Revista Literaria ERGO #01 Especial Julia Wong

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ERGO REVISTA LITERARIA 1/2021

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Copyright © 2020 REVISTA LITERARIA ERGO Es una revista del MOVIMIENTO CULTURAL ESCRITO EN MAYÚSCULA Fue trabajada en recolección, edición, corrección tanto en Bilbao-España como en Lima-Perú.

Director Manuel Quiroz Salazar

Colaboradores permanentes, correctores y editores Jaime Gamarra Zapata Miguel Hernández Sandoval

Imagen de de la portada gracias a: (https://www.freepik.es/vectors/fondo Vector de fondo creado por kjpargeter - www.freepik.es</a>) ISBN: 9798567795644 Sello: Independently published

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PRESENTACIÓN arece temeraria y hasta banal la aventura de editar una revista de literatura en estos tiempos demenciales que corren. Y es que nos declaramos aventureros y nos posee “el murmullo de un bosque en la sangre” (Armando Rojas). No tenemos nada que perder y sí demasiado que ganar. La poesía y las musas nos inquietan desde hace ya varios años y el trabajo productivo puede llegar a ser muy deshumanizante. Por eso insistimos en el azar y en la poiesis. Y lanzamos el primer número de Ergo, reivindicando a los poetas peruanos relegados al olvido por el establishment literario. Este número es de homenaje a Julia Wong y a Emilio Saldarriaga (en el centenario de su nacimiento). Asimismo, reivindicamos a auténticos poetas como Armando Rojas y Rosa Carbonel, voces poéticas prácticamente desconocidas para las nuevas generaciones. Sospechamos las razones de este olvido que tienen que ver con los problemas de la estructura básica de la sociedad peruana (elitismo, argollas, clientelismo, centralismo, etc.). La literatura no escapa de estos males sociales y culturales, muy arraigados no solo en Perú, sino en varias latitudes. En este número incluimos poemas de seis escritores de Piura, región norteña de Perú. Por lo tanto, nuestro objetivo es difundir y reivindicar a escritores de las diversas regiones del Perú, lejos de la centralista y prejuiciosa Lima. Asimismo, incluimos secciones de poesía y narrativa, con textos de escritores jóvenes como Miguel Hernández Sandoval (colaborador permanente de la revista), Martín Gala, Cristian Leyva, Francois Villanueva, Walter Velásquez, Alex Chang, entre otros. Nos impulsa solo el placer estético y el deseo de llevar adelante el trabajo de promoción cultural de los auténticos creadores literarios de este lado del mundo. No creemos en capillas ni en cofradías exclusivas y excluyentes. Nos declaramos admiradores de Vallejo, Whitman, García Lorca, Heraud, Eguren, Huidobro, Rimbaud, Plath y de tantos más. Nos hermana la poesía y esas ganas inmarcesibles de cazar sonidos y contemplar el silencio. Los editores

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JULIA WONG KCOMT

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Biografía (Chepén-Perú, 1965). Poeta, narradora y gestora cultural. Hija de padre chino y madre tusán. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Lima (Perú) y de Literatura y Humanidades en la Pontificia Universidad Católica del Perú. También estudió Romanística en la Universidad de Stuttgart (Alemania), cursó además estudios de religiones comparadas en Freiburg y Sinología en Tuebingen, también en Alemania. Obtuvo los Juegos Florales de la Universidad de Lima con Confesiones de mi tierra caliente. Se mudó a Macao con su padre, apoyándolo en organización de la Fundación Wong Yeng Kuan, la que fomenta la lectura y cultura a través de bibliotecas públicas. Coorganizó el Festival de Poesía en Chepén, (entre 2010 y 2019). Ha sido curadora de dos exposiciones fotográficas sobre la migración China en Perú y México (en 2012 y 2017, respectivamente). Colabora con el proyecto Tusanaje y Chinaarte. Plataformas y espacios para artistas sino-peruanos, sino-latinos. Durante la pandemia hizo un proyecto de diálogos entre escritores principalmente de poesía, llamado “Bardos”, como una apropiación cultural del budismo tibetano integrado al discurso poético actual., recital poético y conversatorio entre poetas de muchos países entre los que están Argentina, Portugal, Chile, México, Etc.

Libros publicados: Poesía ─Historia de una gorda, Trujillo, Editorial Libertad, 1993 ─Los últimos blues de Buddha, Lima, NoEvas Editora, 2002 ─Iguazú, Buenos Aires, Ediciones Atril, 2005 ─Ladrón de codornices, Buenos Aires, Ediciones Patagonia, 2005 ─Un salmón ciego, Lima, Borrador Editores, 2008 ─Bi-rey-nato, Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2009 ─Un pequeño bordado sobre la vergüenza, Lima, Grupo Editorial Matalamanga, 2011 ─Lectura de manos en Lisboa, Buenos Aires, Melón Editora, 2012. Lima con Editatú Editores, 2014 ─La desmineralización de los árboles, Lima, Paracaídas Editores, 2014 ─Un vaso de leche fría para el radsoda, Lima, Celacanto, 2016 ─Tequilaprayers, Lima, Paracaidas Editores, 2017 ─Oro muerto, Ciudad de México, Cascada de Palabras, cartonera, 2017

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REVISTA LITERARIA ERGO ─Pessoa por Wong, Lima, Hanan Harawi, 2018 ─Pexuña de dragón, Santiago de Chile, Andes Graund Ediciones, 2018 ─Urbe enardecida, Buenos Aires, Viajera Editores, 2018 ─Sopor, Lima, Editatú Editores, 2020 ─Antología poética, Lima, Gafas Moradas, 2020 Narrativa ─Bocetos para un cuadro de familia (Novela), Lima, Borrador Editores, 2008 ─Margarita no quiere crecer (Relatos), Lima, Borrador Editores, 2011 ─Doble felicidad (Novela), Editatú Editores, 2012 ─Mongolia, Lima, Animal de invierno (2015) ─Aquello que perdimos en la arena, Lima, Peisa, 2019 Julia Wong Kcomt ha estudiado tanto como ha viajado. Estudió Derecho, Ciencia Política, Romanística, Teología, etc. Y siempre ha viajado hacia California, Macao, Friburgo, Buenos Aires, Almada y Lima. Pero hubo un momento en que “quemó cerebro”. Estuvo con los nervios por exceso de lecturas y ensimismamiento. Porque eso de vivir en los libros, para los libros, y creer que ahí está todo, la desvinculó de la realidad. Para esta poeta los viajes son un encuentro, una búsqueda, una elevación del espíritu, una construcción nueva de uno mismo frente a otros paradigmas. Desde chica, Julia Wong empezó a escribir poesía, allá en su Chepén natal, donde vivía su familia, y después en Macau, la tierra de su padre, donde Julia empezó una vida de aviones y aeropuertos. En su etapa escolar, la escritura también le sirvió para llenar slams –aquellos cuadernos adolescentes– con poemas sobre la amistad. Incluso escribía poemas a pedido, para intercambiarlos por ayuda en las labores escolares. Con los años la poesía le ha quedado corta (tiene quince libros de poesía y cinco de narrativa publicados). Para ella la vida es más prosaica y necesita otras narrativas, otros caminos. Actualmente, Julia agradece a la vida, que le ha dado una hija, lo que ha hecho que se centre en algo que no sea solo la lectura y la escritura.

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ANTOLOGÍA POÉTICA

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Pasto quemado En la madrugada se arde de una manera distinta Casi siempre el ganado se retira lento. Cruje, como si la sequedad del suelo se interpusiera En la noche, se hincha. La luna no tiene precio aquí dice. La mirada se extiende confesa sobre esa quietud caliente Aquí hubo fuego Es violenta la luna: dice. Cada paso es un lamento El desierto toma extensiones incalculables, el calor aumenta El sol aunque no alumbra se ha apoderado de los pies El estómago rumia su pesadez alcalina No queda ni una palabra para las malas lenguas. Sólo arde. Cruje buscando humedad en una ballena blanca que aparece en la noche Pero también es una ciudad marina que nunca tuvo patas, ni cementerio. Y ves a lo lejos toda la gente quemándose Incendiando su propia flor de odio Y el oráculo aún caliente, como un rescoldo lárico Lleno de fe materna Huele a noche tibia y mentiras Que mañana todo el firmamento estará dispuesto para una nueva vida. Un vaso de leche fría para el radsoda - Lima Celacanto 2016

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Vuelo nocturno del oso panda brasilero (porque no hay pandas en Brasil) Sueño con osos. La última y la única vez que vi a un oso, era un panda de verdad. Esa manía de asociar a los pandas con China y el Bambú, este oso estaba loco. Lo tenían resguardado en ese zoológico de Alemania. No lo vi tierno, ni me dio gracia, ni pena. El zoológico no sólo es una jaula horripilante sino un lugar de masturbación silenciosa para niños. ¿Por qué los padres llevan a los niños a ver seres imposibles? Debe ser terrible ser animal, pero pensar como humano. Lo peor es que la gente ni siquiera lo intuye, creen que los pandas, los camellos y los elefantes son seres vertebrados que disfrutan al dar vueltas en un espacio reducido mientras miles de caritas felices les tiran maíz envenenado. Ese oso panda estaba enloquecido, había roto una puerta, en lugar de masticar el bambú lo miraba con rabia; si no hubiese un vidrio protector se hubiera tirado encima de los niños curiosos. Ese mismo año en que vi al oso muy enojado empujar la puerta y destruir todo lo que había en su corral tomé un vuelo a Nueva York y te vi encerrado en una ciudad que vibraba como trasbordador espacial. La gente de Nueva York es distinta a toda la gente del planeta Tú estabas allí sentado en una veredita… Verte allí comiéndote las uñas me dio una sensación parecida cuando vi al oso (panda gruñir enfurecido.

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El cuerpo roto yace sobre una cama inflada Desagravio en la Martin Luther str. El cuerpo roto yace sobre una cama inflada Está abultado por los soplos del mundo Las flores parecen guardias con prohibiciones en los pétalos Delinean la nube cabizbaja que cubre la hinchazón Ha pasado ya bastante tiempo desde que me alejé del amor Esos constipados estómagos y sus deseos fervientes Me desplazo con el U bahn por subterráneos anónimos Ya no soy mujer, ya no ha de servir a la belleza de la gruya ni a la herida Ni al el túnel ni a la vida Todo ha ido dejando sus funciones como cuando el mar se retira El cuello uterino es solo una manguera vintage Y apenas se dibuja la idea de lo que pudo sentir Esto es una mierda, parece susurrar sobre el ventanal golpeado por la tarde Esto es desasosiego, es algo indescriptible en una soledad oriental Diseñada por cerebros matemáticos, numéricos territoriales Como gramíneas otomanas que enardecen su sapiencia nutritiva Y los pétalos caen sobre la cera derretida de unas velas puntiagudas Una queda muy mal consigo misma Con su propia historia de retóricas encubiertas Esa avaricia por lamer la perfección del otro en su inocencia Por comerse el color azulado de sus ojos Y encontrar solo esa palabra que limita la lujuria Ese no Ese no que se repite desde hace millones de segundos Granos de sal esparcidos en las pistas Ese no al cuerpo y sus trapecios Ese no a la pierna a la cucarda vaginal Y al inmortal ropero que saca trapos bajo sus señales clandestinas Algún atuendo que pueda colaborar con la ruptura erótica de un vidrio Pero la enfermedad del asco sigue siendo una mierda Mientras cambio la estación del U bahn hacia Pancow, la cura, ¿qué es la cura? Solo es pregunta que se sostiene en lo repulsivo de la duda.

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La jauría De tus manos sale un puñado de lobos Su aullido me inocula contra la falsa bondad del universo Todo está siendo estrepitosamente depredado La galleta molida La paloma que muere entre los dientes del tigre Y el corazón sabueso aúlla a la luna que ha dejado de sangrar En esa mano abierta que ha dejado libre a la manada Crece la noche Y a galope de jinetes desdentados suena el silencio singular del alba El alaba rompe como un garrafón semilleno en la noche Y augura que sólo reinará quien se olvide de sus propios instintos La silla de montar es precisa El caballo miente Parece que quisiera quedarse para siempre pastando cerca al mar El dolor de la mano abierta se vuelve negro Y los ruidos de la tarde se confunden con los ojos anaranjados De los niños que han dejado atrás su casa El hombre nómade no tiene corazón deja demasiadas penas en el caminar cruel (y fácil.

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Habitación acabada He aquí una llaga Tan indecente como un lago que no acabará en el mar El líquido de la vida transpira He aquí una cicatriz voluptuosa (Centrada en mí como el viejo negocio del amor) Cada día vamos perdiendo hojas El cuaderno de la vida parece también un lago Ah, si conocieras la inmensa vitalidad que existe Al dejar todo desordenado En esa esquina los zapatos marrones Mis vendas El esparadrapo El agua oxigenada El espejo que habla como un hombre bueno Estoy herida Todo huele a bosque lejano Taladrado Río tráquea Río humano de tímidos lamentos Volcán tímido de la memoria Lava vaginal que ha descendido por el silencio Y busca la verdad en la nervadura de las hojas secas La habitación, el espejo y yo: heridos. La desmineralización de los árboles - Paracaídas Editores 2014

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El ocaso de los mistis Perú también tiene volcanes. Las mujeres que se sientan en la oscuridad a la orilla del precipicio Han cambiado de horizonte muchas veces: Los hombres ya no se interesan por ellas. Hacen excesivas preguntas sobre la noche Tendidas cerca al vacío que provoca una náusea constante. Los hombres prefieren juegos más previsibles, Donde la almohada albergue el peso del cráneo. No pueden inventar una conjetura más para sobrevivir a la rutina. Los volcanes peruanos ajustan su propulsión Hasta el borde huracanado, un precipicio adusto: Cualquier fotógrafo correría en dirección contraria. Los nervios envueltos en hojas de plátano (Como tamales que renuevan su propio condimento). El eclipse contempla el ojo de los hombres, Los empuja a la pregunta sobre la yuxtaposición de una verdad natural: El toro se yergue El cóndor cae por el precipicio La luna roja habla de la soledad de una hormiga El alma ruge como un león-volcán que no teme el vuelo En medio de cuarentaitrés cadáveres sopla un viento nuevo Y la radio sigue encendida como si alguien estuviera escuchando. Un vaso de leche fria para el radsoda - Lima Celacanto 2016

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Humus y cáscaras secas de mandarinas La humedad huele a hogar Se rehace en la madrugada después del combate de los cuerpos Mi piel ya no es tan tersa ni fresca como el culo de un bebe Dos veces me hinqué el torso de las manos con las tijeras A los seis años fue apropósito y la otra pura casualidad La casa huele a laguna que se descompone como mi aliento El olor a náusea y mi habilidad para contener las lágrimas Hago un té Mi antiguo profesor con lentes de carey Y su olor a monstruo congelado en el tiempo Saluda, cae como un poco de té caliente en el dorso de mi mano herida Las cáscaras de mandarina flotan en la sucia superficie de su mirada Ignoro por qué vivimos Si Sísifo y su piedra compran pan o marraquetas Ignoro absolutamente si este olor a casa con jardín inglés y a tarde Huelen igual que las cenizas de mis fieles antepasados Ignoro si aquellos tres años de sexo ininterrumpido con mi ex marido Lograron que él no me olvide Yo difícilmente he podido... Cae flácida mi piel Como el olor a tierra con estiércol Así como el universo busca a Sísifo, Sísifo me busca a mí Yo busco una camisa verde Y todos buscamos el renacimiento A través de las cáscaras de mandarina seca en la ventana. La desmineralización de los árboles - Paracaídas Editores 2014

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El pozo Para Mario Bellatín, a veces con respeto, a veces ternura, a veces miedo….

Desaparece ante las huellas del pájaro rojo Ante sus ojos chuecos y casi asustados. Las lianas disipadas, los nudos calculados, No hubo nada que no indicara su nacimiento. Los barcos húmedos de silencio, se acercaban voluptuosos a la orilla. El pozo se escabulle y la hondura empuja a la intemperie, cada nudo es atado con cordialidad pirata. En la oscuridad, la razón es una mano caliente, una que urge por inocencia fresca en la boca de un desagüe. La simpleza de las lianas hechas de sal esparcida en la bruma. La construcción de este vientre sigiloso, dibujado en la primera cama caribeña, llegaron sin manos y acuñaron una nueva especie. Trataron de anudar los brazos que habían desaparecido en la travesía, las nervaduras del omóplato se elevaron hasta reventar en la cúpula, los desamparados se sacudieron la eterna travesía de los músculos que no volverían a conformar ninguna extremidad. La desaparición de esa herramienta fue limpia. Así Dios, que a su semejanza exigió se dibujara, escribiera o enloqueciera, pero Orozco no tenía la diestra, ni el húmero, por eso, la genealogía de los pájaros rojos se plasmó en el techo, sobre los llantos apaciguados de los huérfanos.

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REVISTA LITERARIA ERGO La libertad vino después. Al voltear el pozo al revés, aparecía y desparecía, hasta que descubrieron su magia y su rutina. Oro muerto, México, Cascada de Palabras, cartonera, (2017)

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Piromanía del párpado He ardido, Armin, en tu párpado. En la ruina de este aposento quebrado por la moral de los sauces. La higuera griega es testigo, he ardido en ti y en cada color que permitiste pintar sobre nuestra fiebre escondida. He ardido en ti. Cada minuto que te he contenido en mi lenguaje. En la flor caliente de tu garganta precisa. En el oráculo de nuestra eterna noche resguardados de la mundana Incoherencia. En un colchón inocente se destruyeron todos los conceptos conocidos de fidelidad, río, caricia y fuego… Hasta que cayera también sobre nuestros designios el monstruo del Adios. He ardido en ti como las aves que se escapan del incendio pero albergan calor y sombra en sus alas extendidas. He ardido en nuestra cruz precisa, cuarto menguante, Rincón elevado del secreto espasmo de esta lucha por sostener el brillo de tu piel. He ardido en ti como Leandro y de la última ceniza se dibuja otra vez el bosque espasmódico de este interminable deseo.

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Mapa hidrográfico antes del wayco Hay un establo atrás del Río Deshacen el alimento con los dedos Bajo el estiércol se encubrían cartas y plumas de gallina negra. Bajo el peso del rinoceronte Cabían ciudades enteras con cara de caballo terco. Un ejército de mulas viejas embarrado en lodo y miel Secretos de maestros versátiles de fino pudor. Se oye una trompeta Es el instrumento de las bandas de pueblos anegados en verano Es triste Dicen que son los Negros tocando melodías Hay gente pesando el valor del viento el pescado engulle a la papa y anuncia su precio Nadie amasa pan Ni bate la yema de un huevo roto. Huele a humareda Sabemos que han quemado al animal El chirrido de las hojas de eucalipto seco nos opaca En las casas de adobe donde hay lagartijas en las ollas Rosado, azafrán, azul, fuego, rojo, rojo Lodo, agua estancada, aguas servidas Esos matices hacen que la candela se enzarce Me agobia este deseo de besar al caballo muerto El festejo bailado con pies hábiles a compás siniestro son músicos callejeros los que mastican espinas No son pezuñas las que escapan Soy yo tratando de caminar sobre el agua Una corriente desapercibida oxida las tuberías del desagüe En las líneas de los cerros se advierte la gran inundación por eso rasgo el pellejo del animal ahogado y hundo mi cabeza En su vientre hirviendo.

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El vientre de las mujeres de arena Cumpleaños. El pavo, las ensaladas con receta extranjera Mi madre está tan vieja como una mampara que ya no puede ser aceitada Sus canas caen como lluvia sobre almohadas y sobre el piso de madera Soy Julia, mamá Y ella mira el vacío. Camino por la misma casa donde me parió. De arriba a abajo El holocausto lejano de una guerra que no nos incumbía Nos ha perseguido hasta aquí a la vuelta de la esquina La lentitud de los cuerpos de verano eterno ¿se vuelven fantasmas? al cruzar la acequia pueden elevarse sobre las flores que se han secado como la piel materna Es el cumpleaños de mi hermana Ella sigue reclamando lealtades que yo no profeso Sóplame dice, quiéranme. Yo he hecho todo por ustedes Yo me encargo de los huesos frágiles de la madre Soy la buena de esta horrible película con mujeres que están enojadas con todo Por el ají Porque las vacas que mueren Porque los santos están aburridos de las plegarias Porque el pavo quiere volar de una mesa como esta. Cuando caminas por la casa parece que el cerro hubiera irrumpido en ella que todo estuviera inundado de arena excretada de anchos vientres …hubieran deseado comer pavo Pero el viento sólo trajo arena hasta sus mesas Quiero voltear y no volver a esta mesa donde se consuma el odio Deseando lo que no poseen, los vientres Deseando tanto mal que se convierte en arena Y llenan la casa.

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REVISTA LITERARIA ERGO Soy Julia, mamá … repito Y ella es como una estatua de arena Si la soplas, no quedará nada, nada de su vientre.

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Cabalgata al cielo La comezón es persistente Y aunque uso la esponja con suavidad hipnótica de los hipócritas Se me ha recomendado tener excesivo cuidado con la herida En este cielo de soledades inconclusas–cráter mamario tan abierto Soñé que el cuerpo de mi madre se pudría–sepulcro descuidado ¿Quién estará detrás de la cerradura? Cuando la atmósfera gaseosa de la ciudad me haya asumido en sus moléculas. En este cuarto de Madera... sopla la tramontana incurable La fibra ósea de las palabras se ha quebrado.

Segundo cielo El jabón se diluye sobre la epidermis manchada El sol con sus vaivenes es un guardián de la venganza El verano por fin se ha ido Y empieza el segundo cielo No importa estar tirada como una vaca olvidada en medio del desierto El verano deja de ser elegante cuando invade mayo Mis manos huelen a sombrillas y semen Me acicalo como si fuera mi propio perro.

Tercer cielo Digo, pues, continuando No me aborrezcan por contarles esto Hemos leído a Dante para soportar el dolor de la noche deshabitada He sucumbido, sin embargo, ante un poema De un autor hondureño desconocido Su boca parecía puesta sobre mi boca

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REVISTA LITERARIA ERGO Su mano curaba mi seno sangrante Digo, pues, continuando He surcado al mar como si fuera mi propia saliva Hemos leído a Dante y cabalgado en la espuma siciliana No había nada más Sólo el libro viejo de Ray Bradbury sobre los incendios Mi mano traviesa Caliente Aburrida.

Cuarto cielo La jerarquía del patriarca y la nube La holgazanería madre de todos estos Ángeles caprichosos aquí a mi lado Convulsionan en un orgasmo mayor Apago todas las luces Prendo velas y hago un rezo cabalístico No he de sucumbir así, Metáfora limeña de la terquedad sobre el Monte sagrado, cual lámpara de playa La terquedad de un continente amarillo reproduciéndose En mi mano como almohada Clavo en la pared, cascajo descascarándose como piel de anciana Piel de carbón y barro norteño ballena que no ha de mamar más... ni dará leche, ni calabazas La sarna y la viruela, enfermedades casi olvidadas de vademécum, se presentan con visitadores médicos Golpean con iconoclasia inevitable Todos vamos a morir. Todos. Una brisa de varón colorete que pintaba mi vida de morado Que nazca otra vez de su vena Que aún no quiero morir, he dicho Que aún no, he suplicado.

Quinto cielo Estoy irremediablemente enamorada de la pintura Del color del agua helada

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REVISTA LITERARIA ERGO De los muros de mi propia hemorragia Si, la ciudad de la hemorragia es la más difícil de conquistar Estoy loca por mis vecinos heroinómanos, incendiarios Estoy enamorada De mi propio animal casero, que soy yo cuando defeco Que no se sabe bañar Estoy enamorada del ojo manchado de mi profesor de cuento andino Estoy enamorada del color pus y la textura De la insoportable crueldad del profesor de pintura Estoy enamorada de la serpiente que habita en el corazón de mi profesor valiente Estoy enamorada de todos mis profesores discontinuos Estoy enamorada de los muros de mi propia piel que fui derribando a soplos. De una forma extraña de besar sin tocar los labios Me apasiona lo que no se dice La distancia es el vértice que nos une Renacemos entre su pincel Y mi trazo No lo sé, le digo No sé por qué empiezo amarle cuando se va En el mismo sueño del cuerpo podrido de mi madre aparece una casa con jardín inglés. Estoy enamorada de la sombra de sus manos Que enjuagan las ideas como en una pizarra de azúcar. Sus monstruos verdes, pies gigantescos también pintados en piedras de playa Cobran vida y hacen un festín con estas preguntas sin respuesta.

Sexto cielo Biografía del árbol que dejó la casa con jardín inglés Y se convirtió en ballena–tiempo Todos los dolores se parecen a la argucia Del tráfico bastardo de esta humanidad que ha perdido al Padre Soy hija del caldero Del curandero, del garfio De la mano que falta De la tortuga que ladra De la escultura que habla mientras asesina

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REVISTA LITERARIA ERGO Llevo culantro a la orilla Sangre de lunares no curados Camino con los pies planos Quiero ser hija del hombre que da la espalda De la mujer que reza mientras compra mondongo Soy el resultado de mi cadera rota La coartada de mi dolor insoportable eterno grito a las 4 am Cuando todos roncan tomo un suave analgésico Soy hija de la madrugada, su lengua de hielo, sus astros moribundos en la grieta. Soy hija del hueco en su corazón Ese que me jala hasta el fondo del mismo y me dice: ámame! Soy la imagen u–oh semejanza de eso que le falta Esto es un grito eterno.

Sétimo cielo Nada miro en ti que no haya visto antes El mismo púrpura de los elefantes sagrados de la India. El mismo fuego entre dos vientres hambrientos. La desmineralización de los árboles - Paracaídas Editores 2014

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Somos panzonas las peruanas Somos panzonas las peruanas, muchas somos panzonas y seguimos teniendo hambre. Absurdamente exhibidas en escaparate argentino llevamos la impertinencia de un niño. Somos un globo aerostático catwalk o toque de exquisitez urbana. Espectros al caminar erguidas, peruanis feminis sapiens sapiensa, vestidas con modelos porteños que esconden la grasa abdominal. Lo de cómo conversé con Dios en el cementerio de Recoleta es otra historia. Allí estuvo él, flaco pero también panzón. La panza es un espacio cultural, la panza heredada de mi mamá, de mi abuela, la que nunca me gustó. Nunca. La panza peruana buscando reivindicación en cualquier lugar del mundo donde se lastime sutilmente lo vernáculo, donde silenciosas mejoramos la especie. Trasgredí mi último rincón de ADN para elevar el género. Retumban diecisiete imágenes de mujeres derrumbadas. Las palabras son un hito helado. Las peruanas que puedes consumir de ese menú, todas iguales, caras de sapo, nada que ver con una aproximación a Grecia, a Roma, o por lo menos a la horizontalidad mongólica del Asia, cada vez menos extraña, cada vez más al alcance de mi mano. ¿Por qué te avergüenzas chola de mierda? ¿no tienes pensamientos? ¿no sabes mirar de frente? Te queda un orgullo mal cabido, un orgullo de pobre, de hablar de comida y ríos que otras no conocen, de ídolos negros, solares o lunares,

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REVISTA LITERARIA ERGO cualquier cosa que reivindique tu panza, extrañar al desierto cuando se odia la sequedad, orgullo tan mal dicho, hereditariamente en discordia, como un asidero para no sentirse derrumbado, ni por la voluntad de otros pueblos, ni por su semen, ni por su belleza. Y yo quería ser blanca y rubia, porque Jesús cristiano pudo ser ario o semita, cualquier cosa, menos una mezcla de cosas raras y nerviosas, con panza como yo. Bi-rey-nato, Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2009

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Paseo en motocicleta Apenas aprieto con disimulo la espalda en el monte Las lagunas oscuras, retratados en el gemir de los grillos Un par de curanderos gloriosos se nos cruzan, una rata, un zorro de arena Se distingue la carretera Somos afortunados, debería pensar Podemos poner nuestro culo sobre este asiento Y así sentir a la madre naturaleza que se cuela por cada una de las costillas desaliñadas En varios parajes desde Estrasburgo hasta Bruselas Nos encaramamos en la moto atravesando la luna, hurgando en sus cráteres... La gasolina, las posibilidades de calzar zapatos contra el invierno La posibilidad de irme contra la pared de mis propias pesadillas Me persiguen. No lo sabes. Me persigue un monstruo que de noche se bebe mi sangre diluida en café ¿Dónde terminó mi paseo y cuándo empezó el atropello a las cuculas? El viento enredó todos los pelos. Viento, viento, viento que nos empujas hasta la traquea del cielo que no bebe pero vomita a los pobres para saciarlos, hincharlos de ansiedad y ropa vieja. ¿Y si pudiéramos volar de pronto? ¿Y si nadie necesitara tener los pies en la tierra? ¿Y si pudieramos volar y enamorarnos? como cuando fuismo a la playa y creímo que eramos buenos y le haciemos el bien a los demás. Y nada ni nadie nos haría bajar de la vieja motocicleta verde. La desmineralización de los árboles - Paracaídas Editores 2014

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Alemania Y dime, León ¿tú eras un príncipe de guerra o de agua? ¿Tú rugías para igualarte a la vía que llevara A la luz cenital de los Urales? Por eso entonabas a Ondina una melodía lluviosa Se escondieron tus manos de albañil de caminos Las que juntan los reinos para la eternidad Y estremecen los muros de la patria para sacudir la piel del corazón Ya qué importa el imperio, León que digan que la luz de la montaña ha venido hecha mano hacia donde tú necesitas este abrazo voraz de soldado Es tu majestuosidad estancada en el tiempo Es este puente que quería ser más largo que mi brazo derecho Ese camino hasta los reyes nórdicos Los ojos germanos azulan las carreteras vacías de amor ¿Sabes hablar animal de animales? ¿Dónde llevas la voz, que solo veo tu enorme pezuña cruzando hasta la torre más (alta de occidente? Nichts wird Mir von Dir trennen. Porque de tu garbo y furia, yo me alimento Y dime, León, tú que ya tomaste la leche negra de mi noche, ¿has caminado también sobre el odio y la ternura de las estrellas ensangrentadas?

Poemas seleccionados por Manuel Quiroz.

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ENTREVISTA

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1. ¿Por qué eres escritora? ─Porque no hay otra actividad que calme mis neurosis o fantasmas, mis enormes temores y a la vez me permita tener esperanza. Porque hasta hoy me ha dado respuestas casi satisfactorias a las preguntas que me hacía. Me abre puertas a un mundo extraño, a la realidad llena de símbolos que van cambiando y tienen vida propia, la literatura da y quita el control sobre la libertad, es un diálogo constante con cientos de posibilidades.

2. ¿Cómo empiezas a caminar por estos lares literarios? ¿Qué te acercó a la literatura? ─Porque provocaba en mí una combinación de conocimiento que busca conocimiento, un dragón regenerándose en su caminar, tanto durante el proceso, como después. Esa fluidez utópica de una mirada propia ya sea monstruosa o angelical, me acercaba a un misterio interior que otras artes no me ofrecían. Aunque admiraba a mi profesora de piano y la costura o bordados de mi mamá, me gustaban más las cartas que ella escribía, mi mamá escribía cartas lindas y se “carteaba” mucho con sus amigas; buscar la forma de plasmar la vida en palabras. También porque mi papá me puso un nombre en chino que significa “espíritu del libro” y me convencí que había nacido para escribir.

3. ¿Qué recuerdas del primer texto que escribiste? ─Un poema bien monse, sobre la amistad, un soneto, aburrido y cursi.

4. ¿Qué poema te marcó luego de escribirlo? ─Un poema para el colegio, donde hablo de una chica huérfana. No me acuerdo bien, solo que lloré al terminarlo y me dejó una sensación importante de tragedia, algo como un dolor creativo.

5. ¿Cómo empiezas a escribir un poema? ¿Empiezas por una frase, por un tema? ─Es diferente cada vez, a veces la frase manda, a veces un tema, a veces un suceso, a veces una persona. No hay un patrón fijo. 6. ¿Qué poema te ha costado mucho terminar o lo has corregido

muchas veces?

─Se llama “Cielo Zambo”, y que le traté de poner título en francés, porque me inspiré un poco en los sucesos de los chalecos amarillos en París, pero también la migración

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REVISTA LITERARIA ERGO africana en Francia, se llama también París africano, pero hasta ahora lo sigo cambiando, creo que está vivo y pide imágenes nuevas.

7. Se dice que la poesía y la narrativa son mundos diferentes. ¿Qué opinas tú que construyes obras en ambos géneros? ─Hoy día tuvimos una entrevista con Cronwell Jara, en la FIL Trujillo, presentamos el libro que ganó el premio de la Casa de la Literatura, se llama ¿Qué es el cuento?, justamente también le pregunté por qué le importa más el cuento que otro género, y dijo algo muy sabio, que el género se describe para categorizar y hacer un orden para los lectores, pero que el acto de escribir poco tiene que ver con la denominación dentro de la estructura canónica, el escritor escribe y va escogiendo caminos. Esos caminos van tomando formas de poemas, narraciones cortas o largas. Van buscando su propio devenir.

8. Los escritores que para ti son referentes tanto en la poesía cómo en la narrativa. ─Uy, con esta respuesta suelo ser muy injusta, porque para responder esto se necesita algo más allá de la honestidad. Las coordenadas tiempo-espacio proporcionan muchas influencias singulares, cada época tiene sus marcas, pero como asumes esas influencias es un enorme responsabilidad, aunque hay estéticas manifiestas en cada generación, la forma como “el yo escritor” digiere esas influencias, es tan personal como la poesía misma. He sido profundamente esquizoide, secreta, con mis afecciones electivas. He tenido un triple y hasta cuádruple discurso respecto a mis autores favoritos, siempre con temor a ser rechazada por mis extremos. Me he conmovido con diferentes escritores en etapas distintas, a mí me impresionó mucho la lírica inglesa, el inglés es un idioma que conversa directamente con la voluntad, si bien es cierto empecé leyendo a los hispanos como Gabriela Mistral y Amado Nervo, se me pasó pronto el gusto, me rompieron más la cabeza los ingleses y los gringos. Me impresionó Lorca con Poeta en Nueva York, Isaac Goldemberg con La vida a plazos de Jacobo Lerner, escritores que cruzaban orillas, que se sumergían en mundos complejos. Es imposible mencionar en un espacio reducido, a los que te han inspirado, no hubiera escrito nada importante sin Siu Kam Wen, uno nombra por no pecar de huérfano, pero mientras más leo, es difícil ubicar a mis mentores o “padres y madres literarios”, porque las lecturas te influyen de una manera muy específica, hay mucha variables y esas también están en movimiento. Las bases geográficas te sitúan un poco, depende de las circunstancias y el entorno, los autores que lees te van abriendo puertas de diferentes tamaños y que te llevan a lugares variados. Los peruanos que me inspiraron fueron Luis Hernández, Antonio Cisneros, José Watanabe, Gamaliel Churata, Rocío Silva, Rosella di Paolo, Blanca Varela, Emilio A. Westphalen, César Vallejo, Enrique Verástegui (no están por orden de importancia), Julia Ferrer, Mártin Adán. Los narradores José María Arguedas, Manuel Scorza, Pilar Dughi,

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REVISTA LITERARIA ERGO me impresiona el barroco de José Kozer, la poética de Reynaldo Jiménez. Casi nunca menciono a los franceses, porque no me tocaron directamente, pero sé que sin Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, la poesía nunca hubiera llegado al estado alquímico entre desgarradas alturas y heridas profundas de la culposa humanidad. Los latinoamericanos: Nicanor Parra, Raúl Zurita, Carlos Dumont de Andrade, Clarice Lispector, Jaime Saenz de Bolivia, Octavio Paz, (Paz es uno de los pocos latinoamericanos que junta las llamas de oriente y occidente, y hace magia con ellas, es genial), Roberto Juarroz, Oliverio Girondo, Sor Juana (Muchas veces ella me parecía demasiada lejana para mí). Gabriela Mistral me impactó porque llegó sin buscarla, pertenece a un tiempo irreptible, después ya no me dijo nada, a Olga Orozco la conocí mucho más tarde, Ida Vitale también me marcó y Alfonsina Storni. Algo había en los italianos como Edmundo De Amicis, Alessandro Baricco, Natalia Gingzburg, los amé durante largo tiempo y en España a Juan Ramón Jimenez. Juan Ramón era mi santito. Tendría que hacer una lista muy larga y nunca sería fiel y congruente. Cuando llegué a los asiáticos a quienes negué por rebeldía durante mucho tiempo, me fasciné con los poetas chinos, me quería castigar por haberlos desconocido y no haberles puesto la debida atención. Después de viajar mucho por China, me encanté con ellos, pero nunca me provocó escribir de manera similar. Me sirvieron más para entender a mi papá y mi propio ADN conductual u onírico. Yo he soñado con Bruce Lee desde niña, no creo que eso sea recurrente en niñas peruanas, menos europeas. Cuando entendí la lírica china post Mao, volví a la guardia, eran fascinantes las múltiples voces del tremendo continente rojo. Otra vez me enganché y todo lo demás me parecía papaya… Me gustaron mucho los narradores japoneses, Yukio Mishima, Yasunari Kawabata, Banana Yoshimoto. Pero la que me conmovió y no ha dejado de conmoverme como nadie es Han Suyin, si yo pudiera escribir una novela como ella, creo que habría un diluvio de jazmines en el infierno. Las que me hablaron directamente a la razón y la vitalidad fueron mujeres norteamericanas poetas que significaron muchísimo Silvia Plath, Anne Sexton, Elizabeth Bishop , que estaban muy cerca a mí por sus propios problemas con “la normalidad psíquica”, que no necesitaban endiosarse, también trataba de entrar al mundo de Emily Dickinson y Virginia Wolf, pero me costaba mucho, a Silvia Plath sí la sentí muy cerca, la verdad fue mi gran campana, conecté con su poesía con mayor facilidad, fue muy importante. Luego en Alemania Else Lasker-Schüler, Rainer Maria Rilke, Paul Celan, Ingeborg Bachmann, fueron decisivos para que me guste esa poética de una lengua tan intensa. Amé a Georg Trakl, una simbología existencialista, con un Dios a la medida de la locura. Tan paradójicos y determinantes los alemanes, la belleza letal, el horror final. Estoy nombrando de forma desordenada, como para no dejar la pregunta en el aire pero tendría que nombrar cada epígrafe que me emocionó y convocó otras lecturas, por eso necesitamos leer mucho, para saber que la naturaleza humana va a buscar metáforas y símbolos siempre. Tuve mi época de búsqueda en escritores de Europa del Este y en algún momento los rusos ocuparon su lugar, he tenido pasiones ardorosas por algunos

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REVISTA LITERARIA ERGO escritores y luego los he odiado como a Mijaíl Bulgákov o Aleksandr Pushkin, Walt Whitman o Ezra Pound. Luis Cernuda supo alumbrar constante y tranquilo, siempre Juan Ramón Jimenez y Federico García Lorca, quienes me permitieron entender a María Zambrano lo difícil que era para una mujer pensar, pensar y escribir esas ideas en español, he sido infiel e inconstante en mis lecturas, poliamorosa y amorfa, he picado de muchos y los he desechado luego, claro va quedando algo de esos incendios. Al constatar lo ordenados que son muchos poetas con sus lecturas y como van componiendo su propio espectro inspirador o referencial, me quedo boquiabierta y hasta me asusto, en mi cerebro no puede pasar eso, los detonadores han sido diferentes, los arraigos y los vuelos se han dado como pequeños electroshocks. Algunos se han quedado, otros han sufrido metamorfosis y adaptaciones, Fernando Pessoa por ejemplo, es uno de los pocos que nunca se ha querido ir, estan siempre buscando otras raíces y otros vuelos. Lamentablemente para el propósito de tu entrevista soy un despropósito y un desastre para catalogar.

9. ¿Cuánta esencia de tusan lleva tu obra? ─Mucho. Pero no todo, he escrito libros donde quiero gritar mi hibridez y convocar esos mundos ese mestizaje sui géneris que es la tusanidad peruana, pero yo no soy solo tusán peruana, soy tusán con otras propuestas territoriales, donde se amalgama esa parte china y ese otro que busca reconocerse o diferenciarse, mayormente lo tusán buscaba golpear al lector y que le duela lo que me ha dolido a mí o las historias que escuché de la diáspora. Después de la Revolución Cultural, cuando los chinos de la diáspora “salimos del Chifa”, empezó un tsunami de posibilidades, porque ser descendiente de chino te da un eje y las combinaciones con la otra cultura multiplica y potencia las variables. Me importaba dejar registro sobre lo inefable o las terribles tragedias sin nombre de las primeras migraciones, de las migraciones en general, sigo llorando la juventud truncada por la muerte de mis dos sobrinos, por ser hombres y apellidarse Wong. Siento que fue una inmolación biopolítica. Creo que llegó un momento en que al mundo le molestaba que tuvieras apellido chino, porque eras enemigo de la vida… como ha pasado con esta xenofobia durante la pandemia. También he escrito textos que tienen que ver poco con la identidad y buscan más pinceladas estéticas o juegan con el lenguaje o la cosmovisión latinoamericana.

10. ¿Qué buscas en el mundo? Dado tu vida herrante y viajera. ─Mucho y nada, he aprendido que el concepto de vacío es muy importante para vivir y crear, la impermanencia y la interrelación entre personas, cosas, escenarios, circunstancias, como decía Ortega y Gasset, los objetivos materiales o religioso civiles, muchas veces se quedan en conceptos que no alcanzan a explicar la existencia o nuestro paso por el mundo. El vacío convoca un proceso creativo racional y vivencial, donde hay algo más que las funciones biológicas y los “triebs” o impulsos, el desarrollo de una espiritualidad es muy personal en cada humano. Cada ser humano va creando las

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REVISTA LITERARIA ERGO circunstancias de acuerdo a su consciencia y su proceso de observación y aprendizaje de su entorno inmediato y mediato (ahora mediático también), nombrándolo y adaptándolo o adaptántandose a nuevas exploraciones, esto puede ser subliminal, o muy consciente.

11. ¿Cuáles son tus nuevos proyectos? ─Hay uno que me está enloqueciendo porque pide mucho de mí y siento que con la pandemia me he vuelto dispersa, me cuesta concentrarme. Hay un temor instalado que toma mucho de mi ser creativa, un temor que no conocía. No quiero escribir para sobrevivir y para mantenerme estandar, sino me gustaría despertar ese genio que destruye todo para crear universos nuevos e interesantes. Pero ahora no puedo convocar mi propio horror porque no lo soportaría.

12. ¿Cuán importantes son los colectivos o movimientos artísticos en Perú? No sé. Para mí, es una forma de catalogar espacios y cronologías. Yo no pertenezco a ninguno, el Festival de Poesía en Chepén, no es ni un movimiento, menos un colectivo con manifestaciones estéticas precisas, es un grito de auxilio, para visibilizar la ausencia de la palabra en esa región del Perú.

13. ¿Por qué crees que somos un país donde las bibliotecas públicas se cuentan con los dedos de las manos? ─Porque hay muy pocos lectores, poca gente es consciente de la importancia del libro. No hay una formación para el gozo librero, en la mayoría de actividades tú tienes un gozo inmediato, en la lectura no… No se ha creado un espectro suficientemente fuerte para fundamentar qué son los libros, por qué es importante leer y generar ideas, por qué es bellísimo pensar y conversar, porque no nos han enseñado a escuchar y a respetar las diferencias, porque leer es difícil, y porque lamentablemente se puede vivir en base biológica, sin leer. Las culturas preincas eran ágrafas, no hay una tradición milenaria con la escritura y la lectura.

14. ¿Crees que la poesía es importante en un país? Sí, creo que la literatura es fundamental para cualquier tipo de sociedad humana. Todo empieza a generarse en la lengua, el habla, la simbolización, a partir de allí, la metáfora que le permite a la humanidad autosimbolizarse y vincularse con su entorno, se crean conceptos y realidades, a partir de cómo produces un discurso, una retórica, una estética y una ética. En la literatura se junta todo eso.

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15. ¿Cómo ves la poesía peruana? ¿Qué expectativas te genera? Hay excelentes poetas peruanxs, muy críticos consigo mismos, a la vez instruidos y estamos escribiendo con mucha cautela y mucha pasión la vez, con mucha rabia también, eso me parece vivificador e interesante. Víctor Coral hizo una serie de entrevistas durante la pandemia, gracias a eso conocí gente que no había leído todavía, fabulosos, también. Eli Urbina está interesado en difundir, el poeta en su torre ya no existe, nos leemos mucho mutuamente. Paul Forsyth, convoca muy buenos poetas y hace lecturas incisivas, geniales, no se queda en el show, hay colectivos que difunden poesía y leen con seriedad. Por ejemplo, la Poesía Embiste, Días circulares, Poesía en la Ciudad, dicen mucho de la sed y la curiosidad por el otro, me parece un buen síntoma. Las editoriales pequeñas tienen estéticas propias, buscan sus autores de acuerdo a cómo ellos creen y disfrutan el discurso poético… Siempre están buscando formas, produciendo, eso es bastante nuevo, el resultado es una sobreexposición y hiperproducción, pero es mejor eso que la escasez, de allí uno puede escoger.

16. ¿Cumple algún rol la poesía en la política? ─Como dice Jarabe de Palo: “Depende”. Mayormente, todo acto de habla y comunicativo es político, si vas a la raíces de la comunicación y por qué hablamos, porque necesitamos del otro, desde ese estado básico todo lo que digas es político pero puede ser malinterpretado, caer en determinismos o búsquedas de un poder superficial y no del reconocimiento de la consciencia, hacia la palabra en diferentes periodos de la existencia. Entonces, es peligroso hacer categorizaciones tajantes o definitivas sobre los objetivos políticos de la poesía. La búsqueda del poder o el posicionamiento a través de un discurso o una estética-ética es un camino sutil, más laborioso y artístico que otros caminos. La generación del 27 en España, se encaramó en la cúspide de la revitalización de la lengua española y se apoyaron en la poesía, trataron el modernismo como umbral para revivir formas y contenidos. Querían reestructurar la creación y Ars poéticas, a través de las miradas y filtros en diálogo, con la tradición pero muy alertas a lo que se estaba produciendo en la lengua. Cada uno desde su trinchera, entre la soledad y el necesario diálogo; Juan Ramón Jimenez, Alberti, Salinas, incluso Zambrano sabían que no podían quedarse con Góngora como un padre lejano. Los del 27, hicieron un manifiesto expreso, ellos sabían lo que querían. En Perú, hay algo incosciente, uno sabe que tiene a Vallejo de padre y que debe seguir pidiendo su luz o superarlo, es decir formar una propia poética pero no hay una propuesta clara de un estudio crucial entre el pasado, presente y lo que se quiere alcanzar, porque en Perú conviven aún eras cronológicas distintas, no se han eliminado. Hay poéticas arcaicas, poetas que se aferran a íconos o a un lenguaje desfasado y tienen buenos resultados. En Perú, se dialoga genuinamente con tradiciones que otros ya han superado, no son sólo un referente. Hay escritores con un lenguaje ultramoderno, más que postmoderno, de una belleza técnica, casi binario cibernético.

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17. ¿Qué opinión tienes sobre la política actual? ─Aquí paso. El mundo está en una terrible crisis, quizás siempre lo estuvo, quizás la vida es una crisis, una grieta mayor, pero ahora se nota más, porque las redes sociales y los satélites permiten otros flujos de información. Yo también estoy en crisis, así que mi última tentación, no será tomarle la temperatura a la desgracia humana y menos buscarle solución.

18. Sabemos que somos un país conservador y machista. ¿Cómo podríamos cambiar esa realidad? ─Los hombres no se van a dar cuenta de lo terrible que es el machismo, hasta que no vivan en carne propia la violencia, la agresividad y sus derivados. Lo que conlleva a la inexistencia de un cambio sustancial, por ello, quizás necesitan tener todos un familiar cercano vulnerado ya sean hijas, hermanas, parientes o ellos mismos desde jerarquías patriarcales que son obsoletes. Hay jerarquías necesarias que contribuyen con el equilibrio, pero todos somos testigos de la violencia social, debido al tremendo desequilibrio entre géneros. Los hombres peruanos, no se dan cuenta de lo machistas que son pero lo más triste, es que las mujeres peruanas, han contribuido con eso desde épocas inmemoriales, por lo que sería necesaria una reeducación en ellas.

19. ¿Cómo defines la muerte? ─Es una metamorfosis, la transformación dentro de este espacio bio-constructivista es constante. Cambia, todo cambia. Hay días en que respondería de forma alturada y filosófica, hay días en que me apoyaría en la religión, hay días en que te diría que es necesaria y hay días en que te diría que es horrible perder a alguien querido, quizás hasta te odiaría por preguntarlo, que aunque me repita que ese ser amado muerto a temprana edad está a salvo en un algoritmo irreconciliable con este plano, esa sensación de pérdida y ausencia es irreparable. También depende de cómo fue la muerte y qué provocó la muerte, de quién.

20. ¿Qué libro estás leyendo actualmente? ─O vento assobiando as gruas de Lidia Jorge, cuando acabe voy a escribir una crítica para la revista digital Las Críticas. Lidia Jorge acaba de ganar el premio de la Fil Guadalajara 2020 merecidísimo. A Siri Hustevdt “La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres”. Tambien a Ingrid Noll El gallo está muerto (Der Hahn ist tod)”.

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REVISTA LITERARIA ERGO 21. Recomiéndanos tres poetas peruanos y tres narradores. ─Te dije arriba: Antonio Cisneros, César Vallejo, Blanca Varela (guardia vieja) Magdalena Chocano, Gamaliel Churata, Rosella di Paolo, más contemporáneos. José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro, Pilar Dughi, (de los que ya se fueron). Rafael Dummett, Christiane Félip Vidal, Teresa Ruiz Rosas.

22. ¿Qué legado te gustaría dejarnos? ─Nada, que cada uno encuentre su camino. Mi libertad. Que lean mis libros en serio, no por obligación… que me gocen (si quieren, claro) Que me recuerden como una excelente escritora que hizo lo mejor que pudo con las palabras que se encontró en el camino. Amé mucho y mal, no sé si eso es un legado.

Entrevista escrita-virtual realizada por Manuel Quiroz el 3 de diciembre del 2020.

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COMENTARIO SOBRE LA OBRA DE JULIA WONG

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La danza poética de Wong (explorando una poética andante) por Julio Barco

La voz de Julia Wong es una confidencia extraña y extranjera, aunque por eso mismo, muy parte de todas las voces extranjeras que finalmente son también sustrato de nuestra propia diversidad. Es decir, la poética de Wong bebe tanto del pensamiento alemán moderno sobre la vacuidad, como del juego mental de Pessoa, como de los campos de arroz de Trujillo, como del ardiente verano de la ciudad, como de sus complejos propios, como de sus viajes por el mundo. Hay desarraigo del que solo se encuentra en su sitio preferido: el no lugar del lenguaje, el vacío del papel; el eterno peregrinaje de la poesía, mientras se suceden los años. Por eso, creo yo, el principal problema de ubicarla dentro de esquemas tan oscilantes como las generaciones donde se castra la posibilidad de encajar a poetas que no encajan. Pienso, por ejemplo, en Pablo Guevara, que por entusiasmo sería de todas las generaciones aunque por academicismo no es admitida en ninguna. Lo que la pedagogía empequeñece, la experiencia personal enriquece. Y es justamente ese tampoco pertenecer a la región transparente de nuestra poética nacional la que torna su poesía un teorema nuevo, palpitante, que nos da ideas de un cosmos siempre vivo y directo, siempre inteligente y agudo, como descarnado, violento, visceral, a punto de estallar dentro de su propia energía. Pienso en el poemario Un vaso de leche fría para el rapsoda (Celacanto, 2016) donde la complejidad filosófica como el temple desgarrado convergen; sin olvidar el largo poema río dedicado al cangrejo, que yo desde ya incluiría en una antología de los mejores poemas largos donde también, evidentemente, pondría Poemas Underwood de Adán; o Balada para un caballo, o Para Elsa poco antes de partir, o Salmo a la gran Madre Quianyin del injustamente olvidado Óscar Málaga. En la desmesura de Tequila Prayers (2017) donde la exploración erótica detona en un mar de versos sobre el cuerpo, como también la familia, la soledad. Y, frente a estos, sin duda, el que para mí es el más logrado, por su justamente densidad intelectual como la propuesta de libro dinámica donde la idea de autor, obra, y discurso propio como ajeno se fusiona amplificando las posibilidades del tejido, o verso, de la poética contemporánea. Quizás tan solo el mencionado Guevara con su libro Homenaje a Pound tenga un tributo de alta dimensión. Sin olvidar que ninguna poética nace por generación espontánea y ese gozo, ese renacer, es el mismo engranaje mental de lo poético. Y frente a todos estos temas, un repaso desde Oriente a Occidente, una poesía andante que absorbe culturas y sensibilidades. La poesía peruana tiene en Blanca Varela, Carmen Ollé, María Emilia Cornejo, Enriqueta Beleván, Magda Portal, y tantas poetas incluso más jóvenes como María Belén

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REVISTA LITERARIA ERGO Milla o Stephany Calderón, y tantas, muchísimas más. Como sugiere Pavese, cada poeta le toca cantar el espacio que debe cantar y nunca otro. Es necesario saber que el espacio sentimental que le tocó iluminar a Wong es una danza poética que atraviesa grandes espacios con la música eterna entre los dedos. Sin embargo, la fuerza de Wong no solo se detiene en la pulcra y persistente música de su poética, sino en proyectos como Festival de Poesía Chepén Chepén que viene elaborando hace muchos años un festival dinámica en la ciudad de Chepén y pueblos aledaños como Guadalupe o Pacasmayo. En esto, yo siento una clara convicción y, pese a toda hostilidad de una realidad compleja, celebro que se imponga como uno de los mejores festivales del país, cuyo ejemplo debe ser replicado por tantos alcaldes o gestores culturales que buscan levantar la movida cultural nacional. Hay tanto por hacer a nivel de cultura y poesía en el Perú pero faltan líderes con esa convicción de que su trabajo no cae en el desierto, sino florece y da frutos. Tuve la suerte de ser invitado a uno y fue una experiencia de aprendizaje constante que todavía recuerdo como parte del aprendizaje de amplificar la vida poética. Además de ser un espacio de compartir obras y conocer autores sirve como un eje de movimiento de recitales en colegios y municipios. Para desarrollar este proyecto, Wong trabaja tanto con poetas locales como extranjeros, siendo la vez que asistí un encuentro con poetas de otros países como la chilena Elvira Hernández autora de bandera de Chile. Obviamente que, lejos de hacer política tonta, Wong da un opíparo menú de letras a los vecinos de esas regiones del norte peruano, y, personalmente, yo creo que una gestión cultural de ese calibre es, en realidad, una gesta; una forma de hacer política real y participar en la vida cotidiana, nutrirla y nutrirnos, un compartir de experiencias. Y eso me llevé de aquellos días entre risas y declamaciones en salones amplios y ojerosos de sombras, con Bethoven Medina presentando su excelente antología dedicada justamente a la poesía del Norte; y es que tanto me enamoré de la sensibilidad de los norteños que hasta escribí un trabajo llamado Des(c)ierto; con epígrafes todos de poetas del norte y escenas de la vida cotidiana de Trujillo. Fue allí, en ese festival, donde Wong me pasó su poemario Enardecida Urbe (2019), cuya edición volvió a publicarse en Argentina por la editorial Viajera; y es un libro que tengo subrayado y que curiosamente tiene la foto que le tomé a Wong en el cerro San Cristóbal aunque no indica que yo fui el que la tomó pero qué más da, y, por cierto, es una gran foto y refleja ese lado de Wong más conectada con la Lima Urbe, con la Lima periférica que se nutre justamente de toda la provincia enardecida en la Urbe, según Matos Mar and Company. Mi amigo Pablo me contaba que su padre el escritor Carlos Calderón Fajardo afirmaba que Wong escribía mejor en sus etapas de crisis existencial. Y es cierto. Siempre sentí y siento mucha admiración por su poesía y ese lado de “querer hacer algo diferente en la realidad peruana” que junta experiencias, disuelve el tiempo y espacio, y nos enfrenta a vernos y aprender los unos de los otros. Gesto más que inolvidable. Aquella tarde, bajando en un taxi por la falda del San Cristóbal, Wong me contaba la importancia de ese

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REVISTA LITERARIA ERGO cerro para el rostro de la nueva Lima. Por su mestizaje andino en ciudad que se expresa más en la grisura de sus calles horribles, según Bondy y cualquier poeta aventurero de 20 años que la toma como escenario de sus primeros trotes. Wong es ese cerro, pero también esa mujer que se reinventa, se busca y canta en el peregrinaje, o danza eterna, que es su poesía; un eterno fluir sin retorno. Sin olvidar también sus novelas y que este 2021 empezó una serie de entrevistas a Margarita Saona, Susanne Noltenius, Victoria Guerrero y Virginia Benavides. ¿De qué me olvido? Wong es reservada y rigurosa para consigo mismo; su arte empieza a leerse en todo el mundo. Lima, enero, 2021

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POESÍA

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Martín Gala Nació en Piura el año 1987. Vivió toda su niñez y adolescencia en el distrito de Parcona – Ica. Estudió Filosofía y ejerce la docencia en el nivel secundario y superior. Anarquista confeso. Ha participado en la Antología nueva poesía iqueña (2010), Antología poética arawiy (2011), Arquitectura de la palabra (2019), Discursos estéticos (2019), Antología poética luna con gatillo de Argentina (2020), Antología poética Aliar de España (2020), Antología poética Yo construyo mi país con palabras (2020). Es miembro del Círculo Poético Arawiy. Ha publicado los libros de poesía Protesta de imágenes mentales (2014), De los ángeles y demonios (2015), Laberinto de los anhelos (2017), Honor a las últimas estrellas (2019) y El respiro involuntario del absurdo (2020). Obtuvo mención honrosa en el torneo Slam de Poesía Oral.Perú 2016, el Segundo lugar en el concurso de poesía CAELIT en el 2018 y finalista del concurso Aliar Ediciones 2020 en España. Ha participado en diversos fesivales poéticos a nivel nacional e internacional.

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Hay una brisa en el sur Estoy en el fin del mundo haciendo de las palabras flores para que trepen las paredes húmedas de la brisa ¿llegarán acaso hasta las hojas que en otoño se estrellan en los versos de arena? corro hacia las llamas para treparme en sus halos le suplico a las brasas a la salvación de tus ojos al infierno con sus fantasmas. y aun así, estoy en el fin de las horas cantan los minutos el olvido la desventura las risas en las callecitas de tierra las nostalgias en los vinilos que se incendian sobre la mesa. languideció en mi mano la razón los puñales se convirtieron en roces de algodón hay un miedo que recorre las avenidas las esquinas las extrañas cortinas de las casas el sur del mar el azul del techo que me hace un desierto

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El respiro involuntario del absurdo Odio las ventanas de los autos me dejan ver el absurdo devenir de las horas y los minutos que se encajan en la piel como huso que me ata a la vida Las puertas de las casas y la acera a medio construir los hoyos en el asfalto que se inundan por el desborde de la ira se entrelazan en un caos perfecto es el universo mis pies. Hay algo en el pasado en el mío en el de todos que me acerca al llano del tánatos como si quedara envuelto en el incógnito sueño es eterno el devenir. Los ansiolíticos en el piso de mi cuarto y la profunda sensación de escapar ¿Hacia dónde ir? si no se escapa de sí mismo, si el cielo está en los bares del olvido ¿Dónde escapar? si no se puede huir de los caminos de los ojos del respiro involuntario del absurdo. Hay algo más al final de la ruta quizá un eterno ir a la deriva un constante sonido del motor sin el desgaste del tiempo. quisiera que continúe el lento rodaje de las llantas y dejar atrás la falta de algo a veces quisiera hablar conmigo y encontrarme en los linderos del mundo pero hay soluto en la madrugada en el amanecer hasta la tarde tan perdido ¿Adónde ir?

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Miguel Ángel Hernández Sandoval Nació en Piura en 1976. Estudió Comunicación en la Universidad de Piura, donde ganó los juegos florales –mención poesía– en los años 1997 y 2000. En el 2011, con su poemario Fe ciega obtuvo el primer premio en la III Bienal de Poesía, organizado por la Revista de Poesía Peruana Estación Compartida. Tiene publicado el poemario Tras la voraz canícula (2015) y con Viaje a las islas hormiga obtuvo una mención honrosa en el IX Concurso Nacional de Poesía 2015 “José Watanabe Varas” de la Asociación Peruano Japonesa. Poemas suyos aparecen en Insana virtud. Muestra poética reciente de la posmodernidad (2016) y en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017). Con su microcuento “Peluches” obtuvo el primer lugar en el concurso Historias de cuarentena, organizado por la Municipalidad Metropolitana de Lima en el 2020.

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Té para tres Con un mal día a cuestas comieron, se hartaron y muy de madrugada lograron desatar sus temores escondidos en cualquier subconsciente rasgando el aire frío y más tarde (en horas no santas) se reencontraron sin culpas en anchos bosques y en vastas campiñas desinhibidos, decadentes, expuestos el ambicioso Julien Sorel la inquieta señora Bovary y el torturado Roskolnikov ellos y nadie más que ellos con su respiración entrecortada lograron superar los tormentos y ahora buscan ser queridos pero el mundo no entiende de misericordia.

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Retorna el hombre La historia lo fagocita y él se crea necesidades con sus quince minutos de fama y sus otros quince de cojudez el hombre rico el hombre pobre ser desquiciado por antonomasia que al final de sus días no tiene más recurso que el esperanzarse en fuerzas invisibles como si estas hicieran a un hombre sin doblez sujeto peregrino y viandante cargado de conciencia y realidad sujeto moral que se desdobla en sí mismo y en otro o aquel hombre erigido desde sus miserias y grandezas ya reo ya juez en el tribunal de su conciencia pobre hombre resistiendo el mal que le viene de afuera y el mal que le sale de adentro hombre que es mejor inventárselo para comprenderlo con sus dichos y hechos.

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Fernando Huaroto Nació en Lima en 1993. Estudió Literatura en la Universidad Naconal Mayor de San Marcos. Fundador y director Hierba/Zine. Finalista en el I Concurso de poesía experimental Jean Brossa (Cuba). Primer puesto en el Concurso internacional de poesía erótica Isabel Vigo con Canciones para June. Ha publicado las plaquetas Devociones, Gabaratos, Anotaciones y Correspondencias. Fundador y director de Circo Editorial, administra el blog www.manualdepirateria.blogspot.com Ha publicado textos en revistas nacionales e internacionales.

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iNFANCIA a Charly García El niño danzaba por la frontera del tiempo entre la tierra y sus insectos en la geografía de la palma de sus manos El niño se posaba bajo sombra se hacía noche o subterráneo para no morir incendio El niño se encontraba y se hacía solo, solo en su antiguo imperio El niño confiaba en el territorio de su infancia de incendiarse y construirse estrella El niño no puede verse barro por eso canta a la hierba, canta a la lluvia el niño se hace polvo, se hace cristo se hace errante se hace omiso y milenario canta en desorden todas sus vocales.

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Nardo A Nerval. Al anochecer, en su firmamento en su tierra atlántica de hombres ahogados sin religión ni cruz sobre sus ojos. EL SOL FRAGMENTADO se columpia oxidado chillando su fragilidad en su esquema de dejarse inmóvil. ¿¡Oh, y sus cadenas!? metal fundido húmedo inflamado en su cuerpo falso de corona Narda -de corona nada-. Así de insignificante e inmenso como una piedra doliéndonos una piedra que se peñasca con nuestra sombra que se toca que se golpea que se invoca que se troncha creciéndose como magia negra ese color que remueve a todo Hombre Así de insignificante e inmenso el hombre a veces atreve a desatarse el nudo de sus huesos recordándose entre las estrellas que se amansan en el fondo de sus ojos todas inquietas abismándose cayendo como la lluvia que golpea su inmortalidad terrible.

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Valeria Castañeda Chávez Nació en Lima en 1992. Bachiller en Ingeniería Mecatrónica, apasionada de la literatura y la poesía. Ha participado en la muestra de Poesía de Lima Sur: Desiertos (2019) y El mar no cesa (2019).

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IV Muerdo el polvo y sabe a sangre, mi labio hinchado la cabeza a punto de explotar con cargas de a cien toneladas, tú encima mío con aliento que apesta a alcohol vencido yo estoy llorando tú no te das cuenta, me besas el cuello mi cuerpo laxo que no responde, incapaz de incorporarse las luces apagadas o mis ojos nublados que dan vueltas y que solo escuchan tu aliento, sofocante, te pido que te detengas, pero no lo haces, no te detienes, no eres capaz de escucharme, el alcohol te tiene sordo con el sexo inflamado, me haces daño y no lo notas, cuando acaricias mi vientre bajo en busca de deseo mal llevado tus brazos me aferran bruscos cuando intento levantarme sin éxito porque tu eres más grande y yo nunca he sido muy fuerte me haces daño, te digo pero tú, ya no eres tú, eres alguien más en tu cuerpo de colmillos y el silencio solo roto por mis sollozos sin fuerza no porque me hagas daño, sino porque me rompe tu inconsciencia.

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V Hoy mi gato me ha hablado Y yo no he reconocido su voz. Como tampoco él me ha reconocido a mí. Dos miradas extrañas. Evaluando-se Mientras yo me pregunto qué es lo que pensará mi gato. Y él se pregunta (probablemente no) qué demonios pasa conmigo o si le daré más comida. El acto de saltar requiere un cierto tipo de valentía que muchas personas no entenderán. El valor determimista de concluir de manera racional. La belleza que exuda el aleteo de una mariposa en el otro extremo drl mundo. Justo como una ecuación física que nunca logras entender. Al menos no del todo. Pero que en su incógnita permanezca la verdad. La eterna diatriba que agoniza. Resolución!

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Rodrigo Noriega Torres Nació en Arequipa – IXCMXCI. Insubordinado amante del Derecho, negligente por excelencia y escritor a tiempo incompleto. Advierte que antes de escribir esto nunca abrió un solo libro de poesía, de hecho, lo consideraba inútil como todo buen amante de la narrativa. Arquitecto y cineasta frustrado, ganador de un premio internacional que no es de literatura. Tiene varios escritos mediocres desde los doce años, y nunca ha sido publicado en ninguna antología nacional ni internacional. Es asistente frecuente de recitales donde suele generar sonrisas e indignación. Desde el 2019 es director y fundador del espacio cultural Asilo Poético, donde administra, junto con el peor poeta de Lima, un programa diplomático para exiliados poéticos como él.

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Trinidad Eres la necesidad del impulso, el fuego de los breves discursos, y la tijera del nudo en mi garganta. Eres el motor de la curiosidad, el viento enfrascado con la neblina, y el edificio que enmascara mi lengua. Eres el uso de aceites, la explanada de contrastes, y la sistemรกtica manipulaciรณn de la voz. Y aunque resbales en mi pecho, y me generes contracciรณn, a veces te detesto, a veces es perfecto.

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Dual El sonido de las caracolas se abriga con el océano de tu boca. No he de suspirar incautamente por placeres invisibles sino de las palabras que me abracen con certeza. Es mi desidia un barco orillado en la cadena semanal. Sostienes un raudal de proteína digital en el que ansío nadar. Ni mi voz ni mis versos son Juramentos, mas sí la simbología de otro día sin fumar.

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Ray Franco Paz Quesquén Nació en Chepén en 1993. Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de Trujillo. Cursos de: Simbología Antigua en la Universidad de Barcelona. Arteterapia para el trabajo con niños y adultos en el Instituto Europeo de Integración Sensorial. Obtuvo el segundo lugar en el concurso Nacional de poesía “Cartografía Poética 2019”. Primer lugar en los Juegos Florales de la Universidad Nacional de Trujillo en el 2015. Publicó los poemarios: Cartas a una Reina, Armonía musical de las esferas, Porn Art, El niño y la luna, Progressio harmónica y No moderno artificio publicado en México en el 2020. Dirige la Editorial Reinos, el programa virtual de filosofía y poesía “Pensar en no Pensar” y el programa integral de lectura “Leo Veloz”.

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FA

No existe ángel que no haya sido hombre en la tierra Swendenborg Dar un paso a cualquier parte Cubrir a plenitud la ontología de tus cardinales Morir por una hormiga Morir por un condenado Morir hasta descubrir otra divina proporción Morir de un ojo en el cráneo Como un alumno de la noche que murió tropezando Con un balón de fútbol que rodaba de planeta en planeta Morir hasta hallar tu no ser encarnado Entre las bestias Que mueren de harmonía Porque saben que el orden cósmico Es el caos de las esencias.

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Oración final Om mani padme hum Madre: Estrella no es una esfera Caliente-brillante Tampoco una asteroidea Los hermanos equinodermos Se aman desde los núcleos Abisalmente-invertebradamente Como los espíritus primigenios Un átomo que estalla de amor En la sangre de la galaxia Desde la mitología a la ontología De los ángeles Desde el vacío que evoluciona Con el hombre

Y llegará la hermana muerte Con su luz de víscera Con su útero hambriento De sienes celestes ¡Y los niños! ¡Oh los niños! Que cazan estrellas huidizas Con su desnudez ¿Crees que las asfixian para que no sufran su orfandad? Madre: La maldad de la humanidad No ha de renacer en su lecho Estrella es el cosmos Estrella es tu corazón Que también alumbra Desde la primera noche del cielo.

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Juan A. Lezameta Requelme Nació en Huari – Áncash, el 20 de abril del 1995. Educador, rapero, poeta, gestor cultural y embajador universal de la paz. Activista social, defensor de los derechos humanos y gran impulsor de la poesía vivencial en las comunidades alejadas, donde la educación llega a duras penas. Ha recibido diversos reconocimientos a nivel del mundo ─a tal punto─ siendo considerado ícono mundial juvenil de la cultura y paz en la India. A participado en diversas antologías. Actualmente reside en Huaura - Lima.

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A oscuras Muertos, los focos de la ciudad, me persiguen. Apresuro el paso evitando tropezar con algún insecto que duerme bajo una cómoda piedra. Me dirigo a no sé dónde. Saludo a cada transeúnte. Sonrío, me sonríen. Apresuran el paso... y me doy cuenta que son mis ojos los que se apagaron.

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Promesas Odio decir esto pero no aceptarlo es de cobardes. Ya no me caben más números en las manos para contar las veces que juré olvidarte ─o almenos intentarlo─ Lo juré en nombre del padre, del hijo y de la Santa madre a quien negué un beso /para obsequiártelo/. Odio decir esto pero no aceptarlo es de cobardes Pero yo [Soy humano] TE MO.

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Denis Castañeda Nació en Chimbote – Áncash el 4 de octubre de 1978. Licenciado en Educación. Primer premio en poesía de los Juegos Florales en el 2005. Figura en numerosas antologías. Ha participado en diversas actividades culturales en Perú, Ecuador, Colombia y Estados Unidos. Artículos y poemas suyos se encuentran en las más prestigiosas revistas físicas y virtuales. Ha publicado los siguientes libros: Diamantes en la sombra (2004), Bajo el puente de Londres (2005), La palabra enterrada (2010), Desterrado de tu cuerpo (2017).

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Sentencia Aquí mis lágrimas son el hierro que sostiene esta casa habitada por los fantasmas que deambulan a la hora de la nada ya nada es posible estás lágrimas son lagunas de falsos recuerdos y vanos juramentos ahora los fantasmas se tienden sobre la mesa y saborean la insípida cena y si hay una esperanza la veo evaporarse como el humo del cigarrillo que intento atraparlo y no lo consigo.

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Reminiscencia Lejano aún inalcanzado en un tiempo he vuelto a danzar en esta casa y he vuelto y no para el tiempo Lima ciudad desenfado nocturno por encima de ella he levantado mis manos para abandonar mi vida conducida a radiar lo dulce y perfecto en un punto he vuelto a danzar en esta casa y muerdo los versos que por primera vez escribí depositado en la neblina los ópalos escritos con sangre de lucidez con ningún propósito también en esta casa revolqué historias diseñando palabras y jugué a tener un matrimonio abismal en el concepto de imperfección mas toda bendición todavía es insoluble ahora ninguna parte de la casa me conduce a la salida sólo he vuelto a danzar en ella creyendo tener sabiduría en edificarla con las crónicas que un día alimenté en columnas sostenibles estoy sosegado por el terror y la locura de los viernes mi danza es ahora manicomio en donde envejezco sin tregua.

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Jorge Córdova Chuquihuanga Nacido en Paimas – Piura. Vivió un tiempo en Tumbes, donde inició su camino por la poesía. Su primer poemario Perfumes de la tierra, apareció el año 2012 por Editorial América. El 2019 publicó, en coautoría con la artista plástica y poeta Frida Velit Casquero, el poemario La música de la escarcha (Fractal Editores).

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Entre la lluvia y la ausencia Es oír la música que entre los bosques espesos fragorosamente emiten los últimos silencios El arpa de la multitud callada. Algo que se marcha y deja una estela de historia entre los vivos Aguas quietas o dunas verdes u hojas que se desprenden como la sonrisa de las lejanías: pequeñas estaciones donde se ahítan los crepúsculos y el mundo se libera de los ruidos zafios El beso del relámpago y la inmortal oscuridad de los misterios Es palpar lo imperceptible. Una gota de rocío cuando cae y el temblor levísimo en la hoja. Luz de un no sé qué sendero de suspiros como si en ello se acurrucasen todas las edades de la Vida Ni más ni menos. El abrazo de un tiempo único que se quiebra entre las sombras de la ausencia.

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Huellas Agua de los ríos Y la música que en ellos mimetiza el viento Perfume de árboles / de hojas mojadas por la lluvia silenciosa La hierba tumbada donde unos cuerpos rodaban buscando sus libidos secretos es ya una estación de cantos donde el tiempo sigue joven y las aves se recrean picoteando huellas de semillas Debajo de las piedras hay aguas de otros ríos Pero todo sigue igual como al principio El viento entre los árboles y luego besando las aguas de los ríos La música de lluvia sobre las hojas y esta luz de la mañana dibujando tu sonrisa.

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Miguel H. Tapia Salas Nació en Apurímac en 1995. Comunicador Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ejerce de periodista, docente y gestor cultural. Es miembro fundador del colectivo artístico WIñapu y organizador del Primer Festival de Poesía Apurimeña. Ha publicado Sara Ser (2019) y ApuRimac/Antología de la poesía apurimeña contemporánea (2019) ambos bajo el sello de Cascajo Ediciones. Estación sur (2020).

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El berrinche de un campesino que no se enteró que era campesino hasta que se lo dijeron Nos dicen: sigan mis pasos Y con un abrazo y una computadora piensan solucionarlo todo Los libros han dicho mucho entre lo malo y lo bueno hay tanto que no bastaría con la vida para enterarse y no nos enteramos Poco o nada llega a los pueblos sin librerías ni universidades Luego, cuando nos enseñen que encontraron Machu Picchu nos preguntaremos cuándo la perdimos Y no entenderemos nada. A un niño en ojotas las muchachas le rehúyen mientras un perplejo que aspira al nombre de artista pero no comprende la belleza de una papa con queso a las cuatro de la tarde predica su credo con los dedos al aire y un chullo de alpaca tejido en el extranjero No imagina que si el niño tuviera dinero tardaría nada en usar zapatos. Se han empeñado en hacernos caricaturas de nosotros mismos: El ruido de los dientes al masticar, El trabajo y el temor al porvenir también son nuestros Aun con las manos gruesas y toscas y el andar callado fijo siempre en la poesía de un maíz creciendo o las nubes que anuncian lluvia en el estío el campesino entiende de soledad y alegría. mientras, algunas jóvenes preciosas necesitan de una temporada en el campo sin electricidad, ni agua caliente ni tan siquiera papel higiénico para poder apreciar el esfuerzo de los pastores de llamas que se bañan una vez a la semana y tiemblan los seis días restantes El hermano, el hermano dicen en cada caridad, mientras calman su culpa con migajas Hipócritas de mierda: Al hermano no se le mira hacia abajo. Olvidan que el campesino es más que una imagen en el periódico a quien enviar frazadas en invierno y que a uno bien puede faltarle el papel higiénico y aun así mantener la dignidad.

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Charla pétrea Las piedras quieren hablar Tienen las palabras en la boca desde hace más de cien años. En la casa, hogar sin padre ni gato, el tiempo anduvo pisando yerbas. ¡No quedan más que grietas, nidos de lagartos y arañas! Grietas con manchas naranja, crujiendo en el sol. Alguna vez hubo hombres, cuentan. ¿quién oye? Los mulos indolentes siguen su curso. En una loma olvidada de un pequeño pueblo hay unas piedras que cuentan: ¡ALGUNA VEZ HUBO HOMBRES! ¿Quién oye? Aunque se desaten las lenguas pétreas Las montañas no tienen oídos ni el río recuerdos. Los ecos tardan en desaparecer.

Recopilación realizada por Manuel Quiroz.

Los textos fueron tomados de colaboraciones enviados de la convocatoria para la antología del 2020, pero que por el motivo de la pandemia no pudo realizarse.

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ANTOLOGÍA SEIS POETAS PIURANOS

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Presentación Con esta breve muestra de poetas piuranos queremos homenajear a Emilio Saldarriaga (1920-1990), vate talareño, director del grupo Liberación, formado en 1956 e integrado por poetas de extracción proletaria como Eusebio Arias Vivanco, Agustín Silva, Danilo Valladares, Eduardo Farro Castillo, así como por Lina y Gloria Burneo Seminario. Este grupo literario tuvo vínculos con el grupo intelectual Primero de Mayo, pues algunos poetas talareños integraron además el grupo de Víctor Mazzi, Leoncio Bueno, Julio Carmona, etc. Saldarriaga fue un notable poeta y promotor cultural, colaborador de periódicos locales y del extranjero. El Poeta Mayor (como fue conocido) merece ser leído por las nuevas generaciones de talareños y de poetas peruanos. Sus poemas más emblemáticos reivindican y narran las luchas iniciales de los trabajadores en suelo petrolero y el sereno acontecer de la vida en el puerto norteño (v. gr. “Elegía a Alejandro Taboada”). Las nuevas generaciones de poetas peruanos no conocen la poesía de Armando Rojas y de Rosa Carbonel, valiosos exponentes de la poesía piurana del último cuarto del siglo XX. Los reivindicamos e instamos a los más jóvenes a no dejarse deslumbrar por los cantos de sirena y la parafernalia, así como por el estrépito de los autoproclamados dioses del Olimpo poético, cuando –en el fondo– hay poca sustancia, mucho ruido y gratuito “parricidio”. Inconsecuencia es una palabra que debería latiguear en los tímpanos de estos seudoiconoclastas y de los críticos oficiales del establishment literario. Esta muestra se completa con la poesía de tres renombrados y homenajeados poetas piuranos: Armando Arteaga, Alberto Alarcón y Libertad Orozco. Sus poemas han sido recogidos en importantes antologías y muestras poéticas como Poetas del algarrobo. Antología poética (de Víctor López), Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea, etc. Márlet Ríos Escritor y editor talareño

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Alberto Alarcón (Talara, 1949): Estudió Pedagogía en la Escuela Normal Superior Almirante Grau, en Piura. Recibió la Primera Mención Honrosa en el IV Concurso Poeta Joven del Perú (1975) y el Premio Internacional de Poesía “Fundación Marco Antonio Corcuera” en 2003, que compartió con el poeta paraguayo Elvio Romero. Fue integrante del Grupo Intelectual Primero de Mayo. Autor de Puño en la Niebla, El Viento en los Cerrojos, Poesía amorosa, Un ciego ante el resplandor, etc. En 1990 publicó El canto de la Achupalla (la cumanana en Piura) y en 1997 Poetas y narradores contemporáneos de la región Grau. Sus poemas han sido incluidos en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017) y en Poetas del algarrobo. Antología poética (2019).

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Biografía Nací viendo esos barcos extranjeros bambolearse en mi mar ya sin gaviotas; mi barrio era un canchón de vigas rotas donde ardía el candil de los obreros. Mi cuarto olía a cal y en sus maderos yo escuchaba los muertos de las brocas: iba aprendiendo sus llamas ya remotas, su alta sombra, sus nombres petroleros. Mi padre, en voz muy baja, nos contaba de Alejandro o Martín, y en su garganta llameaba un mascarón de furia entera. Fue así cómo anhelé que anclara un día con sus bordas y sus redes la alegría en la costa de mi mar con sangre obrera.

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Al maese Víctor Mazzi Trujillo Solía poner un disco de Charlie Parker Y hablar de poesía (Una colina de ceniza En el viejo cenicero) De su trompeta caían piedras rojas Que él tomaba Para irse a cantar a las pedradas Por los rieles del tren como un mancebo Subía con el humo y arañaba Pedacitos de dios (esa palabra) Era de verlo Lo recuerdo mojándose en el río O dando de llorar a sus palomas.

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Orden del sol Despierta Con esta vastedad de luz Abandรณnate al viento Haz un umbral entre las hojas Y canta nada mรกs.

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Escena para Liv Ullmann Una buhardilla que solo conocen Los pรกjaros enloquecidos por la niebla. Una puerta entreabierta al grito de la soledad Petrificada en anchas y oscuras chimeneas. Una mujer tirada sobre un abrigo negro Un revรณlver humeando cerca de su cabeza. Una lluvia cayendo. Una ciudad cualquiera.

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Tú Ni los ríos secretos Suenan como tu risa. Ni la flor más galana Es comparable a tu boca. Tú y el aire amanecen Pero nadie los toca.

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Armando Arteaga (Sullana, 1952): Escritor y periodista. Realizó estudios de Arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Estudió en la Academia de Cine, bajo la dirección del cineasta Armando Robles Godoy. Ha sido crítico de cine en el diario Expreso. Ha publicado Callejón sin salida, Un amor en que aún, Terra Ígnea. Poemas suyos aparecen en la antología 10 aves raras de la poesía peruana (2007). Estudioso del proceso de la literatura peruana. Miembro fundador del Gremio de Escritores del Perú. Sus poemas han sido incluidos en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017) y en Poetas del algarrobo. Antología poética (2019). Administra el blog Terra ígnea: http://www.terraignea.blogspot.pe/

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Sobre el tiempo en esta selva no eres el otorongo tienes que vivir: eres solo el poeta, no tienes nombre ni exilio te toca describir lo duro que es vivir: todo se hace añicos con el tiempo no eres el cedro el aljófar el congrio Frangir la vida el tiempo: Todo se hace añicos... menos el poema

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Contemplación El dorso El dorso El cuerpo femenino La nalga El puerto El viento Entre tus piernas Tu sexo Alado de gaviotas Una herida La flor negra Tú no existes Difícilmente Tú no existes Pradera inmensa Una ciudad Espacio Cadencias Hembra que duerme Dunas Placeres terminales Rostro limpio Montaña desnuda Playa azul La vida es así Página tras página Desnuda La ciudad El sueño Y el otro sueño Desnuda Y solitaria.

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Enredadera Papel japón besando una hoja de otoño: si es esto un desafío acepto a regañadientes esta oferta de escribir, describir este tiempo en otro tiempo pero, ¿de qué escribir esta tarde? Se trata acaso de algo tan ligero que me cunde las horas de la existencia. Se trata acaso de poner con tinta negra esa línea ideal derrumbándose por el muelle. Se trata de encender en la escritura los tantos pasatiempos de la vida. Escribo acaso del beodo en su mesa triste de cedro fino diciéndome: no tomo desde la última vez. Puede ser. No puede ser. Me enredo en mil palabras que después olvido. Me rebusco en agostos que después ignoro:

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REVISTA LITERARIA ERGO nombres traídos a este forum desafortunado de imágenes e ideas iconoclastas sobre agua contaminada. Nombres que me arranquen unas lágrimas Me muevan los cimientos de los adentros jóvenes, de la conciencia como asuntan los psiquiatras. Se trata de escribir para evitar el suicidio. Pasa que no tengo ganas De arrastrar mi nave por las calles. Voy, sin embargo, a los cinemas Donde siempre llego puntual. Pero después de las funciones sigo igual, en la misma soledad en los abismos inciertos de la paranoia, o en el nirvana dorado. Detesto mirar en cada transeúnte al enemigo, en estos lares es mejor ser discreto. Leo los periódicos al revés. Orino en los baños de los bares públicos con olor aserrín y amoníaco y los grafittis se repiten como slogans políticos decadentes en toda esta ciudad ghetto, muladar, xenofobia: el hombre contemporáneo anda en soledad, más solo que cucaracha en vereda

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REVISTA LITERARIA ERGO pero, qué más da. He nacido acá en esta ciudad Y no iré a Egipto buscando la estrella: esta asfixia por dura que sea aún la puedo soportar.

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Enésimo americano No hay patria con mi arado Viva el anarquismo –grité–. Años hace trabajamos la tierra recogemos la cosecha pero las ratas se comen el maíz. América, América, mis lágrimas rodaron en tus caminos. Como agua –deslizándose– por tus colinas. América, te amo, te escribo poemas desde mi covacha, tengo hambre y frío, estuve al borde de la desesperación, pues, fieras acechan el sendero y el bosque. ¿Quién te hizo daño, América? Ay, infelice. Sea tu amor, América, el fraterno mío. Para qué una bandera, una patria. Mi patria es la poesía, la barricada donde se queman banderas… Cerraron la puerta de la celda. Afuera, Paul Simon, cantaba: “El Cóndor Pasa”, sonido –heavy– americano. Sueño americano. Y alguien dijo: -¡El indio, el pelucón, se queda!. Y pasé la noche entre 4 paredes. Mientras tanto, la radio informaba: Ficher y Spasky iniciaban la 6ta. partida. Te aburre el ajedrez / China observaba el juego.

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Armando Rojas Adrianzén (Huancabamba, 1945-París, 1986): Fue docente de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Desde 1978 hasta su muerte dirigió, editó e imprimió la revista de literatura Altaforte con textos en francés y español. En 1981 fundó los cuadernos de poesía Quipu. Publicó Bosques (1973), dos volúmenes de poesía titulados S & Q (1975). También Tras la breve luz del día (1979) y El sol en el espejo (1983). Sus poemas han sido incluidos en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017) y en Poetas del algarrobo. Antología poética (2019).

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El sol en el espejo Una tarde. Un fresno se inclina inexorable; la fronda que se instala. A contrafuego, abajo, el muslo; atada la muñeca desatada en lo fugaz del óleo. Va a llover; cielos furiosos, verdes. Una tarde no como otras. Ni tú ni yo mas los murientes reinos en los ojos y un frío en las entrañas. Una tarde poblada de lanzas, de tambores y de más cerca el desgarrado giro de los ópalos. Tinieblas. Soledad. Se adormece el acerbo De más en más ceden los mármoles. Tu rodilla sitia el corazón del suelo. Un llorar en la piedra; más adentro, en el túmulo. Brasas. La carne duele. La pavesa ligera traspone la muralla. Se escuchan trinos. Argucia de lo oscuro. Nunca es mañana mas la memoria del sol en el espejo. No amanece y abres la ventana. Nunca sorprendes las vírgenes leonadas. Hoy siempre hoy bajo amargos ojuelos. Aunque fustiga el viento muy temprano dominas ángeles y bestias.

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presencia de las tinieblas cruzan pĂĄlidas nubes antiguas aves surcan sus cielos antiguos y ornados de excrementos al apoyarnos en la tierra y divisar astros de metal rĂ­os enloquecidos o vueltos a la ciudad abres los ojos el cielo arrebatado celebra la victoria detente nada es tuyo entrar ni salir te pertenecen un martillo no ceja y a tu espalda golpea no vaya a ser estemos locos yendo y viniendo entre fantasmas ascendiendo y descendiendo con un palo en la mano

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pequeña música nocturna ven noche abre tus costados vibre el monte ilumine desciendan tus alados deseos y tu cabeza y mis tetillas rocen abajo encima brillen si la música sostiene y fluyen astros espacios de luz diluyéndose sólo para caer perdurar sobre montes de sangre o de leche al centro de la espuma el río da su aliento y mueve el agua su música cabrilleando y sus olas circundan mil alitas te atan sobre la yerba roja de estrellas

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Movimiento final solo después el viento y sus flancos vibraron no resistiremos cantos de ceniza dentro fuera arrójalos no podemos dormir quién soportará subimos en primavera largos años en las colinas y rodamos al extremo del otoño ni un canto de lechuza alumbraría por montes pelados habremos vivido un negro rayo de comienzo a fin pero llegamos o partíamos nunca lo hubiéramos sabido el viento golpeó el terror golpeó y volvimos al principio del ave y después al agua nos sostiene los huesos brillaron y vino el cielo no lo reconocemos habríamos vivido fuera palabras vueltas y vueltas no tocar no podíamos bosques de leche estrellas en la frente día y noche buscamos no ver hacia nuestro propio centro y despuntó belleza dame tus alas aunque cayeran nubes cruzamos anillos de luz regresando el viento habría volado y si la palabra vuela no lo sabíamos restos de cielo nos abandonamos fuimos o soñábamos.

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Soledad & nostalgia Impresionado por las materias frágiles Por la última estrella que habité en sueños (anoche no sufrí, corrí tan lejos) Impresionado por el sol que será fruta quemada Y este corazón hueco y nostalgia Comprendo que es así como estaré mañana amarrado a una mesa, destrozándome una tibia manzana, alegre con los cormoranes falsos y me pregunto si el amor que ayer fui ha de llevarme aún hasta la pascua o aún más hasta el contento y solaz de los bajeles aquellos que no he visto pero sé que sestean felices en el alba.

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Emilio Saldarriaga García Nació en Lobitos (Talara) en 1920. Director del grupo literario Liberación y miembro del Grupo Intelectual Primero de mayo. Colaboró en diarios extranjeros de Argentina y EE.UU. como Nuevo Mundo y The Post, respectivamente. Autor de Versos sencillos, Poemas selectos, Ombre (primer puesto de Poesía en los Juegos Florales Nacionales de la Unión Latinoamericana de Escritores Libres), Petróleo, Réquiem para un Ángel Barbado, Elegía a Alejandro Taboada, entre otros poemarios. Fallece en Sullana en 1990.

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Elegía a Alejandro Taboada I Naciste astro revolucionario bajo el sol piurano, tus miradas de hombre por mi tierra, te lavaste tus manos de titán con petróleo, y empuñaste la defensa del obrero en tu verbo proletario. II Era aún niño yo, cuando con tu verbo de apóstol rebelde y de justicia …mantenías en tensión a la masa… rompías atropellos de los Wall Street. Si te hubiese escuchado Walt Whitman, Poe, te hubieran estrechado su diestra sinceramente y cantos a tu nombre. III Se me prendió tu verbo, tus palabras de corazón, sin retóricas, ¡pueblos nada más! En mis metáforas estás cuando originalmente decías: ¡Pueblo mío de Talara!

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REVISTA LITERARIA ERGO Estas palabras hay que saberlas decir, como tú, hombre de clases. Ahí nomás te creaba mis poemas infantiles. Desde ahí nomás, Alejandro, mis dedos, mi poesía innata, de silencios rebeldes, te decía: ¡Viva Alejandro del Pueblo! ¡Hijo auténtico y defensor del explotado! IV La Guardia de Seguridad Armada de fusiles, Espadas, metrallas, Te buscó por toda la ciudad. Toda una guarnición buscaba tu corazón hecho pueblo, que latía como titán: querían silenciar tu verbo indomable, invencible, íntegro… ¡HIMNO DE LIBERTAD! V Eras un hombre, digo hombre, porque hay que saber morir como tú lo hiciste, sin protestar nada a tu pueblo, muy al contrario: ¡PUEBLO MÍO, POR TI MUERO! Tu sangre regó esta tierra rica de petróleo, tu cuerpo martirizado con los filos de acero en manos de los asesinos. VI ¡Ay, Alejandro, cuánto sufriste, cuán grande calvario,

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REVISTA LITERARIA ERGO cristo proletario! Los carniceros asesinos no estaban contentos de haber profanado tu cuerpo con espadas, te cortaron el anular derecho para robarte el anillo matrimonial. VII ¡Canto para ti, Alejandro! ¡Canto para ti, que luchaste por una causa buena! ¡Canto para ti, de lo más sencillo porque supiste morir como hombre! ¡Canto para ti, mi poesía americana! ¡Canto para ti, Alejandro de mi pueblo!

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Canto a Talara ¡Oh Talara! que tienes tu hechizo, Eres de un abolengo mestizo Mezcla de razas fuertes y altivas, Una costa azul de fugitivas Olas que murmullan el remanso De la paz, que es el resguardo manso De tu bella ciudad. Tus hermosas Mujeres tan sensuales, tan rosas Que perfuman y que embelesan Corazones y con pasión besan Sus cerezas. ¡Oh, puerta de almas Trabajadoras… de inquietas palmas! Madres de hijos que hacen prez: pintores, Poetas y músicos, ya honores A Talara, la de las entrañas Que vibra y corre por las mañanas, Por las noches un canto sonoro, Que es llanto color negro oro. ¡Querido puerto! ¡Oh, Salve, Bahía! Yo te canto y en mi poesía Te engarzo, formando un crisol coro Con mi rima de azul y de oro.

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Poema Este verso mío que escribe este verano en el papel verano, en el papel muerto, verso triste, verso inédito del presente verso que se avergüenza de llorar la lágrima de su tiempo. Verso rebelde, verso de soledad, verso que le duele mucho al corazón verso que protesta verso que no se arrodilla ante los poderosos verso mío para los pobres verso mío para los niños del mundo verso en fin verso. Verso rebelde, soberbio, solo, verso sin banderas, sin fronteras, verso lleno de amor, para todos, verso en fin verso.

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Libertad Orozco (Paita, 1954): Estudió Asistencia Social en Trujillo. Ha publicado el libro Cartas a mi hijo y Niña merluza y otros poemas. Formó parte de la agrupación Korillacta. Obtuvo mención honrosa en el Concurso Internacional de Poesía, convocado por la Academia de Letras de Brasil, en 1979. Sus poemas han sido incluidos en Poetas del algarrobo. Antología poética (2019), libro editado por Víctor López. Actualmente dirige el Taller Matiz.

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Escrito de rodillas I De la violencia caen víboras calcinadas. II Fui creciendo con mis huesos rotos Extranjera en mi propio territorio Mientras callé hice un arco Los gusanos siguieron el curso de sus muertes Y los días eran flechas debajo de mis manos. III Oigo tu voz en el espejo rajado Y de pronto otra vez estoy sola. Sola en la geométrica arena Agujereada de estrellas Y nubes rotas en mi espalda. IV Estrepitosos son los sueños Estrepitosa nuestra vida Geométrica como el fondo de una campana Crepitante la ilusión de nuestro destino Mayúscula soledad la caída de nuestros dones y en el andar diluido de nuestros pasos vibra como la ventolina la poesía. V En la impertérrita palabra Se vislumbra la agonía agua amarga en mis sinos agua dulce, al alba de mi eco sombra del amor desterrado efluvio de los peces dormitan

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REVISTA LITERARIA ERGO en el adiós de los olvidos La soledad calza su zapato La palabra gladiadora asciende Palabra de poeta ardiendo. VI Vive y que no te calcinen los deseos Despierta de estas sombras que te apagan No vegetes en esta tierra de quimeras Lámparas aguardando en tu sendero Por ellas y por todos ilumínate. VII No me he detenido en el tiempo He recorrido morada tras morada Empecé por el fin de los caminos He sentido sed y la he saciado Sin fórmulas oscuras ni espejismos Me dio de sus cántaros la vida. VIII Ninguna palabra le robé a tu corazón Solo inventé el día para soñar contigo La noche para arrugar nuestros cuerpos. X La noche en Piedra del Toro fue un farol de luciérnagas un himno de grillos y cucambas celebrando la fiesta del amor las mariposas agitan sus alas en el piano del verano cantor Tu corazón y el mío viajaron En el espejismo de las horas Tu cuerpo iluminó mis sueños Me quedé veinticinco años mirando el fondo de tus ojos de ángel cautivo Viajando en el universo de tu cuerpo y te amé más que el primer día votivo.

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Bajando la luna La luna lleva atada en el corazón la forma de una algarroba amarillita los niños la besan con su amor mojado de hadas y de cuentos de nácar. Las cabras sonríen saltando y danzando en los bosques de chontas y vichayos el abecedario de la noche en un oasis como el fuego de las luciérnagas esparce besos de espuma y diamantina El cielo tirita de estrellas fugaces Los algarrobos danzan, dos veces danzan… La luna es una algarroba blanca. Con el fondo de un corazón errante.

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Un fósforo encendido En el rojo relucir del crepúsculo Un barco gris y solitario un fósforo encendido dos agujas puntiagudas escribiendo versos una gaviota desplumada me mira me trae peces y redes de goma y me transcribe los papiros que el mar delineó en el estruendo de las olas.

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Rosa Natalia Carbonel Apolo (Sullana, 1951): Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue docente en la Escuela de Literatura en la misma casa de estudios. Obtuvo el segundo puesto en el Concurso Literario José María Arguedas, organizado por el Centro Cultural Peruano Japonés, en 1976. Ha publicado los poemarios Apuntes para un libro de poemas (1978), Para no hacer cosas desagradables o los días son trocitos de papel (1981), Bajo el sol (1989) e Itinerario (2001). Sus poemas han sido incluidos en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017), editada por Jaime Gamarra Zapata y Miguel Ángel Hernández.

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a propósito de los poetas somos pájaros cada cual con su propio árbol su único paisaje su propio mediodía con la honda necesidad de alzar vuelo con viejas alas de papel

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a la primavera no conozco la primavera pero sus hazañas me fueron contadas cuando niña.

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retorno las golondrinas discuten sobre el tiempo los balcones han sido destruidos las madreselvas arrancadas la plazuela es un parque de diversiones.

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espejo siempre en el mismo lugar con tu enorme cara mirĂĄndome y ocultando ropa para dormir ropa para levantarse ropa para la casa ropa para la calle y ropa para las reuniones importantes devolviĂŠndome mi propia imagen como un reproche.

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la mosca o cómo hacer poesía mide el largo de tus patas el grosor de tus antenas prepara las alas mira a tu alrededor y cae.

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S/T los días son trocitos de papel engomado dispuestos sobre una ventana retazos de un tiempo semitransparente de una ciudad de una calle de una casa destruidos por un verano hueco y solo por una rara enfermedad o por un aviso luminoso mientras bebes tu café con la misma lentitud de un pájaro y es que los días te van quedando chicos como el traje de hace cinco años como la pesadilla de esta noche o la de mañana además te quedan chicos los calcetines la corbata el cinturón.

Recopilación por Márlet Ríos.

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NARRATIVA

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Víctor Grippoli Nació el 1983 en Montevideo, Uruguay. Docente y artista plástico con variadas exposiciones nacionales e internacionales. Publica en diversas editoriales de Perú, España, México, EE. UU con ediciones físicas y digitales. Participa en la primera Antología de ciencia ficción neoindigenista de Bolivia. Se especializa en diversas vertientes de la ciencia ficción, terror y fantasía. En 2018 funda Editorial Solaris de Uruguay, un emprendimiento alternativo e independiente dedicado a la fantasía, ciencia ficción y terror que publica tanto en formato físico como digital.

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Próxima B

e desperté con las alarmas rojas de la nave estelar aullando y girando a toda velocidad. Como dictaba el entrenamiento salí despedido del tubo criogénico que me mantuvo durmiendo durante el viaje por el sub-espacio e inmediatamente comprobé el estado de los dos compañeros de viaje, pero estos ya no estaban en sus tubos correspondientes. Debían haberse despertado antes que yo. Mientras me calzaba el traje de presión para uso interno, una pregunta vino, ¿por qué yo había seguido en las tierras de Morfeo? Ya pronto lo sabría. Comencé a caminar de forma presurosa hacia el puente de mando. No se notaban rastros de fuego ni de pérdida en la gravedad artificial, observé los datos en uno de los paneles de control holográficos y la astronave no tenía un solo daño. El capitán apagó la alarma al entrar al puente. Andrés era un hombre sabio, todo en su rostro lo indicaba, estaba feliz de dejar mi vida en sus manos durante esta misión: llegar al planeta Próxima B, un mundo a cuatro años luz de la Tierra. Un orbe apenas más grande que nuestro mundo natal. El destino era en la órbita Próxima Centauro, una estrella del tipo enana roja con un brillo propio del color que denomina su nombre y de un poder mucho menor que nuestro Sol. Las sondas robóticas con Inteligencia Artificial que viajaron por el sub-espacio hasta el mundo nuevo habían encontrado un planeta con acoplamiento de mareas, algo mucho más común de lo que cree la gente ordinaria, la cual imagina que todos los mundos giran como los de nuestro Sistema Solar. Debido a la cercanía de la estrella y la gravedad, siempre la misma cara de Próxima B está en el día y la otra en una eterna noche por los siglos de los siglos. Nuestros mensajeros IA encontraron que como se suponía, este mundo tenía un océano gigantesco con zonas que presentaban agua líquida. Había grandes oportunidades de vida. Un descubrimiento magnifico, una hazaña para la humanidad. Debíamos ir allí lo más pronto posible, claro, llevando las protecciones adecuadas. El HED: Hábitat Especial de Descenso, nos protegería de las radiaciones mortales, esto no era un simple paseo por la Luna y nuestros trajes de actividades extravehiculares poseían una tecnología de escudo nanotecnológico que nos impediría cocinarnos bajo todo ese pastel radioactivo que recibiríamos en nuestro viaje. Para tal periplo fueron elegidas tres personas. Andrés, nuestro capitán, era el seleccionado por las Naciones Unidas, ahora encargadas del nuevo gobierno mundial con su base en Ciudad Equidad. Ese era el lugar donde al fin la humanidad comenzó a caminar derecho, era la urbe que nos daba esperanza. Por parte de la Unión Euroasiática estaba la coreana Soo-Min y por último el que les habla, Tydus Lasart por la Alianza Sudamericana. Éramos lo mejor de lo mejor. La crema y nata de las agencias espaciales internacionales que formaron luego la agencia mundial aeroespacial. Fuimos los candidatos obvios y ahora estábamos aquí, en una lata de sardinas, luego de un viaje de dos años congelados en un tubo para

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REVISTA LITERARIA ERGO llegar a un mundo extraño y supuestamente con vida microbiana y animal a una distancia de cuatro años luz. —Tydus, ven aquí. Hemos salido del sub-espacio antes de lo previsto. Nos encontramos a dos semanas de Próxima B —me dijo cuando entré al puente de mando. —Capitán, ¿qué fue lo que nos ha sacado de nuestra ruta? ¿Tienes idea? —mientras respondía me senté en una butaca ergonómica y coloqué los cinturones de seguridad. —No, aunque Soo-Min dice que la nave entera fue escaneada por “algo”. Hay rastros en la computadora de a bordo… —¿Algo? Eso suena muy científico… Soo, ¿puedes otorgar, usando tu infinita sabiduría, una respuesta convincente? —No sé muy bien qué decirte. Con Andrés nos despertamos sin aviso previo, las alarmas estaban encendidas. Al principio, el secuenciador para despertarte no funcionaba, debíamos esperar a que se descongelara, entonces decidimos venir al puente y vimos que estábamos a dos semanas del destino. Le pedí a la computadora central que realizara un diagnóstico y respondió que un rayo de escaneo impactó la nave luego de nuestra abrupta salida al cosmos normal. —En pocas palabras, una nave humana o alienígena nos investigó… Eso es imposible, no hay nada que pueda igualar nuestra velocidad en la flota. —Entonces, Tydus, hay algo allí afuera… Mientras ella me hablaba yo noté como el capitán sudaba a mares, un hombre tan versado en el peligro no se encontraría nervioso o alterado por más que nos halláramos ante una situación de riesgo. Luego hicimos un chequeo general de la astronave y comprobamos que todo estaba bien, simplemente habíamos salido dos semanas antes de lo planeado. Yo creía que la computadora debía haberse equivocado y no le di más importancia al hecho de esos supuestos extraterrestres. Después de una semana comenzaron los sucesos extraños… Iba caminando por la zona de las cabinas personales cuando pude ver al capitán vistiendo una musculosa, en su mano derecha descansaba un cuchillo y se cortaba reiteradas veces a la altura del hombro. La sangre roja se deslizaba por la piel blanca. Me escondí detrás de un mamparo para observarlo, ya que mientras hacía esta inusitada y pervertida actividad murmuraba algo en una lengua que no provenía de nuestro mundo natal. Instantes después, Soo lo llamó desde el puente por el altavoz y Andrés volvió a la normalidad, se limpió y curó con bastante agilidad, luego partió hacia su destino. Comprendí que algo sucedía y que debía hacerme el tonto hasta tener más datos. Esperé unos minutos y yo también tomé rumbo a la sala de control. Se escuchaba la voz femenina de Soo hablando con Andrés. ¡Esto era importante! Andrés estaba pasmado viendo como el vientre de ella se iluminaba con un resplandor dorado. Parecía que un niño se estaba formando en su interior. Ante tal espectáculo quedé inmovilizado y ni una palabra pudo salir de mi boca. —Me llaman, no los entiendo, son tan diferentes… ¿Este niño es real? ¿Lo crearon con su ciencia superior? Todavía no los comprendo… Ni ellos a mi… Tengo miedo… ¡Andrés, Tydus…, no me dejen! —¡Quédate conmigo! Toma mi mano… —pronunció nuestro líder con voz serena.

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REVISTA LITERARIA ERGO —Ellos me llevarán de tu lado… Quiero quedarme contigo, mi amor. Mira, este niño que llevo en el vientre es nuestro hijo, lo que tanto habíamos deseado. Leyeron nuestros pensamientos y decidieron fecundarme con tu semilla para cumplir lo que anhelábamos. —¡Soo, toma mi mano! ¡No te atrevas a dejarme ahora! Amentó la luminosidad que manaba de su vientre mientras colocaba ambas manos sobre el mismo. Instantes después comenzó a desaparecer. Corrimos hacia ella pero antes de llegar se desvaneció en un estallido de luz. No sabíamos si estaba muerta o la teletransportaron a otro lugar. Ante esta evidencia me convencí de la gravedad del suceso. Había una entidad o entidades extraterrestres queriendo entablar contacto con nosotros. Y el único origen posible era el mundo de Próxima B. En los siguientes días hablé seriamente de lo sucedido con Andrés, era imposible comunicarse con la Tierra. No había dispositivos sub-espacio para llamar y recibir una respuesta hasta dentro de años debido a las distancias luz. Decidimos seguir si no era que antes moríamos los dos. Le confesé haberlo espiado mientras se cortaba y respondió que desde el despertar se había sentido muy extraño y que Soo le había contado sobre esa misma sensación. Al parecer, yo era el único que no mostraba cambios de carácter. Faltaban tres días para llegar a destino. Poco a poco, el globo de Próxima se hacía mayor en las pantallas. Comprobamos el módulo de descenso. Prácticamente era una casa gigante blindada en la que bajaríamos a ese extraño mundo. Tenía acoplada tanto un mini avión como un mini submarino de exploración. Andrés me llamó cuando yo comprobaba la antena de comunicación con la nave. Lo hallé de rodillas y cortándose cuando entré a la habitación. —Me están llamando, Tydus. Nosotros queríamos tener un hijo pero decidimos mantener nuestra relación reservada, ni siquiera tú lo sabías. Pensamos que era lo mejor para que no interfiriera con los objetivos de la misión. Ahora yo me siento su otro experimento. Soy una pieza para lograr un bien mayor. Poder lograr revelarse ante ti… No nos comprenden… Todavía… Por eso sentí la mente alterada. ¿Acaso podemos mantener una conversación de filosofía con una medusa? Se llevaron a mi amor. ¿Más allá de la nada estará Soo? Ellos trataron de hacerlo con sus aparatos… Yo soy la medusa… —Volvió a cortarse el antebrazo y la sangre cayó mientras repetía esa palabra incesantemente— Medusa… Medusa… Luego su piel se desvaneció, pude ver sus músculos, los órganos funcionar en perfecto estado. Parecía una teleportación en fases. Estaba aterrado y me tomé del marco de acero de la puerta de acceso del Hábitat y así como empezó el proceso se terminó sin dejar rastros de su persona. Dos días después, llenos de soledad y miedo, me encontraba orbitando el mundo con acoplamiento de marea. Yo bajaría en el Hábitat cerca del terminador planetario, o sea, la frontera perpetua entre el día y la noche en este planeta extraño y tan diferente al nuestro. La computadora había marcado la ascensión de una isla en el centro de una zona oceánica, en ese lugar las sondas no habían hallado nada. Le apunté con el telescopio de la astronave. Mis ojos no podían creer lo que observaba, una gigantesca escultura ciclópea se alzaba desafiante. Tenía ojos extraños y alargados como su cráneo, el cuerpo sentado

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REVISTA LITERARIA ERGO en posición de loto también era muy estilizado. Hasta se podría decir que flaco en exceso. Sabía que las opciones eran muy limitadas, retirarse no era una de ellas. ¿A dónde iría? Probablemente la locura se apoderaría de mí en el camino a la Tierra. Dejé de pensar tonterías y entré en el aparato de descenso. Debería pasar varias funciones a la computadora ya que no sabía el destino de mis compañeros y ellos eran los encargados de varias mediciones que habíamos ensayado anteriormente. El Hábitat se desprendió de la nave principal y fui buscando el ángulo de aproximación perfecto para no tener turbulencias excesivas durante el viaje. Mientras bajaba, el lugar que había sido una especie de hogar se convertía en una plateada mota de polvo contra el negro del espacio cósmico. Poco a poco fui atravesando las nubes, con ambas manos en los controles agregué las secuencias finales en el ordenador. La estatua debía poseer una altura cercana a los doscientos metros y era la única construcción en esa masa de tierra desértica. Como lo habíamos practicado cientos de veces en los simuladores, las cuatro patas del modo terrestre del Hábitat tomaron contacto con el terreno yermo. Acto seguido y sin las ceremonias que deberían haber tenido lugar ante un logro científico tan grande, me coloqué el traje de presión especial, comprobé el sistema regenerativo de oxígeno y abrí la compuerta principal luego de encender las luces laterales del casco. El exterior era un lugar que claramente había estado sumergido hasta hace brevísimo tiempo. Tendría que haber realizado observaciones detenidas pero fue entonces cuando comenzaron las voces en mi cabeza… La estatua me llamaba… La masa de piedra que representaba al extraterreno era un catalizador de la “entidad” y ahora había entendido parcialmente como comunicarse conmigo y quería que yo entrara por la puerta. ¡Sentía las voces dentro de la cabeza! Y me hablaban de una puerta… ¿Pero qué puerta? Yo no la veía. Al instante se materializó entre luces rojas la entrada de doble hoja al pie de la estatua. Mi corazón se desbocó. Tenía miedo y al mismo tiempo una profunda ansiedad por saber el secreto de Próxima B. Mis ojos se perdieron por un instante en el crepitar rojo de la estrella del sistema. ¿Qué formas de vida tan diferentes al ser humano podrían nacer o vivir en un mundo así? ¿Cuál sería su sistema de valores y de creencias? Todas eran incógnitas de nula explicación. Para tener las respuestas debía cruzar la puerta. Y así lo hice, dejé atrás los temores y abrí las pesadas hojas, no pude ver nada más pues fui víctima de un resplandor blanquecino. Al parecer, los filtros de luz del traje fueron inefectivos contra él. Sentí que caía por un abismo, por una inmensidad de tiempo y espacio. Sabía que mi cuerpo estaba atravesando distancias cósmicas entre las estrellas en un pequeño segundo. Cuando recuperé la vista pude observar líneas violetas que lo llenaban todo. ¿Acaso era una especie de efecto distorsionado de la luz estelar? No puedo responderlo con precisión. Sentí una vez más la voz mientras caminaba en el espacio interdimensional.

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REVISTA LITERARIA ERGO —La humanidad ha logrado avanzar y superar la adolescencia como especie. Han dejado atrás la guerra y el odio, han superado su naturaleza primitiva y brutal. Leo en tu mente que no ha sido un camino fácil. Ha estado plagado de guerra y miedo. Como el nuestro… Hace ya tantos eones… Quiero darte un regalo, mi amigo humano. Quiero darte una fuente de energía que les permitirá seguir con su evolución. Una energía que los llevará por el espacio y tal vez un día los lleve hasta donde estamos nosotros. —¿Qué son ustedes? ¿Acaso habitaron Próxima? —Ese planeta es solo una baliza en la negrura del mar de estrellas y ustedes la encontraron. Llámame mente colectiva, una forma de vida que al mismo tiempo es singular y plural. Una forma de existencia en convivencia con Dios y la fuente universal de la vida. La contemplación y la creación son nuestra misión, el gozo mismo de la existencia más allá del deseo. —¿Y mis amigos? ¿Para tratar de comunicarte conmigo terminaron muertos? —No tengas ansiedad, joven humano. No tengas ansiedad… Parpadee un instante y al abrir los ojos encontré en una pradera verde salpicada de árboles frutales. Un hermoso cielo celeste parecía brillar de felicidad. A lo lejos divisé a un grupo de humanos vestidos de blanco que se aproximaban al lugar donde yo había descendido dejando la hierba chamuscada. Retiré la escafandra para luego arrojarla lejos, no necesitaba el traje voluminoso en este planeta de tipo terrestre… Todavía recuerdo la primera frase que dije en ese lugar como explorador estelar. —Rayos. ¿Dónde me encuentro? Estoy jodido… Rápidamente cambié de opinión. Andrés y Soo llegaron y me abrazaron. Junto a ellos había una docena de muchachos y muchachas pero ninguno superaba los catorce años. Al parecer todos eran sus hijos… Luego que el capitán percibiera que aceptaba lo obvio tomó la palabra. —Te esperamos mucho, mucho tiempo. Aquí todo transcurre diferente. Ellos hicieron este planeta para nosotros y lo bautizamos como Paraíso. Ahora que has llegado llevaremos la energía a la Tierra saltando unos cuantos siglos hacia el pasado. ¡Tenemos que asegurarnos de perpetuar a la humanidad por la buena senda! Yo todavía no entendía mucho lo que sucedía, percibía en el cuerpo que ya no estaba en nuestra galaxia de origen, había atravesado las fronteras del tiempo y del espacio, me había presentado ante una raza con conciencia colectiva ante la cual yo no era más que un niño tonto en una comparativa entre especies. No importa, los tres enfrentaríamos juntos las dificultades… Bueno en realidad los quince… Un nuevo viaje en el tiempo, pero esta vez hacia el pasado para llevar la llave que cambiaría la historia de nuestra raza. En ese instante solo se me ocurrió una cosa… —Y pensar que en la base nos dijeron que sería un viaje fácil… Qué rayos, hagámoslo. Es el momento de recibir el regalo de nuestros anfitriones. Ellos me devolvieron una sonrisa plagada de dientes perfectos y enmarcados en rostros llenos de felicidad. Si así era el futuro yo quería ser parte de él.

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La apoteosis del cazador

esde la llegada del hombre a Australia las cosas iban cambiando, donde antes se alzaban los bosques tupidos, ahora estaba la hierba o la arena. Las tribus, en su lucha contra la Megafauna, también habían acelerado el proceso de desertificación. Nos hallamos veinte mil años antes de nuestra era. Claro que todos estos términos resultaban lejanos para el esbelto hombre que caminaba entre las masas de piedras cortantes buscando a su amigo. Mechón Rojo era el mejor cazador de la aldea, llevaba lanza y cuchillos de piedra afilados por él mismo. De ojos negros como manto nocturno, con músculos breves, aunque dotados de un poder verdadero que las futuras generaciones envidiarían. La pintura ritual, del color de la sangre, adornaba una sección de la cabellera del combatiente. Esa era su marca y estaba orgulloso de ella. Luego de caminar un rato encontró restos de líquido vital y huellas detrás de un grupo de rocas del tamaño de dos personas, halló el cadáver del otro cazador. Había caído víctima de una emboscada y sólo un Animal-Dios era capaz de tal hazaña, el león marsupial. Dientes cortantes, casi un metro sesenta de largo, ochenta centímetros de alto, ciento sesenta kilos de peso, pelaje marrón, cola larga y gruesa para mantener el equilibrio en la persecución. De sus ancestros arborícolas había heredado un pulgar oponible en cada pie. Pero herbívoro no era el león. Aquella cosa esperaba quieta y silenciosa y te despedazaba a placer, amaba saborear la sangre. Uno estaba cerca y Mechón Rojo intuía que el hambre se le había vuelto a despertar. Siguió rastreando las huellas hasta que ellas se perdieron en dirección a un bosque. Era peligroso aventurarse hacia allí. Él podría estar esperándolo pero no había otra opción. Sus amigos estarían en peligro si cerca de las cuevas que consideraban su hogar seguía estando el león. Entró al bosque. El sol ya comenzaba a descender de su punto más alto en la bóveda celeste, era menester no dilatar la misión hasta la caída de las sombras, su vida dependía de ello. Tocó con su mano la humedad de la tierra. Por un instante sintió como un par de ojos se clavaban en su nuca. ¿Estaría detrás? Empuñó la perfecta lanza de piedra pero no se incorporó, él también sabía emboscar. De una de las ramas altas y poderosas saltó la criatura con rayas en su lomo. De sus pulgares brotaban garras blancas y filosas, ellas quisieron cercenar la carne de Mechón Rojo. Este fue más rápido que su enemigo y rodó con gracia para después incorporarse, atacó con la lanza pero sin efecto. Aquella bestia, semejante a una rata gigante fusionada con un felino, era hábil como ella sola. Trató de distraerlo con un movimiento de su cola rayada, aprovechó entonces para arrojar un zarpazo. Su estómago casi quedaba rebanado. La lanza, ahora lejos de sus manos, se había caído al esquivar el ataque. Tomó uno de sus cuchillos pétreos y lo arrojó con un certero movimiento. Se clavó en el costado izquierdo

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REVISTA LITERARIA ERGO de la fiera. Esta chilló y saltó hacia él. En la mano de Mechón ya estaba la segunda hoja cuando vislumbró el vientre del enemigo, lo clavó en su centro, la sangre roja y espesa lo bañó. Instantes después, el marsupial diabólico estaba muerto y otro de proporciones mayores lo escrutaba desde la sombras del follaje. No lo atacó, emprendió la retirada y a paso veloz huyó hacia el norte. El humano trató de seguirlo pero no pudo. Se había desvanecido. La furia se apoderó de su ser. Eran dos, ¿cómo no se le había ocurrido? Por eso habían tenido tanto éxito cazando. Estaba exultante, pensó en volver y llevar la cabeza de la bestia. Luego se pintarían las paredes en su honor con las viriles imágenes de la caza. No, imposible volver ahora, era imprudente seguir, pero no iba a claudicar. Tomó la lanza del suelo y se apresuró hacia el segundo bosque que se alzaba a un par de kilómetros. Pasaron las horas y cayó la tarde. Había escasos rastros del león marsupial. El maldito era inteligente y se escondía. Sabía que el hombre venía por él. De pronto, sintió un estallido en el cielo. Una columna de fuego lo atravesaba, el bosque era su destino. Debía saber qué era eso. ¿Acaso una estrella caída del cosmos? Se agazapó y muy lentamente se aproximó al lugar del impacto, pero no era como las otras veces, no había nada roto por la fuerza de la explosión. Todos los árboles estaban intactos. Se escondió detrás de una roca al sentir el sonido de un extraño idioma. A lo lejos se hallaba una mole blanca, esférica, apoyada en unas patas del mismo material metálico. Sólo los dioses eran capaces de construer algo así. De pronto, Mechón Rojo vio a los cuatro seres que descendieron del aparato, eran mucho más altos que un humano. Sus rostros eran desagradables, piel olivácea, de un tono enfermizo. Llevaban máscaras que al parecer, por los ruidos que provocaban, los ayudaban a respirar. Sus ropajes eran ajustados, ceñidos al cuerpo. Algo estaba mal con ellos, le dijo el instinto al humano. En esas épocas el hombre escuchaba a las voces de los ancestros, los muertos seguían vivos en el corazón de las células y ahora murmuraban que esos cuatro eran tan enemigos como el león, incluso peor, porque el león marsupial era un Animal-Dios con honor. Aquellas cosas largas, que ahora arrastraban por el aire un depósito cilíndrico de dos metros de largo, ni siquiera eran eso. Su perversidad manaba como un olor fétido y corrupto que se extendía por el bosque sagrado. El cilindro aterrizó en el suelo plagado de vegetación. Los cuatro tocaron extrañas ¿piedras preciosas cuadradas? Estaban dentro de un rectángulo en el lateral, en ese momento surgió entre una humareda helada un canguro gigante de cara corta. Tenía más de dos metros de altura, sus brazos eran largos para poder tomar el follaje de los árboles. Sus piernas rematadas en cascos. Parecía normal, pero no lo era… Mechón Rojo salió de su escondite y tomó un lugar más cercano, justo detrás de un gran grupo de plantas con flores. El canguro poseía dientes tan afilados como el león. En su mirada era ahora observable una inteligencia pervertida de la cual el animal antes carecía. No solo lo habían convertido en carnívoro, ahora, aquel ser era tan malvado como sus creadores provenientes de otros mundos. El humano pensó en lo que sucedería, si el canguro se apareaba con sus semejantes, crearía una raza depredadora e inteligente que sin duda atacaría los asentamientos

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REVISTA LITERARIA ERGO humanos, la batalla podría ser tan terrible que todas las tribus peligrarían. Ese debía ser el objetivo primario de los dioses vengativos, pensó por un instante el cazador. Terminar con la humanidad de una vez y para siempre. Ahora, todo estaba en sus manos. Debía atacar. Tenía tres cuchillos de piedra y la lanza. Los dioses parecían débiles con su flacura extrema. Hay que ser precavido. Sin duda podían controlar al canguro por medio de sus utensilios con “joyas” de colores. Mechón Rojo se alzó como una tormenta nocturna. Arrojó con brutal certeza una de sus hojas. Esta se clavó debajo de la máscara respiratoria del ser extraterreno. Se tomó con ambas manos la herida mientras se escapaba la vida, los artefactos del traje estaban programados para avisarles de armas avanzadas, no de trozos de piedra. Subestimaron al enemigo. Los otros tres tomaron extrañas cosas con mango de los bolsillos de su pantalón y dispararon haces de luz que incendiaron las ramas cercanas. Las llamas tiñeron la noche naciente con su luz crepitante. Mechón sabía moverse sigilosamente, los tres expelían miedo y él podía olerlo. Saltó con lanza en mano y la hundió hasta el fondo del segundo ser. Este gritó de terror y tomó aquel trozo de madera que surgía del vientre. Mechón terminó con su vida con un golpe de puño. El otro par disparó sendos rayos. Se notaba que ambos no eran guerreros, erraron de forma vergonzosa, los siglos de vivir junto con las máquinas los habían degradado inexorablemente. Un nuevo cuchillo de piedra voló, se clavó en donde debía estar el corazón humano. Era una suerte que aquella especie también lo tuviera a la izquierda. El extraterrestre estaba tendido de espaldas, muerto y manando un charco de sangre tan verde como su repulsiva piel. El último liberó con su control enjoyado al canguro mutado. La bestia olió al humano y corrió con sus saltos veloces hasta su escondrijo. Mechón esquivó el brutal ataque de sus garras pero no saliendo indemne. Ahora cruzaba su pecho un conjunto de rojas rayas sangrientas. Era una herida superficial pero no por ello menos dolorosa. El canguro bramó de forma horripilante. Se sentía frustrado al ver que el humano había escapado. ¿Acaso era tan inteligente como Mechón? Este tomó el último cuchillo de su cinturón de cuero. La lanza estaba lejos, al lado del dios con su control colorido, intuyó que el mismo aumentaba la ira del canguro provocándole temor y ansias de atacar al cazador. Estaba ante el momento decisivo, el destino de dos especies estaba en juego. La maligna criatura atacó con ambos brazos, las garras relucieron por la luz de las llamas, buscaban herir de muerte al hombre. En las manos del bípedo, algo más letal lo esperaba. Aquella arma de piedra, fruto de la inteligencia aplicada. Con una veloz finta, Mechón Rojo esquivó las garras y apuñaló reiteradas veces al canguro. El cuerpo inerte de la criatura se desplomó sobre él. Era tan pesado…, pero había triunfado, le había dado muerte al mayor enemigo de la humanidad. La masa de carne lo aplastaba contra el piso, iba a tardar en salir. Mientras, el extraterrestre se acercaba con su pistola de rayos. Presto para darle el tiro de gracia a una distancia en la cual no podía fallar. En ese instante, el león marsupial saltó desde las entrañas de las sombras, despedazó al ser venido del espacio con sus dientes afilados como cuchillos de carnicero. Las entrañas se desparramaron por el lugar. El Animal-Dios no las comió, las consideraba impuras.

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REVISTA LITERARIA ERGO Aquella cosa había salvado la vida del hombre. Mechón Rojo pudo ponerse de pie. Ambos pares de ojos se cruzaron. El león marsupial permitía ser cazado por un humano, entendía la naturaleza y sus leyes, no iba a dejar que viajeros destruyeran la Tierra con sus especies mutadas, por eso lo había ayudado. Eso se leía en sus gestos, en su autoridad. Sin decir más, se giró y se marchó a paso veloz. Mechón saludó a su enemigo, ahora convertido en aliado ante un mal mayor. En ese momento, la nave esférica comenzó a bramar, sus amos la reclamaban desde el espacio. El humano tomó su lanza y la arrojó por la puerta abierta, la misma se clavó en uno de esos paneles cubiertos de joyas. No contento todavía, arrojó una rama que ardía vehementemente. La puerta de acero se cerró con un estrépito. Antes de eso pudo ver que las entrañas de aquella maldad tomaban fuego, la nave se alzó hacia la noche estrellada e instantes después se desintegró en una magnífica explosión. Mechón Rojo recogió los cuchillos de piedra, sonrió, su cuerpo estaba herido y sangrante, por suerte las cuevas no estaban lejos. Allí lo esperaban sus amigos. El humano había salvado a la raza entera. Los seres del espacio, al ver que su nave no regresó jamás, decidieron que nuestro mundo era demasiado riesgoso, hasta para los más experimentados viajeros estelares. Las cuevas ya se veían a lo lejos, venían a saludarlo los niños sonrientes. Él les narraría, luego de curarse, la apoteosis del cazador.

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Walter Velásquez Tiene 24 años. Estudiante de la carrera de periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, donde cursa el último año de la carrera. Viene en la actividad literaria desde los veinte años, donde realizó su primera presentación poética en el Slam de Poesía Oral, del colectivo Reporteros Infiltra2. Ha participado en antologías nacionales como El dolor de la tinta (Editorial El Verso Azul). El mar no cesa (Editorial Ángeles del Papel), Al lado del camino (Ediciones Marginales) y entre otras. También sus escritos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales. Actualmente labora como redactor en la revista Buensalvaje, donde se encarga de manejar el contenido de la revista. Anteriormente trabajó en la Federación de Periodistas del Perú y en el Diario La Verdad Municipal.

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Antropólogo decepcionado

orge es un pata de 22 años que cada fin de semana se va celebrar en un antro ubicado en Jirón Carabaya 945 Cercado de Lima, para socializar, bailar, gilear, agarrar y dormir. Tiene amigos, pero son sanos, de los que les gusta una buena partida del famoso juego Dota 2 aunque también disfrutan un buena de Póquer. Pero, a Jorge no le vacilan esas cosas, ya que se considera un chico maduro y no un chibolo, a pesar de que su edad diga lo contrario. Antropólogo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Jorge ve ese antro como la perfecta oportunidad de darse un chapuzón de cerveza helada, para alejarse de sus temas académicos y encontrar un momento de paz. Otra cosa que le encanta es no poner ABSOLUTAMENTE nada para la entrada a dicho o local, o incluso para consumir cerveza, porque cree que se lo consigue mediante ser sociable o entretenido. ¿Su peor debilidad? el baile. No le gusta el reggaetón y frecuenta un poco la salsa porque en su familia todos son salseros. Por más intento que haga, sus pasos son horribles y poco originales, causando que las chicas pierdan el interés total en él, pero, a él poco le importa porque al final solo lo hace por ser extrovertido. Eso sí: muere por sus rolas, cuando se trata de Joy Division, Soda Stereo, Blur, Molotov, Loquillo y los Trogloditas y entre otras bandas, el brother se tira al piso para vivir el momento mientras que otros sujetos lo miran de manera extraña y asqueable. Al terminar una clase, un sábado por la tarde se dirigía a su casa para investigar en las redes sociales qué eventos ocurrían en la famosa movida limeña. Él no solía asistir a dichos eventos porque sabía que al final no iría. Solo en aquellos que le llamaban la atención, ponía un “me interesa” para así confirmar su participación. Tras varias horas de búsqueda se encontraba con un antro ubicado en el mismo Carabaya, como a cuatro cuadras, cuyo número de dirección es 815. Las dudas se aferraban a él, pero al final después de meditarlo, mandó a la mierda todo y se fue a dicho lugar. Al llegar, vio de que se trataba de una fiesta con temática de New Wave e Indie Rock, algo similar al lugar que solía frecuentar. Jorge comenzó a sentirse cómodo y a hacer sus famosos pasos de baile, todo de una manera alegre y divertida. Hasta que llegó una chica de cabello negro con una mirada de curiosidad. Al verla, el corazón de Jorge comenzó a bombear, sus venas se pusieron heladas y la baba le salía de su boca. En ese instante Jorge sentía que era su noche para destacar. Al acercarse a ella, iniciaron una pequeña

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REVISTA LITERARIA ERGO conversación y descubrió que también la joven estudiaba la misma carrera en la misma universidad. La emoción de Jorge era exageradamente notable, hasta el punto que puso la cara de idiota. La joven no entendía el porqué de su reacción y decidió sacarlo a bailar para quizás tratar de romper el momento bizarro y extraño, ocasionando que Jorge se ponga más feliz. Después de unos arduos bailes y abrazos, la joven le propuso ir a un lugar distinto, y Jorge sin pensarlo dos veces dice un sí. Resultó que terminaron yendo al mismo lugar que Jorge frecuentaba, ubicado en Carabaya 945. Ahí comenzó a darse cuenta de que quizás no era el único que frecuentaba dicho espacio y que al final podría encontrar a alguien que le completara ese vacío de ir solo. Al entrar, se toparon con gente vomitando, bailando, insultando, peleando y durmiendo. Ambos comenzaron a bailar la canción María Magdalena de la cantante alemana Sandra. La chica notó de que Jorge estaba algo perdido por ella, causándole una especie de curiosidad. Después ella le pidió a Jorge comprar unas dos cervezas heladas que él aceptó inmediatamente. En dirección al sitio de compras se topó con una cola inmensa, causándole una enorme ansiedad por la prisa que tenía por regresar al lugar donde encontraba la chica. Después de unos 10 minutos, Jorge obtuvo las famosas cervezas. Al regresar al lugar y se topó con algo chocante: la joven estaba besándose con un tipo de manera apasionada y excitante. La rabia y decepción de Jorge corrían por su mente, con deseos de querer darle una paliza al tipo, de romper las cervezas en el piso. La joven al verlo le dice que, si ya tiene las cervezas listas, ocasionando que Jorge se quede completamente mudo. Jorge buscaba alguna explicación y ella le dijo que no existía tal explicación y que solo fue utilizado para cumplirle un favor: traerle algo para beber y luego compartir esa bebida con alguien que no fuera él. La rabia de Jorge no esperó más para desbordarse e inmediatamente rompió las dos botellas. La joven fríamente le respondió que su amigo, el del beso, le conseguiría otra, agradeciéndole a Jorge por hacerle guardar dinero. Jorge perdió los papeles y salió del lugar pateando la puerta, ocasionando que los vigilantes le propinasen una merecida paliza. Después caminó por la calle llorando y lamentándose de su decisión, mientras que unos señores lo observaban de manera burlesca. Jorge comenzó a meditar y decir: “es hora de buscar otras opciones de distracción”. Eran las 2 de la madrugada, Jorge fue a su casa y llamó sus amigos para contarles lo ocurrido. Entre recomendaciones y lamentaciones, le propusieron un duelo de Dota 2 e inmediatamente Jorge se lo instaló para jugar. Al parecer, terminó convirtiéndose en lo que más odiaba: un chibolo dotero.

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Buen servicio

uevamente el antropólogo decepcionado vuelve a ser protagonista, solo que está ocasión es especial y cómica. Después de estar decepcionado, golpeado, desilusionado y bajoneado por su chiquilla de la misma carrera y de su misma universidad, Jorge decide volver a las andadas de las noches bohemias del Centro de Lima. Sus viajes a las distintas partes del país para estudiar las culturas de las diferentes tribus y sus largas madrugadas de Dota 2 con sus compas le duraron poco, pues el todo necio decide regresar como matador y buscar lo atractivo y fresco de la calle. Esta vez no iba a la calle Jirón Camaná 945, sino más bien bajaba una cuadra más para caer al mismo jirón, pero con el número 830. Dos pisos, tres ambientes (uno de salsa/reggaetón, uno de indie y otro de pop). Jorge en su cabeza decía: "La última vez me dejaron como un completo huevon, encima misio y borracho. No más chicas de mi carrera y ni más confianza rápida. Hoy me comporto como un tremendo desgraciado, carajo". Al subir a la zona de salsa/reggaetón, Jorge se sentía incomodo y desconocido. Pues lo suyo era la zona wave y Bizzarre Love Triangle a las 3: am. En esa zona solo pasaban Salserín, Victor Manuel, Camaguey, Rosalia, J Balvin y entre otros artistas de los mencionados géneros. Las chicas lo miraban raro y con gestos de burla. Fue a la zona de pop, sus oídos casi se rompen al escuchar "Señorita" de Camilla Cabello feat Shawn Mendes. "Putamadre, yo buscando algo nuevo, pero no logró acoplarme maldita sea", sostenía desesperadamente Jorge. Finalmente regreso fue la zona que más se le pegaba: la zona indie y ahí saco su lado demoníaco bailable. Tiradas al piso, bañadas de cerveza Pilsen, invitadas de gaseosa con ron e intentos de gileos. Jorge estaba feliz, hasta que volvió a ver a su peor pecado: la famosa antropóloga. A Jorge se le pararon los pelos, su corazón comenzó a palpitar y su mirada estúpida se hizo presencia en su rostro. "No puedo creerlo carajo. Qué conchuda esta flaca para venir aquí. Mierda, ¡comportarte Jorge! Haz que nunca las visto y sigue haciendo lo tuyo que los vas haciendo pajita", pensaba emocionado Jorge. Hasta que su famosa amiga puso su mirada en sus ojos fríos, se acercó y le dijo esto. ─ ¿Te acuerdas de mi verdad? ─No, ni mierda. No recuerdo haberte visto antes ─dice enfadado Jorge. ─ ¿Estas dolido por lo de la última vez, verdad? ─Pregunta sonriendo. ─No, para nada. Entiendo que eres una orgullosa de mierda, pero no puedo hacer nada al respecto. Es tu forma de ser, tu forma de actuar y la forma en como conquistas tus premios. ─ ¿Ósea te parezco que soy una pendeja? Puta, que machirulo eres weon. Sabes, quería reivindicarme contigo, pero veo que te quema el hígado por lo que hice la otra

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REVISTA LITERARIA ERGO vez. Alaos, chibolo sano. ─Espera. No quise expresarme así, solo que me siento dolido desde aquel momento ─decía triste nuestro personaje en cuestión. ─Pero igual suenas machista, ¡cojudo! ─hablaba enojada el crush de Jorge. Tras comenzarse a irse su enojo, le dice esto: ─Mira, ¿Te parece si vamos por unas chelas para olvidar lo anteriormente? ─Es aquí donde Jorge en su cabeza sentía mariposas coloridas bailando en un jardín. Su esperanza volvía en él. Sus ansias para conquistar a la famosa chiquilla corrían en él. Jorge estaba motivado. Fueron a la zona indie a bailar y beber unas heladas Pilsens. La compañera le ponía todas las cervezas, para que así su sonrisa deslice de manera estúpida e imbécil. Parecía que todo iba bien, e incluso Jorge pidió permiso para ir al baño para ir a orinar. "Me hice una promesa de no caer, pero ya saben: A donde vayan, sigue el camino tú nomas", decía un excitado Jorge a unos hombres que también descargaban sus orinas. Tras volver a la pista de baile, el flashback volvió ante sus ojos. La famosa antropóloga bailaba con un hombre mayor, barbudo y gordo. Luego comenzó a besuquearse con él de manera apasionada y sexual, todo esto antes pobres ojos de Jorge, que desconsoladamente se ponía a llorar. Después de terminar el acto, la antropóloga le soltó esta frase: ─Gracias por el rato. Has sido un buen servicio, hasta que llego otro, y mucho mejor. Esta vez a Jorge no hizo un berrinche, simplemente se marchó y huyó a la famosa Plaza San Martín para reflexionar lo ocurrido. De repente, se aparece un hombre alto y robusto, buscando algo de manera desesperada hasta que ve a Jorge. ─¡Hola, que tal! ¿Cuál es tu nombre? ─le pregunta el hombre─ Jorge ¿Y el tuyo? ─Matías, y tengo 30 años. ─Y dime, ¿Qué te trae por aquí? Es raro ver a un hombre de tu edad ver por esta plaza a esta hora. ─Nada, reflexionando de la maldita vida ─dice Jorge. De repente Matías de una manera sospechosa y llamativa le suelta esta pregunta: ─ ¿Y das buenos servicios? Nuestro personaje lanza una mirada de furia y pide a gritos al hombre que se vaya del lugar antes de que sus puños arruinen su rostro. ─Lárgate, mierda. Vete de aquí antes de que te saque tu putamadre. ─Ok, discúlpame, pero, si gustas te la puedo ya sabes que en otro momento. ─Lárgateeeeeeeeeeeeeeeeeeee, maldita sea antes de que te saque la reputa ─Grita furioso Jorge.

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Matías se va, al igual que Jorge, solo que este ve con dirección a su paradero para tomar un micro que lo lleva directamente a su casa. Sentando cómodamente en un asiento, comienza a reírse escandalosamente, soltando estas palabras: ─Pucha, ahora no solo doy buenos servicios, sino que también me buscan para ello. Algo de especial tengo, carajo. Ojalá un día me dé cuenta, aunque solo por ahora mis únicas habilidades son estudiar las distintas tribus del país y utilizar mi Pudge para ser un capo en Dota 2. Ojalá estén esos huevones para meterme un dotita, carajo.

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Cristian Felipe Leyva Meneses Nació en Armenia, Quindío, Colombia, 1997. Músico, poeta accidental y escritor. Participó en dos antologías de microrrelato Porciones del alma IV (2018) y Academia para escritores II (2019) y en una antología de poesía Poetas Nocturnos V (2019). Ocupó el segundo lugar en el V concurso departamental de cuento Humberto Jaramillo Ángel, ha sido colaborador en varias revistas literarias, entre ellas destaca Revista Telescopio, Revista extrañas noches literatura visceral, Seattle Escribe, ERRR Magazine y Lo innombrable. Enlaces de interés: Blog Personal: https://corpusfelipegarnifex.wordpress.com/ Facebook: https://www.facebook.com/felipegarnifex

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Alta resolución I’ve been drawn into your magnetar pit trap I wish I could eat your cancer when you turn black Nirvana – Heart Shaped Box

os comediantes habían empezado a repetir el mismo material una y otra vez. Kat vivía las primeras horas de su ciclo menstrual, su estado de ánimo no admitía rutinas carentes de espíritu. En momentos así, solo se pueden cambiar los canales. —Vaya mierda de edición —digo. —¿Qué pasa? —Las voces no coinciden con los gestos, ¿lo puedes ver? parece que las palabras salen de otra parte. —Parecen estreñidos —dice—, ¿ponemos los documentales de simios que te gustan? —Y pensar que el estado pone plata para sostener estos canales de mierda… —Sí, pero respóndeme… —Ponlo, me gusta ver cómo se sacan las pulgas, a veces corretean y se lanzan fruta. —Bueno, pero ven pues. Kat era agradable, sus acercamientos afectivos respondían a un mero capricho, ambos lo sabíamos bien. Era un pacto superficial. Ninguno de los dos se tomaba demasiado en serio: Tú me das yo te doy, se que te aburrirás de mí cuando yo empiece a agarrarte un cariño que pueda parecer auténtico, ese es el juego, sin reglamento y sin nadie que llegue para atender las lesiones que seguramente tendrás. Sabes jugar rudo, brindas tu tacto suave y espacioso como una dosis inyectada en el tedio, las horas en las que tienes la guardia baja. Juegas al sabor de tus caprichos, como la ciruela más ácida en mi boca, tu sabor es deleite y atadura. Luego vomitaré tu recuerdo en cualquier rincón. —¿En qué piensas, cariño? —Estoy deprimido, Kat, lo siento. —Problemas con tu familia… —Lo de siempre, la mierda de siempre. La rabia nos hace cortos de pensamiento, ¿cuántas veces le habré restado importancia al mundo escudándome en la simpleza de una palabra? Mierda, mierda, mierda… —Quizás deberías hablar con tu madre —parece dudar un poco—, ¡ellos tienen que entenderte! —No tiene caso insistir, tendría más sentido discutir con una estatua. —Es que a veces eres tan cerrado.

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REVISTA LITERARIA ERGO —Sí, —extiendo mi brazo para acercarla a mí— pero así me quieres, y este momento es lo único que importa. La buena compañía no nos blinda en contra del aburrimiento. —¿Quieres que te la chupe? Estoy en un apartamento caro y estrecho. Cambio el canal y un documental sobre extraterrestres me roba la atención, la risa. Hay charlatanes en todos lados, pienso, una mente frágil ya habría sucumbido a la confusión de tanta pseudociencia bien publicitada. Kat me la chupa con esmero, con amor, ¿por qué mi tristeza es tan terca? Su boca hace hervir mi sangre, un calambre azul eriza todos mis vellos. Sus cabellos dorados cosquillean mis rodillas, suben y bajan, se enredan como mensajeros de su dedicación. ¿Con cuántos otros habrás practicado antes, cariño? tengo suerte, no cabe la menor duda, la casualidad nos ha juntado y nos ha llevado a esto. Somos un curioso juguete del destino, la programación estelar en el programa de nuestro pequeño absurdo. Intentas subir mi ánimo, y yo he obtenido lo mejor de ti, quizás sin merecerlo. Chupa nena, chupa hasta que sacies tu morbo, hasta que me extraigas el alma, hasta que el exterior tenga mejores oportunidades para nosotros. Chupa hasta que los malditos programas estatales tengan franjas en alta resolución. Llevaré algunos cabellos tuyos en mi pecho, ahora son mi patrimonio, mi programación para la noche que me espera.

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El peor de la clase

l aplauso fue breve y mortecino, durante la presentación hubo bostezos, murmullo y risas inoportunas. El sonido fue malo, las muecas del maestro reflejaron un solo gesto: el de la decepción. Los otros intérpretes esperaban su turno, confiados en su destreza. Paul bajó del escenario, se desabrochó el corbatín con un gesto de desdén. En la sala reinó un silencio incómodo. Los jurados deliberaron. Su madre quiso abrazarlo, pero él no se lo permitió. Contuvo el llanto, le pidió un poco de dinero. «Necesito salir y refrescarme, ya sabes…» hacía un poco de frío, el viento se le coló por las mangas anchas y por las axilas. Estornudó un par de veces, de golpe sintió el desgaste en su garganta, pero no le importó, fumaría de todos modos. No era un cantante quisquilloso. El ruido del tráfico lo había aturdido, fue a dar a un callejón, a un par de cuadras del conservatorio. Siempre llevaba una pequeña pipa en el bolsillo izquierdo de la camisa, al lado de su corazón. Alzó la vista para mirar atardecer, los olores del lugar se mezclaban, tenían gusto a humedad y a viejo. Un vagabundo se acercó a él, le contó una breve y patética anécdota, luego pidió dinero. El muchacho se negó, a decir verdad, estaba harto de los inmigrantes. Limpió su pipa, despacio, como quien sostiene una reliquia para un ritual. Le quedaba poca marihuana. La gastó toda, luego se arrepentiría. Tosió un par de veces, oyó a la pareja que fornicaba a un par de pisos por encima de su cabeza, le causo un poco de gracia, parecían entenderse bien, sus ruidos guardaban cierta musicalidad. —¿En dónde diablos estabas, Paul? El jurado está a punto de dar el veredicto. —Cerca, ¿Qué hay de los tenores? —Lo de siempre, repertorio para bobos de iglesia. A Paul se le irritaban los ojos, nunca había usado gotas. Ahora estaba despeinado y un poco sucio. Vio a los jueces en tarima hacer lo suyo, hubo aplausos, abrazos, lágrimas y mocos. Al cabo de unos minutos los padres orgullosos salían del recinto con sus hijos, los maestros regalaban sus despedidas hipócritas y los chicos del sonido comenzaban a recoger los ríos de cables. Paul permaneció sentado, su madre lloraba, se sentía triste y avergonzada. —Ten cuidado con los finales, chico, presionas mucho y te quedas sin aire, tu puntaje fue el mínimo aceptable. A pesar de haber sido su estudiante por cuatro años, Paul no se despidió de Jhon, arrugó el papel que éste le dio, lo arrojó al suelo y fue al baño para poder vomitar en paz. El documento, entre otras cosas, decía lo siguiente:

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“…Paul Collen, Barítono. Se graduará por ventanilla, favor reclamar su respectivo certificado en las oficinas centrales de nuestra institución…”

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Francois Villanueva Paravicino Nació en Ayacucho en 1989. Egresado de la Maestría en Escritura Creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019) y Azares dirigidos (2020). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013) y en diversas páginas virtuales, revistas, diarios, plaquetas y/o; de su propio país como de países extranjeros. Ganador del Concurso de Relato y Poesía para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007).

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La deuda

l igual que el mediodía, cuando barría la vereda de la entrada de la iglesia, Mirlo no pudo distinguir en el horizonte a nadie más que a un borrachín durmiendo sobre el pasto de la hilera derecha de jardines con palmeras de la plaza Cuatro de Octubre. Solo que esta vez ya no barría, sino que se daba una siesta cuando lo despertaron con tres fuertes golpes en el portón. Mirlo, el monaguillo, abrió el portón de la iglesia y encontró al mismo borracho, ya despierto y alto de estatura, con el mismo traje sucio y remendado, al pie de la iglesia. El visitante era corpulento y tenía en la frente una negruzca herida con sangre reseca, un rostro sucio y sudoroso, además de unos labios cuarteados y descoloridos solicitando ayuda. El monaguillo, un joven de diecinueve años, dudó temeroso. En un primer momento, pensó cerrar precipitadamente la iglesia asegurando el cerrojo e ir corriendo a volverse a dormir tapándose los oídos. Sin embargo, perplejo se quedó largos segundos hasta dejarlo entrar. Lo vio ir lentamente hacia los primeros bancos marrones y lustrosos ordenados en dos filas, sentarse parcamente en una sin decir nada y apoyarse en el respaldo de otra como si tratase de dormir. Mirlo suspiró hondamente y se limpió con suavidad los lengüetazos húmedos de sudor de la frente. De pronto, sentía que debía cooperar con la ayuda samaritana hacia el prójimo necesitado, tal como lo había enseñado el padre de la iglesia, participando con el desarrollo de algún ministerio. Creyó que el visitante dormía y se disponía a abrir por completo la iglesia para orear el ambiente, encender las luces (pues ya hacía el crepúsculo vespertino), barrer el piso y limpiar las bancas, cuando la voz gruesa y pegajosa del visitante lo detuvo: —No abras hoy la iglesia. Te pagaré. —Alzó su cabezota y clavó su mirada rojiza en la del monaguillo—. Te lo voy a pagar. Mirlo percibió un miedo extraño creciendo más en él. Dejó cerrado el portón, encendió las luces interiores, y se fue a traer el botiquín de primeros auxilios. El visitante se quedó en la misma posición incómoda parecida a la de dormir. Por su parte, el monaguillo, al entrar a su cuarto, se puso a rezar de rodillas ante una cruz de tamaño mediana empotrado en la pared. Al terminar, cogió el botiquín y una jarra con agua, y se fue a cumplir algún mandamiento divino. En el trayecto, especuló algunas ideas de lo que pudo haber sucedido, pero ninguna le convenció. Pensó, entre otras alternativas, que quizás el hombre haya sufrido un accidente. Por otro lado, no pensaba recibir ningún pago. —Gracias. Te lo pagaré —dijo el visitante cuando Mirlo empezó a curarlo. Primero le lavó el rostro con agua y jabón, en especial la frente. Luego, masajeó la herida con gasa bañado con yodo desinfectante; después, le echó sulfatillo en polvo contra la fiebre. Al final, le vendó la frente y le preguntó, en un arranque de confianza, por su nombre. El visitante respondió: “Babieco”. Mirlo sonrió al ver el inicio de entablar

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REVISTA LITERARIA ERGO una conversación. Le preguntó, de una vez por todas, por lo que le había pasado. Babieco le contó lentamente la historia: Había estado bebiendo cerveza en los Bajos Mundos con unos amigos, hasta que aparecieron sus enemigos, a quienes debía un dineral. Se armó un lío, una bronca descomunal, de la que él, a pesar de todo, había logrado escapar. Subiendo las gradas de los Bajos Mundos hacia una avenida, se tropezó y se rompió la frente. A eso de las cuatro de la madrugada, llegó a la plaza Cuatro de Octubre y se recostó en el pasto al pie de una palmera. Se quedó dormido como un tronco. Al despertar, sentía un apetito voraz. No había comido nada durante días, sólo había consumido cerveza. No lo dejó continuar y fue por algo de comer. Mirlo trajo una bolsa grande con hostias. Babieco comió con desesperación, masticando con brusquedad; también dijo que tenía harta sed. Mirlo se fue por agua hervida, aunque en un comienzo pensó irónicamente traer vino. Babieco bebió angustiado, casi sofocándose. Mirlo lo dejó por un rato solo. Entonces dejó atrás la idea de tocar la campana para llamar la atención de los católicos y así estos puedan ayudarle en la encrucijada en la que se encontraba. Sin embargo, pese los impulsos de miedo en su subconsciente, creyó más en su consciencia: parecía no estar en peligro. Entreabrió la puerta de la iglesia y vio la plaza. Los faroles de luz ya se habían encendido exangüemente. Una atmósfera grisácea y oscura merodeaba las calles y la luna era una redonda pelota de queso. No había nadie excepto una pareja conversando silenciosamente debajo de la cubierta de concreto sobre cuatro columnas al frente suyo, y unos papeles y ciertas hojas verdes y amarillas siendo arrastrados débilmente por el viento. Las tiendas de las inmediaciones estaban cerradas y un silencio combatía con los cantos de los pájaros y el rumor del viento. El panorama entonces cobró una forma escalofriante: estaba solo con un borracho desconocido sin el padre, quien había viajado selva adentro a oficiar misas en ciertos compromisos litúrgicos. Entró y aseguró el portón. Era un día normal para ser el primero de enero. Las personas descansaban cansadas por la juerga de la madrugada y no tenían fuerza ni voluntad para abrir sus negocios. Anoche había habido broncas descomunales, entre otros conflictos que se originan al recibir el año nuevo. Por ejemplo, como la iglesia está cerca de la discoteca Dos Cocos, a esa hora de las seis de la mañana, se enfrentaron dos grupos de pandillas, los de San Francisco contra los de Kimbiri. Salían de la discoteca con las cabezas rotas, labios sangrando, ojos reventados, dislocados, y extremadamente beodos. Se supo después que un muchacho de apenas diecisiete años perdió un ojo. Al regresar donde Babieco, Mirlo pensó darle una habitación de visita para que pueda descansar cómodamente. Lo hizo con un semblante de misericordia en el rostro. Babieco descansó plácidamente sobre el colchón relleno de algodón. Sentado en una banca, meditabundo, Mirlo recapacitó todo lo que hizo. Existía mucha violencia en aquel pueblo pequeño, y todo por la falta de cultura. Si todos fueran a la iglesia y la atiborraran, no sucederían esos incidentes, o no en tal magnitud. Todos serían buenas personas, preocupadas por la paz, el bienestar, el progreso de su pueblo, su país y el mundo. El cristianismo creaba espiritualidad benigna en el alma de la gente, velando por su bien.

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REVISTA LITERARIA ERGO Era, ante todo, un ente moral y cultural. Mirlo bostezó. Se satisfizo con sus ideas y se fue a dormir. Sin embargo, inesperada y salvajemente, a las tres de la madrugada, se oyeron fuertes golpazos aporrear el portón de la iglesia. Mirlo y Babieco despertaron primero ensimismados, luego avispados. Asustado Mirlo fue a abrir. No esperaba a nadie, así que se extrañó. Preguntó temeroso: “¿Quién es?”. “Abre la puerta, mierda, o la tumbamos”, contestaron con voz fiera y amenazadora. Mirlo retrocedió, cobró serenidad por un momento, y volvió a inquirir por sus identidades. Le contestaron más brusca y groseramente. Empezaron a golpear el portón una y otra vez, que temblaba fuertemente y parecía que se iba tumbar. Mirlo se espantó y amenazó con llamar a la policía. Entonces, sin más ni más, tronó un disparo. Volaron la aldaba. Abrieron el portón de un patadón. Mirlo quiso huir, pero le dispararon en el talón y cayó de bruces. Eran tres los sujetos, los tres con pistola. Uno de ellos le preguntó con voz enojada: “¿¡Dónde está Shiro!?”. Mirlo se retorcía de dolor en posición fetal tirado en el suelo. No escuchó nada, ni sabía de nada. Le patearon y le volvieron a interrogar. “¡No sé!, ¡no sé!”, respondió Mirlo gritando de dolor. Los tres sujetos le dejaron tirado, desangrándose, malherido, y fueron a buscar a Babieco —¿o Shiro?— dentro de la iglesia. Shiro cargaba un colt; puso su cama como barrera, y aguardó en posición defensiva. Mató a uno que entraba apresurada y descuidadamente. Le dio en el cuello. Los otros dos tomaron posición. Se armó el enfrentamiento a mano armada, a fuego cruzado. En un descuido, Shiro recibió un tiro en la cabeza. Los dos se aseguraron de que Shiro estuviera muerto y fueron por él. Patearon su cuerpo, lo escupieron, lo humillaron. Uno cargó a la víctima, otro cargó a su amigo muerto. Salieron de la iglesia, cruzaron la plaza Cuatro de Octubre, y se metieron en un Cuatro por Cuatro. Mirlo empezó a gritar auxilio mientras se desangraba de dolor. No podía ponerse de pie.

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El tío Larry

abría de llegar él a fines de mes, en una acalorada tarde, salvaje y húmeda, sonriendo esa risita que inspira la simpatía pero que encubre falsa falsedad. Con su sombrero de paja andina con alas extendidas de garceta a pique, sus gafas oscuras, su reloj de oro macizo y dizque brillante calidad, su guayabera a cuadros de seda crema, y aquel pantalón blanco de bófeta. La primera vez que lo hizo, rechoncho él y ensuciado por los estragos del viajar por las selváticas carreteras, buscando donde alojarse, rogando, se hospedó en el último cuarto, deshabitado y lóbrego harto tiempo, del tercer piso de nuestra casa; que aguardaba pegado al ventanal del fondo —tenía una vista panorámica del parque La Unión—, su llegada, algo que los destinos, contrastadores, así lo consentían. Se llamaba Larry, más nosotros solo lo tildábamos de ‹‹señor››, en sus primeras venidas es verdad, porque poco a poco entablaríamos grata amistad. Cargaba, en todas en las que llegó lo hizo, un mediano cajón de madera que aparentaba forma de féretro de mozalbete; en el hombro se le columpiaba un abultado zurrón de cuero bovino, y la mano derecha estaba al pendiente a cualquier saludo, pues era la que estrechaba en la cortesía la de mi padre, quien ya también le tenía grande afecto, y, por supuesto, reservado su habitación para que pase la noche y las que téngase que pasar. Y aunque la mayoría de las veces llegaba empolvado, sudoroso, con la piel roja y puesto aquel sombrero de copa elevada que parecía esconder del mundo la totalidad de su rostro, daba su presencia cierta galanura, y su comportamiento, que pareciese que instruido había sido en clases de buenos modales y el arte de la política, agradaba. Empero, a pesar de todo, tenía cierto aire enigmático, pues a veces su semblante era oscurísimo como la sombra tupida de los sueños en la inconciencia, aunque él era de tez marrón acaramelada, y con una sonrisa que a maquiavélica tiraba. Sin embargo, era buena gente, y, daba la impresión, un encarnado misterio. Fue él el primero en llamarnos ‹‹sobrinos›› cada vez que regresaba y nos veía corretear alrededor suyo, felices y muy espesos, como unos salmoncillos alborotados. Pero desconcertados no le contestábamos con un ‹‹tío››, aunque no tardaríamos en reconocerlo como tal. Agradaba, a primera vista, a la mayoría, y todos le agradaban, sin distinciones, también. Sin embargo, si es juzgar preciso, era una persona extravagante. Solo sabíamos, con el paso del tiempo que bien puede ser pronto, que vendía aquellos brebajes terapéuticos, silvestres estos, alojado en las calles, ofreciéndolas: ‹‹Las medicinas de nuestra madre naturaleza, doña, jarabes con almíbar cien por ciento natural, compadrito, con sus recetitas nativas y baratas, vecina, las milagrosas, ñaño; las del padre Inti, las de la Pachamama, las del Gápaj››. Y en varias ocasiones hasta le trataban de ‹‹¡fanfarrón, fanfarrón!, ¡badulaque, estafador!››. Entonces el pobre, con su desolada sonrisa y rojísimo cual un cangrejo cocido, cabizbajo, balbucearía algunas palabras, ¿qué

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REVISTA LITERARIA ERGO diría? No obstante, aun así, se podía afirmar que sí tenía harta clientela, pues la mayoría de las tardes recibía visitas diferentes a las anteriores. Por consiguiente, desde que apareció —sí, fue su presencia una aparición—, cual lo misteriosa que es la vida por estos pueblos tal vez olvidados, no tardó en causar la polémica, y estas siempre con sus remotas tergiversaciones. Traía, aparte de su pesado y penoso ser pueril, unas veces formidables ofidios —boas gigantescas, culebras amaestradas, anacondas y pitones—, aves exóticas —un guacamayo inmenso y borrachín que contaba leyendas y cantaba merengues—, plantas en macetones o rastreras enredadas en su persona; y que (algo curioso) a la mirona muchedumbre oriunda de la selva, que era su versátil público callejuelo, impresionaba hasta el aturdimiento. Cierta vez en una de sus estadías de peregrino mercante en la hostería, una boa descomunal se escapó de su habitación y alarmó a los inquilinos; quienes exacerbados y turbados procedieron en avisar a la comisaría del pueblo, y cuando empezaron a buscarlo, pesquisando rincón a rincón, no lo hallaron, y fue que, como si se hubiese esfumado de la faz de la tierra, nunca se le encontró. Mas el tío Larry, ya percatado y advertido de ello, regresó al mes siguiente del incidente con nuevas extravagancias silvestres, mostrándose tan optimista como la primera vez, si así ahí lo hizo. Aquel acontecimiento fue uno de los pocos que se reservaba negativamente con respecto al tío Larry y a su ya comprometida idiosincrasia de hombre popular reciente. Además, nunca se le había visto beber tragos alcohólicos, y sabrán cabalmente a lo que me refiero, en alguna de las férvidas parrandas, casi religiosas, propias de la amazonía y su población; ni armar pleito en plena calle con tal multitudinaria y hasta exasperante gente, tampoco lo encontraron con alguna mujer íntima de las ardiendo por amor el día por su tropical soledad. Y aunque se le habían presentado diversas ocasiones para caer en lo que se llama cosas mundanas y lo ya mencionado, y aún en peores y humanas oscuridades, nunca despeñó. Nadie lo había encontrado por esos tiempos en situaciones embarazosas que pudieron dañar su imagen de un hombre piadoso y tranquilo, de una reputación de hombre de bien con un espíritu de anacoreta bien fundado, liberado él de alto mal con colmado bien. Así era nuestro amigo, nuestro tío Larry; pues nosotros sí lo apreciábamos como se hace a los prójimos con la estima y la caridad; y yo y mi hermanito, por ese entonces, hasta, pudiese decir, con la candidez. Llegaba solo al pueblo como si familiar alguno no tuviese, y era ello también un cántaro de sus enigmas. Nunca se supo por boca suya de algún natural cercano a él por más que distintos intentaron, de manera ladina y hasta perversa, sacarle más información que su procedencia, tanto más. Y era que aquel hombre siempre se salía con las suyas, pues nadie se quedaba con las respuestas a sus embaucadoras interrogantes —de entender su desarrollada reticencia—, por lo que se suponía su semblante de una agasajada felicidad después, con una sonrisa en los labios y un tumulto en las mejillas, jubiloso presentándose. Seguro gozaba la idea de haberlos vencido a todos y solitariecito. Era el único que podía vivir en cierta soledad y en tal caluroso afecto de los demás; pues por más que nos tenía a nosotros buen momento, más, harto más, era el tiempo en que no se lo veía. Se suponía que estaba solo y era sabido que a veces se enclaustraba en su

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REVISTA LITERARIA ERGO gabinete, solísimo, y no dormía. Dicen por allí que se le escuchó lloriquear, y por allá otros no sé qué opcional cuestión de prácticas con rituales de brujería o de misantrópica mezquindad. Era así, es cierto, y digo era, pues cambió; y creo acotar está de más cómo era: algo tan bien tenido en mis retentivas. Una tarde de agosto y sus novedades en años bisiestos (en estos pueblos tal vez olvidados), no regresó solo. Trajo a una jovencita que él indicó era su sobrina a la estupefacción desmedida de todos; quienes hasta con ayes triviales, tan patéticos como la rienda suelta a su hipocresía, se ensalzaban frente a la sola pareja. Pues era la primera vez que él venía acompañado con alguien que no era uno de esos mercachifles que por la casualidad viajaban con él. Era ella una muchacha ya muy crecida, como de veinte años. Era morena y de cabello lacio, de ojos dormilones y pestañas encorvadas, y muy bella; mas no conjugaba su hermosura, lastimosamente, con su forma brusca de expresarse, con unos gestos desentendidos y a veces hasta con gritos como costeña furiosa, sí, con su sonora dicción de criolla. Pero eso sí, muy pero muy coqueta, y eso era, pues parecía, lo que enojaba bastante al tío Larry, quien a los pocos días la presentaría a todos, que fueron pocos a la cuenta, con la formalidad estricta requerida, como su novia. Escuché algunas murmuraciones, entre la gente, que no tardaron en comentar, inicuamente: ‹‹Qué todos los de su calaña son iguales, que es su amante, que es un sinvergüenza, ¡un badulaque, un estafador!››. Puesto que ya dormían juntos en aquel último cuarto, en el mismo, y quizás por eso los cuchicheos blasfemos, y quizás también por ello que desgraciadamente el tío Larry perdía cada vez más su grata boga de buen varón, que hasta por allí lo consideraban como a un santo, y ellos, es sabido, no tienen compañeras. Pero con respecto a su personalidad, era casi el mismo, solo con algunas alteraciones y pequeñas modificaciones, acaso por la presencia de aquella morena, quien cada vez que andaba sola por la calle, con movimientos dibujados de aquel dotado cuerpo, no tardaba de oírse por allí silbidos y frases de futuro amor poco discretas, picarescas estas. Y de seguro el tío Larry estaría rojísimo y mascullando enojadísimo; pues ya era de dominio público que nadie resistía a parejo con tal encanto de mujer, como decían o los vejetes casados del pueblo o sus hijos jóvenes. Es así como desde que aquella morena empezó a vivir con el tío Larry, aquel ―por más que lo intentara distraídamente― ya nunca sería el de antes. Cierta tarde tendría que llegar y no llegó. A esas horas yo y mi hermanito jugábamos divertidos un partido de fútbol en el parquecito La Unión, y era curioso que no nos recordáramos que el tío Larry ya tendría que estar de retorno. Pero al instante que se nos cruzó la idea fuimos, nosotros, corriendo apresurados a nuestra casa, para que cuando llegase poder acogerle, jubilosos, con una cálida bienvenida, correteando alrededor suyo y hasta columpiándonos de su cuello, espesos como lo son los chiquijuelos de alborotados. A lo que el tío Larry nos daría algún regalito o buena propina, que nosotros antes no sabíamos recibir y por esos momentos lo hacíamos por aceptar la muestra de su gran aprecio y el buen afecto de su cordialidad; y era esto una de las pocas cosas que aún reservaba de su antigua forma de ser. Y, era verdad, con el pasar del óxido del tiempo, cada vez más, el rastro de su personalidad era un fantasma que se desvanecía

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REVISTA LITERARIA ERGO ante ineluctables destellos. Y aquel día tendríamos que esperarlo, aguardando, hasta las once de la noche para saber que no vendría. Todo habría de cambiar desde entonces. No llegó al día siguiente, ni el otro, ni el siguiente del otro, ni los demás días. Toda la semana no se supo nada de él. Nosotros, en nuestra infancia, eran nuestras ideas vagas el por qué no vino, y más era una nostalgia salubre la que nos acaparaba que otras conmociones terribles y tormentosas que pudiesen resultar. Hasta que, por la casualidad, sí, por allí, ya pasados varios días, escuché que el tío Larry se hallaba alojado en un hostal, en el Lavalle del Cardo, y no hubiese sido tanto problema para nosotros como el que tal podía resultar. Pero infelizmente había uno que lo destruía todo; que estrujaba y desbarataba, cual a ser mortal, todo lo acontecido desde el inicio de aquel extraño pasado. Ese hostal, colosal y umbroso, ubicado clandestinamente en los Bajos Mundos, tenía, cómo no, agria malísima fama: de ser hostal de mala muerte, de ser un gran burdel, de ser refugio de delincuentes. Al saberlo, esa vez, sufrí la sensación de entrar desnudo a un congelador. Los comentarios no tardaron en llegar —como si no lo harían—, y fue como una avalancha de difamaciones y calumnias que demolieron al tío Larry, su pasado y su presente, su vida, su boga, encarcelándolo en la repugnancia. Aquellas palabrotas que, por descuido de ellos, los grandes, alcancé a oírlos, me hirieron tanto como debió hacerlo al ambulante cuando debió escucharlas. Era que asesinaron al tío Larry, que según esa gente bebía cerveza en esas cantinas que dan asco sentado en medio de mujeres malas, que después de disfrutar así aquellas presencias, las disfrutaría más en la cama, en una de las muchas del Cardo. Dijeron tantos que sufría por el abandono de aquella morena linda y coqueta, y otros que esa exquisita morena le enseñó a vivir; y también algunos, pocos estos, que se revelaba como tal era y había sido antes de su aparición; habiendo así otras veinte conjeturas, y también todas interesantes y con supuesta y sugestiva credibilidad. Nuestros padres nos dijeron, corridos los días, y que de no ser escribidor e individuo harto excepcional —soy yo una de las dos personas que se desunieron de su única persona natal para separar el bien del mal, como la espiga de la paja, de la unidad carnal—, ahora no tan bien reservado tuviese esto en mi memoria, que el tío Larry había muerto, que ya nunca había de regresar a nuestra casa y que ya jamás lo volveríamos a ver. Aunque él, como también invisibles me decían, y lo que me parece hoy en día a mí y no sé si a mi otro yo, con perdón, se las tenía de andar viviendo más que nunca.

—Ambos forman parte de Cuentos del Vraem (2017).

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Alex Chang Llerena Es un joven escritor y poeta peruano con autismo leve y fibromialgia leve. Autor del poemario Entropía, reconocido en la Casa de la Literatura Peruana y su libro fue llevado a España en manos de Mario Vargas Llosa. Ha participado en la FIL Lima 2019, Culturaymi Lima 2019, entre otros. Actualmente es colaborador de la Revista Dolaje y la Revista kametsa. También colabora escribiendo columnas de opinión en la ONG peruana “SoyAutistayQué”.

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Jugando con el duende

s raro, me levanté muy temprano. Eran las 4 de la mañana. Regularmente me levanto a las 10, a veces a las 11; al parecer por un presentimiento. Es como si mi corazón atravesara mi pecho. Mis hijos estaban echados, muy felices con sus osos de felpa. Mi esposa dormía serena con su almohada; sus rosas de ensueño sabor a caramelo endulzaban su reposo profundo. Unos pasos se escucharon por la cocina. Tal vez mi hijo Santos fue a tomar un vaso de leche. A los minutos escucho ruidos silbantes y torturantes para mis oídos como si fueran golpes de martillos en mi cabeza. Temeroso, me acerco a la cocina; con mi estrepitoso cuerpo temblante y miedoso. Al pisar la cocina; un ser mítico cuyo rostro de nariz respingada, ojos achinados, boca ancha y bigotes largos ondulados en punta, un cuerpo delgado, aspecto de niño, calzaba zapatos de charol, medias largas y una casaca verde. Este ser de cuerpo y halo verde que flameaba fuego en todo su cuerpo. Estaba volviéndome loco. Se acercó agresivamente a mi rostro y me dijo: —Eres víctima de mis deseos. Bienvenido a tus peores miedos. Tus deseos más ruines dan vida a este mágico ser. Muchos me llaman el duende mágico. Te gustaría jugar conmigo. Atónito Yo respondo: No existes para mí, no eres real. No puedo jugar contigo. Vete hijo del diablo. —Bienvenido al juego. Cuidado con las reglas y las trampas soy un duende repugnante. Nadie puede escapar de este juego. ¡Jajajajajajaaaaaaa…¡. Terminado esta conversación. Emprendo mi camino al plan que en mi cabeza construía. Ese plan consiste en sobornar a este duende hasta conseguir matarlo. Seguí los juegos del duende. Y en eso le ofrezco algunas joyas. Sorprendido acepta mi oferta. A cambio; me ofrece ser mi sirviente. Todos los días me limpiaba la casa, cocinaba, realizaba lavados; entre otras actividades caseras. Era divertido tenerlo como un esclavo dentro de casa. Y lo bueno que nadie sabía de su existencia, más que Yo. Aburrido de tener un esclavo, mi retorcida mente ejecuta otra idea. En la noche que servía los tragos y preparaba la cena; en ese momento preparo una bolsa, un cuchillo, agua caliente y unas medias sudadas. Todo esto lo utilizaría para atrapar al duende. Para ello necesitaba distraer al duende y capturarlo a espaldas. Muy hábil este duende, descubre y esquiva mis intenciones; golpea mis piernas y me escupe una saliva directo a mi rostro. Luego me maldice diciendo: “Eres maldito por siempre”, “Te serviré de por vida”, “Nunca moriré”. Pasaron muchos años de ese incidente. La fortuna y la fama llego a mi vida. Nunca creí que mi vida mejoraría después de tratar de aniquilar al duende y que se escapará. Al parecer la maldición desapareció. Tal vez fue una mentira. Un susto de mal gusto. Es como una pistola sin balas, para burlar el acto del disparo. La avaricia pudre mis más

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REVISTA LITERARIA ERGO limpios sentimientos. Olvido a mi familia, amigos y mi alma transparente. La codicia de tener más dinero, fama y poder me lleva a un abismo sin salida. A los pocos años postulo a la presidencia del Perú, con una campaña multimillonaria financiada por muchas empresas que poyaron mi campaña sucia. A los dos meses soy elegido presidente de la república. Es chistoso burlarse de millones de peruanos. Ya en este cargo me llueven muchos negocios ilícitos, coimas y más “cariños” de los empresarios. Sin notarlo he visto la presencia del duende en una forma escondida: la avaricia. Todas mis fechorías fueron descubiertas. La justicia me investiga luego soy sentenciado culpable y llevado a la cárcel. En mi fétido habitad; escucho voces que torturan mi mente. Todos en la cárcel me tildan de loco. Pues nadie escucha nada. Nadie ve a los duendes. Tras tres meses de encerrado en la cárcel ocurre un incendio. Al parecer explotó la cocina del comedor. Sospechoso, pues yo había visto a estos duendes correr por la cocina. Nadie me tomaba en cuenta. Término calcinado y mis cenizas sopladas por el viento. Muchos testigos murmuran más no afirman nada por miedo a las represalias. Es posible que escucharan las voces. Tal vez por pavor nunca dijeron nada mis colegas en la cárcel.

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Mi última oportunidad

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na luz muy borrosa veía tras las cortinas. Echado estaba frente a hombres vestidos de blanco, con trajes de astronautas y botas anchas. Todos preocupados me miraban. Ahí estaba ella, mi amada Silveria, me agarraba de la mano, me abraza y me obsequia un hermoso beso. Me regala su amor sincero, su amor del alma. Recuerdo que en aquellos tiempos de rebosante salud despreciaba a esa mujer tan bondadosa y humana. Sí, hablo de Silveria, mi gran amor, mi sincero amor que traicione con una…

2 Muy alegre y risueña Silveria con sus hijos pequeños. Siempre de corazón generoso. Por las calles deslumbraba una gran sonrisa. Ayudaba a los niños y ancianas que vendían caramelos y golosinas. Como no admirarse de aquella dama que no pide nada a cambio, más que un sincero amor. Yo, por mi parte, un vil desgraciado que no merece el amor de Silveria.Siempre le esquivaba toda muestra de afecto. Mi desprecio y sequedad de corazón se imponía ante su enorme corazón. Muchas veces le insultaba. Un ser amargo vivía dentro de mi alma. Tal vez la monotonía me convirtió en este asqueroso monstruo. Cuando llegaba a casa no mostraba ninguna muestra de afecto; tan sólo repudio a las cursilerías de Silveria.Estaba agotado del asqueroso trabajo, de la absurda vida y de una esposa cargosa. Deseaba una mejor vida… Muy admirable mi Silveria, pues me recibía con un plato caliente de sopa. Me atendía como un rey. Cuidaba muy bien de nuestros retoños. Creo que no les conté porque me case con Doña Silveria, una joven buena moza de Comas. Pues, verán, yo siempre fui un joven picaflor que iba de casa en casa buscando una nueva conquista. Un amigo me paso el dato de un chica de infarto llamada Silveria.Mi amigo Carlos March siempre tenía un buen ojo para las damas. Desde muy chico tenía ese don. Ya desde el colegio me ayudo a conseguir muchas enamoradas. Todas ellas modelos envidiables. Carlos me hacía la taba con estas preciosuras, que al final terminaban siendo mis chicas. Aquellos tiempos de colegio nunca lo olvidare. Carlos March trabajaba en una panadería de Comas. En esa panadería siempre encontraba a Silveria, una muchacha agraciada, tímida y de buen corazón, quien venía frecuentemente a comprar una bolsa de pan. Su curiosidad, más bien su espíritu de señora chismosa, llevaron sus patas de gallo al corral de nuestra presa: Silveria, una inocente pollita. Este pillo de miércoles me paso el dato. Ni bien obtuve la foto de Silveria y sus datos me fui tras su encuentro. Toque su puerta, salió ella con un vestido apretado y una

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REVISTA LITERARIA ERGO sonrisa arrolladora. —Buen día, señorita, me gustaría cortejarle y llevarla a dar un paseo por el parque. —Oh, no sé que decir a su petición— muy sonrojada y con una voz baja, responde. —No se preocupe, amiga. Soy un devoto de su belleza y deseo conquistar su corazón. Desde ese momento comenzó mi pesadilla con Silveria y mis cachorros…

3 Mes de Febrero del año 2020 y no encuentro a mi amigo Carlos March.Quedamos vernos cerca del Bar Queirolo.Este calor maldito me quemaba la cara, más de lo que estaba quemado (Soy un morocho riquísimo, tan parecido a Luis Miguel).En fin, me senté en una mesa y llame al mozo, así hacía hora mientras espero a Carlos. —Mozo, sírvame una jarra de cerveza. —Enseguida, señor Mientras disfrutaba de una helada, espumante y deliciosa cerveza, mi amigo me da una palmada por la espalda. Me sorprende y me asusta un poco. —Oye, compadre, vaya que te di un buen susto –me lo dice con un sonrisa muy amplia. —Vaya que eres tú. Pillo de m... Bueno, ya estás aquí. —Mira, Sergio, te cite aquí para informarte que tu señora sospecha de tu trampa. Aquella chibola de pampanante figura. —No te preocupes, cachorro, esa chiquilla sólo es para pasar el rato. La firme la tengo en casa con mis crías. —Te admiro, mi gran maestro. De grande quiero ser como tú. En horario de trabajo venía mi trampa. Mi esposa Silveria no sospechaba de nada. Todo seguía igual. Por lo menos desfogaba mi miserable vida, mi tan aburrida vida, con esta dama de compañía.

4 Presente unos síntomas típicos de un resfriado común: tos, estornudos, fiebre, etc. Me recosté en la cama por más de 4 horas. Me levante sediento y con poca hambre. Mi amada Silveria se acercó con un paño húmedo para bajar mi calentura. Me trajo un plato de sopa que no pude tomar. Mis hijos estaban asustados y ella no sabía qué hacer. Pasaron dos días y la situación empeoro. Me faltaba el aire y perdía las fuerzas (ya no podía caminar). Hace un mes atrás se reportaron 10 mil casos de Covid-19 en el territorio peruano. Una nueva pandemia viral que provenía de China. Al parecer me contagie al visitor a mi amante, lo hicimos sin mascarillas ni protección alguna. Fuimos irresponsables. Recordé que Carlos March hace una semana me llamo con una mala noticia. La chica con quién salía a escondidas se murió de COVID-19. Murio a los 3 días de presentar los síntomas. Muy asustado le dije la verdad a mi amada Silveria.Y ella sin dudarlo me perdono. Me abrazo muy fuerte, pero yo intente alejarla, tenía miedo de contagiarla.

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REVISTA LITERARIA ERGO Me llevaron de emergencia al Hospital Negreiros.Los doctores de inmediato me internaron en la Sala de COVID-19. Mi Silveria me tomo de las manos, me dio un beso en la frente y una bendición diciendo: “Pronto volverás a casa y seremos felices”. Ya entubado con un balón de oxígeno y demás aparatos médicos veía el rostro de los doctores y enfermeros. Nadie esperaba que salga de alta. Muchos de ellos pronosticaban mi muerte. Una santa llamada Silveria corrió por las medicinas, hablo con los doctores y rezo mucho por mi salud. Inclusive me dedico una bonita canción. Me recito bellos poemas de Neruda, Vallejo y Javier Heraud. Siempre lloraba desconsolada. Me arrepiento de haber sido un patán contigo, me gustaría haberle dicho: “Te amo Silveria”. He sido un machista de m…Bueno, soy eso y mucho más. Cuantas veces no valore su amor puro y sincero. Todo aquello no puedo decirte, pues estoy muriendo lentamente. Cierro los ojos y al parecer una voz me llama. —Tu momento aún no ha llegado. Debes volver. Despierto súbitamente. Todos gritan: “Es un milagro”. Estaba muriéndome de un infarto (5 minutos muerto). Silveria me abraza y llora conmigo. Alcanzo a decirle: “He vuelto y está es mi última oportunidad para corresponder a tu amor sincero”. Meses después mi salud y mi vida se pinta de colores y maravillas…

Recopilación realizada por Manuel Quiroz.

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Breve viaje al centro de la poesía Por Ángel Xandoval

Si consideramos a la poesía como un arte, es porque al igual que la pintura y la música, pero con la gran diferencia de que utiliza recursos lingüísticos, es una manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que bien puede ser real o imaginativa. Ella es un medio incomparable para la comprensión intercultural.

a palabra poesía procede del lat. poēsis, y este del gr. ποίησις poíēsis, cuya equivalencia en castellano puede estimarse que es “creación, invención, ficción”. El Diccionario de la lengua española, en su acepción primera de su vigésima segunda edición, define la poesía como “manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra en verso o en prosa”. La preocupación griega por fijar las ideas sobre el mundo llevaría a considerarla “razón divina” (Sócrates), “entusiasmo” (Platón), “imitación de la naturaleza” (Aristóteles), conceptos que a su vez dieron origen a sucesivas políticas sin que ninguna de ellas sea totalmente exacta. Sobre tan diversas formulaciones queda establecido el hecho de que la poesía es “un arte de disponer las palabras de manera que en su espacio mínimo se obtenga la máxima intensidad de expresión” (Gran Enciclopedia Rial. Tomo XVII, p. 673). En cuanto a su origen, resulta casi imposible hacer una determinación en el tiempo, pero es seguro que coincidió con las primeras manifestaciones artísticas de los seres humanos en forma de cantos tribales y folklóricos, etc., cuyos vestigios se hallan en testimonios literarios de distintos pueblos, a tal efecto, cabe recordar a Verdet: “la poesía es el mismísimo lenguaje primitivo”. Desde las antiguas Grecia y Roma el vocablo poesía (llamada también lírica, pues sus composiciones eran cantadas al son de la lira) se aplicaba para expresar lo subjetivo de la vida cotidiana. Hay quienes aceptan que después de ella apareció la épica para dar a conocer de manera objetiva, lo acontecido, y luego la dramática que vendría a ser una combinación de los subjetivo con lo objetivo. El poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, en su rima XXI, se preguntaba y respondía: “¿Qué es poesía? dices, mientras elevas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía? ¿y tú me lo preguntas? / Poesía eres tú”. Y es que con la poesía el hombre y la mujer poeta preguntan y confrontan la realidad y casi nadie les da una respuesta satisfactoria; ante esta situación el poeta se confronta consigo mismo, cuando el mundo exterior lo atrae irresistiblemente fuera de sí. Por tanto, el arte de la poesía es como un espacio propicio para formar la sensibilidad que facilita el acercamiento a personas de diversas culturas. En la poesía se combinan tres elementos: sonido, ritmo y significado, con lo que se consigue la máxima intensidad de expresión en un mínimo espacio. Su

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REVISTA LITERARIA ERGO método es indirecto y sugerente. Habla por paradojas, sugerencias e insinuaciones, y busca expresión mediante analogías, metáforas y símbolos. Desde hace siglos la poesía es un recurso de la belleza que ha aprendido a valerse por sí misma. Ella es un universo ordenado por la palabra en el que cualquier afirmación es verdadera. Asimismo, ella no está para descubrir la verdad, sino para hacerla más evidente y eterna, pues creación es eternidad. Hay poetas y poetas Para Pierre Reverdy el poeta es un transformador de potencias y la poesía es lo real humanizado, transformado; así como la luz eléctrica es la transformación de una energía temible y mortífera en demasiada alta tensión. El poeta sustituye lo real verdadero por lo real imaginario. Y ese poder, son los medios de elevar ese real imaginario a la potencia de la realidad material, y de excederla transmutándola en valor emotivo, lo que constituye la poesía propiamente dicha. Sin temor a equivocarme, también hay poetas de noches borrascosas, de depresiones y de insomnios que terminan en la desgracia. Hay los soñadores, es decir, los amorosos y aéreos que paran más en la Luna de Paita. Y hay los civiles y domésticos, esos a los que la poesía no les lleva la vida ni viven todo el tiempo en poeta, porque dejar de escribir no les quita el sueño. Quizá estos últimos disfruten más del arte de poetizar y desarrollen mejor su vocación ya que tienen los pies bien puestos en la Tierra, siendo conscientes del cumplimiento de sus obligaciones como toda persona normal. Ciertamente y como dijo Juan Ramón Jiménez “ser poeta es difícil; querer serlo, más difícil todavía; saber serlo, dificilísimo”. Ocurre a veces que con la poesía no se llega a comunicar algo, simplemente se escribe por un problema hermético de comunicación, prevaleciendo en el poema la forma y no el fondo. La poesía es una fuente de catarsis, cuando la vida se lleva al filo de un cuchillo, entonces el poeta se traslada animoso y decidido por las fuentes mínimas y máximas del lenguaje hacia lo más hondo de su ego y hacia lo exterior de su alter ego para ser la voz de los desposeídos y excluidos. El poeta no intenta ni quiere demostrar algo; él interviene en la vida comunitaria y se empareja con las otras actividades públicas de los individuos, reclamando, por lo tanto, una consideración social. Aquellos que se dedican a escribir poesía (hombres y mujeres) ven al mundo de modo distinto que sus contemporáneos. Además, la mayoría son bastante identificables dado que no tienen, por ejemplo, la musculatura de un atleta, la fuerza de un camionero, la voz ramplona de un ingeniero o la audacia verbal que ostentan algunos abogados. Pero no todo el que escribe unos versos es poeta, en todo el sentido de la palabra. Seguro lo es en potencia por ese artista que todos llevamos dentro, acosado, muchas veces, por los sentimientos más sublimes y descabellados. Con el trascurrir de los años algunos poetas consagrados se convierten en críticos duros de su propia obra, reduciendo su producción, cosa que no sucede con los narradores. Y a diferencia de estos, aquellos son seres precoces para la poesía, empezando desde que tienen uso de razón y ya de adultos no pueden diferenciar el acto de haber aprendido a escribir y el acto de escribir poesía. ¿Para qué poetas?

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REVISTA LITERARIA ERGO Pero “¿Para qué poetas en tiempos de penuria?”, se preguntaba el filósofo alemán Martin Heidegger. Para que el mundo sea más humanista, ya que mientras exista vida en nuestro planeta alguien tendrá que poetizar partiendo de un hecho auténtico o inventando situaciones, para deleite de los otros, porque la poesía es una necesidad física y concreta como comer o dormir, y una necesidad espiritual y racional como rezar o meditar. Rocío Silva-Santisteban, poeta de la generación de los 90, afirmó alguna vez que el poeta es el vigía que se da cuenta del témpano y puede gritar a tiempo para poder virar la nave. El problema del poeta, en estos tiempos, es que nadie le cree y la colisión, a pesar de los lamentos desgarrados que se hacen feroces y apretados en la garganta, se vuelve inminente. Concuerdo con Víctor Coral, poeta también de dicha generación, cuando afirma que probablemente la poesía sea uno de los últimos refugios auténticos que le quedan al ser humano. Un refugio donde el pensamiento, la experiencia estética y la apropiación distinta de la realidad es posible aún, a pesar del contexto empobrecedor, estultamente violento y mezquino en el que vivimos. Hacer poesía hoy, solamente leerla, dice, es ya un acto positivo. Una apuesta romántica y subvertora en un mundo echado a perder por sus espejismos racionales y seudomodernos. Antonio Cisneros decía que “el poeta no inventa nada. El poeta habla de lo que todos saben, sienten y ven. Todas las palabras que usa están en el diccionario. Solo que aquello que dice lo dice de una manera tal de modo que el lector, tocado por la revelación, pueda decir: ¡Ah, caramba! ¡Esto es lo que yo quería expresa, pero no sabía cómo!”. “No hay poemas terminados sino abandonados” es la conocida frase de Stéphane Mallarmé. Pero abandonados en el tiempo. Tiempo que va de la mano con la poesía y cuando esta lo ha llegado a capturar ha sido para bien del arte. A través de los poemas (lo más noble que el ser humano puede ofrecer a los demás) “queda suspendido el tiempo o tenemos la sensación de que ha quedado suspendido. Esta cualidad que de vez en cuando tiene el poema podría señalarse como su mejor y mayor cualidad si no como la exclusiva”, escribió Emilio Adolfo Westphalen. Así, se sabe que un poema es un objeto hecho de palabras y dotado de determinada carga afectiva (de intensidad variable). Dada la diversa constitución de las personas es dudoso que las reacciones sean similares o aproximadas. Un conjunto de poemas publicados nunca proporciona jugosos dividendos. Escribirlos es inevitable, y el poeta, para su felicidad, ha de perseverar, pues la poesía no es una profesión sino una actividad en la que el vate nunca sabe si vale algo lo que escribe. En una sociedad son los poetas quienes consiguen dar forma concreta a sus aspiraciones comunes y a sus sueños más íntimos. Por eso se dice que en ellos es donde se reconoce a una cultura, porque la poesía al igual que la pintura, la escultura, la música y el cine, es un arte y es un medio incomparable para la comprensión intercultural. Ella hace patente una actitud del hombre ante el mundo en el cual nos movemos. Por último, y como dijo Baltazar Núñez de Arce “la poesía, para ser grande y apreciada debe pensar y sentir, reflejar las ideas y pasiones, dolores y alegrías de la sociedad en que vive; no cantar como

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REVISTA LITERARIA ERGO el pájaro en la selva, extraño a cuanto le rodea, y siempre lo mismo”.

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ÍNDICE

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PRESENTACIÓN ..................................................................................... 5 JULIA WONG KCOMT ............................................................................. 7 Biografía .................................................................................................10 ANTOLOGÍA POÉTICA..........................................................................13 Pasto quemado ...................................................................................16 Vuelo nocturno del oso panda brasilero ............................................17 El cuerpo roto yace sobre una cama inflada ......................................18 La jauría..............................................................................................19 Habitación acabada .......................................................................... 20 El ocaso de los mistis .........................................................................21 Humus y cáscaras secas de mandarinas ........................................... 22 El pozo .............................................................................................. 23 Piromanía del párpado ...................................................................... 25 Mapa hidrográfico antes del wayco .................................................. 26 El vientre de las mujeres de arena .................................................... 27 Cabalgata al cielo .............................................................................. 29 Somos panzonas las peruanas ........................................................... 33 Paseo en motocicleta......................................................................... 35 Alemania............................................................................................ 36 ENTREVISTA.......................................................................................... 37 COMENTARIO SOBRE LA OBRA DE JULIA WONG ....................... 49 La danza poética de Wong (explorando una poética andante) .............51 POESÍA..................................................................................................... 55 Martín Gala ........................................................................................... 58 Hay una brisa en el sur ..................................................................... 59 El respiro involuntario del absurdo .................................................. 60 Miguel Ángel Hernández Sandoval ...................................................... 62 Té para tres ........................................................................................ 63

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REVISTA LITERARIA ERGO Retorna el hombre ............................................................................. 64 Fernando Huaroto ................................................................................ 66 iNFANCIA ........................................................................................ 67 Nardo ................................................................................................ 68 Valeria Castañeda Chávez..................................................................... 70 IV ........................................................................................................ 71 V ........................................................................................................ 72 Rodrigo Noriega Torres........................................................................ 74 Trinidad ............................................................................................. 75 Dual ................................................................................................... 76 Ray Franco Paz Quesquén ................................................................... 78 FA ...................................................................................................... 79 Oración final...................................................................................... 80 Juan A. Lezameta Requelme ................................................................ 82 A oscuras ........................................................................................... 83 Promesas ........................................................................................... 84 Denis Castañeda ................................................................................... 86 Sentencia ........................................................................................... 87 Reminiscencia ................................................................................... 88 Jorge Córdova Chuquihuanga .............................................................. 90 Entre la lluvia y la ausencia ............................................................... 91 Huellas .............................................................................................. 92 Miguel H. Tapia Salas .......................................................................... 94 El berrinche de un campesino que no se enteró que era campesino hasta .................................................................................................. 95 que se lo dijeron ................................................................................ 95 Charla pétrea ..................................................................................... 96 ANTOLOGÍA SEIS POETAS PIURANOS ............................................ 97 Presentación .......................................................................................... 99

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REVISTA LITERARIA ERGO Alberto Alarcón .................................................................................... 101 Biografía ........................................................................................... 102 Al maese Víctor Mazzi Trujillo ........................................................ 103 Orden del sol .................................................................................... 104 Escena para Liv Ullmann................................................................. 105 Tú ..................................................................................................... 106 Armando Arteaga ................................................................................. 107 Sobre el tiempo ................................................................................. 108 Contemplación ................................................................................. 109 Enredadera ....................................................................................... 110 Enésimo americano ......................................................................... 113 Armando Rojas Adrianzén ................................................................... 115 El sol en el espejo ............................................................................. 116 presencia de las tinieblas ................................................................. 117 pequeña música nocturna ................................................................ 118 Movimiento final .............................................................................. 119 Soledad & nostalgia ......................................................................... 120 Emilio Saldarriaga García .................................................................... 121 Elegía a Alejandro Taboada ............................................................. 122 Canto a Talara .................................................................................. 125 Poema ............................................................................................... 126 Libertad Orozco ................................................................................... 127 Escrito de rodillas ............................................................................ 128 Bajando la luna ................................................................................. 130 Un fósforo encendido ....................................................................... 131 Rosa Natalia Carbonel Apolo .............................................................. 133 a propósito de los poetas .................................................................. 134 a la primavera ................................................................................... 135 retorno .............................................................................................. 136

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REVISTA LITERARIA ERGO espejo................................................................................................ 137 la mosca o cómo hacer poesía ......................................................... 138 S/T ................................................................................................... 139 NARRATIVA ........................................................................................... 141 Víctor Grippoli ..................................................................................... 144 Próxima B ......................................................................................... 145 La apoteosis del cazador .................................................................. 150 Walter Velásquez.................................................................................. 156 Antropólogo decepcionado .............................................................. 157 Buen servicio .................................................................................... 159 Cristian Felipe Leyva Meneses ............................................................ 164 Alta resolución.................................................................................. 165 El peor de la clase ............................................................................ 167 Francois Villanueva Paravicino ........................................................... 170 La deuda ........................................................................................... 171 El tío Larry ....................................................................................... 174 Alex Chang Llerena.............................................................................. 180 Jugando con el duende..................................................................... 181 Mi última oportunidad ..................................................................... 183 ARTÍCULOS ........................................................................................... 187 Breve viaje al centro de la poesía ..................................................... 189 ÍNDICE ................................................................................................... 190

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Agradecimiento especial a cada uno de nuestros colaboradores por su tiempo brindado para completar la información de sus biografías y para actualizar las versiones finales de sus trabajos. Julia Wong Kcomt Martín Gala Fernando Huaroto Valeria Castañeda Rodrigo Noriega Ray F. Paz Juan A. Lezameta Denis Castañeda

Jorge Cordoba Miguel H. Tapia Victor Grippoli Walter Velásquez Cristian F. Leiva Francois Villanueva Alex Chang

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