantasma ........................................................................................... 66 Cambios ............................................................................................................ 66 El feto swisida ................................................................................................... 67 Manuel Ángelo Prado ........................................................................................... 68 Un Castillo......................................................................................................... 68 Cae .................................................................................................................... 68 ¡A ver, Angelito!................................................................................................ 69 152


REVISTA LITERARIA ERGO No es ................................................................................................................. 69 No hemos llegado ............................................................................................. 70 ¿Qué más .......................................................................................................... 71 Cromwell Castillo Cabrejos ................................................................................... 72 Agua .................................................................................................................. 72 1 ........................................................................................................................ 72 4 ........................................................................................................................ 73 Fuego ................................................................................................................ 74 1 ........................................................................................................................ 74 3 ........................................................................................................................ 75 Tierra................................................................................................................. 76 2 ........................................................................................................................ 76 Aire ................................................................................................................... 76 1 ........................................................................................................................ 76 Ricardo Santiago Musse Carrasco ........................................................................ 78 VIII ..................................................................................................................... 78 XVI ..................................................................................................................... 78 XVI ..................................................................................................................... 79 IV ....................................................................................................................... 79 IX ....................................................................................................................... 80 I ......................................................................................................................... 80 POESÍA INTERNACIONAL........................................................................................... 81 Tania Anaid Ramos González (AZULA).................................................................. 83 Azula se mece ................................................................................................... 83 Dile que la noche me abre el pecho .................................................................. 84 A Simone de Beauvoir ....................................................................................... 84 Llueve impetuosamente ................................................................................... 85 Las cosas ........................................................................................................... 85 No quiero .......................................................................................................... 85 Jon Ferreiro ........................................................................................................... 87 153


REVISTA LITERARIA ERGO Enfermo ............................................................................................................ 87 El cepo .............................................................................................................. 88 Programado ...................................................................................................... 89 Sed .................................................................................................................... 90 La desgracia y sus símbolos .............................................................................. 90 El timo y los pájaros muertos ........................................................................... 90 Steven Bonilla G.................................................................................................... 92 «Aquí» y se señaló el tórax ............................................................................... 92 Tras haber leído (muy poco) sobre schopenhauer........................................... 92 Sehnsucht ......................................................................................................... 93 Recovecos ......................................................................................................... 93 Instante............................................................................................................. 93 Eras en la isla oscura......................................................................................... 94 Isaura Duarte ........................................................................................................ 95 La sangre me riega............................................................................................ 95 Escamas muertas .............................................................................................. 96 F i s u r a s ......................................................................................................... 97 En honor a las tumbas sin nombre ................................................................... 97 N á u f r a g o s .................................................................................................. 99 C U E R P O S S a L I N o s ............................................................................... 100 Daiana Fler.......................................................................................................... 101 Un nombre...................................................................................................... 101 La vida sigue siendo ........................................................................................ 102 Temblor .......................................................................................................... 102 Grité tantas veces ........................................................................................... 102 Tu caos ............................................................................................................ 103 Que el amor nos salve .................................................................................... 103 Judit Hernández Toledano.................................................................................. 104 Partida ............................................................................................................ 104 Vesania ........................................................................................................... 105 154


REVISTA LITERARIA ERGO Soy .................................................................................................................. 106 Girasola ........................................................................................................... 106 Y a la mañanita aún más clara ........................................................................ 107 Epifanías.......................................................................................................... 108 MUESTRA DE POEMAS GATUNOS .......................................................................... 109 Presentación ....................................................................................................... 111 Lo gatuno ........................................................................................................ 112 Calle encantada .............................................................................................. 112 Gato nocturno destruye su leyenda ............................................................... 113 Saltos .............................................................................................................. 114 Gaty................................................................................................................. 114 Llenarte el corazón de gatos........................................................................... 115 Los nombres de mis gatos .............................................................................. 115 Cuatro gatos y mil sueños............................................................................... 115 El gato pantero ............................................................................................... 116 Un gato tuerto ................................................................................................ 117 Baladas de jim morrison ................................................................................. 117 Benita pensativa ............................................................................................. 118 Lee juntito ....................................................................................................... 119 Felino .............................................................................................................. 119 Lengua de gato ............................................................................................... 120 IV ..................................................................................................................... 121 El gato ............................................................................................................. 122 NARRATIVA ............................................................................................................. 123 Gabriel Paz Romero ............................................................................................ 125 Parte de la farándula ...................................................................................... 125 Temps á nouveau............................................................................................ 126 Enrique Navas Ampuero ..................................................................................... 128 Manu stuprare ................................................................................................ 128 155


REVISTA LITERARIA ERGO Dos héroes cojonudos .................................................................................... 130 Eduardo Borrero Vargas ..................................................................................... 134 El cerro de los gallinazos ................................................................................ 134 Eustaquio engendro del diablo....................................................................... 136 Gregorio Maza Ramos ........................................................................................ 138 La promesa ..................................................................................................... 138 La rana Dayana ............................................................................................... 140 Daysy Irene Arévalo Guillén ............................................................................... 144 Mi compañía ................................................................................................... 144 Puñal ............................................................................................................... 144 Papá ................................................................................................................ 144 Ciega ............................................................................................................... 145 RESEÑA ................................................................................................................... 147 La Tierra embrujada de Francisco Vegas Seminario....................................... 149 ÍNDICE ..................................................................................................................... 151

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